Cine y TV

Diez razones para californicarse

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Fotografía: Showtime.

Sí, la conozco. Es esa donde están todo el rato follando, ¿no? —suelen responder.

Seis años después de su estreno, Californication encara su última y definitiva temporada con sigilo y dignidad. El sigilo de la serie que supo acomodarse al carril de la derecha, resignada a aguantar los envites de una implacable parrilla dominada por los Breaking Bad, Homeland y Perdidos de turno, y la dignidad de la que, a pesar de ello, optó por respetarse y prescindir de reinvenciones con tal de conservar la esencia; serse fiel, aunque todos (casi todos) siguieran pensando que ahí no había más que sexo, lujuria y perversión.

Tom Kapinos y David Duchovny. Guionista y actor. Productor ejecutivo y productor ejecutivo. Desde el principio tuvieron claro a qué querían jugar: Kapinos se arrancó las telarañas de su único trabajo conocido con una ficción cuasi antagónica a la almibarada Dawson crece. Duchovny cambió el encasillado traje de agente Mulder del FBI por el del novelista Hank Moody para contarnos una historia sobre la amistad, el amor y las mujeres. La historia de un alma desorientada sin más rumbo que el marcado por la Venus con la que es incapaz de entenderse y la hija que tienen en común. «Un hombre que no tiene a dónde ir y que, por eso mismo, acaba en lugares interesantes», resumió Duchovny en una entrevista a la cadena ABC.

Algunos de esos lugares emanan vapores vaginales, desde luego. Otros, no. ¿Tiene sentido rebatir la idea (esculpida en granito y bronce) de que esta tragicomedia es algo más que una sucesión de cópulas, si el mismísimo Duchovny estuvo ingresado en 2008 en una clínica para adictos al sexo? Aquí diez intentos.

1. Porque el sexo no lo es todo

Nosotros aquí las llamamos Niágara porque cuando me tomo una mi don rocoso hace que Marcy se ponga a chorrear como las cataratas del Niágara.

El escándalo es cosa exclusiva del espectador. Sí, hay un episodio en que Hank va a comprarse un coche y acaba haciéndoselo con la chica del concesionario. Y con su abogada, su alumna, una empleada del hogar… Sí, hay una escena donde su agente literario, barrita de chocolate entre los dientes mediante, le practica a una dama el cunnilingus más dulce de su vida. Y también otra en la que una madre viuda se dedica a cazar hombres en un parque infantil para arrastrarlos hasta el cuarto de baño mientras sus retoños bucean en la piscina de pelotas. ¿Y qué? Sexo es vida, dicen los periódicos, y en Californication el sexo es tratado como una necesidad fisiológica más. Tan solo otro placer, cómicamente exagerado, por supuesto. Los personajes comen, beben, odian, aman, y el guionista parece no ver el sentido de mostrar más unas actividades y omitir otras. House se pasa ocho temporadas tragando vicodinas, en Roma sangran hasta las paredes y en Juego de Tronos solo sobreviven los de maquillaje e iluminación. Pero, ah, el sexo: que lata.

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Imagen: Showtime.

Lo rocambolesco de las escenas, la acidez en los diálogos y ese elitismo de galería de arte por el que desfilan los personajes (por no hablar de la multitud de maravillosos encuentros casuales) a ratos confieren a la serie el espejismo de estar escrita por un Woody Allen sin domesticar. Un Woody Allen liberado de pudor (más aún) que ha superado lo de camuflar pechos femeninos entre sábanas para pasar a hablarles de tú a tú. Salvando la persecución de la teta gigante de Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar, el tema capital de la obra del neoyorkino (sobre todo en sus películas más antiguas) siempre ha sido más tocado verbalmente que mostrado explícitamente. Cómicas escenas como la del polvo presenciado por la ancianita de Desmontando a Harry son cosa habitual en Californication, y no una simpática excepción. Esto no es pornografía; tan solo la normalización del sexo como tema y su instrumentalización como senda hacia el humor.

2. Porque no es más que un cuento

Cualquiera que bebiese tanto como Hank estaría muerto. (David Duchovny)

Por supuesto, faltaría más: que levanten la mano los que alguna vez abandonaron un concesionario de coches inesperadamente aliviados (y no estoy hablando de descuentos). La premisa básica para disfrutar de Californication es tener claro desde el minuto cero que se nos está contando una fábula donde cualquier parecido con la realidad será pura anécdota. Es inquietante que esta sea una de las críticas negativas más repetidas, como si todos nos hubiésemos criado con profesores de química que cocinan metanfetaminas en sus ratos de ocio.

En efecto, a la hija le da por ser guitarrista y al siguiente capítulo ya toca solos a lo Slash. Su padre, ágrafo trágico desde que se mudó a Los Ángeles, recupera la inspiración y en tres días se marca una novela que hace enloquecer a familiares, amigos y agente (todos son críticos literarios). La madre, diseñadora de interiores, redecora casas de Le Corbusier para arriba. En todas las comidas filosofan sobre metafísica, el sentido de existir, nihilismo. Siempre luce el sol.

La bohème tiene lugar en Venice, el barrio más cool de LA según el vox populi en general y Hollywoodreporter en particular. La protagonizan cuarentones de billetera llena, vidas universitarias y empleos anecdóticos: guapos que apenas trabajan y que, cuando lo hacen, acaban con un porro en la mano y una botella de Jack Daniel’s en la otra, mientras a su alrededor, entre un bosque de carne y lujuria, se pasean estrellas del cine, rock y literatura. Salvo Rick Springfield y Marilyn Manson, todas son ficticias. Como la serie. Puro videoclip.

3. Por Hank Moody

¿Qué puedo decir? Echo de menos Nueva York.

Y yo te echo de menos a ti. Porque sigues allí. Lo tienes metido en la cabeza. Vuelve con nosotras Hank, tus chicas te echan de menos.

Un Ulises neoyorkino en odisea por Los Ángeles. Pobre héroe trágico al que solo se le da bien follar, beber y escribir. Y ya ni eso último, desde que las palabras le abandonaron al mudarse a esa jungla, que «ni es ni será nunca» su ciudad (Annie Hall, ¿lo ven?), para supervisar la adaptación al cine de su novela. Un hedonista de madurez impostada atrapado en una urbe que abandonaría si no fuese porque en ella habitan las dos personas que dan sentido a su vida: su expareja intermitente (en este capítulo lo dejamos y al siguiente volvemos) Karen (Natascha McElhone) y la hija de ambos, Becca (Madeleine Martin). Centrarse y asumir de una vez por todas la toma de responsabilidades como leitmotiv.

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Imagen: Showtime.

Hank vertebra la narración. Toma prestado del escritor Charles Bukowski la esponjosidad del hígado, la fogosidad de la libido y el nombre de pila de Henry Chinaski, protagonista autorreferencial de, entre otras novelas, La senda del perdedor, Cartero o Mujeres. Como reconocimiento sutil, en el noveno capítulo de la primera temporada Hank afirma que Bukowski no fue más que un impostor. El apellido Moody, así como el aroma rock con el que adereza casi cada una de sus intervenciones, es una alusión a Micky Moody, guitarrista fundador de Whitesnake, una banda nacida de la escisión de Deep Purple, y tan solo una de las incontables referencias rockeras. Californication, un genuino orgasmo musical.

4. Por el rock

Huele la historia. Esta es la mesa de Led Zeppelin. La Pamela del puto Jimmy Page solía hacerle sexo oral justo aquí, bajo la mesa. Apuesto a que aún podrías arañar algún resto de su ADN en el suelo.

Es de lo que estamos hablando. De guionistas que dan por hecho que el espectador sabe quién es Pamela Des Barres, la conocida groupie de, entre otros, Mick Jagger, Jim Morrison o y Keith Moon.

A los Red Hot Chili Peppers no debió hacerles mucha gracia que un producto cultural con el que no tenían ninguna relación tomase prestado el nombre de uno de sus discos. Y fueron a juicio. En palabras del vocalista Anthony Kiedis, «no está bien que aparezca una serie y nos robe la identidad». En Showtime respondieron que el palabro no les pertenecía y que ya en 1972 la revista Time publicó un artículo titulado «El gran y salvaje oeste californicado». Aunque la cadena ganó el pleito (video killed the radio star), la excusa sigue dejando dudas si nos fijamos en el título de un buen número de capítulos como «Wish you were here», «In Utero» o «And Justice for All», obvias alusiones a Pink Floyd, Nirvana y Metallica.

Más bien los guionistas practican un juego de doble referencia, sirviéndose de títulos que guardan relación tanto con la trama como con el particular universo de rock que transpira el guión. «You can’t always get what you want» actúa cual himno vital de Hank, visitándole en los momentos de mayor tensión dramática. The Doors, Neil Young, Lynyrd Skynyrd o Black Sabbath son acompañantes habituales en un despliegue de lo mejorcito que han dado los sesenta, setenta, ochenta y noventa. Prueba de ello ha sido la puesta a la venta, junto al DVD de cada temporada, de su correspondiente banda sonora en formato CD. Seguro que a los Red Hot les entusiasmó la idea.

5. Porque es un retrato de nuestra sociedad

El mundo no necesita más literatura barata de vampiros.

La música solo es una de las muchas vetas que pueblan la variada corteza de cultura posmoderna de esta serie-muestrario de lo que supone vivir en el siglo XXI. La resignación con la que Hank se ve empujado al blog (primera temporada), a la hija viciada a la Xbox (segunda), a la relación sentimental por Skype (tercera), la cuenta de Twitter (cuarta) o el smartphone (quinta), o esos figurantes de cráneo erguido y vista clavada en el Whatsapp a partir de la tercera y los que toman café con el iPad de la quinta en adelante. Detalladas pinceladas de realidad.

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Imagen: Showtime.

Muchas de las tramas secundarias parecen crecer a la par que las tendencias en el consumo. Como cuando Charlie Runkle, su agente literario, se hace representante de una actriz porno de furgoneta, en respuesta a la proliferación de las grabaciones supuestamente amateurs como modelo de negocio en internet (y más concretamente los denominados vídeos Gangbus), o ese capítulo donde una web estilo Perez Hilton publica una controvertida fotografía íntima de Hank tomada con un teléfono. También se hace un buen repaso del boom del gangsta rap con la aparición de Samurai Apocalypse, un afamado actor rapero-pistolero que inevitablemente recuerda a 50 Cent.

Reflejo minucioso de una de las capas de nuestro mundo (la más superficial, desde luego), con la lupa puesta en los sabores y sinsabores de la vida en Los Ángeles. Hollywood, el decorado más grande del planeta, y personaje principal por excelencia de Californication.

6. Porque es puro Hollywood, puro espectáculo

¿Qué cojones haces en el Valle vendiendo BMW?

No te engañes, siempre lo he estado haciendo. Vender escritores, guionistas, directores… es todo la misma mierda.

El espectador se asoma a una mirilla gigantesca para espiar las entretelas del star business de la city of Angels. Salas de reuniones de productoras cinematográficas, sets de rodaje y mansiones de actores empapados de dinero son contextos recurrentes, como también lo son el club de striptease, el bar desierto de madrugada y toda esa ristra de lugares cliché donde descansan abatidos los sueños ajados de estrellato, fama y repercusión. Agrio retrato del mundo del espectáculo, el frívolo y monocorde funcionamiento de su maquinaria de cartón piedra, y la oquedad existencial de los peones y capataces que hacen que los focos sigan funcionado.

Marcy (Pamela Adlon), la bella «pitufa cocainómana» con la que está casado Charlie, recibe la noticia con amargura: Cariño, ya no podemos permitirnos la clínica de desintoxicación Promises. Tendrás que conformarte con Whishes—. En otro episodio, Hank está furioso porque han transmutado su severa crítica de la sociedad contemporánea en una monstruosidad de nombre Una cosita llamada amor protagonizada por Tom Cruise y Katie Holmes.

Californication nos habla de la ambición, la desdicha y también la tontería de unos seres con una idea muy precisa y romántica del éxito, la felicidad y la realización personal. Hank encarna la estampa del triunfador nacido para brillar mientras Charlie, su antónimo, representa el sacrificio de aquel que, en lugar de haber nacido para las mieles, tiene que luchar por ellas. Arrodillarse por ellas.

7. Por Charlie Runkle

¿Pero qué te está pasando, Hank? ¿Cómo te encuentras?

Estoy bien. Estoy disgustado con mi vida y conmigo, pero no estoy triste por ello.

Como tu amigo y agente, te sugiero que te busques una buena chica.

La vejación hecha ser humano. La personificación de la desgracia y la humillación. La sombra tras los flashes, pero también, la voz de la cordura en mitad de la bacanal. El consejero. Aunque al principio su papel es el de simple Sancho Panza, Charlie bien podría acabar montado en Rocinante si a los productores les diese por alargar la serie. Uno de los giros más interesantes de las últimas temporadas ha sido la modulación de la voz interior de Hank, «que ha madurado hacia la razón mientras los que le rodean se han vuelto tan locos como lo era él al principio», según describió Duchovny en una entrevista a Rolling Stone. Una atenuación de la orgía de sexo, drogas y rock and roll en favor de una vida más tranquila que le facilite el acceso a Karen y Becca. Y que la fiesta la sigan otros. Que la siga Charlie.

A los guionistas se les debió encender una lucecita cuando, en una de las escenas más cómicas de la segunda temporada, Charlie es despedido de su agencia de representantes tras ser acusado (con vídeos denigrantes) de haberse masturbado cientos de veces en la oficina. Pistoletazo de salida al cóctel de patetismo y derrota que acompañará al entrañable regordete in crescendo hasta el final. Un desfile de bajeza (con puntuales picos de alborozo) como reflejo de las plausibles amarguras que Hollywood tiene reservadas para el típico Joe sin pelo, labia o sex appeal.

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Imagen: Showtime.

De eyaculación precoz, pene microscópico y calva lustrosa, el hombre al que las mujeres apodan «bebé gigante» solo sabe negociar cláusulas y porcentajes. Pero sabe como el que más. Por el camino, lo abandona su esposa, berrea a lágrima tendida tras ser felado por lo que él creía una mujer, y un mono le arroja heces y le muerde en una de las contadas ocasiones en las que, por fin, unas piernas desinteresadas se abren para él. Todo aderezado por unos inimitables gritos de angustia y desesperación que, en ocasiones, compensan por sí solos la presencia de Evan Handler en el reparto.

8. Porque todos están (parecen) locos

Es mejor una mañana de aturdimiento que una noche de soledad.

Y ahora que hablamos del reparto, merece la pena comentar esa peculiaridad que, junto con la riqueza de caracteres, hace que nos asomemos a Californication con una inusual sensación de extrañeza y diversión: todos los personajes parecen cargar con un inquebrantable manual de instrucciones sobre la moral, ética y escala de valores que han de seguir. Unas reglas muy calculadas, a veces milimétricas, sobre lo socialmente aceptado y lo imperdonable.

Aunque esté profundamente enamorado, Hank no vacila en explorar nuevas vaginas al capítulo siguiente de romper por enésima vez con Karen. Y ella lo acepta. Las relaciones sentimentales más bien funcionan como interruptores de encendido o apagado que autorizan o prohíben el acceso carnal ajeno con solo horas de diferencia. Pero, mientras duran, la promiscuidad no se plantea, imposible.

El pisoteo a la ley es cosa habitual. Los personajes conducen bebidos, esnifan cadenas montañosas de cocaína y visitan los calabozos con la frecuencia de un personaje de Grand Theft Auto. No obstante, el escándalo de todos (incluido el interesado) es mayúsculo cuando sale a la luz que Hank se ha acostado con una chica de dieciséis que él creía mayor de edad (y que bien podría aparentar veinticinco). La chica, por cierto, está interpretada por una irreconocible Madeline Zima, la tierna princesita Grace de La niñera.

La religión es un tema muy satirizado. Nadie se toma a Dios demasiado en serio. Varias temporadas comienzan o acaban con Hank frente al púlpito, fondo de coros infantiles entonando el clímax de los Rolling Stones, y una charla de tú a tú con el «colega» Jesucristo. En algunos capítulos resuena ecos de la primera escena de la serie, esa donde Hank es felado por una monja.

Estados Unidos, potencia mundial de la doble moral, es un cuerpo extraño con muchos claroscuros para todos los que no tienen la suerte o desgracia de residir entre sus fronteras. Sería interesante discernir cuánto de lo que se nos cuenta en esta serie pertenece a la fábula Kapinos y cuánto es pura realidad social yanqui.

9. Por su guión y acabado técnico

Siempre me ha parecido absurdo que los actores, que tienen el mejor trabajo del mundo, después reciban premios por pasárselo tan bien. (Natascha McElhone)

Si el lector no se ha hecho ya una ligera idea de los ingredientes, la receta de Californication bien podría resumirse como una versión masculinizada de Sexo en Nueva York con el planteamiento (que no las risas precocinadas) de Dos hombres y medio, el desparpajo de Weeds y la atmósfera y diálogos de Larry David.

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Imagen: Showtime.

En su etapa Espóiler, Hernan Casciari describió la primera temporada como «doce capítulos que son como doce perlas». La etiqueta le va al pelo. Californication es una atípica ficción que ha apostado por ofrecer en episodios de treinta minutos la calidad técnica y ambientación de las producciones de mayor metraje. Su acabado visual ha sido premiado con dos Emmy a la mejor fotografía para series de media hora, y David Duchovny se agenció en 2008 un Globo de Oro por su interpretación.

La serie se mantiene fresca gracias a que Hank, cual click de Playmobil, es insertado en una ambientación temática nueva en cada temporada: hace de biógrafo incrustado en el quehacer diario de una vieja gloria del rock, luego es profesor universitario, regresa a Nueva York… Para la última, el novelista se sumergirá en aquello que más le repele, el circo televisivo, para escribir el guión de una serie basada en uno de sus libros y, quién sabe, quizá redimirse de los fantasmas que le persiguen desde la primera temporada y así cerrar círculo.

10. Porque se acaba

Seis temporadas de segundas oportunidades… y todo podría cambiar en cuanto se abra esta puerta. (Promoción de la séptima temporada)

En efecto, Californication se cancela. Pero, ¿por qué casi siempre que una serie dice adiós los teletipos usan ese verbo tan feo? «Es molesto que en la televisión por cable las temporadas de una serie solo se encarguen una vez emitida la temporada anterior. Si los resultados son malos, se acabó», rabiaba Duchovny, en una entrevista a la holandesa Sp!its. Pero no nos confundamos, ya que a tenor de los índices de audiencia de su último año (los mejores registrados desde su inicio), cabe afirmar que Californication no se cancela. Tan solo se termina.

Tenía que terminarse. El último episodio nos dejó con Hank casi iniciando una nueva vida (otra vez) y abandonándola para ir en busca de su amada Karen (otra vez). Ya sea mediante vídeos promocionales o entrevistas, Kapinos asegura haber escrito de una vez por todas un desenlace para el culebrón. Porque Californication, por encima de todo, es una historia de amor. Una que ya no podía alargarse más.

Todavía están a tiempo de, sin premura pero con constancia (preferiblemente en versión original), tragarse las setenta y dos perlas y subirse al carro de los que ansían la llegada de la primavera. De los que en abril tienen su última cita con California.

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Imagen: Showtime.

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31 Comentarios

  1. Fantástica serie para no tomarse en serio y disfrutar con cada momento hilarante, descarnado y aberrante que nos regala.

  2. Fantástica. Pero no va morir con dignidad después de haber rodado la patraña de última(s dos) temporada(s) que han rodado. Sin embargo, la veré. Siempre le deberé a Hank la afición por las Timberland Earthkeepers.

    • Fantásticos zapatos. En eso se sostiene la serie. Es todo pompa y pose, grandes pretensiones, y todo humo en definitiva. El gran artista y su aura, qué sabrá Kapinos de todo eso, perpetrando semejante fracaso.
      Ahora bien, Duchovny, su estilismo, el carisma de Hank, el rock y la naturalidad del sexo le dan un pase. Lástima de pretensiones.

  3. ¿El planteamiento de «Dos hombres y medio»? ¿Versión masculinizada de Sexo en New York?

    ¿Usted qué se ha fumado? Iba estupendamente hasta que dijo esas tonterías. Cualquiera que haya visto Californication pensará que usted no.

    • Pues a mí me parece acertada la comparación (como diría el buen Kenobi, «desde cierto punto de vista»). 2 Hombres… no es más que un Californication sin la parte ‘ ‘ dramática ‘ ‘ (nótese el doble entrecomillado), sin toda esa pose y parafernalía de cartón pluma y protagonizado por una versión menos «sin plomo» del personaje principal. Además, algunos episodios con Jake de crío hacen hasta gracía

  4. Homenaje muy merecido a las aventuras de este etílico Quijote moderno. Mucha gente la desestima por considerarla “demasiado irreal”, pero yo creo que, desgraciadamente es al revés, Californication es pura vida y rock and roll, gente con buen espíritu, disfrutando de la vida, si esta les deja, y cometiendo errores constantemente (Como nos pasa a todos). No sé que es más irreal, pasarse la vida, al estilo moderno europeo, dándole al what’s app, mientras estamos calentitos en nuestro protegido sofá. O, darle caña al tema, como el viejo Moody y sacarle el jugo a una existencia, que es corta y se acaba rápidamente.

  5. Una de mis series favoritas. Desde el final hasta el principio. Y «si» a lo mejor por que quiero ser un Hank Moody

  6. Albert Jonestown

    No es «LA serie» pero es una gran serie, hay momentos interesantes, incluso magistrales en algunos episodios.
    Aunque quizá no se decir si sobran, pero ya las últimas temporadas ha empezado a notarse un desgaste… Ojalá sepan acabarla como merece.

    Buen artículo.

  7. A mi esta serie me encanta.

    El articulo estaría mejor acompañado de una encuesta preguntando ¿quien quiere ser de mayor Hank Moody?

    Cada vez que veo un video de Pittbull pienso en Charlie Runkle.

  8. Maestro Ciruela

    Yo aconsejaría a toda la gente que está encantada de la vida pensando que son lo más porque babean con minucias como «Dos hombres y medio», «Como conocí a vuestra madre» y «The Big Bang Theory», que hicieran ese esfuerzo por subir esos peldaños necesarios para cambiar a «Californication», «Weeds» y «Entourage». Y a propósito de esta última, ¿alguien sabe por qué demonios no salen a la venta desde hace años las siguientes temporadas en DVD?
    Estupendo artículo, por cierto…

    • No salen los dvds de algunas series. Llevo más de un año esperando la tercera de «Community». En USA ya están emitiendo la quinta. La tercera de «Deadwood» tampoco llegó, ni llegará.

      • Maestro Ciruela

        Desde aquí me gustaría empezar a promover un boicot contra las empresas que figuran en las carátulas de los DVD. Esas empresas que no siguen sacando a la venta series que en su momento iniciaron. Casos como los de Cheers, Frasier, Entourage, The Office, etc, etc…

  9. Esta serie es sublime de principio a fin.
    Cuando ha hablado de las caricaturas de personajes famosos me ha faltado el rockero acabado que tanto recuerda a Axl Rose y del que Hank no conoce ni una canción.

  10. Vi la primera temporada y, aunque me pareció una fantasía barata, la disfruté mucho. Empecé la segunda y me pareció más de lo mismo. No la he vuelto a ver. De hecho no veo casi ninguna serie. Son demasiado largas para mi gusto, se repiten y me cansan. Me gustarían series de una temporada autoconcluyente. Dicho todo esto, viva Hank Moody!

  11. Vi tres temporadas y aún no me explico por qué. Me parece una serie pésima, que va de rompedora y descarada y no llega a ninguna parte. Y los desnudos no son tan atrevidos.

  12. Solo puedo juzgar la primera temporada pero, por lo visto, en lo que a desnudos y escenas de sexo se refiere, son bastante comedidos. Las pelis o series que «venden sexo» en EE.UU suelen ser las que acaban resultando más «light». Para escenas de sexo las de «The Wire», perfectamente integradas, contundentes, creíbles y muy bien rodadas.

  13. A mí me chifla la serie pero me sale sobrando Evan Handler, más que nada porque me da grima este hombre. No lo soporto físicamente, quiero decir. Para echar la pota, vaya.

  14. Y nadie repara en lo jodidamente machista que es esta serie. Soy varón, poco amigo de los excesos del feminismo, pero esta serie me parecía vomitiva por eso, por machista.

  15. Pingback: Diez razones para californicarse | psicoanalizando

  16. Es un relato con con pocas capas lecturas. Se dirige sobre todo a un público tirando a cuarentón que necesariamente debe compartir referentes para disfrutarlo, y en eso falla a la hora de medirse con las grandes series. Las últimas tramas del rapero y la groupie santa han sido de bofetada, especialmente la de Samurai: infantil, estúpida, efectista y ofensivamente cargada de estereotipos que ni siquiera eran divertidos. Leo que los guionistas de las dos últimas temporadas son diferentes de los que construyeron las primeras, y se nota: han puesto a jóvenes encargados de conectar la serie con un público más púber, cosa que precisamente retrata la serie con la substitución de Moody por su yerno en la película de Samurai. Pese a esa elegante autoironía, la serie ha perdido la poca profundidad que tenía.

    Pese a todo sigo pensando que Hank Moody es un personaje maravilloso, perfecto compendio fin de siglo de todos los locos de la literatura americana contemporánea, des de Sal Paradise a los protagonistas de Auster pasando por Holden Caufield, de una humanidad que parece mentira que pueda retratarse en un guión, con un sentido de la piedad y la justicia que santamente empieza por aplicarse a sí mismo exigiéndose muy poco. La serie es muchas veces machista, sí, pero Moody no lo es.

    Pero sobre todo Californication es un relato triste sobre cómo cada elección da lugar a una oportunidad perdida. Eso también es un sentimiento muy generacional. A mí me gusta mucho, pese a sus fallos.

  17. La más importante es ser tío

  18. Un breve apunte: no creo que Samurai Apocalypse tenga mucho que ver con 50 Cent, sinceramente. Empezando por el nombre (Samurai) creo que el guiño es al propio actor que lo interpreta, Robert Fitzgerald Diggs, más conocido como RZA, miembro fundador de los legendarios Wu-Tang Clan.

  19. Para mi esta serie siempre ha sido un relato de adultos cuarentones, que se niegan a aceptar el paso del tiempo por lo que se comportan como los adolescentes más pedorros que se puedan imaginar

  20. Pingback: Diez razones para californicarse | El blog de Ego

  21. Pingback: Clásicos que deberías leer aunque te digan que deberías leerlos: Orgullo y prejuicio

  22. Buena recopilación de motivos :) Ayer vi el final de la serie. Aquí os dejo mi valoración en general, por si tenéis curiosidad ;)

    http://seriesanatomy.blogspot.com.es/2014/06/californicando.html

    Saludos!

  23. TErminé de ver CAlifornication, y déjenme decirles que me dejó con sinsabores, veánla y conversamos después. Las primeras 4 temporadas, lo mejor de la serie.

  24. Igor Zarranz

    La primera temporada estaba bastante bien. La segunda aún me seguía gustando. Con la tercera ya empezó el bajón, el desgaste normal en una serie que es siempre lo mismo. La cuarta era floja pero tenía un final que hubiese sido un digno broche a la serie. Una pena que no lo fue. La quinta y la sexta temporadas fueron bastante malas. Y la séptima ya es de vergüenza ajena. Y el final, basura.
    Eso sí, he visto todos los episodios. Me tragué las cinco primeras casi del tirón y aunque la serie ya no me molaba, vi los últimos episodios para ver qué tal terminaba

  25. 11. Por el gran Tim Minchin.

  26. Cao Wen Toh

    Californication es LA serie; Hank es mi modelo de persona. Sólo decir que para mí la serie acabó cuando estrellaron al «Negrito» porque Porsche puso pasta y quería lavar el coche. Ese 911 sucio y tuerto, testigo y hogar de la fiesta y sus desgracias, era el verdadero protagonista, ¡cabrones!

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