Supongo que en cualquier otra circunstancia no habríamos simpatizado, ya que nuestros caracteres apenas tenían nada en común. D. era extrovertido, charlatán, brillante hasta decir basta y animado de una energía sobrehumana. Yo siempre fui reservado, casi huraño, parco en palabras, tímido hasta la médula. D. quería comerse el mundo, […]