Salvador Sostres, escritor y columnista; dirían algunos que enfant terrible. Ciertamente, de notoria habilidad para verse envuelto en la controversia y para levantar ampollas. Pero en Jot Down conversamos con él no para recurrir al Salvador Sostres polémico, que es la efigie más conocida del personaje, sino para indagar en un Sostres más amigable, más de carne y hueso, no únicamente resumido por declaraciones polémicas y opiniones linderas, que las tiene. Y el resultado fue ciertamente interesante: hablamos acerca de la Cataluña que es y de la Cataluña inventada, de nacionalismo e idioma, de derecha e izquierda, pero también de cine, de literatura, de fútbol y de una de sus grandes pasiones: la gastronomía; especialmente la alta cocina, de la que habla con un entusiasmo y conocimiento difíciles de fingir. Nos recibió en una de sus coctelerías favoritas —no era su casa, pero ejerció como perfecto anfitrión— y así transcurrió la conversación.
Aún no he escuchado a un nacionalista catalán decir con claridad, sencillez y concreción qué es Cataluña. Así que te pregunto, ¿qué es Cataluña?
La verdad es que es una buena pregunta. Y es difícil responder. Primero, creo que todo el mundo es de alguna parte… no creo que haya nacionalistas y no nacionalistas, por eso has hecho bien en decir “nacionalista catalán”. Otra cosa es que en las terminologías nos pongamos o no de acuerdo, cada cual tiene derecho a pensar que él es tal o cual cosa, lo que quiera. Hay gente que dice que es “ciudadano del mundo” y naturalmente que lo es, todos lo somos. Pero somos de alguna parte concreta y tenemos un vínculo, el que sea, con algún lugar: bien donde has nacido, bien donde trabajas, etc. Por explicar una cosa más personal: yo no tengo relación con mi padre pero, para mí, el marido de mi madre es como mi padre: nos hemos elegido. Cataluña es una idea de Cataluña. Yo no creo que la idea de Cataluña, en la formulación que te haga cualquier nacionalista o cualquier independentista, responda a la realidad. Hay veces en que nos interesan las cosas y las personas por lo que son y hay otras veces que nos interesan por lo que nos gustaría que fueran. Tengo la sensación de que —como cualquier sentimiento— el nacionalismo catalán tiene una parte importante de ficción; no responde exactamente a una realidad tangible. Entonces, ¿qué es Cataluña? Pues mira, podríamos decir que Cataluña es un país deprimido, un país donde la creatividad está especialmente castigada, un país que lleva muchísimos años viviendo de la queja, de pensar que la culpa es de Madrid que nos roba o de España que nos oprime. Pero sin dar ninguna solución concreta, siempre organizándose a través de la reacción, nunca de la acción. De hecho, los momentos en que más funciona el independentismo son cuando aumentan las malas formas de los gobiernos de España y, cuando esto se calma, no funciona ninguna idea constructiva.
Entonces el independentismo catalán es reactivo.
Siempre. Así como el nacionalismo catalán, entendido como un cierto sentimiento romántico, es activo —la gente tiene un apego a su idioma, a sus tradiciones, incluso diría que a sus muertos en el sentido más poético de la palabra—, el independentismo sólo funciona como formulación práctica y la gente sólo se abraza a él cuando, para entendernos, un Aznar gobierna en España. Y ahora mismo —no políticamente porque en las elecciones los resultados del independentismo han sido irrisorios— podría darse perfectamente el caso de que ante el ahogo económico de España creciera un sentimiento independentista… pero el independentismo no es natural en Cataluña. Es reactivo, es una reacción a una supuesta agresión.
Si no existiesen las elecciones autonómicas y la búsqueda de parcelas de poder que eso conlleva, ¿crees que el nacionalismo, ya sea el catalán o el de cualquier otra región, se hubiese quedado anticuado como una especie de reliquia decimonónica?
Si yo fuera el presidente o el rey de España y quisiera anular el independentismo o el nacionalismo, le daría el mayor poder posible. ¿Por qué? Porque creo que cuanto más se tiene aquí la sensación —sea cierta o no— de que Cataluña se queda sin capacidad para autogestionarse y para autodeterminarse, mayor es el tono reivindicativo. El olvido de esa reivindicación vendría más de un reconocimiento de igual a igual de Cataluña con España que del arrinconamiento de Cataluña. Cualquier cosa que sirva para quejarse es favorable siempre al nacionalismo. Por ejemplo, una de las formas más rápidas de ver cómo crece el independentismo sería que PP y PSOE se pusieran de acuerdo para limitar la presencia de partidos nacionalistas en el congreso. Fantástico. Si lo hacen —que tienen todo el derecho del mundo a plantearlo y todo el derecho del mundo a hacerlo— yo, como independentista, estaría encantado de la vida, porque es el camino más rápido.
Si no vivieras en Cataluña y vivieras en otra parte del Estado, ¿a qué partido votarías?
Al PP, sin ningún tipo de dudas.
¿Por qué?
Porque es la derecha. Yo nunca votaría a la izquierda. Creo que la izquierda machaca a los que dice defender. Esta asociación de la izquierda con los trabajadores, con los obreros, es mentira. Es una ideología que no conoce el alma, que no conoce al hombre o que no lo comprende y por lo tanto se basa en una serie de estrategias que lo terminan hundiendo. En cambio a derecha —aunque no creo que el PP sea tan de derechas, creo que sencillamente es menos de izquierdas que el PSOE— toma mejores medidas. Por ejemplo, si me fijo en la persona del PP con cargo de gobierno más relevante en este momento, que seguramente es Esperanza Aguirre, veo que el déficit en Madrid es irrisorio y que allí la gente —más o menos— tiene una cierta capacidad para crear empresas. Aquí, un catalán quiere crear una empresa y tenemos un problema. Lluís Llach —por ejemplo y sin ir más lejos, no estoy hablando de Perales— cuando dejó de cantar quiso organizar su fundación para unos proyectos muy interesantes que lleva a cabo en África y se tuvo que ir a hacer la fundación a Madrid, porque en Cataluña le pedían en depósito una cantidad de dinero que no podía dejar bloqueada. Lluís Llach, que se pasaba el día cantando a favor de las izquierdas y cuanto más izquierda mejor. El Tripartito legisló de tal manera —con su gran amiga Montserrat Tura como consejera de justicia— que Lluís Llach se tuvo que ir a montar la fundación a Madrid. Y te dices que vas a hacer una cosa tan poco sospechosa de formar parte de la estrategia de esto que los cursis y los horteras llaman el “neocapitalismo salvaje” (que yo no entiendo por qué nunca se dice “neocomunismo salvaje”, pero bueno) como lo es una fundación para desarrollar proyectos en África y aun así tienes que irte a Madrid. Así que, ¿por qué votaría a la derecha? Porque es la que realmente construye sociedades más justas y garantiza la igualdad de oportunidades. Es la que cree en el hombre, en el talento, en tu capacidad para hacer lo que tengas que hacer. No parte de la idea de que eres gilipollas y te tienen que proteger porque eres gilipollas y por ti mismo no vas a hacer nada.
¿Libertad para Cataluña significaría, por ejemplo, eliminar los peajes de las autopistas?
Bueno, si los catalanes pudiéramos disponer de nuestros recursos quizá pagaríamos sólo una vez en las autopistas y no cuatro veces como pagamos ahora. Aquí Rajoy puede jugar un papel como lo jugó Aznar. Antes hablábamos del independentismo que creció a la sombra de Aznar: Carod-Rovira supo utilizar muy bien las malas formas de Aznar, no sé si decir que eran formas agresivas —porque Aznar es el mejor presidente que ha tenido España— pero sí un tipo de retórica que acabó creando un mal rollo. Pero si te fijas en las estadísticas, los años en que más se ha invertido en Cataluña y en que más dinero se ha devuelto, fueron los del periodo 1996-2000. Y el segundo periodo de mayor inversión en Cataluña fueron los años tan criticados de la mayoría absoluta de Aznar: 2000-2004. Con lo cual no sé de qué estamos hablando, francamente. Pero bueno, tengo la sensación de que —simbolizándolo, como tú decías, en los peajes— si el agravio económico de Cataluña desapareciera, el independentismo bajaría y el nacionalismo se reduciría a una cuestión más sentimental y menos política. Creo.
Pasando a la prensa, ¿cuáles son las señas de identidad de la prensa catalana?
La prensa catalana no existe porque toda está subvencionada. No existe tal cosa. No hay ningún diario catalán —no me refiero a las secciones catalanas de El País, El Mundo, etc sino a algún diario estrictamente catalán— que pudiera sobrevivir sin las ayudas directas o indirectas de la Generalitat, del dinero público.
¿Qué papel juega TV3?
Es lo mismo. No hay por dónde cogerla. TV3 y Catalunya Ràdio han servido durante un tiempo como herramienta para normalizar el idioma catalán en Cataluña, a mí esto me parece bien. Han servido, esta función se ha desempeñado. Pero creo más en un modelo de televisión privada, las televisiones públicas tendríamos que ir pensando en eliminarlas. Pero esto te lo digo de TV3 y te lo digo de Televisión Española o de la BBC, etc. No es una crítica por el hecho de que sea TV3. Es una crítica más general y parece ser que en todos los países hay televisiones públicas. No me parece más grave el caso de TV3 que otros casos. Es una televisión que en estos momentos es especialmente propagandista: expira un antiamericanismo y un antijudaísmo atroz, junto a una visión del mundo en que los empresarios son los malos y los sindicatos son los buenos que, a mí personalmente, me repugna. Aparte de la idea de que es pública y debería ser más neutral, es que me parece un discurso poco inteligente. Más allá de que su visión no me guste, sus argumentos son muy pobres, muy trillados y muy poco dignos intelectualmente.
Hablando de propaganda, ¿crees que hay catalanes a pie de calle que están convencidos de que Picasso era catalán?
No lo sé. A Oscar Wilde un juez le preguntó si El retrato de Dorian Gray era una apología de la homosexualidad y él contestó que no. El juez le volvió a preguntar si una persona a pie de calle como tú dices, si una personal normal u ordinaria podría considerar que El retrato de Dorian Gray era un canto a la homosexualidad. Wilde dijo “señor juez, no tengo ni idea de lo que piensan las personas ordinarias”. Y yo creo que está bien cualquier crítica que se pueda hacer a la clase política, a la prensa, a nosotros como periodistas, pero creo que lo peor que hay en España, lo peor que hay en Cataluña, es la gente. Es el nivel de la turba, de la carne amontonada, personificado en el movimiento 15-M. Es el nivel más bajo y ramplón que jamás ha habido, el pancartismo más cutre y menos exigente intelectualmente. Antes esta gente estaba en su casa pero ahora, gracias a las redes sociales, cualquier persona puede ser protagonista y su visión —sea la que sea— queda reflejada con total impunidad. No sé lo que piensan ni lo quiero saber. No miro nunca, por ejemplo, lo que escriben sobre mí porque es horroroso. No sólo sobre mí, sino sobre cualquier cosa. Andrés Calamaro dijo hace unos días algo que me pareció muy brillante: si Jesucristo resucitara, le volverían a crucificar en Twitter.
A Gaudí le atropelló un tranvía y ahora las obras del túnel del AVE podrían poner en peligro los cimientos de la Sagrada Familia… ¿es esto una metáfora de la propia Barcelona?
(risas) Esto es forzar mucho la metáfora. Lo que sí me parece es que es un poco tonto asumir riesgos en este sentido y también me parece que esos riesgos están ahí.
Entonces más que una metáfora sería una versión irónica de la justicia poética: la “injusticia poética”.
Sí. Yo no soy un gran fan de Gaudí, de todos modos. No me alegra que lo atropellasen ni me alegraría que caiga la Sagrada Familia, pero Gaudí tiende a ponerme bastante nervioso. Lo siento, pero creo que la línea recta es un progreso.
Hablemos del idioma catalán: hay muchas palabras que recuerdan al francés y otras tantas que recuerdan al italiano…
Y otras tantas que recuerdan al castellano. Lo que me gusta más del catalán, y en esto se parece al francés, es la flexibilidad vocálica. Es muy musical: vocales abiertas, vocales cerradas, igual que el valenciano. Esto le da una gran musicalidad sobre todo a la poesía: Cataluña es un país que, para lo pequeño que es, ha dado cosas bastante notables en ese campo. A la vez es un idioma que, así como en el italiano todas las terminaciones son suaves, el catalán es un poco más duro. Me gusta esta ductilidad del idioma, me siento muy cómodo cuando escribo en catalán. Cuando escribo en castellano me siento muy cómodo con la enorme cantidad de posibilidades que tiene: la constante evolución del idioma, el que para decir una sola cosa tienes cincuenta mil recursos, cincuenta mil palabras. Puedes abusar del castellano, le puedes meter mano, lo puedes incluso catalanizar si te apetece, incluyendo giros del catalán en el castellano —aunque si lo haces porque eres un ignorante entonces no tiene ninguna gracia— y puedes jugar mucho con él. Permite muchas cosas el castellano: es una lengua tan vasta, que tiene de todo. Sí, hay palabras en el catalán que se parecen a otros idiomas por su propia ubicación geográfica, por su propia historia de comerciantes, etc. El Mediterráneo ha sido siempre un puente de intercambio cultural. El catalán me gusta en ese sentido y el castellano me gusta porque con él puedes “conducir sin normas”.
Para personas que no conozcan el catalán y no entiendan el idioma pero que estuviesen interesadas en la literatura catalana, ¿qué les recomendarías?
Soy muy mal lector porque me gusta más escribir. Aparte, las fuentes de las que bebo para escribir no son todas literarias. Una de las cosas que más me impresionan de la literatura de mi país es Valentí Puig, que escribía hasta hace poco en ABC y ahora escribe en La Vanguardia; estoy convencido de que es el mejor poeta del siglo XX en Cataluña junto con Gabriel Ferrater —que ya murió, se suicidó a los cincuenta años—. Fíjate, y te lo digo yo que sabes cómo pienso, son dos poetas que han escrito en catalán pero no son ni catalanistas, ni independentistas ni nada que se les parezca. Bueno, Ferrater no sabemos lo que era y en pleno 2011 está fuera de lugar preguntárselo: qué había en aquel momento de independentismo o nacionalismo… eran formulaciones distintas a las de ahora. Sería anacrónico, como preguntarle ahora a un romano si está a favor de la pena de muerte: dos mil años después igual el romano pensaría otra cosa.
¿Cómo se considera desde Cataluña a escritores valencianos como Ausiàs March, Joanot Martorell…?
Aquí se les quiere mucho y se interpreta que forman parte de la misma literatura. Así como te he defendido al PP, a Aznar y a Esperanza Aguirre sin ningún tipo de problemas, me parece un despropósito y un ataque a la inteligencia establecer distinciones entre el catalán y el valenciano. Sería como establecer distinciones entre el castellano y el andaluz. Yo no digo que, para nada, se tenga que asumir ninguna tesis parecida a la de los “Països Catalans”… cada uno tendrá su opinión y esa sí que es una cuestión ideológica. Cada cual que diga lo que quiera y que haga lo que quiera. Ahora, el atentar contra la obviedad… me parece que en este asunto el PP se equivocó y por cosas como esta hay gente que nunca, jamás, votaría al PP. Y es una lástima, porque al final todos los partidos nacionalistas acaban negociando —como único partido de referencia— con el PSOE y eso lleva a la cosa más ramplona y más cutre no sólo para Cataluña sino para España. Creo que el PP valenciano no ha sido un PP inteligente. En otras cosas seguro que lo habrán hecho bien y no tengo nada que decir, pero en este tema la academia y el conocimiento tienen que estar por encima.
¿No crees que esa reluctancia hacia el pancatalanismo en Valencia no es únicamente cosa de un partido, sino que está en la psique de muchos valencianos?
Pero se puede ser una cosa y la otra. A mí no me gusta especialmente Cataluña. Si me dicen “¿qué te gusta a ti?”… a mí me gusta Londres, me gusta París, me gusta Nueva York. Pero no me gusta Cataluña. ¿Me gusta Barcelona? Se come muy bien (risas), están los mejores cocineros. Si en algo es capital mundial Barcelona ahora mismo es, no en restaurantes, pero sí en cocineros. Los mejores talentos están en Barcelona y me gusta vivir aquí porque pienso que tengo a mi alcance los mejores restaurantes del mundo. Los tengo más cerca que si viviera en París, donde no hay ningún restaurante ahora mismo que tenga tanto interés. A mí me parece muy bien que haya muchos valencianos que no quieran oír ni de Cataluña, ni del pancatalanismo ni de la unión, ni de la federación, ni de nada que tenga que ver con los Països Catalans. Pero ellos hablan catalán igual que yo hablo catalán y si no lo quieren llamar catalán, que lo llamen como quieran: “no, es que se tendría que llamar valenciano y vosotros catalanes habláis valenciano del norte”. De acuerdo, ningún problema.
(risas) Valenciano del norte, eso me ha gustado.
Raimon en qué canta, ¿en catalán o en valenciano? Canta en catalán. ¿Ausiàs March y Joanot Martorell en qué escribían? ¿De qué coño le ha servido esto al PP? De nada. Tiene tantos argumentos para ganar elecciones en Valencia y en cualquier parte… que los use, si son muy buenos. Con la política que mejor me llevo es con Esperanza Aguirre. ¿Qué tendrá que ver si ella es independentista o no? Es española de arriba a abajo, y yo… ¿crees que hemos discutido alguna vez? Estamos de acuerdo en el noventa por ciento de las cosas. Yo con Carod-Rovira sólo estoy de acuerdo en el diez por ciento de las cosas.
En el diez por ciento restante, supongo.
Claro, es que llega un momento en que tanto quienes se llaman nacionalistas como quienes no se llaman nacionalistas acaban convirtiendo este tema en único. ¡No me jodas! Hay centenares de temas. Entonces, en serio, ¿qué vamos a hacer? Tú hablas con alguien y hay nueve temas en que estamos de acuerdo y uno en que no. ¿Vamos a jodernos por ese único tema?
Cambiando un poco de registro y hablando de fútbol, una frase tuya me llamó la atención: dices que “el Barça no es un club, es una idea”. ¿Cuál es esa idea?
Cataluña.
¿Es una bandera?
Sí, sí. Naturalmente hay gente de Madrid que es del Barça y no lo siente así. Naturalmente. También habrá gente de Barcelona que debe de ser del Manchester United.
Incluso del Espanyol.
Sí, incluso del Espanyol. Pero bueno, hay gente del Espanyol que es independentista. Yo los conozco. Y me parece muy bien, pero el Espanyol no es eso lo que representa. También conozco auténticos catalanistas que son del Madrid porque su padre lo era o lo que sea. Pero el Barça, especialmente durante el franquismo —aunque siempre había habido algo—, se convirtió en una manera de canalizar y de vehicular un sentimiento, el nivel de expresión de este sentimiento.
¿Es el Barça el equipo del régimen en Cataluña?
No, fíjate que la Generalitat nunca ha tenido mano en el Barça. Ahora es la primera vez que hay un presidente del Barça cuyo signo político coincide con el de la Generalitat… Rosell y Mas. Creo que ambos votan a Convergència. Especialmente Rosell (risas). La falta de sintonía que había entre Montilla y Laporta era evidente, sólo hace falta ver la formulación política por la que ha optado Laporta después. La falta de coordinación entre Laporta y Maragall también era evidente y la falta de coordinación entre Pujol y Núñez, qué te voy a contar. El Barça siempre ha sido un club independiente. No ha sido un club de un partido, sino de un país. El mejor presidente que ha tenido el Barça ha sido Laporta, quien ha conseguido la mayor gloria y trascendencia mundial del Barcelona: ahora se vive de aquellos réditos, de lo que se hizo. Con pequeñas variaciones, naturalmente, pero el equipo es el que dejó Laporta y el entrenador es el que dejó Laporta. Fíjate en las decisiones que se están tomando: lo de Qatar es una mala decisión, que es vincular al Barça con una fundación a su vez vinculada con Al Qaeda. Pero bueno, el Barça, de mayor o menor manera y con todas las excepciones que sea necesario recalcar, recoge un sentimiento bastante general. Lo escribió Montalbán: “el Barça es el ejército de Cataluña”. Lo cual dice mucho y dice muy poco también, o sea, que esa respuesta sirve para responder a algunas de tus primeras preguntas… sí, es verdad: esa ideación existe, es muy potente, pero en el fondo creo que si les preguntaras a muchos catalanistas y muchos independentistas “¿qué prefieres, la independencia de Cataluña o que el Barça le gane la final de la Copa de Europa al Madrid en el Bernabeu?”, tendrían que irse a una habitación, pasar allí dos horas y pensárselo. Esto es dramático, porque da la sensación de que el nacionalismo, al final, se conforma con ganar la Copa de Europa. Para que me entiendas: esta asimilación tiene su vertiente épica y su vertiente pueril.
Del fútbol a una de tus grandes pasiones, la gastronomía. ¿Qué significa el cierre de elBulli?
Para mí El Bulli lo ha sido todo. Ha sido mi manera de crecer, la primera vez que fui tenía dieciocho años. Ha sido mi manera de entender cómo tenía que escribir.
¿Por qué?
Por el sentido de la verticalidad. Lo que significa elBulli es dejarse de rodeos e ir directamente de la idea al hecho, sin perder el tiempo. La mínima invasión con la máxima repercusión. El mínimo detalle para la mayor explosión de sabor, pero con inteligencia: cualquier plato de elBulli responde a una idea. Es un restaurante lo más intelectual posible, muy conceptual. Si los camareros te dieran los platos y no te dijeran el nombre, te enterarías de un veinte por ciento de lo que tienes delante. En cambio si te dicen “pollo al curry” y te viene un plato con tres salsas, y una de esas tres salsas es la textura del pollo, tú dices: “esto es magia”. Siempre se parte de un concepto, de un juego intelectual. Para mí elBulli lo ha sido todo, incluso mi manera de relacionarme con la gente. Yo espero esto de la vida, espero esto del amor, de la literatura, de un gin tonic, espero esto cuando voy a una sala de cine. Espero esto de todo: el talento, el nivel de perfección y de maravilla, la enorme capacidad de generar esperanza y alegría. Si vas a elBulli —o a Tickets, el local que Ferran Adrià ha abierto con su hermano en el Paralelo— la gente sale de allí contenta, pensando que la fuerza de la humanidad podría ser ilimitada porque con talento y con trabajo se puede llegar a hacer maravillas. ¿Estamos en crisis? Estamos en total crisis. ¿Los restaurantes están vacíos? Muchos de ellos. ¿Algunos han tenido que cerrar? Por supuesto. Pero Tickets tiene tres meses de lista de espera. Y no es barato; aunque tampoco es el más caro: comiendo normal puede salir unos setenta euros… no estamos hablando de estos restaurantes donde comer dos personas cuesta trescientos cincuenta euros. Pues para mí elBulli… he ido más veces a elBulli que libros he leído (risas). Me ha interesado este nivel de casi pureza, esta línea recta entre lo que piensas y lo que eres capaz de escribir, este no buscar excusas, intentar no engañar a nadie, intentar decir la verdad. Intentar jugarte la vida en todo lo que haces porque si no, no tiene sentido.
¿No encuentras este tipo de pureza en otras artes, en otras disciplinas?
No. Creo que, como dice Arcadi Espada, el genio vivo más importante que hay hoy en día en la raza humana es Ferran Adrià. Mientras elBulli ha durado —y ahora continúa, pero de otra forma— no hay nadie en ninguna otra disciplina que haya conseguido estirar los límites de la humanidad más allá. Lo que es un genio: tú pensabas que la humanidad era esto y llega el genio y dice: “un poco más”. ¿No? Picasso dijo “un poco más” y Ferran Adrià ha dicho “un poco más”.
Por cierto, ¿te gusta comer en el McDonald’s?
Ehhhm… tengo dos reflexiones que hacer. Primero, me parece un negocio impresionante. Muy bien pensado. Muy bien hecho. Parece que es casi un milagro el que se pueda comer la misma hamburguesa en Barcelona que en Moscú y que cuando tú vayas por el mundo sepas perfectamente lo que te vas a encontrar en un McDonald’s y no hace falta que pienses en qué ciudad estás. No hay ningún país donde haya McDonald’s que esté en guerra con Estados Unidos, lo cual me da una gran tranquilidad. Aparte te diré que iría mil veces antes a McDonald’s que a comer de Santi Santamaría. El McDonald’s es una cosa muy seria, muy bien hecha, que no se basa en ninguna estafa, no es ningún quiero y no puedo; dicen muy claramente lo que ofrecen y lo ofrecen muy bien ofrecido. Comer en un McDonald’s… no es una cosa que haga habitualmente, pero recuerdo que en el 2008 estaba de viaje de novios en Miami, era una ruta gastronómica por Estados Unidos y me hizo ilusión que el último restaurante visitado fuera un McDonald’s. Comí bien y recordé cosas que comía tiempo atrás. Un “Chicken McNugget” está bien hecho y una hamburguesa está bien hecha. Tengo un total cariño, reconocimiento y respeto por McDonald’s. Y no lo tengo por Santi Santamaría. No hay nada que me indigne más que este tipo de gente que intenta destruir a un genio por el hecho de serlo. Ferran Adrià ha sido de una generosidad extrema con todo el mundo. Podemos hablar de Tickets, podemos hablar de Comerç 24 y Carlos Abellán, de Sergi Arola en Madrid, podemos hablar de Albert Raurich y el Dos Palillos… te estoy diciendo no solamente los mejores restaurantes de Barcelona, sino posiblemente los mejores restaurantes del mundo. Todos han salido de Ferran, a todos les ha ayudado, muchas veces a hecho el plan económico desde el taller de elBulli a estos chicos —muy buenos cocineros pero a veces un poco alocados y jóvenes— para que sus restaurantes arrancaran. Recuerdo cuando abrió Comerç 24, que Ferran convocó a toda la prensa, que tenía a sus pies. Cuando abrió Dos Palillos exactamente lo mismo. Ahora en Tickets también lo hace: es verdad, Tickets es de su hermano, pero hay gente que no lo hace ni por su hermano. Y Santi Santamaría fue durante mucho tiempo el mejor cliente de elBulli, lo sé porque yo también era uno de los mejores y le veía todos los domingos ir a elBulli para copiar; le hacía mucha gracia hasta que se dio cuenta de que había tenido la desgracia de nacer Salieri en la época de Mozart. Y reaccionó mintiendo, difamando, diciendo que Adrià tomaba drogas y por eso hacía esa cocina tan rara, que intoxicaba a sus clientes dándoles química… y todo es química, ¿o acaso el pan no es el resultado de un proceso químico? Era por pura envidia, por pura incapacidad de asumir que no eres la estrella de tu tiempo. Y quiso destruir no sólo al mejor cocinero, sino también a una de las mejores personas que yo he conocido. Tú también debes de ser muy buena persona (risas), pero ocurre que con un nivel de fama, de reconocimiento, mucha gente se vuelve de un modo difícil de comprender y con Ferran Adrià no es así. Puedes encontrar cosas que Santamaría dijo de él pero no encontrarás jamás ni un solo desprecio que Adrià haya hecho a Santamaría. Ni uno. Él es así. elBulli no ha sido más caro porque él no quería convertirlo en un restaurante cuya nota de corte sea el precio. Cuesta unos trescientos euros, llegas a las siete y media y te vas a las dos de la mañana, comes unos cincuenta platos y te bebes lo que quieres y si no te pasas con el vino son unos trescientos, trescientos cincuenta. Esto es lo que cuesta comer en un tres estrellas mediocre de París. Si Adrià hubiese puesto el cubierto a tres mil euros, incluso a seis mil, hubiese llenado igual. Pero no.
Antes citabas que esperas lo mismo de una sala de cine que de elBulli, ¿qué tipo de cine te gusta?
No soy un entendido en cine. Me gusta Disney. Me gusta muchísimo Bambi. Y no puedo soportar —aunque parezca una contradicción con lo de Bambi— las películas de mucho llorar, ni las que acaban mal, ni las películas tristes. Esta pedantería de cierto cine que se basa en la presunción de que si no es triste no es profundo, me parece completamente estúpido. Clint Eastwood es un hijo de puta.
¿Por qué?
Un día fui a ver El hundimiento y me equivoqué. Me di cuenta de que estaba viendo Million dollar baby. Al que había comprado la entrada le dije, “oye, ¿Hitler boxeaba? ¿En serio?” (risas).
Pues ya supongo lo que debes pensar de algunas películas de Steven Spielberg.
Sí, de algunas. Pero me cae bien. Aunque el día que fui a ver E.T. es uno de los días que más cansado he llegado a casa, incluso más que después de ir a elBulli (risas). De tanto llorar, es que no puedo soportarlo. Yo, de hecho, una película desconocida no voy a verla… espero que haya ido alguien y entonces le pregunto “¿hay momentos difíciles?”. Un día me llevó mi mujer a ver El curioso caso de Benjamin Button y salí a la media hora porque me daba corte llorar más en el cine, porque hacía ruidos llorando y no está bien hacer ruidos en el cine. No lo soporto. Tenía una cena el día en que fui a ver Million dollar baby y ¡tuve que anular la cena! Estaba hecho polvo: ¡pobre chica! ¡a la chica le pasan cosas horribles! Me fui a casa deprimido y no quise salir en toda la noche. Tenía una cena en Via Veneto, ¡nadie renuncia a una cena en Via Veneto un sábado por la noche!
Es la película que te jodió un sábado.
Me jodió aquel sábado y por eso odio a Clint Eastwood, porque he caído dos veces en la misma trampa. También me pasó con Mystic River… la veía y era “pero, ¿qué coño es esto?”. Esto no son películas, ¡son atentados!
Por cierto, ¿has visto 2001: una odisea del espacio?
Me aburrí como una ostra (risas). Me parece bien la metáfora esta del mono tirando un palo, me parece muy bonito, pero esto pasa en el minuto cinco de la película y luego estás tres horas y dices “¡joder!” No, no, nada. Será que tengo la sensibilidad de trapo o no lo sé, pero reconozco que me quedo con las comedias simpáticas donde todo va bien… y con Disney como cosa intelectual. Y me hace mucha gracia Hitchcock. Domina como nadie la sensación de angustia, todo lo que ha hecho me parece muy inteligente. Me siento muy bien llevado por él, muy bien tratado.
¿Qué películas suyas te gustan más?
Con la muerte en los talones, Encadenados, Vértigo, Atrapa a un ladrón.
Encadenados está muy bien y no es de las que más suele citar la gente.
Encadenados me gustó mucho. Me gustan esas películas que mezclan acontecimientos históricos, como en este caso el nazismo. Por ejemplo, La lista de Schlinder me impresionó profundamente. Sufrí, pero me gustó verla. Con El pianista sufrí, pero también me gustó verla. Una película con la que sufrí mucho —aún sueño con ella— pero a cambio no me ofreció nada fue Los falsificadores. Vi el trailer y parecía la historia de alguien utiliza el régimen nazi para hacer sus negocios, parecía más una comedia… y una vez más, eso eran los cinco primeros minutos de la película; a partir de ahí lo pasé muy mal. Una película que agradezco haber visto pero que me jodió mucho también fue La vida de los otros. Luego me ha servido mucho para escribir, pero creo que es una película donde todos son malos.
También hay películas que son comedias pero están igualmente basadas en la idea de que todo el mundo es mediocre, como algunas de Billy Wilder.
Pero Un, dos, tres es muy divertida.
Un, dos, tres es una de las mejores comedias que se han hecho nunca, pero pensaba más en algo como El apartamento.
Sí, es muy fría. Es una película muy triste, es una comedia, pero es muy triste. A mí esto me cabrea, no me gusta ver estas cosas. Yo del cine espero que me entretenga (risas)
Para acabar, cuéntanos los secretos del gin tonic.
Todas las ginebras inglesas son buenas y se ha hecho mucha comedia con tantas marcas nuevas. La Taqueray clásica, por ejemplo, es una gran ginebra. También Greenall’s, la más antigua de todas. El barman Tirvió prepara su gintónic british style con Tanqueray Ten, la evolución de la Tanqueray clásica. La tónica, Schweppes. Su burbuja es perfecta. Fever Tree es una buena tónica, pero demasiado dulzona para mi gusto y de burbuja menor. La tónica Nordic es una solemne porquería. El gran secreto del gin tonic es el hielo; un hielo compacto y resistente. Ginebra, hielo, tónica y un twist de limón. Y nada más. Los excesos y versiones que hoy conocemos y que fraudulentamente se llaman gin tonic son una farsa. Son al gin tonic lo que una puta tuneada es a la elegancia. ¿A qué más van a llamar gin tonic? La gente ha perdido la compostura y el sentido del ridículo. Un poco de rigor victoriano, por Dios, que nos ayude a compensar el gótico falso de tantas damas. El mejor lo preparan en el Tirsa. Es el más puro, el más simple, el más exacto. Es obra del barman Manel Tirvió, probablemente el mejor barman del mundo.
Fotografía: Sergi Fuster
Gran charla, muchas felicidades.
Lo que mas me gusta de Sostres, es su lenguaje directo, gran vocabulario, no hay que hacer esfuerzos para entenderlo.
Lo que menos, las veces que ofende con ese lenguaje tan directo, soez a veces, despreciativo, otras.
Y lo que a mi me parece ambigüedad: nacionalista ó no nacionalista ó simplemente ex-nacionalista, me temo que es esto último y no hay nada pero que un ex de lo que sea, siempre produce resentimiento.
Por lo demás una gran entrevista.
Saludos
Admiro a Sostres, y no por su opción ideológico-política, precisamente, la cual detesto.
Me cae bien. Es un tío de puta madre. Me tomaría un gin-tonic de Tanqueray con él.
Estais acercando a los grandes ogros de la derecha a una dimensión humana y amigable. Y eso es muy peligroso.
Tú sí que eres peligroso.
Obsérvese que S.S. (sin comentarios) dedica el mayor número de palabras/caracteres de toda la entrevista a disertar sobre McDonalds. Creo que podrían establecerse conclusiones sobre el personaje por este sencillo detalle. Demagogia, glotonería, fraude alimentario, enfermedades coronarias, populismo, raquitismo, hipoproteico, saturado…
Gran entrevista. No veíamos una dimensión tan humana en Sostres desde que salía disfrazado de mosca en Crónicas Marcianas
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Da coraje leer una entrevista con un analfabeto político como éste. Si lo que dice de la derecha -su raquítica, oportunista y miserable opinión de lo que representa la derecha- realmente se lo cree, es que no conoce absolutamente nada de la Historia. La derecha todavía lleva una ventaja abismal en lo que se refiere a represión, desigualdad social, violencia, etc, etc.
Pero claro, si lo que se trata es de quedarse con el personal, allá cada cuál con su forma de ocio.
Sin duda, después de Ucrania, Chequia, Hungría, Vietnam. Camboya, Corea, Cuba, China, Angola, está claro que las cuentas aun no cuadran.
Si vamos a la izquierda light, vemos que son máquinas de crear miseria, analfabetismo y personas que se creen con derecho a vivir de los demás por qué sí, y si no lo toman directamente.
De todas formas debe ser que nadie sabe tanta historia como los marxistas ya que son dueños de ella. Os pedimos perdón por no ser esclavos perfectos y por pensar de forma diferente, incluso atreviéndonos a creer que podemos desarrollar nuestro potencial como personas libremente.
Magnífica entrevista.
Podemos comulgar o no con Sostres, pero es difícil encontrar entre los columnistas/pensadores a alguien tan honesto, con tantos huevos de decir cosas políticamente muy incorrectas pero defensoras del sentido común y la integridad.
Gracias,
Honesto este reaccionario cara de culo que pone por las nubes al PP, Aguirre y Aznar? Cara al sol, Luisfer. Ese brazo estirado, ein!
La entrevista recuerda al vídeo casero de Gadafi. Indulgencia edulcorada.
Customización misericordiosa de la España más grotesca y más trágica…
Este es otro de los que quiere quitarse media España de en medio y luego hacérselo con las hijas de la otra. Un perfecto indocumentado y un insulto viviente a la inteligencia.
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La comparacion de Santi Santamaria es un atrevimiento. Si este indocumentado es cultura, yo soy Nietschze.
«La derecha construye sociedades más justas y garantiza la igualdad de oportunidades». Y va el colega y se queda tan ancho. Le gustará mucho La lista de Schindler, pero seguro que, para él, Ralph Fiennes es el bueno.
Hacer alarde en público de tu estulticia y luego insinuar que es un personaje (cuando en realidad no lo es) es algo patético. Y es que esa es la palabra que mejor define a a Salvador y que él mismo se encarga de acentuar cada vez que abre la boca en una entrevista.
No he encontrado el lado humano en esta entrevista por ninguna parte. He leído al mismo hijo de puta de siempre (utilizando el lenguaje que a él le gusta usar, que él llama honestidad) y al mismo analfabeto provocador.
Por muy buen entrevistador que se sea, Salvador Sostres no merece ni una gota de tinta, ni un píxel de mi pantalla.
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«Dejando de lado su ideologia» Es la frase que más define al español antifranquista acomodado y acomplejado, entre los que me encuentro. Soy votante de izquierdas convencido, con tendencia a la comprensión de los derechos de los pueblos y blabla He estado a punto de ponerla, ¡lo juro!
Entro en jotdown para pasar buenos ratos y leer buenos textos. El último párrafo de la ginebra es jodidamente mejor que e entrevistas de Dani Mateo.
Jo, tenemos mucha suerte de tener a una persona que sabe de toooodo. Que bien, es el que mas sabe de bebida y de comida. (No lo dudo, sobre todo de bebida)
Por otro lado está muy bien tirada la pregunta de «Encadenados» y como el gira para que no se sepa que ni ha visto la película ni mucho menos sabe de que va.
Si aquí a quien llama a la gente hijadeputa le vamos a llamar intelectual yo conozco a muchos en el bar de mi pueblo.
IM-POS-TOR
ir en contra de todo porque sí…
no es muy fiable. Y es peligroso porque hay gente, poco instruida, que se lo cree y actúa en consecuencia
Hola a tod@s.
Hay tantas contradicciones en su vida y «obra» que no sabría ni por donde empezar…
¿Cómo se puede decir esto: » Es el nivel de la turba, de la carne amontonada, personificado en el movimiento 15-M. Es el nivel más bajo y ramplón que jamás ha habido, el pancartismo más cutre y menos exigente intelectualmente», y reconocer que apenas lee libros y que su ideal de cine es el de Disney (con todos mis respeto para Disney)?
Una persona que se cree muy instruida en la política pero que dice «Por ejemplo, si me fijo en la persona del PP con cargo de gobierno más relevante en este momento, que seguramente es Esperanza Aguirre, veo que el déficit en Madrid es irrisorio…», cuando Madrid es la comunidad mas endeuda de España, junto con Valencia, también gobernada magistralmente por el PP. No hablemos ya de su exposición sobre la «derecha» y su igualdad de oportunidades y libertad del individuo…
O cuando en este articulo ensalza el castellano, mientras que hace unos meses decía que hablar castellano era ordinario…
Es un sinsetido en si mismo como persona y/o personaje. Para mí tiene el mismo valor que cualquiera del corrillo de Salvame, que solo viven de la polémica.
Un saludo.
Guillermo, o no sabes leer o sencillamente mientes. Sostres no dice que «apenas lee libros» como dicen tus palabras, sino que «He ido más veces a elBulli que libros he leído». Sólo has de leer el titular chico. Es una comparación entre dos pasiones suyas, o sea que ha leído mucho. Y segunda mentira y desinformación: «Madrid es la comunidad más endeudada de España». No, es la que menos. Madrid ciudad sí que es una ciudad muy endeudada, la que más no sé, pero igual sí. Pero tú has puesto «comunidad». Es sencillamente mentira, aunque seguramente para ti sólo es propaganda.
Aun estando en las antípodas ideológicas de Sostres en cuanto a su discurso respecto a lo que son las derechas y las izquierdas, que creo totalmente sesgado y digno del más retrógrado columnista de El Mundo o tertuliano de La Cope, guardaré esta entrevista dentro de las imprescindibles (y entretenidas), pues considero intelectualmente muy saludable reflexionar sobre las disquisiciones de alguien que piensa tan diferente que tú y que lo dice tan convencido.
Felicito a este señor por su valor. Si partimos de la base de que este hombre es ilustrado, es lo único necesario para pasarse una entrevista escupiendo sentencias.
Otros lo interpretarían como fruto de una atrevida ignorancia, pero eso es decisión de ustedes..
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Según lo que refiere el título del artículo, hete aquí la explicación del por qué Sostres está tan gordo y es, a su vez, tan gilipollas.
Imagino que iría un par de veces al Bulli como mucho, por lo que dice en el entrecomillado.Espero que ahora se busque algún otro restaurante para que pueda presumir de leer algún libro más, y esta vez que no sea de Arcadi Espada o de Pío Moa, por favor.