The Rocky horror picture show es una película que lo tiene todo: travestis del espacio exterior, ciencia ficción chusca, Meat Loaf saliendo de un congelador en moto y un rosario de temazos musicales. En su estreno en 1975 no fue a verla ni el proyeccionista: el propio Meat Loaf comentaba haberse acercado a una de las salas durante los primeros días en cartel y matizaba que de no ser porque le acompañaba el director (Jim Sharman) se hubiese pasado la hora y media con cara de forever alone. Pero en aquellos años comenzaban a tener cierto éxito las sesiones de medianoche y alguien con mucho ojo decidió cambiar el horario de proyección de The Rocky horror picture show y trasladarla desde las sesiones de mañanas y tardes hasta las horas brujas, pensando que las criaturas de la noche quizás eran el auténtico público potencial de la fiesta. El boca a boca encendió la mecha y el culto explotó a lo grande: el éxito de The Rocky horror picture show fue tal que el musical se ha seguido proyectando en los cines de manera ininterrumpida hasta el día de hoy, ostentando en su liguero el logro de ser la cinta que más tiempo ha aguantado en cartelera de la historia y logrando que cada semana muevan el culo centenares de fans que suelen acudir disfrazados y con divertidos complementos para interactuar durante la proyección.
Pero además de su estatus de patrimonio de la humanidad embadurnado en pintalabios, el musical y su fanfarria tiene una leyenda a cuestas: la de haber inventado el termino de easter egg en el ámbito cinematográfico, el huevo de pascua en celuloide. Aquellos secretos, in-jokes, o bromas ocultas que los creadores gustaban de deslizar en sus películas para que fuesen descubiertos por los espectadores más despiertos, o los más enfermos de la cultura pop. Supuestamente durante el rodaje de la cinta el equipo decidió jugar a la caza de huevos de pascua escondiendo varios de ellos por el set. Y tras la tontería, y a la hora de continuar con la grabación, muchos de esos tesoros ovoides se quedaron acechando disimuladamente por los rincones del escenario, bien porque no llegaron a ser descubiertos o bien porque se decidió dejarlos en su sitio. El caso es que como consecuencia de aquello los huevos de Pascua de The Rocky horror son literalmente huevos de Pascua. Y resultaba divertido ponerse a buscarlos, tres de ellos han sido avistados: bajo el trono de Frank-N-Furter, en la habitación principal y en la escena del ascensor.
Los pezones de Betty Boop contra el pene de Bugs Bunny, guest starring Wally
¿Quién engañó a Roger Rabbit? generó un curioso debate propiciado por progenitores de moral pura que se pasaron como mínimo una tarde completa peleándose con el botón de pausa del reproductor de vídeo para ver si Jessica Rabbit llevaba bragas o no en la escena del accidente de coche. Aquello supuso una pequeña polémica que llevó a los animadores de Disney a recolorear unas bragas color carne de un blanco virginal en la edición en DVD, y posteriormente a taparlas del todo para la reedición en el mismo formato, pero además consiguió distraer al público del verdadero guiño golfo: los pezones de Betty Boop. Porque a la cabezona señorita se le podían vislumbrar los faros durante medio segundo en la escena en la que acompañaba a Eddie Valiant, pero aquello solo era posible en la versión exhibida en las salas. Ese tit flash en blanco y negro se eliminaría de la edición doméstica y era culpa de unos animadores que consideraban bonito rendirle homenaje a los inicios del personaje (los cortos primigenios de Betty Boop están más cerca de Benny Hill que de cualquier otra cosa) y también muy gracioso colársela de ese modo a los jefazos, aunque posteriormente aquellos jefazos reconociesen que vieron en su momento el fugaz brote de tetillas pero que dejaron al equipo salirse con la suya.
Meter un huevo de Pascua en un par de frames casi inapreciables para el ojo humano y de difícil digestión para el cerebro siempre ha sido un recurso muy socorrido con tal de echarse unas risas infiltrando algo perverso. Es muy conocido el jaleo del topless setentero que aparecía de fondo durante una escena en movimiento de Los rescatadores, unas tetas efímeras que obligaron a quemar cientos de cintas de vídeo ya producidas y tapiar la ventana. Pero hay casos igual de jocosos y mucho menos célebres: Bugs Bunny desde sus Merrie Melodies con su pito asomando sobre la toalla en el capítulo The wabbit who came to supper, concretamente en el minuto 2:57 de este vídeo si uno tiene la precisión necesaria con el botón de pause de YouTube. O el garabato que alguien dibujó en un fotograma de Fievel va al Oeste, otro tosco pene visto y no visto junto a la boca de la hermana de Fievel durante un número musical, una gamberrada falocentrista que pasó inadvertida para los espectadores durante décadas. El club de la lucha también incluía otro miembro viril semisubliminal durante su desenlace, bastante evidente porque la trama ya había sentenciado lo divertido del fotograma ninja y no tan sorprendente como descubrir que el personaje de Tyler llevaba todo el metraje colándose a escondidas en planos ajenos. Otros como el Monstruoso de J. J. Abrams ocultaban entre el metraje pedacitos inapreciables de películas, en este caso tres con bicho gordo: La humanidad en peligro, King Kong y El monstruo de tiempos remotos.
Y luego, en otro plano superior, está lo de Mel Gibson en Apocalypto. La troleada total o el fotograma difícil de creer, porque a Gibson se le ocurrió que tenía bastante gracia adobar la épica sobre el imperio maya insertando a Wally entre una ensalada de cadáveres, quizá por eso mismo decidió con un par y sin ninguna vergüenza colar en su superproducción esta inquietante imagen:
Algo que ocurrió durante una escena que solo podía verse en la versión estrenada en cines.
A la caza del huevo de pascua
El propio Gibson era el protagonista de Maverick, una de vaqueros donde el héroe homónimo se tropezaba con la aparición estelar de Danny Glover con sombrero de ladrón de bancos. Como aquel Glover era el mismo con el que Gibson coprotagonizaba las entregas de Arma letal, la película se permitía la coña de iluminar momentáneamente la conciencia de ambos personajes y obligarles a cruzarse miradas de «me suenas de algo». Remataban con Glover soltando su frase estrella de la buddy movie policíaca: «I’m too old for this shit», una sentencia que ha acabado transformándose en un mantra del cine, en un cliché que ha llegado a ser recitado en centenares de películas ajenas, y cuyo oleaje ha llegado hasta a salpicar al propio Anacleto, agente secreto.
Determinar qué es exactamente un huevo de pascua es complicado, porque depende de la apreciación de cada uno. La idea del easter egg puede abarcar desde el condesador de fluzo que aparece en Polar Express hasta el guiño al mundo real que ocurre en Iron Man 3 cuando un villano se sienta al lado de las huellas que Robert Downey Jr. ha plantado en el cemento del paseo de la fama del Teatro Chino de Grauman. Por eso mismo resulta mucho más entretenido vestir con chaqueta de mangas anchas y ponerse a saltar entre películas.
Una desnuda Drew Barrymore en la versión moderna/ciclada/sexplotation de Los ángeles de Charlie buscaba refugio en una casa donde un par de chavales jugaban a dobles a la consola (al Final Fantasy VIII, que solo tiene modo para un jugador). La auténtica gracia de la escena era reconocer la vivienda como la misma en la que mucho tiempo antes una Barrymore de seis años se había tropezado con E.T. el extraterrestre, aunque el director de aquello dudaba tanto del espectador como para clavar en las paredes el póster de la obra de Steven Spielberg por si no se pescaba la conexión a la primera.
La propia raza de E.T. también era muy de saltar entre galaxias. En Star Wars episodio 1: La amenaza fantasma era fácil ver a la familia del extraterrestre en la escena del senado, creando un mindfuck marcha atrás muy severo con aquello de que en la cinta del 82 el amigo marrón parecía reconocer a Yoda. Star Wars en sí era un ponedero de huevos de pascua; en ella te podías encontrar desde la navecita con tenazas de 2001: Una odisea del espacio hasta un montón de alusiones al número 1138 que señalaban descaradas y orgullosas a la cinta THX 1138, la ópera prima del propio George Lucas. Y aunque la serie Star Wars: The Clone Wars tenía al arca de la alianza perseguido por Indiana Jones de camino al interior de una nave, el cruce con Indy venía de lejos porque El templo maldito lucía el famoso neón de Club Obi Wan y en los jeroglíficos del escenario de En busca del arca perdida aparecían R2-D2 Y C3-PO un par de veces.
El propio R2-D2 construyó por sí solo una carrera admirable como guest star: no solo se le podía ver pegado a lo lapa en la nave de Encuentros en la tercera fase, sino que también se daba fugaces visitas a Transformers 2, Star Trek (2009) y Star Trek: en la oscuridad (2013), aunque la saga trekkie había recibido la visita de un borroso Halcón Milenario cierto tiempo atrás durante Star Trek: primer contacto. Pero era aquella primera Star Trek de Abrams donde alguien pedía a un camarero que le sirviera Slusho!, la bebida ficticia mencionada en un episodio de la serie Alias, y que también formaba parte del universo de la cinta Monstruoso, una película que abría mostrando con mucho disimulo el logo de la compañia Dharma de Perdidos.
La famosa secuencia de números que hacía acto de presencia en Perdidos se convertiría en otro de los elementos pop a la fuga más reconocibles de la ficción: aquellas cifras aparecerían en la serie Fringe, en la PDA de la película La habitación de Fermat, en Cómo conocí a vuestra madre, Numb3rs, Person of interest o Érase una vez. Otros elementos del show tampoco se cortaban a la hora de emigrar: las barritas Apollo Bar llegaban a la máquina expendedora de Scrubs y la mención directa o velada al vuelo de Oceanic Airlines asomaría por una notable cantidad de programas catódicos, Futurama incluido. En el episodio «The Sting» de la misma Futurama se podían encontrar, como en cualquier otro capítulo de la serie, una tropa de tributos a películas como Los otros (un film que además tenía un easter egg simpático al calcar un diálogo de Tesis) o Abre los ojos, y también a Pesadilla en Elm Street y Hellraiser. La novia de Chuky no solo claveteaba la cara de John Ritter hasta transformarlo conscientemente en un clon del pinhead de Hellraiser, sino que también colocaba el guante de Freddy Krueger y la máscara de Jason entre el atrezo visible. Por su parte la chusca Viernes 13 IX: Jason se va al infierno utilizaba la daga calavera de la saga Evil Dead como elemento indispensable para liquidar al intensito de la máscara de hockey y remataba con el cameo de un libro: el Necronomicón que detonaba las aventuras demoniacas de Bruce Campbell. Y todo aquello venía a cuenta de que una futura Freddy vs. Jason vs. Ash estaba rondando por la mente de los estudios y había que empezar a atarla de algún modo. En la saga Evil dead existe otra sartenada de tonteos con diferentes películas de terceros donde probablemente el más recordado sea la famosa escena con un «klaatu barada nikto» sacado de Ultimátum a la Tierra.
Pero las desventuras demoníacas también contenían otro pack de guiños como resultado de un improvisado torneo de vaciladas entre el cine de horror: Wes Craven plantaba el cartel de Tiburón en una pared de Las colinas tienen ojos para insinuar que su película daba más miedo que el chapuzón con escualo. Y siguiendo la misma lógica y guasa, Sam Raimi pegaba un un póster de Las colinas tienen ojos en Posesión infernal (Evil Dead). Craven contestaba al guantazo poniendo a la protagonista de Pesadilla en Elm Street delante de la tele a ver Posesión infernal, y Raimi le seguía el rollo en Terroríficamente muertos (Evil Dead 2) colgando en el decorado el guante de cuchillas de Freddy. Años más tarde, en Shaun of the dead, se mencionaba a un empleado ausente de una tienda de electrodomésticos llamado Ash, mismo oficio y nombre que el héroe de aquellas Evil Dead.
Lo de Shaun of the dead ya era extremo y obsesivo: Edgar Wright y Simon Pegg escondían tantísimas referencias en cualquier cosa y hacia cualquier cosa en aquella cinta que cuando George A. Romero, uno de los homenajeados, vio la película se perdió la mitad de ellas. Pero el papá de los zombis estaba tan encantado con el apocalipsis zombi británico que acabó convenciendo a Wright y Pegg para una aparición estelar como zombis de fotomatón en La tierra de los muertos vivientes, aquella película donde Tom Savini, un hombre que ha ido siempre de la mano del cine de horror, recuperaba brevemente su papel de motero liquidado veintisiete años antes en Zombi: el regreso de los muertos vivientes y obviamente lo hacía regresando como muerto viviente. El mismo Savini que en Abierto hasta el amanecer llevaba entre las piernas la pene-pistola que Antonio Banderas guardaba en su funda de guitarra en Desperado. Mientras tanto, ese Seth Gecko interpetado por George Clooney en la cinta de vampiros visitaría en formato foto de mugshot un par de películas ajenas: Tú asesina que nosotras limpiamos la sangre, donde se convertía en noticia de un telediario; y Un romance muy peligroso, donde Jennifer Lopez no lo reconocería como su compañero de la ficción asegurando que parecía otro.
Abierto hasta el amanecer también incluía unas hamburguesas del Big Kahuna Burger de Pulp Fiction y una camiseta aludiendo al precinto trece de Asalto a la comisaría del distrito 13. Pulp fiction reinterpretaría una escena de Rio Bravo mientras el guión de Asalto a la comisaria… decidiría reinterpretar entera la película de John Wayne en forma de remake dirigido por John Carpenter. La camiseta de Kurt Russell en Golpe en la pequeña china, también de Carpenter, estaba colgada en la pared de Death Proof. Aquella Death Proof volvía a mencionar las Big Kahuna Burgers y utilizaba de tono de móvil el tema silbado por Daryl Hannah en Kill Bill, la odisea vengadora de Tarantino en cuyo segundo volumen reencontrábamos una matrícula que rezaba «THX 1138».
THX-1138 reverenciaba la Metrópolis de Fritz Lang versionando un concepto de aquella, mientras al rarito de Crispin Glover le tocaría reciclar un personaje de Metrópolis (The thin man) para una película en la que ejercía de villano: Los ángeles de Charlie, la misma en la que Barrymore volvía a la casa de E.T.
La teoría Pixar
Pixar es otro mundo aparte. Sus películas juguetean con elementos tan dispares como la alfombra de El resplandor o la caja de herramientas de Un chapuzas en casa mientras se recrean cultivando sus propios in–jokes como ese camión de reparto de pizzas que aparece en todas las películas animadas del estudio excepto en Los Increíbles. Pero sobre todo, sus criaturas jugaban entre ellas superando el espacio y el tiempo: los personajes de producciones pretéritas suelen protagonizar cameos ocultos en la cinta más reciente, pero al mismo tiempo también se cuelan en el metraje personajes de producciones futuras de la compañía. Todo ese entramado de cruces en mundos animados acabó generando la teoría Pixar, aquella que asegura que todas las películas de Pixar están situadas en el mismo universo pero en distintas épocas: las entregas de Cars estarían ambientadas en un futuro donde las máquinas se han quedado con el dominio total de la tierra y los humanos han partido allí donde Wall–e los emplaza.
Genialidades
En Batman Begins Hans Zimmer se las apañaba para ordenar una banda sonora cuyos temas, bautizados como diferentes especies de murciélago, deletreaban la palabra «Batman» utilizando las primeras letras de los cortes del cuatro al nueve. En Man of Steel, el Superman de Zack Snyder, los del equipo de FX le colaron al director un póster que rezaba un cómico «Keep calm and call Batman». Y el Batman de Tim Burton incluía un cameo de honor no de una persona, sino de una firma: la de Bob Kane, creador del héroe enmascarado. Aunque la mejor insinuación al murciélago y el kryptoniano ocurría por accidente en la Soy leyenda de Will Smith, donde a modo de chiste se insertó un cartel entre los edificios abandonados con una ficticia Batman vs Superman, prediciendo sin saberlo el estreno de un futuro crossover de igual premisa y similar póster promocional.
La infame Godzilla de Roland Emmerich introducía una referencia formidable a Los Simpson que solía pasar inadvertida: en la licencia de un taxista figuraba el nombre «Armin Tamzarian», el mismo que se revelaba en uno de los capítulos de la familia amarilla como el verdadero nombre de Skinner. Que Harry Shearer, el doblador de Seymour Skinner en la versión original, y Nancy Cartwright, la voz de Bart Simpson, tuvieran un pequeño papel en la propia cinta de monstruo probablemente tenía algo que ver.
En el mundo de la televisión la brillantez la demostraron los guionistas de Community, por poseer el temple necesario para cocer a lo largo de tres años un gag genial que para la mayoría de la audiencia pasaría desapercibido: introducir la palabra Bitelchús (Beetlejuice) en el diálogo tres veces y cada una de ellas en una temporada distinta. ¿Qué ocurre cuando dices tres veces Bitelchús? Atención al invitado que aparece tras las cortinas al final de este vídeo.
Pero la verdadera genialidad, o el easter egg definitivo, vendría de la mano de Alfonso Cuarón. El realizador mexicano se marcó con Gravity el que podría ser el metahuevo de pascua más ingenioso del cine reciente: George Clooney se desplazaba por el espacio flotando alegremente cerca del punto de vista del espectador, y si el observador revisaba la escena con suficiente atención acababa descubriendo que en el cristal del casco espacial de Clooney se podían ver reflejados fugazmente a los operadores de cámara y sonido. El detallazo: ambos miembros del equipo de rodaje llevaban traje de astronauta y estaban filmando en medio del espacio.
Grandisimo articulo, mil gracias!
De hecho, uno de los secundarios ‘principales’ en Godzilla es Hank Azaria, que interpreta al cámara de televisión. Otro de sus principales roles es como voz de Los Simpson
Enhorabuena por el artículo, ¡es genial!
Sobre la referencia de klaatu barada nikto, el autor confunde Planeta Prohibido con Ultimatum a la Tierra
Por lo demás, he disfrutado mucho leyendo el artículo. Gracias
¡Fixed!
Gracias por avisar aventurero. Ahora vendría aquí la excusa de que estaba tarareando mentalmente nonstop la canción de entrada de Rocky Horror y por eso lo del forbidden planet ahí y el baile de robots. Pero no, la realidad es que soy de tropezar mucho.
Felicidades por el artículo. Ha sido casi orgásmico, buenísimo.
entre tantas risas y hurras,un bitter de melancolía depresiva… estos güevos de pascua son gotas de agua instiladas en un océano teñido de moralina medieval… venga chicos, trás el solaz pasajero, a confesarse, cumplir la penitencia y volver con el alma limpia a vuestros yutubes y facebuks, vuestras series televisivas, películas jolivudenses, colorines dominicales y toda la morralla que la industria del entretenimiento norteamericana tenga a bien meteros entre pecho y espalda… dentro de un año, por pascua, volvemos a echar unas risas con los pezones de Betibup!
…en cualquier caso, felicidades al compilador, que ha realizado un rastreo muy revelador, en todos los sentidos
Acabo de ver el 1×05 de 30 Rock y hacen el chiste de ser demasiado viejo para esta mierda.
Se menciona el vuelo 815 de Oceanic… Hasta en los Serrano!
Qué dices. Aunque la verdad es que me lo creo y tampoco es tan raro, parece que se acaba antes señalando los que no lo mencionan.
PS: En el mapa del juego Just Cause 2 los creadores metieron una isla entera en homenaje a Lost por la que se puede correr y hacer el cabra.
El artículo, genial, pero leer «pedazitos» me ha hecho pedazos…
Ay, vaya día llevo.
Thanks!
Gran artículo, vaya curro te has metido.
Gracias.
Muy interesante
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Siguiendo con los Simpsons, en un capitulo de Expediente X (The Beginning) aparece un técnico en una central nuclear llamado Homer, tal que así http://xfphotos.fredfarm.com/season6/thebeginning/cap109.jpg
No se puede abrir el enlace
Ya que mencionas «Un romance muy peligroso» se te olvida decir que Michael Keaton aparecia interpretando al mismo personaje al que previamente interpretaba en «Jackie Brown» (ambas basadas en novelas de Elmore Leonard).
Ademas, en «Gravity» la voz (en V.O.) del controlador de la misión espacial es la de Ed Harris, un papel que previamente habia interpretado en «Apollo 13».
¡Buen artículo Diego! Eso si, echo de menos la aportación patria con el huevo de Pascua de las películas de Berlanga, la palabra «austro-húngaro», que siempre ha estado presente en sus películas.
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