Comenzaré admitiendo que soy una lectora empedernida de prospectos y libros de instrucciones. Jamás se me ocurriría tragar ni una aspirina sin estudiar escrupulosamente su composición, los males que remedia, la posología debida, las contraindicaciones y los posibles efectos adversos. Tampoco tengo la osadía de poner en marcha ningún electrodoméstico […]