Destiempos Opinión

Félix de Azúa: Educación en el desierto

Foto: Tom Murphy VII (CC)
Foto: Tom Murphy VII (CC)

Con el paso de los años uno se pregunta si alguna vez volverá a existir la Literatura como asignatura central del bachillerato, se llame ahora como se llame. En su origen se la tenía como un museo de la gloria nacional y cada país mostraba con orgullo el repertorio de sus talentos literarios, los cuales, en algunos casos como el nuestro, arrancaban de la más remota Edad Media. Eso ha desaparecido excepto en lugares que por sufrir una identidad dudosa aún se empeñan en tener una literatura «nacional».

Hace años la asignatura todavía era importante porque con ella el niño y el joven comenzaban a conocer el alma del idioma y a desarrollar su potencia. Era el momento cimero de la lingüística, cuando se convirtió en la mathesis universal y la estudiaban hasta los peluqueros. Construir mejor, usar un léxico más rico, entender el laberinto gramatical, verle la sensualidad a las subordinadas, no era un ejercicio inútil sino que se tenía (y yo creo que con razón) como uno de los mecanismos mejores para el desarrollo de la inteligencia. Aquellos que saben hablar bien y con claridad, suelen también tener las ideas más asentadas que quienes solo balbucean o se explican de modo embrollado. En la actualidad tampoco esta razón tiene demasiado predicamento porque ha descendido el valor de la palabra y a los poderes públicos, generalmente balbucientes, no les interesa que los estudiantes sean más inteligentes que ellos. Peligraría su poltrona.

¿Para qué, por tanto, mantener la asignatura de Literatura? Junto con la de Filosofía, a la que me referí hace unas semanas, forma parte de esas enseñanzas que cada día que pasa ven apagarse su fulgor y nos parecen más cenicientas. Ahora bien, como el personaje del cuento, es posible que nuestra cenicienta literaria se case con el príncipe. Quiero decir que, descabalgada de toda utilidad de orden político, comercial o pedagógico, a lo mejor esta asignatura toma entonces su verdadera importancia como lo que es, o sea, el diccionario más completo que existe de la experiencia humana.

Esa viene a ser la opinión de José Carlos Mainer. Publicó en Turner una muy útil Historia de la literatura española que llena el hueco de los estudios oficiales. Hacía mucho tiempo que no aparecía una historia de estas características, relato de más de mil años de relatos, bien organizado, claro, inteligente y de agradecida brevedad, menos de trescientas páginas. Se advierte que para Mainer la literatura no es tan solo un departamento universitario.

En su historia deja claro que la literatura es ahora simplemente «otra forma —más consciente, más rica de leer libros que nos gusten y que nos hablen de la infelicidad o de la dicha, del viaje o del enclaustramiento, de la soledad o de la compañía». Porque de eso se trata, de familiarizarse con el destino increíblemente variado, cambiante e inagotable de los humanos, con los cientos de miles de formas que toma su desdicha o su felicidad, la interminable tarea de recorrer el mundo entero y conocer toda clase de sociedades y culturas, la siempre apasionante verdad del que vive desperdigado entre los compromisos económicos y sentimentales, o la de quien se encierra para buscar el sentido último de su oscura aparición en el cosmos.

Siempre he creído que, dejando aparte las asignaturas propiamente técnicas, bastaría con una prolongada lectura, seguida de su discusión pública entre amigos o iguales, para que las gentes fueran mucho más interesantes y valiosas. Mejores ciudadanos, vaya. Quiero decir que, precisamente por no tener ya más valor que el propiamente artístico, es la literatura una de las mejores maneras de hacerse hombre (o mujer) en una sociedad a la que nuestro destino individual importa una higa y solo nos considera en cuanto peones de trabajo. A veces, ni eso.

De ahí que muchos españoles nos hayamos quedado de piedra al enterarnos, hace pocas semanas, de que hasta ahora se podía adquirir el título de maestro habiendo suspendido las Matemáticas o la Lengua y Literatura. Ejemplo magnífico de la enseñanza que se imparte en el país más bruto de Europa. Y notable prueba de que tenemos la clase dirigente más necia de nuestra historia, y mira que hemos tenido…

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32 Comentarios

  1. Pingback: Educación en el desierto

  2. Verhaeren

    O sea, reclamamos más atención a la literatura, como ejercicio útil para el desarrollo de la inteligencia, y como valor de base para la construcción de la ciudadaní, PERO en donde todavía se da, es porque son «lugares que SUFREN una identidad dudosa y que AÚN SE EMPEÑAN se empeñan en tener una literatura «nacional».»

    Mucho me temo que El SUFRE y se EMPEÑA es más bien usted, amic.

    • Verhaeren

      OMG, mi comentario está lleno de errores. Pendón.

    • J Le Tissier

      Yo lo que he entendido es que se usa la enseñanaza de determinada literatura como fin para lograr otros objetivos, no como medio de conocimiento.

      • Verhaeren

        Ah, entonces es genial que estudien literatura, PEEERO sólo DÓNDE y CÓMO la opinión subjetiva y partidista del fundador de Ciutadans, por ejemplo, lo crea oportuno. Ya lo pillo…

        A parte, que és ¿»determinada literatura»? ¿Hay literatura «mala para el conocimiento», entonces?¿Deberíamos prohibirla?

        ¿Quién decide cuál es un medio de conocimiento y otra un; aventuro que ruin; «fin para lograr otros objetivos»?

        El que es tan «anti», acaba por convertirse tan fanático y pesado como los «pro». Cuando miras tanto tiempo a un abismo..

        Saludos

        • J Le Tissier

          Yo creo que has entendido perfectamente que lo de ‘determinada’ literatura se refería a que el criterio para elegir los temas y obras no es estrictamentemente literario (no es lo que digo yo, sino lo que creo que ha dicho el autor). Que estés de acuerdo o no, ya es algo que no me preocupa en absoluto.

          No sé si lo dices por el autor o por mi respuesta, o por los dos, sólo he dicho lo que creo haber entendido y lo que creo que pasa en muchos sitios (Alcorcón, Reus o Dallas, me da igual) con la educación, sea en clase de literatura, de ciencias (se me viene a la mente lo del creacionismo en EEUU), de religión, ética, educación cívica, de la cuidadanía o como leches se llame ahora lo que se imparte en España.

          El abismo crece cuando todo lo que sea acorde a las ideas propias se define como «anti», amic.

  3. J Le Tissier

    «todo lo que NO sea acorde». Pendón.

  4. acrobatico adobe

    yo creo que por identidad dudosa se refiere al «deutsche sprächige Welt»
    :)

  5. acrobatico adobe

    Quizás quisiste decir: deutschsprachige welt
    (gracias, google)

  6. acrobatico adobe

    porque es todo muy kafkiano, claro…
    :)

  7. La cuestión es que todos parecen estar de acuerdo con que el principal caballo de batalla para alejarnos de nuestro atavismo está en las aulas y en la formación que se da desde éstas. También de acuerdo con que los diferentes gobiernos que hemos padecido han querido vaciar de contenidos las materias que puedan alimentar a la larga «un pensamiento crítico».

    Sin embargo ¿Que hacemos cuando ante cualquier propuesta se superpone la sempiterna cuestión territorial, la cual aflora sea o no mencionada, echando al traste cualquier planteamiento o propuesta? ¿Nadie lo ve como estrategia impulsada desde la clase política?

    Es que un 90% de los comentarios apuntan en esa dirección. Y así seguimos: estancados.

    • Verhaeren

      Justamente mi queja era sobre la superposición en este artículo, de la cuestión territorial o identitaria (Y en este caso además sospecho de cierta cuestión partidista visto quién escribe este artículo, a mi entender).

      Mi opinión y experiencia, disculpen que hable de mi aburrida persona, es que yo estudié literatura (catalana y española) en el instituto, y me gustaría que eso siguiera ocurriendo.

      Evidentemente no estoy de acuerdo con la elección de todas las lecturas (Supongo que cada uno tendría su lista), pero decir que son elegidas (Sin dejar ni siquiera espacio a la duda) por oscuros motivos ajenos a su peso o valor literario, e intentar así anular por completo la bondad y el mérito de seguir manteniendo asignaturas de literatura cuando se están borrando de otros planes de estudios, me parece una afirmación falaz y/o desinformada.

      Más bien me parece un giro argumentativo obsceno, basado en falacias.

      Si, es una pena que mezclemos churras con merinas; justamente lo que hace este artículo; con mala fe, para más inri.

      Como me gustaría que señores como el firmante de este artículo dejaran de buscar la afrenta vulgarmente, y pudiéramos hablar apasionadamente sobre escritores de verdad.

      Aquí les dejo el temario de lecturas de literatura del bachillerato en cataluña, con nombres tan terroríficamente sospechosos como Cervantes, Rimbaud, Quevedo, Goethe, J. R. Jiménez…

      http://www.xtec.cat/alfresco/d/d/workspace/SpacesStore/cb4359b1-a6b8-4c83-bde1-bcb857087186/lectures_batx_2012_2016.pdf

      Disculpen la longitud del mensaje. :)

  8. A mí los libros que sirven para reafirmar mi identidad aldeana y la historia cultural de mi poblacho (o el del que sea) me importan un carajo. Los que me dan la vida son los que permiten que pueda abordar un galeón, volver caminando con mis compañeros desde Asia o patearme las Montañas de la Luna. Eso es lo que trato de transmitirle a mis hijas (afortunamente con éxito).

  9. El sistema educativo es uno de los grandes pilares que tiene un estado para el adoctrinamiento de la población (de todos los estados y todas las poblaciones). La literatura, la filosofía, la historia, la religión/etica/educación para la ciudadanía, son instrumentos para inculcar en nuestras pequeñas mentes (pequeñas por edad y experiencias no por capacidad) la versión de la película que nos quieren contar. Como en este Estado/pais/comunidad de pueblos/corrala/patio de vecinas donde vivimos no está clara cual es la identidad ¿nacional? pues cada uno mueve el agua para su molino.

  10. Pingback: Educación en el desierto, Félix de Azúa | Tu lectura diaria

  11. Jorge Martín

    ¿Por qué suele haber una relación inversa entre el interés del artículo y la necedad de los «comentaristas»? Creo que se puede disentir, asentir, discutir, matizar o añadir algo, pero no veo por qué acudir con ánimo de vomitar.

  12. ¿qué sería de la vida sin literatura? No merece la pena vivir sin ella.

  13. cambiando de tema de los comentarios en general…..me quedo con lo que comenta Felix de Azua….»el pais mas bruto de Europa, o al menos, uno de los mas, seguro. Muy muy brutos son los españoles en general. El otro dia lo lei en otro articulo del Jot Down, que comparandonos, entre otros, con los italianos, decia que eramos brutos, y trogloditas. Siempre lo he pensado, desde que hace ya 35 años viví, durante dos meses en Londres. Me quedé perplejo de las maneras y educación de los ingleses. Hablo de 1978…y hasta ahora. Un saludo

    • Pues los que vienen a destrozar Salou deben de ser de las colonias…

      • No sé qué es peor: si destrozar Salou o si crear un Salou para que vengan a destrozarlos los borrachos tarados que no faltan en ninguna sociedad actual. Piénselo.

        • Efectivamente no faltan brutos ni borrachos tarados en todas las sociedades. Mi comentario viene de un comentario anterior en el que se insinua que los ingleses son un ejemplo de comportamiento y urbanidad. Como en todas partes, los hay que si y los hay que no.

  14. Pingback: Félix de Azúa: Educación en el desierto - Iniciativa Debate Público

  15. Ha pensado que hay mucho profesor inutil que reduce la literatura a la memorización de textos y más textos??

  16. Sin haber leído el cortito libro estoy seguro de que vale poco y repite lo que todos dicen, achaque perpetuo de las letras castellanas.
    Seguro que no cuenta que en el s. XIX la novela desapareció en España, porque nadie podía vivir de una actividad intelectual en un país africano, invadido por Francia y las Europas, dos veces y luego asesinandose en Tres Guerras Carlistas.
    Que no había diarios dignos de ese nombre
    Que el 70% de la población era analfabeta y pobrísima y que los empleados del ferrocarril eran franceses, porque los del país no valían para nada técnico.

    Y que hoy no hay en España literatura digna de ese nombre y la cuestión empeora.

  17. Lo único que le falta a su dictamen, Félix, es atinar con los responsables: las universidades, que consintieron en fundar ese oprobio que son las facultades de Educación, centros de ex-curas y maestros pedagogizados desde las que se atacó con denuedo todo lo que fuera cultura o saber, para sustituirlo por la idiotez pedagógica (Bolonia). Y ustedes, los prof. de universidad, miraron para otro lado por las razones corporativas bien conocidas: perro no come perro. Y hoy se sorprende de lo que (no) se exige en Magisterio. Su obligación era haberlo combatido. Ya les ha llegado lo que destruyó el bachillerato. Los versos del pastor atribuidos a Brecht nunca fueron tan ciertos.

  18. Parece cierto y contrastado que los estudios de Magisterio han sido tradicionalmente despreciados en nuestro país. Se estudiaba Magisterio con la nota mínima. La exigencia (hablo con conocimiento) era muy escasa, aprobaba casi cualquiera sin estudiar apenas.

    Siempre se ha considerado que, más o menos, «cualquiera» podría dar clase a los niños en nuestro país.
    No sé si con Bolonia y sus grados esto habrá cambiado o se estará transformando (aparte de los precios más altos). Espero que sí. Necesitamos que a nuestros hijos los enseñen maestros de gran nivel, no gentes que han estudiado el Grado de Maestro porque «no se me ocurría otra cosa y me dijeron que esto estaba tirado…».

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