«¡Que Cristo me condene! ¡Déjame! ¡Capaz serías de hacerme besar tus viejos calzones, jurando que eran una reliquia de santo, aunque tuvieran palominos! ¡Pero, por la cruz que encontró santa Elena, preferiría tener tus cojones en mis manos antes que tus reliquias! […]