Los aficionados a los toros solemos perderle la cara a los encierros, ensogados y demás epifanías de esta España de tubarro, moscas y calimocho. A mí, por ejemplo, me parecen un espectáculo polvoriento, famélico, susceptible de la más regia de las prohibiciones, y sé de otros taurinos que, asimismo, lamentan […]