Sus libros son una ventana a la España de los años setenta, a los miedos, deseos y preguntas que uno se hace a los cuarenta años, al sector editorial de este país y, sobre todo, a algo muy importante para ella, a los motivos por los que ser escritora. Laura Freixas (Barcelona, 1958) lleva escribiendo y publicando desde hace casi treinta años y siempre ha tratado asuntos como la desigualdad que sufría y sufre la mujer y su mundo interior desde el punto de vista de la propia vida. En los últimos dos años, sus artículos publicados en La Vanguardia y en El País sobre el proceso soberanista de Cataluña han creado gran polémica.
Has escrito mucho sobre Cataluña durante los dos últimos años. ¿Cómo ves la situación en este momento? Está menos presente en los medios.
Yo creo que ha remitido. Como se suele decir: ha bajado el suflé. Por fin. No sé si será definitivo, espero que sí. En cualquier caso, creo que no va haber secesión por muchos motivos y uno de ellos, el principal, es que la mayoría de la población catalana no está convencida. A parte de otros obstáculos, como puede ser la Constitución. Porque, si hubiera una mayoría social clara, muy amplia y sostenida en el tiempo a favor de la independencia, se conseguiría, pero es que no la hay. Y yo me alegro.
Has querido estar en primera línea. En tus artículos has expresado tu opinión de forma clara y constante.
No es que haya querido, es que me siento obligada como ciudadana a expresarme sobre un tema tan grave sobre el que sí tengo opinión. Porque hay otros temas también muy importantes sobre los que no tengo tanta opinión o no me siento autorizada a escribir. Pero no me lo he planteado como una cuestión de conveniencia.
Además, es que es algo visceral. Porque no soy en absoluto patriota, ni nacionalista. Para mí la nación es un marco histórico heredado no especialmente importante y me parece bien que se vayan borrando las fronteras, como hemos hecho en la UE, en aras de unos principios, de unos ideales que para mí son más importantes que el sentimiento nacional. Para mí es más importante la justicia, la igualdad y la libertad que la pertenencia a una nación. Eso es un motivo.
El otro motivo es mi origen, pertenezco a varias naciones; es por mi historia, por mis circunstancias, que además no son nada excepcionales, son muy compartidas y cada vez más. Soy catalana y como muchas y muchos catalanes, soy una catalana bilingüe y de familia medio catalana y medio castellana, lo cual, como digo, no es nada excepcional. Además, me casé con un francés y mis hijos, como puedes ver, son trilingües. También he vivido en Inglaterra, por lo tanto, no me siento especialmente catalana. Y me desagrada mucho que me empujen a sentirme, a identificarme con una de mis pertenencias nacionales en detrimento de otra. Porque aunque no me siento exactamente igual castellana que catalana, sí me siento catalana, castellana, madrileña y mediterránea. En distintos grados, en el sentido de que me siento más mediterránea que gallega, por ejemplo, pero tengo todos esos sentimientos y me parece de un simplismo tremendo esa insistencia en una sola identidad nacional.
Y luego hay otro motivo. La principal injusticia que veo a mi alrededor es la que afecta a las mujeres, que es objetivamente muchísimo más grave que cualquier injusticia que pueda afectar a los catalanes. Me parece flagrante, indiscutible. A finales del año pasado puse un tuit diciendo «España en 2014, setenta mujeres asesinadas por machistas, pero catalanes asesinados por españolistas no hay. Entonces, ¿dónde está la prioridad?». Si hay que luchar por algo, me parece evidente que por lo que hay que luchar es para remediar esas injusticias.
Ahora con las balanzas fiscales, que son uno de los grandes argumentos, hemos pasado de lo metafísico a lo material y cuantificable. Se discute si hay una injusticia contra los catalanes que se materializa, se concreta en las balanzas fiscales. He leído argumentos de unos y de otros y, además, mi compañero actual es economista y especialista precisamente en temas territoriales. Y sé que no es una cosa fácil, no son datos evidentes, es un asunto muy discutible, muy matizable. En cambio, nadie discute por ejemplo que las pensiones de jubilación de las mujeres españolas son inferiores en un 38% a las de los hombres. Por esa causa parece que nadie se mueve ni quiere hacer ninguna revolución. A mí me parece incomprensible y me da mucha rabia que se susciten tantas pasiones, se canalicen tantas energías y se dediquen tantos recursos a remediar una injusticia muy discutible cuando se preocupan mucho menos por una injusticia indiscutible.
Y por último, me parece que en todo nacionalismo hay un sentimiento de superioridad y un racismo latente que no puedo aceptar. Por ejemplo, está de moda entre ciertos sectores independentistas llamar a España «Españistán» y eso no lo puedo aceptar. Me parece una broma muy divertida pero en el fondo lo que hay es un desprecio al otro que puede llegar muy lejos.
¿Por qué la cuestión catalana no se puede solucionar con un referéndum o una serie de consultas claras, con transparencia, donde la gente pueda expresar su opinión?
Veo motivos a favor y motivos en contra de un referéndum. Los argumentos en contra son que hacer un referéndum en Cataluña ya es presuponer aquello sobre lo cual se va a votar, es decir, una soberanía separada. Luego me parece que los que piden un referéndum, no reclaman un derecho sino un privilegio, porque no se trata simplemente de votar, sino de votar algo que no van a dejar votar a los demás. Es decir, votar ellos solos y que no voten los extremeños sobre lo mismo, o los gallegos. Así sería si lo miramos desde el punto de vista de los principios.
Luego, desde un punto de vista político, me parece que un referéndum es una mala idea porque divide de forma tajante y enfrenta a la población por dos opciones, cosa que no ocurre con las elecciones. Y luego porque no es revisable al cabo de cuatro años. Es decir, si votamos en unas elecciones y elegimos un Gobierno que vemos que es un desastre, lo podemos cambiar. Pero esto afecta a muchas generaciones en el futuro.
Dicho esto, también veo que quizá un referéndum sería la manera de resolver esta tensión y esta situación. Pero no estoy segura, no lo veo tan claro. Me irrita mucho esta posición independentista de votar un derecho o, mejor dicho, un privilegio. Están queriendo saltarse la Constitución y esto es muy serio.
Se critica que en Cataluña solo pueden hablar los independentistas o nacionalistas.
En Cataluña están los, digamos, medios oficiales controlados por la Generalitat. En estos últimos años no han sido nada plurales. Y en el resto de España, probablemente, tampoco. Veo muy poco la televisión, ahí no lo sé, pero en la prensa quizá es verdad que esa posición no se ha producido o no se le ha dado voz.
Vamos a repasar los argumentos más llamativos que has dado en tus artículos. Primero, citas el ejemplo de tu propia familia, que abandonó las ideas catalanistas para abrazar el franquismo por miedo a una revolución social que les hubiera hecho perder su estatus económico. Tu abuelo catalán, gracias a Franco, dices, mantuvo su fábrica que de otro modo se la habrían expropiado.
Me hace mucha gracia cuando ahora los independentistas quieren presentar a los catalanes franquistas como una excepción y unos traidores. De hecho, la gran mayoría de la burguesía catalana y buena parte de la población catalana se hizo franquista. Esto lo he visto yo de cerca y lo corrobora Esther Tusquets en su libro de memorias Habíamos ganado la guerra. La burguesía catalana en bloque, más o menos, se pasó al franquismo. ¿Por qué? Pues porque les importó menos la lengua y la identidad nacional que el mantenimiento de una situación social y un sistema económico que les beneficiaba. No les juzgo, pero lo que no quiero es que me digan mentiras, que ahora me presenten el franquismo como una opresión del resto de España contra Cataluña, cuando no es verdad. En Cataluña también hubo guerra civil y no eran todos republicanos, ni muchísimo menos. Y además, en mi familia he tenido justamente dos clases sociales y dos identidades nacionales y lingüísticas y una parte y otra se resignaron al franquismo por distintos motivos, pero al final no fueron antifranquistas.
En Adolescencia en Barcelona recordabas que tus abuelos empezaron a ir a misa en el franquismo.
Era mi abuela, pero no llegaba a ir a misa. Lo que hacía, para fingir que era respetable, era ponerse una mantilla y coger algún libro que tuviese por casa, cualquiera con tapas negras, para simular un misal, y se iba a la puerta de la iglesia a fingir que salía de misa. Decía que eso le ayudaba a encontrar inquilinos para unas casas que alquilaba.
También dices: «los burgueses catalanes durante la revolución que acompañó a la Guerra Civil en el bando republicano se habían sometido sin chistar al nuevo régimen guardándose su catalanismo y sus ideales liberales para mejor ocasión». ¿Por qué no sirve este momento actual como esa «mejor ocasión»?
[Risas] A ver, no quiero juzgarles porque lo entiendo. Durante la guerra, mi abuelo tenía una fábrica y se la confiscaron. Le metieron en la cárcel porque descubrieron que escuchaba a escondidas la radio de los enemigos, la radio franquista, por eso no les quiero juzgar. Porque pienso que ellos, realmente, eran catalanistas, eran demócratas y eran gente bastante avanzada, eran laicos, no eran creyentes, pero simplemente dieron más importancia a lo social sobre lo nacional. La verdad es que no sé si ahora serían independentistas, probablemente sí. Desde luego, de lo que habrían sido es de Convergència, porque eran de la Lliga, que era más o menos lo que es ahora CiU.
En otro artículo hablas de El día siguiente, un documental estrenado en Cataluña, con financiación de la Generalitat y TV3, que pretende, dices, «aclarar las dudas de los indecisos» sobre la conveniencia de un Estado propio. Y mientras este documental habla de los cambios positivos que traería un Estado propio, como una economía más productiva, un periodismo más plural, más inspectores fiscales… tú te haces otras preguntas: ¿Qué pasara con las pensiones, con la deuda, con la UE? ¿Sigues pensando que todas estas preguntas más pragmáticas están por aclararse cuando se habla de independencia?
Verás, estas preguntas sí que se las hacen. Y hay respuestas, hay libros blancos, hay uno de un colaborador de La Vanguardia, Marc Álvaro, próximo a CiU, que contesta estas preguntas sobre cómo será la transición, pero lo que yo digo es que lo que no hay es un acuerdo sobre el tipo de Estado que se quiere crear. No basta con saber lo que pasará en los próximos cinco años, sino si todo eso que se propone, que además conlleva el riesgo de un baño de sangre, como pasó en Yugoslavia, cosa que no creo, pero en fin… ¿todo eso para qué, para construir qué tipo de Estado? Porque cuando hablan de un Estado nuevo a mí me hace mucha gracia. ¿Un Estado nuevo que consiste en qué? No hay ningún acuerdo. ¿Es el estado que quiere CiU, el que quiere la CUP, el que quiere Podemos?
Y hay una serie de ideas como denuncia Joaquim Coll, el vicepresidente de FED (Federalistes d´Esquerres), que parecen supremacistas. Dicen, por ejemplo «queremos un Estado propio para decidir nosotros». ¿Y quiénes somos nosotros? ¿En ese nosotros entra igualmente la familia Pujol y la última inmigrante marroquí analfabeta que vive en Vic?
Hablo de una marroquí de estas características porque hace poco leí una novela estupenda de una escritora, Najat el Hachmi, que vive en Cataluña, y se titula El último patriarca. En ella hay un personaje inspirado en su madre, que es una marroquí analfabeta que solo habla árabe y vive en Vic encerrada en casa, con un marido que le pega y demás. ¿Tienen ellos los mismos intereses, los mismos puntos de vista, los mismos proyectos o los mismos problemas que la familia Pujol u otra equivalente? Hay que saber antes quiénes somos ese «nosotros», ¿no? Y esa idea de que solo por el hecho de que sea nuestro, en ese Estado ya viviremos mejor y todo lo haremos mejor… lo pongo en duda. Porque en el fondo de lo único que están convencidos es de que son mejores y eso yo no me lo creo.
Por una parte tienes unas ideas muy marcadas en contra del separatismo pero por otra, y sobre todo en el libro Los otros son más felices, hablas mucho de las diferencias entre los catalanes y el resto de los españoles. Marcas las diferencias culturales entre una protagonista catalana, artista y culta, y otra castellana, más de pueblo.
Primero, no creo que esas sean unas diferencias que impliquen superioridad por ninguna de ambas partes. No creo que de esos personajes uno salga mejor parado que el otro, por lo menos no era mi intención y, en cualquier caso, son diferencias geográficas, pero también sociales, porque pertenecen a clases sociales distintas. Por otro lado, también eran diferencias propias de los años setenta. Ahora ya no creo que exista esa disparidad, con la televisión, internet, con lo que viaja ahora todo el mundo o con la cantidad de movimientos que se dan dentro de España y en todo el mundo.
Describes un Madrid lleno de gente de pueblo en comparación con una Barcelona donde hay una burguesía cultural.
Sí, también, pero ahora son más sutiles esas diferencias. Madrid se ha sofisticado mucho en los últimos años, ya no son tan distintas. Mientras que en Barcelona sigue habiendo una burguesía formada por las famosas cien familias, o cuatrocientas dicen otros, que es la clase pudiente, dominante y rica y, a la vez, una clase muy culta, cosmopolita. Quizá eso no tiene un equivalente en Madrid. Esa burguesía que lleva generaciones ahí, de gente con estudios universitarios, donde lo mismo puede haber médicos, escritoras que arquitectos, mientras que en Madrid también hay gente muy rica, muy culta pero no son herederos de una clase que lleva aquí muchas generaciones.
¿Por qué escribes en castellano? En tus memorias has dicho que en tu juventud el castellano siempre fue la lengua oficial y la literaria, mientras que el catalán era como algo mas íntimo.
Hay tres motivos. Uno, que el castellano es mi lengua materna, o sea, la lengua de mi madre, en la cual yo aprendí a hablar. En esa época mi padre también nos hablaba en castellano, aunque era catalanohablante. Aunque después, con los años, cada vez fue más catalanista. En los años sesenta, cuando yo era pequeña, muchos catalanes consideraban que el catalán era una batalla perdida, que no tenía futuro. No se enseñaba en las escuelas y parecía que estaba condenado a ser una lengua coloquial, nada más. Sin embargo, al cabo de unos años, mi padre empezó a decir que yo era su hija y que tenía que hablar catalán. Y me puse a hablarlo porque de escucharlo lo había aprendido.
Otro motivo es que yo en la escuela aprendí en castellano y di la literatura en castellano. Luego aprendí francés y me metí en el Liceo Francés, pero nunca aprendí catalán ni leí la literatura en catalán. Me cuesta escribir en catalán, o sea, escribo en catalán correctamente pero sin más, no podría escribir en catalán lo que escribo en castellano. Entonces no existían todos esos registros para poder utilizar el catalán en lenguaje jurídico, en lenguaje arcaico… Escribir en catalán me requeriría un esfuerzo enorme. Además, yo siempre pensé que viviría fuera de Cataluña. Tampoco tenía mayor interés en escribir en catalán.
Y por último, admiro mucho a los escritores en catalán, porque realmente, todavía hoy, tienen que hacer un gran esfuerzo, ya que el catalán que se habla, a pesar de la escuela o de la televisión, sigue siendo un catalán bastante pobre, más que el castellano. Por ejemplo, ahora mismo estoy leyendo una novela catalana del siglo XIX, La febre d’or, de Narcís Oller, y veo que hay un catalán riquísimo que yo entiendo, porque es el catalán de mi padre, pero que se ha perdido. Me pregunto si quienes ahora escriben en catalán usarán este vocabulario, porque la realidad es que ya no se usa, los jóvenes ya no dicen eso.
¿No es igual con el XIX español, con el lenguaje de Galdós? Tampoco los jóvenes hablan como él escribía.
Creo que no es lo mismo que cuando lees a Galdós o a Emilia Pardo Bazán. Tendría que volver a leerlo y fijarme, pero creo que no. El catalán ha atravesado un largo túnel de oscuridad, durante muchas décadas no se ha enseñado en la escuela. El que sabía catalán no sabía escribirlo. Eso hace que se pierda mucho. Desgraciadamente, no sé si tiene solución.
Ahora en el colegio se enseña más catalán.
Sí, ahora todo es en catalán con dos horas de castellano a la semana y cuando alguien ha intentado introducir una tercera hora de castellano ha sido una batalla campal. No sé, no vivo en Cataluña ahora, no tengo mucha opinión al respecto. A mí me gustan mucho las lenguas, me encanta hablar bien la lengua que sea, me parece muy bien que se estudien y lamento mucho el empobrecimiento, pero no tengo mucha opinión sobre eso.
Otra de tus luchas es el feminismo. Dices que te inspiraron las ideas de Alejandra Kollontai, ministra en el primer Gobierno de Lenin, sobre la que leíste cuando elaboraste tu tesina en París.
Realmente, quien me introdujo en el feminismo fue mi madre. Era una mujer muy típica de su generación, con un gran sentido crítico, que protestaba mucho y se quejaba mucho, pero que tampoco se atrevía a salirse de la norma, aunque siempre fue muy consciente de la desigualdad y de la injusticia que sufrían las mujeres. Leía mucha literatura francesa y gracias a ella yo también leí a Simone de Beauvoir, a Collete, a Marguerite Duras, e hice la tesina sobre Alejandra Kollontai, porque en esa época, en los años setenta, yo como muchas y muchos estudiantes era muy de izquierdas, marxista y feminista. Y Alejandra Kollontai hablaba de la confluencia de cómo se puede ser a la vez marxista y feminista. Porque ella, más que por ejemplo Clara Zetkin o Angélica Balabanova, que también habían escrito sobre lo mismo, tenía la particularidad de ser un personaje muy novelesco. Era una mujer que se divorció, que teniendo una vida muy cómoda en la aristocracia siendo muy rica, con un crío muy pequeño, dejó a su marido y a su hijo y se fue a estudiar a Suiza. Me sentí muy identificada con todo eso. Después de mayor se casó con un hombre, un marinero que no debía ser muy culto, pero veinte años más joven que ella y muy guapo… A mí todo eso me gustaba mucho [risas]. Me acuerdo de su insistencia en la necesidad de mantener una independencia económica, de sus reivindicaciones sobre la libertad amorosa de las mujeres. Aunque también me di cuenta al final de que pedía una sumisión al Estado, o sea, que lo que era libertad en realidad no lo era tanto.
En tu ensayo Literatura y mujeres has reunido muchas críticas, artículos y noticias machistas que se han publicado en medios españoles.
Ahí reflejo que la representación que la cultura hace de la realidad está profundamente sesgada. La cultura refleja la realidad pasada por un filtro machista. Hay una distorsión que consiste, por ejemplo, en que los hombres están sobrerrepresentados, hay mucha mayor presencia de los deseos, proyectos, ambiciones, problemas y experiencias de los hombres. En cambio, las mujeres son vistas como menos importantes. La relación entre ellas prácticamente no se conoce, la cultura no la representa en absoluto y siempre son definidas por su relación con un hombre. Ejemplos: ¿Has visto La isla mínima o El niño? Es muy típico, en el centro de la escena tienes a hombres que se pelean, una batalla entre hombres, con sus proyectos y sus ideas en conflicto, que se alían unos con otros o pelean unos con otros. ¿Y las mujeres? Están solo para servirles en algún momento, o son las víctimas. ¿Y la madre de La isla mínima? Que no se la entiende, no se le da la palabra, solo está ahí porque en algún momento se necesita que alguien dé una información.
Dices que las mujeres escritoras pueden explotar su condición de mujeres para vender y que de hecho hay algunas que lo hacen, pero aunque no recurran a eso, cualquier éxito que tengan será atribuido a que son mujeres.
El género femenino es el género marcado. A las mujeres se las ve como mujeres, parece una obviedad, pero a los hombres no se les ve como hombres. Estoy preparando ahora mismo una ponencia en la que estoy reuniendo material que contrasta, por ejemplo, cómo se presenta a los directores de teatro como directores de teatro, pero a las directoras de teatro se las presenta como mujeres que dirigen teatro. ¿En qué se traduce todo esto? Pues en que en El País a los directores del teatro se les consagra la portada de El País Semanal, que es una revista no marcada por género, para todos, y a las directoras del teatro se las mete en el suplemento S Moda. Constantemente es así.
Incluso si hilamos más fino te diría que los hombres son vistos a la vez como encarnación de lo universal, por ejemplo, de la literatura, del teatro, de la política, y también son vistos como individuos. Pero las mujeres no son vistas ni como encarnación de lo universal, ellas no son la literatura, sino solo la literatura femenina, y tampoco son vistas como individuos sino como género, están vistas como mujeres. Por lo tanto, los hombres nunca son vistos como hombres, son vistos como jóvenes escritores catalanes o como políticos vascos y luego cada uno es diferente y tiene derecho a su nombre y a su imagen. Mientras que las mujeres no son vistas ni como universales ni como individuos sino como mujeres. Por ejemplo, tengo una portada del ABC Cultural que habla de mujeres best seller y la portada es un dibujo de una mujer, no hay ni fotos ni nombres. Y luego otra del mismo medio sobre el mismo tema, pero sobre la nueva generación del teatro, y salen dos actores famosos. Dos hombres, que sí tienen derecho a su nombre y a su imagen.
Antes solo una mujer formaba parte de la Real Academia. Ahora son seis de cuarenta y uno. ¿Por qué sigue siendo desigual?
Se ha avanzado un poquito pero muy poco. Una cosa que hemos contado es cuántos nuevos miembros ha adquirido la Real Academia en los últimos años y no recuerdo la cifra exacta, pero fue como treinta nuevos de los cuales solo cinco son mujeres, aunque solo por el cumplimiento de la ley de la igualdad del 2007, que exige que los órganos científicos, consultivos y demás sean paritarios, debería incorporar mujeres nada más.
También te quejas en tu libro de que lo que hacen muchos críticos es establecer una sinonimia ente femenino y malo. Por ejemplo, citas esta reseña: «La fuerza, la buena literatura, la cruda realidad, la vida misma, ya no se lleva en la literatura de los premios: como si la literatura fuera un bálsamo o plumero para quitar el polvo las marujas de clase media» (El Mundo 17-10-96). Y es cierto, escribe «marujas», no se le ocurre decir «ultras del fútbol».
Hay otra también muy buena del Diario 16 que decía «la literatura de esta autora bordea siempre la línea semiborrada que separa la buena literatura de lo que suele llamarse literatura de mujeres» [risas].
La Real Academia, en todo caso, está eliminando significados machistas de palabras.
Lo está haciendo despacio, aunque yo no soy especialista en esto. Pero en general no es solo la Academia, es toda la cultura globalmente la que es arrolladoramente machista.
Auxiliadora Barros, profesora titular de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid, dice que es agotador referirse continuamente a «ellos y ellas», «los hijos y las hijas», etcétera.
Aquí hay una cuestión de principios y luego la cuestión practica. Para mí, la cuestión de principios es hablar de tal manera que nos mostremos conscientes de que existen mujeres y no solo los hombres. Ahora, cómo hacer eso para que no sea muy pesado y para que resulte ágil. Bueno, creo que es lo que tenemos que intentar hacer las escritoras. Yo, por ejemplo, he optado por, para no decir las ciudadanas y los ciudadanos, las lectoras y los lectores, decir las y los lectores. La verdad es que me complica un poco la vida, sobre todo los artículos donde tienes que usar más términos generales y abstractos, pero creo que es algo que hay que hacer.
De todas maneras, es curioso que se diga que lo que hay que intentar es buscar la economía del lenguaje, cuando los que dicen eso son los que escriben, por ejemplo, las mujeres musulmanas, cuando no hay ninguna necesidad, o las mujeres escritoras cuando podrían decir solo las musulmanas o las escritoras. Ellos creen que lo que les mueve es la economía, la facilidad, la elegancia, la simplicidad, pero luego te das cuenta de que no es verdad. Por ejemplo se oponen a que se diga «conferencianta» pero, sin embargo, dicen dependienta o asistenta. ¿Por qué? Bueno, porque lo femenino se asocia con lo desvalorizado.
En Patrulla de Salvación, un blog muy crítico y divertido sobre literatura y el mundo editorial, hicieron una réplica a tus quejas sobre la menor presencia de mujeres en jurados de premios literarios y demás.
Qué bien, me encanta la polémica.
Decían que siguen existiendo machistas, pero que ya no lo pueden ir diciendo públicamente. Cito: «¿No se da cuenta Laura Freixas de que con sus lloradas lo único que consigue es ofrecer oportunidades para la autocompasión a las jóvenes que comienzan? ¿No se da cuenta Freixas de que la autocompasión paraliza e impide seguir luchando? ¿No se da cuenta Laurita que lo que hace con sus quejas infundadas es perjudicar a las otras mujeres que quieren seguir luchando para llegar a ser escritoras de verdad?». También explicaban que la biología termina impidiendo a más mujeres que a hombres llegar a la cima de la escritura, y la gran literatura exige sacrificio, es una labor muy dura, de renuncia, solitaria…
¡Yo no creo en la biología! En el ser humano no existe la naturaleza que no esté mediada por la cultura. Y mira. En primer lugar, cuando dice que los machistas ya no se atreven a decir que lo son, es cierto que he observado que las frases ingenua y abiertamente machistas con las que di en los años noventa ya no las encuentro. Ahora los críticos son conscientes de que pueden ser acusados de machismo y ya no se atreven a decir según qué cosas. Pero aunque ya no se explican diciendo que algo es «literatura para marujas» o que las mujeres escriben mal, cuando, por ejemplo, hacen las listas de lo mejor o lo más destacado, siguen sin leer a las mujeres. Tengo la prueba porque una vez para un artículo me leí todos los diarios de escritores que se habían publicado en España en 2011, que no es difícil porque no eran muchos, y observé, como era de esperar, que todos ellos mencionaban muchas lecturas, desde la Ilíada hasta lo último que se acababan de comprar, y el 99,9% de los casos los libros citados eran de hombres. Y no solamente de la antigua Grecia, o del siglo pasado, sino de hoy, cuando las estanterías de las librerías están llenas de libros de mujeres. ¡Pero es que no nos leen! Ya no hacen esos discursos tan bonitos y tan fáciles de atacar y de ridiculizar que hacia Juan Valera, pero simplemente actúan igual.
Y segundo, ellas dicen que yo incito autocompasión, yo diría que no, que incito la reflexión y la acción. La prueba de que no nos dedicamos simplemente a protestar, a quejarnos y a lamernos las heridas, es que hacemos encuentros. Clásicas y Modernas organiza muchos debates, ofrece ciclos de conferencias, como uno que vamos a hacer ahora que se llama «Ni ellas musas ni ellos genios», sobre parejas de creadores, para intentar ver por qué normalmente él se desarrolló más y está más reconocido y ella menos. Y si no, que me digan cuál es la alternativa, porque dejar de hablar del problema no lo resolverá. También se nos dice que nos dediquemos a escribir buena literatura en vez de quejarnos, pero no podemos cerrar los ojos ante el hecho de que los hombres tienen más apoyo de todo tipo, institucional, privado y mediático.
Has dicho en Twitter que te han encargado la reseña de Cincuenta sombras de Grey.
No he leído el libro. No tengo tiempo para perder en eso. Y la película es malísima, porque hay películas eróticas que son buenas pero esta… He ofrecido dos títulos a La Vanguardia para la reseña y uno de ellos es «Bambi sado maso». La verdad es que la película da risa. Lo explica muy bien Eva Illouz, la socióloga que tiene un librito que se llama Erotismo de autoayuda, un análisis de Cincuenta sombras de Grey que está muy bien. Dice que como en todo best seller, lo que se hace es partir de una contradicción o, digamos, de un problema social real y ofrecerle una solución imaginaria. El problema social real es que las mujeres que quieren tener dinero, tener reconocimiento o fama, se dan cuenta, o nos damos cuenta, de que no lo vamos a conseguir. No sabemos exactamente por qué, pero miramos alrededor y es evidente. Quien crea una empresa y se hace millonario, quien es piloto, quien pronuncia los discursos inaugurales de no sé qué, quien sale en los periódicos, suelen ser los hombres.
Entonces es evidente que tú, como mujer, ves en un momento dado que no lo vas a conseguir a menos que hagas un esfuerzo excepcional, un sacrificio extraordinario. Y la solución imaginaria e inverosímil que aporta este libro para resolver ese problema es que tú, que no eres nadie, que ni siquiera eres guapísima, que no vienes de una clase social alta ni tienes talento, una mujer del montón que no vale nada, porque un hombre del montón puede ser Bill Gates, ¿qué puedes hacer? Pues seducir a un hombre maravilloso que te tratará muy mal [risas], ahí sí es bastante realista, pero que te ofrecerá riqueza, poder, te llevará en helicóptero…
Es tan ingenuo, pero bueno, entiendo que hay muchas mujeres que sueñan con eso, con una solución fácil ante este estancamiento, porque estamos en un callejón sin salida, porque queremos tener eso y no lo conseguimos porque la sociedad no nos lo permite. Pero antes ya teníamos a Corín Tellado para decir eso.
También decías que ya estaba bien de idealizar la maternidad y hacer la lactancia materna «poco menos que obligatoria».
Pues sí, porque en una sociedad que se supone que es igualitaria, donde las mujeres y hombres tenemos sobre el papel los mismos derechos y la misma educación —de hecho, hay más licenciadas universitarias mujeres que hombres en España desde hace veinte años—,¿cómo se consigue que las mujeres acepten básicamente trabajar gratis? Renunciar a una situación profesional, a una libertad, a unos ingresos, para hacer lo que en definitiva es un trabajo que no les va a reportar ingresos y que se va traducir en pensiones más bajas que las de los hombres: pues con el mito del paraíso emocional del amor y de la maternidad.
Tengo como un interés personal en este tema porque yo ahí me pillé los dedos. Yo también creí en ese paraíso emocional, me casé muy enamorada y luego cuando tuve hijos no dejé de trabajar del todo, pero sí bastante, mientras mi marido iba ganando cada vez más. Hay un dato que dio La Vanguardia de que los hombres emparejados ganan un 17% más que los sin pareja, y las mujeres emparejadas un 36% menos. Y yo estaba en esa situación, al final me divorcié y me pegué una hostia económica que me ha hecho muy consciente de este problema.
Sobre las escritoras y los géneros literarios destacas que la mayoría de las escritoras se han concentrado en géneros como cartas, diarios, poesía lírica, y muy especialmente, la novela. ¿Por qué?
La literatura no nace del vacío, sino que se produce siempre dentro del contexto personal y social. Entonces las mujeres ejercen más determinados géneros que están más cercanos a sus experiencias. En la medida en que las mujeres viven más en el mundo privado y familiar que en el mundo público, lógicamente escribirán más sobre temas familiares que sobre la lucha por el poder. Por eso han escrito más novelas. Y luego porque las mujeres, en general, escriben en los géneros menos prestigiosos por su propia inseguridad y porque tienen menos competencia. Escriben mucha literatura infantil, por ejemplo, cartas…
En la segunda parte del libro destacas hechos históricos que explican por qué no hay tanta literatura femenina y arte en general. Por la educación, que hasta el siglo XX estaba reservada solo para los varones, etc. ¿Crees que precisamente por ser «nueva» necesitará su tiempo para que se cree una tradición literaria que pueda calificarse inequívocamente como buena?
Yo creo que más bien es la desvalorización de todo lo femenino lo que actúa aquí y el hecho de que la ideología patriarcal está basada en dicotomías como mujer-naturaleza hombre-cultura, mujer-emoción hombre-razón, entonces se aplican una serie de clichés. Dentro del patriarcado no parece haber un lugar para el personaje de la mujer madura con autoridad. Los hombres maduros, ancianos con autoridad, ya sea el papa o los presidentes de lo que sea, siempre son hombres y las mujeres que aparecen, a las que se presta atención, siempre son las jovencitas, las sexy… Y luego están los personajes como la excéntrica, la loca, la vieja bruja. Falta un lugar para reconocer a esas mujeres. A lo sumo, está la gran dama elegante [risas]. Pero la mujer que se afirma, un equivalente femenino de Pérez Reverte, una mujer que polemiza, que insulta, que se exhibe, esto si existe no gusta, no caen bien.
Sobre el mundo editorial, en un cuento tuyo, «Entrevista», hablas de cómo funciona este mercado. Escribes sobre una generación «tapón» de escritores que se comportan como una secta, que se sostienen con buenas críticas y apoyos mutuos y no dejan paso a los que vienen detrás.
Sí, es así. Es bastante una secta. Yo he tardado muchos años en resignarme a pensar que el mundo editorial no es justo. Durante muchos años he albergado un deseo ingenuo de que existía la justicia y se reconocería el mérito y al final he llegado a la conclusión de que no. Pero tampoco es por lo contrario, el éxito no es proporcional ni directa ni inversamente a la calidad, simplemente corresponde a otras normas. Esto me ha preocupado durante muchos años por una mezcla de interés mío personal y un poco de deseo infantil, yo quería que hubiera como una instancia que fuera una especie de padre o como un profesor que da las buenas notas a los buenos alumnos.
Me ha preocupaba también por una cuestión de principios generales, porque quieres creer que el mundo es justo. Y ya he llegado a la conclusión de que el mundo no es justo y me he despreocupado bastante. El mundo editorial está en un proceso que describió muy bien una amiga mía: «Sálvese quien pueda». Y aunque nunca ha sido del todo cierto que hay una relación entre la calidad y el reconocimiento, ahora todavía lo es menos. Antes se sabía lo que significaba cada sello editorial más o menos, pero en la actualidad está todo en pleno proceso de cambio y tampoco sabemos exactamente hacia dónde.
En España, la literatura, dedicarse a escribir, ¿es una ocupación de gente bien, que se lo puede permitir porque ya tiene el dinero o los ingresos que le permiten sobrevivir?
Hay una pequeña parte, pero muy pequeña, de los escritores que viven de la escritura. Hay otra parte muy amplia de las y los escritores que viven de otras profesiones, de la enseñanza o el periodismo, o también de su cónyuge. Pasa en las mujeres, pero también en los hombres. Por ejemplo, Trapiello ha vivido muchos años de que su mujer tenga un buen puesto en televisión, pero me parece bien. Yo he vivido muchos años de que mi marido fuese un ejecutivo.
Y luego hay otra franja en la que actualmente me incluyo desde hace ya bastantes años, de escritoras y escritores que no vivimos de nuestros libros pero sí de lo que está alrededor. Yo, por ejemplo, doy conferencias, me lo paso muy bien, está muy bien pagado y también doy talleres, escribo artículos… y me doy por satisfecha.
Por tu autobiografía Adolescencia en Barcelona vemos que empiezas a escribir en los setenta. ¿Es cierto ese mito que hay de aquella Barcelona, entre la muerte de Franco y los primeros ochenta, que fue un oasis de libertad, un lugar de multitud de propuestas culturales, artistas, un clima irrepetible que luego desapareció?
Sí, era muy divertida. Salíamos del túnel de la dictadura, salíamos a la luz, vivíamos en un momento en el que no nos faltaba trabajo ni oportunidades y era como una juventud colectiva y compartida. Un momento de euforia que luego desembocó lógicamente en un desencanto, pero esos años, sobre todo la década de los setenta, fueron estupendos.
Recuerdo que había mucho militante convencida y convencido de que íbamos a hacer la revolución. Había una sensación de fraternidad, de esperanza, de euforia, que yo creo que es lo que quieren revivir ahora los independentistas con todo esto del nuevo país. Entonces, quizá no tanto como creíamos, pero sí hubo una verdadera ruptura con el pasado marcada por la muerte de Franco, y en aquel momento parecía que todo era posible. Duró unos años y luego… pues cada uno se buscó la vida como pudo.
En este libro escribes sobre la revolución sexual, hablas de muchas chicas que tenían multitud de relaciones sexuales solo por fastidiar a sus madres, como una respuesta a la educación represiva e hipócrita que les habían dado.
Yo creo que reaccionamos contra el puritanismo y la represión de nuestra educación pero no supimos crear un modelo alternativo. Una amiga mía que se hizo del Opus, discutiendo sobre esto, me acusó de que lo que hacíamos era la prostitución gratuita y yo le contesté que eso era una contradicción en los términos, pero ahora pienso que era un poco verdad en el sentido de que nos pusimos a disposición de una fantasía de promiscuidad masculina sin atender a nuestros deseos, que por otro lado no teníamos manera de conocer, puesto que ni la cultura ni la sociedad nos daban suficiente autonomía, suficientes referentes.
No teníamos ninguna educación sexual, lo que estábamos haciendo era lo que ya hacían nuestros padres y nuestros abuelos, lo de tener queridas y tal, pero siempre plegándonos nosotras, era una sexualidad basada en los deseos de los hombres y de esa fantasía masculina de una chica distinta cada noche.
Pero entonces, o hacíamos lo que nos habían dicho nuestras madres, lo que era aburridísimo, o nos plegábamos a eso, que realmente era muy insatisfactorio, a esa satisfacción narcisista que parece que a muchos hombres inmaduros les da por perseguir, la de una lista interminable de mujeres con las que se han acostado.
La transición moral en España fue muy poco profunda. Hace poco me he quedado aterrada al leer a una chica que firma como «Moderna del pueblo», he leído una novela gráfica suya que se llama Los capullos no regalan flores y he visto que ese tipo de «liberación sexual» es lo que sigue ocurriendo, chicas que se acuestan con el primero que pasa pero donde siempre queda claro que ellas no se atreven a expresar lo que desean. Es también un poco Cincuenta sombras de Grey, que habla de un tipo de hombre que se impone porque tiene el poder y la solución imaginaria falsa, que es que si te sometes a las condiciones que él pone y negocias solo los detalles, los tapones anales esos [risas] que no sé qué son, entonces él te dará el helicóptero, la fama, el chófer, etcétera.
Me deprimió mucho ver que las chicas jóvenes siguen en eso cuando ya no veo contra qué reaccionan, porque las madres ya no metemos esa presión. Siguen existiendo los dos modelos, la maman (mamá) y la putain (puta). El modelo franquista era la maman y el otro, la putain.
En tus memorias cuentas que tu madre, pobre y de familia castellana viviendo en Cataluña, trataba de huir a un mundo paralelo, más bonito, a través de la literatura.
Yo creo que mi madre leía muchísimo porque era la única salida a su situación de limitación como mujer de la España franquista y el aburrimiento. Ella era un ama de casa, pero al mismo tiempo tenía otra vida que era la de la imaginación. Por eso a mí siempre me intrigó, me atrajo esa otra vida, porque yo veía que para ella era intensa, apasionada, interesante. Estaba siempre distraída como probablemente he estado yo cuando cuidaba a mis hijos, porque es muy aburrido cuidar de niños, y así tenía siempre la cabeza en otra parte. Recuerdo que detestaba cocinar, porque estaba esa cosa terrible que era la presión social y no le quedaba más remedio que hacerlo, y una vez en lugar de un trozo de mantequilla cortó un pedazo de pastilla de jabón, precisamente el día que invitaba a comer a los cuñados de la familia burguesa. Le dio tanta vergüenza que muchos años después quería que quitase esa parte del libro.
Tu primer trabajo como escritora fue para un hombre que te pagó quinientas pesetas a la hora por escribir el libro que siempre quiso escribir y no sabía cómo.
Era un empresario que tenía una fábrica, una familia y una vida muy burguesa, provinciana, pero tenía el sueño secreto de ser escritor. Entonces a través de un anuncio en La Vanguardia que puso, yo le contacté buscando un trabajillo y me dijo que quería escribir una novela pero no sabía y no tenía tiempo, pero que le parecía que lo importante eran las ideas y que la escritura era una cosa mecánica y tal. Me contrató y escribí una novela de aventuras completamente disparatada. Eso sí, por quinientas pesetas la hora. Y cuando se me acababan los argumentos, recurría a Tintín, que copié todas sus aventuras, y otra vez que se me acabaron los argumentos me fui al cine a ver a una película de James Bond, la única que he visto en mi vida, y que también copié. Y luego mi primer artículo en El Correo Catalán fue contar la experiencia literaria con este señor. Me sentí un poco culpable, pero…
Al publicar un diario, ¿qué cambias cuando decides sacarlo? Al leer el tuyo da la impresión de que mucha gente podría haberse sentido ofendida. Es un ejercicio de sinceridad un poco peligroso… a veces te muestras muy elitista.
No, porque pasan tantos años que ya no me siento casi responsable de eso. Di prioridad a la sinceridad. Me pareció más importante ser auténtica que cuidar mi imagen, porque yo ahora sí que veo que en el pasado era muy clasista, y probablemente ahora lo sigo siendo, pero intento no serlo tanto. Sé que quedo mal con muchas cosas que digo, pero quería publicar un diario de verdad y no uno de esos de cara a la galería donde los escritores quedan siempre bien y siempre tiene razón.
También habrá feministas a las que les extrañe leer esto de una feminista como tú: «Pues bien: de pronto, al nacer Wendy, me he sentido mucho más sólida y más segura (…) De pronto mi autoestima, siempre tan incierta y quebradiza, se ha afianzado, y precisamente mi autoestima como mujer… Ya no me siento disminuida, secundaria, coja como antes, cuando intentaba entender por qué me quería E. y hasta se lo preguntaba, o por qué los hombres aceptan mantener a las mujeres».
Entonces lo veía así. Realmente, como feminista yo quiero conseguir unas metas, pero tengo que partir del reconocimiento de que no han llegado. Es decir, a mí me gustaría que mujeres como yo misma en esa época nos sintiéramos lo bastante seguras de nosotras mismas como para no necesitar que la maternidad tuviera que reafirmarnos, pero es que no es así. Sería falso que yo fingiera haber sido siempre una persona segura de sí misma. Como sería falsa la premisa, sería falsa la conclusión. Puedo afirmar que ahora me siento segura como escritora porque la prueba de que soy sincera es que cuando me sentía de otra forma también lo afirmé. De hecho, cuando releo este diario me veo muy misógina, pero es muy habitual, las mujeres también somos misóginas, cuando miramos alrededor nos identificamos con los hombres, que son los que ganan. No es fácil identificarse con el humillado, el perdedor, y eso explica mucho el siglo XX de las mujeres.
La crisis de los cuarenta está presente en toda tu obra. Gerald en Último domingo en Londres, en Entre amigas, y también en tu propio diario.
Yo sacaba muy buenas notas en clase y en el mundo de la enseñanza, donde se reconocía el mérito, me iba bien. Pero al salir al mundo real, donde no es así, me sentí angustiada. Para mí los cuarenta fue esa edad en la que ya tenía que decidir si tenía éxito o había fracasado. Y me encontré con que con cuarenta años ya estaba asentada, tenía hijos y, ¿qué me pasó? empecé a aburrirme mucho. Creí que era propio de esa edad y luego me di cuenta de que no. De que me aburría por otras cosas. Ahora tengo cincuenta y seis años y me lo estoy pasando muchísimo mejor que con cuarenta, y eso era porque a esa edad me había convertido en una maruja de lujo.
Fotografía: Begoña Rivas
«¡Yo no creo en la biología!»
Esto explica muchos de los posicionamientos de la entrevistada. Que no crea en la ciencia, en la realidad, no significa que esta deje de existir. Es importante ser cauteloso en este aspecto, porque si no alguien podría salir por la ventana diciendo «¡Yo no creo en la ley de la gravedad!»
Por otra parte esos comentarios constantes de «se considera que la mujer esto y el hombre lo otro» ¿Se considera por quién? ¿Dónde? O no pone ejemplos o valora un caso particular como la norma generalizada contra la que supuestamente se rebela.
Sacar una frase de contexto me parece un posicionamiento malicioso, pero está claro a que se refiere la escritora, no es que vaya a reivindicar a Derrida.
Y creo que mirando las diferencia de sueldo entre hombres y mujeres, podemos entender que los hombres ganamos más más dinero que ellas, por eso podemos generalizar y emplear la expresión «se considera…»
Interesante artículo. Es curioso y creo que es casual que Freixas cite al escritor catalán Narcís Oller y acto seguido la entrevistadora cite a Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdos. La gran escritora gallega fue amante del joven abogado y escritor naturalista catalán y tuvo una, muy conocida, relación sentimental con D. Benito.
Es pretty different ser consciente de que la ciencia es sólo una aproximación a la realidad que nos rodea y no tomársela como un dogma absoluto (como pudiera serlo la existencia del dios cristiano en la España del siglo X) a pretender que esas aproximaciones, llámalo ley de la gravedad o bolsón de Huiggs, sean todas «mentira» y que negándolas (o más bien, poniéndolas en duda, que parece que son dos ideas que se suelen confundir) pueda uno burlarlas y «echar a volar». Consiste simplemente en ser Crítico.
Está claro que habla de la biología como explicación a lo que están hablando, no a la biología como ciencia, por favor.
Es fama que los intérpretes de zanfoña se pasan media vida intentando afinar el instrumento y la otra media tocando un instrumento desafinado. Los defensores de la «visibilidad» se pasan media vida convocando premios para mujeres escritoras o hiperfeminizando palabras apaciblemente neutras que se adaptan a cualquier sexo con un cambio de artículo (gerente, fiscal, juez, edil…) y la otra media quejándose de que en cualquiera de esas funciones se destaque la condición de mujer previamente a cualquier consideración profesional. Incluída esta señora, por otras parte bastante sensata durante toda la entrevista.
Pingback: Laura Freixas: «En todo nacionalismo hay un sentimiento de superioridad y un racismo latente»
Excelente entrevista en la que me he sentido identificado prácticamente a lo largo de toda ella. Aún hay esperanza en la relación entre sexos.
Aunque es muy respetable su postura sobre el regionalismo, sus consignas feministoides le restan credibilidad. Hay menos mujeres en blblab y que? Basta ya de tanto visctimismo. Haz lo que tenga que hacer y punto. Y por favor, no nos arroguemos tan ta importancia, por favor: que es eso de hablar en nobre de las mujeres? Son todas clones? Amos…. PD: lo de la biologia que comentan antes, muy acertado) PD2: Perdon por la falta de tildes: teclado suizo…
Una señora muy interesante de la que no tenía apenas referencias.
Aquesta dona té una empanada mental monumental. I el que diu sobre el català de Narcís Oller, que fa que l’entrevistadora li repregunti sobre si no passa el mateix amb el castellà del segle XIX, la deixa ben retratada.
«El problema social real es que las mujeres que quieren tener dinero, tener reconocimiento o fama, se dan cuenta, o nos damos cuenta, de que no lo vamos a conseguir.»
Como hombre, respiro aliviado. Se que solo tengo que quedarme en casa rascandome los huevos para que el dinero, el reconocimiento, la fama, y que puñetas, una horda de Dothrakis se pongan a mis pies y comerme el mundo.
Esta mujer padece «victimitis» en su grado más alto, prácticamente terminal. No sé si de verdad cree lo que dice o es una pose para vender libros ahora que las reivindicaciones feministas más simplonas y reiterativas parece que tienen su «target».
Exelente articulo!!!
No se entera de nada Laura Freixas… Anda que no lleva tiempo diciendo que el sufflé baja… Si a la primera frase ya detectas que la entrevistada confunde deseos con realidad… mucho no te puedes fiar…
Le parece inaceptable que cuatro digan «Españistán»… Nunca la he oído decir nada al respecto de la extendida catalanofobia… apuntem.cat…
Luego pretende que el resto del Estado vote sobre la AUTOdeterminación catalana… Ole tú, que nivel intelectual maribel…
Además, añade… Es que «un referéndum divide»… Coi, pues cualquier decisión política democrática divide, y no por ello se dejan -ni se deben de dejar- de tomar…
Ahí JotDown dando voz siempre a cualquiera que despotrique del soberanismo catalán…
Tu si que te enteras ,ya se ve.Anda mírate el DNI a ver que pone.
Ahora con el Diplocat ya estoy viendo a los lideres mundiales apoyando la causa nacionalista catalana sin reservas.Ya puedes ir preparando la factura para Desmond Tutu que es el único que os hace caso … cobrando, claro. David Fernandez discurso en la ONU y de teloneros Jordi Pujol y Marta Ferrusola.Risoterapia al alcance de todos los hogares catalanes.
Me hace mucha gracia, que algunos el único argumento que parecen tener contra la independencia es «Jordi Pujol». A ver si os enteráis que Jordi Pujol fue el último a unirse al carro de la independencia.
Por otro lado me parece muy racista identificar a todos los que quieren la independencia con Pujol, a mi nunca se me ha ocurrido equiparar a todos los que quieren la unidad de Espana con Jiménez Losantos o Franco, por poner dos ejemplos.
Aún no habéis entendido que la mayoría de los catalanes queremos independizarnos para poder dejar de ser nacionalistas. Qué pena.
Pero si te autodeterminas ya no podrás seguir sintiéndote superior…échate otro carajillo y dale otra vuelta al asuntillo.
Piensa el ladrón que todos son de su condición: piensa Raúl que para expresar opiniones políticas hay que ir borracho.
¿Y quién dice que yo me siento superior?
El que aún no has entendido eres tú: la mayoría de catalanes NO queremos independizarnos.
Contem-nos i sabrem qui és majoria. Ah no! Ques us fa por perdre
Sí, ya ves el miedo que da. Da tanto miedo que la gente pasa de ir a votar. Bueno, excepto vosotros, claro.
Qué coqueto es usted Jaume. Cuando se independice podrá dejar de ser nacionalista. Siempre la preocupación por la estética. Se tienen ideas cutres y siniestras, pero a la conciencia hay que engañarla para que quede bonito.
Si usted quiere dejar de ser nacionalista lo tiene muy fácil. Abandone el victimismo, acepte una Cataluña mestiza, y deje de dar el coñazo, narciso.
-No soy nada coqueto.
-Ideas cutres y siniestras es no dejar que una mayoría social se exprese en las urnas. Evidencia miedo a la democracia.
-De víctima no tengo nada. Nunca me oirá decir que «Espanya ens roba» ni nada por el estilo. Simplemente no me siento español y creo tener derecho a poder votar para decidir mi nacionalidad. Es lo que se hace en países civilizados. Checoslovaquia, Reino Unido, Canadá…
-¿Aceptar una Cataluña mestiza significa que no me dejen votar? Le sorprendería saber la de Singh, Mohammed, Yangs, Pérez, Garcías y Vázquez que quieren votar. Ciudades más cosmopolitas y mestizas que Barcelona conozco muy pocas. Sin ir más lejos, mi madre nació en Cuenca y se siente tan conquense como tarragonense; y de hecho, votará que no. Pluralidad y tolerancia absoluta. ¿Vieron el 9N como la gente fue a votar con banderas españolas? Normalidad democrática.
Los insultos los obvio.
Siguen equivocándose si asocian «el proceso» con el nacionalismo excluyente. Pero ustedes erre que erre. Precisamente si queremos construir un nuevo país es para que a nadie se le juzgue por su procedencia, sus costumbres o su lengua.
Todavía estamos con eso del «proces»???
Mira que sois antiguos.
Jaume:
– de mayoría social, nada, que fueron a votar cuatro gatos, y 3.95 de ellos erais vosotros.
– Pues yo no me siento catalán… ¿qué derecho tienen otros a votar para decidir mi nacionalidad? …
– Pues más bien te sorprenderías tú de que a casi todos los que no tienen apellido catalán, no les interesa para nada la consulta y muchísimo menos a los que no tienen la nacionalidad española.
– Y lo de construir un nuevo país para que nadie sea juzgado… si te lo crees… en fin.
Los independentistas tenéis que empezar a aceptar que vuestro tema sólo os interesa a vosotros, que sois, como mucho un tercio del electorado.
«Me convertí en una maruja de lujo»… y con esta frase, ella misma se reafirma y se desmonta, a la vez, toda sus ideas… en qué quedamos? ¿Maruja no es sexista? ¿Eso es a lo se resume todo? ¿Por qué se justifica por vivir bien? Al final cae ella misma en el victimismo que condena.
Los catalanes oprimidos por los españoles.
Las mujeres oprimidas por los hombres.
La vida de las mujeres catalanas tiene que ser un infierno.
Lo que ya debe de ser la rehostia, es una mujer blanca catalana oprimida por un negro ¡castellano! ¡No puedo, no puedor…!
Entonces según el criterio de Laura Freixas ¿los noruegos, fineses, irlandeses, islandeses y demás independizados durante el s.XX son racistas con complejo de superioridad frente a los suecos, rusos, británicos y daneses de los que se separaron?
Sí.
Fa una mica de pena que una persona suposadament il·lustrada no hagi llegit al Joan Fuster. Si ho hagués fet, no diria algunes de les bajanades que diu. Suposo que el seu nacionalisme, com el de tota persona humana, la domina.
Debe haber cientos de millones de personas ilustradas (sin el «supuestamente») en la Tierra que no hayan leído a Joan Fuster. Tu ombliguismo te domina.
Quanta ignorància tindre un Chomsky i fer-li el buit. En un país civilitzat aixó no passaria.
hay dos tipos de ignorancia ; la que no es consciente de ella misma, y la que se exhibe orgullosa y dice en alto que Chomsky, Albert Camus o Joan Fuster son ombliguismos
Hay muchos más tipos de ignorancia que esos dos que mencionas… por cierto, el día que a Joan Fuster lo conozcan fuera dels països catalans, me avisas.
Not tot el mund estat obligat a teneret que ser nacionalistat
Hago todo lo posible por convencerme que lo de linchar a quien expresa sus opiniones cuando son contrarias a las propias no es algo exclusivamente «español» o «catalán» que, curiosamente, se parece bastante. Salvo Wert, que recibió el cariño de unos cuantos groupies, a los entrevistados les suele caer la del pulpo. Entiendo que se cuestionen sus opiniones, los ataques a la persona no. Y no soy ninguna devota de Laura Freixas.
Ooops, «por convencerme de»…
¡Anda, y yo creyendo siempre que eras un tío!
Esto me pasa por usar nombres de leyendas artúricas con cambios de letra, ja, ja, ja.
Ah, pues ahora aquí en Barcelona, en el bloque donde vivo, han alquilado el principal unos chicos y chicas venidos del centro. Muy buena gente parecen y simpáticos, nadie pensaría que son castellanos. Creo que una de las chicas, Almudena, dijo que era de Alcorcón y su pareja, Julián, del Portillo a la Arganzuela. Los otros creo que son de Algete aunque viviendo en Madrid de toda la vida. Bueno, pues lo dicho, que van a su bola, no se meten con nadie, nos dejan hablar en catalán siempre que sea entre familiares directos y el tema de conversación ni les vaya ni les venga, desde luego. Van a estar bastante tiempo por aquí porque buscan un trabajo de lo suyo pero en una empresa en la que solo se hable en castellano y eso por aquí, en Barcelona es difícil, para qué nos vamos a engañar. Ya se sabe que los catalanes somos muy raritos, empeñados ahí todo el santo día con el idioma para que no se pierda, más que nada. Lo que pasa es que nos sienta mal que estos chicos que al fín y al cabo piensan que están en su país, se incomoden, no vaya a ser que se cabreen y saquen su lado castellano oculto de mala follá y acabe esto con los tanques en la Diagonal. Ya os iré contando más cosas que puedan ir surgiendo y que encajen en futuros contenidos de Jot down.
Adéu!
Este comentario es de broma, no? Ninguna persona que vive y conoce la realidad catalana escribiria semejante texto a menos que lo hiciera irónicamente o a mala leche.
De hecho hablando en castellano -se supone que el comentario es de una catalana de toda la vida- los catalanes no decimos mala follá. Es una expresión totalmente inhabitual, de un tipo de castellano de otra parte del Estado, ajeno al que se habla en Cataluña. Sólo hace falta vivir en Cataluña para saberlo.
Bueno, estas cosas ocurren. Ya pasó con el cartel no oficial del Carnaval de Solsona, en que se animaba a matar españoles. Y va y resulta que lo había hecho un miembro de Ciudadanos y simpatizante de Sociedad Civil Catalana. Y claro, toda la claca mediática que se empezaba a levantar en la Brunete, se acalló como por arte de magia.
Señor, que país.
Pues «trolleando por la ciudad»… a mí que me parece que sí, que es un comentario planteado desde la ironía.
Pues yo vivo en Bcn y lo de «mala follá» creo que se utiliza bastante. Muchas veces sin el acento final, o sea, «mala folla»… es mucho generalizar decir que «hablando en castellano (…) los catalanes no decimos… «
Justa la fusta, quan es diu -i ho diuen els castellanoparlants habituals, no els catalanoparlants parlant en castellà- es diu mala folla, no mala follá.
justa la fusta els castellanoparlants habituals quan ho diuen, diuen mala folla, no mala follá, i els catalanoparlants quan parlem en castella no acostumem a dir ni una ni altra
Vamos a ver, y con esto se da por zanjado oficialmente este tonto debate sobre la «mala follá»… Aquí en Barcelona, cuando hablamos en catalán, decimos «mala folla» sin tilde, cuando hablamos en castellano TAMBIÉN decimos «mala folla» sin tilde pero los que sabemos cómo se dice en el resto de la península, cuando escribimos en un medio como el presente que es a nivel estatal, lo hacemos con tilde para que lo asimile el mayor número de españoles posible: ¡»MALA FOLLÁ»!
jo a casa tinc un piano
Pues te pones la punta del nabo sobre las teclas y cierras la tapa a toda leche.
«Ahora en el colegio se enseña más catalán.
Sí, ahora todo es en catalán con dos horas de castellano a la semana y cuando alguien ha intentado introducir una tercera hora de castellano ha sido una batalla campal. No sé, no vivo en Cataluña ahora, no tengo mucha opinión al respecto. A mí me gustan mucho las lenguas, me encanta hablar bien la lengua que sea, me parece muy bien que se estudien y lamento mucho el empobrecimiento, pero no tengo mucha opinión sobre eso.»
Primero dice que la tercera hora de castellano ha sido una batalla campal. Después que no vive en Catalunya ahora y que no tiene mucha opinión al respecto…¿me lo explique por favor? Y por último que le parece muy bien que se estudien las lenguas que sean.
Soy yo o como muchos que no viven en Catalunya no tienen ni puta idea del supuesto conflicto lingüístico que vivimos en el dia a dia?
Eso sí, prejuicios los que queramos ¡¡¡¡¡
A los vascos nos pasaba igual cada vez que nos manifestábamos a favor de ETA, nos consolábamos con que » desde fuera es normal, no nos entienden, muchos prejuicios».
Los que no tienen prejuicios son Montilla y Mas que a sus hijos los metes en escuelas trilingues.
Identidad obligatoria para todos menos para mis hijos, pensarán.
Para mi la jerga n@ sexist@ y el lenguaje de jenaro son algo así como un indicador de inteligencia.
No soy el primero que ha dicho que, para quienes quieran una sociedad ideal y crean que es el lenguaje quien crea la realidad y no al revés, el ejemplo en que han de mirarse es Irán. El persa carece de géneros gramaticales.
En su origen el feminismo fue un movimiento burgués. Mucha de esa herencia continúa todavía viva, aunque travestida de postmodernismo. Cedo el turno de palabra a Alan Sokal.
La gran batalla del español como lengua no ha de ser contra el sexismo sino contra la vulgaridad. No es sólo el catalán el que ha perdido gran parte de su riqueza en estos últimos años. En el caso del español, además, hay que añadir la nefasta invasión de los barbarismos superfluos.
Criticar el nacionalismo catalán desde posturas pretendidamente no nacionalistas o internacionalistas me parece un ejercicio de hipocresía. En ese sentido es mucho más coherente la postura de la derecha española que admite sin tapujos su nacionalismo. La izquierda, los progresistas españoles, con su tradición jacobita tienen que hacer ejercicos de malabares, cuando al fin y al cabo, supongo que cualquier política que se quiera aplicar tiene sus marcos: sociales, territoriales…
Pero cuando se pretende denunciar el racismo y los sentimientos de superioridad catalanas, aplicando una especie de darwinismo lingüístico con el que se quiere explicar la falta de interés por un idioma. Cuando para mostrar los vínculos de la burguesía catalana con el franquismo se utilizan argumentos de miembros de esa burguesía catalana (Joaquim Coll) cuyos lazos con el franquismo son de sobras conocidos, para quien quiera saber. Cuando se quiere defender que lo mejor para la sociedad catalana es no plantear posturas que tienen, por supuesto, argumentos opuestos (aborto si, aborto no; otan si, otan no…) cuando lo que en realidad se quiere decir que no se está dispuesto a aceptar un triunfo de tu oponente…
Terminarían antes si reconocieran cuál es su modelo de Estado y que entienden por nación española. Que dejaran de decir «Catalunya es plural, hay muchos catalanes que no son independentistas» pero acto seguido afirmen «el nacionalismo catalán es racista y con aires de superioridad».
El triunfo de tu oponente… ¿te refieres al resultado de la consulta? … porque me parece que la opción soberanista se llevó un palo del quince. A ver quienes son los que no aceptan triunfos de sus oponentes…
No todo el mundo está obligado a ser nacionalista.
Si no lo eres, ni compartes los principios que lo componen, el mundo no deja de existir.
No ser creyente del nacionalismo, no implica la imposibilidad de ver claramente qué compone el nacionalismo.
Los lazos de la burguesía catalana con el Franquismo están documentados en la Vanguardia.
He literalmente «adorado» leer esta entrevista. Los comentarios haciendo referencia a un supuesto «victimismo» de la estupenda señora que es Freixas no hacen más que refrendar mi opinión de que el feminismo es la única revolución posible. Admiro su sinceridad y su capacidad de comunicación. Gracias por entrevistas como esta.
Pero es que ella dice la verdad: Cataluña abrazó al franquismo porque le convenía económica y socialmente.
Fue en Madrid del «NO PASARAN» donde la represión fue brutal.
Lea historia.
¿Te contestah tu misma cariñooo? ¡Guay yo tanbien lo haré asín no me yevan la contraria!
A mí también me encantaría que me explicaran que significa el ente llamado «España» frente a Catalunya, que convierte a gallegos y murcianos en un monolito de identidad. Yo diferente, los demás todos iguales.
«España en 2014, setenta mujeres asesinadas por machistas, pero catalanes asesinados por españolistas no hay. Entonces, ¿dónde está la prioridad?». Si hay que luchar por algo, me parece evidente que por lo que hay que luchar es para remediar esas injusticias.
No veo contradicción alguna entre luchar por los derechos de la mujer y por la independencia de Cataluña. ¿Son acaso polos que se repelen o es que una sociedad no es capaz de ponerse más de un objetivo?
No t’hi escarrassis, d’on no n’hi ha no en raja.
Sí cuando tu presidente de la comunidad, y representante del estado, se pasa tres años hablando en exclusiva de un tema que no es importante para la mayoría de los ciudadanos que viven en la comunidad.
y mientras, venga a pedir dinero y venga a pedir dinero.
Dan, no t’hi escarrassis, d’on no n’hi ha no en raja. Amb la conclusió prefixada, ha d’amollar conclusions absurdes per dissimular el seu nacionalisme espanyol, i ho fa sense rubor, pensant-se molt inteligent i que els lectors són leros. Ni s’adona que les maneres de la gauche divine són només el record d’un engany, un sepulcre blanquejat.
Non te entendem ni apenas un pijet
¡Y ahora un italiano gracioso!
Quem voy a facer, si non parlem catalan
¡Hablas el catalán como mi hijo y yo, jodío!
Soy catalán, tengo más de 40 años y siempre he visto división en Cataluña. No es nuevo. Ni tampoco me parece alarmante. Siempre ha habido personas que se sienten solo o ante todo catalanas; siempre ha habido otras muy apegadas a España. Y es lógico que así sea dadas las vicisitudes históricas que han ido forjando esta sociedad. Cada cual tiene sus razones y solo falta tener un poco de empatía para comprenderlas.
No me pareces admisible, por maniqueo, que la señora Freixas culpe a una (sola) de las partes de provocar división. Y me parece muy grave que tache a la misma parte de racista. Por lo demás no se si la sociedad catalana se siente “superior”; sí veo sentimiento de superioridad en varias afirmaciones de la señora Freixas. Ella se considera una ciudadana libre de ataduras nacionales. La verdad es que ser apátrida podría ser una opción quizá deseable, pero seguro que no está al alcance de cualquiera. No parece que lo esté en el caso de la señora Freixas.
“Votar ellos solos y que no voten los extremeños …” y ¿por qué no pueden votar también los suecos o los alsacianos? Ah, no, claro, ellos no son españoles. Sólo pueden votar los españoles, porquè hay una entidad (nación) llamada España, y, esta sí, es una realidad incuestionable. También, claro, por la “yo estoy por encima de las naciónes” señora Freixas.
Aquí hay un conflicto que algunos prefieren no ver y se empeñan en esconder bajo la alfombra. Con la misma lógica quizás hubiera sido preferible que el franquismo hubiera durado para siempre, así habriamos podido atajar la amenaza de una “división” entre españoles.
No abordar los problemas acusando a la parte que no nos gusta es la táctica de la señora Freixas.
Es que solo una parte provoca división, ruptura. Solo una ha creado un nosotros para excluir a otros. Lo que ocurre es que no se puede crear un nosotros sin crear al tiempo un ellos, una brecha, una división, una frontera. Y yo pertenezco al ‘ellos’. Habéis inventado y creado un enemigo que no existía.
¿Seguro que no sabes que parte es la que provoca división, la que atiza permanentemente a la otra? Pues lo tienes fácil, ¿cual es la que llama xarnego a la otra, la que insulta llamando xarnego a la otra? Nosotros todavía no os llamamos perros a vosotros, los catalanistas, aunque estamos en ello. Es lo justo, lo equitativo.
Xarnego es la única palabra que me interesa del catalán. Se traduce por perro callejero, sin pedigrí, y como todo el mundo sabe, se aplica a los inmigrantes castellanohablantes, a ‘los otros’, por razones ideológicas. Creo que es bueno no olvidar su significado y lo que encierra, un desprecio inmenso hacia un semejante por su condición lingüística, un aire insoportable de racismo tenebroso, de supremacismo, de odio visceral tribal. Ninguna palabra como esa define mejor lo que el catalanismo es: puro odio, pura envidia, pura sinrazón, fanatismo catalibán, catayihadista. No olvides nunca esto: se puede romper España, pero no puede hacerse sin dinamitar al tiempo a Cataluña. pasó en Yugoslavia, pasa en Ucrania y sucederá en Cataluña. Correrá la sangre, es cuestión de tiempo, no somos mejores que los yugoslavos o los ucranianos, somos por el estilo. Hasta entonces, disfrute de su vida perruna. Sin acritud, eh, que otros llevamos décadas escuchando que somos perros, perdón xarnegos. Ahora les toca a Vds.
Sentimientos, sentimientos, sentimientos. Cuánta frivolidad.
A los vascos nos colaron lo del «conflicto» y bien lo que se dice bien no le ha ido a todo el mundo.
Como dice «Castilla y punto», solo se acusa a una de las partes de crear división precisamente porque solo una de las partes lo hace. De hecho, nadie hablaría de partes si no fuera por ellos. Yo entiendo que haya gente que se sienta más catalana, más española, mitad-mitad o lo que les parezca, pero es solo uno de esos grupos el que trata a los demás como extranjeros y el que quiere levantar una frontera (si a eso no le llamas crear división…). No he visto a nadie representativo en Barcelona proclamando a los cuatro vientos que aquello es España pero no Cataluña, o que el catalán debería ser considerado en las escuelas como un idioma extranjero al nivel del inglés.
Y parece mentira que haya que explicar que no pueden votar los suecos ni los alsacianos pero sí los extremeños no porque la nación española sea una realidad incuestionable por la gracia de Dios, si no porque el Estado español sí que lo es, y por puro derecho internacional los alsacianos y los suecos renuncian a todo derecho de propiedad sobre estas tierras a cambio de que nosotros les dejemos hacer lo que quieran en Francia y Suecia, respectivamente, dentro de los acuerdos internacionales. Obviamente no es el caso de los extremeños, que han visto como sus padres y hermanos han ayudado a levantar la industria que el Estado (con el esfuerzo de todos) ha impulsado allí y que ahora soportan que les llamen ladrones.
Gran verdad. Detrás del somos diferentes se esconde «vosotros sois inferiores».
Yo también soy catalán y mayor de 40 años, y sí, siempre ha habido división, pero en tu comentario te dejas una de las partes. Mencionas a los que se sienten ante todo catalanes y a los muy apegados a España, pero creo que te dejas al grupo más numeroso: a los que nos asquea el nacionalismo, sea cual sea la nación que adora. Somos aquellos que en los ochenta nos denominaban «els castellanoparlants» y cuando íbamos de vacaciones fuera de Cataluña, a los pueblos de nuestros padres, nos llamaban «los catalinos». Gracias a la mezcla de orígenes y residencia, no teníamos una «identidad nacional obligatoria» que defender, y por ello, nos dimos cuenta que los nacionalismos y las rencillas que suscitan, no son más que tretas políticas para dividir a la gente, para evitar su unión. Ya sabes que si divides, vencerás, y también lo saben los poderes ultraconservadores, y se han puesto a la labor muy concienzudamente. Como muestra, en los últimos años, han sido constantes los balones de oxígeno que se han pasado Arturito y Marianín, en forma de ataques de uno a la nación que el otro representa. El nacionalismo catalán, o independentismo o soberanismo, llamadlo como os ordene vuestro ídolo de turno, siempre ha obviado a los que nos repungan todos los nacionalismos, cayendo en aquel maniqueísmo fascistoide de «estás conmigo o contra mi». Pues no señores, la mayoría de catalanes, no están ni con Cataluña ni con España, lo que están es hartos de tanto circo político y de tanto chupóptero embaucador.
O sea, el comentario era para responder a Xavier : )
«[…] llamadlo como os ordene vuestro ídolo de turno».
Bueno quizás pueda idenficarme con alguno de los conceptos que citas (independentismo seguro; nacionalismo ya es más dudoso, aunque os guste meterlo todo en el mismo saco), pero no estoy de acuerdo que sea porqué me lo «ordene mi idolo de turno». Pienso por mi mismo, por lo menos lo intento. No me lo tomo a mal, en serio, pero no crees que me estás llamando imbécil? No pasa nada si crees que lo soy puedes decirlo, al fin y al cabo no te conozco de nada y me deja bastante igual.
En cualquier caso mis ideas no se fundamentan en si aquí me llaman no se que y allí no se cuántos, intento no depender de lo que diga la gente porquè si no mal vamos.
Estoy seguro que coincidimos en algo: la situación actual no nos satisface. La diferencia está en que tu vivirias tranquilo en España tal cual; yo viviria tranquilo sin España. Y me temo que son posturas irreconciliables.
Saludos cordiales.
Y por cierto: castellanoparlant no es ningún insulto; catalino sí.
Muchos, cuando queremos insultar a un catalanista (no confundir con catalán) no le llamamos catalino, simplemente le traduzco ‘xarnego’, es decir, le llamo perro.
Ya imagina porqué: donde las dan las toman.
no pontifiquis si no saps ni què vol dir xarnego
Eso lo dices porque nunca te han llamado «castellanoparlant» como si te insultaran, o porque no has oído las delicadezas que se le han dedicado al colectivo, en especial hasta mediados de los años noventa. Luego, el lider de turno, mandó cambiar el discurso.
Te leo en un tono un tanto agresivo, lo que no hace más que reafirmarme en mis opiniones.
Si te hubiera querido llamar imbécil, lo hubiera hecho, no hace falta que me des permiso. Lo que quería exponer, es que la gran mayoría de los catalanes no somos independentistas o anti-independentistas, si no que estamos hartos de la cuestión soberanista y de la falsedad de los personajes que la lideran.
Llevo 34 años de mi vida hablando en castellano en una ciudad de tamaño medio de Catalunya y jamás he tenido ningún problema.
Veo que jotdown ha decidido no publicar mi comentario de respuesta a Juan y me pregunto cual será la razón. Como estoy seguro que no es por censura ideológica supongo que será por alguna expresión poco apropiada por mi parte. Respeto el criterio, faltaría más.
No obstante sí me gustaría que quedara aquí la siguiente reflexión: creer que el independentismo se explica por un gran lavado de cerebro es como mínimo superficial. Hay que ir un poco más a fondo. Nada más. Muchas gracias.
Jo també m’hi he trobat amb la desaparició de comentaris incòmodes. Però si empres una altra IP llavors els despistes i tornes a tindre la porta oberta. Ops, he dit un secret de comenarista incòmode. Córcholis!
El independentismo se explica por la ambición de la clase dirigente y su voluntad de no dejar el poder, si no de acumular aún más, por lo tanto, qué mejor opción que tener un estado propio. Es una opción política ultraconservadora.
La aceptación actual del independentismo por una gran parte de la sociedad catalana, sí que se explica por un gran lavado de cerebro. Un lavado de cerebro que se forja en los años ochenta, cuando el president gobierna con una mano y roba con la otra… pero el «Espanya ens roba» es otro de los mantras de la reprogramación.Una de las grandezas de este lavado de cerebro, ha sido que el ideario nacionalista/independentista se vea como progresista por sus seguidores, cuando todos los demás percibimos su tufo fascistoide. Ahora los líderes de turno dicen incluso que es una «oportunidad de regeneración democrática», mientras que uno de esos líderes, llora desconsoladamente en la radio y proclama «lo importante es la independencia, no cómo se llegue a ella»…
Si todo lo anterior, y tanto que me dejo en el tintero, te parece normal, es que te han lavado el cerebro. Y es una lástima, porque en los últimos años, los líderes independentistas han vendido humo a mansalva, ofreciendo una ilusión y engañando a sabiendas a mucha gente que cree en la independencia.
La gran mayoría de los catalanes lo han visto claro y se han negado a participar en la consulta.
Lo más gracioso es que a mi me han llamado catalino en la misma Cataluña y lo que me puedan llamar fuera de Cataluña ni te cuento. O sea que aquí el mal rollo lo hemos tenido todos.
Mi tono no quería ser agresivo. Fíjate que en mi primer comentario ya dije que todos tenemos nuestras razones. Este debería ser el punto de partida, creo yo; intentar meterse en la piel del otro.
Creo que todos estamos bastante hartos de polemizar, así que no insistiré mucho, pero sí me gustaría aclarar por qué dije lo de imbécil. Por simple lógica: si a un independentista se le dice que lo es porquè le han comido la cabeza, porque es víctima de la propaganda, o sea, que no piesa por si mismo, ¿no se le está llamando, implícitamente, imbécil? A mi me parece que sí. De ahí venia la queja. Pienso que esto no ayuda a la concordia. En fin.
Exacto, el mal rollo lo hemos tenido todos. Es como yo venía a empezar, y la culpa de ese mal rollo es el nacionalismo, sea del lado que sea.
Sobre lo de imbécil, te repito que no creo que lo seas por ser independentista, pues todos somos pasto de una u otra campaña publicitaria, y no por ello somos imbéciles. Es que están bien diseñadas, y la del independentismo/soberanismo ha contado con recursos infinitos y una duración récord de 30 años, con varias fases bien determinadas para barrer en todos los nichos posibles.
Intentarse meter en la piel del otro, o ayudar a la concordia, no son precisamente postulados del soberanismo, que más bien divide a la gente. Yo creo que actualmente, tras el proceso soberanista, hay más radicales en los dos bandos, que es lo que interesa a los partidos que jalean la independencia y a los que no la quieren. Y repito, la gran mayoría de la población está en medio, harta del tejemaneje de los ultraconservadores en el poder, y esperando que los políticos se dediquen a algo útil por fin.
El independentismo, no sé en cataluña que la gente es muy culta e inteligente, pero en el caso vasco es un lavado de cerebro de manual.
Sólo hace falta dinero y tiempo.
Y el estado cerebral previo al lavado era…? La pureza, el bien-pensar, sentido común no servil… Vos sos un poco cuentista, ¿no?
En el naZZZionalismo catalán lo que existe es un complejo de inferioridad debida a su pobre historia, ya que siempre han dependido de otros. Para esconder este complejo de inferioridad se han visto obligados a robar o inventarse una historia de otros o nueva, en la que quieren demostrar su supremacía en todo con respecto a sus superiores de su entorno.
¿Qué era Barcelona hasta mediados del siglo XIX?
¿Qué restos arquitectónicos históricos tiene Barcelona anteriores a mediados del siglo XIX?
Os recuerdo que Barcelona competía a mediados del siglo XIX con Mataró para ver quién iba a ser la capital de la provincia y de Cataluña.
Este comentario es de broma, ¿no?
Doncs malauradament crec que ho diu molt seriosament.
Mare de Dèu Santíssima!
El nacionalismo es xenófobo, insolidario y reduccionista. Luego, se buscan causas históricas, raciales, religiosas o económicas para vestirlo. Punto,
Hablas del español, que prohibió el catalán y no acepta ninguna diferencia no?
Vamos a ver, el masculino, cuando es plural, deja de ser masculino para ser neutro, por ello es innecesario decir ‘ellos y ellas’, ‘nosotros y nosotras’, etc. cada dos por tres. Si decimos ‘nosotros’, y hay mujeres, se entiende que era neutro. De la misma forma que si decimos ‘el hombre fue a la luna’ no significa ni que fuese varón necesariamente ni que fuese solo uno, digo yo, por muy en singular que esté. Es que es de primero de básica. Meter esa forma cansina de hablar repele y es incorrecto, y todo por meter la famosa y lamentable ideología de género hasta en la sopa. Les diré algo, en todo caso, ¿no deberíamos ser los varones quienes nos quejásemos por haber permitido que el idioma nos eliminase al trasformar el masculino plural en neutro? No, no debemos, salvo que queramos ser tan estúpidos como las feministas. Menuda tropa.
Por otra parte, ¿por qué cuesta tanto decir que el catalanismo no es otra cosa que castellanofobia, puro racialismo supremacista?
Se me olvidó: yo no estaría tan seguro de que aquí no acabaremos como en Yugoslavia… o en Ucrania. Yo si apuesto por que así será. La razón es bien sencilla: se dan los mismos ingredientes y la condición humana es igual en todas partes. Cuando la TV habla de ‘ucranianos’ y ‘prorusos’ está negando la condición de ucranianos al 40% de población ucraniana que es rusófona. ¿A quién le extraña que quieran independizarse?, ¿no pasa en Cataluña que se niega la condición de catalanes a los que son castellanohablantes? Pues ya tenéis el final: serán los castellanohablantes quienes rompan Cataluña en dos, de puro asqueamiento y hartazgo, pudiendo así los catalanohablantes separarse. Eso sí, previa rotura de Cataluña en dos. ¿Se puede romper España? sin duda. Ahora bien, no se puede romper España sin triturar a Cataluña al tiempo. ¿Qué pasó en Yugoslavia sino eso mismo también? Se rompió Yugoslavia, cierto, pero Croacia, Bosnia, Serbia, etc, también, una tras otra. Aquí será igual.
Si la mayoría de los habitantes de Catalunya quieren independizarse, implica que la democracia lo permite, y por tanto, ¿qué más hay que hablar?. Alguna razón tendrán para hacerlo, y deberia bastar, ¿porqué motivo vamos a someter o ser sometidos por nadie?. En cuanto a lo de charnego es otra de las mentiras que dice el anterior comunicante, se trata de un adjetivo que se usaba en época franquista, y que hace años està prácticamente desaparecido, seguramente los incitadores al odio lo quieran airear. Jamàs había oído decir que signifique perro rabioso, sarnoso, etc.
Pingback: Federalistes d´Esquerres | Laura Freixas: «En todo nacionalismo hay un sentimiento de superioridad y un racismo latente»
El soberanismo, y el independentismo existen gracias a algunas personas que con sus insensateces ( como la de esta mujer) han hecho sentirse a muchos catalanes expulsados de España. Yo soy uno. Por cierto, la Cataluña que ella habla no la conozco, debemos estar en otra dimension. Y para finalizar, solamente añadir, que por lo que conozco, el tema ira a más, y que nadie se crea que el sentimiento independentista es como un suflé, preparense para comprobar lo que digo , ya en las elecciones municipales.
Y por cirto, toda la vida oyendome que soy polaco, y ahora resulta que soy español. No es curioso?
El soberanismo y el independentismo existen porque CiU los lleva alentando y financiando con el dinero de todos desde los años ochenta.
Laura Freixas: «En todo nacionalismo hay un sentimiento de superioridad y un racismo latente» INCLUIDO EL ESPAÑOL que no acepta la diversidad.
En Catalunya que yo sepa, se acepta la diversidad y la diferencia. Me saben mal estos titulares. Es quastión de democracia y soberanias, poder.
Pues que sepas que te equivocas. El catalán independentista nunca ha aceptado al castellanoparlante, sea o no sea nacionalista español, lo ha soportado porque no le quedaba otra, y siempre mirándole por encima del hombro. El nacionalismo/independentismo/soberanismo es una idea fascistoide de pies a cabeza.
Vaya, todo lo contrario que los castellanoparlantes, que son una delicia de concordia y respeto por las otras lenguas, no digo ya en Toledo o en Burgos, sino en las propias comunidades con lengua autóctona. La última vez que pregunté el precio del billete del autobús en valenciano casi salgo a hostias con el conductor… me pregunto qué pensaría un madrileño el día que suba a un autobús y el conductor quiera echarle por no hablarle en kurdo. ¿Qué es eso de aprender la lengua propia del terruño? ¡A mí que me hablen en la mía, que para algo soy de la raza superior!
Relee mi post, yo hablo de la intolerancia del catalán independentista, no del que no es independentista. Es decir, el conductor de autobús que mencionas, es un facheta, tanto como los soberanistas. Es lo que llevo diciendo desde el principio, todo nacionalista es un tanto facha, independientemente de la nación que defienda.
Os recomiendo a todos este articulo de TONI COMIN (ex-socialista y ex Ciutadans pel Canvi de Maragall):
La independència, els de dalt i els de baix
TONI COMÍN | Actualitzada el 15/03/2015 20:49
Sovint s’explica la pluralitat de l’esquerra catalana pel que fa a l’eix nacional amb el següent argument: a Catalunya hi ha diverses esquerres perquè cadascuna participa d’algun nacionalisme, ja sigui l’espanyol o el català. Així, totes les esquerres partidàries de seguir a Espanya -ja siguin federals, confederals o autonomistes- estarien adscrites, poc o molt, al marc mental del nacionalisme espanyol. I totes les partidàries de la independència, adscrites al nacionalisme català. Dos nacionalismes oposats explicarien diverses esquerres, que en l’eix nacional, per tant, serien irreconciliables. Una explicació eficaç i que pot semblar coherent, però que diria que no ajuda gaire a comprendre bé la nostra realitat política.
Si les coses fossin així, la unitat d’Espanya seria un objectiu innegociable per a tots aquells partits de l’esquerra catalana que segueixen apostant per l’encaix espanyol de Catalunya. Però, per posar només un exemple, la mateixa ICV que fa pocs dies ha proposat una relació de tall confederal amb Espanya s’ha cuidat prou de fer saber que no exclou la possibilitat d’acabar apostant per la independència. De fet, aquesta setmana passada s’ha constituït formalment el corrent independentista dins de la formació ecosocialista. I també a EUiA i a Podem hi conviuen federalistes, confederalistes i independentistes.
Si les coses fossin realment així, la independència seria un objectiu incondicional i absolut per a l’esquerra independentista. Però els actuals líders d’ERC repeteixen una vegada i una altra que la independència només es justifica perquè és la millor manera que aquest país avanci de veritat pel camí de la justícia social i el benestar. El mateix partit que, tot i sent independentista, es va comprometre fa una dècada amb el projecte de reforma federal de l’Estat liderat per Pasqual Maragall.
Per això, crec que s’ajusta molt més als fets una tesi diferent, a saber: la gran majoria de l’esquerra catalana és, fonamentalment, no nacionalista -no tota, per descomptat, però si la major part-. I això val tant per als seus dirigents com per als seus electors. Què vol dir, això? Que per a aquesta esquerra l’eix nacional és instrumental en relació amb l’eix socioeconòmic (o eix dreta-esquerra). O, dit d’una manera més breu, que té l’eix socioeconòmic com a eix prioritari.
Per què, doncs, unes esquerres totes elles no nacionalistes arriben a conclusions tan diferents en l’eix nacional? Perquè, partint d’anàlisis diferents de la realitat catalana, uns arriben a la conclusió que la independència és massa arriscada per a una part de les nostres classes populars, mentre que els altres conclouen que en aquest país només hi haurà un progrés social sostingut si disposem d’un estat independent. Partint d’un compromís compartit amb el dret a decidir, totes aquestes esquerres opten per aquell camí que els sembla més convenient per a l’objectiu social -que també és compartit-, però acaben triant camins diferents.
Un bon amic d’ICV em deia fa poc: “El que em preocupa, en relació amb la independència, és que les elits catalanes controlin el nou estat més encara del que han controlat les nostres institucions durant l’etapa autonomista. Si quan hem format part d’Espanya anàvem justos de contrapesos, fora d’Espanya encara ens serà més difícil evitar que aquestes elits capturin les nostres institucions democràtiques”.
Una conversa amb amics d’ERC, ja fa temps: “Les elits catalanes estan esparverades amb el procés. Perquè, tradicionalment, ja des del segle XIX, el poder d’aquestes elits procedeix de la seva connexió amb la casta de Madrid, per dir-ho a la manera de Podem. Per això la immensa majoria dels patricis catalans són contraris a la independència. Perquè sense l’ajuda de la casta espanyola ho tindran molt més difícil per conservar la seva hegemonia. El Pont Aeri, vaja. No cal ser soci del Círculo Ecuestre per adonar-se’n! Per això Duran es resisteix amb dents i ungles a l’estat propi. I per això aquestes elits estan enfadades amb en Mas: el veuen com un dels seus que els ha deixat a l’estacada i intenten, nit i dia, que torni al camí correcte”.
D’aquesta discrepància en l’anàlisi en podem treure tres conclusions, senzilles però rellevants: les diferències entre les diferents esquerres no nacionalistes són estratègiques, més que no pas substancials (o ideològiques); l’objectiu últim -la justícia social-és coincident, i, pel que fa a les diferències estratègiques, no tothom pot tenir la raó, o no tothom pot tenir-la en la mateixa mesura.
No se’ns hauria d’escapar que les discrepàncies ideològiques i les estratègiques són de naturalesa molt diferent. Les primeres tenen a veure amb els valors: com que tots els valors -si són compatibles amb els principis de la democràcia- són igual de vàlids, totes les posicions ideològiques són igual de legítimes. Les opcions estratègiques i les anàlisis en què aquestes es basen tenen a veure més aviat amb la veritat: com que de veritat, en principi, només n’hi ha una, quan les anàlisis difereixen això vol dir que algú-o tothom- està equivocat. Segur que tots aquells que creuen que el camí més curt per arribar a un mateix punt és el seu no poden tenir raó alhora.
Qui té, doncs, la raó, en aquest debat de les esquerres no nacionalistes catalanes sobre l’eix nacional? Que les elits que haurien de veure CiU com el seu referent natural s’hagin distanciat de Mas no converteix Mas de la nit al dia en un polític d’esquerres, certament, però aquest distanciament sí que serveix per desmentir la tesi -tan estesa entre l’esquerra espanyola- segons la qual la independència és un projecte funcional per a les classes dominants catalanes. Que les elits catalanes tinguin tantíssims recels a deixar l’estat espanyol fa pensar que la independència de Catalunya -com la d’Escòcia-és una oportunitat sobretot per als de baix.
Perfecta muestra de la soberbia de los nacionalistas. Tú piensas que, o todos los lectores de JotDown saben catalán, o bien que van a hacer el esfuerzo de entenderlo, porque tú les recomiendas el artículo, que pone a bien a la independencia. Esa soberbia está presente en todos los nacionalismos, el catalán, el español, el zimbawés y todos los demás.
Y el artículo en sí, pues es un panfleto. Escrito por un politicucho, que primero fue de los sociatas catalanes, el partido que está más perdido de todos, y que luego se fue con Maragall (hermanísimo), un político profesional de esos que no saben hacer otra cosa que cobrar por no trabajar. El autor defiende lo imposible: que es posible ser de izquierdas e independentista. Es como decir que se puede ser negro y del KuKluxKlan. La ideología de izquierdas es integradora, internacionalista, está por los derechos de los trabajadores. La ideología independentista/nacionalista es segregadora y está por los derechos de los dirigentes. Incluso esto lo intenta negar el artículo, diciendo que «los de abajo» (así de feo lo dice: «los de abajo», no dice los trabajadores, o la gente con pocos recursos…) serán los más beneficiados por la independencia. Menuda trola. Los catalanes no nacionalistas, es decir la gran mayoría, sabemos que mientras la izquierda siga usando la independencia como cuestión estratégica para captar votos (así lo explica el artículo) no habrá políticas de izquierda, pues todo se supedita a la nación. Vaya como ejemplo el abrazo de David Fernández a Mas el día de la consulta. Y eso, la imposibilidad de poner en práctica políticas sociales mientras la independencia sea la cuestión estrella, eso demuestra, una vez más, que el soberanismo beneficia a la derechona ultraconservadora que se resiste a dejar la poltrona, y no a los trabajadores, que ven cómo esa élite política fascistoide les arrebata sus derechos.
Pese al titular, no es de nacionalismo de lo que más me parece que hable… o quizás sí, pero su reivindicación no es política sino de reacción a la cultura machista. Ella misma compara ambas reivindicaciones en un momento, y se decanta por la suya como más importante. A mi me parece que en todas las luchas de liberación late el deseo profundo y justo de un mundo mejor, de justicia, de libertad, de felicidad plena y duradera. Las utopías, más o menos materialistas, han surgido siempre en momentos de grandes crisis, como el actual. Y da la impresión de que la solución que se propone es la misma en todos los casos, si tenemos el poder y la riqueza, podremos liberarnos. Si tenemos un Banco Central propio podremos liberarnos de las políticas económicas alemanas, por ejemplo. Si tenemos un Parlamento propio con todas las competencias legislativas podremos construir nuestra tierra prometida y feliz. Pero vivimos en un mundo donde todo parece ser escaso, si toda la humanidad viviera como las sociedades desarrolladas, con sus miserias incluidas, necesitaríamos tres planetas como el nuestro para extraer los recursos. ¿Entonces? entonces nuestra liberación lleva consigo la desconfianza hacia el otro que va querer arrebatarnos lo que es nuestro, porque no hay para todos. Hay un egoísmo muy grande de fondo en todos estos movimientos, políticos o no, y las soluciones que proponen de buena fe y de forma ilusionada y esperanzada. A mi modo de ver la liberación no puede venir así, tendrá que venir de una compresión mejor de la Naturaleza y de nosotras y nosotros mismos, animada por el servicio y el respeto a los demás seres vivientes, que nos permitan descubrir la infinita abundancia en la que nos hallamos inmersos y que experimentamos como escasez y alienación por nuestra profunda ignorancia. Pienso que tal vez sea el momento para una nueva revolución del calibre de la renacentista que traiga consigo el descubrimiento de nuevas e insospechadas perspectivas, el surgimiento de nuevos e insólitos mundos nunca antes imaginados, que habrán de cambiar radicalmente nuestro aún no resuelto geo (y cualquier otro) centrismo. Desde Madrid, con mucha simpatía.
El Juan de las 16:26 y 15:56 miente, dice poco, pero es falso en su totalidad. I si, queremos ser independientes, para administrarnos, nuestra cultura, nuestra riqueza o pobreza, nuestras carreteras, aeropuertos, escuelas, hospitales, porque también podemos hacerlo tan bien o tan mal como quienes nos administran ahora , que no nos aceptan como somos, y que nos toleran interesadamente. Y que nos llamen nacionalistas, nazis, fascistas, o lo que quieren, somos, queremos ser catalanes, nada más, y ya lo queríamos ser cuando nos gobernaba Franco. Asi de sencillo, asi de corto.Salud y felicidad para todos mientan o digan verdad.
Otro comentario típico de un independentista, que demuestra su tolerancia: cuando les llevas la contraria, es que mientes. «Queremos ser catalanes y nada más…» Vaya empanada la vuestra.
Está clarísimo. No entiendo cierta crítica al titular. Por cierto, lo verdaderamente criticable es que estas palabras en la entrevista no las diga más gente.
Eso es lo criticable. Saludos
Viendo el titular, toda la entrevista -en lo que se refiere al independentismo catalán- era previsible y su lectura así me lo ha confirmado. Me temo que al igual que muchos que hablan del tema sin haber reflexionado profundamente, la entrevistada se contenta con juicios simplificadores. Claro que éstos son artefactos para no tener que pensar -y el consiguiente esfuerzo- sobre cuestiones que plantean contradicciones. Si reduce el asunto a sentimientos de superioridad y racismo, lo mejor será que se guarde su opinión en lo sucesivo, no sea que sus posibles lectores nos demos cuenta de su escasa sensibilidad y puerilidad.
Lo que pasa es que debes independentista, y por ello no ves que en el fondo, el nacionalismo/soberanismo es una cuestión de superioridad y racismo. Mucho me temo que tras largas exposiciones a la doctrina catalanista, has dado por buenos sus artefactos para no tener que pensar, pero a la que a esos argumentos soberanistas les quitas la pasión y les pones algo de razón, se desmoronan completamente.
El nivel de los comentarios de la entrevistada es sorprendentemente bajo. Es muy sorprendente. No me lo explico, ¿cómo es posible escribir durante 30 años y exponer razonamientos tan pueriles? Esta señora mezla todo sin rubor.
Supongo que los Juegos Olímpicos son la máxima expresión del sentimiento de superioridad y el racismo latente. ¿Se sienten superiores realmente los seguidores de Surinam cuando apoyan a su equipo en un partido contra Brasil? Puede ser. Mientras tanto, yo dejaré de ir al teatro porque ese rato mejor lo ocupo luchando contra la violencia de género. Alguno me dirá que puedo ir al teatro si en la obra muere alguien, pero no frivolicemos
Que razón tiene esta señora respecto al nacionalismo, a mi entender es uno de los cánceres de la sociedad, quizá el más grave de todos, teniendo en cuenta que uno no elige donde nace ni la educación recibida , me llama la atención que se reivindique como algo elegido y mejor el propio que el ajeno, cuando no deja de ser una casualidad, nacer en Cataluña, Albacete o Nueva York .
El nacionalismo no deja de ser el germen del fascismo, ya conocemos como acaba la película, siempre mal.
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Tiene toda la razón en remarcar que el hombre es considerado como la categoría universal pero la mujer es una categoría en sí misma. Esto lo decía muy bien Simone de Beauvoir al principio de El Segundo Sexo. Lo femenino siempre se ha atribuido a adjetivos débiles y negativos. El lenguaje es muy importante porque perpetúa muchos fenómenos sobre los que no reflexionamos.
En cuanto efectos prácticos, ¿no debería el lenguaje adaptarse a los cambios que suceden? Por supuesto que es pesado decir “ellos y ellas” todo el tiempo, pero podrían introducirse cambios para que se englobe a todo el mundo sin usar el masculino. Como humanos somos reticentes a los cambios, pero si se observa el castellano que se hablaba en la Edad Media respecto al que se habla ahora, las diferencias son abismales, por lo tanto no es tan descabellado. Aunque ha sido el fruto de muchas generaciones y muchos siglos de cambios pequeños…
La biología no puede utilizarse como pretexto para asumir diferencias que son fruto de la cultura. Hay diferencias biológicas entre hombres y mujeres, pero no son ellas las que justifican la desigualdad y los prejuicios de géneros que se siguen manteniendo hoy en día.
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Totalmente de acuerdo en lo que al nacionalismo se refiere. Cualquier nacionalismo es estúpido, soberbio, supremacista y excluyente.
En desacuerdo con lo que dice sobre las mujeres. Señora, claro que son terribles las muertes (escasas, pero aún así terribles en sí mismas) de mujeres a manos de hombres. Como lo son los casos de hombres inocentes con las vidas destrozadas (no físicamente, pero muy profundamente) por mujeres mentirosas. Como lo son los hombres que mueren a manos de mujeres o de otros hombres, o las mujeres que mueren a manos de otras mujeres. Las mujeres no son mas santas que los hombres ni hay especial empeño por parte de éstos en odiar, oprimir o destruír a las mujeres, no más que el que un número equivalente de mujeres ponen en odiar, oprimir o destruír a los hombres.
Y esto es porque la condición humana es la que es (capaz de lo mejor y de lo peor) en hombres y en mujeres. ¿O es que ellas son más buenas y ellos más malos por naturaleza? ¿Está insinuando esa memez?
Señora, no critique el nacionalismo (totalmente merecedor de crítica, por otra parte) mientras defiende otra ideología igual de estúpida y discriminadora, que como todas las ideologías percibe la realidad en términos de una construcción mental y no de lo que la realidad efectivamente es.
El verdadero problema, que no solucionaremos hasta que seamos conscientes de él, es que la realidad de las cosas no se interpreta caprichosamente desde ninguna ideología (siempre sectaria y parcial por definición), sino desde la misma y pura realidad.
Por cierto, otro mal muy extendido es el victimismo, que podemos ver perfectamente tanto en la entrevistada como en los nacionalistas a los que critica (y que a su vez se relaciona con el subjetivismo extremo de la modernidad, según la cual la realidad consiste tan sólo en lo que yo «siento» sobre ella, sin criterio objetivo). «Todo el mundo odia a los catalanes/españoles/etc.». «Todo el mundo odia a las mujeres/hombres». Y a la vez, paralelamente: «los catalanes/españoles/etc. somos mejores/más democráticos/más abiertos/más buenos/más inteligentes/etc.». «Las mujeres somos mejores/más buenas/más pacíficas/más incapaz de dañar o matar/etc.» (por supuesto, nunca se dice de modo abierto, y muchas veces ni siquiera se es consciente, pero en el fondo es lo que hay).
Los psiquiatras dicen que el narcisismo es uno de los cuadros psicológicos más extendidos en nuestro tiempo. ¿A alguien le extraña? Se trata de yo, yo y después yo (o nosotros/as, que no es sino una forma de justificar una actitud egocéntrica mediante un subterfugio de extensión colectiva).