Cuando Vicente Tortajada (1952-2003) era un niño se pasaba los días sentadito en su balcón de la sevillana Puerta de la Carne, desde donde veía recibimientos y despedidas, procesiones y cabalgatas, cortejos feriantes y carruajes fúnebres. La polio tiene esas cosas: marchita las piernas para que florezca la mirada. La […]