Nos gusta soñar un mundo mejor. Es un mundo que siempre fue —qué bien se estaba entonces— o será —llegarán tiempos mejores—. Me dedico a un oficio donde veo a menudo estos discursos rollistas: tanto sobre periodismo como sobre otros ámbitos. Pero voy a hablar del que conozco mejor: con la crisis, el periodismo tiende a idealizar el pasado.
Hace poco leí un artículo de Carlos Elordi en eldiario.es: «¿Por qué lo que pasa en el mundo interesa cada vez menos?». El título implica que hubo una época en que interesaba más. En el artículo no hay ningún dato que lo respalde. Elordi da percepciones como esta (siento la cita larga, pero es una sola frase):
Lo que no se ha valorado suficientemente es que esos recortes han privado al periodismo de la capacidad de conocer directamente lo que ocurre y, por tanto, de informar, sin la intermediación de instancias casi siempre vinculadas a los círculos del poder occidental, que con sus consignas o interpretaciones interesadas suplen las tareas de profundización que antes realizaban con independencia los profesionales.
Hubo una época, dice Elordi, en la que los profesionales «sin recortes» conocían «directamente» lo que ocurría. Pero ahora solo lo hacen «instancias» interesadas, no sabemos cuáles. En aquellos años angelicales, el mundo interesaba más y se conocían mejor las trampas y trasfondos. Preguntaré al menos a mis padres a ver qué me dicen de las causas de Tiananmen y del Irán-Contra.
Los recortes en periodismo son evidentes. Pero en algunas capitales los corresponsales siguen aún con su trabajo y envían crónicas. Antes no sabíamos cuántos lectores de La Vanguardia leían toda la sección de internacional. Ahora en la web, sí. La Vanguardia tiene, según el Estudio General de Medios, setecientos cincuenta y dos mil lectores diarios. La crónica de la muerte de Mandela en su web la vieron veintidos mil. Los días siguientes, las crónicas sobre el funeral rondaban las dos mil y pico visitas —que no lecturas—. ¿Quién impedía al periodista creer en 1995 que esas mismas crónicas internacionales las leían setecientas mil personas? No dice mucho en favor de nadie. Mejor callemos. La pregunta —¿por qué pasa?— requeriría descorrer demasiados velos. Mejor no preguntar, pero al menos no busquemos edades doradas inexistentes.
Hay más ejemplos. Infolibre publicaba hace unos días «Reporteros de guerra, un oficio en extinción» y uno de los destacados era: «Reporteros denuncian la falta de voluntad de las empresas informativas y el desinterés de la opinión pública». ¿Cómo se combate ese desinterés? Es verdad que los medios dejan de invertir en internacional, pero no hay quejas en la calle.
Un análisis bastante visto sobre la muerte de Nelson Mandela fue de la periodista Sara Carbonero en Elle. Es fácil reírse, pero es menos fácil explicar el poco interés que despierta Mandela. A mí lo único que me decepciona es que Carbonero no distinga entre el punto y los puntos suspensivos.
En otro mundo, nos gustaría leer mejor información. En este, con decir en Twitter que nos gustaría ya basta.
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Hace unas semanas publiqué un artículo donde animaba al director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, a jubilarse. Su periódico debía cambiar no solo de piel, sino de algo más, sugería. ¿Cómo?, me preguntaron algunos. No sé cómo está estructurada la redacción ni qué talento hay. Seguro que más del que se intuye. Pero un periódico de la magnitud de El Mundo no puede decir solo «ahora se va a pagar también en web» y verlas venir. Hoy la competencia es distinta. Ya no vale publicar tres artículos especiales de ochenta. Es mejor tener solo veinticinco buenos. Internet no es lo mismo que bajar al kiosco y escoger una cabecera.
Me gustaría que la apuesta de la dirección fuera algo así:
No hay duda de que estamos en un tiempo de evolución rápida y a menudo temible para las compañías de medios que se especializan en escritura de calidad. Pero en medio de tantos cambios, vemos la oportunidad de tomar lo mejor de nuestra herencia y combinarlo con una sensibilidad digital que reconozca que un periodismo inteligente es más fuerte cuando es accesible y disfrutable.
Pero esto lo dice Chris Hughes, propietario de New Republic. El presidente de Unidad Editorial, editora de El Mundo, Antonio Fernández-Galiano, dice a El Confidencial: «A nadie que tenga dos dedos de frente se le ocurre pensar que es igual un mercado de dos mil millones que uno de seiscientos». El pastel se reduce y hay que resistir. Fernández-Galiano ve el fin de los problemas: «No hay mal que dure cien años y, afortunadamente, espero que hayamos llegado al fondo de esos deterioros». Además, 2014 es año de Mundial. Todos salvados y sin grandes sobresaltos.
Es una esperanza irreal, pero comprensible. En un mundo de nervios para sostener una empresa con cientos de trabajadores, las trincheras son una opción. Sin muchas exigencias con Mandela ni Siria, una solución es, por ejemplo, «Los diez mejores traseros de las famosas españolas» (con un anuncio que se dispara con audio y una galería con diez fotos que suman diez clics). También es lógico que ganar en visitas al segundo periódico español suponga una alegría tremenda. Pero diría que es pan para hoy. (Yo creo que hay más interés y oportunidades de lo que parece, aunque quizá no para sostener redacciones de cientos).
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La responsabilidad de no tener medios con más ambición no está siempre en el mismo bando. No sirve de nada soñar con el pasado. Las exigencias de la sociedad con el periodismo cambian despacio. ¿Por qué un país que tiene a presidentes del gobierno o la alcaldesa de la capital que no saben inglés o donde la corrupción es criticada pero aceptada con resignación va a tener solo grandes profesionales en otros oficios? Hay buenos políticos, claro. Igual que hay buenos periodistas. Pero España no está para dar grandes ejemplos.
El problema no son por tanto solo los políticos y los periodistas. Son también los ciudadanos. Los alumnos que flaquean en Pisa luego son adultos. Las generaciones anteriores no tienen nada de qué presumir.
Otro mundo será posible, claro, pero despacio. Solo podremos dejarlo preparado.
Me parece que el artículo se queda en espuma diluida, no llega a consolidarse en ningún momento. Apunta en muchas direcciones pero no termina de concretarse. Echo en falta mayor análisis, énfasis en explicar la conclusión final. Estoy de acuerdo con ella y puedo llegar a intuir por qué el autor la escribe, pero desde luego no por haberme basado en lo que hay escrito en el artículo.
Faltó paciencia. Quizás sea fruto del propio reflejo que se pretende describir. Hay tanta prisa, tanta volatilidad en el periodismo, que se autofagocita con cada palabra que se escribe.
Si asumimos que el lector de prensa impresa es de mayor calidad que el de prensa digital, es un hecho objetivo que los lectores de hoy son menores (es decir: peores) que los de antaño.
Mucho asumir me parece.
Al menos, entre los lectores de prensa impresa las noticias más leídas no son «Comer apio desarrolla el miembro viril» o «Los diez traseros más envidiados de Hollywood».
Si las publican, también serán las más leídas en esa prensa escrita, no se emocione…
Pues pensaba dejarme las venas largas, pero ahora lo voy a tener que reconsiderar.
¡Corte, corte, hijo mío! ¡No se corte! Al principio pica un poco, pero luego te va quedando un gustirrinín y un relajo…
Usted es el del café, ¿no…?
Pingback: El nuevo periodismo | Lucía Lara
Todos contentos ¿no?: Ya echaron a PJ.
Y en cuanto a la supuesta edad dorada del contacto con la realidad, por lo visto antes no había periodistas encantados de hacerle el caldo gordo a la URSS y resto de coleguis, ¿verdad que no? Que se tragaban sin problema sus embustes y sus estupideces y las difundían como el evangelio ¿no es cierto? Parece que es sólo cuando se obedece a «oscuros intereses empresariales» cuando se pierde el oremus… Hace unos días salía en este mismo medio un artículo sobre por qué seguimos creyendo a estas alturas en «fenómenos parasubnormales»: la estupenda «objetividad» que anhelan algunos sería uno de ellos
¿COMO ACABARA NUESTRAS CIVILIZACIONES Y QUE FUTURO TENDRÁN LOS SUPERVIVIENTES?
De la historia de la conducta de los animales y conducta y actividades de la especie humana hemos aprendido que, la conducta de los animales es constante y preestablecido, e implantado en sus instintos al que ninguno de “ellos” puede variar, capacitándoles de adaptarse con sus conductas a las Leyes de la Naturaleza, y manteniendo con ello su ordenado y armonioso desarrollo y funcionamiento, del que depende el bienestar de cada especie que la componen.
Sin embargo la historia de la conducta y actividades del hombre nos demuestra que en su caso, esta no es ni constante ni preestablecida, y la causa de esta diferencia es su propia y especial naturaleza, que al poseer no sólo instinto, con los mismos caracteres como de los animales, o lo que sea de estar implantado en el mismo la capacidad intrínseca de adaptarse con la perfección a las Leyes de la Naturaleza, pero al poseer también espíritu con dones y facultades de Conciencia, raciocinio y capacidad creativa con las que el hombre puede juzgar y valorar los acontecimientos en su alrededor y formar su propio idea sobre los mismos, él puede tener tres posibilidades de formar su idea sobre su vida:
1) Puede sobrevalorar la parte espiritual a costa de la parte instintiva de su naturaleza. Situación que existía en la época arcaica de la antigua cultura de Grecia y en la época de Edad Media de nuestra cultura Cristiana.
2) Puede llevar sus dos tipos de naturaleza, la espiritual e instintiva en justo equilibrio. Situación que existió en la época clásica de la antigua cultura de Grecia y en el Renacimiento de nuestra cultura cristiana.
3) Puede sobrevalorar la parte instintiva a costa de la parte espiritual de su naturaleza. Situación que existía en la época helenística de la antigua cultura de Grecia y en nuestras civilizaciones desde la revolución industrial, extendida esto ya en toda parte de nuestro planeta.
Juzgando las capacidades del hombre a través de sus obras producidas en estos tres estado de su naturaleza especial humana, observamos que esto dependía de su jerarquía de valores, y en el primer caso se han desarrollado sus capacidades religiosas, creativas artísticas, morales y culturales, y menos de tipos científicos relacionados con su vida física instintiva.
La consecuencia de esta jerarquía de valores ha sido su poco conocimiento científico sobre el mundo y de la vida, quedando sin defensa en la lucha entre los seres animados que componen nuestro planeta, causando el antinatural decrecimiento de la población del mundo.
Aprendiendo a través de las contradicciones presentadas entre sus ideas sobre el mundo y de la vida y de la realidad, poco a poco empiezan interesarse también a la parte física instintiva de sus naturalezas, con lo que se empezó desarrollarse las ciencias, obteniendo conocimientos prácticos sobre el mundo y de la vida, que sin darse cuenta, sus intereses se extendían sobre ambas partes de su naturaleza, estableciendo con ello el perfecto equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de sus naturalezas especial humana, el único estado de que pertenece a la perfección humana, cuando la Verdad sobre el mundo y de la vida sentido a través de su instinto y conocido a través de su espíritu (mente) no se modifican sino se refuerzan ambos, permitiendo al hombre adaptarse con su conducta y actividades conscientemente a las Leyes de la Naturaleza y restablecer con ello su ordenado y armonioso desarrollo, del que depende el bienestar de todos los seres animados que la componen.
El resultado de este perfecto e ideal estado de la naturaleza del hombre ha sido su gran capacidad obtenida en todos los campos de sus actividades, tanto científicos como artísticos, sociales, morales, educativos, políticos, económicas etc., y referente a la población del mundo, mientras duraba este perfecto estado psicosomático de sus naturalezas, en ambas culturas se han logrado establecer el justo proporción de su especie con el resto de los especies que componen nuestro planeta.
Los resultados negativos en todos los campos de las actividades de nuestras sociedades y nuestras civilizaciones conocemos, entre los que los más graves son el antinatural y desenfrenado expansión demográfica y también antinatural aumento de consumo de energía del hombre contemporáneo, cuyos demandas materiales y energéticas nuestro planeta ya no puede satisfacer, pero cuyas tendencias aún no han llegado a su techo y que para el año 2050, con el aumento de la población y consumo de energía esto puede duplicarse, y si no logremos frenar y corregir su causante y cambiar el erróneo modo de vida del hombres de nuestras civilizaciones esto se terminara autodestruirse.
Observando la historia de la conducta de los animales, vemos que estos tienen la capacidad intrínseca, implantado en sus instinto, de adaptarse con sus conductas a las Leyes de la Naturaleza, y preservar así su ordenado y armonioso desarrollo, pero lo que la especie humana solo puede obtener este capacidad cuando logra establecer el justo equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de su naturaleza especial humana, sabiendo esto y encontrándonos hoy por nuestra extremadamente materialista “filosofía del mundo y de la vida” en el estado degenerado de nuestra naturaleza psicosomática, para poder anular los innumerables e interrelacionados males causados por este erróneo estado, la única solución es de restablecer el justo y perfecto equilibrio perdido entre la parte espiritual e instintiva de nuestra naturaleza.
Este conocimiento nos ayudara en nuestra búsqueda, pero el problema es ¿Cómo realizar este requisito?, ya que los hombres de hoy al encontrarse en el estado degenerado de su naturaleza psicosomática, no son consciente de su erróneo modo de vida, y no son ni capacitados ni dispuestos cambiarlo esto. Y como los muy negativos acontecimientos hoy se desarrollan con gran rapidez, para un cambio evolutivo y pacifico ya no tendremos tiempo, por lo que todo indica que al llegar con le erróneo modo de vida nuestras civilizaciones hasta el fin, el cambio se realizara de manera abrupta y destructiva.
Empero y a pesar de todo esto, para elaborar como podríamos obtener este justo equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de nuestra naturaleza especial humana, y como será el nuevo tipo de vida, logrando elaborar este objetivo no será inútil, ya que aprendiendo de este inevitable destructivo fin de nuestras civilizaciones, los supervivientes estarán dispuesto de aceptar esta justa y necesitada “filosofía del mundo y de la vida”, con lo que se abrirá una renovada y nueva cultura para las nuevas generaciones.
¿Cómo obtener este deseado objetivo he desarrollado la solución en mi ensayo ¿COMO ACABARA Y COMO SE LEVANTARA DE SUS CENIZAS EL FUTURO DE NUESTRAS CIVILIZACIONES?
Madrid 11 de Junio de 2012
Francisco Z. Lantos, Doctor Arquitecto
PARA SALVAR EL FUTURO DE NUESTRAS CIVILIZACIONES ES INEVITABLE QUE ESTA SE ACABARÁ AUTODESTRUIRSE.
Según mi teoría la causa de nuestros innumerables e interrelacionados males, surgidos desde la revolución industrial, es la extremadamente materialista “filosofía del mundo y de la vida” y el degenerado estado psicosomático de la naturaleza especial humana, y la única solución de eliminar estos males es de cambiar su errónea “filosofía del mundo y de la vida” y recuperar el justo equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de su naturaleza especial humana, condición indispensable para que el hombre pueda adaptarse, tal como lo hacen los otros seres animados (animales) debajo de su nivel, con su conducta y actividades, a las Leyes de la Naturaleza, y restablecer con ello su ordenado y armonioso desarrollo, del que depende el bienestar de todos los seres animados que componen nuestro planeta, como su propia felicidad.
El problema de obtener este necesitado cambio, es que los hombres de hoy al estar absorbidos por nuestra errónea “filosofía del mundo y de la vida”, al que encuentran justo y correcto, y que dirige su modo de vida, ni son dispuestos ni capacitados para cambiarlos, siendo esto la causa que estos males están aumentándose tanto en el numero como en el grado, llegando hoy ya a un nivel que amenaza nuestra subsistencia, de cuya gravedad no son conscientes, por lo que muy poca gente están buscando la causa y correspondientes soluciones de estos males, sino aceptándolos como unos hechos dados y casuales dando improvisados consejos de cómo eliminar sus manifestado efectos, sin darse cuenta que con este enfoque caen en un error como un mal médico quien intenta curar una enfermedad infecciosa, manifestada su efecto en epidermis, con pomadas,, sin saber nada de la existencia de su causante la de la infección.
Para conocer la causa de estos nuevos tipos de males, que no existían durante la época del Renacimiento, al causarlos por el hombre, hará falta conocer la real naturaleza de la especie humana y su relación con el mundo dentro de lo que realiza su vida, que es una cuestión filosófica, que a mi me costo muchos años de obtenerla, pero al fin he descubierto que el hombre es el único ser vivo cuya conducta y actividades no es constante ni preestablecida, sino al estar su naturaleza compuesta de cuerpo físico que posee instinto, y de existencia inmaterial, que posee espíritu, en las que esta implantada la Verdad sobre la Existencia Universal, la que en el primer caso se puede sentir y en el segundo conocerla, pero como estos dos fuentes de obtener el conocimiento de la Verdad no están separadas dentro de la naturaleza del hombre, sino están fusionadas en una unidad inseparable, el hombre puede obtener tres posibilidades de elegir su vida:
1) Puede sobrevalorar la importancia de la parte espiritual a costa de la parte instintiva de su naturaleza. Situación que existía durante la época arcaica de la antigua cultura de Grecia y durante la época de Edad Media en nuestra cultura Cristiana. 2) Llevar en perfecto equilibrio estas dos partes de su naturaleza especial humana. Situación que existía en la época clásica de la antigua cultura de Grecia y en la época del Renacimiento de nuestra cultura Cristiana. 3) Puede sobrevalorar la parte instintiva a costa de la parte espiritual. Situación que existía en la época Helenística de la antigua cultura de Grecia y que existe desde la revolución industrial, extendiéndose y creciendo desenfrenadamente entre todas las civilizaciones en nuestro planeta.
La historia de la conducta y actividades de hombres de la antigua cultura de Grecia y nuestra cultura Cristiana nos demuestra, que el hombre sólo ha obtenido su justo conocimiento sobre “el mundo y de la vida” cuando logro establecer el justo equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de su naturaleza especial humana, que ha sido durante la época clásica de la antigua cultura de Grecia y durante la época del Renacimiento de nuestra cultura Cristiana.
Para obtener este ideal y justa “filosofía del mundo y de la vida”, en ambas culturas, han logrando realizar, por un lento proceso evolutivo, observando las contradicciones entre sus ideas y de la realidad, que tenían en la época arcaica de la antigua cultura de Grecia y de Edad Media de nuestra cultura Cristiana, y lo que al no poder mantener este ideal y prefecto estado de sus naturalezas, sino cambiando esta a una materialista filosofía en la época helenística, llevando este erróneo modo de vida hasta final, esta cultura se termino autodestruirse.
Encontrándose desde la revolución industrial, nuestras civilizaciones, por su materialista “filosofía del mundo y de la vida” en la misma situación como eran los hombres en la época helenística, para evitar que nuestras civilizaciones se acaben con la misma suerte, la única solución que nos queda es establecer la justa “filosofía del mundo y de la vida” que corresponde a nuestra naturaleza especial humana y recuperar el justo equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de nuestra naturaleza.
Conociendo como ha sido la vida de los hombres en la época clásica de la antigua cultura de Grecia y en la época del Renacimiento de nuestra cultura Cristiana, yo he elaborado en mi ensayo; ¿COMO ACABARA Y COMO SE LEVANTARA DE SUS CENIZAS EL FUTURO DE NUESTRAS CIVILIZACIONES?, ¿que tipo de vida corresponde para que el hombre, en neutras circunstancias, pueda adaptarse con su conducta y actividades a las Leyes de la Naturaleza, y anular con esto nuestros nuevos tipos de males, surgidos por el erróneo modo de vida que practican hoy los hombres de nuestras civilizaciones, y obtener este necesitado cambio?, ¿y qué faltaría para lograr restablecer el justo equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de nuestra naturaleza especial humana?, que resolvería de manera natural y espontánea todos nuestros problemas, pero como los hombres de nuestras civilizaciones absorbidas por nuestra falsa “filosofía del mundo y de la vida” ni son dispuestos ni capacitados de realizar este cambio, nuestras civilizaciones se acabarán como ha ocurrido en la época helenística con la antigua cultura Grecia, autodestruirse.
Empero después de este catastrófico fin de nuestras civilizaciones, teniendo elaborado la necesitada solución, hoy ignorada, los supervivientes, aprendiendo de esta desgracia estarán dispuestos de aceptar esta justa “filosofía del mundo y de la vida” con lo que obtendrán la manera natural y espontánea el justo y necesitado equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de sus naturalezas y con ello abril un nuevo y prospero futuro para las nuevas generaciones.
Madrid 26 de Marzo de 2015
Francisco Z. Lantos Doctor Arquitecto