Sarunas Marciulionis era un jugador misterioso en unos cuantos aspectos, digamos que inusual, uno de esos soviéticos fornidos que solo aparecían una vez al año —dos, si la URSS iba al Torneo de Navidad—, enamoraba a todos los aficionados y se volvía a su club de Vilnus, el BC Stayba, […]