A raíz del estreno de American Sniper, la última película de Clint Eastwood, se ha generado un cierto debate en torno al cineasta americano. Cuando escribo estas líneas aún no he podido ver American Sniper, pero como el debate parece haberse extendido a la totalidad de su filmografía, me siento tentado a intervenir, reivindicando el inmenso valor de Eastwood como estandarte, en pleno siglo XXI, del gran cine clásico americano.
Clint Eastwood ha rodado unas treinta películas desde 1971, y aunque aquí nos centraremos en Gran Torino (2008), muchas otras servirían para demostrar su condición de heredero del mejor clasicismo cinematográfico. El de John Ford, Frank Capra, Raoul Walsh… y sobre todo el de Howard Hawks: un cine transparente, directo, claro, limpio y a la vez extremadamente preciso y coherente. Un cine en el que todos los elementos formales (la luz, el encuadre, el sonido…) encajan a la perfección pero no son protagonistas, sino que se ponen al servicio de la historia que se quiere contar.
Para entendernos: Eastwood no es un gran creador de formas cinematográficas. Probablemente no haya aportado ni una sola idea formal realmente nueva a la historia del cine. Pero es que ese no es su papel. Clint Eastwood es, ante todo, un excelente contador de historias. Y para ser un gran storyteller no solo hay que tener una buena historia entre manos, sino que sobre todo hay que saber contarla de forma efectiva y entretenida. Pero esto no implica que, para narrar una historia con imágenes, todos los directores tengan que usar herramientas propias y originales. Eastwood, en vez de preocuparse por innovar, entiende y domina a la perfección el lenguaje del cine clásico, y sabe utilizarlo para convertir sus historias en grandes películas.
Este dominio de las formas clásicas hace que las películas de Eastwood tengan una gran capacidad para generar sensaciones y emociones en el espectador casi sin que lo note. Uno acaba de ver cualquiera de sus películas y se le hace difícil recordar ideas geniales de luz, encuadres asombrosos o conceptos sonoros que llamen mucho la atención, pero están ahí, diluidos en ese clasicismo transparente y a veces invisible. No es un cineasta barroco (como Orson Welles), ni expresionista (como Fritz Lang), ni tiene un estilo con una gran fuerza visual inmediata (como Wes Anderson), incluso a veces puede parecer que no haga nada. Pero una película como Gran Torino no se dirige sola, y aunque no tenga grandes tours de force de director empalmado jugando con superhéroes malogrados, está construida con la coherencia, la precisión y la maestría de las mejores películas del cine clásico.
Gran Torino cuenta la historia de cómo Walt Kowalski, un anciano misántropo interpretado por el propio Eastwood, recupera su humanidad en la recta final de su vida. Es, en definitiva, una historia de redención. La de Kowalski, pero también la del propio Eastwood, que se pone por última vez delante de su propia cámara y le da, de este modo, un marcado tono autobiográfico a la película. Las primeras escenas nos presentan a los personajes de forma algo maniquea (como es propio del cine clásico), pero muy efectiva: el protagonista como un gruñón conservador y racista que padece algún tipo de enfermedad; sus hijos ya totalmente desconectados de su padre; sus nietos malcriados… y luego Thao como un chico tímido y trabajador que, igual que Walt, se siente aislado en su propia familia.
Pero no solo se nos presenta a los personajes, sino también el mundo en el que viven. La segunda escena se inicia con un plano general de la casa de Walt Kowalski, encuadrada de un modo que convierte ese plano en una representación perfecta de su forma de entender el mundo. A un lado, su casa, limpia y cuidada, con el césped cortado y la bandera americana de rigor; y al otro lado, separada por esa farola que corta en dos el plano y actúa como frontera, la casa vieja y destartalada de los Hmong. Este y los siguientes planos generales de la casa son un buen ejemplo de construcción clásica muy bien entendida. Empezar una escena con un plano general de la casa donde va a desarrollarse la acción es un recurso muy estándar, como de manual. Pero Eastwood lo exprime para sacarle el máximo partido: con esa farola, la diferencia entre las casas y los jardines, la bandera… convierte un plano informativo de «mira, ahora estamos en esta casa» en un plano lleno de sentido que transmite las ideas de separación, dualidad y alteridad que tan importantes son en la película. Más adelante, hacia el final de la película, hay otro plano picado y general de la casa. Esta vez, Eastwood la encuadra de forma muy diferente, para que entendamos (por comparación con el plano del principio; es decir, por montaje) la evolución del protagonista: el plano anterior enfatizaba la división entre el mundo de Walt y el de los Hmong, pero como ahora Walt ya no percibe esa división, el plano ya no nos la muestra.
Pero sigamos con la parte inicial, cuando Walt Kowalski aún es un veterano de guerra asqueado de la vida y lleno de desprecio hacia los nuevos habitantes de su barrio, los Hmong. La división y la dualidad entre los dos mundos también se expresa en la segunda escena: en una casa se llora la muerte de la mujer de Walt, y en la otra se celebra un nacimiento. Cuando Walt sale de casa, le seguimos en su paseo por el jardín y, cuando mira con desprecio hacia la casa de los Hmong, el movimiento de cámara nos niega ese espacio (el de «los otros») y encuadra el rostro de Walt gruñendo y escupiendo, con la bandera americana al fondo. Odiar y gruñir como signo de patriotismo:
Otro tema interesante en la presentación del protagonista es cómo se nos muestra, ya desde el principio, que hay algo oscuro en él. Una sombra que le acompaña. En lo referente al argumento, pronto nos damos cuenta de que ese lado oscuro tiene que ver con su pasado, con los horrores de la guerra. Pero lo interesante es cómo se traduce visualmente esta oscuridad y ambigüedad del personaje, a través de un uso muy clásico (y muy efectivo) de la luz como elemento expresivo: iluminando el rostro de Walt de forma que quede en penumbra, u oscurecido por una sombra, o en claroscuro… o directamente «roto» por la luz en un momento de gran tensión dramática.
Otro recurso cinematográfico que Eastwood utiliza continuamente es el plano-contraplano, que es probablemente la herramienta formal más usada de toda la historia del cine. Desde que Griffith lo empleara en Intolerancia (1916), el plano-contraplano se ha convertido en la forma canónica de rodar y montar una escena en la que intervienen, y normalmente conversan, dos personajes. Gran Torino está llena de planos-contraplanos, pero Eastwood no se limita a rodar así como solución fácil, sino que, otra vez, le saca el máximo potencial a la herramienta para construir sentidos que le ayuden a contar mejor su historia. Un buen ejemplo es la conversación que Walt y el sacerdote mantienen en el bar. Hay varios aspectos destacables: la progresión de escala a medida que la conversación se vuelve más personal; los rostros en claroscuro de ambos (quizá porque el cura también es un personaje más ambiguo de lo que parece)… pero lo más interesante es la diferencia entre los fondos de los planos de uno y del otro. En los planos de Walt, al fondo hay banderas americanas y una foto de un batallón, pero ni una sola persona. En cambio, en el plano del cura sí que hay varios hombres al fondo. Gracias al buen uso del espacio y del atrezo, el montaje en plano-contraplano gana fuerza expresiva: en un lado tenemos al veterano de Corea, patriota y solitario, y en el otro al pastor con su rebaño.
En cuanto a Thao y a los Hmong, su mundo también se nos presenta de forma modélica alrededor de una idea central: Thao y su hermana no son libres, ya que su destino está marcado por la banda que les acosa y por su condición de inmigrantes. Haciendo gala de la economía de medios del mejor cine clásico, Eastwood expresa visualmente esta idea de que los personajes están atrapados con un recurso de espacio tan sencillo como efectivo: esa enorme reja con la que empiezan tanto la escena en la que las bandas acosan a Thao, como la escena posterior en la que unos «morenos» (así les llama Kowalski) increpan a su hermana.
El tercer elemento central de la película es el que le da el título: el Gran Torino del 72 que Walt Kowalski ayudó a ensamblar en la fábrica de Ford. El coche es un elemento de atrezo que puede parecer anecdótico, pero en realidad tiene una gran importancia en la película. De entrada, porque define muy bien al personaje de Walt: un tipo trabajador que valora lo que ha conseguido con esfuerzo, pero también un amargado que solo deja de gruñir cuando se sienta solo a contemplar su Gran Torino, cerveza en mano. Por otro lado, el intento de robo del coche hace que se crucen las historias de los dos personajes. La del valiente Walt que sale con el rifle a enfrentarse al ladrón y la de Thao, que no consigue robarle el coche y desde entonces no podrá escapar de la banda. Además, el robo frustrado también potencia el conflicto interno de ambos personajes, tanto la culpa de Walt por sus crímenes en la guerra como la falta de libertad de Thao. Pero lo más interesante es que, una vez el coche ha unido sus destinos, Walt y Thao aprenderán mucho el uno del otro y acabarán salvándose el uno al otro, y en esa salvación el Gran Torino también tendrá un papel simbólico destacado.
En cuanto a trama, está claro que las historias de Walt y Thao se unen a partir del intento de robo, pues es entonces cuando Thao empieza a trabajar para Walt y cuando se empieza a crear un vínculo entre ellos. Pero a nivel visual, este vínculo está expresado de forma magnífica con otro recurso cinematográfico muy común, el encadenado: los planos de Thao trabajando bajo la lluvia se montan encima —y en encadenado— de los de Walt mirándole orgulloso:
Walt Kowalski es un poco como el Eastwood cineasta: un hombre de una pieza que hace lo que tiene que hacer sin grandes aspavientos. Por eso cuando la tensión entre la familia de Thao y la banda callejera llega a su punto culminante, con tiroteo y violación de por medio, Walt no duda en intervenir, enfrentándose a la banda y sacrificándose por Thao y su familia. En esta parte final de la película la moral cristiana adquiere un gran protagonismo. Y además, es una moral cristiana muy bien entendida, y expresada, en las escenas de confesión, con un recurso visual extraordinario. La idea es que uno solo se confiesa de verdad ante sus víctimas, porque solo esa confesión le salva realmente. Por eso, cuando Walt va a confesarse a la iglesia, no confiesa lo que de verdad le atormenta. En cambio, a Thao sí que le cuenta cómo asesinó a sangre fría a varios jóvenes coreanos que se habían rendido. Y se lo confiesa en un plano magistral en el que la reja metálica de las escaleras hace de celosía, y por tanto relaciona visualmente —por montaje— esa confesión, la verdadera, con la anterior, la tradicional.
Una vez liberado de su culpa, Walt va a enfrentarse con la banda o, mejor dicho, a sacrificarse por la libertad de Thao. El sentido cristiano de su muerte vuelve a potenciarse de forma visual, con ese plano cenital con los brazos en cruz (que, recordemos, será el último plano en que aparecerá Clint Eastwood en una película dirigida por él mismo).
Walt muere en paz porque su sacrificio le dará la libertad a Thao, llevando a sus acosadores a la cárcel. Y esa liberación de Thao también se muestra en imágenes, otra vez con gran economía de medios y devolviéndole el protagonismo al Gran Torino del 72. Decía Toni Segarra que la sensación de libertad es el valor principal que debe transmitir un anuncio de coches. Y añadía que los mejores anuncios de coches los rodó John Ford, con sus emblemáticos planos generales de John Wayne cabalgando en la inmensidad del Oeste. Aquí Clint Eastwood, heredero del estilo clásico de Ford, transmite esa sensación de liberación de Thao con la misma idea: una carretera junto al mar y la libertad de ir adonde quiera con el mítico Gran Torino. Libertad que, igual que el Gran Torino que la representa, le ha «regalado» su amigo Walt Kowalski.
Nos ha jodido mayo con las flores… Gran Torino se defiende sola; y Clint, por extensión, y pese a que últimamente tiene algunas (demasiadas para el listón que nos había creado) pelis alimenticias, tampoco necesita defensa. Su obra habla por él.
No obstante, siempre es un placer reivindicarlo. Un saludo.
Siempre acaba volviendo -aunque en realidad siempre está ahí, latente- la fascinación por el fascio, representado por el héroe solitario incapaz de interactuar con sus semejantes para resolver los problemas. Mucho mejor todo a golpe de rifle y pistola. Y la gente, claro, babeando de gusto. Ése es el cine de Eastwood salvo contadas excepciones y su gran baza ha sido darle al populacho la carnaza que éste demandaba.
¿Fascismo en solitario? Son algo así como lo opuesto
Joder clemente… Te has flipado un poco, no?
Efectivamente, no veo necesidad de reivindicar una película que ha sido tan bien tratada por todos los estamentos (crítica, público). En cualquier caso se agradece el análisis formal y comentarios de ciertas escenas muy bien escogidas. No creo en cualquier caso que Eastwood sea un director «sin estilo» o con una formalidad neutra. Recordemos que lo mismo se decía de gente como John Ford para acabar estudiándose sus planos y composiciones de escenas.
Cabe lamentar la deriva que ha tomado la carrera de Eastwood últimamemente, en especial en lo que se refiere a sus biopics y la perezosa caracterización chanante del paso del tiempo en sus personajes. En cualquier caso ya vimos antes bajones de los que se recuperó espectacularmente (el periodo que fue desde Medianoche… hasta Mystic River). Esperemos que suceda lo mismo
No digo que sea un director sin estilo o «con formalidad neutra», y precisamente lo que hago en el artículo es estudiar sus planos y composiciones. Porque creo que vale la pena hacer ese trabajo de análisis con cualquier cineasta, y especialmente con uno de la talla de Eastwood.
Lo que digo es que Eastwood no tiene un estilo claramente reconocible e impactante, a lo Wes Anderson, lo que hace es usar las herramientas (formales, de estilo…) del cine clásico para contar bien sus historias. En el fondo, lo que hace es conocer un lenguaje (el que crearon los Griffith, Murnau, Hitchcock, Lang, Ford, Lubitsch…) y usarlo muy bien. Y creo que es importante distinguir entre los storytellers y los creadores de formas (aunque a veces haya algunos que formen parte de los dos grupos, y enfatizando que no hay juicio de valor, ya que ambos grupos tienen gigantes del cine).
No creo, como el amigo elestre (que comenta más abajo) que los que no son storytellers sean «vendehumos». Nadie dijo que la única función del cine deba ser contar una historia. Como medio de expresión y artístico que es, puede servir para expresar muchas otras cosas. (Sería como decir que el lenguaje escrito solo sirve para contar novelas.)
En cualquier caso, gracias leer y por el comentario.
Gracias a ti Miguel por el artículo. Es que creo que Eastwood sí tiene estilo «claramente reconocible». Quizás no tan explícito, patente, y a su modo «histérico» y encantado de conocerse como pueda tenerlo Anderson, o, pongamos, un Scorsese, pero sí igualmente inconfundible.
Sin Perdón, Million Dolar Baby, Mystic River… son películas identificables a partir de cualquier fotograma: juegos de luces y sombras, primeros planos, música minimalista, fotografía crepuscular (perdón por el tópico), ciertas composiciones pictóricas…
Cuando Ford estaba en activo se hubiera descojonado de que la primera media hora de Centauros del Desierto hubiera sentado cátedra y fuera diseccionada hasta la extenuación en las escuelas de cine, tanto o más que el Kane de Welles. Creo que con Eastwood pasará algo igual. O no. Pero yo sí veo estilo reconocible en las grandes obras de Eastwood, no tanto en las menores, ciertamente.
No es Ford el único que se hubiera descojonado y de hecho se descojonan bastantes, actualmente, «de que la primera media hora de Centauros del Desierto hubiera sentado cátedra y fuera diseccionada hasta la extenuación en las escuelas de cine, tanto o más que el Kane de Welles.»
Yo, que milito en la izquierda más recalcitrante, creo que es un error establecer comparaciones de Eastwood, y de otros muchos personajes de la derecha USA, con lo que aquí entendemos por derecha.
En mi opinión se trata de una derecha liberal en el mejor sentido de la palabra, basada -no de boquilla sino de manera activa consecuente- en unos valores y ética de los que se puede discrepar en las formas, pero no en el fondo.
Muy acertado tu comentario, hay que saber de lo que se habla cuando hablamos de derechas en distintos países. La derecha americana, puede que sea rifle en mano, pero para nada es «fascio», por enlazar con otro comentario. Es defensora de la libertad personal y democrática por encima de cualquier cosa.
Pero hablando de cine, que es lo que vamos, siempre he sido muy fan del Clint director y Gran Torino seria la película perfecta para cerrar su ciclo, si es que no hace alguna otra obra de calidad próximamente. Estoy seguro que algunas de sus películas en el futuro serán estudiadas y recordadas como obras maestras. Me ha gustado mucho el artículo.
Y tanto, es que es muy difícil encasillar a un tipo que, pese a ocasiones en que se prodigó en exceso a favor de algunos jerifaltes republicanos, se jacta de no ser conservador ni liberal, menos aún de izquierdas, si no un individuo de convicciones firmes con una opinión propia y bien formada. Y rehuyendo el aura de intelectual que tanto se estila, pues él, como algunos de sus más célebres personajes, prefiere la acción al simple diálogo timorato. Sobre su cine, creo que es es sin duda alguna el nexo único entre la Edad Dorada del celuloide y las dificultades que entraña esta industria en la actualidad, falta de ideas y sujeta a las querencias comerciales de los grandes estudios. Por ello su utilidad, la de un hombre con su propia productora embarcado en la inefable empresa de trasladar al espectador la visión personal de la historia del país que tanto ama, sin adulaciones maniqueas, si no mostrando los claros y oscuros del «American Dream» y la controvertida política exterior llevada a cabo en los últimos ciento cincuenta años.
Es que es muy fácil colgarle la etiqueta de fascista a tipos que piensan que se mejor solucionar las cosas haciendo algo, que sentándose y esperando a que se arreglen solas. Tipos que, por otra parte, cruzaron un mar para enfrentarse a los fascistas de verdad.
Estoy esperando que estos que se rasgan las vestiduras con las presuntas ideas de Eastwood, hagan una peli sobre como enfrentarse a pandilleros californianos, o a los de ISIS, con psicólogos y con debates dialécticos. Va a ser un taquillazo (y una risión).
Chapeau! Aquí se le pone la etiqueta de «facha» con una facilidad y prodigalidad que asusta.
Partimos de una premisa erronea. «El que se enfrenta a los fascistas no puede ser fascista». Sería como decir que los enemigos de mis enemigos son mis amigos. Puede uno llevarse muchas sorpresas. Aunque creo que efectivamente se abusa del uso de fascista hoy dia, yo creo que se debe a que su significado ha evolucionado. Ya no solo hace referencia al absolutismo ideológico de la Alemania, Japón e Italia de la primera mitad del siglo XX. Creo que alude a una mentalidad arrogante y tradicionalista que cree que cualquier opinión/cultura que difiera de la suya, está por debajo moralmente de ella. Y que, efectivamente, cree que las cosas hay que arreglarlas (porque es el resto del mundo el que está mal, y no uno mismo) sea como sea. Y si implica la fuerza física, no hay problema; es por un bien mayor. Juraría que esto es lo que hoy día quieren decir cuando a uno lo llaman fascista.
Allí, al otro lado del charco, la mayoría son storytellers y aquí la mayoría son smokesellers.
Qué gran verdad
Pero estos americanos, ¿de qué van? ¿Es que no hay ladrillos, cemento o piedra para construír las casas? ¿Es que todas han de ser de madera, coño? Así que luego viene un tornado de esos y todas a tomar pol culo. ¡Pues que se jodan!
La verdad es que me ha encantado el articulo sin entrar en las ideas de Eastwood, que todos las conocemos. Llevaba mucho tiempo buscando analisis formales de cine y no he encontrado casi nada que merezca la pena. Alejandome un poco del proposito de la seccion de comentarios de un articulo, podriais indicarme algun recurso (libros, articulos…) para aprender mas de temas formales?
Hola Dirk,
Me alegro de que haya gente interesada en aprender más de lenguaje y formas cinematográficas, yo siempre reivindico la importancia de lo formal en cine. A ver, una de las bíblicas es El cine según Hitchcock, de Truffaut. Luego, siguiendo con Truffaut, todo lo que escribieron los jóvenes cahieristas (el propio Truffaut, Godard, Rohmer…) a finales de los cincuenta vale mucho la pena, y se encuentra distribuido en diferentes libros.
Por otro lado te recomiendo cualquier texto escrito por los propios cineastas. Las Notas de Bresson son un tesoro, Esculpir en el tiempo, de Tarkovsky, la «autobiografía» de Bergman, un volumen de Godard que se llama «Pensar entre imágenes», editado por Intermedio…
En España también hay cosas. Hoy, la crítica en general tira por otros caminos, pero si encuentras revistas de hace unos años hay verdaderas joyas. Todos los números del Nickel Odeon son para guardar en una estantería cercana. Y también hay artículos impagables (sobre todo en los dossieres) en los números del Dirigido Por de los noventa.
También hay algunos libros más complicados, por abordar el tema desde una perspectiva más erudita o académica…pero que también son muy interesantes, como los de Santos Zunzunegui.
Modestamente, yo he escrito aquí algún otro artículo muy centrado en a aspectos formales de varias películas, por si quieres echarles un ojo.
Y por último, también hay vídeos/conferencias de las que se puede aprender mucho, y yo empezaría con cualquier cosa que pilles de Paulino Viota, un sabio del cine como pocos.
Espero que esto te sirva de algo.
Muchisimas gracias Miguel. He comprobado que, entre la biblioteca de mi ciudad y la universitaria, tengo acceso a la mayoria de los libros que me recomiendas, incluso a alguna de las revistas. De hecho, ya tengo en casa «el cine segun hitchcock». Igualmente, voy a leer tus articulos anteriores y seguire los futuros. Hasta el proximo!
Modestamente me permito añadir dos títulos fundamentales:
1.- Días de una cámara, de Néstor Almendros
2.- Culto a la luz, de Sven Nykvist
Y por supuesto la autobiografía de Jean Renoir, «Mi vida y mi cine».
Gracias Rector, los añado a la lista que empece con los que me sugirio Miguel Faus. Añado mi propia aportacion. He dado con un canal de youtube que, por lo menos a mi, me parece muy interesante. Su nombre es «Every frame a painting» y se centra en analisis formales en videos breves.
La próxima vez que alguien llame facha a Eastwood, me pongo una camisa azul (o negra) y organizo una marcha sobre su barrio.
A mi sí que me parece que esta película sea defendida por alguien. Le hace bastante falta.
A mi no me molesta el descarado maniqueísmo que establece entre Walt Kowalski y las familias de sus hijos, ni ese tabaco tan mal escupido, ni siquiera que tengamos que encomendarnos al principio de suspensión de la incredulidad con pinzas en la nariz en la parte final de la película (cuando va a la casa de los gangs coreanos y todo el vecindario hace lo contrario que haría cualquier vecino de barrio conflictivo en los USA, cerrar ventanas y puertas y apagar luces. Después claro, no ha visto nada).
A mi no me gusta el final happy end, rayando en lo disney. Decía antes que hay que tener muchas tragaderas para creer que familias enteras, con sus niños y tal, van a salir al balcón y a la calle a ver como sus vecinos gangsters, que deben tener aterrorizado al barrio, se preparan con armas y alguna uzi para tener un momento complicado con un tipo que les amenaza. Pero bueno, lo aceptamos y nos zambullimos en una serie de planos y contraplanos que subrayan una obviedad, una multitud de testigos presenciando un asesinato de un pobre anciano desarmado que sólo les ha pedido fuego. Como nos hemos tenido que tragar que esa buena gente se arriesgase a recibir algún balazo estamos asumiendo también que harán lo impensable en la vida real, testificar en un juicio contra un gangster. Bien, en beneficio del principio de la suspensión de la incredulidad, decía, hemos asumido dos premisas que han sido subrayadas en el momento previo al tiroteo. Es entonces cuando viene la parte más irritante de la película, algo que se hace me hace difícilmente soportable ¿Es necesario que un policía diga en voz alta que ha habido muchos testigos y que esos tipos van a pasarse un buen tiempo en la cárcel? Aver, señor Clint Eastwood ¿No cree usted que ya nos hemos dado cuenta? ¿Por qué me ha tomado usted por un imbécil?
Joder, pues la idea de tu comentario la podrías reducir a una frase y aún así la subrayas cien veces antes de acabar…
Pues yo creo que casi nadie critica al Eastwood artista; lo que se critica es la visión política y social que transmite en sus películas.
Eastwood es un republicano declarado. Y es verdad que, partiendo de esta base, parece meritorio que sea capaz de elaborar películas como Gran Torino, donde se critica tan abiertament el racismo de gran parte de la sociedad americana. O que se haya posicionado públicamente a favor del aborto o el matrimonio homosexual. Ojalá tuviéramos una derecha así en España. Pero, dicho esto, estamos en el siglo XXI, así que el rechazo al racismo, a cualquier tipo de discriminación, etc … me parece obvio. Que se aplauda a alguien por esto me parece lo mismo que aplaudirle porque sabe escribir o sumar.
Porque, ýa que hablamos de películas suyas, yo veo más interesante la de J Edgar Hoover. Haces un biopic del fundador de uno de los mayores servicios represivos del mundo …. y la gran crítica es que era homosexual !?
Yo creo que es innegable que Eastwood transmite siempre una visión conservadora, patriótica, a veces simple y maniqueísta …. que se ha de respetar (porque es la suya), pero que también se puede criticar.
Yo creo que en eso último el número uno es Spielberg.
Buen artículo, muy completo uniendo aspecto formal y narrativo. Por resaltar algo negativo, es que la película no es muy sutil, incluso en algunos momentos es descarada. Pero Clint siempre sabe encontrar el equilibrio. Visualmente es una delicia por clasica, sencilla y efectiva. Ritmo que nunca decae. Eso no se le puede reprochar.
Esta bien el análisis formal, pero teniendo en cuenta la presentación de la obra en tantas salas del mundo, en tantos paises diferentes quiza haya que prestar mas atencion al fondo.
Uno esta tentado a pensar que Gran Torino es una pelicula de autor en la que solo el participa, solo el decide, en la que solo el la paga… Tenemos que ver que no solo es una expresion de arte de un artista sino una visión mas colectiva de la idea de libertad. Mucha gente participa y pone dinero en esta idea o bien porque gusta, o bien porque es justa o bien porque hay una razon universal en ella y hay que difundirla, lo cual no es diferente de las razones anteriores.
Y es que, qué nos quiere contar? Que para obtener la libertad hay que trabajar duro y eliminar a los que la coartan. Y esto sobre el papel está bien. Pero me parece la idea más retrógrada del cine como arte.
¡Fantástico artículo!
«Clint Eastwood ha rodado unas treinta películas desde 1971, y aunque aquí nos centraremos en Gran Torino (2008), muchas otras servirían para demostrar su condición de heredero del mejor clasicismo cinematográfico. El de John Ford, Frank Capra, Raoul Walsh… y sobre todo el de Howard Hawks: un cine transparente, directo, claro, limpio y a la vez extremadamente preciso y coherente. Un cine en el que todos los elementos formales (la luz, el encuadre, el sonido…) encajan a la perfección pero no son protagonistas, sino que se ponen al servicio de la historia que se quiere contar».
Discrepo. En mi opinión, salvo Gran Torino, sus filmes recientes son torpes. El problema no es el estilo invisible que, en efecto, utiliza (propio del modelo de cine de continuidad narrativo, «clásico» de Hollywood), es que hay muchas torpezas, cosas mal hechas y rodadas de cualquier forma, en sus películas recientes. En American Sniper, en particular, pero no es la única. Elegir en ste sentido Gran Torino para su defensa tiene truco, pues es la más defendible probablemente de sus últimos 15 años. Para mí el Eastwood buen director estuvo en sus películas de juventud, y en Sin perdón. Su supuesta «madurez dorada» de la última década nunca me convenció, por no hablar de las comparaciones con Ford y Hawks. Un saludo.
No estoy de acuerdo, yo creo que Eastwood ha hecho varias películas magníficas en la última década. Pero sobre todo me gustaría puntualizar que el artículo no compara a Eastwood con Ford y Hawks en el sentido de poner al primero a la altura de los otros. Lo que digo es que Eastwood es heredero del cine que aquellos crearon, del clasicismo narrativo del cine americano, y que utiliza el lenguaje y las herramientas de ese tipo de cine.
Pero no hay duda de que, aunque Eastwood es un gran cineasta, nunca ha estado ni de lejos a la altura de John Ford ni de Howard Hawks. Eso son palabras mayores.
Creo que este chaval se ha ganado el derecho hacer autenticas mierdas o hacer el cine que le de la gana, el espectador es libre de ir o no ir, creo que aparte de Gran Torino tiene autenticas perlas, Sin perdon, El intercambio y sobre todo Mistic River película de esas que ves mil veces sabes como acaba pero si ves que la tiran por la tele te enganchas otra vez…
Este señor se ha ganado el derecho hacer el cine que quiera…. aparte que si sacamos el tema de su personaje de Harry Calahan ahi no puedo entrar a juzgar soy imparcial soy Fan.
Cuando alguien supera los 80 años y sigue dale que dale a la manivela cinematrografica, deja claro que lo que hace es diversión, entreteniminto y manteniminto de rotulas, correas y motor. Eastwood se quedo pillado del oficio y hacer espectacular de Sergio Leone y las habilidades mostradas por este para copiar por toda la cara obras de otros creadores, y esos si eran creadores, tal que Akira Kurosawa, en su lirica Yojimbo. Desde su regreso al hogar, a su casa de Carmel, no ha hecho nada más que marear la perdiz, sobre el individuo y su soledad ante el sistema y la opresión social. Su sokución argumental, haz lo que debas, hazlo y si puedes date el piro. Frente a ti, simpre existe la posibilidad de que los malos te machaquen, y alguna que otra ocasión de que tus elevadas habilidades te rediman. Con Clint estamos en la frontera del liberalismo más salvaje y sin solución de continuidad. Quizas por nuestra tierra una de sus mayores admiradoras sea la espe, Esperanza Aguirre.
No hombre no, PatilleroMusical, Esperanza Aguirre es una maverick, pero ni se le acerca ni en lo bueno ni en lo malo al señor Clint Eastwood. Una señora con el ego más grande que jamás habrá existido, una salvadora como Aznar, y una señora que no sabe cuando dejarlo. Que se encargue de disfrutar de sus nietos y deje de dar por culo, necesitamos gente nueva.
Mis directores de cabecera: Naruse, Buñuel, Renoir, Truffaut, Tati, Hawks, Wyler, Bergman, Allen, Kiarostami, Fahradi, Welles, von Trier, Won Kar Wai y no sé si me dejo alguno. Pero si tuviera que escoger UNO SOLO sin duda señalaría a este venerable anciano conocido como Clint Eastwood. Gran Torino me parece una obra maestra y del artículo solo puedo decir que es maravilloso, como la película.
El francotirador, por otro lado, es otra soberbia película llena de matices. Y quien vea en ella solo un alegato belicista o un canto patriótico es un miope incapaz de leer en la mirada de sus personajes protagonistas.
Dicho lo anterior querría añadir que el mejor termómetro que conozco para medir la inteligencia ética de una persona consta de un simple disparo cruzado en forma de interrogante: ¿Qué opina usted de Kubrick y de Clint Eastwood? Si el interlocutor venera a Kubrick y desprecia a Eastwood, hágase usted el favor de despreciarlo (al interlocutor). Si por el contrario, venera a Eastwood y considera a Kubrick un pelmazo, váyase a tomar una cerveza con él. En otro caso, juzgue por usted mismo.
Y digo yo: ¿No es posible admirar a Kubrick y a Eastwood? porque fíjese que justo eso es lo que me pasa a mí
Supongo que sí y esa posibilidad ya se observa en mi comentario. Fíjese que decía «en otro caso», por ejemplo el suyo, «juzgue por usted mismo».
Para considerar a Kubrick un pelmazo, es absolutamente imprescindible ser «El Papa de Roma» de todos los pelmazos unidos del mundo. «Inteligencia ética»… ¡Te cagas!
Para considerar un pelmazo a quien considera a Kubrick un pelmazo, es absolutamente imprescindible ser “El Papa de Roma” de todos los pelmazos unidos del mundo.
Como de costumbre, los fervientes admiradores de Kubrick se distinguen por su absoluta falta de sentido de la ironía. Se lo toman todo con excesiva seriedad y al pie de la letra y así, normalmente, no se dan cuenta de que quien habla de «inteligencia ética» está haciendo un chiste.
Sí, tú mucho «Chau, chau p’ol alambre»… ¡Pero ná de ná!
Señora Paca o Señor Paca: a mí me habla sensillo que si no, no le entiendo. Los mensajes cifrados se los dejo a los admiradores de Kubrick –por ejemplo usted– tan aficionados a descifrar las claves y los enigmas de sus ladrillos cinematográficos.
Dicho lo cual quedo a sus pies.
Eso, queda a mis pies que te los voy a restregar por la cara hasta que el aroma a Stillton te deje fuera de combate, ¡ji, ji, ji!
Tanto Kubrick como Eastwood son dos cineastas geniales, aunque observo que el impacto e influencia del primero en la historia del cine es mucho mayor. No entiendo que se pueda ni siquiera plantear una dicotomía entre ambos en esos términos evaluatorios de la inteligencia que usted plantea, en especial cuando muchos de los directores que usted cita como sus favoritos son grandes admiradores de Kubrick (Woody Allen sin ir más lejos).
Ahora, como boutade y pie para unas cervecitas, seguro que la preguntita de marras queda genial…
Señor Pedro, veo que usted ha entendido perfectamente la naturaleza de mi observación, esto es, de mi provocación, esto es, de mi boutade como pretexto para unas cervecitas, es decir, para pasar un buen rato, es decir, para provocar movimiento en nuestros cerebros. En todo caso, no me parece baladí una comparación moral de la obra de Kubrick y la de Eastwood.
Pero oiga, ¿no es usted el que salía el otro día del cine donde echaban una de Pajares y Esteso y otra de Rocío Durcal? y ahora aquí hablando de poutades y movimientos cerebrales con respecto a Kubrick ¡venga ya!
¿Como Howard Hawks? Ya le gustaría…
Este tipo es un fascista de manual, toda su trayectoria ha sido la glorificación de la violencia y su última paja mental es el culmen de la podredumbre, glorificar el asesinato puro y duro, sin una sola explicación de que hacia ese asesino a sueldo a 10.000 km. de su casa asesinando a sangre fría a gente, que en el peor de los casos no hace mas que defender a su tierra… Ni el conflicto moral que supone y por el cual él es también asesinado en una sociedad enferma de tanto asesino suelto… Asco!
Señor Anton, con todos los respetos, lo que me parece de manual es su calificación de Eastwood como fascista de manual. ¿Glorificación de la violencia la última película de Eastwood? Está claro que hemos visto dos películas distintas, usted la que le dicta su manual y yo la que me dictan los hechos.
Para seguir con las comparaciones, «El francotirador» es una película con muchas más aristas que «Senderos de gloria». Sé que esto provocará más de un desmayo entre los lectores de este artículo, pero en la película de Kubrick los actores representan arquetipos y en la de Eastwood personalidades, aunque el patriotismo de tales personalidades pueda resultar estomagante.
Bueno, por remar a la contra tengo que decir que si gran Torino es una obra maestra sería entonces mejor dejar de ver cine. Clint está sobrevalorado y creo que parte de su éxito se debe a que sus personajes suelen ser tíos «duros», machitos violentos e hiperindividualistas que se toman la justicia por su mano, superhéroes fascistas tipo los de watchmen o breaking bad. En cuanto a sus guiones, son correctos, pero no son Tenesse Williams. En cuanto a su manejo del lenguaje cineatofráfico, también Amenábar sabe hacerlo y nadie dice que sea un genio….
Y bueno, que ya está bien de tanto Eastwood hasta en la sopa, hombre. Lo único que supo hacer durante bastantes años fue poner la jeta (estupenda) sin mover un músculo y entrecerrar los ojos hasta convertirlos en dos puñaladas en un tomate. Con el tiempo fue aprendiendo algo de aquí y de allá y ha conseguido dirigir cinco o seis películas bastante buenas, lo que por cierto, no es moco de pavo. Pero todo este interés hacia él proviene exclusivamente del físico y el magnetismo del mozo que ha conseguido prolongar y rentabilizar a lo largo de todos estos años. Después, a todos se nos llena la boca ensalzando las virtudes que no se ven y rebajando las que están a la vista. Tal vez porque las que se ven, evidencian demasiado las carencias de los que no las poseen. Clint va a cumplir, si no voy errado, 85 castañas. edad para las sopitas y el buen caldo pero allá él si quiere continuar y se cree capaz de hacer grandes cosas. Ojalá lo consiga, porque yo no le hago ascos a las buenas películas aunque vengan de un tío que, me apuesto el ojo de vidrio a que cuando aparecieron The Beatles, seguro que los puso a parir mientras que no cagaba agarrado a sus cuatro disquitos de jazz. ¡He dicho!
Poner a Eastwood por encima de Buñuel o Welles, por decir dos de los que ha usado el señor Rector, tendría que ser penado en La Haya. Entiendo que vd valora más la carrera de un director anodino, oxidado y que jamás ha asumido el menor riesgo en su carrera cinematográfica, que la de dos genios que revolucionaron el séptimo arte.
Y las «aristas» de El francotirador, me temo que las habrá visto usted y pocas personas más. Esa película es un descarado alegato belicista basado única y exclusivamente en la visión de su protagonista, un sujeto unidimensional carente de cualquier atisbo de profundidad. El resto de los «personajes» del film son meros fantasmas que pasan sin pena ni gloria por él, bebé de PVC incluido.
Señor Bernardo:
Venero a Buñuel y Welles (lo que quiere decir que disfuto incluso con sus peores películas) y tiene usted razón: su importancia en la historia del cine es mucho mayor que la de Eastwood. Pero yo no hablaba de eso. Es que además si nos atenemos al criterio «revolucionario» entonces según casi todos los historiadores el más grande director de la historia del cine sería Griffith. Y créame, yo no estaba hablando de eso: simplemente Eastwood, en mi opinión, es inmejorable como compañero de viaje. Punto.
Por otro lado usted dice que «El francotirador» no tiene aristas. Le enumero unas pocas:
1.- La epifanía o el momento en que decide alistarse: se presenta a un tipo desnortado que no sabe qué hacer con su vida. Eso no responde al arquetipo de héroe americano.
2.- La instrucción, que también es ridícula. Yo al menos no me la pude tomar en serio y dudo que Eastwood lo hiciera también.
3.- Las primeras intervenciones en Irak. ¿Vio usted la expresión de Bradley Cooper en esos momentos? No es precisamente la de un idiota libre de dudas.
4.- La reacción del hermano cuando se cruzan en la base: todo el mundo aclama al francotirador como una leyenda, MENOS SU HERMANO, que SE CAGA a en toda esa mierda.
5.- La vida de los mutilados a su regreso a la vida civil, que tratan desesperadamente de encontrar un lugar en el mundo sin saber si lo están consiguiendo.
6.- El desprecio de la mujer del protagonista por todas las condecoraciones. Y créame, esto es más significativo que el presunto traspié con el bebé mecánico.
7.- El rostro torturado del protagonista, tras su regreso definitivo.
Y así sucesivamente: no pretendo ser exhaustivo. Dirá usted que todas esas aristas se relatan desde un solo punto de vista. Y es cierto, pero Eastwood ya demostró con «Cartas desde Iwo Jima» que podía entender «otros puntos de vista». O dirá usted que esas aristas no le bastan y que «El francotirador» sigue siendo un repugnante alegato belicista y esto no se lo puedo discutir: es su juicio subjetivo contra el mío. Pero no querer ver esas aristas o pretender que como yo las veo son producto de mi imaginación, denota o bien una evidente mala baba o bien una acusada miopía cinematográfica.
Dicho lo cual quedo a sus pies.
Que pesados con utilizar Fascista en todo. Solo puedo pensar que en el fondo no saben ni lo que significa.
Yo soy muy de Kubrick, me encanta porque el aspecto formal es para mí, lo más importante. Lo único importante, de hecho. De todas formas, no creo que Kubrick haya conseguido haer una película tan redonda como Sin perdón. Probablemente porque los parámetros de Kubrick iban por otros derroteros, pero lo dicho, Sin perdón llega muy hondo. En cualquier caso, veo a Kubrick rayando la excelencia durante casi toda su carrera y a Eastwood lo veo con un momento de genio, una sola película, pero qué película. Y eso me molesta bastante, que un director consiga una obra redonda no nos tiene que poner una venda en las ojos y digamos que todo el monte es orégano porque no es así.
Le pasó a Spielberg con En busca del arca perdida, probablemente le pasó a Tarantino con Pulp Fiction. Pasa mucho en América. A good movie and then, a lot of talk.
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Por supuesto, «Gran Torino», junto con «Million Dollar Baby», «Mystic River», «Sin perdón» y «Los puentes de Madison» son cumbres de Eastwood. Y del cine de ahora y de siempre.
Pero para quien no las conozca o las tenga algo olvidadas, recomendaría otras del Eastwood director quizá no tan acertadas ni profundas como las mencionadas arriba, pero que merecen mucho la pena.
Me refiero por ejemplo a su primera película como director, a principios de los setenta, la excelente «Escalofrío en la noche», o «Poder absoluto» (con una primera media hora arrolladora), o la emocionante «Un mundo perfecto», las infravaloradas «Deuda de sangre» y «Ejecución inminente»; o dos películas de los ochenta nada despreciables (la hawksiana «Bronco Billy» y la entretenidísima «Firefox»), o la muy personal «Aventurero de medianoche» (con su hijo), la turbadora «Medianoche en el jardín del bien y del mal», los extraordinarios westerns «El jinéte pálido» y «El fuera de la ley» y su homenaje a Huston «Cazador blanco, corazón negro».
Y sólo estoy mencionando un puñado que querría reivindicar aquí y ahora en concreto. Pero tiene otros muchos títulos estupendos, y muy pocos por debajo del nivel esperable. Entre sus peores cintas (sin ser malísimas), «El principiante» y «El sargento de hierro», creo yo. Tampoco me gusta tanto «Más allá de la vida», aunque esta película tiene sus acérrimos defensores.
Saludos.
http://www.elcineenquevivimos.es
Luis, no puedo estar más de acuerdo con usted salvo un matiz y es que yo incluiría «Un mundo perfecto» entre sus obras maestras. Denota usted un estupendo buen gusto y una notabilísima inteligencia. Es más, apostaría ahora una cena a que si le dijera a usted que la obra de Eastwood está por encima de la de Kubrick podría disentir de mi dictamen pero no reaccionaría con la violencia verbal de ciertos contertulios. Quiero decir, de esos fanáticos que en cuanto se nombra a Kubrick en vano sacan la biblia y el látigo: cosa que los retrata tanto a ellos como al carácter del cine de Kubrick.
Lovers y haters de Kubrick. Dos caras de la misma moneda.
Lamentable película, Gran Torino. A mí me importa poco que Eastwood sea un gran facha (que lo es) mientras haga filmes como Sin Perdón, Bird or Mystic River. Pero Gran Torino es una chorrada como la copa de un pino, ridícula por los cuatro costados, por mucho análisis formal que haga el señor Faus (análisis tan básico que no aporta gran cosa, por cierto). Eastwood es capaz de lo mejor y de lo peor (últimamente, sólo de lo peor…) y a pesar de contar con algunas obras maestras, también hace basura como Gran Torino o Invictus… Que las disfruten sus fans!
American Sniper es incluso peor que Gran Torino, que ya es decir. Llena de tópicos y lugares comunes del peor cine panfletario americano.
puff, decepcionante no, lo siguiente.
es como si preparasen unos fuegos artificiales durante todo un dia… y luego a la hora de prenderles fuego, no explotase nada… y el unico sonido, fuese un enorme cuezco del que tiene el mechero.
gran torino tiene un final verdaderamente lamentable… ¿que el personaje es viejo? !no me jodas!. ahi teneis a micke jagger tocando todavia con los rolling stones con todo lo que se ha metido, o a estos 4 viejetes robando un banco. y no es ficcion… http://www.elfinanciero.com.mx/new-york-times-syndicate/como-ancianos-lograron-el-mayor-robo-de-inglaterra.html
no te jode, como el propio clint eastwood diria en el sargento de hierro: «el final de esta pelicula es una jodida mariconada». :P
me importa un huevo lo que digan los «expertos» criticos de cine. pero llevarse toda la pelicula echando cojones, para acabar dejandose matar, es verdaderamente lamentable. es mas, !es un fraude!.
clint eastwood ha sido y sera siempre un genio. un actor magistral, pero como director, y en los ultimos años… para mi que se le ha pasado el arroz.
no hay mas que ver esta «gran tocino» o «million dollar baby» para ver 2 peliculas con finales deprimentes y que no van a ninguna parte.
es como si clint se hubiera cansado de vivir por la vejez, y ahora rodase «culebrones caros». telenovelas de gran pesupueto en cine, con finales esperpenticos, aburridos y dramaticos de cojones.
podeis decirme inculto y todo lo que queriais, que me da igual. adoro a clint eastwood, por eso me duele en el alma decir esto:
a clint eastwood se le ha pasado el arroz. se siente. (que diria homer simpson)
ps:
—-
incluso pense que al final el propio cura acabaria ayudandolo. pero de verdad, que tristeza de pelicula, que chasco…
toda la pelicula echando huevos a esos niñatos, para al final, dejarse matar para vencer por lo legal. como si fuese un culebron de esos baratos de antena 3 un sabado a las 4 de la tarde. ¿pero en serio hay gente que defiende esto?
!por dios!… :P
si eso es llamarse experto en cine… me alegro de no considerarme experto. y a dios gracias. :P bah…