Ciertos comentaristas describen a Obama como un muñeco articulado cuyo carisma disfraza un persistente vacío. Sidney Poitier que primero asusta a Spencer Tracy y luego lo embruja para llevarse a la hija. Dicha caricatura queda corroborada en el imaginario español por la persistente manía de establecer duplas absurdas, digamos Obama/Zapatero. […]