Manolo García García-Pérez (Barcelona, 1955) fue cantante, compositor y líder (o colíder) de Los Rápidos, Los Burros, El Último de la Fila y, desde el año 1998, artista en solitario. También es pintor. Es difícil afirmar con certeza a cuántos grupos o descendientes artísticos ha influenciado su música, pues El Último de la Fila eran un género en sí mismos y nadie desde entonces se ha atrevido a replicar aquella impúdica mezcla de nueva ola, sonidos mediterráneos, música morisca, pop de sintetizadores, armónicas y potaje condal (que no mestizaje). Suyas son algunas de las mejores canciones de la música popular española moderna, es así de sencillo. Se lo digo yo, que le sigo desde 1985, cuando en 1.º de BUP me grabaron Enemigos de lo ajeno. Tenía yo catorce años. Poco imaginaba cuando tatareaba melancólico sus canciones en aquel patio hostil («Soy un accidente / un error de medida»), que algún día terminaría charlando con él.
Por fortuna, Manolo García es el perfecto opuesto de una rockstar: viste anónimo, habla pausado y se comporta con extrema sencillez, y aún acarrea esa mirada entre triste y dulce de siempre, nada acerada por las giras, el éxito o la adulación. Cuando llega al café de la librería Laie, donde él mismo me citó, se disculpa profusamente por el retraso («Me estresa mucho llegar tarde»), y el sudor que le perla la frente prueba que la afirmación va de veras. Que casi vino al trote. Generoso y humilde, García aún parece estar agradecido al destino por su suerte, por su talento, por haber logrado vivir de esto y ser feliz. He aquí un hombre, me doy cuenta al instante, con el que siempre podrá uno tomar un botellín y hablar de lo que somos y hacemos. Sigue ahora una charla inspiradora, sincera, emocionante, con uno de los grandes compositores que surgieron de los ochenta.
Siempre has sido alguien muy privado en lo que atañe a tu vida personal presente, gesto que te honra, pero me gustaría investigar algo más atrás: tu bagaje familiar, las cosas que escuchabas en casa de niño, todo lo que puede contribuir a formar el universo personal de un artista. ¿Qué se escuchaba en tu hogar? ¿Tus padres eran musicales? ¿Se tocaba, se ponían discos?
Pienso que me ha influido mucho Barcelona, la ciudad. Siempre digo que si mis padres no hubieran venido de un pueblo de Albacete, a vivir y a ganarse la vida aquí, yo hubiera sido diferente. Porque el mundo cultural de allí es otro. Aquel era un mundo rural. La gente de mi quinta que ha crecido allí tiene otro tipo de cultura, es distinta: ni mejor ni peor, distinta. A mí, Barcelona ciudad —no tanto Catalunya— me ha influido un montón, porque en la adolescencia hay marcas que son indelebles. En la niñez también las hay. El primer pasado, más de infancia pura y dura, es bastante rural, porque yo he pasado muchas temporadas con mis abuelos, veranos en el pueblo… Antes los veranos eran más largos, el colegio no se empezaba en septiembre sino en octubre; era un mes más. Eso es una primera marca de pueblo, de aldea, de lugar con huertos…
De pausa, también…
De pausa, de calma; pueblos bastante depauperados, bastante anclados en el tiempo, pero que son fascinantes para la mirada de un niño, que tiene además la posibilidad de comparar con la vida urbana, la vida de un barrio de Barcelona. Y esa primera marca para mí ha sido muy importante, ya digo: la pequeña huerta de mis abuelos, el paisaje donde mis abuelos y mis padres se ganaban el pan muy duramente. Cuando pasábamos por allí yo les preguntaba «¿Cómo podíais subir ahí?», y subían con animales de carga, con burros, a coger leña, que era el combustible para todo, y también cogían esparto, eran tierras de secano, muy duras. Todo eso te deja la constatación de que eso estaba ahí hace tres segundos en el tiempo, hace una fracción de tiempo muy corta… Lo siguiente ya es la adolescencia urbana en la ciudad de Barcelona, con una enorme apertura. Hay hitos, hay fites (como se dice en catalán), hay mojones: mi primer Canet Rock, mi primer Zeleste, en la calle Platería, la música laietana, el Sisa, el Pau Riba, el Oriol Tramvia, de los años setenta. El primer sexo, drogas y rocanrol de un adolescente, ¿no? Ese punto de descubrimiento cuando tú eres un chaval de barrio, hijo de obreros, de una familia humilde. La música prácticamente no existía en mi casa: había una radio de esas monofónicas, digamos, de un solo altavoz, donde escuchaba mi madre las novelas, los seriales… El primer tocadiscos llega a mi casa cuando yo tengo ya dieciséis años, y ahí sí que llega ya un mundo de música. Yo alterno estilos, ese punto de copla española, de canción, de flamenco, pues vivía en barrios donde ese era el paisanaje.
¿Tu barrio de adolescencia cuál era, concretamente? ¿Poblenou?
Sí, Poblenou. Nací en Poblenou, y allí todos éramos murcianos, andaluces… «Los otros catalanes», como decía Francisco Candel, los catalanes de aluvión. Y la música que te llegaba de la gente cercana a ti era música del sur: copla española, flamenco, Antonio Molina… Y a la vez ya empezabas a oír, gracias a gente del barrio que tenía equipos de música, a James Brown, música americana…
Rumba, quizá también.
Rumba sí, pero era más copla española. En mi barrio había rumba, pero era una rumba más racial, no tanto rumba catalana.
Te lo preguntaba porque en la Barcelona de los sesenta y setenta había mucha rumba catalana por todas partes, se debía escuchar por todos lados.
Sí, pero en otros barrios. Yo el primer recuerdo preciso que tengo de rumba es ya de Gato Pérez. Para mí Gato Pérez era la rumba, con todo el respeto a Peret y a los demás, que han aportado muchísimo a la rumba catalana y a la rumba que se hacía aquí, pero Gato Pérez tenía sus textos, la manera suya de escribir, su desparpajo, su humor, ese cinismo blanco, bien entendido…
¿Qué primeros discos recuerdas que entraran en tu tocadiscos? ¿Eran progresivos o nueva ola?
Progresivos, totalmente. Lo primero que me impacta, que me da la bofetada, es Led Zeppelin y lo siguiente King Crimson, que me engancha hasta hoy. Todo esto unido a lo que se empezó a llamar música española, con todas las letras, bandas de los setenta como Los Módulos, que los ponían y te decías «hostias, estos son como los guiris, pero cantan en castellano». Los Brincos, antes, ya habían dejado una huella curiosa, «estos tíos hacen algo que tiene un aire de aquí». Y luego la siguiente hornada de cosas que me interesan de aquí, catalán, digamos, es ya la música progresiva, en la que empiezan a hacerse cosas: aparece Iceberg… Y a la vez, me engancho y desengancho en muy pocos meses. Digo: «No, esto es un coñazo. Yo quiero temas». Me acuerdo de un concierto allí en la Alianza del Poblenou, no diré nombres de grupos para no herir sensibilidades, en el que dije «hostia, me voy a borrar de este rollo, son un poco pesados». Es puro virtuosismo, demostrar que tocas muy bien, que pasas muchas horas haciendo los dedos en tu casa, pero estas canciones no me dicen nada, y ya me desengancho inmediatamente, y paso a la siguiente hornada…
Porque aquello no era nada pop, nada cancionero, y tú debías de venir de buscar la canción…
Exactamente, y eso me lo da rápidamente la nueva hornada, llega la bofetada con los punks, llegan los Clash, los Police, y ahí ya tengo veinte años. Y me digo: esto sí que me interesa, a los Clash me apunto, y me apunto también hasta hoy: son vigentes actualmente, en toda su discografía. Esa es un poco mi singladura musical y urbana, y ya te digo, habiendo nacido aquí, lo que yo puedo llegar a ser hoy como músico, como pintor, como creador, se lo tengo que agradecer a la ciudad de Barcelona. Si hubiese sido de Madrid o de Albacete, hubiese sido otro. Evidentemente es una obviedad, una tontería, lo que estoy diciendo; pero para mí ha sido importante constatarlo siempre.
Tiene sentido. El Último de la Fila es un grupo que no se puede comparar con nada, ni de fuera ni de aquí, pero todas las cosas que has mencionado —incluso King Crimson—, si las juntas, encajan de algún modo extraño.
Sí, es una amalgama.
Yo tiro más hacia la nueva ola y el punk desde que era pequeño, y me gustaría, si te atreves, que profundizaras más en discos de la época, discos que te emocionaran por la melodía, por la canción. Mencionabas a Police y Clash… ¿Y quizás también cosas de aquí, o de la Movida madrileña?
De Police, como a todo el mundo, me impresionó el primer disco, como los de… ¿cómo se llama? Hoy ponían en la radio una canción de ella.
¿Blondie?
Blondie no, Blondie me cae simpática, pero en mi opinión no tiene una singladura musical de peso; tiene temas. No: The Pretenders, eso. The Pretenders tienen un primer disco que parte la pana, que dices «joder, qué discazo». Y de aquí, en música nacional, me ha gustado mucho todo, yo he sido un hombre muy abiertos en mis apetencias, no he hecho muchos ascos. A mí me empezaron a gustar muchos grupos por el hecho de cantar en castellano, o en catalán, me gusta la gente que canta en su lengua, como Ruper Ordorika, y no entiendo ni una palabra de euskera, pero sus discos me gustan. Igual que me gusta también mucha música en inglés, aunque no entiendo apenas el discurso. Con la música de aquí, del Estado y de Catalunya, me gustan canciones. Yo siempre he buscado gente que hiciera canciones. Como Sisa. Sisa ha sido un cronista surrealista, se llama galáctico, para mí es intergaláctico, surrealista. Y todo eso a mí me ha dado puntos de apoyo.
¿Ha habido algún momento en que te debatieses entre disciplinas? Yo tengo discos en los que las portadas son tuyas, por ejemplo. Antes incluso de tener discos de El Último de la Fila, tenía, sin saberlo, discos cuyas cubiertas eran tuyas, de Telegrama, Brighton 64… Y me preguntaba si había algún momento en el que hubieras dudado sobre qué camino artístico tomar.
No, nunca he dudado. Siempre he sabido que haría las dos cosas. La música evidentemente tiene una parte más inmediata, el aplauso está ahí, haces un acorde y el público, si le gusta, te va a aplaudir.
Es el arte perfecto.
Sí, el arte perfecto, ahí está. La gratificación es inmediata, si lo haces y no les gusta, pulgar para abajo, «buuu, fuera», como en el circo [sonríe]. La pintura, el diseño, es algo más introspectivo, de puertas adentro, mas solitario, que a mí también me ha servido para cargar pilas, para descansar… Ha sido un poco mi reposo: por un lado tengo un carácter muy extrovertido y en un escenario me las pinto solo, estoy en mi hábitat natural, en mi salsa, pero a la vez hay una descarga, te quedas un poco exánime, hay un vampirismo: tú chupas una energía de la gente, pero a la vez la gente también te deja sin fuerzas. Cuanta más cantidad de público, cuantos más centenares o millares de personas, más notas el cansancio; físicamente, también psíquicamente, pero el primer impacto es físico: entras al camerino después de un concierto ante veinte mil personas y has adelgazado, estás más flaco, es algo físico, te pones delante del espejo y han de pasar unas horas hasta que recuperas tu yo normal, tu yo de hace doce horas. Es curioso, yo eso lo puedo constatar. La pintura es otro mundo, de libertad absoluta. En la música hay una cierta atadura: debes respetar al público, no puedes ser un cafre, un anarcoide, tú no puedes hacer lo que te salga de los cojones, porque hay unas normas. Si el concierto es a las once, puedo salir a las once y diez, pero no a las tres. Y el concierto, aunque a ti te apetezca, no puede durar cinco horas, tiene que durar una hora y media, porque si no van a acabar hasta los huevos de ti. Hay unas normas.
También en cuanto a la disciplina de la canción, ¿no? La canción tiene que durar dos minutos, tres… Pero no puedes hacer canciones de quince minutos como en el progresivo.
Bueno, en la parte musical es donde te reservas tu cuota de libertad, pero también con unas medidas razonables.
Ya, entiendo lo que quieres decir, que en el fondo es show business y tienes que dar espectáculo.
Exacto. La pintura no. La pintura es un territorio inexistente: no existe, pero tú lo habitas. Es una situación estrambótica, esa necesidad de abrir un papel, levantar un caballete, poner una tela y pintar formas, colores, sombras… Es un viaje, un viaje gratuito, completamente libertario, es la panacea de lo libertario, de la anarquía, de algo tan bonito como sería no soy nadie, lo soy todo, no soy nada, lo soy todo, no tengo tiempo, todo el tiempo es mío… Es algo muy, muy extenso, es infinito. Eso es necesario; para mí lo es.
Hablabas de lo que provoca subir a un escenario. ¿Cuándo subiste por primera vez a uno? Yo he oído hablar de los grupos con los que te ganabas el pan cuando eras pequeño, como Materia Gris, que erais más de verbenas, bautizos y comuniones, supongo. ¿Recuerdas tú cuándo te subiste, cómo te sentiste, si tuviste tembleque de piernas…?
Me acuerdo perfectamente. Yo he tenido siempre mucha seguridad en mí mismo. Puedo estamparme contra una pared, pero me estampo a conciencia, no tengo dudas, soy una persona muy vehemente. En ese sentido recuerdo, en estos grupos de barrio que teníamos, todos con quince años, yo era el que miraba dónde había concursos de grupos…
Batallas de bandas, que se llamaban.
Sí. Yo era el que averiguaba dónde y cuándo tenían lugar e intentaba convencer a mis compañeros, que eran todos un poco más acojonados que yo, o un poco menos valientes, y ellos me decían «cómo vamos a ir, estamos muy verdes», y yo les contestaba «qué coño verdes, somos de puta madre, hay que foguearse, si quedamos mal no pasa nada, ya volveremos y quedaremos mejor»… Yo era el que instaba a la banda. En esa dirección, mi primer concierto fue con trece años, tocábamos tres canciones por grupo, en una sala del barrio de Verdun, no recuerdo el nombre de la discoteca, era en una matinal. Tocamos «All right now» de Free, «Who will stop the rain» de Creedence y un tema nuestro.
¿La hicisteis en inglés, la de Creedence, o la tradujisteis?
Lo que llamábamos «en vikingo». Era un guachi guachi penoso y vil. Pero como todos éramos chavales de barrio nadie nos entendía.
No había ningún políglota entre el público…
Qué va, lanzabas al vuelo tu papilla y venga. ¡Wuachismai frei! [imita el inglés]. Pero daba igual, lo importante era que el bajo hiciera el du-du-du-dum [simula tocar un bajo]. Yo tengo fotos de aquel concierto y me veo muy seguro de mí mismo, con trece años, muy delgadito, muy bajito y muy chulo yo, «qué pasa aquí, aquí estoy yo, con mis cojones». Ese es el primer recuerdo que tengo, porque otro muy anterior, con seis años, me lo han contado, tengo alguna nube, tengo alguna nebulosa, pero no lo recuerdo; el otro sí lo recuerdo. Ese y el siguiente. Era otro concurso de grupos, había unas matinales en el Salón Price. Bueno, también había sesión de mañana, sesión de tarde… Lone Star tocaban ese día, con Pedro Gené, «Mi calle»,[la canta]«Mi calle tiene un oscuro bar…», y nosotros éramos uno de los grupos a concurso, previos a la estrella.
¿Cómo os llamabais entonces?
Ni me acuerdo. Recuerdo que el batería se echó atrás: «Hostia, tío, hay mucha gente, estamos muy verdes». Salón Price. Ya ni existe. Le entró al pobre el pánico escénico. Era un excelente batería; de hecho, de los cuatro que éramos, era el que tocaba mejor, con distancia; mejor que el guitarrista, que el bajista y que yo, como cantante. Pero en el momento de salir al escenario se echó para atrás, «Yo no puedo, me da vergüenza, nos van a echar fuera», y yo, cabeza loca, les decía a mis compañeros: «Yo toco la batería, si hace falta. Pero estamos aquí y vamos a salir». Bajista, guitarra y yo, tocando la batería. Yo luego he sido batería, pero entonces estaba en mis primeros momentos de aprendizaje y lo hice fatal. Tan fatal lo hice que empezaron a abuchearnos y nos echaron del escenario. Echaron a mis compañeros, pero yo no me fui de allí. Al contrario, hice un solo. Horrible. Recuerdo perfectamente el momento. Yo dije que una mierda, que yo no me iba, que a mí no me echaban. Empezaron a tirarnos vasos de papel, yo no me iba ni p’atrás, y recuerdo a Pedro Gené mirando desde un lateral del escenario con cara de pasmo, diciendo «este chaval está loco», y yo aporreando la batería. Y cuando me cansé, dije «ahora he acabado y ahora me voy porque a mí me sale de los cojones irme, que os den por culo», tiré la batería abajo de una patada y me largué. Ese es mi segundo recuerdo de un concierto, tal cual te lo he contado.
Supongo que esto os debía pasar mucho, según ibais aprendiendo, a tus grupos posteriores, como por ejemplo Materia Gris. Porque en aquella época tocabais en pueblos, para fiestas patronales, con los peligros que ello conlleva. Y hacíais de todo, ¿no? Canción melódica, versiones… Lo que la gente pidiera.
De todo. Por ejemplo, Materia Gris ya éramos un grupo muy bueno, yo era con mucho el peor, todos eran un poquito mayores que yo, todos tenían su dignidad, su orgullo, tocaban bien, cada uno en su instrumento. Y cantábamos todos, no era yo el cantante, era un grupo tipo Eagles: todo el mundo cantaba, yo en algunos temas hacía percusión y cantaba. Ese grupo ya era otra cosa.
Más serio, ¿no?
Sí, era serio. Tocábamos bien, se nos contrataba, dimos muchos conciertos, siempre estábamos en Cervera, Borges Blanques, en Lleida muchísimo; en Igualada, que íbamos una vez al mes al Salón Kyoto, no olvidaré nunca aquellas escaleras por donde teníamos que subir el equipo [risas]. Había unas escaleras muy cabronas y, como yo era el más nuevo, era el que más cacharros subía. Ya éramos un grupo digno, con nuestras ínfulas también, hacíamos melódico, hacíamos baladas, pero a la que podíamos hacíamos Santana, Deep Purple, Beatles, Creedence… En cuanto la gente se despistaba un poquito y ya estaba un poquito puesta, y la noche avanzaba: repertorio rockero. Empezábamos con boleros, alguna tontería, y cuando la gente mayor empezaba a irse: repertorio rockero.
¿Y tenías alguna canción tuya en aquella época?
Mía no, del grupo. Mi participación en el grupo era como cantante, y yo hacía melodías: los guitarras hacían una rueda, lo típico que se hace, alguien que toca la guitarra empieza a hacer una rueda de acordes y el cantante, si tiene aptitudes (que yo las tenía), improvisa una melodía, en vikingo [vuelve a cantar en el idioma imposible] «rua rua wei…», y luego ya se trabaja una letra. Eran mis devaneos, con diecinueve, pero como parte del grupo. Yo empecé a componer solo a la vuelta de la mili; me dije «si no consigo hacer un grupo pronto», pues ya lo estaba intentando, «voy a empezar a componer y voy a empezar a tocar mis temas yo solo». Pero en seguida formamos Los Rápidos y ya vi que el equipo funcionaba, que no hacía falta que siguiese solo. El bajista componía bien, el guitarrista también, el teclista también, yo también, y ya nos juntábamos los cuatro y hacíamos los temas juntos, en piña. Porque ya había un nivel tocando, creativo, de experiencias.
Es curioso cómo el servicio militar marcó a todos los grupos del país. Y es un fenómeno extraño, puramente autóctono y de una época desaparecida. Aquí llegaba un momento en que desaparecían músicos, había sustituciones, la gente volvía con el cabello más corto… Por fortuna, tú en aquella época no estabas aún en Los Rápidos, estabas al final de Materia Gris…
Bueno, Materia Gris estaba disuelta por la mili, en efecto, y también las novias y los trabajos dividieron la cosa; lamentablemente, porque yo creo que era un grupo con posibilidades. De hecho a veces aún nos reunimos para comer o cenar, lo típico. Por desgracia, el bajista murió; todos los demás estamos bien, cumpliendo años. Cuando nos reunimos lo hablamos, éramos un grupo con posibilidades, y ellos me dicen «a ti te ha ido bien, pero tú seguiste, nosotros no seguimos, paramos. Tú no paraste nunca, lo tenías muy claro», yo lo tenía muy claro: yo iba a ser músico. Para mil, para cien mil, para cincuenta o en el metro, me daba igual; pero yo iba a tocar, lo tenía clarísimo. E iba a pintar, no me lo podía impedir nadie. Esa seguridad la he tenido siempre.
Tú debías tener la visión, ¿no? Que es lo que mucha gente no tiene.
Yo quería ser músico y quería pintar, y es lo que hago: soy músico y pinto, y sigo queriendo lo mismo. Me sigue entusiasmando la música, la pintura. Ahora hago más exposiciones que nunca, tengo una en mayo en Bilbao, he acabado una hace poco en Asturias, otra que he hecho aquí en Barcelona, ahora tengo una obra en la galería Senda, ahora voy y toco con Love of Lesbian, estoy acabando mi disco… Más que nunca me gustan la pintura y la música.
Yo hice el proceso a la inversa que mucha gente que, por edad, siguió tus pasos en orden cronológico. Al ser del 71, primero escuché El Último de la Fila y luego fui hacia atrás: Los Burros y los Rápidos. Y cuando llegué a Los Rápidos me sorprendió, porque era el grupo más convencional de los que habías tenido: la mayoría de canciones eran más stonianas, más rock and roll clásico, llevaban piano boogie… Me gustaría preguntarte qué recuerdas de aquello, porque hay un momento de Los Rápidos en que se nota que te metes tú, que es en «Ruta del Sur»…
Sí.
Y allí se ve el germen de todo lo que harías, creo yo.
Sí, es curioso que hagas este análisis y que te hayas tomado la molestia de investigarlo. Te voy a contar una anécdota que te va a gustar. Por ejemplo: yo intentaba hacer bandas, yo tenía esta experiencia de grupos que ya hemos comentado y estaba fogueado de escenarios, durante diez años toqué versiones y a los diez años dije: bien, siempre seré un batería mediocre, dejo la batería, pero voy a componer canciones. Tengo que empezar a desarrollar mi discurso como compositor de música, es el momento de empezar, sé que al principio voy a balbucear, pero llegará un momento en que tendré un discurso más sólido, como es ley de vida. Si no eres un zoquete [risas]. Es así, ¿no? Como batería cumplo, pero nunca seré una cosa del otro mundo, cuelgo la batería. Seré cantante y compondré mis trabajos. Voy a hacer un grupo, venga, pongo anuncios. En aquella época no había internet, en aquella época eran tiendas de música de Barcelona, cerca de las Ramblas y otra que había cerca de Correos, abajo, y tenían unas vitrinas donde exponían anuncios: «Bajista de rock busca grupo. Gustos: Def Leppard». Y un día vi un anuncio: «Teclista uruguayo busca cantante para formar banda», y aquello me llamó la atención, me pareció exótico: «¡Uruguayo! ¡Cómo mola!». Aún no tenían a Mújica, pero ya me gustó Uruguay [risas]. Y le llamé, quedamos para vernos en su casa; él tenía alquilado un apartamento, tenía un piano Fender muy bonito… y saltó la chispa. Él era muy de Stones y muy de Beatles; ellos tenían un grupo, Los Mockers, que eran muy importantes en Uruguay.
¡Los Mockers! ¡Yo tengo discos de ellos!
Sí. Era Esteban Martín Hirschfield, hijo de judíos alemanes emigrados a Sudamérica en la Segunda Guerra Mundial, huyendo de la gran debacle que provocó este señor enfermo en Europa, y por causas políticas, también hubo una dictadura militar en Uruguay, como sabemos, y él apareció aquí. Y él tenía que hacer música. Resulta que me encuentro con un tío que en Uruguay era famoso. Me enseñó recortes. Pero a mí eso me daba igual, yo ya había decidido que me gustaba como tocaba, pensé «este va a ser mi hombre, este y yo vamos a hacer cosas». Empezamos a reclutar gente, reclutamos a José Luis Pérez, que ya venía de un grupo que se llamaba Abedul. Habían sacado un disco ya. «Hostia, un tío con disco», tocaba de puta madre, y tenían un disco, que era importante. Lluís y José Luis, un tío alto, fuerte, cachondo. Ha tocado mucho tiempo con Sau, al dejar El Último de la Fila, y ahora está con Pep Sala. Bueno, ya teníamos el grupo. Un día apareció Esteban, íbamos a ensayar a un local, y dijo «he visto un tío tocando la guitarra, me ha encantado», «¿Quién?, ¿dónde?», y él dijo «baja al metro», le dije yo «necesitamos un bajista», y él «baja y algo haremos con él». Era Antonio Fidel. Le dijimos «necesitamos un bajista» y él «bueno, yo hago lo que sea». De puta madre. Y ahí sí que dije «este es el grupo, voy a empezar a moverlo». Los Rápidos. Eso fue porque, en el momento en que yo empecé a moverme, en cuatro meses teníamos un repertorio, un contrato discográfico con EMI, estábamos grabando un disco y habíamos hecho cuatro bolos: en Magic, para treinta personas…
¿En qué año fue esto?
En 1980. Pero yo me llevé a José Antonio de la Loma junior, que murió, lamentablemente, y era el A&R de la compañía. No sé cómo llegué a él, buscándome la vida, le dije «ven a vernos». Vino, nos vio la actitud que teníamos en el escenario e hicimos el disco, ese es el disco de Los Rápidos. Y la parte stoniana, los Beatles…
El piano…
Ese es Esteban Martín, es él. Y la parte Police, y la parte más punki…
Eres tú…
Yo, José Luis y Antonio. Antonio, que ahora está con Quimi, ha sido un puntal muy importante en el sonido de El Último de la Fila, su forma de tocar el bajo. Y esa parte más rockera, un poco más gamberra, éramos Antonio, José Luis y yo. Esteban era más Beatles, más clásico. Era un poco mayor que nosotros.
Esa es la dicotomía del disco, ¿no? Que es muy tradicional y de golpe hay un par de canciones que son el futuro, totalmente.
Esos éramos nosotros tres, éramos la disidencia. En esa pugna le ganamos, porque él era mayor pero nosotros éramos tres. No había una pugna real, éramos buena gente, no había pugnas de egos, de… No, nos llevábamos muy bien, y Esteban era un tipo muy inteligente, nos llevaba cuatro o cinco años y vio muy rápidamente que nosotros íbamos a ganar, que teníamos más fuerza que él. Entonces, de una manera muy digna, se retiró. Dijo que dejaba el grupo y se fue a Madrid. Llegó a Madrid y trabajó con Nacha Pop, fue el teclista de Nacha Pop en directo durante bastante tiempo, luego con Gabinete Caligari, y aún creo que sigue con Urrutia, todavía, haciendo cosas juntos. Y ahí, el triunvirato de Antonio, José Luis y yo, ya era el sonido. De hecho, el segundo disco, el que iba a ser el segundo disco de Los Rápidos y nunca fue en realidad (hay maquetas, pero no están publicadas), iba a ser más rockero, más Clash, eran las bandas que nos gustaban. Me acuerdo el día que trajo José Luis el disco de The Police al local: «Tío, hay un disco de unos ingleses, hostia, de puta madre», «Hostia, cómo mola». Él era muy Police, José Luis.
Me gustaría que me contaras cómo fue tu encuentro con Quimi Portet cuando acabaron Los Rápidos. Porque Quimi estaba en Kul de Mandril, a los que nunca he escuchado, por cierto; no sé a qué sonaban.
Tienes que escucharlos. Kul de Mandril eran Quimi, eran puro Quimi…
¿Encajasteis rápidamente? ¿Hubo química?
Fue en un concierto de Los Rápidos en Els Hostalets de Balenyà, en la Plana de Vic. Era uno de estos festivales que se hacen por amor, donde, si éramos cinco grupos, los familiares, amigos y componentes del grupo eran más numerosos que el público: había cincuenta y nosotros éramos ciento cincuenta.
Todos eran consanguíneos, ¿no? Eran todos familia.
Ese era el festival. Y tocamos, creo que con Eléctrica Dharma, Los Rápidos, Kul de Mandril… Nosotros, desde la plataforma del camión donde nos cambiábamos de ropa y nos preparábamos, escuchamos a Kul de Mandril, y Antonio y yo, los dos, dijimos: «Este tío… mola».
¿Qué pinta llevaba Quimi en aquella época?
Él era un friki. Recuerdo que yo en aquella época rompía televisores, llevaba un hacha, sacaba maniquís… Hacía unas performances disparatadas mientras la banda hacía solos. Yo me tiraba por el suelo, me tiraba cervezas, harina… Llevaba esa onda y me gustaba. Y en ese concierto veo a Quimi, con la guitarra colgada, al micro. Kul de Mandril eran un trío: guitarra, batería y bajo. Una mesa con un montón de platos y un martillo. Y yo veía que Quimi iba tocando, cantaba, de vez en cuando dejaba de cantar, cogía un plato y el martillo, rompía el plato y seguía adelante. Muy interesante. Dije «esto me interesa». Y al acabar la performance de esa canción tenían otra que decía «A vela, a vela, a vela, a remo, a remo, a remo, nos vemos en el suelo», paranoias del Quimi, ese era su humor. Y esa otra que se llamaba «Jamón de mono», que luego hicimos Los Burros: «Mamá, comida o pierdo la vida / El mono en su palmera…», esos son temas de Quimi, era su tipo de humor. Y Antonio y yo nos miramos y dijimos «a este señor hay que ficharlo». Y al acabar fuimos a verle, fuimos al bar, ellos pidieron sus cervezas, yo me pedí un café con leche (siempre he sido un tío bastante abstemio y eso a él se le quedó: «Manolo siempre pedía café con leche»). Y le dijimos «Vente con nosotros, ya tenemos un disco».
¿Le entrasteis así?
Sí, «nosotros ya tenemos un disco, tú no tienes ningún disco. Vente con nosotros. Necesitamos un guitarra. Está José Luis, que es la hostia, y contigo ya vamos a ser la polla. Tienes que venirte». Él contestó: «No, yo ya tengo mi grupo». Él en su grupo era el que dirigía, era un líder clarísimo, era el que componía, hacía las melodías, cantaba… La semana siguiente tocaron en el bar Boira, en la calle Amigó, allí tocábamos en unas noches de rock and roll que eran la polla. Y voy al concierto de Kul de Mandril de nuevo, con mi cerveza o mi coca-cola, no me acuerdo. Ya su cartel me gustó: era un mono con una escafandra. Bien, bien, esa es la onda. «Quimi, te acuerdas que hace una semana…», «Ah, Manolo, los Rápidos», y le digo «Quimi, tienes que venirte», yo insistí. Él: «No puedo. Además, creo que me voy a ir a Londres a hacer un grupo, estoy dudando». «Tú te lo pierdes. Los Rápidos van a molar». A la semana me llamó: «Oye, que no me voy a Londres, que me voy con vosotros». Apareció en mi casa con una maleta, porque él vivía en Vic: «Me quedo a vivir en Barcelona». Y ahí empezó todo.
¿Y os cambiasteis el nombre?
No, Los Rápidos aún hicimos alguna cosa, pero pocos meses. Luego ya… El trabajo costaba, ganarse la vida costaba, entonces Antonio volvió a Cartagena, José Luis a Madrid, dijo «aquí nos morimos de hambre», porque él entonces era taxista. Y nos quedamos Quimi y yo solos. Y seguimos. Dijimos «P’alante, tío, solos, pero p’alante». Y seguimos un tiempo, pero no pasaba nada. A mí me llamó luego Jaime Stinus, de San Sebastián: «Oye, que la Orquesta Mondragón ya no existe, yo voy a hacer una banda y quiero un cantante, vente». Fui a San Sebastián, lo probamos, pero no cuajó la cosa. Me volví. «Quimi, ¿qué hacéis?», y él «Antonio y yo estamos a ratos tocando, necesitamos un cantante». «Hombre, soy vuestro cantante, por amor de Dios, venga». Y ahí ya, Los Burros.
¿Te acuerdas de qué bagaje en cuanto a discos arrastraba Quimi? ¿Teníais los mismos gustos?
Sí, era caña, caña, caña.
¿Él era nuevaolero también?
Sí, nuevaolero, caña, canciones, melodía, caña, caña, caña y humor ácido.
¿Recuerdas algo en concreto de lo que fuera fan él? ¿Trajo algo nuevo al grupo?
Pues fíjate que no tengo ese recuerdo. Me acuerdo de que coincidíamos en que nos gustaban los Clash, grupos contundentes y sin concesiones a la galería, con un sonido concreto. Él ya tenía su sonido, Quimi a mí me gustó, yo vi potencial en él. Yo pensé rápidamente: el potencial suyo unido al potencial mío (con perdón, pero lo tengo, lo he tenido siempre, ya de crío, las ganas, la actitud), pensé «vamos a funcionar, algo vamos a conseguir». Yo lo vi clarísimo, esa suma. Y ahí yo nunca pensé «hostia, que me quitan», yo de hecho le cedí parte de mi protagonismo, se lo permití, me puedo poner la medalla de algo que no se hace mucho en el rock: si yo soy el compositor, el que tiene un disco, y tiene canciones para el resto del grupo, que llegues tú y te traigas canciones tuyas… Eres el nuevo, te lo tienes que ganar. Pero yo de una manera muy limpia, he de decir, y sin ningún tipo de vergüenza, cuando Quimi trajo «Huesos» le dije «Quimi, es genial». Nunca pensé «hostia, voy a frenarlo un poco porque esta canción es buenísima, es mejor que la mía». No, yo siempre he sido muy franco; dije «esto es muy potente».
Sabiamente, como ha demostrado el tiempo.
Claro. Esto es una suma de fuerza para la banda. Este tema es cojonudo. Es tuyo, pero mola. Hombre, yo tengo mi criterio. Si el tema que me trae Quimi es una castaña le diré: «Vaya mierda, perdona, pero esto no entra en este grupo porque esto es una castaña» [risas]. ¿«Huesos»? Perfecto. ¿«Mi novia se llama Ramón»? De puta madre. Él trajo «Huesos», «Mi novia se llama Ramón», «No me acostumbro», «Dios de la lluvia»… y una más que no recuerdo cuál es.
¿«No me acostumbro» ya estaba allí desde el principio?
No, eso fue posterior. La primera que él trajo fue «Huesos». Dije «hostia, tío, esto es la polla, esto está muy bien». Luego también le dije «Bueno, si tú traes un tema, yo lo acepto, pero yo también compongo contigo, componemos juntos. Soy un compositor, yo hago músicas, hago letras, hago melodías… tenemos que ir a medias». Y ese pacto entre caballeros funcionó engrasadísimo: 50%-50% todo, como buenos hermanos, durante diecisiete años, la maquinaria funcionó imbatible.
Y además de esto teníais una relación de amistad también.
De amistad, salíamos de copas, éramos muy amigos.
Hay grupos que funcionan muy bien en la composición pero luego no son tan amigos.
No, no, éramos dos gamberros en equipo. Salíamos por ahí de fiesta juntos, siempre estábamos juntos, lo típico. Los primeros siete años. Cuando ya llevas siete años un día, otro día…
Cambia la vida de cada uno…
Exacto. Pero fuimos amigos durante muchísimo tiempo y yo siempre le he tenido una enorme admiración como músico, como compositor, como profesional… Y le he tenido muchísimo respeto. Y para mí es uno de los puntales de la música en catalán, junto con Adriá Puntí, me gusta mucho Ivette Nadal, también. Roger Mas cuando no dice nada sobre cambio climático… Una frase que no me gusta suya es «los profetas del cambio climático». Me gusta Mas si le perdono esa frase, porque yo soy ecologista convencido. Quimi es uno de los puntales de las hornadas últimas. De lo anterior, para mí Gato Pérez, Pau Riba y Sisa eran cojonudos.
¿Qué pasó con Los Burros? Porque si uno se detiene a pensarlo, su perfil no es tan diferente de El Último de la Fila. Ahora que tienes la perspectiva de los años, ¿por qué uno consiguió tanto éxito y el otro no fue tan reconocido? Uno escucha canciones como «Rosa de los vientos», o «Disneylandia» y cualitativamente podrían estar en los primeros discos de El Último de la Fila.
Sí, porque esa es la parte mía: «Rosa de los vientos» o «Disneylandia»… esa es mi parte. La parte de Quimi es, pues eso, «el mono en su palmera se despierta, encuentra a su mamá en el suelo muerta», «No puedo más»… La parte más cafre y más punki, más kafkiana. Yo soy surrealista, pero él en ese sentido entonces me ganaba, ahora creo que estamos empatados, pero entonces me ganaba. Yo era un poco más… No sé cómo decirlo, más soñador, tenía otro universo, otro mundo. Y Los Burros… En esa época estaba por ejemplo Siniestro Total, que encararon su proa hacia Madrid y ese fue su acierto; y en cuanto a sentido del humor, en cuanto a discurso disparatado, podíamos ser grupos paralelos. En los conciertos éramos completamente cafres. Salíamos travestidos los dos, a lo New York Dolls. Se quedaban en mantillas a nuestro lado porque éramos unos cafres de cojones.
¡Las Burras, claro!
Las Burras, sí señor. Jaime Gonzalo se entusiasmaba con Las Burras. Éramos su grupo preferido. No Los Burros, Las Burras. Cada vez que tocábamos Las Burras lo hacíamos para Jaime Gonzalo y Ruta 66.
Yo recuerdo que tocasteis en una fiesta para Ruta 66 cuando yo tenía solo quince años y me quedé en la puerta, no había entradas. Fue en el KGB.
Pedazo de concierto.
Me lo perdí. Me rompió el corazón.
Ahí estuvimos, en peluquería y maquillaje, horas. Todas nuestras amigas y novias estuvieron maquillándonos, depilándonos, pelucas, protuberancias de todo tipo, medias de malla, bragas de fantasía… Fue un disparate, pero bueno, Jaime Gonzalo estaba extasiado con la banda. Ahí estaba el humor, el cafrerío.
¿Cómo los recuerdas a Los Burros? ¿Con orgullo, aparte de la diversión? ¿Escuchas un disco y dices «hostia, esto estaba muy bien»?
Con orgullo, sí. Me encanta, me encanta. Éramos muy voluntariosos, con muy pocos recursos íbamos a los estudios, nos camelábamos a los técnicos, hacíamos lo que podíamos con técnicos amiguetes, técnicos bastante como nosotros, primerizos, digamos, en las lides de la grabación sonora. Hacíamos cosas que eran muy dignas. Y luego yo hacía las portadas, ¡era feliz! Componía con Quimi, tocábamos en directo, yo hacía las portadas, los carteles, el diseño… Era todo mi mundo, completo. Tengo un recuerdo magnífico.
¿Cómo terminó? Me gustaría que me lo contaras desde tu óptica, cómo Los Burros se transforman en El último de la Fila, y hasta qué punto ha sido magnificada esa evolución. Parece una cosa consciente, lo de volverse más mediterráneos, más flamencos. ¿Fue eso una cosa natural o algo más pensado?
Es la suma de los gustos y las influencias de dos personas muy diferentes, pero trabajando y haciendo un equipo absoluto. Trabajábamos solos con una caja de ritmos, una grabadora, pues en aquellos tiempos no había ordenadores. Yo compré un magnetofón de cuatro pistas y allí regrabábamos, repisteábamos, volvíamos a pasar la pista, hacíamos virguerías con un pequeño teclado, caja de ritmos, Quimi a las guitarras, a veces hacíamos los bajos con el teclado, yo cantaba, yo también tocaba un poco la armónica… Entre los dos lo hacíamos todo. Y entonces de esas horas, esos meses (fueron casi dos o tres años solos, trabajando sin parar), nació una fusión. A mí, por ejemplo, me gustaba Triana; a él no le interesaba nada todo eso. A él le gustaba, no sé, Tangerine Dream, me lo invento, y él eso lo aportaba al grupo, y a mí no me molestaba, y a él no le molestaba tampoco que yo empezase a cantar un poco aflamencado. Él me dejaba desarrollar mis mecanismos y yo le dejaba desarrollar los suyos, no había cortapisas, yo no le imponía nada, porque nunca hemos sido personas de imponer, ni él ni yo.
Es esa mezcla la que hace que El Último de la Fila no se parecieran a nadie. No hay un solo grupo que se parezca a El Último de la Fila, tanto entonces como hoy. Era un grupo completamente aislado, un grupo que era un género en sí mismo.
Sí. Por eso yo digo que hay que sumar mi crecimiento aquí, como adolescente en Barcelona, su humor de Vic, su disparate de Vic, sus gustos musicales, los míos, mi aportación de Albacete, de las huertas, de mi mundo más andalusí… Esa fue una suma muy natural, no hubo nada impuesto, no hubo un plan frío y calculado de «vamos a hacer esto y va a funcionar». No. Íbamos trabajando e iban saliendo las cosas y él no me cortaba nada a mí ni yo le cortaba nada a él. La única premisa, la única condición importante era divertirse, pasarlo bien. Éramos completamente anárquicos y éramos muy felices, porque trabajábamos a cualquier hora, a cualquier hora nos íbamos a comer, vivíamos juntos, yo a veces dormía en el local de ensayo, éramos a veces hasta indecentes; pasábamos días enteros sin ducharnos, tocando, salíamos de copas, volvíamos, dormíamos unas horas, seguíamos tocando. «¿Has comido?», «Yo no», «¿A qué hora te has levantado?»,«A las dos de la tarde», «¿Qué hora es?».
Esto es anárquico pero implica también una disciplina de composición férrea.
Era vida de bohemia absoluta y eso da un resultado creativo. Lo da. Porque entras en una nube estrambótica donde el tiempo es un chicle, da igual, ya no sabes si es jueves, domingo… Tú ya tienes tu grupo, tocas, la semana que viene creo que vamos a ir a tocar a un bar, me ha llamado no sé quién, vamos a ir a no sé qué… Era una vida completamente bohemia, y eso nos dio un resultado.
Entrevisté a El Petit de Cal Eril, que es fan de El Último de la Fila, y me dijo que a él lo que más le emocionaba de El Último de la Fila era la bravura del grupo, que fuese un grupo al que no le daba miedo hacer nada, y eso se percibe en los discos. Y estoy de acuerdo: era un grupo sin miedo, impúdico, escuchas cualquiera de los discos y se nota que no os cortaba probar nada.
Sí. El secreto te lo acabo de contar y yo creo que esto no se lo había dicho nunca a nadie: ni él me imponía a mí nada, ni yo a él tampoco; ni yo le cortaba a él nada, ni él me cortaba a mí. Hubiera sido imposible, por su carácter y por el mío. Somos dos personalidades fuertes que supimos que había un potencial en cada uno de nosotros y que sumándolo había un doble potencial, lo cual auguraba algo bueno. Supimos eso y a partir de ahí nos relajamos, nos dejamos ir. Yo jamás le dije a Quimi «no hagas esto» o él me dijo a mí «no hagas aquello». Jamás. En un momento dado, por admiración, por amistad, yo le podía pedir un consejo a él, le podía decir «Quimi, me falta una palabra para esta frase» y él me decía «lamento»; «hostia, qué cabrón, muy bien: lamento». Era eso. O estábamos tocando y yo le decía: «Quimi, ¿por qué no haces un menor?» «A ver… Ah, pues queda bonito. Venga, un menor». Ya está: si lo quieres hacer lo haces y si no, no pasa nada, va a quedar bonito igual. No era el punto de decir «yo controlo». Éramos una comuna libertaria musical, una comuna formada por dos egos muy grandes pero muy bien adiestrados.
Y con ganas de entenderse.
Absolutamente. Éramos amigos, nos llevábamos bien. Otra cosa que nos unía era el sentido del humor.
Que se nota en las canciones también.
Efectivamente. El sentido del humor lo tenemos los dos, y nos va la fiesta muchísimo.
Y descabellado.
Descabellado, el surrealismo, el punto daliniano también. Quimi y los de Vic tienen una pegada cojonuda. Yo luego empecé a conocer a sus amigos de Vic, Lluís Massana, Toni Coromina, que escribe en La Vanguardia. Me hice fan de ellos. Aún somos amigos, de vez en cuando nos llamamos, nos vemos. Son gente muy sabia, con un bagaje muy bonito, gente muy bien puesta en el planeta.
¿Cuándo viste que El Último de la Fila despegaba? ¿En el primer elepé, Cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana?
No, aún no. Éramos un grupo de Barcelona, pero cantábamos en castellano, obviamente. Entonces lo vimos claro. Había que estar aquí, pero había que empezar a ir a Madrid. De eso me encargué yo. Escuchaba siempre Radio 3, que para mí fue una emisora crucial en esa época. Ya tenía Jesús Ordovás su lista de cincuenta. Yo ya le había mandado el disco de Los Rápidos. Me acuerdo de que cogí un día un rebote tremendo: lista del Diario Pop, me acuerdo. En el número uno, Alaska y los Pegamoides, «Horror en el hipermercado»; me dije «hostia, esto está bien, pero tocan un poco así así, ¿eh?». «Ruta del sur», de Los Rápidos, en el número… ¿Cuarenta y nueve? «¡Esto es una injusticia, me cago en Dios, somos de puta madre!» [risas]. Cosas de chaval de veinte años. Allí empecé «me cago en Dios, me voy a ir a Madrid, a llevar maquetas». Yo me hacía todo el marketing a pedales, tenía muy claro que las compañías iban a lo que van. Yo iba a las tiendas de discos con cajas de cartón. A veces mandabas a amigos: «oye, compra tres o cuatro discos para que el de la tienda flipe y pida un poco más». Lo de siempre, yo me buscaba la vida. Le había llevado a Jesús Ordovás el primer disco de El Último de la Fila, y un día yo acababa de salir del Zeleste en la calle Platería —el gran Zeleste, que era magnífico— de tomarme allí unas copillas. Yo siempre he sido abstemio pero siempre he bebido cerveza. Soy abstemio, digamos, de segunda regional [risas]. Salí de allí, y yo conducía mi Dyan 6, con un amigo y una amiga, y de repente, Jesús Ordovás: «Y ahora vamos a poner una canción de un grupo que fueron Los Rápidos, recordaréis «Ruta del Sur»», habrían pasado cuatro o cinco años, «un grupo que tiene una canción, «Dulces sueños»», empezó a sonar la canción, «este grupo es muy interesante, va a dar que hablar». Y tal como lo dijo, le dije a la chica que estaba conmigo, Marta, me acuerdo perfectamente: «Es el año, colegas. Este año petamos. ¿No lo estáis oyendo?». Yo es que lo noto, toda la siembra que hemos hecho desde Los Rápidos, que eran como seis años de sembrar, tocar en bares, dejarse la piel, yo siempre les decía: «aunque haya tres personas, tenemos que tocar como si fuera el fin del mundo». Claro, los tres que había en cada concierto salían de allí y coño, salían de allí y les decían a sus amigos «venid, que hay unos tíos aquí que están como una regadera». Eso en el año 85 o 86 yo lo disfruto. Y esa noche, oyendo «Dulces Sueños» en Radio 3, dije «vamos a empezar a tirar para arriba, a vivir de la música». Yo ya tenía treinta años, ¿eh? Dije «voy a dejar mi trabajo, tíos, voy a dejar mi trabajo y me voy a dedicar solo a la música».
Debió de ser increíblemente gratificante, ¿no?
Una pasada. Yo ahora veo a los Love [of Lesbian] y les digo «qué guay», están en la época en la que El Último de la Fila tocábamos en Barcelona y todo se llenaba ya, y yo iba por la calle y ya era famoso: «Manolo, tío, de puta madre, El Último».
Ya sé que es difícil y una pregunta-tortura, pero con la perspectiva actual ¿qué tipo de cariño tienes repartido entre tus hijos de El Último de la Fila, tus discos, cuáles son los que te tocan más la fibra, qué recuerdos tienes asociados, por ejemplo, a Enemigos de lo ajeno? Que es mi favorito, desde luego.
Como la cabeza al sombrero es un disco que yo, si Quimi y yo no estuviéramos tan locos, lo volvería a grabar, pero más cañero. Ese mismo disco, pero con versiones nuevas.
¿Por qué? ¿Qué le encuentras?
Porque está lleno de canciones.
No, quiero decir: ¿Le encuentras algo superable, mejorable?
El sonido. Fue un disco muy crudo en el estudio. Fuimos a grabar a Francia, nos peleamos con el ingeniero del estudio por movidas, la compañía de discos no mandaba el dinero, no pagaba, estábamos viviendo y comiendo en el estudio y ellos se quejaban «oye, estáis aquí a pan y cuchillo y vuestra compañía no manda el dinero», me tocó pelearme con el director de mi compañía, que ya vendíamos cincuenta mil discos, ya habían ganado millones con nosotros, y él no nos mandaba la pasta… Todo un cúmulo de marraneos que a mí me ponían frenético. Porque Quimi y yo éramos muy serios. Éramos frikis, éramos anárquicos, pero en la música éramos cumplidores a tope. Ese disco tiene un sonido bastante malo. Enemigos de lo ajeno es diferente.
Enemigos de lo ajeno es un disco perfecto, para mí; no tiene fallos. Es memorable, raro, inspirado, está lleno de hits…
Enemigos: Doscientas mil pesetas para el estudio, ¿cuánto nos da esto? Nos da para una semana de estudio. ¿Tenemos para comer? No, habrá que comer bocatas. Vale, bocatas en el bar de enfrente.
¿Se grabó en una semana?
En una semana, en el bar de enfrente comíamos bocadillos de chorizo y de tortilla, al cruzar la calle, debajo del puente de Vallcarca. El estudio era humilde, pero los chicos que había allí ponían mucha voluntad, hacían lo que podían, porque el presupuesto era más bien magro. Teníamos nueve temas, es viernes a las 12 y a las 14 nos echan porque viene Melodrama a grabar. Hostia, Quimi, falta una canción, el disco es corto, qué hacemos. Oye, aquellos acordes que me tocaste en el local, cómo eran, a ver [tararea los compases iniciales de «Insurrección»], vale, al técnico: «Oye, perdónanos un momento, déjanos un segundo», tocábamos la canción, «oye, graba esto un momento» [canta «Insurrección» en vikingo] «uasy uan on the fraguers… Oye, dame un casete con esto. Un casete, ¿eh?», «Quimi, ve grabando esto ya» [hace un ritmo de batería]. «Las 12.30, ¿cómo vamos?», «Bien, vamos bien». Y yo mientras tanto cantando solo en el lavabo [canta] uachi fuan werin uapa, vale [simula apuntar en un papel], «Dónde estabas entonces», [canta] «guari wanbo, vale, cuando tanto…». Y así hasta sacarla toda. «Quimi, lo tengo», «De puta madre», «¿Cómo vas tú?», «Ya está, estoy metiendo el bajo», «Nos queda una hora», «En una hora canto y la mezclamos, tío». [Canta] «Dónde estabas entonces, cuando tanto te necesité…». «Insurrección».
¡Es increíble!
Llegamos a la compañía, le dijimos «este tema está muy bien» a los de PDI. Cortos de vista, más burros que un arado. Pedazo de disco. Dándonos unos royalties de mierda, puteándonos… Queríamos hacer una presentación en una sala un poco más importante, hay que llevar luces, sonido… Hay que ir subiendo de categoría, todo el mundo viene a vernos, apuesten por nosotros, somos serios, vamos a funcionar. Pero toda la pasta la metían en viñas, la empresa tenía viñas en el Penedés. Unos disparates… Nosotros «me cago en su puta madre», yo pidiendo créditos a La Caixa, diciéndoles a mis padres «papá, aválame», gente humilde, «pero nene, si yo no tengo nada… ¿Cuánto necesitáis?». Medio millón de pelas de la época. Mi padre puso su piso, un piso de barrio humilde, en La Caixa… ¡Unos líos! Así era todo, era todo venga, venga, venga…
Tu familia siempre te apoyó, ¿no?
Al principio, mi padre no.
Desconfiaba de la vida bohemia.
Claro, mi padre era un obrero de la metalurgia, al principio era «¡gandul!, ¡haragán! ¡Lo que tienes que hacer es trabajar! ¡Déjate ya de melenas y de hacer el vago!». Mi madre no, mi madre decía «tú a lo tuyo, música, música». Y luego ya mi padre vio que no era una intención cualquiera, sino una obsesión.
Es injusto hacerte escoger así, pero, ¿dirías entonces que es Enemigos de lo ajeno el disco perfecto de El Último de la Fila?
Sí, no solo para mí, para todo el mundo, para todo el mundo.
Tiene sintetizadores, tiene armónica, tiene mil detalles asombrosos —aparte de letras acojonantes y melodías inolvidables—, pero contiene cosas raras, inesperadas.
Está hecho en ese momento de local de ensayo que te cuento donde yo tenía mi caballete, pintaba, Quimi estaba grabando… Teníamos un colectivo artístico, éramos el club de los poetas locos. Estábamos allí creando, él estaba tocando, yo estaba pintando, y cuando oía algo que me gustaba le decía «hostia, Quimi, eso está muy bien». Paraba de pintar y lo grabábamos. Teníamos libros. Dormíamos allí en unos colchones, ¡en un local de ensayo! Comíamos en un bar. Y esa supervivencia, esa precariedad, dio ese disco. Ese punto, digamos, de delirio nocturno, noctámbulo: salíamos a deshora. Estábamos todo el día trabajando, o no, o solo haciendo el vago, y luego a las ocho de la tarde nos íbamos de copas, de fiesta; nos íbamos a bodegas a beber vermú, o a beber absenta a ese bareto que está al final de la Rambla a la derecha. Y a lo mejor volvíamos a las cinco de la mañana y nos poníamos a tocar. Los locales de ensayo estaban en un edificio industrial, no había vecinos, con lo cual podíamos hacer ruido. Y amanecía y nosotros tocando. Nos dormíamos. Luego otra vez nos íbamos de fiesta. «Hoy es sábado, de puta madre, vámonos a un festival». Eso es ese disco.
Antes hemos hablado de The Clash y veo paralelismos: un grupo que empezó tocando en el Roxy para cincuenta chavales y de golpe pasó a tocar en grandes estadios americanos. ¿Cómo os enfrentasteis Quimi y tú a ese salto, cuando de repente estabais tocando para trescientas mil personas? Como en La Mercè, en la Mercè fueron…
Fueron doscientas cuarenta mil. No hubo ningún herido, ninguna incidencia, ninguna pelea. Eso me lo comentaron a mí. Dijeron «este concierto ha salido perfecto, no ha pasado nada malo, ni una pelea, ninguna abuela se ha caído al bajar del autobús…» [risas]. Bueno, lo capeamos intentando mantener el tipo rockero, no saliéndonos de nuestro guion: somos músicos, no pretendíamos ser famosos; lo conlleva, evidentemente, pero, por decirlo de algún modo, esa situación se puede manipular. ¿Soy famoso? Bueno, quizás, pero por delante de todo soy músico. ¿Yo de qué quiero vivir ahora? De mis canciones. ¿Quiero anunciar Coca-cola? Me han hecho una oferta para que yo ponga pancartas de Coca-cola o de relojes o de agua mineral. ¿Voy a aceptar eso porque me va a dar dinero? No, no voy a aceptar, porque yo no soy un anunciante de refrescos, soy un músico. Voy a vivir de mis canciones y de mis conciertos, sin hacer concesiones. Nos han ofrecido hacer una película musical, ¿vamos a decir que sí? Evidentemente, no. No somos…
¡Monos de feria!
… Monos de feria, con todos mis respetos para los artistas que han hecho ese tipo de películas, lo veo muy respetable, pero nosotros no somos actores. Ese tipo de idea, fija y clara, nos salvaba de cualquier tipo de vicisitud momentánea. No queremos distraernos, queremos seguir haciendo discos, canciones, tocando, girando, irte a casa… Premios, fiestas, nos han invitado… Yo no quiero saber nada, yo quiero irme al bar de siempre a tomarme las copas con los de siempre, porque a mí eso me da vida, cultiva mi intelecto y mi emotividad.
Lo otro te empobrece espiritualmente.
Te empobrece. Y luego, bueno, llegará un tiempo nuevo, podremos vivir de la música, pero no me voy a cegar por eso. No me voy a cegar. Quimi es él, yo soy yo, pero yo siempre he pensado que dejarse llevar por un afán desmesurado de dinero, de fama, de estatus…
De vanidad…
De vanidad. Los dioses te castigan. Te quitan ese don preciado de la creatividad, te lo quitan. Y puedo remitirme a pruebas fehacientes. Pienso que el artista, el músico, el pintor, el trabajador que está apasionado y absorto en su obra, y en la de otros, porque disfruta de la de otros, a ese artista los dioses siguen concediéndole el don. Y los músicos que abandonan esa pasión en aras de una distracción momentánea…
El patrocinio, el mecenazgo…
Para mí no caer en eso es sagrado. Y esa ha sido la llama que me ha mantenido. Y sigo siendo fiel, devoto de esa luz. Es decir: a mí me interesa la música. ¿Que me gano la vida? Perfecto, puedo hacer lo que quiero, tengo suerte, estoy agradecido, beso el suelo eternamente… Pero la brújula siempre indica un norte musical, las canciones, conciertos, pintar… No quiero saber nada más. ¿Triunfar en América? Dijimos «Uy, qué lío». Empezamos a triunfar un poquito en América, México, Venezuela. Éramos muy populares. En Perú fuimos número uno con «La piedra redonda».
«La piedra redonda», una de mis canciones favoritas.
Fui a tocar a Perú en el año 2007, dos noches, llenazo absoluto. Me dijeron «Manolo, si tocas «La piedra redonda» este pabellón se viene abajo». Y efectivamente, se vino abajo aquel pabellón, habría allí cinco mil personas. Cuando empezamos [tararea el comienzo de la canción] «Lo que tengo lo llevo conmigo», hostia, que nos comían. Y ya no era con El Último de la Fila, era con mi grupo de ahora. Pero bueno, también Quimi y yo dijimos «Mmm, qué lío». Si nos metemos en esta vorágine, vamos a ser una máquina de hacer dinero y todas esas personas que van a estar recogiendo sus billetes no nos van a dejar parar, nos van a volver locos. Y van a darle un sesgo a esta idea nuestra de hacer canciones. Esta debacle les pasaba a los Clash, como decías: eran un grupo de barrio, hijos de obreros, de repente se convirtieron en multimillonarios y se perdieron, porque además existía una mala conciencia: si tú estás en tus letras hablando de lucha obrera y luego tienes una mansión en Hollywood, en Los Ángeles, aquí hay algo que no cuadra. Los Clash padecieron esa dicotomía, esa fractura. Nosotros intentamos no caer en ello, y creo que a nuestra manera lo hemos conseguido.
Mantuvisteis el tipo. Y es inspirador que hables aún de esa integridad, porque precisamente ahora muchos artistas actuales parecen no hacer esa distinción y permiten fácilmente que corporaciones se impliquen en ello, y rápidamente anuncian lo que les pidan.
Yo creo a rajatabla en la cultura popular, en la cultura que sale del pueblo, que sale de la energía, la creatividad y la mente de una persona física, sin ningún tipo de ayuda de ninguna institución ni mecenazgo; creo en el afán de crear, en esa fuerza creadora que tienen (o que tenemos, si se me permite) algunas personas, y que necesitamos por encima de todo. Y no admitimos ninguna intromisión: un mecenazgo cultural institucional es intromisión y es manipulación. Voy a contar cosas que no he contado nunca, pero mira, hoy las puedo contar: «El Último de la Fila, anuncio para una marca de cerveza, usamos «Insurrección»». ¿¡Cómo!? «Pues pagan un pastón».
Ni de coña.
Ni de coña, como si nos dan el planeta Urano en oro. Iros a cagar. Éramos un grupo de rock. «Insurrección» es un tema nuestro. «Hombre, pero harán una versión». Que hagan lo que les salga de los huevos, pero «Insurrección» es un tema nuestro y no lo van a tener nunca. «Oye, que tal corporación quiere tales canciones». ¡A cagar! ¡Que nos dejen en paz! Somos rockeros, somos gente de la calle, ¡que les den por el culo! Y rollo institucional, rollo cultura… No me interesa nada, no quiero premios, no quiero trofeos, no quiero nada: quiero hacer discos y tocar en directo y pintar cuadros.
Es una actitud que la gente percibe, que sois gente normal, que la gente se puede acercar a vosotros y hablar con vosotros de música, y que nunca habéis tenido talante de divos.
Quimi y yo la hemos mantenido. Es que nos gusta la música. Siempre repito la misma frase, y hablo por mí, pero creo que Quimi igual: yo no quería ser famoso, yo quería ser músico, coño.
Lo otro era una consecuencia desafortunada.
Yo empecé a ser famoso con treinta años, yo me he tirado treinta años de mi vida en que no era famoso pero era músico. Y esto era magnífico.
Y te llenaba suficientemente.
Claro, de puta madre. He sido muy feliz. Y no era famoso, pero era músico, que es lo importante.
Y mirando atrás con o sin ira, a El Último de la Fila, ¿lo recuerdas todo bonito o también hay algún recuerdo que te entristece?
De cansancio. Sí que a veces, en el momento álgido de El Último, hubo alguna gira dura. Recuerdo un mes de agosto de veintinueve noches de concierto. Yo siempre digo «Buenas noches, amigos de Barcelona», no digo «Buenas noches, Barcelona» porque se me hace raro hablarle a una ciudad entera, como si fuese un ser superior. Y una noche dije «Buenas noches, amigos de Salamanca» y Quimi gritándome desde atrás «¡Burgos, Burgos!», y yo «Hostia, perdón, perdón: buenas noches, amigos de Burgos, que venimos de Salamanca». La gente «Buuu». Cansancio, agotamiento, físico y psíquico. Ese es el único recuerdo negativo que tengo, el de decir «hostia, igual estamos trabajando demasiado».
¿Y no creaba esto tensiones en la banda?
No, porque Quimi tenía sus cosas, yo tenía las mías; él se encargaba de las pruebas de sonido, yo de la promoción. Llevábamos departamentos separados, cada uno hacía lo suyo y sumábamos fuerzas. Al principio éramos bastante pobretones, nos metíamos en hostales, de hoteles nada, en habitaciones dobles, triples, porque no había dinero. Luego ya en la época de El Último teníamos habitaciones individuales, corría el aire. Yo creo que el grupo estaba muy claro: Antonio, Juan Carlos… Buena gente. Marc Grau, que en paz descanse, éramos una banda ya fogueada. Además, éramos tíos talluditos, no éramos críos. Con lo cual ya no había tonterías, ya funcionábamos.
Quería preguntarte sobre el Nuevo pequeño catálogo de seres y estares, porque ahora que veo todo el conjunto (en mi juventud solo tenía ojos para el Enemigos…) me parece un disco increíble y también lleno de canciones excelentes. Tiene tres hits, para mí insuperables: «Barrio triste», «Sucedió en la antigüedad» y «Cuando el mar te tenga». Además también contiene experimentos. ¿Lo ves como un disco del que estás completamente satisfecho?
No tanto como del de Enemigos, si te soy sincero. Éramos otros. Nadie es el mismo que fue. Cualquier persona cambia a tenor de cualquier circunstancia puntual. Pasa algo y ya eres otro. Éramos otros y ya no teníamos tanto ese punto de bohemia. Ya no estábamos tanto tiempo en el local juntos, la banda era fija, ya no estábamos solos. Por ejemplo, Quimi se ha llevado siempre muy bien con Antonio, ya eran muy pareja y no estaban juntos, yo me llevaba bien con todos, pero yo a lo mejor estaba más con Juan Carlos. Éramos otros. Y a la hora de tocar había también alguna opinión de banda que Quimi y yo permitíamos, porque lógicamente no éramos dictadores (aunque mandas), pero si Juan Carlos dice «oye, ¿por qué no va aquí un re?», «No lo hagas, Juan Carlos, queda más bonito el fa. A ver… Pues igual tienes razón, tío, queda más bonito el re». Es otro disco ya. Era nuestro, Quimi y yo éramos los compositores, los arreglistas, todo, pero bueno, había pasado un tiempo ya y es un disco más de grupo. Y a mí me gusta más Enemigos. Éramos él y yo, completamente turbo.
¿Y cuándo se rompió? ¿Conservas algún tipo de melancolía por la forma en que se rompió El Último de la Fila o en cambio fue una ruptura amigable?
Fue una ruptura hablada, pactada. Yo entendía que Quimi empezaba a estar incómodo con el tema lingüístico. El tema de la lengua para él es importante, él es catalán. Yo soy de los «otros catalanes»: soy catalán, evidentemente, y con todo el orgullo, pero mi lengua materna es el castellano. A él le apetecía que hiciéramos alguna canción en catalán, y yo encantado, hicimos alguna canción con Maria del Mar Bonet, en algún vídeo está ya algún guiño mío como lo de «que soc de Barcelona i em moro de calor», de cara a Quimi, para hacerle reír un poco y complacerle a él. A mí me era indiferente. Yo defiendo absolutamente que los catalanes hablen catalán, evidentemente, y yo puedo hablar catalán, pero no tengo esa sensación de patria, igual que tampoco la tengo de patria española. A mí lo de los Estados y los Gobiernos no me interesa nada.
Te da un poco de repelús.
Me da mucho repelús, no me gusta que nadie me gobierne. A mí me gustan los indios de las praderas, eran pequeños grupos tribales que, usando el sentido común, lo primero que hicieron bien es no admitir los avances de los blancos que les llegaban, ni siquiera la rueda, siguieron con sus palos arrastrados, si había problemas los dirimían en un consejo tribal… Yo, en ese sentido no tengo apetencias de gobierno, no me interesa mucho, soy bastante anarcoide, he de confesar, con todo el orgullo. Entiendo que el ser humano debe tener conciencia de equidad, de justicia, y si no quizá hay que recordárselo, pero de una manera adecuada, no a garrotazos. Si no, como mucho, si alguien es un peligro para el grupo quizás hay que apartarlo del grupo, pero no maltratarlo. En fin, tengo mis ideas. Y Quimi empezaba a necesitar un poquito de música en catalán. Eran diecisiete años ya de trabajo juntos y se estaba acabando.
Eso erosiona.
Los dos empezamos a hablarlo de una manera muy natural y llegamos a la conclusión de que el grupo, si seguía, sería algo indigno ya; sería un poco rebañar el plato, con unos intereses ya de economía, seguir viviendo de eso, seguir haciendo giras, ganando dinero…
Pero sin la pasión.
Sin la pasión. Ya empezábamos a mirar en otras direcciones. Y lo hablamos un día. Nos fuimos a comer. Nos daba un poco de pena, pero dijimos «son diecisiete años juntos, vamos a hacer otras cosas». Yo te voy a confesar también otra cosa que no he contado nunca: yo jamás pensé que sucedería. Yo estaba muy cómodo en El Último de la Fila, yo estaba muy realizado: era cantante, era compositor, componíamos los dos, junto a Quimi, hacíamos un equipo, él se encargaba de unas cosas, yo de otras… Estaba muy cómodo. Y cuando tuve conciencia clara de que El Último se separaba, me quedé un poco estupefacto. Dije «Hostia, vamos a ver, ya no va a existir El Último de la Fila. Qué raro». Me quedé un año en blanco. Me quedé parado un año. Me puse a pintar, me fui al pueblo de mis abuelos, en Albacete… No hacía nada: pasear, leer libros, beber vino, pasear, acostarme. Y al año llamé a mi hermana: «Mari Carmen, cómprame una guitarra Fender y un amplificador Fender». Tocaba con una acústica, tenía una acústica. Y entonces mi hermana llegó a mi casa con el amplificador y una guitarra negra muy bonita, que la rompí en un concierto, tipo London Calling… [ríe].
O Pete Townshend.
Exacto. Pete Townshend. Estaba tonto. Y me trajo la guitarra Fender y empecé a componer mi primer disco. Me puse a componer y en tres meses tenía Arena en los bolsillos. Empecé en mi casa con una grabadora y un pequeño ordenador que compré, y solo empezar ya me dije «de aquí voy a hacer un disco entero en solitario», pero te prometo, e insisto que no lo he contado nunca, que me quedé un poco estupefacto. Yo nunca pensé que El Último de la Fila se separaría. Pensé que tendríamos algún año de parada, año sabático, vamos a parar un tiempo… pero al final vimos que Quimi necesitaba su vía. Yo creo que él necesitaba más su vía que yo. Yo estaba muy cómodo en el grupo. Y él necesitaba vía, quería cantar en catalán. Yo le dije «Quimi, fluye, sé feliz, somos amigos». Para nosotros lo importante es participar. Y la verdad es que hizo muy bien. Tiene unos discos, para mí, magníficos, es un gran compositor, un tío con un carisma, con un mundo propio, tiene un discurso contundente, muy personal. A mí me ha permitido abrirme uno mío, y estoy encantado. Hoy mientras venía estaba oyendo «Estoy alegre», que grabé en Los Ángeles, y me encanta. Me ha permitido conocer tíos encantadores, me he topado con griegos, con brasileiros, con los americanos estos con los que grabé canciones de mi último disco, Días intactos… Y pienso que todo ha funcionado, ha sido magnífico haber hecho El Último de la Fila. Y nos dicen: «¿os reunís?» No. «¿Qué necesitáis? ¿Qué queréis? Talón en blanco. Gira. América. Compañía de discos. Lo que queráis. Objetivo: el mundo». Gracias, no. Quimi y Manolo. Personas libres. Libres.
Fotografía: Alberto Gamazo
Memorable entrevista. Qué grandes momentos con este músico. Cuántos recuerdos. Cada disco, canción, armonía, verso, riff o socarronería permanecen inalterables en la memoria.
Un homenaje estupendo (otro más en JD) a un imprescindible artista.
Al igual que Kiko Amat yo me enganché a EUDLF con Enemigos de lo ajeno ( con una cinta grabada ) que tambien me pasaron unos compañeros de campanas en el instituto…cursando 2º de BUP en 1990…Ellos no volveran pero afortunadamente nos quedan sus vinilos, cintas y cd´s…no es lo mismo pero tampoco nosotros somos aquellos adolescentes…Tanto Quimi como Manolo han sabido creer en sus diferente carreras en solitario y son unos privilegiados de poder seguir viviendo de lo que más les gusta: la música…
Entiendo a Manolo cuando se considera de «los otros catalanes», yo tambien veraneaba 3 meses con mis abuelos en Badajoz pero tocando ya con la Mancha…como nos marcan las vivencias de la infancia: Manolo lo ha sabido plasmar en varias de sus canciones…
Gran entrevista de Kiko Amat y grandes fotos de Alberto Gamazo…
P.S.: Kiko Amat al Primera Persona pudistéis llevar al Quimi…como bien dijo Manolo al final…
UN MITO DE LA MUSICA ESPAÑOLA Y UN GRAN TIPO
Me encanta la entrevista. Pero a Manolo quiero decirle una cosa, si es que la lee: Una reunión concreta o un nuevo disco de El Último de la Fila, de Manolo y Quimi, para mí no sería una maniobra económica (ya os conocemos de sobra) ni coartaría vuestra libertad, creo yo… Sería algo maravilloso, seguro que sería distinto, genial. Incluso con cinco canciones en catalán y cinco en castellano, o mezclados los dos idiomas. No seáis tan caparras, coño, jajaja… Abrazos.
Una reunión concreta, muy concreta, ya la hubo…en el Palau de la música en el concierto de Quimi que subió Manolo a cantar » Massa» con él…Salvo reuniones como esa no creo que EUDLF vuelva como grupo…
En mi casa no había libros de poesía, pero había discos de EUDLF y los primeros de Manolo García. Gracias, Kiko y Manolo: no me he saltado ni una línea. Ha sido un placer. Se nota cuando el entrevistador sabe de qué habla y se nota que el entrevistado lo percibe, porque la cosa se convierte en una conversación… y no pasa tantas veces como nos gustaría.
King Crimson y Manolo García. Joder, es una mezcla muy loca.
Gran entrevista
Mi primer concierto fue el que comentáis en la entrevista, en el Sot del Migdia por las fiestas de la Mercè. Aquello no ha estado nunca tan lleno, increíble.
Nunca he sido muy fan de El Último y ahora me tira más el rollo de Quimi, pero estuve en el concierto de Love of Lesbian al que invitaron a Manolo y fue acojonante como se puso el público cuando salió a cantar.
Un mito y un buen tio
Bárbaro. Fantástica entrevista, dudo que exista mejor forma de honrarle.
Nunca nos acostumbraremos a estar sin ellos..
Yo soy del 86 pero de padres jóvenes, así que asocio a Manolo con mi turbia infancia. ¡Cuántas cosas han cambiado desde entonces!
¿Sacar un disco hoy en el 2014 o 2015? Yo espero que no. Me gusta lo que hicieron, tienen su momento en mi vida. Ya nada es igual pero siempre podemos volver a escucharlos, combatir nostalgias, y sentirnos un poquito allí en el pasado.
PD: Un comentario de la cancion “Lapiz y tinta” en Youtube.
“Me duele en el alma este nostalgico viaje,recuerdo este tema 25 años atras,joder me queria comer el mundo y aqui estoy solo a las 5 de la madrugada,separado de mi pareja la mujer de mi vida ,que no supe cuidar y de mi hija,esto es muy cruel,pero te doy las gracias Manolo por hacerme llorar.”
Ni mil grammys valen lo que este comentario.
Un abrazo a todo JD por que sois geniales. Seguid así!
Ojalá algún día me encuentre a Manolo por Barcelona para poderle contar todas las experiencias y sentimientos que tengo guardados en mi cabeza acompañados por su banda sonora.
Gracias por la entrevista a los dos, me encantaría una segunda parte más centrada en su carrera después de EUDLF, sobretodo por esa maravilla de disco que es Arena en los bolsillos.
Que grande es Manolo, coño, que grande.
Extraordinaria entrevista y no lo digo solo por el interés que el personaje suscita en muchos de nosotros, sino porque se nota que Kiko Amat está encantado de la vida por hacerla, sabiendo además muy bien el terreno que pisa. Como resultado, Manolo, al que se le adivina una bonhomía que no tiene absolutamente nada que ver con ser un pardillo como muchos creen, se siente a gusto y va desgranando perlas como puños. Larguísima entrevista y sin embargo hubiese deseado que durara el doble; muy pocas veces puedo coincidir tanto con la postura moral y los puntos de vista, incluso en pequeños matices, de un entrevistado.
¡Gracias por tu arte y por existir, Manolo! ¡Un abrazo muy fuerte y otro para Quimi cuando lo veas!
Es maestro SIRUELA con S…Si lo sabré yo que es mi pueblo de veraneo, el de mis abuelos maternos en Badajoz, y además da nombre tambien a una editorial de prestigio…
¿¡P-pero c-cómo…? ¿Es que sabe usted quién soy? ¡Tengo primos desde toda la vida en la Plaza de España!
Obviamente no sé quién es usted pero sé como es el dicho del Maestro Siruela que no sabía leer pero puso escuela:
http://www.lanacion.com.ar/993773-el-refran-del-maestro-siruela
Saludos…
Ah, pero… ¿es que estaba usted hablando en serio? Porque lo del Maestro «Siruela» lo dirán en Siruela, pero en el resto del mundo es y ha sido siempre el «Maestro Ciruela». Ahora bien, si se trata de ir de guasa, servidor se apunta el primero a echarse unas risas. ¡JA, JA, JA…!
Yo conozco a la señorita Piñones, que de nada sabe y de todo da lecciones. Sobre el ‘affaire Ciruela/Siruela’ lamento no poder arrojar luz
Yo conozco al Señor Molla ¡que no sabe nada pero tiene la polla como una olla!
No…insisto es con » S «…le adjunté link del diario la nación pero veo que ha hecho caso omiso…Saludos…
¡ja, ja, ja! No, Nuria, no hice caso omiso. Lo que ocurre es que tuve el irrefrenable impulso de tomarle un poco el pelo pero sin mala intención, créame… En cuanto a la traída y llevada cuestión de Ciruela o Siruela, pues creo que tiene usted razón. Ya hace mucho tiempo, leí algo sobre el particular pero hay que convenir en que por misterios de las preferencias populares, se ha acabado imponiendo el «Maestro Ciruela». Supongo que es como más chusco o ridículo y de ahí su éxito; algo así como el dichoso «Boca a boca» que pasó del área del socorrismo al del chismorreo. Y la verdad es que a estas alturas, me veo incapaz de cambiarme este apodo con el que he cimentado un sólido desprestigio a lo largo de los años.
¡Besos!
No, hombre no…no se cambie el apodo…faltaría más…BSS…
Enhorabuena, de las mejores entrevistas que he leído de Manolo. Las vivencias de la infancia son muy importantes, a mí me ha recordado cuando desde Barcelona, venía al pueblo, un pueblecito de Almería, de vacaciones con mis abuelos. Los días eternos, la huerta, la siega, los olores, los sabores,…. Me has hecho recordar todo eso. La libertad de poder jugar en la calle. Buenas anécdotas de grupo. La verdad que vuestras canciones, personalmente me han acompañado desde la adolescencia, os descubrí con huesos, y os ví por primera vez en directo en el 87, en Lorca, junto a Radio Futura, y desde entonces he ido a veros, y después a ti en solitario siempre que he podido. Gracias por hacernos disfrutar tanto con vuestra música.
¡Qué grande es Manolo! ¡Qué pedazo de entrevista! Gracias Kiko Amat. Y gracias Alberto Gamazo por las fotos.
En mi opinión el mejor disco de El Último de la fila es Astronomía razonable (y soy del 75), después Enemigos de lo ajeno, of course. Sé que en cuestión de gustos… pero no puedo estarme de decirlo.
A mí me cuesta mucho hacerme al Manolo cantante en solitario, sin Quimi, no es lo mismo. Se me antoja siempre algo de impostura, no sé. Debe ser que me puede la nostalgia para mal.
Qué grande era El Último!!
Mi disco favorito de El último de la fila es también «Astronomía razonable». Será porque era el único de ellos que tenían mis padres en casa, será por su producción sublime, será por las grandiosas canciones, pero para mi gusto nunca sonaron tan bien como ahí.
Maravillosa entrevista y un excelente trabajo de fotografía, enhorabuena.
Ya escuchaba al Último de la Fila a ratos en un radiocasete del viejo coche de mi padre cuando tan solo tenía once años (hoy 32). ¿Quien me iba a decir que pasaría a ser uno de mis referentes artísticos años más tarde? y no me he equivocado. Cada uno sigue su camino y se vale de aquello con lo que se identifica para ir completándolo. Llevo a las espaldas momentos ligados a canciones inolvidables del Último, de Manolo y Quimi en solitario y algunas colaboraciones que considero bastante buenas, rarezas, etc… todos esos temas han quedado amenizando mis recuerdos, dotándose de cierto aire nostálgico. A día de hoy, aunque la música de Manolo ha evolucionado a un nivel que deja atrás esa genuina vitalidad que era el singular estilo del Último, sigo pendiente de su trayectoria y siempre expectante ante sus creaciones.
Una entrevista preciosa, toda una vida en unas pocas líneas. Líneas que rezuman sinceridad, tranquilidad, sabiduría y, ante todo, sencillez. Me he emocionado leyéndola, y no me habría importado que hubiera durado tres o cuatro veces más. Cuánto daría por escuchar esas palabras…
Gracias, gracias y gracias
Para mi el ultimo es felicidad en estado puro, es parte de mi.
Enhorabuena por la entrevista.
El Manolo es un tipo sensato, y que pena da que haya tan pocos.
Bonita entrevista.
Yo tengo otra pregunta para el señor Manolo García: ¿Por qué en Cadena 100 suena alguna canción de este señor de hace quince o veinte años con curiosa frecuencia?
Desde que he visto que es la entrevista de un fan he dejado de leer.
Pingback: Manolo García: «Un mecenazgo cultural institucional es intromisión y es manipulación»
Muy buena entrevista!
Pero no estoy de acuerdo en que cantar en catalán tenga que ver con patrias… de la misma manera que cantar en español, en inglés o en swaili, tampoco tiene que ver.
Es normal.
Exactísimo.
Admiro a Manolo y Quimi por igual, así que nadie se vuelva loco con mi comentario porque va con mi máximo respeto hacia Manolo, quien considero un catalán de primera y aunque habla el catalán perfectamente tiene todo su derecho a cantar en castellano.
Explica que el grupo se rompió porque Quimi quería cantar en catalán pero me entristece que Manolo no le concediera más que una frase y poco más. Dice:»no tengo esa sensación de patria, igual que tampoco la tengo de patria española. A mí lo de los Estados y los Gobiernos no me interesa nada».
Que Quimi cante en catalán, no es cuestión de Estados y patrias, simplemente que es su idioma y después de 17 años cantando y componiendo en el idioma de Manolo creo que tenia derecho a cantar en catalán.
Evidentemente, Manolo habla el catalán a la perfección y podría haber cedido por una vez, pero no quiso. Por eso creo que decir que el UDLF se rompió porque para Quimi el tema lingüístico era importante y que a él le daba igual, es mentira. Si le diera igual hubiera cantado en catalán algunas canciones o discos, no?
No creo que Manolo sea nacionalista español, pero menos aún Quimi catalán y meter el tema de patrias no me ha parecido acertado pues Manolo no cedió nunca un palmo y Quimi sí durante muchísimos años.
… Pues por eso se rompió, Gerard, porque uno no veía lo que para otro era una necesidad. Pero fue la excusa para finiquitar el cansancio, no la causa.
[Qué bonito caso de como las lenguas identificadas con el nacionalismo lo fastidian todo].
Bertox, mi comentario decía todo lo contrario:
Ninguno de los dos creo que hiciera nada por nacionalismo y solo crítico a Manolo por insinuar eso de Quimi, cuando él cedió menos que nadie.
Querer desarrollar arte en tú lengua no tiene nada de nacionalista y mucho de nromal. No dejar que los otros lo hagan, pues sí.
Perdón pero releo lo que dice Manolo y no veo donde insinúa nada sobre el nacionalismo de Quimi. Al contrario, cantar en catalán es algo que dice ver como la vía natural que Quimi necesitaba y que cantar en catalán era algo importante para el. A veces pesa mas la mirada del lector que lo que realmente se lee.
Me he explicado mal, Gerard, no digo que ninguno de los dos sea nacionalista ni que fuera la causa ni Manolo dice tal cosa en la entrevista. Parece que Quimi sentía la necesidad de expresarse en su lengua materna y eso fue la excusa para una ruptura que, en mi opinión, tendría más que ver con el cansancio del que hace lo mismo durante mucho tiempo.
Con mi comentario, me refería a que el caso sirve como ejemplo contra el nacionalismo que suele identificar lenguas con patrias y esas historias…
Y de lo de Itunes… ¿nadie sabe nada?
Yo creo que los dos tenéis parte de razón. Es decir, Manolo García fue el que no cedió a cantar en catalán a pesar de hablarlo perfectamente, pero el que quiso dar un cambio tan drástico en el grupo después de tantos años fue Quimi.
Sin meterse en tonterías de políticas o nacionalismos (cada uno que tenga la postura que quiera), entiendo a Quimi, porque después de tanto tiempo tendría la necesidad de cantar en su lengua materna, pero también entiendo a Manolo, porque cuando tienes un grupo que es conocido en un mercado potencial de 500 millones de personas, cambiar de idioma para dirigirse a «solamente» 7 millones ya no tiene nada que ver con lo que hacían.
No creo que sea que Manolo no quisiera cantar en catalán tanto como que es incapaz de componer en catalán, aunque lo hable. Manolo, como muchos de los «otros catalanes» de los últimos años del franquismo entiende el catalán, y hasta lo habla, pero es esencialmente analfabeto en esa lengua.
El último de la fila, cantando en catalán, ya no habría sido el grupo de Manolo y Quimi, sino solo de Quimi. Él lo habría tenido que hacer todo, composición y letras, y claro, eso no dejaba espacio a Manolo.
Pues mire, a pesar de lo mucho que me ha gustado Manolo García en la entrevista, tengo que darles la razón en esto a usted, Gerard, y a jordi, en el comentario anterior al suyo.
Ya había leído en algún otro sitio que el motivo de la separación había sido este, y ahora confirmado por Manolo, no queda mucho más que decir.
No se puede pretender arrastrar a todo un grupo de artistas, con una trayectoria a nivel estatal (con incursiones en américa latina), a cerrar sus puertas de mercado y reducirlo solo al idioma catalán: es simplemente ilógico. Si EUDLF hubiera comenzado a cantar en catalán y quisiera comenzar a hablar en castellano, entonces tendría un sentido, pero no al contrario.
Quimi tiene un excelente repertorio en catalán (que personalmente me gusta bastante), pero Manolo lo tiene en castellano, con bastante más éxito que Quimi(debido a la reducción del mercado), y con muchísima menos chispa y calidad que con EUDLF.
Saludos!
Según esa lógica todos los artistas están haciendo el canelo por no cantar en inglés, que no solo lo habla más gente, sino gente con mucho más dinero que los hablantes de español.
Lo de que pasar del catalán al castellano es comprensible, pero al revés no solo tiene sentido aceptando dos premisas:
– Que el único objetivo de un músico es ganar cuanto más dinero mejor.
– Que es imposible llegar al mercado español cantando en catalán – a diferencia de, por ejemplo, cantando en inglés.
No digo que esté en contra de ninguna de ambas premisas, pero hay que dejarlo claro.
El Último de la Fila era un grupo que cantaba en castellano, podían haber montado otro paralelo si querían, pero romper una dinámica así para cantar en catalán es a todas luces difícil, por no decir casi imposible. Entiendo lo que dices, soy gallego y en general los que somos bilingües podemos entender el punto de vista de Quimi. El problema es que la lengua siempre, pero siempre, se asocia al nacionalismo, sea español, gallego, o lo que sea. El nacionalismo español, moderado, o extremo, concibe que la cultura expresada en otra lengua del estado es casi como una traición, podríamos resumir la frase en «en España en español». Después hay mucha gente que eso ni le va ni le viene, pero que tiene unos conceptos mentales que sin darse cuenta se corresponden con esta perspectiva, pero a diferencia de los anteriores no lo hacen con malicia, simplemente es practicidad. Es un tema complejo, y veo que mucha gente en los comentarios está meando fuera del tiesto ya que solamente la gente que sea bilingüe puede comprender cómo es una situación como esta. Ellos son monolingües y este tipo de situaciones les resultan totalmente ajenas.
Pingback: Mi entrevistón con Manolo García
Genial entrevista. EUDLF es el único grupo del que me he sentido fan desde que lo descubriera en una actuación en TVE con Aviones plateados de «Nuevas mezclas», 1987: mis 15 años. Nunca me volvió a gustar un grupo tanto y de ningún otro me sé todas sus letras.
Sobre la entrevista, he echado en falta saber por qué no están sus canciones disponibles en Itunes o Spotify (¿problemas con PDI?, ¿ellos se oponen?…).
Está claro que la entrevista a Quimi ya es obligatoria. Y sí, yo también creo que una vuelta con disco nuevo, sería digna y nada sospechosa. Pero, vamos, si les da la gana. GRacias a JD y Kiko.
También me preguntaba lo de spotify… ¿Es la discografica o el artista?
Supongo que será cosa de la discográfica, porque los discos de Manolo y Quimi en solitario sí se encuentran… ¿Y qué más le da a la disquera?, ¿es por fastidiar?, algo se llevaría al fin y al cabo… ¿Alguien más sabe algo?
«Nos han ofrecido hacer una película musical, ¿vamos a decir que sí? Evidentemente, no. No somos… Monos de feria».
¡Qué coño, lo que no sois es los Beattles!
Por lo demás, joder qué tío. Eso es una cabeza amueblada y con principios. Sin gustarme su música, él, como persona, me ha ganado.
Enhorabuena por la entrevista, a entrevistado y entrevistador. Mi admiración por Manolo García y su modo de entender las cosas de la vida y de la música.
Soy de argentina, y agradezco que haya llegado hasta aquí en los 80 la Rockdelux, porque a través de ella conocí a El Ultimo…
Coincido en que es un grupo único, irrepetible. Me gusta mucho la relación de muchas de sus letras con el universo filosófico del tango, como por ejemplo en «Dios de la lluvia». También recuerdo que en el tema «Carbón y ramas secas», solista de Manolo, se lo menciona a Gardel.
La síntesis o combinación que EUDLF hace con la música tradicional de su región, es algo que apenas como una rareza se ha logrado en el rock de mi país.
Hace un par de años, creo, el señor Manolo García estuvo a punto de venir de gira por Argentina, pero finalmente la gira se canceló. Espero que en algún momento pueda venir, ya que aquí hay mucha gente que admira y se nutre de su notable música.
Un gran abrazo.
El grupo funcionó mientras uno de los dos (Portet) renunció a cantar en su lengua materna, también conocida por el otro (García), y se acabó cuando este otro componente se negó a cantar en dicha lengua.
Pregunta: ¿Quien es un nacionalista excluyente a pesar de ir por el mundo de no-nacionalista?
Que suerte tienen los «no-nacionalistas». Pueden ser no-nacionalistas porque sin pedirlo tienen todo un estado detrás que los protege a ellos y a su cultura.
Y todo esto tiene una importancia minúscula hasta que esta persona insinua que la razón de la rotura del Ultimo de la fila es la intransigencia del que había transigido siempre. Lamentable y cínico.
¡Muy bien!
Portet empezó su carrera con Kul de mandril NO CANTANDO EN SU LENGUA MATERNA -el catalán-…Si a finales de los 90´s ( 1998 ) le apetecía tomar otro rumbo en su carrera y hacerlo: así lo hizo…pero entiendo que lo decidió hacer en solitario, al margen de EUDLF, pues tras 17 años cantando con EUDLF y dando largas giras por España e incluso fuera de España…le apeteciese quedarse más cerca de » casa seva «…
Ya dice Manolo en la entrevista que no tiene esa sensación de patria: ni catalana ni española…por lo tanto ni es nacionalista catalán ni nacionalista español…
Gran entrevista, gran tipo…
Gran tonto»la paja en ojo ajeno» por creer que tiene derecho a nombrar nacionalistas a su antojo…
Ráscate, hombre, si te pica.
El no «nombra» (supongo que quieres decir «define a») nadie nacionalista, sólo hace ironia con eso de que los españoles no son nacionalistas, aunque se comportan como si lo fuesen.
Un placer leer la entrevista, aunque me perturbó leer la explicación del motivo de separación de la banda. No es solo lo que señalan algunos comentarios sinó el vínculo que establece al hablar de su admiración por la cultura de las tribus indias. Podia haber dicho que fue culpa de Quimi porque se cansó de la intransigencia y las chucherías. Bendito cosmopolitismo y anacionalismo el del bilingüe que solo acepta cantar en una lengua.
… y en consecuencia, el independentismo causó la ruptura del Último de la Fila. No?
Magníficos: entrevistado, entrevistador y entrevista.
Sobre la separación artística de Manolo y Kimi, pienso que el bueno de Manolo no ha conseguido expresarse como quería (quizá me equivoco), pués mezcla cultura (lengua) y política sin darse cuenta del salto que da con ello.
En mi opinión, esta pareja de músicos son artistas integros y por tanto es aplicable que sus canciones sean consideradas como un trabajo artístico, y en estos terrenos para mi el respeto es un aspecto fundamental, sagrado, diría. Así, la voz del grupo la ponía Manolo y es en este sentido que consideraría un sacrilegio que yo o alguien le cuestionara alguna cosa al respecto. Ambos siguen como amigos y como músicos íntegros. Y esto está muy bién, es vida, es arte y es libertad. (Así quiero la república.cat.)
Esta muy idealizado Quimi como artista ante Manolo, como si fuera él la pura esencia del Último, cuando fue un grupo. Para empezar no tiene buena voz y las letras, era al 50% de la banda y Manolo hizo canciones insignia como «Insurreción». Veo muy injusto una vez separado El Último, quitar el merito a Manolo, como muchos dejáis caer. Por la separación lo importante en ellos es el respeto y la admiración mutua (más Manolo por Quimi que al revés) y que cada uno ha tomado su camino con coherencia muy digna, no como otras banda que se separaron. Eso muchos (respetable opinión, pero poco acertada) que expresan su opinión mezclan politica nacionalista, de que en ningún momento Manolo se mete en ese «jardín»… no se tiene en cuenta lo importante. Un saludo
El tema del nacionalismo lo saca Manolo y no los comentaristas.Es verdad que él no usa el concepto nacionalismo pero dice bien claro que la culpa de que se rompiera el grupo fue de Quimi por querer cantar en catalán por cuestiones de patria que él cree no tener.
Por la lógica de su comentario seria más nacionalista Manolo que Quimi, pues Quimi se pasó 17 años cantando y escribiendo en castellano sin problemas y Manolo nada de nada en un catalán que domina a la perfección.
No tacho a Manolo ni a Quimi de nacionalistas, sólo que creo que se equivoca en culpar a Quimi de eso. Pero vamos, que Manolo es un figura y puede cantar en el idioma que le salga de las narices, faltaría más.
Perdona, pero el nacionalismo se saca de madre Manolo se mantiene al margen, luego lo que comentas de ¿lógica?… quien tiene un sentimiento patriótico (incluso quien se considera apátrida) , no responde a lógica, si no a postura o sentimiento, se este de acuerdo o no.
Muchos comentaristas, en esa respuesta han interpretado lo que han interpretado… que son libres, pero Manolo se ha mantenido neutral . Soy de Barcelona, castellana-parlante y a la mínima cuando se saca el tema del catalán como lengua, se cae en el nacionalismo fácil por ambas partes y vuelvo a lo mismo se saca de madre, meando fuera de tiesto. Precisamente en lo que comentas (con todos mis respetos) caes en la incoherencia, de que Manolo «puede cantar en el idioma que le salga de las narices, faltaría más» y le tachas de nacionalista.
Al igual lo de «culpar» cuando fue una decisión mutua, de tomar cada uno su camino… tampoco al leer la entrevista, hay un momento que Manolo culpe a Quimi de la separación. Como si Quimi estuvo en El Último que era un grupo donde el vocalista es (era) castellano-parlante… supongo que no se llamaría a engaño y aceptó más que resignarse y «tragar» forzado.
Un saludo
¿Cuando he tachado yo de nacionalista a Manolo?
Relee esto que he dicho: » No tacho a Manolo ni a Quimi de nacionalistas, sólo que creo que se equivoca en culpar a Quimi de eso.»
La próxima vez lee lo que he escrito antes de opinar e intenta ordenar tus ideas pues es muy difícil seguirte. Yo también admiro a Manolo y por eso leo y analizo lo que dice antes de hablar.
Releo tu mensaje.
Bien. Aclaras lo de tachar, pero lo de culpar, diría yo que no y lo de nacionalismo tampoco, «El tema del nacionalismo, lo saca Manolo y no los comentaristas» perdón por mi confusión existe incoherencia que voy a exponer.
Me parece bien que analices la entrevista, pero como podras comprobar, hay que basarse en sus palabras y no sacar temas de contexto, para más que ordenar ideas, para argumentar, opinar, comprender, etc.
Yo tambien admiro a Manolo, no sé si coincidirás conmigo, no sólo por lo evidente, su música, pintura, tambien por mantenerse al margen de temas políticos y otros de índole frívolo (dicho con respeto y no voy a expandirme).
Lo de la incoherencia «Por la lógica de su comentario seria más nacionalista Manolo que Quimi (ejem), pues Quimi se pasó 17 años cantando y escribiendo en castellano sin problemas y Manolo nada de nada en un catalán que domina a la perfección». Como catalana castellana-parlante ¿por que domino el catalán no puedo hablar en castellano? ¿soy nacionalista? tengo el concepto de que toda lengua sirve para entenderse y comunicarse.
Agradecería que expusieras, como acabo de hacer, dónde tengo las ideas desordenadas.
Un saludo
Grandiosa entrevista, sí señor. Gracias a Manolo por compartir retales de su siempre interesante historia y a Kiko por la conducción de la entrevista.-
Vamos a ver… entre buenos amigos no hay problemillas que no se puedan solucionar, hijos de mi vida. Si uno quería en castellano y otro en catalán, pues una estrofilla pa cada uno ¡¡y santas pascuas!!
Tal como así:
Los Burros – «Huesos»- «Ossos»
¿Cómo te voy a querer? Estando flaca como estás,
els meus petons es poden perdre sense lloc on aterrar
De noche llegan a mí los gritos de tu corazón,
em diu que vol fugir, gairebé no cap en la seva presó.
Porque eres Huesos! Huesos!
Tu ets només ossos, units per molt poca pell.
Huesos! Huesos! Delgada como el viento, suave como un alfiler.
Com t’he d’abraçar? Que és el que jo voldria fer;
¿Y por dónde te voy a coger para salir a pasear?
La gent no em deixa en pau:
«Tú no eres un muchacho normal»,
però això a mi tant me fa,
eres la flaca que me hace feliz.
Perquè ets Ossos! Ossos!
¡Y así hasta el infinito, señores míos!
¡Y que conste que no soy catalán, que he nacido en Perales de Tajuña, provincia de Madrid! ¡Lo que pasa es que soy más listo que el hambre!
¡¡De nada!!
[…]Yo te voy a confesar también otra cosa que no he contado nunca: yo jamás pensé que sucedería. Yo estaba muy cómodo en El Último de la Fila,[…]
Y se nota, porque lo peor que puede hacer un artista es autoplagiarse y Manolo en su etapa en solitario lo lleva hasta la saciedad.
Muy buena entrevista.
A mi me parece un Manolo Tena de la vida, pero con la cabeza un poco más amueblada. Quitando lo de Los Burros y alguna canción suelta de EUDLF, siempre me parecieron un pestiño intragable. Y lo de las letras era de juzgado de guardia: cursis, pretenciosas que no venían a decir nada al final, incluidas algunas frases de verdadera vergüenza ajena (muy gráfica la anécdota de cómo se hizo «Insurrección»). Tampoco extraña en absoluto lo de su querencia por Triana, ¡la de ladrillos que hicieron también éstos!
Hostias Pedrín! que interpretación más simple de lo que cuenta Manolo acerca de cómo se grabó Insurrección… sobre gustos no habrá nada escrito, o sí, pero si completas tu argumentación con que Triana hizo ladrillos… Concluyo mi comentario diciendo que el talento, muchas veces, no necesita demasiado tiempo para fluir ni para arrasar, ni otras condiciones óptimas para por ejemplo terminar de componer o grabar una canción, y en cambio, los que no lo tienen, podrían estar cinco años intentando hacer un tema en un hotel de lujo o en un estudio de grabación perfecto y no saldría nada; es más, yo pienso y seguro que no soy la única, que esas circunstancias de tener que agudizar el ingenio para sacar contrarreloj una canción o cualquier otra creación, seguramente tenemos que «agradecerlas» los humanos no tocados con la varita mágica con la que están tocados los verdaderos artistas, porque de circunstancias adversas han salido grandes tesoros; miremos las penurias y vaivenes de la vida de pintores, compositores clásicos, actores y actrices, etc, …y eso: que Manolo García es una fábrica de tesoros artísticos; luego ya que te guste o no… Pero es, que además lo de Triana ha dolido, supongo que a muchos que lo lean, así que, por no hacerme un Manolo García no te mando a donde mandaba él a los de la marca de cerveza y otros posibles patrocinadores. Salud, y buen gusto!
Interesantísima entrevista a un buen tipo. He sido fan de El Ultimo de la Fila desde siempre, y ahora lo soy de Manolo en solitario, sobre todo de su segundo disco, Nunca el tiempo es perdido.
Rompo una lanza por 2 discos fantasticos, como lo son Como la cabeza al sombrero y Astronomía Razonable.
Os propongo una buena entrevista Jotdown, en detalle, a uno de los tipos más interesantes de la música rock en España: Jorge ‘Ilegal’ Martínez. A ver si os animaís.
Bueno Jorge, tranquilo, ¿eh…? Ya te llamaremos si lo estimamos oportuno. Mientras tanto, a hacer cola…
«Un mecenazgo cultural institucional es intromisión y es manipulación». Pues anda que no debieron de ingresar dinero Manolo García y muchos otros a cuenta de las administraciones municipales que los contrataban para amenizar las fiestas patronales y otros eventos…
Sin haber oído jamás una canción de Manolo García; sin tener idea de los músicos y música a que se refiere este diálogo, he leído esta entrevista del principio al fin con un enorme interés. Encuentro, sin embargo, muy aburridos los comentarios sobre el nacionalismo. Será porque soy de Madrid
¡Anda, como un servidor! Siempre encontramos muy «aburridos» los nacionalismos foráneos, ¿verdad, Josefina? ¡El nuestro es el único fetén!
Ya estamos… Aunque no te lo creas, Tip, en Madrid lo que abundan son los no nacionalistas (probablemente, porque lo son de su pueblo, que abandonaron cuando eran niños y al que vuelven en verano o en puentes). Es muy cansado que cada vez que alguien de Madrid critica a los nacionalismos se le tache de «españolista» cuando la mayoría no lo somos, nos la trae al pairo las banderas. Eso explica que no entendamos a Cataluña. Nunca la vamos a entender, pero no porque seamos «españolazos», sino porque somos de Madrid: un país en el que la mayoría tiene otra nación y otra patria. Y todo el mundo está de paso aunque pasen su vida entera en la ciudad. Los de la banderita de pulsera o en el polo son un endemismo del barrio de Salamanca y afines, pero vete por Moratalaz, Lavapiés o Getafe a ver qué ves… O pregunta a esos protofachas en qué consiste ser español. No van a pasar del «haber nacido en España». O sea, nada, vacío, hueco, cero: no hay mensaje porque desde Franco no se ha vuelto a dar instrucción nacionalista. Gracias a Dios. Rectifico, sí se dio en algunos lugares: Cataluña y País Vasco, singularmente (pero no sólo).
Creéme, Tip, se puede vivir sin ser nacionalista. En Madrid, la mayoría normal vivimos así. Así que sí: no entendemos ese rollo.
Estimado Bartolo te remito al comentario de más arriba, el de La paja en el ojo ajeno con fecha y hora 17- 05 – 2014 – 8:31.
En especial a este párrafo:
«Que suerte tienen los “no-nacionalistas”. Pueden ser no-nacionalistas porque sin pedirlo tienen todo un estado detrás que los protege a ellos y a su cultura.»
El nacionalismo español existe, y es muy castizo. Es lo que por estas tierras, porque es donde vivo ahora, la gente llama «sentido común», su sentido común…
Altiplano:Completamente de acuerdo.Amigos de Jot Down en el tema musical estais muy,pero muy,por debajo de los otros contenidos.
Qué fantástica entrevista. A mí «enemigos de lo ajeno» siempre me flipó, pero no había tenido ocasión de conocer a Manolo más allá de detalles puntuales como su afición por la pintura. Si este tipo es solamente la mitad de honesto y auténtico de lo que deja entrever su discurso me parece una persona digna de admiración. Gracias.
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Yo también quisiera vivir como los indios y vivir de la pintura, sobretodo con mi casoplón pagado y podrido de pasta.
Manolo NO vive de la pintura…los beneficios íntegros de la venta de sus cuadros han ido SIEMPRE a asociaciones benéficas…
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Enhorabuena, Kiko, por esta entrevista.Ha sido una lectura apasionante en esta madrugada calurosa de agosto.
Tengo 22 años y he seguido la trayectoria de Manolo desde antes de ser un gameto. Mi padre siempre fue un gran fan de él y, en particular, de El Último.
Insisto, me ha emocionado muchísimo cómo has logrado retratar a esta gran artista.
ha sido manolo y el último de los que más han aportado a la música. Han sabido llegar arriba sin pisar a nadie y dejando claro que se puede ser auténtico y tener éxito.
El Último de la Fila como grupo ya no podía aportar nada más. Hacían giras y vendían discos pero estaban estancados. La rebelión de los hombres rana era uno de los discos más flojos del grupo. No se puede ser creativo y vivir en la carretera.
Manolo podría haber hecho más por continuar con el grupo o con su forma de ser pero en los últimos años ha perdido eso. No entiende internet ni los cambios que se han producido en la sociedad. Estoy seguro que si los hubiese en los 80 habría sido de otra forma. Si hubiese internet y creative commons seguro que apoyarían esto. Ahora, como vivieron las discográficas vampíricas es de los que defiende a la $GAE, una lástima.
La mejor entrevista a Manolo García que he leido nunca. Se nota que Manolo disfrutó con ella.
Enhorabuena.
Coincido con lo que dice mucha gente,es una de las mejores entrevistas que he leido de Don Manuel,se nota que desde un principio la música ha estado en su interior luchando por querer salir y expresarse,solo puedo expresar mi gran admiración por este artista,de lo más grande que he conocido…
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Con todos los respetos hacia Kiko Amat, escribir «Catalunya» en un texto en español es como escribir «mañana nos vamos a London de vacaciones» o «mi novia es de Marseille». Las ersonas que escribieran así nos parecerían relamidas.
En español hay una palabra para Catalunya: «Cataluña».
Éste no es un asunto de lenguas, patriotismos u otras cosas por el estilo; hay muchas formas de fomentar o reivindicar una lengua, en caso de que Amat quiera reivindicarla. Podría publicar la entrevista en catalán, por ejemplo.
Magnífica entrevista, he descubierto muchas cosas de Manolo que no conocía.
Conexión excepcional entre entrevistador-entrevistado.. genial!
Muchas gracias.
Qué risas con lo de Insurrección, menudos cracks xD Me encantaría que hicieron una gira por el mero gusto de hacerla, porque se les echa en falta.
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La mejor entrevista a Manolo García que he leído. Me ha encantado.
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Manolo García: «Me gustaría salir de Spotify, Youtube, Google y Wikipedia, no estar en ninguno»
«Pero no salgo porque me va entrando algo de molla…»
No esperábamos esto de ti, nen. Ya sabemos que tú ya no vas a pasar necesidades… Pero hay chavales intentando hacer música ahora mismo. Te entendería si no estuvieses forrado… Porque no me imagino a Horacio, Ramón Llull o Tomás de Aquino escupiendo a la IMPRENTA porque sus manuscritos inaccesibles ahora se pueden adquirir a perrón… Un poco de por favor… Que aquello de la exclusividad musical a precio de cojón ya no cuela… Porque mi patria está en mis zapatos y porque si eres de los que no tienes.. a galeras a remar. Y si por fin las piedras (la cultura y la música) son tan accesibles que se pueden comer… ¿Que pijos nos estás contando ahora?; ¿Que te pagan poco en streaming? Tampoco es para irse a Portugal… No te acustumbres noi… Si son cuatro días…. Besos artista…
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