Hace veinte años, en una tienda de Fruto Seco, sin ese, en la calle Espíritu Santo de Malasaña, decidieron poner a la venta trocitos de papel de plata, tamaño cuartilla, para fumar heroína. Costaban veinticinco pesetas y el fenómeno, como concepto, representaba la esencia misma del capitalismo. Hasta ese momento, […]