Entrevistas Gastronomía

Mikel López Iturriaga: «Ha habido mucho elitismo y mucha tontería en la alta gastronomía española»

Mikel López Iturriaga 0

Al sentarse se disculpa por el retraso, aunque llega puntual, y por venir con Chispa, aunque la perrita es tan prudente que no mueve un pelo en hora y media de conversación. Mikel López Iturriaga (Bilbao, 1967) se cansó un día del periodismo cultural y se pasó al gastronómico, aunque lo suyo no se ciñe a los fogones. En su blog Ondakin.com hizo recetas, sí, pero también habló de restaurantes y de nutrición o de la relación que los alimentos tienen con la música, con la cultura y hasta con la política. Desde 2009 lo conocemos como El Comidista de El País, un espacio en el que López Iturriaga conserva el formato blog para hablar de lo que sea mientras cumpla dos condiciones: que se pueda comer y que lo pueda comer cualquiera. Compartimos con él un desayuno en Barcelona para hablar de cocina y de alimentos, de los blogs y del periodismo y de por qué, según él, nunca, nunca –pero nunca– hay que tirar la comida.

¿Debemos sacar alguna conclusión de que el periodismo gastronómico haya ido desapareciendo poco a poco de los grandes periódicos y de que de repente uno de ellos rellenase ese hueco con un blog rescatado de internet?

La gastronomía ha perdido espacio, como dices, pero la realidad es que los grandes medios españoles nunca le han prestado demasiada atención. Es algo que contrasta con la que sí le han prestado y le prestan otros medios en Europa, cuyo referente es el Reino Unido, donde hay un despliegue mediático en torno a la comida que incluye hasta suplementos y demás. Es muy curioso porque en España creemos que los británicos comen muy mal y nos jactamos de que aquí somos la leche. Sabemos todos de gastronomía, por lo visto, y esto es una especie de Wonderland de la comida. Y a los medios no les interesa, sin embargo, o no les interesaba. Lo que ha ocurrido con internet es que las estadísticas del tráfico han demostrado que la gastronomía sí chuta, que sí gusta y que sí interesa al lector. Por eso le dan más espacio o, desde luego, yo creo que es lo que ha ocurrido con mi blog.

Que ha subido como la espuma. Menos mal que los blogs habían muerto…

¡Pero qué ganas de matar al blog tiene mucha gente! (ríe). Mira, cuando empecé con él no me lo planteé como algo amateur, sino como algo profesional, que es donde radica la diferencia. Si le aplicas a un blog criterios periodísticos profesionales, la diferencia que lo separa de una pieza de periodismo tradicional no es más que de formato, o me lo parece a mí. No creo que el blog haya muerto. Seguramente hemos alcanzado un punto de saturación, porque ha habido muchos, y han aparecido otras fórmulas y otras formas de contar cosas, pero ya está. A lo mejor ha perdido parte del protagonismo que tuvo hace un tiempo en internet, pero a mí me sigue pareciendo una herramienta magnífica y muy útil.

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Te he oído matizar en alguna ocasión que hablas de comida, no solo de cocina.

Claro, porque en torno a la comida está la gastronomía, la cocina, la nutrición… Pero no solo eso. Yo también suelo hablar de política y comida, por ejemplo, a veces hasta de cosas que se relacionan con la comida solo muy remotamente (ríe). Desde el primer momento tuve muy claro que si me ceñía a la técnica, a las recetas, me iba a aburrir y a convertirme en una máquina de hacer tutoriales. Además me interesa mucho la relación entre la comida y la cultura pop, y por eso digo que es más un blog de comida, no solo de cocina.

Tanto varías en las cosas que haces que lo último ha sido ir a Burkina Faso, si no me equivoco, con la campaña Alimentos con poder.

Sí. Se trata de una campaña cuyo eslogan es que este arroz puede enseñar a leer, por ejemplo, que esta mazorca de maíz lucha por los derechos de las mujeres o que este mango puede ayudar a prevenir el cólera. Consiste en enseñar que, sin acceso a la alimentación básica, es imposible que un pueblo prospere: que nadie pueda aprender, que pueda luchar por sus derechos o que se pueda curar. La idea fue que alguien como yo, que soy un bloguero de gastronomía sin más, pasara al otro lado y viera cómo lo hacen los que no tienen nada en un país donde trabaja Intermon Oxfam, en este caso Burkina Faso, para enseñárselo a los demás y que conozcamos aquí esa realidad. Viajé allí a grabar un pequeño anuncio, un vídeo de poco menos de tres minutos, para enseñar precisamente eso: el poder de los alimentos. Personalmente es una de las cosas más gratificantes que he hecho en la vida porque he podido ver la labor que hace Intermon Oxfam y comprobar que mucha gente sale allí adelante, aunque sea un poquito, gracias a este tipo de trabajo. Siempre había visto con mucha desconfianza esto de la cara conocida que se mete en las causas benéficas, pero creo que esta merece la pena porque no es caridad, es pelear por que la gente tenga derechos, por que no les timen y por que prospere. Es un trabajo muy práctico que no se limita a llevar comida a las hambrunas.

Tú te pasaste del periodismo cultural al gastronómico, que no es lo más frecuente.

Estuve haciendo periodismo musical en el Tentaciones de El País hasta el año 2000, más o menos, pero al final me aburrió. Fueron muchos años haciendo lo mismo y el trabajo como periodista musical y como editor de la sección de música se había convertido en algo muy rutinario. Había entrado en esa rueda que consiste en que la discográfica te ofrece una entrevista promocional,  tú la haces, la discográfica te ofrece otra, tú la haces… Todo eso acabó por agotarme, así que lo dejé cuando me surgió la oportunidad de irme a probar suerte en portales de internet, que nacían en aquella época. Primero estuve en uno latinoamericano que se llamaba Loquesea.com y después en Ya.com, llevando la web de Chueca.com, dirigida al público gay. Cuando me mudé de Madrid a Barcelona cambié también de portal, ahora a uno de sobre música que en realidad era una tienda online de discos, y aquello fue ya la debacle. Me vi convertido en el gestor de una tienda con cifras, bases de datos, tablas de Excel… Y dije que no. Ni era lo mío ni me gustaba, así que me fui e hice un curso de un año en la escuela de cocina Hoffmann. Después todavía pasé dos años en el diario ADN, hasta que cerró en 2011, pero gracias a esa formación en cocina comencé a hacer reseñas gastronómicas poco a poco, y hasta hoy.

Tengo que decirte que me gusta mucho oír a un periodista cultural renegar de serlo, porque mi impresión es que se trata de una especialidad que frecuentemente se vive con mucha complacencia.

Hombre, tampoco voy a decir que el periodismo cultural fuera un drama para mí. Hice cosas buenas y cosas malas, como todo el mundo, pero en general me divertí y aprendí a enfrentarme al periodismo gastronómico que hago hoy, en el que reaparece de vez en cuando este background cultural. Lo que ocurre es que en el periodismo español hay mucha tendencia al apoltronamiento, especialmente en el periodismo de redacción, y quizá por eso hay mucha gente que llega a su puesto y ya no se plantea moverse del asiento hasta el día de su jubilación. Por eso y porque es una profesión en la que hay mucha precariedad, claro, y si consigues un buen puesto de trabajo nadie te garantiza que el siguiente lo vaya a ser también, por más prestigio o experiencia que tengas. En El País, cuando alguien se iba como yo mismo me fui, siempre se repetía en la redacción la misma frase: «Ahí fuera hace mucho frío».

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No se puede decir que no prediques con el ejemplo, porque tú te fuiste precisamente de El País, que muchos ven como la meta profesional, a internet, que entonces no era precisamente el internet que conocemos hoy.

¡Bueno, ni mucho menos! En aquel entonces era un medio absolutamente nuevo y caótico, bastante más que ahora. Como decía un jefe que tuve en Loquesea.com, éramos como Edison inventando la bombilla. Y sí, es cierto que para muchos El País es el sanctasanctórum periodístico, y más entonces. Seguramente los tumbos que di después de irme demuestran que no fue la mejor decisión a corto plazo, pero a la larga me ha servido para ganar flexibilidad profesional, que es precisamente lo que no tienen muchos otros periodistas. Hoy hay muchos que lo están pasando mal precisamente porque llevan muchos años apoltronados y de repente, con mi edad o un poco mayores, son irreciclables para el mundo digital y no saben trabajar de otra forma más que en una redacción.

¿Y no crees que son esclavitudes ligadas también al modelo de papel?

Sí, en cierto modo sí. Yo creo que el modelo que impone el papel, el de una gran redacción y mucho trabajo de mesa, está condenado a la extinción. Tiene sus cosas buenas, ojo. La información se filtra mucho y pasa por muchas manos, por ejemplo, pero es una estructura insostenible a largo plazo. Caminamos hacia un modelo que tiene que ver mucho más con el freelance, lo que estaría muy bien si lo hiciésemos en la dirección correcta, que no es la que llevamos. Vamos hacia el freelance cada vez más precario, peor pagado y en peores condiciones laborales. Qué te voy a contar que tú no sepas.

Pero me gusta oírlo porque muchas veces los periodistas hablamos al lector de futuro, de modelos y desafíos en términos muy grandilocuentes y pomposos. Con tanta abstracción se nos olvida trasladar lo más básico, lo que mejor explica la deriva del periodismo: que la producción de la información está instalada en la precariedad.

Claro, es que la calidad de la información empieza con esas condiciones. A mí hace poco me pagaron cincuenta euros por una historia en la que invertí día y medio, por ejemplo. Una empleada del hogar que trabaja por horas cobra no más, sino bastante más que eso. Con todos mi respeto hacia el trabajo en el hogar, ¿eh? Pero date cuenta de que el periodista es un profesional cualificado, en principio, con una cierta experiencia, unos conocimientos y demás, al que de repente se somete a unas tarifas que son simplemente imposibles. ¿Qué hacemos ante esto? Poner en marcha la churrera y venga, pieza, pieza, pieza. Todos, ¿eh? Todos. Porque tenemos que rentabilizar nuestro trabajo como cualquiera y, si te van a pagar determinada cantidad por un artículo, le puedes dedicar un determinado tiempo y no otro. Y por supuesto eso se nota en los medios y lo nota el lector, que no es tonto. Curiosamente muchos profesionales dentro de los medios, muchos de los que mandan, creen que no. Que es lo que hay y que da igual, pero no. No da igual. Si pagas decentemente por una buena historia, tendrás una buena historia, y si pagas una mierda, tendrás una mierda.

Es que a mí me da la impresión de que todas estas estrecheces no se ven tanto en ese estrato, el de los que mandan. ¿No te sientes tentado a veces a trasladar a la profesión ese eslogan tan repetido hoy de «no es una crisis, es una estafa»?

Hombre, no sé. Sí es cierto que en los medios se ven muchos fenómenos como la superpoblación de directivos, por ejemplo, que es otro problema singular del periodismo aquí. Son cosas que no se corresponden ya no con el periodismo de hoy en día sino con la estructura que debería tener una empresa moderna y que tienen, de hecho, muchas de creación más reciente. Pero no creo que por eso se deba culpar integralmente a nadie de la situación, que a fin de cuentas es mucho más compleja. Atravesamos una crisis económica muy grave y la cosa tampoco es sencilla para quien hace los presupuestos. Por supuesto habrá lugares en los que se destinen recursos a lujos accesorios mientras escasean en otros puntos más necesarios, pero la crisis de la profesión, a fin de cuentas, está relacionada íntimamente con la de la publicidad y con la del propio modelo.

Mikel López Iturriaga 3

A ti, que llevas en esto muchos años y que has vivido de primera mano la transición digital de la última década, te quiero preguntar si percibes que se haya devaluado entre los lectores la figura del propio periodista.

Sí, sin duda. Lo que yo noto en mi blog es que hay una gran hipersensibilidad, mucha más que antes, y mucha desconfianza. Lo de que te hayan pagado por decir tal cosa o que estés haciendo publicidad son acusaciones no constantes, pero casi. Incluso hay días que publicas algo y te montan unas teorías conspiranoicas que casi te da la risa. Hay una gran desconfianza, o a mí me lo parece. Los periodistas hemos perdido parte de la credibilidad y eso hace que la profesión, desde mi punto de vista, esté muy desprestigiada. Con razón, a veces, porque no hay que olvidar que muchos periodistas y muchos medios han dado muy mal ejemplo. En España se ha visto tanto periodista, especialmente del corazón, dando gritos por la televisión que hay mucha gente, porque es así, que asocia la profesión a esa figura.

¿Y el servilismo ideológico?

Bueno, por supuesto. El periodismo de trinchera es el gran marrón que está jodiendo la credibilidad de los medios en España. Que en Reino Unido, en Francia o en Alemania cada medio tiene su línea editorial, ojo, pero no es como lo que hacemos aquí, que abrimos un periódico o ponemos la televisión y ya sabemos lo que nos van a contar. Muchos medios ya no se adscriben solo a una forma de pensar, más conservadora o más progresista, sino a formaciones políticas concretas. Parémonos a pensarlo: es que es normal que la gente ya no se crea nada. Cuando ya conoces la postura de alguien sin necesidad siquiera de oírlo o de leerlo, ¿para qué hacerlo? Pierde todo el interés.

Tenemos un triste ejemplo de todo esto la Radio Televisión Pública Valenciana, cuyo reciente anuncio de cierre ha venido acompañado de una oleada de acusaciones de manipulación política.

Lo de Canal Nou va más allá. Yo conozco personas que están o que han estado allí y lo que cuentan es muy heavy. Y políticamente, qué quieres que te diga. Hay que tener muchísima desfachatez para degradar una televisión pública, manipularla hasta el ridículo, vendérsela a tus amiguetes y luego, cuando ya es una basura que tiene un 3% de share, que no ve nadie, cerrarla y encima decir que vas a usar ese dinero en colegios públicos y hospitales. Es que es un retorcimiento tal de la ética y de la lógica que… No sé. Es para levantarse en armas.

A mí es lo que más me llama la atención en todo este asunto: el descaro con el que Alberto Fabra vertió esa tesis el otro día ante la opinión pública. Estamos llegando a un punto en el que ni siquiera el disimulo es necesario, en el que un político puede contar cosas cuya falsedad no es muy dudosa, sino directamente obvia, y no pasa nada.

Sí pero, ojo. Esto encuentra un campo de cultivo muy abonado en la sociedad española. No nos engañemos: los españoles somos muy sectarios y muy del contigo o contra mí. No nos gustan los tonos grises ni la reflexión. Yo es algo que veo cuando publico posts sobre algún tema controvertido en el que intento comprender la posición de las dos posturas, no solo de uno, y llegar a un punto de conciliación entre ambas. Hay gente a la que le subleva eso. Que no tomes partido por una opción o que, según ellos, no lo tengas claro. Ese periodismo manipulado encuentra un público en estas personas que quieren leer y oír eso precisamente. Las manipulaciones y las obviedades de las que hablas. Por eso hay medios que viven sencillamente de eso: de alimentar la mala baba. Y por lo visto les funciona, porque ahí siguen. Y sus lectores están muy satisfechos.

Antes de hablar de alta cocina te quiero recordar un capítulo de tu libro de recetas que se llamaba «Cómo engañar sirviendo sobras: logra que tus seres queridos coman restos pensando que son alta cocina». No sé si tienes una mala opinión de la alta cocina o una muy buena de las sobras de la nevera.

Bueno, en realidad es una coña y poco más (ríe). Es una pequeña reivindicación del aprovechamiento en la cocina y un pequeño encabronamiento por toda la comida que tiramos, en muchas ocasiones por pura ignorancia. Es que fui educado en la fobia al desperdicio de comida, a derrochar el alimento, y por eso doy tanto la vara con esto. Hay platos de aprovechamiento que son incluso mejores que el original, ojo. Creo que es sano recuperar esa filosofía que estaba implantada en la sociedad española hace treinta o cuarenta años y que sin embargo, con el mundo de opulencia en el que hemos vivido hasta hace bien poco, se ha perdido. Aunque claro, por esto mismo creo que es algo que vuelve, porque la situación económica que atravesamos lleva a que lo tengas que aprovechar todo en casa.

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Cuando le pedimos a Martín Berasategui que definiera su cocina nos dijo que le daba pudor y que «son otros los que deberían hacerlo». Aunque no seas crítico, ¿te tienes por uno de esos llamados a definir la cocina de los demás?

Hombre, es que a mí también me da mucho pudor (ríe). En general todas estas declaraciones maximalistas que dicen que la cocina de no sé quién es tal o cual cosa es algo con lo que no me atrevo. Además, en el campo específico de la alta cocina no creo que tenga ni los conocimientos necesarios ni la experiencia. Que he comido en los sitios de estos chefs y he disfrutado mucho, ¿eh? Y me interesa el modo que tienen de trabajar. Pero tanto como para ponerme a definir la cocina de nadie, pues no. Cuatro pinceladas sobre su trabajo, todavía, pero hasta ahí. Yo no soy crítico gastronómico: soy periodista gastronómico. Y con la música me pasaba igual, que no hacía crítica musical, sino periodismo musical. En realidad a veces sí hablo de restaurantes, que es en lo que suele consistir la crítica gastronómica, pero normalmente son asequibles. La alta cocina es interesantísima y maravillosa pero, vamos a ver: no todo el mundo tiene doscientos cincuenta euros para gastarse en una comida. No es lo mío.

Tras un largo periodo de furor experimentalista, hace ya un tiempo que en estos ambientes se estila mucho reivindicar la raigambre tradicional de los platos, aunque cuando hablamos con Ferran Adrià nos dijo que los que hacen alta cocina no hacen cocina tradicional y que «la gente confunde una cosa con la otra». ¿Se puede hacer una alta cocina tradicional?

Buf, difícil pregunta. Quizá es cierto que la alta cocina de primer nivel no debe considerarse tradicional. Como en todo, en la cocina hay movimientos pendulares y lo que pasó con aquella historia de la cocina tecnoemocional de Adrià es que llegó un momento en el que abundaron los malos imitadores y se produjo la saturación. Además coincidió con el cambio de ciclo económico y ahora las cosas han cambiado. Jugar al Quimicefa ya no está tan bien visto (ríe). Ahora, eso no quiere decir que la alta cocina haya vuelto a ser tradicional. Seguramente apuesta por buscar una mayor naturalidad en la comida y en los platos, pero eso no quiere decir que estemos volviendo al guisote de las abuelas o a la cocina francesa que hacían los restaurantes de alta cocina a principios del siglo XX. Y tampoco significa que toda la técnica depurada en esta fase se haya olvidado, ¿eh? Hay muchas cosas que se han quedado, en ocasiones procedimientos muy básicos que pasan inadvertidos: maneras de tratar el producto para mantener su sabor, la capacidad de presentar los platos, etcétera… Ha habido una cierta resaca, sí, pero muchas novedades incorporadas se mantienen.

Cuando entrevistamos a David de Jorge ironizó con que hace un tiempo te encontrabas con Adrià hasta en la sopa. Lo adujo a «toda esa prensa que agita las palmas y lo recibe montado en su borrico como al de Nazaret en Jerusalén», que él denomina «del régimen, del régimen gastronómico patético». Nos bombardea, dice, con sus genialidades y convierte en «aborrecibles» sus constantes juegos sobre el alambre. ¿Hemos pecado de exceso en la prensa con los grandes autores de la cocina?

Absolutamente. Estoy totalmente de acuerdo. Y en concreto en el caso de Adrià ha llegado hasta la total saturación. De hecho, yo creo que al propio Adrià le ha perjudicado y que ni a él mismo le ha acabado gustando. Esas loas, ese servilismo, esas entrevistas cada seis meses… No se trata de discutir los logros de Adrià, cuidado, que es quien es y ha hecho una revolución alucinante en la alta cocina. Pero la actitud de los medios hacia esto es un coñazo que repite algo que yo viví mucho cuando estaba en la música: lo de ir siempre al más conocido. En España parece que hay solo cinco cocineros, porque son los que salen siempre, y no es justo. Hay talento suficiente en la cocina española como para abrirnos más y hablar de gente nueva que está haciendo cosas distintas y muy interesantes. No es quitarle mérito a los grandes, es de sentido común.

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Cuando entrevistamos a Santiago Auserón para nuestro último número en papel criticó la falta de apoyo institucional a la cultura, que contrasta, dijo, con el que sí recibe el deporte. Remató ironizando con que ahora los gobiernos, «según parece, se están decidiendo por la gastronomía».

Pero a mí la apuesta del Estado en gastronomía me parece muy razonable. Es algo que está muy relacionado con el turismo y el turismo es uno de los sectores fundamentales de la economía española, así que lo veo lógico. Y hay que tener en cuenta una cosa: es muy difícil ser el número uno mundial en algo. España ha tenido la inmensa suerte de tener un restaurante en esa posición durante mucho tiempo, el Bulli, y ahora otro, que es el Celler de Can Roca. La proyección internacional que da eso es muy potente y hace que mucha gente venga a España, entre otros motivos, porque cree que va a comer bien. Si lo comparamos con la música, que me perdone Auserón, pero la música española no es una potencia internacional y la gastronomía española sí lo es. Que haya una apuesta por eso es lógico y es sensato, creo yo.

David de Jorge también criticaba el elitismo de la cocina de autor. «Cuando se nos llena la boca de baba y la gastronomía se convierte en la garrocha de unos pocos, dan ganas de enchufarles una manguera de caca de gallina o de liarse a hostias, como en los grabados del pobre Goya, que si levantara la cabeza vestiría de cocineros a muchos de los personajes de sus pinturas negras».

Siento no poder ser tan florido como David de Jorge, pero sí. Ha habido mucho elitismo y mucha tontería en la alta gastronomía española, muy acorde, por cierto, con el momento que se estaba viviendo. Como ha habido tontería en todo, en la gastronomía también. Haber estado en el Bulli o en Arzak se convirtió, de repente, en un símbolo de estatus. Es un rollo patatero que a mí, personalmente, me tira un poco para atrás. Curiosamente, si la trasladas a un contexto tradicional, la alta gastronomía española es relativamente barata. El Celler de Can Roca es el tres estrellas más barato del mundo y es el mejor de todos. Podrían cobrar cuatrocientos euros por cenar y habría gente pagándolo, pero su filosofía es la de mantener el menú en un precio razonable. Yo lo veo en el blog. Sacas un restaurante de treinta euros y ya tengo gente quejándose porque es muy caro.

No eres el único al que le pasa. Cuando hablamos con Hideki Matsuhisa, cocinero del Koy Shunka, nos comentó que en su restaurante percibió que clientes españoles no llevaban bien pagar veinte euros por un plato que lleva solo huevos o verdura, confirmando que aquí no se valora tanto el trabajo o la calidad del producto como sí su precio como materia prima.

Hay comensales que consideran que si no están comiendo un chuletón o un rape de primera no merece la pena. ¿Una verdura? ¿Cómo me vas a cobrar veinte euros por una verdura? Es una cosa muy rancia pero muy frecuente. Consideran ciertos tipos de proteína animal como la cumbre de la cocina y no es así, claro. Yo creo que eso está en decadencia y que hay un público nuevo, quizá más joven, que entiende que hay otro tipo de materiales en la cocina que antes se consideraban innobles pero que, en realidad, te pueden dar más satisfacciones que un solomillo.

Este elitismo parece natural cuando la alta cocina lo era porque los alimentos a los que recurría eran para una minoría, pero ahora lo es por la elaboración y la autoría, no por el producto.

Claro, por eso creo que está cambiando. Hasta hace nada a la alta cocina no le interesaban nada y hoy hay cocineros que están basando su trabajo en esos productos más bien humildes, aunque incluso entre estos materiales hay a veces perlas muy escogidas. Por eso lo del precio es muy relativo. Yo mismo lo veo en mi entorno, porque tengo amigos a quienes no les duele gastarse quinientos euros en un teléfono móvil pero luego quieren ir a cenar bien y se molestan si cuesta más de veinte. Hombre, pues no sé. Un iPhone vale quinientos euros, que a mí me parece una barbaridad, y sin embargo no veo que la gente se queje por el precio desorbitado de esas cosas. A lo mejor diseñarlo cuesta mucho, claro, pero ponte tú a hacer un plato de alta cocina y a ver el trabajo que lleva, las personas a las que implica y el esfuerzo que invierten. Eso cuesta dinero y que lo pague el que quiera, solo faltaba, pero ya está bien de monsergas. ¿Hay restaurantes de alta cocina que son un timo? Evidentemente. Pero como los hay exactamente igual de menú del día. El menú del día de diez euros puede ser una estafa igual, exactamente igual, que el de alta cocina de cien.

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Fotografía: Alberto Gamazo

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Este artículo se enmarca dentro de la campaña «Alimentos con Poder» de Oxfam Intermón.

Puedes ayudar a que más familias que sufren el hambre puedan cultivar alimentos con el poder de cambiar vidas, enviando un SMS* con la palabra ALIMENTOS al 28018. Si quieres más información, visita:
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*Por cada SMS enviado al 28018, Oxfam Intermón recibirá 1,20€. Colaboran Movistar, Orange y Vodafone. Para mayores de 18 años. Servicio prestado por Grupo Monsan. Apdo. 287, 08184 Barcelona. 902 330 331 [email protected] Coste del SMS: 1,20€ + IVA.

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43 Comentarios

  1. Pingback: Mikel López Iturriaga: Ha habido mucho elitismo y mucha tontería en la alta gastronomía española

  2. Fotográfica reivindicación de la magdalena frente al cupcake invasor. Ahí, ahí, Mikel

  3. Estupenda la entrevista, me encantan la claridad, la sensatez y la chispa de El Comidista. Pero, ojo, que me parece que la palabra que hay que enviar al 28018 es «ALIMENTOS» (y no «poder»).

  4. Mitsuhirato

    De todo lo dicho por el entrevistado, me quedo con una reflexión:

    ‘Hay gente a la que le subleva eso. Que no tomes partido por una opción o que, según ellos, no lo tengas claro. Ese periodismo manipulado encuentra un público en estas personas que quieren leer y oír eso precisamente’.

    A veces pienso que soy un caso extremo de rara avis, pues me considero capaz de escuchar, entender y respetar pensamientos procedentes de polos completamente opuestos. Detesto las mentiras del gobierno Rajoy y al mismo tiempo no soporto el sectarismo de El Gran Wyoming; defiendo el derecho a Bildu a presentarse a unas elecciones y deseo la ex carcelación inmediata de Otegi, y al mismo tiempo me indignan la demagogia y el odio que rezuman tantísimos elementos de la nueva izquierda mediática española como Pablo Iglesias o Alberto Garzón. Perdón por referirme a mí mismo todo el tiempo pero quisiera saber si mi caso es grave y aislado o hay más gente en España capaz de intentar combatir sus propios prejuicios.

    • No eres el único, Mitsuhirato, no eres el único ;-)

      • Mitsuhirato, tu tranquilo vas bien, solo el hecho de cuestionarte si tu caso es grabe o no, ya significa que estas en orbita, sigue orbitando así, muchos mas estamos contigo.

    • PorComentar

      ¿y en contraposicion a defender el derecho a bildu a presentarse a unas elecciones y desear la excarcelacion de otegi(intuyo que tambien de aquellos a quienes se aplico la doctrina parot)?
      Muchas veces, ser capaz escuchar, entender y respetar un pensamiento no es digno de alabanza, sino que tan solo muestra un desconocimiento absoluto de lo que ese pensamiento ha causado

      • Tienes razón. No podemos saberlo todo. Pero cuando desconoces algo es mejor respetarlo hasta que seas capaz de entenderlo y no ejercer como una Pilar Rahola cualquiera, es decir primero muerdo y después miro el Ipad a ver de qué va la cosa.

        • PorComentar

          Tambien tienes razon. Pero el que yo desconozca (porque evidentemente no lo he sufrido) el dolor causado por el pensamiento nazi, o el causado por las purgas de stalin o tantos otros…no hace que ese pensamiento sea merecedor de respeto.
          E intuyo que Mitsuhirato sabe tanto del daño causado por eta como yo del causado por los mencionados antes

    • quisiera creer que somos una enorme minoría, pero vamos… no está usted solo

    • Uy, uy, uy Mitsuhirato. Le van a usted a retirar la nacionalidad española. Escuchar al otro, intentar entenderle, empatizar, huir del sectarismo… ¿pero usted quién se ha creído que es? (modo irónico On).
      Lo digo con dolor.

  5. Tuista Poa

    Palomerooooo, qué grande eres.

  6. PorComentar

    Otra entrevista en jotdown en la que todo gira alrededor del periodico en formato papel o digital y el modelo de periodismo.
    A veces tengo la impresion de que el link esta incorrecto y me lleva a una entrevista que ya he leido
    Muy cansino

  7. Las fotos desde luego son soberbias, Gamazo volviendo por sus fueros

    ¡Más entrevistas en Barcelona, por favor!

  8. Pues ya sabes Mikel, el próximo empleo empleado del hogar, seguro que vivirás mejor.

  9. Pues la entrevista me ha parecido así así, mucho corta-pega con eso de «pues le hemos preguntado a tal y …».
    Con lo inteligente y gracioso que es Mikel podría haber dado para mucho más.

    En fin.

  10. Seis preguntas pidiéndole que comente palabras de otros. Me parece una exageración. Tampoco me gusta que un entrevistador empiece una pregunta con «A mí lo que más me llama la atención es…» Nos interesa lo que le llama la atención al entrevistado, no al periodista. Con todo el respeto, pero me parece una de las piezas menos inspiradas. No pasa nada, no todo puede ser ultraterreno, pero es una lástima porque, como dicen por ahí arriba, el personaje era agradecido. Gracias por El Comidista, Mikel!

  11. Haciendo un pequeño recuento de las opiniones vertidas por el protagonista, me parece que estoy de acuerdo en absolutamente todo. Si fuese por mí, substituiría a todos los relevantes bloggers de la «gastroescena» local por unos cuantos centenares de «comidistas».

  12. Pues qué quieren que les diga, a mí estas entrevistas de autocomplacencia periodística, en plan «qué guays somos, qué ecuánimes y qué carcas y cavernícolas que son los demás» me aburren, por no decir que me molestan.
    Lo digo a propósito de lo que se dice de los despidos en RTVV. Vaya por delante que no me alegra que nadie pierda su trabajo pero me parece que hay que tener mucho desahogo para cifrarlo todo en «los políticos son unos cabrones porque la han hundido», cuando es más que evidente que los periodistas son o han sido tan culpables, como mínimo, como ellos, por no decir más. ¿Que por qué lo digo? Muy simple: esta RTV pública, como todas las otras autonómicas o la estatal, están hechas a la mejor conveniencia del poder político que haya en cada momento.
    Esta RTV se creó en época de Joan Lerma, del PSOE, y estos buenos muchachos metieron ahí dentro a sus 500 coleguis. (Huelga decir que lo de 500 lo digo como cifra simbólica, aunque mucho me temo que la cantidad real en su momento no se aleje mucho de esa cifra). Y en muchos de esos casos no entran ahí por sus méritos profesionales sino por su grado de lamatraserismo partidista. La oposición del PP, por supuesto, monta la pantomima de criticar la falta de rigor informativo de la cadena y demás para, a renglón seguido, una vez ganaron ellos las elecciones, hacer exactamente lo mismo, es decir, meter a sus 500. Pero, ¿echando a los anteriores 500 del PSOE? No, ¿para qué? Total, paga el contribuyente… Así que ya tenemos una RTV autonómica con mil o mil y tantos trabajadores para una audiencia potencial de unos pocos millones que, en la práctica, no ve nadie o ven cuatro gatos, en tanto que una privada de alcance estatal, con varios millones más de espectadores, se las arregla perfectamente bien con 800 o 900 trabajadores. Y no sólo eso: el sueldo medio de los trabajadores de esas cadenas autonómicas está en varias decenas de miles de euros. No conozco el dato concreto de Valencia pero en TV3 estamos hablando de 40 o 50 mil euros al año como normal… Quién los pillara… Y todo eso, insisto, disparando con pólvora del rey.
    Como los trabajadores que entran ahí saben que le deben el sueldo a los políticos de turno, aquí nadie dice esta boca es mía. Por eso me cago y me meo de risa cuando ahora a algunas personas les entra una especie de «ataque de memoria», del mismo modo que antes tuvieron ataques amnesia, cuando vieron bien de cerca, año sí, año también, a político corruptos, incompetentes, prepotentes, abusones, etc. haciendo lo que se les cantaban del arco del triunfo. ¿Y dijeron algo todos esos «profesionales de la información», como tan rimbombantemente les gusta autoproclamarse? Huelga la respuesta, ¿verdad? Y los motivos también.
    Han consentido y han sido copartícipes de un enorme tinglado de desinformación masiva y de una máquina de hacer telebasura que no tiene nada que envidiarle a las cutradas más chungas de Telecinco, que suele ser el blanco favorito cuando se trata de hablar de telebasura.
    ¿Y a semejante vergüenza se le llama «servicio público»? Váyanse al carajo, hombre.
    ¿Que Fabra, y tantos otros como él, es un cínico, dándoselas de austero y todo eso? Claro, ¿qué esperaban? Esto es España. Pero ese mismo Fabra o antes que él el de los trajes, Camps, o Mas en Cataluña, o Griñán en Andalucía o (… rellénese con quien quieran) es el mismo que los han mantenido ahí, en empresas ruinosas, todos estos años. Ellos fueron los que dilapidaron dinero a manos llenas y descojonaron la economía de este país y no me parece que las televesiones públicas, ni las autonómicas ni la estatal, se caracterizaran precisamente por ser «martillo de herejes», que digamos, sino, bien al contrario, actuaron como palmeros fervorosos de ese poder que ahora, cuando vienen mal dadas, les da la patada en el culo.
    Bueno, pues eso es lo que tiene ponerse al servicio de chusma de esa calaña.
    El periodismo español, tan de trinchera, tan de bandos, de buenos y malos, ha sido y es sostenedor fundamental del sistema político que tenemos, entre otras cosas porque bien que se ha lucrado de sus fluidas relaciones con el poder. No son un contrapoder (¡ojalá!), no son un cuarto poder: son parte del poder, sin más. De modo que ahora que ese mismo poder los fagocita, no sé, me cuesta sentir pena; al menos por cierta gente.
    Y en cuanto a un opinante al que le parece espectacular lo de Bildu y lo la libertad de Otegui y que eso es una muestra de lo «ecuánime» que es… Qué patético, qué triste simpatizar con una organización terrorista y sus apoyos sociales a los que les ha importado bien poco la vida y la libertad de miles y miles de personas en nombre de esa entelequia de mierda llamada Euskalerría… Si ésa es tu idea de la ecuanimidad, entonces, después de todo, Hitler y Stalin ganaron la partida. Hay un sistema de libertades, todo lo imperfecto que se quiera, y a este imbécil le parece de perlas que los que quieren cargárselo y convertir esto en una nueva cárcel estén en pie de igualdad con quienes lo defienden… Es como aquel chiste de unos romanos que contemplan encantados desde la grada cómo un león se va a zampar a un negro enterrado hasta la cintura en la arena del Coliseo. El negro, en el último instante, de forma milagrosa, logra medio zafarse y le muerde los huevos al león, que sale por patas. A lo que los espectadores reaccionan indignados: «¡¡ Juega limpio, negro de mierda!!» Hay que ser «ecuánimes» ¿no? «Fair play» y todo ese rollo…

    • Isaías, estoy básicamente de acuerdo contigo, pero tengo dos dudas sobre tu argumento que te rogaría encarecidamente que me pudieras contestar:
      1) La «entelequia de mierda llamada Euskalerria», ¿es de mierda por entelequia o por Euskalerria?
      2) Tú como profesional de…lo que sea, ¿ejerces la memoria en tu trabajo o prácticas la amnesia dejando la memoria para foros de internet y convocatorias varias?

      Gero arte.

      • Hola, Koldo:

        Lo «de mierda» es porque, en nombre de una pretendida Patria Vasca, se ha matado a cerca de un millar de personas, además de haber dejado heridas y con secuelas de por vida a un buen puñado más. Además de eso, varios miles de personas no tuvieron más remedio que irse del lugar en el que habían nacido porque eran objetivo de extorsión, que no otra cosa es el Impuesto Revolucionario, y porque todo un entramado social les hacía la vida imposible día sí, día también, con la complicidad silente de buena parte del resto, el tristemente famoso «algo habrá hecho…» Para que luego me hablen de refugiados políticos…
        Y cuando una idea, la que sea, se usa como excusa para acabar con la vida de alguien o arrancarle su libertad, eso es una mierda.
        El Reich de los 1000 años era una mierda. La España del Una, Grande y Libre era una mierda. El Paraíso Socialista del Padrecito Stalin era una mierda. El Gran Salto Adelante de Mao era una mierda. Y si un hipotético País Vasco independiente se construye sobre la sangre de las víctimas de ETA, eso es una mierda.
        Euskalerría como entidad claramente definida no ha existo jamás, es así de simple, por lo tanto sólo puede ser una entelequia. El Reino de Navarra, que es el referente que toman algunos, tuvo en su día tales cambios de fronteras con los demás reinos fronterizos, a cuenta de guerras y de matrimonios con nobles y casas reales, que decir que las fronteras eran XXXX (las que sean) es, cuando menos, complicado. Además de eso, siempre que se habla de los territorios que abarcaría Euskalerría se da el máximo posible, con lo que eso implicaría, a día de hoy, de comerse territorios que pertenecen a Cantabria, La Rioja y Aragón, pasando por alto que implicaría que Nafarroa quedaría subsumida en esa nueva entidad y no parece que los navarros estén mayoritariamente por eso. Aunque con las vueltas que da la vida… Más, claro, Iparralde al norte. Pero, por supuesto, ¿ir ETA a partirse la cara con Francia para eso? No, déjalo, mejor con los españoles, que ésos son tan tontos que se dejan hostiar bien y, encima, acaban dejándonos gobernar ayuntamientos y diputaciones… Encima de puta, apaleada.
        Y lo de la extensión lo digo porque me recuerda a los partidarios de Heretz Israel, que, según ellos, abarcaría buena parte de Turquía, Siria, Líbano, Egipto al menos hasta Alejandría, Etiopía, Yemen, parte de Iraq e Irán y también de Arabia Saudí, además de, creo, la isla de Chipre. Y se quedan tan anchos. Es fácil: tiras del Antiguo Testamento, vas mirando sitios donde le ocurrieron cosas al Pueblo Elegido y ya está: «Eso es nuestro, que nos lo dio Yahvé y tal». Genial, vamos…
        Y como los vascos procederían en última instancia de no sé qué patriarca bíblico, se ve que le cogieron gusto a decir «Eso es nuestro». ¿Que en realidad Álava y Guipúzcoa, sobre todo Álava, son parte de la corona de Castilla desde la Edad Media? Igual 700 años de nada… Bah, menudencias, eso desde siempre fue Euskalerría y lo será hasta el fin de los tiempos.
        Si a cualquier español se le ocurriera a estas alturas reclamar cualquiera de los territorios que fueron parte alguna vez del imperio español, y estamos hablando de presencia efectiva y pertenencia política a todos los efectos en esos sitios a lo largo de más de 300 años, nos entraría la risa floja porque habría que ser muy tonto para andar con esas cosas. Pero cuando llegamos al nacionalismo, extrañamente, se nos nubla el sentido común. Cuando la guerra de los Balcanes, los serbios seguían hablando de la puta batalla del valle de los Mirtos (creo que se llama así), que había acaecido como 600 años atrás, como si fuera cosa de hace un par de meses.
        Buffff, joder, es agotador…
        Y cuanto a lo de mi memoria, a diario. Empezando por mis propios errores y estupideces (un buen puñado) y continuando con los que sólo se acuerdan de lo que les conviene.

        Un saludo.

        • Jaunzuria

          Isaías, desde el respeto y hasta creo que compartiendo buena parte del fondo de tu discurso, me parece que estás mezclando un montón de cosas que no tienen nada que ver. Euskal Herria no es una entelequia sino una expresión (bastante antigua, por cierto) que alude al pueblo vasco como concepto cultural, literalmente es «la tierra del euskera», ni más ni menos. Como referencia cultural es bastante evidente que existe, del mismo modo que «iberoamérica», por ejemplo, comprendiendo una serie de territorios que humanamente (antropología, lingüística, costumbres, tradiciones, etc) están vinculados con la cultura vasca. Y todo eso no tiene nada que ver con realidades políticas antiguas ni actuales, ni la Corona de Castilla, ni el Reino de Navarra ni los Caballeros Hospitalarios de Jerusalén, son planos completamente distintos.
          A lo que tú haces referencia no es al término en sí, sino al proyecto de transformarlo en un Estado independiente por medio violentos. Si mañana un montón de terroristas sembrasen el terror tratando de unificar todos los países hispanohablantes de América, merecerían todo el rechazo del mundo y ser perseguidos por ello, pero esto no convertiría a Iberoamérica como tal en una «entelequia de mierda».
          Y otra cosa, no soy nacionalista pero sí te digo que nunca he oido a nunguno reclamar nada de Cantabria ni la Rioja ni Aragón, por ser precisos.
          Un saludo

          • Hola, Jaunzuria:

            Te agradezco la aclaración y tomo nota. Y, claro, es Euskal Herria y no como yo lo había escrito.

            Un saludo.

        • Isaías, sigo estando básicamente de acuerdo contigo, pero la entelequia Euskal Herria, a día de hoy, sigue siendo para un buen puñado de vascos y navarros un referente cultural de orden, si quieres llamarlo así, folclórico, festivo-reivindicativo, gastronómico o simplemente un artefacto simbólico que les ayuda a ordenar el mundo, su mundo más inmediato. ¿Qué es sino el Nafarroa Oinez? ¿El Euskara Bizirik? ¿Los partidos de fútbol de la Euskal selekzioa? ¿O las exhibiciones de deporte rural en las fiestas de los pueblos? Te puede sonar ridículo, a mi en ocasiones me lo parece por su carácter excesivamente comunitarista, gregario y en ocasiones hasta excluyente, sobre todo cuando los chicos de Otegi tratan de patrimonializarlo, auténticos expertos. Pero no dejan de ser representaciones sociales tan funcionales como lo son las procesiones de Semana Santa o las fiestas de Moros y Cristianos. Quiero decir que relacionar todo eso con ETA y su entorno a mí me parece cuando menos bastante injusto, aunque que duda cabe que eso (ellos) está ahí. Sería como relacionar a todos los socios del R. Madrid con los Ultra Sur o a la fiesta del Rocío con Queipo de Llano. Y respecto a la pequeña provocación del trabajo… ¡joder! con la que está cayendo y con la legislación laboral actual tener una postura mínimamente reivindicativa no es tanto una actitud (que también, siempre lo ha sido y siempre lo será) como una condición de posibilidad que a día de hoy sólo está reservada a ciertas minorías profesionales, entre ellas los funcionarios y eso que un su día se llamo clase obrera y que ya empieza a ser otra entelequia. ¿Qué podía hacer un profesional de la televisión valenciana, por ejemplo un técnico de sonido, endeudado hasta las orejas ante lo que veían sus ojos? Hubiera durado dos telediarios y fuera hace mucho frío ¿Eran todos enchufados? Yo lo dudo ¿Es tan palmero del poder un directivo como la encargada de peluquería? Creo que no. Quizás el ejercicio de memoria que ahora están haciendo es porque cuando lo has perdido todo ya no tienes nada que perder, y sí, la memoria es selectiva pero el derecho al pataleo es universal, igual que el miedo. Osasun, Isaías. Un placer.

          • Hola de nuevo, Koldo:

            Antes que nada y también respecto a Jaunzuria, agradezco de veras el tono y el fondo de la respuesta, así como el contenido. Se aburre uno a veces de leer respuestas cavernícolas en foros de intercambio sensato como, se supone, debería ser éste.

            Al igual que hice con Jaunzuria, tomo nota de tu corrección, por querer acotar bien qué se entiende por Euskal Herria. Es una buena precisión. ¡Gracias!

            Y te entiendo perfectamente cuando hablas de la apropiación que ha hecho el mundo de ETA o del mismo PNV y sus satélites de la cultura vasca en nombre de supuestas o reales esencias. Sin ir más lejos, mis propias palabras denotan que, inconscientemente, he «comprado» su discurso, que es justo lo que ellos quieren. claro está. Del mismo modo que Franco quería que ser español fuera sólo lo que él decía y que lo demás fuera «Antiespaña». O que la única forma der ser del R. Madrid sea ser un facha irredento.
            Es curioso, tanto que quieren marcar distancias con Franco y su famosa «España de coros y danzas» y resulta que para mucha de esa fauna ser vasco o euskaldún en la práctica se queda en eso.
            Yo soy canario y desde siempre me ha interesado indagar en el pasado del sitio en el que nací, ya sea la época anterior a la conquista o después, y te puedo decir que estoy muy, pero que muy harto del uso y de la manipulación que se hace desde instancias políticas, en conveniente conchabamiento con instancias culturales y educativas, de todo aquello que se entiende por cultura canaria, que, por desgracia y si vas dejarla en manos de esa caterva, se queda en tipismo idiota y todo un sinfín de disparates, sin la más mínima apoyatura en la realidad, referidos al pasado aborigen. Se escudan, como no podía ser de otra forma, en la ignorancia de la gente, a la que le han vendido una mercancía muiy averiada. Es, resumiendo mucho, confundir lo aborigen con lo que yo llamo «guanchismo» (por los guanches, que, en propiedad, eran los habitantes de Tenerife pero que, por extensión, ha acabado por denominar a todo lo prehispánico, del mismo que canario, en origen, era el apelativo que se daban a sí mismos los habitantes prehispánicos de Gran Canaria y ahora designa a todos los habitantes del archipiélago), es decir, toda una serie de «teorías», a cual más «colocada», del origen de esa gente, de cómo era su sociedad o de qué lengua hablaban, ya que no quedan evidencias escritas fiables de aquella época.
            A ese respecto, se insiste en que lo que hablaban los guanches es tamazig o amazig, que es la lengua que hablan los actuales bereberes y que cuenta con bastantes hablantes en el norte de África, en especial en Argelia. Decir eso es un disparate, básicamente porque, ya digo, los guanches no dejaron documentos escritos de su lengua y lo que queda no son sino términos sueltos y topónimos que se han ido castellanizando, como no podía ser de otra forma. ¿Que esos restos nos permiten decir que lo que se hablaba aquí debia parecerse al amazig? Hasta ahí vale. Pero de ahí a que haya una conexión directa entre ambos idiomas, un salto puro y duro entre el pasado y el presente, como si el propio bereber actual no hubiera evolucionado a lo largo de los siglos, entre otras cosas por el contacto con el árabe o el francés, es una idiotez tan grande que sólo se entiende, insisto, como fruto de mentes delirantes, de ignorantes supinos o de acomplejados varios que «piensan» (es un decir): «Como los catalanes tienen el catalán, los vascos el euskera y los gallegos el galego, pues nada, ahora nosotros decimos que aquí lo que se hablaba era el tamazig y ahora todos, en nombre de la patria canaria, tenemos que darla la patada al español, olvidarnos de nuestra cultura, cristiana, occidental, imperialista, machista, chunguísima, y ponernos a hablar amazig». No aclaran si hay que hacerse musulmanes o habría que rescatar los rituales aborígenes… Hay cosas de los más divertidas al respecto. Bueno, te ríes por no partirles la cara de un guantazo, a ver si se hacen adultos de una puñetera vez.
            En fin, que habría mucho de qué hablar y seguro que nos encontraríamos con muchos elementos comunes de paletismo xenófobo disfrazado de «autenticidad».
            Y en cuanto a lo del trabajo, para nada quiero dar a entender que uno tenga que quedarse callado con la que está cayendo, ni mucho menos. Hay motivos de sobra para estar más que cabreados y exigir responsabilidades y soluciones o alternativas a este desastre. Lo malo es que lo que tiendo a escuchar como alternativa no es sino más de lo que se probó en el pasado y ya sabemos de sobra que no funciona. Y claro que el técnico de sonido no está ahí para montarle el espoliche a Fabra, Camps o quien sea: como bien dices, bastante hace con tener su puesto de trabajo y pagar su hipoteca o el colegio de los hijos. Pero los jefes de informativos, los redactores jefes, los directivos de grado medio o alto, todos esos sí que tenían posibilidad, y la obligación, si me apuras, de haber dicho en alto qué estaba pasando. Y ésos sí que tienen una responsabilidad clara en lo ocurrido. Fabra y otros mamones como él se escudan en la sanidad y la educación para justificar lo que hacen, cuando todos sabemos de sobra que nada de eso les importa un carajo. Pero, en iguales términos, los que callaron cuando podrían no haberlo hecho se escudan en el técnico de sonido o el cámara que se queda en el paro para correr un tupido velo y tratar de hacernos olvidar qué hicieron. O qué no hicieron.

            Un saludo.

            • Gracias por tus palabras Isaías, yo también te agradezco el tono y el contenido de tus mensajes. Me ha parecido muy interesante lo que cuentas sobre Canarias, y sí, nos encontraríamos con muchos elementos comunes de paletismo xenófobo disfrazado de “autenticidad”. Pero no es incompatible tener una actitud crítica a la vez que rigurosa con una cierta comprensión de las inconsistencias, contradicciones e incluso estupideces humanas. Como decía un profesor mío (y perdona la pedantería): El espacio lógico y el espacio físico no son los mismo, en el primero hay contradicciones y falacias, mientras que en el segundo sólo oposiciones. Por cierto, no te preocupes mucho por utlizar la voz «Euskalerria», no es del todo incorrecta y aún aparece en escritos, entidades, placas, himnos… etc., que son anteriores al proceso de unificación y normalización llevado a cabo por Euskaltzaindia (Academia de la lengua vasca). De esta forma, la utilización de la voz Euskalerria sólo denota un uso quizás anticuado o extemporáneo, propio de un euskalzaharra (vasco viejo) y por tanto más auténtico y conectado a los orígenes milenarios y esenciales de la lengua vasca (esto último es una broma maliciosa). De hecho, así aparece en el himno carlista conocido como «la marcha de Oriamendi» (¡Gora España ta Euskalerria!). Paradojas de la historia como que incluso Blas Piñar y sus secuaces prefirieran el término, en este caso ya Euskal Herria, ya que no denotaba un uso político (separatista) que si tenía entonces el de Euskadi o Euzkadi que fue inventado por Sabino Arana. Así las cosas lo que fue un término inventado por un nacionalista racista como Arana (Euzkadi o Euskadi) es ahora sinónimo de Comunidad Autónoma Vasca perfectamente legal y recogido en el Estatuto de Gernika y en la Constitución española. Y lo que es la traslación al euskera del término Vasconia o «tierra del euskera o donde se habla euskera» (Euskalerria o Euskal Herria) es ahora utilizado por los partidos nacionalistas vascos como la futura realización de un proyecto de Estado independiente que hunde sus raíces en la historia de la «nación vasca» (con permiso de los navarros, nacionalistas o no, que protestan diciendo que el único Estado Independiente que ha existido es el antiguo Reino de Navarra). Como puedes comprobar todo esto «mata» pero de aburrimiento y nos produce cierta pereza a algunos, mientras que otros se han arrogado el derecho inalienable de matar (esta vez literalmente) por la «puta Idea». Siento el rollo Isaías, pero cómo hemos llegado al fenómeno terrorista ETA es para tesis doctoral y yo no la tengo. Lo único que puedo expresar es rabia y tristeza, mucha tristeza. Osasun (salud), Isaías, un placer el encuentro.

  13. El salario de la empleada de hogar lo regula el mercado, ya que no dispone ni de lobbys, ni sindicatos, ni gremios que las respalden, aún así perciben más dinero por su trabajo del que Mikel dice haber recibido por un encargo concreto. No estaría mal reflexionar sobre que demanda existe para lo que ofrecemos, en lugar de quejarnos del precio que obtenemos.

  14. hombre, un par de cosas respecto a los precios

    un día y medio en horas son 36 horas

    no creo que haya estado 36 horas haciendo el artículo, cuando a una empleada de hogar le pagas tres horas ha estado casi las tres horas limpiando.

    por otro lado 50 euros al día, por 40 horas semanales, son 1000 euros al mes, es lo que cobra más o menos un mileurista de siempre

    no es un gran sueldo, claro, pero la precariedad no es en el periodismo, sino también en la informática, el diseño, la hostelería, la arquitectura, y un largo etc

    no digo que eso esté bien sino que es generalizado

    • Efectivamente Tony, sin embargo a Mikel le parece razonable para la empleada del hogar pero no para él. Luego vamos de progres, pero primero las cosas ordenadas, no vaya a ser que me confundan.

    • Resulta curioso, pero es evidente que las mate valen para algo más que para aburrir al alumnado…

  15. Perdonad, pero efectivamente como indicaba otro lector más arriba, ¿no os cansais de entrevistas cuyo hilo conductor es la forma de hacer periodismo? He leido 20 de esta temática ya en JOTDOWN
    Da la sensacion de que cuando no teneis entrevistas con personajes relevantes, acudis a los amigos y os montais la charlita.

    Respecto al contenido… la entrevista aporta poco salvo esas apreciaciones sobre el elitismo de la gastronomía. Bien escogido el titular!! Sino ni entraríamos a leerla.

    Por cierto, defender lo indefendible (el mantenimiento de Canal Nou), aparte de tener poco que ver con el resto de la entrevista, sólo pueden hacerlo hoy en día gente muy acomodada e ideológicamente tendenciosa. Lo que habría que hacer es cerrar otros tantos canales autonómicos deficitarios.

    • ¿Y no sería mejor hacer televisiones públicas que cumplan con su cometido, en vez de ser voceros del que mande? Al final gana el discurso de «la tele pública es una mierda, vamos a cerrarla en vez de arreglarla». Luego nos quejaremos de que las privadas solo programan mierda porque viven de las audiencias.

  16. Veo mucho peso del entrevistador aquí.Cuando he visto que la entrevista era a Mikel he sonreído y me he preparado para disfrutar. No he disfrutado nada. Aburridos los dos, uno por preguntar obviedades que llevan años repitiéndose y el otro por no soltar ni un titular.
    En fin, primera entrevista de Jot Down que me decepciona.

  17. Tuista Poa

    Grande Palomero, con Epi y Sibilio, menudo trío…

  18. Pingback: Mikel López Iturriaga: «Ha habido mucho elitismo y mucha tontería en la alta gastronomía española»

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