Cine y TV

2001: una odisea del pensamiento

«Detrás de cada hombre vivo hay treinta fantasmas, pues tal es la proporción con que los muertos superan a los vivos. Desde el alba de los tiempos, unos cien mil millones de seres humanos han transitado por el planeta Tierra. Y es en verdad un número interesante, pues por curiosa coincidencia hay aproximadamente cien mil millones de estrellas en nuestro universo local, la Vía Láctea. Así, por cada hombre que jamás ha vivido, luce una estrella en ese Universo»

heywood monolito 2

Así comienza el prólogo de la novela 2001: una odisea del espacio, firmado a medias por Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick, con quien por entonces estaba trabajando en el guión de la película del mismo nombre. Aunque la adusta poesía del prólogo parece llevar el sello inconfundible de Clarke, 2001: una odisea del espacio es, en sus dos versiones —cinematográfica y literaria— una obra conjunta: novela y guión se escribieron al mismo tiempo, en una tormenta de ideas con la que Kubrick y Clarke pretendían darle a la ciencia ficción en celuloide el carácter adulto que ya había adquirido en la literatura mucho tiempo atrás.

Kubrick y Clarke
Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke, la no tan extraña pareja.

Una vez decidieron colaborar, la simbiosis entre Clarke y Kubrick no podía ser más inevitable: estaban hechos para entenderse. Aun con las diferencias notorias en sus respectivos caracteres y su diverso origen, compartían una visión similar sobre el mundo. El británico Clarke era el máximo representante de la ciencia ficción ”dura”, subgénero literario basado principalmente en hechos científicos contrastados —o al menos en hechos no demasiado aberrantes— y en el respeto a los conceptos físicos conocidos por la ciencia. Obviamente había elementos fantásticos en las novelas de Clarke, pero siempre en minoría frente a una seca visión tecnológica de la ciencia ficción. De hecho, Clarke tenía un bagaje científico apreciable —había ayudado a desarrollar el radar, por ejemplo— y estaba muy cercano al entorno de la NASA, en donde valoraban mucho la imaginación tecnológica del escritor. Clarke era muy inteligente y estaba acostumbrado a estar rodeado de gente también muy inteligente, pero eso no fue óbice para que se sintiera sumamente impresionado al conocer a Stanley Kubrick. Clarke dijo del director de cine que era “la persona más inteligente que había conocido jamás” y se tomó muy en serio el proyecto de 2001, en una época donde la ciencia ficción cinematográfica era considerada un mero entretenimiento sabático para niños y adolescentes. Juntos, inglés y norteamericano trabajaron para crear una obra monumental de un nivel de abstracción inédito en el cine. Se necesitaban mutuamente para hacerlo; el uno no podría haberlo logrado sin el otro.

El origen

Ambos dieron vueltas a un posible argumento y acordaron que resultaba idóneo uno de los relatos cortos de Clarke, llamado El centinela. Ese relato sólo contenía uno de los episodios del futuro film — el descubrimiento de un artefacto extraterrestre en la Luna— pero fue la semilla con la cual desarrollar todo el posterior argumento de 2001: una odisea del espacio. A partir de El centinela imaginaron toda una secuencia temporal en la que la evolución de la raza humana es dirigida por una inteligencia extraterrestre, a través de millones de años. En la novela 2001 —básicamente idéntica al argumento del film aunque con algunas poco importantes diferencias— Clarke señala la naturaleza alienígena de esa inteligencia extraterrestre: es una raza muy evolucionada que habita el universo desde hace millones de años y que ha alcanzado una forma óptima de existencia. En la película, sin embargo, Kubrick y Clarke acordaron —por deseo del director— que la esencia de esa inteligencia extraterrestre no quedase claramente definida. Aunque ambos compartían una visión atea del universo, a Kubrick le gustaba la idea de que el film estuviese abierto a diferentes interpretaciones, y de hecho es posible ver la película e interpretar que la inteligencia superior que ayuda a evolucionar al hombre es Dios, o hacer otro tipo de deducciones filosóficas de lo más diverso. La ambigüedad que Kubrick buscaba estaba en consonancia con su deseo de que 2001 fuese una experiencia sensorial más que una película convencional con un argumento explícito. Quería subvertir las reglas del lenguaje cinematográfico y hacer llegar su mensaje al espectador usando elementos habituales pero de manera diferente a la usual. En cierto modo, Kubrick hizo que 2001: una odisea del espacio fuese heredera de la idea de Arte Total con la que había soñado Richard Wagner.

Los discípulos de Wagner

Las cinco notas musicales con las que cualquier persona identifica instantáneamente la sintonía de 2001 pertenecen, como por una de esas poéticas casualidades que tanto gustaban a Clarke, a la obra de un músico de escuela wagneriana: Richard Strauss. Como casi todo el mundo sabe, esa melodía es el Amanecer, fragmento del poema sinfónico Así habló Zaratustra. Pero que Richard Strauss fuese un wagneriano era algo más que una casualidad.

2001 el Amanecer
El amanecer del universo, el amanecer del hombre y el amanecer del superhombre: los tres momentos del film en que suena «El amanecer» de Richard Strauss

Una de las ideas que Wagner barajaba —y llegó a poner en práctica— para darle un nuevo enfoque a sus óperas era la de revolucionar el uso de la música y del argumento escrito. Tradicionalmente la ópera era una obra teatral en la que la música subrayaba las emociones de los personajes, mientras la letra de los diálogos expresaba las ideas y pensamientos de esos mismos personajes. Algo que parece tan básico que se antojaba imposible de cambiar. Pero Wagner, en su visión grandilocuente del arte como vehículo de las mayores inquietudes filosóficas del hombre, intercambió los papeles de música y letra e hizo que los personajes expresaran sus emociones únicamente en el diálogo escrito, mientras que la música ya no servía para expresar emociones sino para ilustrar la filosofía trascendente asociada a cada momento de la ópera. Así, la música de Wagner dejaba a un lado las emociones humanas y se centraba bien en la creación de un marco filosófico, bien en la descripción de escenarios y estados naturales. Esta última faceta, la descriptiva, ya existía en la música clásica, pero Wagner le otorgó un papel preponderante en diversos momentos de sus óperas, como momentos clave de la construcción de su mensaje filosófico. Por ejemplo en el impresionante preludio instrumental de la ópera El oro del Rin, un hipnótico vaivén de ¡ciento cincuenta y siete compases en un único acorde! cuyo fin era el de apabullar al oyente con una representación magnificada del principio del mundo y del fluir de las aguas del legendario río. Este tipo de fragmentos instrumentales en los que Wagner combinaba la descripción naturalista con un trasfondo conceptual sirvieron como inspiración para, entre otras muchas obas, el Así habló Zaratustra.

Pero es que, además, Kubrick hizo un uso completamente wagneriano de la música en la película. También en el cine, como en la ópera, la música era usada tradicionalmente como soporte emocional de la acción. Kubrick, quizá inspirado por las ideas de Wagner, abandonó ese uso y empleó la música como vehículo filosófico. Así, el Amanecer de Richard Strauss es usado tres veces en 2001, precisamente las tres veces en que se produce un “amanecer” concpetual. El primer amanecer es el inicio de la película, cuando vemos el título del film y una alineación planetaria; es al mismo tiempo el amanecer de la película y una representación del principio del universo. La segunda vez que suena el tema del amanecer es cuando uno de los monos prehistóricos está golpeando un esqueleto usando un hueso como arma: asistimos al amanecer del hombre, el momento en que un mono adquiere nueva inteligencia y el ser humano como tal aparece sobre la Tierra. La tercera vez en que suena el Amanecer de Strauss es al final del film, cuando el astronauta Dave Bowman es transformado en el “niño de las estrellas”, o sea, cuando se produce el amanecer de una nueva especie a partir de la ya obsoleta especie humana. Como resulta fácil comprobar, este uso de la música no es muy distinto al que Wagner hacía en el citado preludio de El oro del Rin. La música no transmite las emociones de los personajes, sino el significado conceptual de la secuencia que estamos viendo. En 2001, la música del Amanecer nos señala los puntos clave en el argumento: lo que los personajes sientan o dejen de sentir es indiferente, la relación directa entre música y drama ha desaparecido. Lo importante ahora es la relación entre música y significado de la obra.

La música de otro Strauss, en este caso Johann Strauss —nada que ver ni en parentesco ni en estilo con el anterior— es usada también de manera similar en 2001: el famoso vals El danubio azul sirve para representar la delicadeza y gracilidad del baile gravitatorio, cuando vemos de las naves espaciales que orbitan en torno a la Tierra y la Luna. De nuevo la música expresa un concepto, la armonía intrínseca de las grandes leyes universales, y no una emoción dramática. Aún más sorprendente resulta el uso que Kubrick hace de la música del compositor húngaro Giorgy Ligeti, música que en el film representa lo misterioso, lo insondable y lo infinito: podemos oír las fantasmagóricas y extrañas inarmonías vocales de Ligeti, por ejemplo, cuando se nos muestra el monolito descubierto por los astronautas en la Luna. El fantasmagórico coro suena como expresión del inabarcable enigma que encierra el artefacto extraterrestre, y no sólo crea el ambiente adecuado sino que captura la esencia intelectual del momento. La música de Ligeti era tan extraña que nadie antes se hubiese planteado jamás usarla en un film, pero Kubrick y su concepto wagneriano de la música como símbolo filosófico le permitieron la hazaña. Ni siquiera el propio Ligeti, cuando se lo contaron, podía creer que aquellas composiciones suyas hubiesen sido incluidas en una película hasta que no vio 2001 con sus propios ojos.

2001, una odisea del espacio
Una mañana cualquiera en el tiempo: la placidez del leopardo en los días en que aún reinaba sobre la Tierra. El silencio, la calma y la ausencia de acción representan en la película el lento transcurrir de millones y millones de años.

Espacio y tiempo

2001: una odisea del espacio es la clase de película con la que muchos espectadores se atragantan, y resulta bastante comprensible. Además de su abstruso secretismo —hay que verla varias veces para llegar a entender todo lo que está ocurriendo en ella, y aun así no resulta fácil— es un film lento, con muchos tramos de metraje completamente carentes de acción, en el que apenas hay diálogos y donde los giros argumentales están dispersos, a menudo aparentando ser totalmente inconexos. Aunque una detallada explicación del argumento queda para otro artículo (prometo escribirlo en breve), no está de más abordar los motivos por los que Kubrick quiso hacer su película tan difícil de comprender a la primera.

La nave Discovery
La nave Discovery parece llegar a Júpiter… y aun así aún le quedan grandes distancias por recorrer. 2001 continuamente rinde culto a la inmensidad del espacio.

Ya hemos dejado entrever que el carácter abstracto del film tenía por objeto que los espectadores viviesen la película a través de los sentidos, no elaborándola intelectualmente mientras seguían un argumento convencional. No en vano el film se convirtió en un objeto de culto para consumidores de drogas alucinógenas: era más un “happening” audiovisual que una película al uso. Los grandes momentos de 2001 se experimentan, no se piensan. Y se experimentan no de la manera convencional —que consiste en empatizar con los personajes o en preguntarse cómo terminará el argumento— sino a través de un sobrecogimiento estético. Para Kubrick, el espectador no podía ver 2001 y esperar procesarla como cualquier otra película, ni que se despertaran en él los sentimientos habituales. La única escena del film que realmente despierta sentimientos convencionales es la desconexión de la computadora Hal 9000, en la que el espectador puede llegar a empatizar con el personaje, pero el resto de 2001 pretende crear emociones estéticas sobre ninguna otra emoción. Busca producir esa emoción estética principalmente mediante la grandilocuencia de las imágenes y la música, unida a la misteriosa grandilocuencia de los conceptos. Es una película que no tendría sentido si los personajes humanos obtuvieran demasiada relevancia: como suele ocurrir en muchas novelas de Clarke, el individuo es insignificante ante la magnitud de los cambios que tienen lugar en la historia. Tampoco tendría sentido que las ideas o el argumento de 2001 fuesen explicados de manera directa en la propia película, porque para ello habría que renunciar a todo el formato revolucionario del film, que necesita de su naturaleza abstracta.

La lentitud y la falta de acción —a veces exasperantes— de 2001: una odisea del espacio también tienen su razón de ser. Sirven para expresar la idea de vastas cantidades de tiempo y espacio que separa unos cuerpos celestes de otros. El viaje entre la Tierra y la Luna es representado con un par de largas secuencias que se dilatan recreándose en esas grandes distancias. Y aún más se dilata el viaje entre la Tierra y Júpiter, donde Kubrick pretende que el espectador sea partícipe de la agobiante monotonía de un trayecto espacial tan espantosamente largo como para requerir años. Lo mismo sucede cuando el astronauta Dave Bowman entra en la “puerta de las estrellas” y viaja a través del cosmos: durante unos diez largos minutos, el espectador asiste a una asombrosa sucesión de imágenes psicodélicas que representan la ingente cantidad de mundos y lugares lejanos y desconocidos que hay en el universo. Es una secuencia anormalmente larga, pero más allá de que algunos disfrutemos enormemente con el espectacular despliegue visual y de sonido, su longitud es la herramienta para subrayar la idea de que Bowman está viajando a algún sitio que nada tiene que ver con lo que conocemos o incluso imaginamos: es Júpiter, y más allá, el inifinito. El espectador, tras diez largos minutos de viaje visual, es emocionalmente alejado de los acontecimientos previos y entra en una nueva etapa, en una nueva película.

A la mística por la sencillez

Monolito
De geometría simple, proporciones armónicas y apariencia completamente neutra: el monolito, en su sencillez, es la representación definitiva del misterio.

El monolito negro, rectangular y de proporciones perfectas que aparece cuatro veces a lo largo del film es, si no el protagonista absoluto, sí el gran agente y principal catalizador del argumento principal. Su negrura, inmovilidad y aparente inactividad le confieren un aura totémica y misteriosa: es incognoscible e indiferente como un dios, pues su papel en la historia es precisamente el de ejercer de dios.

Curiosamente, Kubrick y Clarke no tuvieron claro desde un principio cómo sería el aspecto del monolito, precisamente el elemento visual más memorable y característico del film. En la novela, Arthur C. Clarke baraja diversos aspectos para los diferentes monolitos: el que los astronautas encuentran en la Luna es completamente negro, su superficie ni siquiera muestra reflejos como en el film: absorbe toda la luz y por tanto no se puede captar su naturaleza tridimensional a simple vista. Y también en la novela, el monolito que aparece en la prehistoria es completamente transparente: la tribu de cavernícolas siente su presencia y saben que está allí porque pueden tocarlo, pero no pueden verlo. Obviamente ninguna de estas opciones era idónea para el film. Se optó por presentar en la pantalla un monolito de una negrura brillante, con reflejos en su superficie que permitieran mostrar que se trata de un objeto tridimensional, lo cual le da mucha mayor prestancia que la total oscuridad imaginada por Clarke.

monolito prehistorico
El monolito nunca «hace nada»… sencillamente, a su alrededor suceden cosas extraordinarias.

Pero aún quedaba el problema de mostrar cómo el monolito tenía influencia sobre la evolución humana y cómo actuaba sobre su entorno. Por ejemplo: cómo manipulaba las mentes de los cavernícolas. En un principio, y dado que este tipo de abstracción cinematográfica era algo inédito en aquellos tiempos, Kubrick y Clarke pensaron que con un monolito aparentemente inerte el espectador nunca entendría cuál era su función. Llegaron a barajar la horrible idea de que en el monolito aparecieran imágenes mostrando a los cavernícolas todo aquello que debían aprender. Pero aquello arruinaba por completo la esencia misteriosa del objeto, convirtiéndolo en una especie de televisor gigante. Era una manera demasiado fácil y convencional de mostrar cómo actuaba el monolito, y finalmente Kubrick y Clarke decidieron optar por confiar en la inteligencia de los espectadores, dejándoles que dedujeran por sí solos cuál era la finalidad de aquella losa negra que no emitía ni imágenes ni sonidos, y que no se movía ni parecía llevar a cabo acción alguna. Optar por un monolito inerte fue un acierto total: el monolito mantuvo su imponente hieratismo y son las acciones que tienen lugar a su alrededor las que explican por sí mismas cuál es el efecto que tiene la presencia de la losa negra. Sólo hay un momento en el film en que uno de los monolitos parece actuar de forma perceptible: cuando, sobre la superficie lunar, los astronautas escuchan una repentina y potente señal de radio a través de sus cascos: la señal, deducimos fácilmente, ha sido emitida por el monolito. Es lo más parecido a una acción “visible” que alguno de los monolitos realiza. Por lo demás, nada. Un objeto con una de las formas geométricas más simples, sin ningún distintivo exterior y sin acción alguna perceptible, es el protagonista de una película. Y ahí radica el encanto y la magia icónica del artefacto: no sabemos qué es, no sabemos qué hace, no sabemos qué piensa, no sabemos qué quiere… podemos deducir todo ello, sí, pero aún así nunca podemos estar seguros. El monolito, como Dios, es silencioso y ausente.

Como hemos visto, todas las formas y recursos artísticos de 2001 están supeditados no al argumento, sino a las ideas que hay detrás del argumento. Imágenes, música, actores, objetos, e incluso el propio argumento y el transcurrir del tiempo son meras herramientas para desarrollar un enorme juego intelectual en que los conceptos son los auténticos protagonistas. Las emociones ya no son despertadas por personajes y situaciones, sino por un despliegue audiovisual de grandilocuencia catedralicia, y ya no tienen nada que ver con la empatía o la intriga sino con una especie de síndrome de Stendhal premeditado. Esto es lo que convierte a esta película, en opinión de no pocos, en un punto y aparte en la evolución del lenguaje cinematográfico. En cierto modo, Kubrick y Clarke erigieron un monolito negro ante nosotros para manipular nuestras mentes y hacernos evolucionar hasta un nuevo estado de inteligencia como espectadores. A fin de cuentas, al final del film es a nosotros, los espectadores, a quienes el “niño de las estrellas” dirige directamente su mirada.

Ahora ya sabemos, gracias a 2001: una odisea del espacio, que el cine puede hablarnos de una manera completamente distinta.

Júpiter, y más allá…

Dave Bowman

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38 Comentarios

  1. Me va a llamar usted petulante, pero no me resisto a pegar una cita muy guay de Kubrick en la que explica la razón de ser de ‘2001’, nada menos, para jodienda de quienes la ‘interpretan’, digámoslo así, sin siquiera haberse leído el libro:

    «También lo que me fascinó es lo que desde uno prueba a imaginar las capacidades de la inteligencia dentro de un millón de años se da cuenta de que la vida llegará a tener varios niveles. En una segunda etapa, dentro de diez o cincuenta mil años, las máquinas inteligentes tendrán el primer papel sobre el planeta […]. En esta etapa final se desembocará a entidades que tendrán el conocimiento total y podrán volverse seres de energía pura, espíritus, en cierta manera. Tendrán una potencia casi divina […]. Esto es lo que me ha fascinado en el tema; es el fondo de la película y su razón de ser».

    (Stanley Kubrick, citado en Polo, J. C., 1986 (1999); «Stanley Kubrick». Ediciones J.C. Clementine, Madrid. Pp. 119-120)

    Y su reportaje suyo de usted, pues magistral, amigo mío. Me ha enamorado usted. Por lo general ya me cae bien cualquiera que hable de ‘2001’ y lo haga empezando por el libro. Si además lo hace literalmente y cita, como hace usted, el arrollador prólogo, ese alguien pasa a caerme mejor. Y si además concluye sobre Kubrick y C. Clarke que ‘el uno no podría haberlo logrado sin el otro’, lo que le digo. Que me enamora. Porque estoy de acuerdo, lógicamente, pero sobre todo porque tan incomprendida es casi siempre ‘2001’ que al respecto no se echan en falta, creo yo, revisiones bien concluidas o siquiera concluidas como uno quisiera; directamente se echan en falta revisiones simplemente bien enfocadas. Y en ocasiones, hasta mínimamente documentadas. Esto es una opinión personal mía.

    Así pues, lo que le digo; que viva usted. Me quedo sin duda con el tema operístico, del que ni idea tenía yo, oiga. Espero su prometida revisión del argumento como agua de mayo. Y dejo la cita y el tema de la inteligencia como mera sugerencia, aunque sin ánimo de presionar le digo: me haría usted feliz. Así se lo digo.

  2. Hola, Rubén.

    Gracias. Como tú me adscribo fielmente a la letra de la obra y también creo que “2001” es, pese a su popularidad, un trabajo bastante incomprendido en la forma y en el fondo. Ah, me alegra que compartamos la misma visión sobre el peso específico de Clarke en todo el conjunto.

    En cuanto a tu sugerencia, es muy acertada. La consideración de la inteligencia como un fenómeno de valor absoluto que le da significación al universo es el trasunto fundamental en las dos tramas de “2001”, esto es, la trama principal de la evolución humana y la subtrama de la crisis de identidad de Hal 9000. Me interesan mucho las manifestaciones de esa especie de espiritualidad atea de la que por ejemplo Carl Sagan también hizo una seña de identidad. Suele ser uno de los temas recurrentes en la literatura de Arthur C. Clarke y por lo que sabemos era uno de los mayores objetos de fascinación intelectual de Kubrick. La revisión del argumento está prometida, entre otras cosas porque hay pocas películas sobre las que disfrute más pensando, conversando o escribiendo. Aunque sé que me quedaré corto; es una película casi tan infinita como los asuntos de los que nos habla.

  3. Michio Kaku decía en ‘Física de lo imposible’ que ‘2001: una odisea en el espacio’ es tal vez la representación más realista de un encuentro con una civilización extraterrestre’ (Mondadori 2009, p.187). Al respecto yo me quedo con ‘Contact’, por malograda que que sea, pero no deja de tener valor en boca del polivalente (y ubicuo) Kaku.

    ‘2001’ es, como dices, una de las pelis más incomprendidas del mundo, aunque no creo que sea inmerecidamente. Se lo busco Kubrick él solito y bien buscado. Es imposible comprender ‘2001’ (que a todo esto es amplia, pero no especialmente complicada) sin leer el libro. De hecho creo tener por ahí otra cita en la que el propio Kubrick dice algo en ese sentido, pero no la he podido encontrar.

    A mí (particularmente, habrá quien diga que no) la inteligencia me parece EL tema de 2001. Cómo los extraterrestres la excitan en los humanos, cómo los humanos la excitan en HAL y cómo las inteligencias se emancipan y crean, sucesivamente, otras inteligencias. El mecanicismo de todo esto (y la cuestión obvia de de dónde vino la inteligencia original) es, precisamente, lo más interesante y sobre todo original del tema. Y tiene una continuidad con esa espiritualidad laica que comentas y esa noción de la divinidad como una mera cuestión de perspectiva. Es un tema que vuelve a aparecer en Kubrick al final de A.I. Inteligencia Artificial (en lo que quedó de la oiriginal) y en C. Clarke, en las secuelas de ‘2001’ y sobre todo en ‘El fin de la infancia’. Además es una noción muy sana que tiene (tendría) mucho que aportar al discurso social y a nuestros miedos colectivos, aunque requiere de nosotros que estemos (estuviésemos) dispuestos a recibir lecciones de teología aplicada venidas de un director de cine. Que no lo estamos, y me pregunto por qué.

  4. “Contact” es, efectivamente, una película malograda —demasiado jodiefosterismo, si me permites la expresión— y es una lástima porque el material original de Sagan era excelente. Yo también creía que “Contact” era una muy factible representación del primer contacto y de hecho Carl Sagan conocía todas las claves lógicas barajadas por la ciencia en ese sentido, pero el fracaso de los métodos tradicionales de SETI (hay otro artículo horneándose al respecto, por cierto) y la ausencia total de señales radiofónicas extraterrestres me llevan ahora a pensar de modo distinto.

    Kaku podría tener razón. Hay una de tantas frases geniales de Clarke que dice “cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es completamente indistinguible de la magia”. Quizá podríamos reformularla y decir que “cualquier inteligencia lo suficientemente avanzada es completamente indistinguible de Dios”. Sería interesante una película actual, de formato convencional, que mostrase lo que ocurriría si de repente un equivalente del monolito negro apareciese en mitad de Manhattan. Nunca sabríamos qué es o para qué sirve y probablemente terminaría generando un culto religioso a su alrededor, o exacerbando los cultos que ya existen: sería considerado por muchos como una “evidencia de Dios”. O quizá, como los cavernícolas de “2001”, terminaríamos sencillamente ignorando su presencia tras un tiempo de devanarnos los sesos acerca de su procedencia y naturaleza (tampoco me extrañaría: a fin de cuentas la NASA tuvo que terminar pagando para que se retransmitiesen los viajes a la luna, pese al boom mediático que rodeó al primero). Desde luego, “2001” parece abogar por la idea de que no estamos preparados para un contacto de tú a tú, y de hecho equipara a los astronautas lunares con los cavernícolas: todos ellos contemplan el monolito desde un estado similar de ignorancia e incomprensión. Al final del film, Dave Bowman es tratado como un mono en una jaula del zoo, literalmente. Y quizá no merezca más, a ojos de una inteligencia superior. Desde luego, HAL 9000 no mereció la piedad de Bowman en su momento. “2001” no es una película humanista, y de manera completamente consciente además. Como tú dices: mecanicismo puro. Quizá sea eso lo que impide que a muchos les atraiga su mensaje.

  5. Sin duda un excelente artículo, a muchos niveles. Mis felicitaciones.

    En relación al último punto tocado en el susodicho, sobre el problema de cómo resolver las «acciones» directas o indirectas del Monolito en la pantalla, cabe mencionar que al final, las soluciones más sencillas suelen ser las más efectivas, pues todo acaba por solucionarse gracias a ese milagro de la cinematografía que es el MONTAJE. Basta sólo con mezclar, durante el plano en que el mono parece meditar con el hueso en la mano, un contraplano en escorzo del monolito como un observador de la escena, para que los espectadores asociemos la idea sin problemas.

    No estoy de acuerdo, por otro lado, con la idea de Rubén de que sólo leyendo el libro de Clarke pueden los espectadores llegar a comprender la magnitud del mensaje. Desde luego que leer el libro allana el camino, pero yo creo que la película alberga por sí sola todas las claves para completar el puzle. Otra cosa es, claro, lo difícil que sea. Lo único que hace falta es que el espectador tenga capacidad de abstracción, sentido común, y por supuesto un cierto nivel de conocimientos generales para que consiga rellenar los huecos.

    Un saludo.

  6. Documental Stanley Kubrick Una Vida En Imagenes (subtitulado) FULL

    http://www.youtube.com/watch?gl=ES&v=Chs0yiPUmjg

  7. Magnífico artículo, magnífica discusión. Gracias.

  8. Pingback: Jot Down Cultural Magazine | 2001: una odisea del espacio, explicada paso a paso

  9. Grande! A+++

  10. Centinela

    Enhorabuena por el artículo. El tema operístico en la película lo desconocía.

  11. Devon Hardy

    Felicidades. Magistral. Y también por el segundo artículo sobre las dos tramas argumentales. He conocido a Kubrick y a Clarke un poco mejor gracias a ti. Por cierto, encuentro mucho de éstos en Houellebecq, ese futuro hecho de seres en forma de energía pura, aunque el francés trata de aferrarse a lo carnal de forma desesperada. Saludos.

  12. La frase a la que haceis referencia más arriba sobre la comprensión de 2001 creo que puede ser la que dijo Clarke de: “Si usted entiende
    2001 al verla por primera vez, habremos fracasado.”

    Por lo demás fantástico(s) artículos sobre 2001, como todos los de Emilio de Gorgot. Fan total.

    • Pequeo_isaak

      Me han encantado tus dos artículos sobre 2001 Emilio.
      Es una película espectacular, tengo ganas de leerme el libro y todo.

  13. jose martín

    «Sería interesante una película actual, de formato convencional, que mostrase lo que ocurriría si de repente un equivalente del monolito negro apareciese en mitad de Manhattan.»

    ¿Y si apareciese en … La Meca?

  14. Pingback: 2001 Odisea del Espacio, explicada | Tecnología, Emprendimientos y Experiencias de Vida

  15. Pingback: 2001 «

  16. Que gran película y con un final que nos explica la evolución hacia una nueva especie. Porque no han sacado una versión moderna de este film?

  17. disctecas barcelona… ¿un remake dices?! ¿estamos locos o qué? hay pelis que perdurarán para siempre: Alien/s y otra 2001

  18. Perfecto. Lamento haber dicho ciertas cosas comentando el otro artículo de de Gorgot sobre la película sin haber leído antes este.

  19. Muy buenos artículos (tanto el del analisis argumental como el del analisis artisitico; conocia yo la pelicula desde hace varios años y efectivamente se me hacia «pesada», sin embargo al estudiar comunicaciones descubri gran parte del valor visual y artistico de la pelicula, pero dejando aun huecos en el argumento; hace una semana pude conseguir el libro que me devore en un par de dias y pude porfin completar las partes del rompecabezas.

    Buscando mas sobre el tema encontre estos muy practicos articulos que efectivamente confirmaban mi concepcion de las 2 obras (literaria y cinematografica) y confirmando asi su grandeza.

    Creo sin embargo que, para aquellos que aun no lo hayan hecho, es indispensable conocer las 2 obras para su entendimiento y disfrute.

    Saludos y felicitaciones.

  20. Patroclo

    Interesantísimos artículos, aunque creo que los leí en el orden equivocado.
    Vi la película con 16 o 17 años, y me sobrecogió. Creo que fue la primera vez que tuve conciencia clara de que la reflexión sobre una película podía llegar más allá del argumento, o el lenguaje cinematográfico en sentido estricto (montaje, planos, iluminación, actuación). Tarde más de dos meses en lograr hacerme una idea de lo que había visto, aunque por supuesto la primera armazón del sentido de la película que me hice tenía mucho de intentar encerrar en una trama al uso la desbordante propuesta visual y conceptual que el film de Kubrick propone.
    Quiero aportar algunas noticias sobre el rodaje de la película y la escritura del libro, que leí muchos años después (y que me ha parecido un intento de explicar demasiado racionalmente la enorme capacidad de sugerencia poética la película):
    Por lo que sé Kubrick cambio Saturno por Júpiter, por que encontró demasiadas dificultades a la hora de recrear los anillos sexto planeta.
    La utilización de la música tardó bastante en concretarse. De hecho en un primer copión de las escenas del cráter TyCho que Kubrick presentó a los directivos de la MGM (que estaban nerviosismos por la lentitud con la que avanzaba un proyecto en que habian invertido una enorme cantidad de dinero y del que sabían muy poco) la música que se utilizó fue «Los planetas» de Holst.
    No recuerdo muy bien donde leí, quizás fue en el prólogo de la edición de la novela que compré, que Clarke escribía los capítulos de la novela después de que el Kubrick rodará las escenas correspondientes del guión que iban terminando juntos, y que se desesperaba constantemente, ya que el director modificaba continuamente lo que habían escrito.
    Y por último IBM, quisiera o no que se la relacionará con HAL-9000, participo en la película. Los ordenadores que se utilizaron para programar las cámaras que rodaron todas las escenas del espacio, y que coordinaban el movimiento de la cámara y el de las maquetas, eran de IBM. Por cierto, el propio Kubrick arpendió rudimentos de programación para poder controlar de forma más precisa el resultado.
    Bueno, reiteró mis felicitaciones por los dos artículos, y espero con impaciencia a ver si te atreves con Solaris, me intersa más la primera (clásico que es uno).
    Un saludo

    • IBM está muy presente, si al nombre HAL le sumas una letra te da como resultado IBM. Artículo genial

  21. Dan El curioso

    POR FAVOR PIDO AYUDA MORAL A ESTA PELICULA.
    Conozco a cierta persona que piensa como poco que esta pelicula es muy mala, aburrida sin sentido incluso mantiene su teoria de que nunca tuvo sentido gran parte de ella realmente. En general lo que le molesta es que se suponga que tiene sentido y no lo deje claro la cinta, se refiere principalmente al final de la pelicula, el principio mas o menos se entiende en idea, pero el final lo ve como una ida de olla, como un «estar fumado y no hacer nada consciente» Que esta pelicula luego tenga explicación, pero que dicha explicacion no este visible adecuadamente lo hacer ver como un fallo enorme. ¿Por que va a ser buena una pelicula necesitando manual de intrucciones? ¿Por que? ¿No debe dejarse ver por si sola?…P.D. y detesta a David Linch…P.D.2. y sabe ganarse la vida

  22. MARIA DOLORES IGLESIAS

    VI LA PELICULA POR PRIMERA VEZ,NO PUEDO EXPLICAR LA EMOCION QUE ME PRODUJO A PESAR DE NO HABERLA COMPRENDIDO DEMASIADO. Y CREO QUE VALEN MAS LAS EMOCIONES QUE CUALQUIER OTRO SENTIMIENTO QUE NOS ACERQUE A UNA OBRA DE ARTE. GRACIAS POR ESTA PAGINA , FUE MUY ESCLARECEDORA. MARIA

  23. Ayer vi la peli y me pareció genial. Pude entenderla a la primera (haciendo alusión a la frase) por dos razones: me encantan los temas espaciales y había leído el fin de la infancia, por lo que hacer hipótesis fue fácil.

  24. Muchas gracias por este artículo. Regresé a 2001 tras ver Interstellar. tuve la necesidad, porque me pareció que la nueva entrega de Nolan carece de peso filosófico. 2001 es más que un film, es una obra completa en muchísimos aspectos. Música perfecta, ritmo intrigante, imágenes estimulantes, espesor de ideas, planteamiento filosófico. Ahora me encuentro en la placentera tarea de leer los libros asociados a la película. Saludos desde Chile, donde JotDown tiene más de un par de seguidores muy fieles!

  25. 2001, Odisea al espacio… en mi caso, por alguna extraña razón, se había convertido en una tarea pendiente. Ayer, por fin, pudimos verla junto a mi esposa y a nuestra bebé de un año de edad (que dicho sea de paso, era arrullada plácidamente por Strauss, Ligeti, etc.). Sin desmerecer a Solaris, que por lo gral. la gente la definía como la respuesta rusa a 2001, son muy distintas en sus tramas, quizás esta tiene más conexiones con Stalker. Obviamente 2001, es una obra maestra y todas esas cosas que se hacen hoy en día sobre el género, la verdad que, lo único que logran es engrosar el culto al magnífico trabajo de Kubrick/Clarke. Gracias por tu artículo.

  26. Diego Velázquez

    Excelente artículo. Después de leer los comentarios, me gustaría añadir que, para mí, 2001 Odisea espacial supuso, sobre todo, una experiencia visual comparable con las grandes obras que han modificado el desarrollo de la Historia del Arte y creo que no me equivoco si afirmo que 2001 fue para el cine lo que Las Meninas fue para la pintura. Creo que la grandeza del film está en el conjunto de emociones que despierta para dar paso a una prolongada reflexión que, en mi caso, dura más de treinta años. Con libro o sin él, es inevitable pensar en conceptos tan puros como la inteligencia, la intuición o la energía.

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  29. Silvio Solís de Ovando

    Me parecieron excelentes ambos artículos sobre la película. En lo único que no concuerdo es cuando dice que ambos, Clarke y Kubrick crearon una obra monumental de un nivel de abstracción inédito en el cine. Creo que quizás para el cine más hollywoodense sí, pero hay otros célebres directores, que han tratado anteriormente temáticas complejas, con importantes grados de abstracción, como las obras de Ingmar Bergman, Andrei Tarkovsky, Luis Buñuel por nombrar algunos.

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  33. Cao Wen Toh

    Gracias a que me leí la novela (cuyo ejemplar, además, incluía fotografías a todo color) tres o cuatro veces antes de que la repusieran 10 años después en las pantallas de Madrid, la entendí a la primera. En principio la idea, creo, era que un narrador (actor que finalmente puso la voz a Hal 9000) dijera el texto de Clarke en off, y quitarlo me parece la mejor decisión artística de Kubrick, pero reconozco que si no me hubiera «comido» la novela con anterioridad no la habría entendido. También por eso me pareció una pena que no se vieran las explosiones nucleares sobre la superficie del planeta cuando Bowman regresa a la Tierra convertido en el ‘niño de las estrellas’.

  34. La película exige que uses sobre todo los ojos y los oídos para recibirla. Hay momentos en los que se tira minutos y minutos con el Danubio Azul, repitiendo pasajes una y otra vez, y vuelta a empezar, y hasta que no calla no te das cuenta de lo atrapado que estabas. El final todavía me sobrecoge y emociona cuando pienso en el: la música de Strauss con Dave Bowman convertido en el Niño de las Estrellas. Un final a la altura de por ejemplo, Centauros del Desierto. 2001 es una de las obras maestras indiscutibles de la historia del cine.

  35. ¡Excelente sitio! Muy enriquecidora reseña. Muchas gracias!
    Es un género que no me atrapa pero debo reseñar la obra y recomendarla. Por lo que me parece un artículo esclarecedor que invita a leerla y mirarla para contraponer nuevas representaciones e interpretaciones con una guía magistral. Ya los sigo! Saludos cordiales

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