Cuenta aquel ilustre misántropo, Pío Baroja, en sus memorias, un encuentro fugaz con Francisco Silvela en una librería de Madrid. Lo encontró sentado afectadamente, esperando a ser atendido, siguiendo el ritual pomposo del tiempo. Silvela, hombre de exquisito decoro, ofreció el asiento a Baroja y este, consciente de su vulneración […]