Es probable que el lector sea asiduo a esas librerías que exponen ostentosamente en sus escaparates, cual barrio rojo de la celulosa, las últimas novedades mediáticas que salen a la venta. Y también es posible que se haya topado con un par de libros firmados por Richard Castle, Ola de Calor y Calor desnudo, encabezando alguno de esos notorios aparadores de cartón.
La metacabriola de ambas obras de ficción citadas es que el escritor que las firma es un personaje ficticio, el protagonista de la serie Castle, interpretado por Nathan Fillion, que en los episodios catódicos se presenta como escritor de best sellers colaborando junto a la policía para encontrar inspiración para sus dos libros (entre ellos supuestamente el par disponible en tiendas). La solapa que hace las veces de resumen en los ejemplares muestra una foto de Fillion en su rol de escritor y una pequeña biografía del personaje de Castle.
Lo gracioso es que la cadena ABC no ha querido desvelar quién es el escritor fantasma que en el plano real de la existencia se encarga de fabricar dichos manuscritos, aunque sí han tenido el detalle de soltar pequeñas pistas sobre la auténtica autoría —como asegurar que el verdadero escritor ha aparecido en la serie— o enviar al propio Fillion a las firmas de libros. El éxito de la jugada general ha sido tal que para este septiembre se lanzará su tercera novela (Heat Rises).
El utilizar a un personaje ficticio como autor de un producto literario es una rareza de marketing curiosa y bastante nazi. El autor original muchas veces es citado como colaborador del personaje falso aunque la mayoría simplemente ejerce de escritor fantasma no siendo siquiera mencionado, pero cierto es que la obra final no suele tener pretensión artística ninguna y la idea en sí ya resulta bastante añeja.
Desde mediados de los 90 hasta nuestros días desfilan por las estanterías más de tres decenas de obras de misterio firmadas por Jessica Fletcher gracias a la resaca de la Se ha escrito un crimen. El fan de Twin Peaks también tenía oportunidad de hacerse con escritos tan estimables como la edición de El diario secreto de Laura Palmer que logro un buen puñado de ventas y si bien en su portada obviaba la auténtica autoría, resultaba escrita en realidad por Jenniffer Lynch, la propia hija del director David Lynch.
Californication es esa serie de Showtime en la que David Duchovny interpreta a Hank Moody, escritor con la loable intención de pulir toda vagina del estado mientras entre polvo y polvo nos cuenta la fama que ha alcanzado gracias al irónico libro God Hates Us All. Dicho ejemplar también ha saltado desde los capítulos televisivos a la edición física con el nombre de Hank Moody en portada y la leyenda de coautoría del verdadero escrito en las páginas interiores.
Durante la cuarta temporada de Mad Men uno de sus personajes (Rod Sterling, a quién da vida John Slattery) publica sus memorias y los productores decidieron extrapolarlas a las librerías del este lado de la pantalla bajo el título Sterling’s Gold: Wit and wisdom of an ad man, con muy poca maña en la jugada puesto que lejos de reescribir el libro desde el punto de vista del personaje se han limitaron a trasladar diversas citas del guión de la serie a razón de una por página.
La serie de culto Doctor en Alaska tuvo dos textos. El primero de ellos bajo un kármico título (Chris-In-The-Morning: Love, life, And the whole karmic enchilada) consistía un recopilatorio de todas las intervenciones de Chris Stevens (John Corbett) en su programa de radio en Cicely ordenadas por temáticas. Y el segundo libro a la sombra de Fleischman se titulaba Letters from Cicely y aportaba cierta novedad graciosa al revelar la supuesta correspondencia entre varios personajes de la serie durante una especie de epidemia de insomnio colectiva.
La parte bizarra la tenemos de mano de otra serie de culto: Los Sopranos. Sus visitas al papel han producido cosas tan extrañas como The Sopranos family cookbook supuestamente recopilado por el ficticio Artie Bucco propietario del restaurante de la serie —aunque la propia portada en la parte inferior cita a los auténticos autores— que no es nada más y nada menos que un libro de recetas clásicas de cocina italiana, y sobre todo el no menos extraño Entertaining with the Sopranos, firmado en primer lugar por Carmen Soprano; una guía sobre cómo organizar eventos tales como comidas multitudinarias , fiestas, funerales o bodas en los que la mujer de Tony Soprano instruye aportando consejos sobre vinos, decoración, selecciones musicales para cada ocasión y más recetas para que el lector pueda cultivar el mismo glamour y estilo siciliano que destila la familia Soprano.
La viral Perdidos tenía en su episodio piloto a un personaje llamado Gary Troup (anagrama de Purgatory, apunto) que acababa hecho picadillo frito en la turbina del avión siniestrado. Más adelante Sawyer leía el manuscrito de un libro que el fallecido pretendía publicar titulado Bad Twin. La incontinencia mercadotécnica de los productores propició la edición de ese libro en 2006 figurando como único autor del mismo el señor Gary Troup y dejando (otra vez) a los seguidores con el recto roto pues la obra poco (más allá de ciertas referencias y nombres comunes) tenía que ver con los misterios televisivos.
Las series de humor tampoco están a salvo, Cómo conocí a vuestra madre ha utilizado a uno de sus personajes con más tirón Barney Stinson para publicar bajo su nombre un par de extensiones del carácter del personaje: The Bro Code una fugaz colección de reglas sobre el código de los colegas que el trajeado Neil Patrick Harris cita una y otra vez y The Playbook: Suit Up. Score Chicks. Be Awesome la biblia de la caza y pesca nocturna introducida en un episodio de mismo nombre en el que se relatan técnicas desmadradas para meter en caliente. Incluso las series de animación han pegado mordiscos a las páginas: El rey de la colina tiene un par de libros firmados por Hank Hill (The Boy Ain’t Right y Hank Hill’s WD-40 For The Soul),se ha publicado La Guía para la vida de Bart Simpson, y de Padre de Familia han aparecido Brian Griffin’s Guide To Booze, Broads, And The Lost Art Of Being A Man y Stewie’s Guide To World Domination de la mano de dos de sus personajes con más tirón e incluso se ha visto en alguna librería con poco pudor el pretendidamente mongólico Reading Sucks que recopila varios trabajos escritos por Mike Judge y soltados a través de las sucias bocas de sus populares Beavis y Butt-head.
En el terreno patrio no nos libramos: Doctor Mateo ha visto una versión literaria titulada Tres veranos en San Martín que narra las vivencias del personaje previas a la primera temporada, enlazando directamente con el primer capítulo de esta adaptación en vaso de sidra de la serie británica Doc Martín. Para no variar, ni rastro del nombre del auténtico escritor de la obra.
En un campo más extraño y peligrosamente trekkie vió la luz The Ferengi Rules Of Acquisition, un compendio de directrices destinadas a asegurar la rentabilidad de las empresas de la raza ferengi que se vendieron como contadas por Quark, un alien de Star Trek Deep Space Nine, y recopiladas por Ira Steven Behr (autor real) tras diversas reuniones con el participativo alienígena. El tirón dio para otra continuación de la guía de éxito empresarial interespacial también basada en las supuestas doctrinas de Quark: Legends of the Ferengi con ayuda extra de Robert Hewitt Wolfe en el proceso de entrevistar al alien.
Pero si hay algún libro de autor sacado de una obra de ficción que se lleva la palma en cuanto a producto de marketing loco ese es No por mucho madrugar amanece más temprano o el libro que Jack Torrance (Jack Nicholson) estaba escribiendo en Overlook Hotel antes de hacerse un polo de carne durante la película El Resplandor de Stanley Kubrick. Ochenta páginas (de las cuales se puede ojear un emocionante adelanto aquí) que usando una tipografía de máquina de escribir solo repiten una y otra vez (a imagen y semejanza de la película) la frase “No por mucho madrugar amanece más temprano” en diferentes composiciones visuales. La obra, parida del artista neyorquino Phil Buehler, incluye una cita de algún iluminado que ha comparado lo arriesgado de la propuesta con la pintura de Pollock. Con un par.
Muy divertido. Creo que hay un antecedente a todos estos fenómenos de la época de la televisión: El Necronomicon.
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