(Aviso: Este «Imprescindibles», libre de spoilers, pretende ser una introducción a la serie que comenzó en 2005. Si están interesados en saber más sobre la serie clásica, no duden en pinchar aquí y aquí)
25 de enero de 1975. Faltan pocos minutos para que comience un nuevo capítulo de Doctor Who, la serie favorita de Stephen en la que nunca se sabe lo que puede suceder. Stephen solo tiene doce años y le hace gracia que su serie comenzara el mismo año en que él nació. Su padre le ha explicado muchas veces que el primer capítulo se emitió el día después de que mataran a un tal Kennedy, pero Stephen no entiende muy bien quién es ese señor. Tampoco le importa mucho, porque él vive en Gales y los Estados Unidos están lejos pero no lo suficientemente lejos: a él le gusta viajar, por supuesto, pero tiene claro que ningún avión le podrá llevar tan lejos como la TARDIS, la maravillosa cabina telefónica de madera más grande por dentro que por fuera en la que el Doctor se desplaza por el tiempo y el espacio. Hace años que Neil Armstrong se hizo famoso en todo el mundo, sí, pero por las imágenes que ha visto por la tele Stephen puede imaginar que la Luna no es un destino tan fascinante como Gallifrey, Vortis, Skaro, Mondas o tantos otros planetas conocidos por el Doctor.
En el patio del colegio, Stephen y sus amigos juegan a ser personajes de la serie. Lo más fácil es ser compañero del Doctor, porque casi siempre son humanos que le acompañan en sus correrías intergalácticas; algunos, sin embargo, prefieren ser monstruos y se piden ser Daleks o Silurians o Sontarans. Pero lo normal es que todos quieran ser el protagonista, así que para evitar peleas les gusta jugar a regenerarse. Porque el Doctor es un Time Lord y los Time Lords se pueden regenerar para cambiar su apariencia y su personalidad. A los chicos, claro, no les interesa saber que eso fue un truco de los guionistas para cambiar al actor que representaba al Primer Doctor: cada uno tiene su favorito, porque todos son distintos aunque siempre sean el mismo. El de ahora es el Cuarto, por ejemplo, con su larga bufanda de colores.
Estamos ahora en 2003. Mientras espera a que se abra la puerta del despacho del directivo de la BBC, Stephen recuerda todo eso y mucho más. Recuerda, por ejemplo, que después del Cuarto Doctor hubo otros tres, y que su amor por la serie le hizo convertirse en guionista de televisión, y que alguna vez envió sus textos a la BBC aunque le fueron devueltos. También recuerda, pero esta vez con un dolor no del todo mitigado, que la serie fue cancelada en 1989 tras veintiséis temporadas y que desde entonces ha habido varios intentos de volver a revivir al Doctor. Todos infructuosos, excepto la película de 1996 en la que aparecía un Octavo Doctor. Pero Stephen, que ahora se hace llamar Russell T. Davies, sonríe misteriosamente. Porque, al igual que el Doctor, tiene un plan.
La puerta se abre y Russell es invitado a entrar. Sonrisas, apretones de manos, folios llenos de cifras y proyectos. Aunque no ha quedado constancia escrita, a los seguidores de Doctor Who (también llamados whovians) en todo el mundo nos gusta imaginar que la entrevista fue algo como esto:
—O sea, que usted pretende que retomemos Doctor Who.
—Eso es, señor.
—Y usted se encargaría de llevar el proyecto adelante.
—Correcto.
—Déjeme que le haga una pregunta, señor Davies: ¿para qué resucitar una serie que lleva muerta tantos años? Los niños de hoy no tienen ni idea de quién es el Doctor y los niños de entonces ya son adultos.
—Precisamente por eso.
—No lo veo. De verdad que no lo veo.
—Yo soy uno de esos niños. Y todavía hoy me estremezco al recordar la fascinación que me producían las naves espaciales y los monstruos y las luces brillantes y las explosiones y la inteligencia del Doctor con su destornillador sónico y el no entender casi nada pero que me diera igual porque sabía que al final todo se iba a arreglar. Y en todos estos años no he vuelto a ver nada igual.
—¿Eso es todo? ¿Me está diciendo que gastemos dinero público solo porque usted echa de menos su serie favorita de cuando era niño?
—No me ha entendido. Yo echo de menos al Doctor y a la TARDIS, por supuesto; y, al igual que yo, sé que hay miles de antiguos niños que también los echan de menos. Pero lo que realmente añoramos es esa fascinación de la que hablaba. La que me hacía desear durante toda la semana que llegara un nuevo capítulo. Esa sensación de plenitud al escuchar la sintonía sin poder ni querer moverme del sofá. Ese deseo irrenunciable de querer ser parte de un universo infinito en el que todo puede pasar porque el Doctor nos protege, nos hace sonreír y nos hace ver que el mundo es muy grande y nosotros somos muy pequeños solo si nos conformamos con serlo. Eso es lo que quiero: demostrar que esa fascinación infantil sigue dentro de nosotros.
—Fascinación, ¿eh? ¿Y cómo va a conseguir eso?
—Muy sencillo, señor: con una serie fascinante.
Y así, en 2005, Doctor Who regresó a la BBC. ¿Pero qué es exactamente Doctor Who? ¿Es una serie de ciencia ficción? Sí, pero no. ¿Es una comedia? Sí, pero no. ¿Es drama? Sí, pero no. ¿Es de terror? Sí, pero no. ¿Es para niños? Sí, pero no. ¿Es de aventuras? Sí, pero… ¡qué aventuras! Entonces, ¿de qué va esta serie?
Ante todo, Doctor Who es una inmensa vuelta de tuerca al carpe diem horaciano: si hemos de vivir la vida mientras podamos, ¿cómo sería esa vida si fuéramos capaces de viajar por el tiempo y por el espacio? Esa perspectiva ya queda presente en el primer capítulo de la «nueva» serie, cuando el Noveno Doctor invita a Rose Tyler a ser su nueva compañera de aventuras:
Podrías quedarte aquí, llenar tu vida con trabajo, comida y dormir. O podrías ir… a cualquier sitio.
.
Antes de comenzar a ver la serie es preciso tener dos cosas en la cabeza. En primer lugar, que NO es necesario haber visto la serie clásica. Igual que el Doctor se regenera en una personalidad distinta sin dejar de ser él mismo, Davies supo regenerar la serie de tal forma que pudiera disfrutarse sin tener que ver las veintiséis temporadas previas. La segunda advertencia al espectador neófito es que debe tener paciencia: los primeros capítulos adolecen de un nivel de producción que no está a la altura de lo que uno podría desear. Si a eso le añadimos que los monstruos invasores son unos maniquíes de plástico que quieren dominar el mundo, apaga y vámonos. No desesperen. Es un homenaje de Davies a un capítulo de 1970 aprovechando que el presupuesto al comienzo de la serie era un poco escaso. Denle una oportunidad: las estadísticas reflejan que, en torno al quinto o sexto episodio, el whovian en potencia ya está enganchado. Además, esos pocos capítulos bastarán para conocer algo tan fundamental de la serie como sus personajes o sus tramas fantásticas: sus valores.
Por alguna razón, cuando en España hablamos de que una ficción transmite unos determinados valores enseguida nos imaginamos que es una serie con moraleja, con moralina o con las dos cosas a la vez. Pero los ingleses son gente que le da otro valor a la cultura y saben cómo hacer estas cosas: el Doctor (Dóctah para los amigos) no es un héroe destructor ni especialmente guapo; se dedica a viajar porque el universo entero le parece maravilloso y cada vez que se mete en problemas sobrevive gracias a su inteligencia y a su única arma: un destornillador (sónico, eso sí). Por lo general, además, no busca la destrucción del enemigo sino la solución más pacífica posible. Pero no por eso es una serie infantil o naif, ya que hay momentos en los que se aborda sin problema alguno cuestiones tan delicadas como la pena de muerte, el genocidio o la guerra de Irak.
Ya hemos dicho que el Doctor no solo viaja por el espacio sino también por el tiempo. Casi siempre al futuro, como es frecuente en series donde aparecen naves espaciales, aunque no es raro que se desplace también hacia el pasado: Dickens, Shakespeare, Churchill, Isabel I e Isabel II, Van Gogh… son algunos de los personajes históricos que han conocido al Doctor y han formado parte de sus aventuras intergalácticas. Esto se debe a que la serie clásica fue concebida como entretenimiento didáctico para niños, aunque el éxito de los capítulos con alienígenas fue tan grande que los viajes al pasado se fueron espaciando cada vez más. Entonces, ¿es una serie para niños o no? De nuevo: sí, pero no. Es una serie que pueden ver los niños (sobre todo las temporadas de los Doctores Noveno y Décimo), aunque con cuidado. Quienes más disfrutarán serán los adultos que aún no han perdido la capacidad de sorpresa infantil. Consciente de ello, Russell T. Davies creó dos spin-off de la serie: Torchwood, una versión más oscura y violenta, dirigida a un público más adulto y también muy recomendable. El planteamiento del otro spin-off merece un párrafo aparte, así que se lo vamos a dar.
Sarah Jane Smith acompañó a los Doctores Tercero, Cuarto y Quinto desde 1973 hasta 1976, siendo una de las compañeras (o companions) más famosas de Doctor Who. En un capítulo de 2006, el Décimo Doctor se encuentra con ella (interpretada por Elizabeth Sladen, la misma actriz pero obviamente con treinta años más) y consiguen, cómo no, vencer a los malos. Este capítulo supuso el lanzamiento del spin-off The Sarah Jane Adventures, que más allá de su valor o calidad debería ser recordado como una serie infantil creada expresamente para dar la posibilidad a los niños de hace treinta años de sentarse con sus hijos a disfrutar de las aventuras de su heroína favorita. Davies anunció que se retiraba de Doctor Who tras cuatro temporadas, pero siguió a bordo de ambos spin-off.
Si alguno de ustedes ha llegado hasta este punto del artículo y aún no tienen claro si darle una oportunidad o no, vean directamente «Blink», el décimo capítulo de la tercera temporada. Es una historia autoconclusiva que se sigue perfectamente sin haber visto la serie. No contiene ningún tipo de spoiler y, además de ser uno de los capítulos favoritos de cualquier whovian que se precie de ello, ganó todo tipo de premios incluyendo un BAFTA. Si «Blink» no les llama la atención, no pierdan más el tiempo.
Steven Moffat, el guionista de «Blink», es otro de los grandes protagonistas de esta historia. Aunque hoy es admirado en medio mundo por su versión de Sherlock, Doctor Who es la verdadera niña de sus ojos. Guionista invitado durante las cuatro temporadas que Davies estuvo al mando, Moffat escribió algunos de los mejores capítulos de la serie. Es el caso de «The Girl in the Fireplace» —en el que el Doctor conoce a Madame de Pompadour— o «Silence in the Library / Forest of the Dead», la presentación de un personaje tan carismático y misterioso como River Song. Tras la salida de Russell T. Davies, Moffat quedó como showrunner de la serie, rechazando un contrato con Steven Spielberg para guionizar la trilogía de películas sobre Tintín. «El deber de todo británico es acudir en ayuda de la TARDIS cuando lo necesita», dijo. Nadie en Hollywood habría aceptado un desplante así, pero el propio Spielberg era fan de la serie clásica y comprendió con una sonrisa que Moffat había esperado toda su vida para ver su nombre escrito mientras sonaba esa sintonía creada ahora hace cincuenta años.
El inicio de la era Moffat coincidió también con la salida de David Tennant, el Doctor favorito de millones de seguidores por su simpatía, desparpajo y melancolía romántica. Su sucesor, Matt Smith, es el más joven de todos los actores que han interpretado al Dóctah. La frustración de los admiradores de Tennant al anunciar su salida de la serie se canalizó en insultos y descalificaciones de todo tipo hacia Smith, que apenas había comenzado a rodar. Es difícil encontrar un actor que haya tenido que soportar en su carrera tal presión mediática previa a su debut, pero desde el primer capítulo demostró que estaba a la altura de lo que se esperaba de él. Ahora que ha anunciado su marcha y se ha revelado que Peter Capaldi será quien esté a bordo de la TARDIS a partir de la próxima temporada, muchos comenzamos a sentir la partida del Undécimo Doctor, más oscuro, alocado y atormentado que otros. Esto es marca Moffat, por supuesto, ya que él mismo reconoció que su pasión por la serie cuando era pequeño no era como la de Davies: si a este le fascinaban las naves y las luces brillantes y las explosiones, el niño Moffat se sentía poderosamente atraído por el terror que le provocaban enemigos tan monstruosos como los Daleks y los Cybermen. De ahí que a su llegada la serie se regenerara al igual que el Doctor: nuevo protagonista, nueva companion (Amy Pond, la chica que esperó), nuevos enemigos y nuevo tono general de la serie. Moffat convirtió en tónica general la oscuridad y misterio que caracterizaban a sus capítulos en las primeras temporadas. Al igual que cada whovian tiene su Dóctah favorito, son muchos los seguidores que prefieren la luminosidad y la sorpresa de la era Davies antes que los intrincados laberintos por los que Moffat acostumbra a llevarnos. Pero eso no merma su amor incondicional hacia la serie. Como bien explica Juanma Ruiz aquí, «No se trata de una escala de brillantez, sino de una cuestión del corazón frente a la cabeza».
Doctor Who cumple cincuenta años. No es nada, claro, si lo comparamos con los casi mil que tiene nuestro Time Lord favorito. Pero es una ocasión espléndida para que se acerquen y pidan al Doctor que les lleve a su infancia. Es un viaje que merece la pena, se lo aseguro. Y si lo intentan y no les convence, no pasa nada. Para gustos, los colores. Como el azul. El azul TARDIS, por supuesto.
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Perfecto, me ha encantado, «Allons-y!»
Ojalá dure 50 años más!
Allons-y!
Fantastic. Brilliant… eh… Bowties are cool (?)
Geronimo!
Eh, que no es una cabina telefónica!
No habéis comentado nada de la maravillosa banda sonora del Doctor Who original
http://www.youtube.com/watch?v=8NPJ6GMXM3E
Y aquí un poco más de la autora, Delia Derbyshire, los años de los primeros sintetizadores…pero hay que ver qué creatividad!
http://www.youtube.com/watch?v=K6pTdzt7BiI
¡Qué grande es esta serie! Sólo puedo decir que el especial del 50 aniversario ha sido espectacular y que estoy esperando la octava temporada con muchas ganas.
Magnífico artículo (salvo lo de la cabina telefónica :P) que explica perfectamente una serie tan compleja como puede ser Doctor Who a un neófito. Y si, Blink es sin duda de mis episodios favoritos. Y The Empty Child el que me aficionó a la serie.
Un último apunte MUY importante para los que no conozcáis la serie: el prota NO se llama Doctor Who. Es Doctor a secas ;)
Yo empecé a verla hace un tiempo, pero la semi abandonamos en la segunda temporada. Nos dio mucha rabia que ya no estuviera Eccleston, nos encantaba! Y no hemos conseguido engancharnos con Tennant. Qué decís, le damos otra oportunidad?
¡Sí, sin duda! Para muchos Tennant es el mejor Doctor, así que imagínate lo bueno que es!
«No sir, all thirteen!»
Tennant es absolutamente genial. Llega a rivalizar incluso con Tom Baker como best doctor ever
Sin duda. Vale mucho la pena tanto el Doctor en sí como sus historias. Lo mismo para Matt Smith. Al principio cada cambio de Doctor se hace raro, pero acaba valiendo la pena aguantar hasta acostumbrarse a las peculiaridades del nuevo.
Pues habrá que seguir adelante entonces! Merci!
Mierda…prometí que solo vería series en verano y aprovecharía el tiempo. Ya echo de menos al Doctor :'(
La elección de Matt Smith fue un obvio error de casting. Karen Gillan se lo comía en casi todos los episodios. Aquí, por ejemplo: http://tardis.wikia.com/wiki/The_Vampires_of_Venice_(TV_story) O aquí: http://tardis.wikia.com/wiki/The_Girl_Who_Waited_(TV_story)
Eccleston era bueno, Tennant insuperable. Capaldi quizá sea bueno. De hecho, ya pudimos verlo en Torchwood (en otro papel, por supuesto): http://tardis.wikia.com/wiki/Series_3_(Torchwood)
A mí me parece que Matt Smith no lo hace nada mal. Es obvio que no es el mejor, pero hace un buen doctor.
El problema de Matt Smith es que tuvo tantos detractores antes de empezar que se esforzó en imitar mucho a Tennant para calmar a los fans creo yo, y Smith no es Tennant. Pero para mi va ganando muchísimo con el paso de las temporadas cuando comienza a dar al Doctor su propia personalidad.
Capaldi es un actorazo, si le dan cancha puede ser el mejor. Cancha y buenos episodios, claro. También aparecía, además de en Torchwood, en Fires of Pompeii, donde casualmente también estaba Karen Gillan.
Cómo que Matt Smith un error de casting, Luis? Si Matt Smith ha sido el mejor de los tres nuevos Doctores! Eccleston fue genial, Tennant una maravilla, pero Smith ha sido mucho mejor que ambos. Se le va a echar mucho de menos :(
A pesar de los meses que tiene este artículo, es mi referente cada vez que intento introducir a alguien en el mundo whoviano.
¡Me encanta!
Si lo hubiera leído antes de mi primer capítulo, mi primer pensamiento no hubiera sido «Qué mierda de serie es esta». Porque si, lo pensé. Entonces me enseñaron la tercera temporada, y cuando volví a la primera ya algo más enamorada del Doctor… Me prendí de la serie, de Eccleston, del Doctor. Incluso a Matt le tengo cariño.
No creo que sea justo decir que Tennant fue mejor que Eccleston. Eccleston hizo una temporada impresionante con esos efectos que «echaban pa’trás». Es más, habría que destacar que sólo hizo UNA temporada, Tennant estuvo tres, y el dicho de «El roce hace el cariño» sin duda aquí se cumple.
Me queda la duda… ¿Son visibles los capítulos de la serie clásica?
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Bueno. ¡Tengo que comentar si solo para defender al maravilloso Matt Smith! Para mi, resulta mucho mejor actor que David Tennant. Supo como ser joven y anciano a la vez. Tennant estuvo bien pero demasiado payaso hiperactivo para mi gusto. También me encantó Eccleston. Pero estoy segura que Capaldi será el mejor de todos!
:-)
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