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Este número 227 de Mercurio lo dedicamos al error y a sus múltiples variantes: imperfecciones, averías, equívocos, gazapos, deslices, pifias y (grandes) cagadas. Errores monumentales o históricos que resume la famosa locución inglesa EPIC FAIL, meme ya clásico para escenas que demuestran que —como dice uno de ellos— «hay que darse maña para fallar tan estrepitosamente». Por la pluralidad de ejemplos ridículos sabemos que una de las ventajas del error es justamente su polisemia: entre muchas otras cosas, errar significa también andar vagando o incluso divagar, hablar o escribir sin propósito, toda una hazaña en esta era de la productividad.

Los cinco ensayos de este monográfico no se enredan: reflexionan sobre el error en la filosofía (Álvaro Cortina), en las prácticas artísticas contemporáneas (Ingrid Guardiola), en el tatuaje y sus paralelismos con otras disciplinas creativas (Nadal Suau), en la ciencia estadística (Anabel Forte) y en la arquitectura (David García-Asenjo). Fallos para todos los gustos en esta especie de museo de los errores cuya colección sería inabarcable. Piénsenlo: los errores se cometen o se incurre en ellos, exactamente igual que los delitos. Pero tampoco dramaticemos, «errare humanum est», y además a estas alturas del progreso ni siquiera es patrimonio de nuestra especie, por mucho que HAL 9000 nos cargara el muerto.