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Revista Mercurio #222 «Curiosidad» + PDF

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Revista Mercurio #222 «Curiosidad» + PDF
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La curiosidad nos vuelve infinitos. No porque en sí misma sea infinita ni infinitos los mundos por explorar, sino porque la curiosidad es el impulso que nos reta a adentrarnos en lo oscuro para iluminarlo.
Con el nacimiento de cada nuevo ser humano, observando el desarrollo cognitivo de un niño o niña hasta su adultez, tenemos la oportunidad de asistir a la representación comprimida de la evolución de una especie animal, como si de un espectáculo se tratara, al menos desde un determinado eslabón de la cadena evolutiva hasta ahora. Basta tener un niño o niña cerca para saber a lo que nos referimos, dando por sentado que somos de esos adultos a los que la memoria ha borrado, desgraciadamente, la propia sensación de lo que era ser niño.
Además del instinto de supervivencia, ¿podríamos aventurarnos a decir que el desarrollo motriz y el crecimiento intelectual del individuo van surgiendo por el resultado de la concatenación constante del impulso de la curiosidad?
La experiencia va adiestrándonos, como adiestra todos los comportamientos, porque la curiosidad nos hace osados; y aquí es cuando muchos y muchas revivirán esa descarga eléctrica, ese corte doloroso, aquella caída sin red, ese susto que dejó una memoria física imborrable de aquella vez que traspasamos, con la fresca imprudencia de un niño, un límite impuesto que la curiosidad nos impidió respetar.
Si nuestra curiosidad, a lo largo de la vida, no ha recibido suficientes correctivos, como estos ejemplos que acabamos de mencionar u otros fracasos más serios, y somos capaces de mantener viva su voluptuosidad exploradora, seremos capaces de estar en continuo crecimiento. Hay curiosidades que se pagan caras, de ahí la expresión «la curiosidad mató al gato», que proviene de una expresión anglosajona del siglo XVI que no mencionaba la curiosidad sino la preocupación: Care killed the cat. No es hasta el XIX cuando la preocupación da paso, en la expresión, a la curiosidad, y es así como pasa la expresión, también, a nuestra cultura popular. A principios del XX se le añade una coletilla muy significativa: Curiosity killed the cat; but satisfaction brought it back. Si la curiosidad nos plantea retos, nos señala espacios oscuros a los que no tenemos acceso y a los que queremos penetrar con nuestra mente inquieta, para iluminarlos, la satisfacción trajo al gato de vuelta del viaje de la muerte; nos trae de vuelta. La figura formada por la imagen de portada de este número, dedicado a la curiosidad, esconde un reto visual para mentes curiosas: evoca las siglas de un encuentro que tendrá lugar durante el mes de diciembre en la ciudad de Sevilla, y que precisamente congregará a un buen número de personas que han sabido sacarle el mejor partido a su curiosidad. Pero sobre todo es un homenaje, no al gato (que nos perdonen los animalistas) sino a ese impulso, ese deseo y esa capacidad que nos vuelve infinitos.
Recordemos entonces que, aunque la curiosidad pueda tener sus peligros, pueda fracasar algunas o incluso muchas veces, no hará falta morir en el intento. La satisfacción siempre te traerá de vuelta.

Maite Aragón Navas