La psicología es una ciencia fascinante por muchas razones, una de las cuales es encontrarse atravesando por una especie de adolescencia, de la que tiene muchos síntomas. El hecho de no estar aún bien consolidada como disciplina científica «adulta» la hace indiscutiblemente todavía más atractiva; no solo se debate entre un arsenal de incertidumbres y complejos sobre su propia naturaleza (del cual es muy evidente el de la «bata blanca»), sino que se abren multitud de apasionantes incógnitas sobre su propio objeto de estudio, que van cambiando casi a diario dada su amplitud y complejidad. El resultado es un crecimiento desigual, confuso en ocasiones y conflictivo, como si se tratara de una pubertad en la que uno ha de encontrar su lugar en el mundo atormentado por preguntas existenciales.
Algunas de ellas han generado agrias polémicas, cismas y corrientes divergentes, como la clásica cuestión alrededor del individualismo frente al peso del cuerpo social en el desarrollo de la persona: ¿cómo influye la colectividad en la que crecemos en nuestro propio desarrollo psicológico? ¿Hasta qué punto somos «libres» de elegir o en cambio somos criaturas restringidas por nuestra época y cultura? No hace falta tener un máster para encontrarle las cosquillas políticas a este problema, lo que contribuye a complicarlo aún más. El caso es que si nos arremangamos para profundizar en esto nos tropezamos con otro de los ejes principales en que psicólogos, investigadores y aficionados se tiran los trastos a la cabeza. ¿Qué es lo que puede estudiar satisfactoriamente la psicología? El acercamiento cientifista parte de aquello observable, del sustrato biológico y se centra únicamente en procesos básicos como atención, memoria o el estudio de las funciones cerebrales hurgando en los sesos de la gente. Sin embargo, hay un abismo que separa todavía lo que conocemos en este terreno de los procesos psicológicos superiores, tan subjetivos e inatacables ellos, como el pensamiento, la abstracción o el lenguaje. Pues bien, resulta que en la época y el lugar más insospechado tuvo lugar un único e irrepetible estudio alrededor de estos asuntos de resultados bastante interesantes. Estoy hablando nada menos que de Uzbekistán, 1931.
Sí, amigos, en la antigua Unión Soviética se pone de manifiesto esta cuestión y además lo hace en formas bastante peligrosas, por lo que astutamente he elegido este escenario de emociones fuertes y montañas … rusas —risas en lata aquí— para ilustrarla. Dedicarse a la ciencia en la URSS podía meterte en graves aprietos si cometías la torpeza de centrarte exclusivamente en tu trabajo y no atender a las implicaciones políticas de las conclusiones, por lo que la investigación se convertía en una especie de ruleta…rusa. Ya, ya paro, prometido.
A falta de teología con la que discutir sobre sexo de los ángeles, la psicología podía resultar comprometida por poner en entredicho o interpretar libremente alguno de los supuestos teórico-prácticos fundamentales del marxismo. Y ya saben lo que pasa cuando uno ataca las bases del dogma: tomar postura en este debate te podía costar muy caro, ya que sugerir una vía alternativa a la doctrina oficial conllevaba sorpresitas en forma de ostracismo, condena y olvido. El Partido podía borrarte de la foto de un plumazo, camarada, esgrimiendo la espantosa acusación de «idealista», que aunque parezca ridículo era un asunto muy serio. Así que los grandes de la disciplina en la URSS tuvieron que hacer juegos malabares para poder seguir dedicándose a la investigación de lo suyo.
Y el caso es que los grandes de la psicología soviética eran bastante grandes. Al estallar la revolución y fundarse la nueva sociedad sobre principios marxistas, oficialmente la doctrina era el materialismo dialéctico. Si se fijan bien, materialismo implica conocimiento sobre la realidad material basado en la experimentación, mientras que la dialéctica —tesis, antítesis y síntesis de Hegel— tiene una dimensión social del tamaño de la catedral de Burgos. Esta discrepancia abre la pregunta de cómo se transforma un pequeño bebé soviético, todo biológico y material él, en un socialista inserto adecuadamente en la colectividad. Como fuere que Marx pasó de considerar este asunto, la dirección del Partido decidió que ni puñetera falta que hacía: el Instituto de Ciencias de la URSS determinó que la única línea a seguir eran los estudios de Pavlov sobre reflexología, más conocidos como los de perritos salivando. Así que solo la psicología fisiológica era científica y marxista, curioso y paradójico paralelismo con la por entonces naciente corriente conductista en los EE. UU.
Y aquí aparece un señor genial, Lev Vygostki, a llevar la contraria. Sin haber completado unos estudios formales de psicología, Vygotski puso patas arriba la comunidad científica de su época. Y eso que tuvo tiempo limitado, ya que murió de tuberculosis con treinta y siete años. Lector de Freud y Piaget, además de interesado en filosofía, literatura y teatro, propuso un modelo conocido como psicología socio-histórica, que defiende a grandes rasgos que el desarrollo intelectual y el aprendizaje del lenguaje en el niño no son un todo sino que corren paralelos, siendo este último no solo una herramienta para comunicarse con los adultos, sino para interiorizar la cultura de los que le rodean y desarrollar así su pensamiento racional. Esto a Vygotski le parecía mucho más marxista, dónde va a parar, pero las autoridades comunistas no estuvieron de acuerdo. Aquello no era científicamente comprobable y más bien poco «materialista», por lo que su obra cayó en el olvido hasta hace pocas décadas en que se descubrió en Occidente la versión uncensored. Paradójicamente, la dimensión social de la psicología no interesaba en un estado socialista.
Sin embargo, pocos años antes de fallecer en 1934, ideó un experimento crucial junto con sus colegas Leontiev, Zajárova y especialmente el gran Alexander Luria, que finalmente fue quien lo dirigió porque Lev no andaba fino de salud. Este neuropsicólogo se convirtió en uno de los más ilustres investigadores de la URSS y fue frecuentemente invitado a congresos internacionales; durante muchos años mantuvo correspondencia con Oliver Sacks, con el que compartía su pasión por el estudio de las lesiones cerebrales. Precisamente fue este campo de estudio de Luria, las lesiones cerebrales (para el cual contó con abundante material en cuanto estalló la Gran Guerra Patriótica), el que le permitió esquivar la prohibición que cayó sobre la obra de Vygotski. Al fin y al cabo, el cerebro es una cosa material, ergo científica y marxista. También le ayudó mantener en secreto los resultados de su investigación en Asia Central, que no publicó hasta 1974 en el libro Los procesos cognitivos. Análisis socio-histórico. Se dedicó a mantener pues un perfil más bien bajo teniendo en cuenta además que era judío —condición que se convirtió en delicada a mediados de los 4cuarenta— y psicoanalista, doctrina condenada por pequeñoburguesa por el PCUS.
Uzbekistán en 1931 era poco más o menos como la describe Borat: una región de Asia Central que permanecía prácticamente en el medievo, con una economía agraria, organización tribal, analfabetismo, islamismo y tradición por todas partes. La Revolución acababa de llegar allá de manos de técnicos del Partido, desembarcando con todas sus nuevas ideas sobre propiedad colectiva, marxismo y educación. Se construyeron escuelas, hospitales y carreteras con la misión de convertir a aquellas gentes en una sociedad moderna y socialista en una generación. Toda esta reforma de choque la pilotaba una minoría rusa instalada en la zona compuesta por intelectuales, ingenieros y profesionales. Así que era un escenario poco menos que único en el que convivían formas de vida tradicionales con otras propias de sociedades industrializadas. Todo un pastelito para unos investigadores sociales como Marx manda.
El objetivo del estudio era precisamente comprobar las hipótesis de Vygotski sobre el desarrollo de las funciones psicológicas superiores, en especial el pensamiento y el razonamiento abstracto. El procedimiento consistió en realizar un buen montón de entrevistas a campesinos, pastores de camellos y mujeres que vivían prácticamente encerradas en sus aldeas sin haber recibido ningún tipo de enseñanza, en las que se les planteaban algunos problemas lógicos a resolver. Los mismos problemas se requirieron también a campesinos incluidos en programas de alfabetización y misiones pedagógicas. Las respuestas de los primeros son bastante gráficas:
Abdurjamán, de treinte y siete años, aldea de Kashgaria.
P: El algodón puede crecer solo donde hace calor y el clima es seco, en Inglaterra hace frío y humedad, ¿puede crecer allí el algodón?
R: No lo sé.
P: Piénselo.
R: Yo solo estuve en Kashgaria, no sé otra cosa.
P: ¿Pero de mis palabras se puede sacar alguna conclusión?
R: Si la tierra es buena allí, crecerá el algodón, pero si es mala y húmeda, no crecerá. Si es como en Kashgaria, también crecerá. ¡Si la tierra allí es blanda, claro que crecerá!
Campesino, treinta años:
P: Todos los osos son blancos allá donde siempre nieva. En Novaya Zemlya siempre hay nieve. ¿De qué color son los osos allí?
R: Solo he visto osos negros y no hablo de lo que no he visto.
P: Pero, ¿qué implican mis palabras?
R: Si una persona no ha estado allí no puede decir nada en palabras. Si un hombre tuviera sesenta u ochenta años y hubiera visto un oso blanco y me lo contara, le podría creer.
Cuando les señalaban imágenes geométricas, los pastores uzbecos las nombraban como objetos de uso habitual, y agrupaban objetos en función no de categorías, sino de situaciones prácticas cotidianas. Los investigadores rusos encontraron que los campesinos analfabetos utilizaban un tipo de inteligencia práctica basada exclusivamente en su experiencia y eran completamente ajenos al razonamiento abstracto y los silogismos lógicos propios de aquellos que habían sido escolarizados. Luria concluyó por tanto que mediante el aprendizaje se modificaban la estructura de los procesos cognitivos, desarrollando nuevas capacidades psicológicas. En otras palabras, que Vygotski estaba en lo cierto y los procesos psicológicos están mediados culturalmente.
Este experimento no ha estado exento de críticas una vez que salió a la luz, algunas de ellas bastante fundamentadas, como el hecho de que los campesinos analfabetos se expresaran en uzbeco mientras que los funcionarios, investigadores y personal ayudante lo hacían en ruso; no se tuvo en cuenta si los sujetos eran bilingües o no, ni el hecho de que la educación formal fuera en ruso. Por otro lado, acudiendo a la teoría de Vygotski, el propio Luria se encontraría limitado por su propia subjetividad producto de su situación histórica y cultural y podría haber pasado por alto la relación social entre él y los sujetos. ¿Lo verían como peligro potencial? ¿O por el contrario tratarían de agradarle cooperando en exceso? ¿Podrían estar mediatizadas esas respuestas? También ha sido etiquetado como polémico, pero generalmente es una objeción desde la trinchera política opuesta, que en cuanto huele la palabra marxista lo ve todo rojo (valga la redundancia). Sin embargo, el estudio se ha replicado en otras condiciones (por ejemplo en Sudáfrica en 1984) obteniendo casi idénticos resultados.
Como se puede ver, la cuestión no está ni mucho menos resuelta, aunque sí parece que la tesis de los psicólogos rusos no anda desencaminada. Sin embargo, a pesar de que podían utilizarse para bendecir las políticas de colectivización agraria, los resultados de estas expediciones permanecieron ocultos y censurados por las autoridades estalinistas, por diversos motivos. No solo sostenían los «idealistas» postulados de Vygostki, sino que el ascenso en Alemania del NSDAP empujó a la diplomacia soviética a negar cualquier tipo de teoría que afirmara diferencias raciales o nacionales…así que el estudio pasó a ser sospechoso de querer sugerir algo feo.
Luria sufrió pacientemente la censura hasta el deshielo de Jruschev y prosiguió pues por otros derroteros más fisiológicos, entre los que se encuentran el famoso caso del subteniente Zasetski, al que trató durante veintiséis años de las graves lesiones resultado del balazo que le destrozó la zona parieto-occipital izquierda del cerebro. O el de Solomon Shereshevsky y su memoria prodigiosa, que padecía una fuerte sinestesia que le dificultaba olvidar las cosas. Hay que reconocer no solo la brillante trayectoria científica de nuestro personaje en un contexto tan represivo y totalitario, sino también la fidelidad a sus orígenes intelectuales y a las tesis de su maestro. Nunca renunció a la psicología socio-histórica ni al psicoanálisis por mucho que tuviera que enterrarlo: se cuenta la anécdota de que Cesare Musatti, presidente de la asociación italiana de psicoanálisis, visitó Moscú y preguntó allí por el hecho de que esta disciplina estuviera vista como reaccionaria en la URSS mientras que en Italia se asociaba con la izquierda. Luria le dio la versión oficial y al salir, fue al guardarropa y se puso el abrigo de Musatti, no se sabe si deliberadamente o en lapsus freudiano. Sí, podría ser accidental, pero hablamos de un congreso de psicoanalistas. Sea como fuere, el trabajo de Luria siempre mantuvo un carácter global, más allá de la pura neurología y del reduccionismo biologicista, y nunca abandonó esa dimensión social y subjetiva sin la cual la investigación en psicología está pura y simplemente coja; sus descripciones detalladas de casos, al igual que los de Sacks, son casi literarias. Luria no tuvo nunca problema en integrar ambos mundos, actitud imprescindible si uno desea acceder a una comprensión más completa de lo que constituye un ser humano.
El estereotipo es que los uzbecos aprenden dos cosas de sus padres: a montar a caballo y a decir la verdad. Si hay algo de cierto en eso, es posible que por asegurarse de hablar con la verdad, intenten remitirse solo a la experiencia.
Muchos idiomas tienen marcadores de «información de segunda mano». Por ejemplo los mapuches dicen akuy (llegó, me consta), pero akurkey (dicen que llegó, no me consta, me lo contaron) y akurkey (al parecer llegó, no me consta, pero su paraguas está en la entrada).
No soy ningun experto en Vygotsky ni en la academia sovietica, pero queria comentar:
1. La vision que das de la psicologia sociohistorica es bastante errada.
2. Solucionar la Union Sovietica de un plumazo pintando a Vygotsky y Luria como heroes de pensamiento libre en un pais totalitario, oscuro y represivo es bastante, bastante, pero bastante aventurado.
3. La anecdota del abrigo. En fin. Por tu otro articulo, intuyo que tienes preparacion psicoanalitica y psicoterapeutica,, y eso esta muy bien, pero… no.
Un saludo.
1.- ¿Podrías desarrollarlo más? Me interesa mucho este contraste.
2.- «Solucionar la Unión Soviética» es un objetivo muy ambicioso que desborda las pretensiones del artículo.
3.- Soy psicólogo y psicoterapeuta, aunque no de formacion psicoanalítica, sí estoy familiarizado con sus postulados. La anécdota es simplemente una anécdota, cada uno que la interprete como quiera, obviamente no tiene por qué ser un acto fallido sí o sí, pero aquí se relacionaba con ese cripto-psicoanalismo que le atribuyen a Luria desde los años 20, que es el fondo de la cuestión.
La consideración marxista de la psicología vygotskyana es compleja (ver por ejemplo Veresov, 2005: Marxist and non-Marxist aspects of the cultural-historical psychology of L. S. Vygotsky ), pero desde luego fue más aceptada en su época de lo que sugieres y no tan terriblemente censurada. De hecho, hoy día se tiene la visión de su trabajo no como el trabajo único de una mente genial, si no como producto de un complejo y amplio grupo de investigadores en muchas universidades soviéticas que trabajaron mas o menos juntos durante años. Es lo que se conoce como el Círculo de Vygotsky (por ejemplo, este artículo http://goo.gl/KDQ0Uk). Así que tan reprimidos no estaban, como sugieres (literalmente dices «contexto tan represivo y totalitario»)
Y a eso me refería con solucionar, quizás no fue la expresión mas adecuada. Decía que un país tan complejo con una academia que aún está del todo por estudiar en profundidad, no puedes limitar la contextualización a dibujarlo como una dictadura horrible y monstruosa, donde proponer un paradigma psicológico equivocado te podría hacer acabar en el gulag. Y hombre, eso es bastante aventurado, especialmente cuando todos, como ya he dicho, los discipulos de Vygotsky siguieron trabajando, publicando y viajando a congresos internacionales americanos (cuanta represion!). Si que es cierto que no eran muy populares durante años, y también que parece ser que a Luria lo echaron de un puesto por judío en los 50, pero el tema requiere un análisis mas pormenorizado. También otras escuelas fueron marginadas en occidente, y en los 50 en USA hubo una caza de brujas, pero nadie limita el análisis de ese país a totalitario y oscuro. (para una discusión del tema de la represión en vygotsky: http://goo.gl/A9avwX)
Sin ofender, pero no me vale lo de la anécdota es la anécdota y cada cual que interprete. Esto es como un titular que vi en un periódico regional: «El 70% de los crímenes en la ciudad X los cometen inmigrantes». Y ya cada cual que interprete, nosotros damos el dato… Después de tu dibujo de la URSS y afirmar que Luria «le dio la versión oficial» pues colocar esa anécdota es de todo menos soltar un dato «neutral». Además de ser de dudoso gusto me parece, sin ánimo de polemizar, de un psicoanálisis un poco vulgar.
Y no me he metido en tu explicación del modelo sociohistórico, pero también me parece bastante limitada.
Ah, y si en otro comentario con el artículo de Luria te refieres a la investigación de Uzbekistán, apuntar que en España está publicada por lo menos por Akal (es la versión que tengo yo, no se si habrá más). Y las obras escogidas de Vygotsky en Machado. Aún así, otra consideración que se tiene hoy día sobre sus obras es que aún no se sabe demasiado bien que escribió él, que fueron añadidos a posteriores de sus obras y demás, por lo que para tomarlo más en serio habrá que esperar a las traducciones comparadas (p.e: http://vygotski-traducido.blogspot.com.es/2012_07_31_archive.html)
Un saludo y gracias por contestar.
Ah, y la única referencia que no puse link también estaba en el blog este:
http://vygotski-traducido.blogspot.com.es/search/label/Aspectos%20marxistas%20y%20no%20marxistas
En primer lugar, darte las gracias a ti por molestarte en contestar tan extensamente. Caramba, para no saber mucho de Vygotski…empiezo a pensar que el artículo se está leyendo en diagonal o quizá no he sabido expresar la idea correctamente. Es evidente que Vygotski es el núcleo central alrededor del cual se reúne un grupo excepcional de investigadores; de hecho cuando hablo del experimento en sí creo que queda bastante claro que Lev dirige y coordina un grupo de científicos. También menciono que ambos eran ideológicamente marxistas, y que el marxismo científico influye en sus planteamientos teóricos, lo cual me parece estupendo (la historiografía marxista, por ejemplo, ha dado bastantes “días de gloria” a la disciplina en manos de británicos sin ir más lejos). Cuantos más paradigmas mejor.
Pero también es cierto que los trabajos de Vygostki y su círculo, por brillantes que fueran, que lo son, en algún momento hacia mediados de los años 30 se convirtieron en incómodos para las instituciones soviéticas, que fueron etiquetados de “idealistas” por su heterodoxia dentro del marxismo, que las conclusiones del estudio de Uzbekistán no se publicaron y que esa línea de investigación quedó en el olvido hasta mediados de los 70. Oficialmente dejó de existir. Evidentemente Luria – como también comento en el artículo – salía al extranjero a congresos y ponencias y era un científico de gran relevancia, pero en el campo de la neuropsicología y el estudio de los procesos cognitivos desde esta perspectiva. La demostración de que no había olvidado las teorías sobre la psicología sociohistórica las tienes en que 40 años después publicó el resultado de su estudio de 1931. Está claro que no les pegaron 4 tiros, pero no es necesario este extremo para hablar de represión – a Galileo tampoco lo quemaron precisamente, una cosa no quita la otra -. La URSS estalinista era una dictadura represiva y totalitaria, y eso es un hecho probado, duela más o menos, pero ese terreno nos aleja de la psicología y nos mete en el fútbol-política. Que se producía ciencia de alto nivel también es un hecho probado. No son incompatibles, la ausencia de libertad creadora no coarta del todo la producción científica, aunque la empobrece. Ni tampoco es incompatible con que la ciencia estadounidense esté a su vez influida ideológicamente – por ejemplo el conductismo o el cognitivismo típicamente americanos -, y esto nos mete en el debate sobre la subjetividad de la ciencia, que es otra historia. De hecho escribí el artículo precisamente para poner en contacto a los lectores con unos psicólogos y unas investigaciones prácticamente desconocidas a causa de la doble censura sufrida; la soviética y después la occidental, y es una lástima, porque el experimento es fascinante y los investigadores excelentes. No se conoce prácticamente nada sobre psicología soviética, como tú mismo mencionas, no se conoce exactamente qué escribió cada uno, y creo que hay aún como 80 obras de Vygostki sin traducir.
Por otro lado, me llama mucho la atención tu ensañamiento con la anécdota… ¿qué es lo que encuentras de “dudoso gusto”? Para mí tiene relevancia desde el momento en que la confusión se interpretó de esta manera, y si alguien – que no soy yo – hizo esta atribución de “psicoanálisis vulgar” al incidente, pero como digo no por el contenido en sí, sino porque parece trascender que en círculos científicos cercanos era vox populi que Luria no había renunciado a su “sustrato psicoanalítico”, por decirlo así.
Sobre la explicación del modelo sociohistórico, pues me sigue interesando mucho. Lo que sí te pediría es que consideraras que ponerme en un artículo de 2000 palabras y gracias – no sé qué pensarían en Jotdown si les entrego algo de 4.500, por decir algo – a explicar en profundidad la teoría de la doble formación de Vygostki y compararla con Piaget y el desarrollo cognitivo del niño, las implicaciones socio-culturales que tiene, los trabajos de otros autores y etcétera…es un artículo de ciencia pero no es estrictamente científico sino más bien divulgativo. No me sorprende que te parezca limitado: hay que comprimir, sintetizar y resumir y en este proceso siempre se pierde precisión. Además es muy difícil. Si quieres en privado lo comentamos, no sé. Como prefieras.
Perdón por el tocho y de nuevo, gracias.
Parece mentira que aún en el año 2015, más de veinte años después de la desaparición de la Unión Soviética y del tan publicitado «fin de la historia», no se pueda enfocar un artículo sobre ciencia en la URSS sin caer en el maniqueísmo y el anticomunismo más barato. Estaría bien empezar de una vez a contextualizar la experiencia soviética en base a una historiografía seria, con un enfoque menos infantil y sesgado para ello.
Tiene usted razón, parece mentira. La historiografía si quiere se la comento en privado, he estado consultando diversos artículos (incluido el de Luria, que no es fácil de encontrar, por cierto) sobre la investigación, algunos occidentales son directamente acusaciones a Luria y Vygostki de connivencia con las hambrunas de los años 20-30, totalmente sesgadas. Este artículo estaba planteado desde la psicología y no desde la política.
Me chirría bastante todo esto. Por lo demás si al materialismo dialéctico le llamas doctrina, como le llamas al psicoanálisis, también doctrina? En fin, no soy especialista y no puedo opinar mucho, pero la visión de la URSS es al menos reduccionista. Si el panorama fuera el que se pinta aquí no tendría explicación que un país, o una federación, hundida en el feudalismo hasta principios del XX se convirtiera en poco tiempo (desde una perspectiva histórica) en una potencia mundial en algunas ciencias, en el desarrollo social y en deportes individualistas como el ajedrez. Creo que será difícil enterarse alguna vez de lo que fue la URSS.
El Partido Comunista soviético adoptó el materialismo dialéctico como doctrina oficial, efectivamente; el darwinismo social también derivó en doctrina en los países occidentales de principios del XX y a nadie le da por poner el grito en el cielo o inferir un descrédito al trabajo de Darwin. La producción científico-técnica soviética es muy estimable, sin duda, y habitualmente menospreciada o silenciada en Occidente dado el fuerte prejuicio existente a todo lo que viene de allá – la investigación del artículo es un ejemplo palmario -, pero eso no es excluyente con el hecho de que la heterodoxia en investigación se pagara cara. Lo cual bien mirado, aumenta aún más el mérito del esfuerzo científico ruso.
Interesante artículo. La censura política sobre la ciencia queda en el transfondo.
Siendo más pragmático, me pregunto si en la España actual existiría algún colectivo en el que aplicar un experimento similar, orientado a temas prácticos como el uso del sistema sanitario, o qué esperar de los políticos.
Esta teoría me ha hecho recordar el crecimiento del IQ a lo largo del tiempo en las sociedades con un sistema educativo formal. Este hecho podría ser una confirmación en toda regla de las teorías de Vigotski, ¿no es así?
Saludos,
Como el chiste, el CI es lo que miden las pruebas de CI. Si consideramos «inteligencia» la capacidad de resolver los problemas que plantea el entorno, y cuánto más rápida y eficientemente mejor, sospecho que el bosquimano promedio le da unas mil vueltas al parisino promedio con toda su educación formal y Descartes y Louvre. Y como la presión de selección por inteligencia está sobre el bosquimano más que sobre el parisino (que se las puede arreglar con una linda cara o una linda billetera), al cabo de unas cuantas generaciones…
Conclusión de nuestro amigo Alejandror: los comunistas son tope chungos. Eran súper materialistas porque tenían la absurda idea de que los avances científicos tenían que tener algún tipo de utilidad social (malvados hijos de puta).
No como en «Occidente» (y entendamos por Occidente el bloque de países capitalistas) que por aquellas fechas nos montábamos unas juergas espiritistas, con sus ectoplasmas y sus putas. De la leche. Eso sí que era libertad, chavales. Supeditar la ciencia a las necesidades de la nación. ¿Cuántos años años podría tener España por entonces, 2000, 3000, 20000 años? Éramos una cultura milenaria. Ahora… ¿qué somos ahora? Tanto materialismo dialéctico nos ha podrido el cerebro. Malditos comunistas. Son como ese tal Darwin, ¡¡infieles!! Alajú ajbar, hostias.
Desterremos de una vez el materialismo científico de nuestras vidas, que como se deduce del artículo de Alejandro parece ser algo aterrador. Volvamos al chamanismo. Con dos cojones. Volvamos a la patria milenaria, a las curaciones esotéricas, a los rezos y al garrote. ¿Materialismo científico? No. A mí no me engañan.
Gracias Alejandro por abrir los ojos del mundo occidental, de ESPIÑA en general y de este humilde patriota en lo particular.
Materialismo científico = caca; hay que volver al tótem. Mira que se lo digo a mis colegas y no me hacen caso.
(en Inglaterra hace frío y humedad, ¿puede crecer allí el algodón?)
No le cree, yo tampoco lo creeria si no hubiera ido. Necesita verlo por si mismo.
(En Novaya Zemlya siempre hay nieve. ¿De qué color son los osos allí?)
No implica que no haya osos negros.
El comunismo es oscuro, por eso se fue al carajo. Eso es lo que no entendeis los materialistas.
La música del capitalismo es inigualable, puede que agote, sí, pero mirad a vuestro alrededor, lo que teme el hombre es el vacío, las tardes grises y aburridas, los largos discursos y esas horribles marchas militares. uf!!
Todas vuestras peroratas me hacen bostezar, no valen lo que un día brillante en la feria. Pim, pam, pum!! Bailar!! Brillante!!
El capitalismo gana otra vez!!
La de cosas que podrían haber aprendido los psicólogos soviéticos (y supongo que los actuales, pero no está probado) de los comentarios de este artículo o, en general, de los de cualquier otro. Eso sí, una exposición prolongada a los mismos y podrían llegar a la conclusión de que tener un sistema público de enseñanza no hace crecer ni el razonamiento abstracto ni la inteligencia y ya si entran en forocoches hasta podrían negar a Darwin y la evolución.
Nunca dejará de sorprenderme la capacidad que tiene la gente para leer un texto y centrarse en sus propias ideas en lugar de apreciar las ideas ajenas y los puntos de vista que nos muestran. ¿Y qué si el autor habla de cómo afectó a unos autores la política de un tiempo y una zona y no de cómo afectó a otros en otras zonas y/o otros tiempos? Que es que parece que molesta que haya gente que tenga una opinión distinta a la nuestra, que enseguida nos lanzamos a crear un enfrentamiento (opina distinto que yo y tiene fuentes diferentes a las mías, por tanto es un ataque a mi opinión y mis conocimientos y tengo que defenderlos) donde no hay más que una exposición.
Mi aportación al artículo es más trivial. Borat no es uzbeko sino kazajo. Gracias.
Creo que es conveniente aclarar este punto ya que es la segunda vez que leo la observación; efectivamente Borat es kazajo, pero describe habitualmente a los habitantes de la república vecina y sus modos de vida tradicionales, citando textualmente al autor, «esos tontosculos de Uzbekistán».
Era consciente de esa inquina por sus vecinos del sur, por eso me chocó tanto que lo incluyera entre los de su misma nacionalidad. Ahora veo que lo leí con más ganas de sacar punta que de captar realmente lo que quería decir. Gracias por la aclaración. Dicho esto, les ruego que prosigan con sus sesudas reflexiones.
Alejandro: saludos desde Guatemala. Soy psicologo desde hace 30 años estudie en la facultad de Psicologia de la Universidad de La Habana, soy cubano y muy cubano aunque no vivo alla hace mucho. Me siento muy orgulloso de haber respirado, leido, expuesto en seminarios a Vigotsky, Luria, Leontiev y otros genios rusos sovieticos. Lo hicimos con muchas ganas y nos dio gusto. Sin embargo nadie puede negar, y desde aquellos años 80 ya se sabia lo de la historiografia comunista en la Psicologia. Ellos fueron reprimidos en Rusia por un Politburo q tenia mucho miedo de la Psicologia llamada «occidental», y por brillantes q fueron estos hombres nadie puede negar ya hoy por hoy que esto atraso la Ciencia Psicologica Sovietixa incluyendo la cubana que durante muchos años replico a la rusa. Hasta que el mundo comenzo a cambiar y los psicologos abrimos los ojos en Cuba y pudimos ser objetivis y como los rusos sovieticos criticaron al genio de Freud por reduccionismo tambien criticamos a los genios rusos por su reduccionismo marxista. Sin emabargo no nos queda dudas de que este reduccionismo estaba mediado por el miedo al sistema, rigido, extremista y represivo del camarada Stalin q hizo tanto daño a Rusia en general. En fin honor a mis genios rusos pero la critica a la Rusia sovietixa debe de ser valida. Gracias por recordar los experimentos transculturales de Luria en Uzbekistan, los expuse en seminarios hace muchos años. En fin gracias a todos por esta polemica. Saludazo. M.C.
Muy importante e interesante este articulo, me sirve para los sustentos teoricos de mi tesis doctoral
Estamos en el 2024 y me encuentro este estupendo artículo. Soy Argentina (y española por ciudadanía de padres) pero muy argentina, del oeste, de la ciudad de Mendoza. Soy Psicóloga y me he formado durante toda mi larga (estoy en mis 70) carrera clínica y académica en posgrados en Psicoanálisis y realicé mi Maestría en Neuropsicología. Mi tesis es que Luria (el último secretario de la sociedad psicoanalítica Rusa en Kazan, nunca dejó de pensar psicoanalíticamente (para los psicoanalistas el psiconálisis no es sólo una teoría y una búsqueda científica si no que es un modo de pensar) . Ese modelo fue prohibido absolutamente por Stalin para desarrollar en Rusia la Psicología. Su modelo de pensamiento lo llevó a desarrollar sus técnicas neuropsicológicas y su teoría de los sistemas cerebrales funcionales, que dan lugar a las funciones cognitivas-psicológicas es una teoría «biologicista» semejante al modelo del «aparato» descripto por Freud en 1900. Fue su modo y estilo psicoanalítico el que lo llevaba a cuidar y seguir la evolución de sus pacientes. Es muy impactante su libro «El hombre con su mundo destrozado» (1973).
Me emocionó mucho tu trabajo y demuestra que la censura no puede limitar el pensamiento, siempre hay rendijas por donde derrama y expande lo valioso de la ciencia y la cultura.