Por fuera, el cuerpo no estaba muy caliente al tacto. Tampoco pálido en apariencia, aunque sí rojizo, lívido y cubierto de pequeñas pústulas y úlceras. Por dentro, sin embargo, el cuerpo ardía. El paciente no podía soportar ropajes o sábanas incluso de la más ligera factura, ni estar de otro […]