Cuando Philipp Stamma salió de Alepo, donde había nacido, rumbo a París y Londres, para jugar con los mejores ajedrecistas del momento, nunca pensó que doscientos cincuenta años más tarde su ciudad se encontraría reducida a escombros. ¿Quién lo pensaría? No, Stamma no podría haber imaginado eso; cuando embarcó rumbo […]