El Sócrates de Roberto Rossellini
«Por primera vez, desde que existe el ser humano –dice Rossellini en 1977 refiriéndose al cine–, poseemos un medio de comunicación universal que, debido a su inmediatez y a diferencia de la escritura, supone todo un antecedente cultural. ¿Y qué es lo que hemos hecho con él? Una especie de juego circense que corrompe a todo el mundo y todos los temas».
¿Sigue siendo esta autopsia de Rossellini acertada? Más que nunca, lo que significa que su denuncia ha caído también en buena medida en saco roto, un saco que encontramos en el desván de los apocalípticos y no integrados. Solo algunos pocos historiadores, cinéfilos y amantes de las ideas se acercan –muy de vez en cuando– a ese desván lleno de trastos y recuerdos, sorprendidos de que esos trabajos ocupen ese lugar junto a otros cachivaches.
Hemos rescatado de ese desván el Sócrates de Rossellini, esperando pacientemente a ser utilizado, a ser visionado y leído, a ocupar el lugar y el espacio que dejen el hartazón y el hastío al constante show.