Un repaso a la discografía de la que hoy es una de las bandas musicales con mayor capacidad de convocatoria y sin duda uno de los mejores grupos de rock que jamás hayan existido. Dividiremos esa discografía en dos etapas, ya que generalmente se asume que la historia de AC/DC está marcada por la muerte de su legendatio vocalista Bon Scott, por más que hayan sido los hermanos Young los líderes y máximos impulsores de todo el tinglado.
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Single: Can I sit next to you girl (1974)
Bien, estrictamente hablando esto no pertenece a la era Bon Scott. Se trata del único single que grabaron con su primer cantante, Dave Evans. Los hermanos Angus y Malcolm Young estaban ya a las guitarras, naturalmente, pero en este tema el bajo fue grabado por su hermano mayor y productor, George, y los ritmos por su primer batería, Colin Burgess. Este embrión de los futuros AC/DC está bastante influido por el glam rock de la época, pero ya contiene varios de los ingredientes que harían célebres a la banda: power chords, coros agresivos y una tendencia a primar la energía y la electricidad por encima de todo. Por cierto, el nombre de la banda fue sugerido por una de sus hermanas que tuvo la idea al ver el botón de un secador eléctrico, así como la sugerencia de que Angus saliese al escenario vestido de colegial. Así que todo quedaba en casa.
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High Voltage (edición australiana, 1975)
El álbum de debut, grabado en poco más de una semana, que les da a conocer en Australia. Malcolm y Angus, los dos hermanos que escriben la música de la banda, cuentan con la experiencia de su hermano mayor George Young, quien ya había conocido el estrellato con los Easybeats. También con la instantáneamente reconocible voz de su nuevo cantante, Bon Scott. Al igual que los hermanos Young, Scott provenía originalmente de Escocia y sobre todo tenía una gran experiencia en el mundillo tras haber militado en la boy band The Valentines (no se pierdan a Scott en la parte superior derecha de esta actuación, ¡con blusa de volantes y peinado sesentero!) y en el combo hippioso Fraternity (donde también resulta chocante verlo cantando rock progresivo de tintes folkie: véanlo ustedes mismos). Scott, pese a su carácter bohemio, conocía bien los intríngulis del negocio musical y captó inmediatamente el potencial de los hermanos Young, conducidos por una disciplina y una determinación casi militares. Supo que aquellos tipos iban directos al éxito y decidió subirse al carro, aportando la inimitable imagen de canalla portuario que lucía por entonces y sobre todo su increíblemente expresiva voz, más chillona que en sus anteriores bandas. Este disco conocería dos versiones: la original australiana de 1975 y una reedición internacional con algún cambio editada al año siguiente, que probablemente es la que tengan en casa la mayoría de los lectores fans de la banda.
Little lover: Un medio tiempo largo y relativamente pausado, algo inusual en los discos de AC/DC por entonces, que muestra influencias del hard rock típico de la época, saliéndose un poco del boogie rock poderoso que los caracterizaba por lo general:
Baby, please don’t go: La edición australiana del álbum contenía esta canción de Big Joe Williams, aunque basada en la versión de los Them de Van Morrison, una de las influencias principales en los inicios de AC/DC. En esta actuación podemos verlos interpretando el tema, con Angus luciendo su habitual traje de escolar y Bon Scott respondiendo a su manera, ¡disfrazado de colegiala con coletas!
You ain’t got a hold on me: Otro tema característico de los inicios, cuando todavía no hacían constante énfasis en una sonoridad explosiva y podían llegar a sonar incluso relativamente moderados:
Show Business: Un divertido boogie rock de estructura tradicional, muy en la onda de lo que harían en los siguientes discos. Como puede comprobarse, están en camino de encontrar su propio sonido, pero todavía les queda un pequeño empujón para ser los AC/DC que todos conocemos.
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T.N.T. (edición australiana, 1975)
El segundo disco. AC/DC era una de las bandas más trabajadoras que ha habido en el rock, haciendo dos y tres conciertos diarios siempre que podían y recorriendo la amplia geografía australiana en furgoneta. El intensísimo rodaje en directo les lleva a descubrir que el público responde mejor ante su faceta más rítmica y dura, así que se adentran todavía más en un boogie rock pasado de watios que realmente es música de raíces pero pasada por el tamiz de una muralla de guitarras. El quinteto se completa con el nuevo batería Phil Rudd —una pieza que con los años se probó insustituible— y el bajista Rob Bailey. Aquí, finalmente, sí podemos decir que suenan definitivamente a los AC/DC clásicos y de hecho empiezan a llegar sus primeros himnos inmortales.
It’s a long way to the top (if you wanna rock’n’roll): Me suena que esta canción ya salió en algún artículo, pero no queda más remedio que ponerla de nuevo. El gran momento de la canción reside las gaitas, un inesperado guiño al origen escocés de los hermanos Young y de Bon Scott (encargado de ejercer como gaitero). Las gaitas sonaron sorprendentemente bien en mitad del tenso rock característico de la banda. Con esto se abría su segundo álbum, lanzando el profético mensaje de que «hay un largo camino hasta la cima si quieres dedicarte al rock’n’roll», además de una especie de recordatorio de que «somos australianos… pero no tanto»:
The Jack: Un medio tiempo en tono de rhythm & blues, pero tamizado por la maquinaria rítmica en que AC/DC ya se están convirtiendo. Un guiño a la tradición blues de los que abundarán en la carrera del grupo. Bon Scott canta el tema con la mejor de sus entonaciones chulescas y con una de sus letras característicamente repletas de dobles sentidos, referencias sexuales y un gamberro sentido del humor.
Rock ‘N’ Roll singer: Power chords, bases rítmicas secas, cortantes y un constante groove se han convertido en la especialidad de la casa. Aquí se bastan con un sencillo e infeccioso riff que una década más tarde más tarde copiarían The Cult en su por otro lado magnífica Wild Flower:
T.N.T.: Uno de los temas más básicos y trogloditas del disco, con el divertido toque de los coros a lo hooligan («Oi! Oi! Oi!»), que ya parece anticipar la intención de crear canciones que puedan ser coreadas por una multitud de jóvenes repletos de testosterona. Marca el giro de su música desde un blues rock más tradicional hacia un estilo marcado por la contundencia:
High Voltage: Uno de los mejores temas de su primera etapa, en donde más se les nota la fijación por el boogie rock y el rock and roll de los años 50 (es bien sabido que Chuck Berry es el gran ídolo de Angus Young). Una estrofa tan pegadiza como si fuese un estribillo, y un estribillo arrollador como el séptimo de caballería. Y por encima de todo, la voz de Bon Scott desgranando la canción con esa extraña mezcla entre intensidad y pasotismo —algo en plan «adoro cantar esta canción, pero bien podría estar haciendo cualquier otra cosa»— que solamente él sabía conseguir:
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High Voltage (edición internacional, 1976)
La repercusión europea de Dirty deeds done dirt cheap hace que se edite este álbum, titulado como su debut australiano, aunque en realidad contiene temas de los dos primeros discos editados en su país de origen. Aquí en España es la versión que se vendía tradicionalmente, y es el primer disco de AC/DC que pudo comprarse en el resto del mundo sin que fuese un exótico artículo de importación.
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Dirty deeds done dirt cheap (1976)
Con un fabuloso título, el tercer álbum supone otro salto de calidad. Si sus dos primeros discos ya eran fantásticos, aquí parecen sentirse todavía más cómodos en su piel y no dudan en lanzarse a por todas sin complejos, básicamente grabando lo que les viene en gana. Así, suenan más agresivos y gamberros que nunca. Por entonces estaban descubriendo que no había banda que pudiera hacerles frentes en directo —el 99% de las veces se comían a sus compañeros de cartel— y esa confianza se trasluce en el álbum, donde empiezan a experimentar y dejarse llevar por su faceta más desenfadada. El boogie rock tiene una preponderancia incluso mayor, pese a que todo suena más contundente. Existen dos versiones del disco, la original australiana y otra internacional, que varían en alguna que otra canción. Este fue el primer álbum con el que se dejaron oír en Europa.
Dirty deeds donde dirt cheap: El tema que da título reincide en el sonido contundente de temas como T.N.T. Esta canción (que en los años 80 tendría una segunda vida cuando el disco se convirtiese tardíamente en un éxito mundial) es una muestra más de la facilidad con que AC/DC dominaban su faceta más puerilmente anárquica, algo que terminaría haciéndolos conectar con el público adolescente.
Rocker: Un rock and roll sencillo, acelerado y directo a la médula. Tanto la música como la letra dejan claro —por si alguien no lo sabía— cuál es la clase de música que les gustaba a estos tipos. AC/DC no acostumbraban a grabar temas excesivamente veloces porque el groove y el cuidado de la cadencia rítmica eran ingredientes básicos en su música. Pero cuando se decidían a hacerlo parecían una locomotora en marcha.
Big balls: Un tema bastante insólito en el repertorio de la banda y probablemente el más deliciosamente estúpido de toda su discografía. Bon Scott declama —con ese estilo que nadie ha podido imitar jamás— una cachondísima letra en la que juega con el doble sentido de la palabra balls («bolas» y «bailes»), componiendo un hilarante poema sarcástico repleto de equívocos sexuales y bastante carga de ironía social hacia las clases altas. Hay gente que la considera una de las mejores letras de Bon, y probablemente tengan razón. AC/DC siendo punks antes de que el punk se hubiese puesto de moda. Lo dicho, una auténtica delicia.
Ain’t no fun (waiting round to be a millionaire): Un canto a la vida del rockero («no es divertido intentar hacerse millonario»). Y una canción desacostumbradamente larga para ser de AC/DC. En la primera parte del tema, Bon Scott recita su filosofía y su modo de vida, con los que no pocos de sus oyentes podían (o podíamos) identificarnos: «tengo agujeros en mis zapatos, tengo agujeros en mis dientes, tengo agujeros en mis calcetines». La segunda parte es una repetición de la frase principal en un crescendo de intensidad. En la tercera parte y mientras la banda cabalga de manera desbocada, vuelven a repetir la frase principal del título con otra melodía. Bon Scott hace una tremenda demostración de feeling y la sección final de la canción contiene varios momentos escalofriantes de esos que Bon podía crear con su inigualable voz. Si los tres minutos finales de este tema no le ponen a usted los pelos de punta, es que a usted no le gusta el rock’n’roll. Que está en su derecho, claro, pero… usted no sabe lo que se pierde. Una maravilla de siete impresionantes minutos.
Ride on: Uno de los escasos temas lentos y melódicos grabados por los AC/DC de los 70 («no soy tan viejo como para no llorar cuando una mujer me pone triste»), aunque en este terreno demuestran sentirse también en su salsa. Sirve para comprobar la técnica vocal de Scott, quien se pone a jugar con un amplio repertorio de recursos y filigranas. El calificativo «bonita» no es el que se ajusta a muchas canciones de AC/DC, pero en esta ocasión sirve perfectamente. En cierto modo, casi es una pena que no se decidiesen a grabar más temas en esta onda, claro que entonces no serían ellos.
Jailbreak: Incluida únicamente en la versión australiana del disco (no en la versión internacional) aunque fue rescatada para el público mundial durante los ochenta, en el EP 74’ Jailbreak. Es un tema sencillo en el que podemos apreciar claramente uno de los ingredientes básicos de la música de AC/DC: el inimitable groove proporcionado por la guitarra rítmica de Malcom Young, generalmente en la sombra tras los solos y la exuberante personalidad escénica de su hermano menor. Una canción tremendamente pegadiza sobre una fuga carcelaria y un divertido videoclip con un Bon Scott en plena exhibición de carisma macarra:
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Let there be rock (1977)
El cuarto álbum supone un nuevo paso adelante. En trabajos anteriores la banda sonaba compacta, pero ahora empieza a ser como una muralla de sonido. Abandonan los medios tiempos más calmados o las bromas estilo Big balls y se centran únicamente en el boogie rock más duro y directo, el que tan buen resultado les está dando en sus conciertos. Dicho de otro modo: renuncian a matices para ganar pegada. Así pues, esa muralla de sonido domina todo el álbum… pero a la vez están componiendo algunas de sus mejores canciones hasta la fecha. El resultado, claro, es una bomba. También para este disco, como sucedía con Dirty Deeds, existen dos versiones: una edición australiana y otra destinada al mercado internacional.
Go down: La canción que Bon Scott dedicó a una groupie famosa por el grosor de sus labios y su habilidad para proporcionar sexo oral. El título lo dice todo («ve ahí abajo»). Lo mejor es el intermedio en el que Bon Scott y Angus Young juguetean —uno con su voz y el otro con su guitarra— simulando el crescendo de una felación. Uno de los varios martillazos rítmicos del álbum.
Let there be rock: Un tema en el que nos hablan sobre la historia del rock en tono bíblico («hágase la luz, y la luz se hizo; hágase la batería, y la batería se hizo; hágase la guitarra, y la guitarra se hizo; hágase el rock»). El grupo se dedica a galopar cual caballo desbocado, con algunos de los fragmentos más adrenalínicos que grabaron por aquellos tiempos. Como curiosidad, durante la grabación del videoclip en una iglesia —habían engañado al cura, claro—, Bon Scott (caracterizado como el sacerdote más molón de todos los tiempos) se partió una pierna tras dar el salto que vemos en algún momento del clip (minuto 4:20 para más señas). Aun herido y antes de que se lo llevaran al hospital, todavía tuvo tiempo de grabar alguna secuencia donde podemos verlo con cierta expresión de «me estoy aguantando pero estoy jodido». También comprobamos que Angus Young tenía bien asumido su papel de histrión de la banda, el cual siempre cumplió a la perfección y se convirtió en uno de sus grandes guiños escénicos. Por cierto, Bon Scott se equivocó al grabar las voces con la secuencia bíblica y puso el sonido antes que la luz en el acto de la Creación. Gran canción, entrañable videoclip.
Whole lotta Rosie: Este pedazo de dinamita, que siempre es una de sus canciones que mejor funciona en directo, estaba dedicado a una mujer particularmente rellenita que al parecer fue una de las mejores amantes que afirmaba haber tenido el escuálido Bon Scott. Es probablemente uno de los puntos álgidos de AC/DC en esta época, dotada de una fuerza descomunal casi imposible de reproducir.
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Powerage (1978)
Quinto álbum en estudio de la banda, el primero que editan pensando directamente en el mercado internacional. Siempre es difícil comparar los discos de esta época debido a su estilo similar y básicamente porque están todos a un tremendo nivel, pero aquí quizá estén empezando a alcanzar la perfección en su fórmula. Escuchamos inicios de canción marcados por fragmentos de tensión que dejan al oyente expectante, una máxima compenetración entre los músicos, y nuevos e inspiradísimos riffs. En este álbum hay varias canciones memorables que mucha gente no suele tener en cuenta, que quizá no son los típicos himnos que suenan en la radio, pero que están entre las mejores composiciones del grupo en aquellos años. Por cierto, el bajista Mark Evans salió de la banda, siendo sustituido por el inglés Cliff Williams. Así, el batería Phil Rudd ya era el único miembro de AC/DC que había nacido en Australia.
Riff Raff: Una de las grandes joyas del disco y una de las más grandes canciones de la historia de AC/DC, que ya es decir. El concepto «intro» alcanza nuevas cotas en AC/DC, porque transcurren casi dos minutos hasta que Bon Scott empieza a cantar. Un tema explosivo con una estructura cuidadísima y que contiene uno de los mejores riffs de guitarra de toda su discografía. Una buena muestra del enorme poder de este grupo: fuerza tremebunda, pero sin perder ese toque boogie que les da tanto encanto. Sin un solo instante de respiro… todo pura energía y vitalidad. Maravillosa.
Sin City: Al contrario que en Riff Raff, aquí no manda una sucesión de riffs sino una constante rueda de power chords («acordes potentes», vamos) sobre la que Bon Scott habla de Las Vegas. Una canción prototípica de la fórmula AC/DC, pero depurada hasta su máxima esencia.
What’s next to the moon: Otra joya «oculta»que mucha gente no suele tener en cuenta pero que es una auténtica maravilla, he de confesar que una de mis favoritas del grupo. Un medio tiempo conducido por un atmosférico riff arpegiado y un estribillo absolutamente fantástico que entra de repente, como un puñetazo. Sencilla, pero perfecta en sus tres minutos y medio, de principio a fin. No será tan popular como otras, pero para mí es una muestra de lo increíbles que podían llegar a ser AC/DC.
Up to my neck in you: …y de nuevo un tema que algunos no tienen muy en cuenta pero que es otra joya inmortal. Un rhythm & blues de estructura tradicional sazonado con energía atómica, donde de nuevo brilla muy especialmente Bon Scott: lo que este hombre hace con su voz en esta canción es verdaderamente digno de estudio para cualquier aspirante a cantante que quiera saber cómo sobresalir por encima de una muralla de guitarras, sin por ello tener que renunciar a un ápice de expresividad. Impresionante. Bon Scott era uno de los más dignos herederos de Little Richard y una de esas escasas voces de las que uno puede decir: el rock and roll se canta así.
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Highway to hell (1979)
El sexto disco, para mucha gente la obra cumbre de AC/DC en su etapa con Bon Scott. Y personalmente estaría de acuerdo con esa apreciación. Sus cinco anteriores álbumes son fantásticos, todos, sin excepción. Pero es que aquí cada canción parece tocada por una varita mágica: diez canciones, diez himnos imperecederos. La fórmula es la de siempre, el sonido es bastante similar al de Powerage, pero básicamente el nivel es tan alto que perfectamente podría pasar por un recopilatorio con lo mejor en toda la carrera de una banda. Ojo, vuelvo a insistir que los trabajos anteriores no desmerecen, pero en Highway to hell AC/DC rayan la perfección en su estilo. Ninguna otra banda ha conseguido reproducir esta vibración, aunque son muchas las que lo han intentado una y otra vez. Si ya era difícil seleccionar canciones para una lista con los demás trabajos, aquí casi hay que recurrir a lanzar una moneda al aire o sencillamente habría que incluir las diez canciones de golpe. Si usted nunca ha escuchado a AC/DC, este es el disco por el que debería empezar porque aquí los tiene en su esencia más pura. Con este álbum comenzaron a saborear el éxito: el disco fue número ocho en el Reino Unido y lo que es más importante, por muy poco no llegó al Top Ten también en los USA. Finalmente estaban recibiendo atención internacional, vendiendo muchos discos… parecían estar al borde de poder llegar a convertirse en algo verdaderamente grande. La sensación es que solamente necesitaban otro buen disco para consagrarse definitivamente entre la realeza del negocio. Lástima que Bon Scott no viviese para verlo.
Highway to hell: Por algún motivo, la canción más conocida de AC/DC entre el público en general y con bastante diferencia. Quizá se deba a su instantáneamente reconocible inicio, de esos que parecen diseñados para sonar en la radio. O quizá por el estribillo fácilmente cantable. Sea como fuere, es el tema con el que la mayoría de gente asocia a AC/DC por más que cualquier fan pueda tener otros muchos favoritos. Ciertamente suena a himno desde el primer segundo hasta el último, incluyendo una muy descriptiva letra en la que Bon Scott ensalza una vez más el tipo de vida de canalla rockero que estaba a punto de llevárselo por delante en breve:
Touch too much: Un tema potente pero al mismo tiempo con una vocación melódica que parece anunciar en parte lo que AC/DC harán en tiempos posteriores, combinando su energía habitual con estribillos que ya no son tan trogloditas como en los tiempos de Dirty deeds done dirt cheap:
Beating around the bush: Un riff inconfundible como aquel de Riff Raff, aunque esta canción es menos grandilocuente que aquella. El «hachazo» es la marca de la casa, cada golpe es una explosión de dinamita perfectamente cronometrada y pese a la impresión general de que escuchamos a cinco tipos dejándose llevar por un subidón de testosterona, lo cierto es que no hay una sola nota fuera de sitio o que no parezca estar cuidadosamente planeada de antemano.
Get it hot: Un boogie rock que podría haber encajado en High Voltage o T.N.T., donde una vez más hemos de insistir en la idea de que aquellos AC/DC no eran un grupo basado en hacer el mayor ruido posible, sino que el ingrediente fundamental de la mayor parte de su música era el groove, el conseguir un ritmo potente que sin embargo le hiciese a uno mover los pies.
If you want blood (you’ve got it): Un riff ejecutado con precisión milimétrica, una estructura sencilla, un estribillo directo a la médula. Y por encima de todo —una vez más— la voz de Bon Scott, que se apropia de la canción en cuanto pronuncia la primera frase con esa estridencia y chulería características.
Love hungry man: Al igual que en Touch too much, aquí vuelven a darle algo más de protagonismo a la melodía, las armonías y las texturas. El resultado es una canción repleta de electricidad pero también rodeada de un extraño aire melancólico, incluso en sus momentos de explosión:
Girls got rhythm: Boogie rock en estado puro, la clase de canción simple y bailable que AC/DC bordaban con insultante facilidad. Sirva este video sin embargo como agridulce despedida a toda una época, ya que se trata de la última filmación de Bon Scott en vida. La banda apareció en un programa de TVE (sí, en la televisión española) llamado Aplauso, generalmente dedicado a la música hortera que más gustaba —y sigue gustando— por estos lares, pero donde también aparecían bandas extranjeras en pleno auge. Es un playback típico de la época en donde vemos a Bon Scott proféticamente sumergido en una rojiza penumbra: apenas unos días después, fallecería en Londres.
El diecinueve de febrero de 1980, Bon Scott fallecía a los trenta y tres años de edad por causa de una «intoxicación alcohólica aguda», según rezaba el informe médico. Bon terminó muy borracho tras una de sus habituales noches de fiesta en un club londinense, hasta el punto de perder el conocimiento. Un amigo lo dejó durmiendo en el asiento trasero de un coche… con la mala suerte de que su cuello quedó en mala postura, con la tráquea doblada, al parecer asfixiándolo. A la mañana siguiente, cuando fue a buscarlo, Bon seguía exactamente en la misma posición y llevaba horas muerto.
(Continúa)
Pingback: La historia de AC/DC en sesenta canciones (I): La era Bon Scott
Gracias Emilio es la etapa que me gusta de AC/DC no soporto lo que viene después ni a Brian Johnson
Es una opinión respetable pero curiosa. Un crítico dijo de AC/DC que habían hecho diez discos que sonaban exactamente igual, a lo que Angus Young replicó: «Ese tío es un jodido mentiroso. Hemos hecho once discos que suenan igual». :D :D :D :D
Lo cierto es que aunque la voz estridente de Johnson supone un cambio de registro en la banda, es EL ÚNICO cambio de registro que ha habido en la banda. Me encanta AC/DC, esa combinación de guitarras salvajes y ritmo que te hace mover los pies al compás aunque no quieras, pero la verdad es que Emilio podía haber cubierto el expediente poniendo el «High Voltage» y diciendo: «y así doce discos más». :p
Puro postureo. El mejor disco de AC/DC es Back In Black y es post Bon Scott.
El mejor disco de AC/DC es «Dirty Deeds Done Dirt Cheap». El resto es puro cuento.
No soportas lo que viene,… Back in Black por citar uno, … vamos a dejarlo.
estoy cayendo en la cuenta que igual no valía la pena ni responder, pero es que hasta las pelotas me tienen los enteradillos gafapastosos que pueblan Jot Down. «No soporto, no soporto…» venga que aparezca el típico «no entiendo como has nombrado …» sin aportar ningún argumento ni aclarar que tema seleccionado por el autor eliminaría para poner el suyo y ya podemos cantar bingo.
Gracias a ti por leerlo. Aunque a mí sí me gusta la etapa con Brian Johnson. Yo creo que Bon Scott era mil veces mejor cantante, pero el «Black in Black» es DESCOMUNAL y en otros discos posteriores hay unas cuantas canciones muy buenas que jamás me atrevería a menospreciar.
«Shot Down in Flames» , y no digo más.
Muy buen aporte.
Eso sí: ya empezamos con el coñazo sempiterno de «la etapa de Brian…» Váyanse a la mierda: Brian Johnson lleva 33 años de cantante de una banda con un nivel de exigencia de la rehostia (Malcolm Young será un retaco pero tiene más mala leche que Clint Eastwood haciendo de Harry el Sucio o del Sargento de Hierro), a ver cuántos habrían aguantado siquiera la décima parte. Además, grabó el álbum Back in Black: aúnque «sólo» hubiera grabado ese disco, ya merecería estar para siempre en lo más alto de la historia del rock.
No sé por dónde irán los tiros de la segunda entrega de este repaso a la historia de AC/DC pero si la etapa con Brian Johnson no es tan completa como con Bon Scott (y puedo estar de acuerdo en que sea así), no creo que se deba simplemente a la forma de cantar de Brian (me precio de estar en una banda tributo a AC/DC y sé lo que es cantar canciones de uno y de otro: si alguien se cree de veras que cantar como Brian Johnson es un pasteleo, es que no tiene ni puta idea de qué está diciendo). También fue una época de cambios constantes de productor (el bueno de Malcolm, haciendo gala de su mala follada escocesa, ya se iba envalentonando y no estaba por la labor de aguantar cosas con las que hasta no mucho antes tendría que haberse tragado), cosa que no ayuda a definir el estilo musical de un grupo. De hecho, fue cuando echaron a Mutt Lange, quien fuera el productor de sus mejores discos, y se dedicaron a producirse ellos mismos. Y eso fue un error. Además, cambiaron de batería: primero, por Simon Wright (digno batería pero que pegaba mucho más en la banda de Ronnie James Dio, que es a donde se fue al cabo de los años) y luego por Chris Slade, de nuevo buen batería pero no el que necesitaba AC/DC. De hecho, fue quien grabó el directo de Donington, del 91, si mal no recuerdo, para mí un directo perfectamente olvidable: por momentos, un coñazo. Y para un enfermo crónico de AC/DC como yo decir eso son palabras mayores.
Junto con eso, las palizas de giras y grabaciones que se habían dado la década anterior, además de la ingesta de cantidades industriales de alcohol y otras drogas por parte de algunos miembros de la banda, pasaron factura.
Sinceramente, creo que fue todo ese cúmulo de circunstancias, y seguro que se pueden mencionar más cosas, las que hacen que la era de Brian Johnson haya tenido altibajos. Pero ahí sigue el fulano y los que tuvimos la suerte de ver a la banda en su última gira podemos dar fe de que el tipo sobre el escenario bacila lo suyo y con sus casi 70 tacos a cuesta le da sopas con honda a más de uno con edad para ser su hijo o su nieto. Vamos, firmo ya por llegar así a esa edad.
A pesar de los pesares, AC/DC siempre ha sido la clásica banda que sabes que, aunque no hayan grabado una obra maestra (no todos los días está uno en contacto directo con los dioses para grabar Highway to Hell, Powerage o Back in Black), siempre habrá dos o tres temas en cada disco de ésos de partirte la boca. Además, un disco «flojo» de AC/DC sería suficiente para que cualquier otra banda del planeta se dejara arrancar las uñas sin anestesia.
Dicho todo lo anterior, sólo complementar este gran aporte con alguna sugerencia más. Del High Voltage australiano también rescataría Stick Around: bacila un huevo y el amigo Bon se mete un grito al mismo nivel de la guitarra de Angus Young al final del solo que es de caerse de espaldas. Del Dirty Deeds Donde Dirt Cheap añadiría Hell Ain’t a Bad Place to Be: declaración de intenciones marca de la casa. Absolutamente de acuerdo en escoger Go Down del Let There Be Rock, pero añadiría Dog Eat Dog: sencillo, duro y a la cabeza.
Powerage es una joya y casi me pasa lo que con el Highway to Hell: es complicado quitar un tema. Por ejemplo, Down Payment Blues es otra descripción estupenda de Bon de la vida del rockero sin un céntimo («Tengo agujeros en los zapatos / Y no pago mis facturas») pero que no cambia su vida por nada. Y de este mismo álbum la gran joya es Gone Shootin’: casi una especie de medio tiempo, con un groove de miedo y la historia de un tipo al que lo deja la novia, cosa que no le importa lo más mínimo porque la tipa era un loca del copón que le quiere descerrajar un tiro en la cabeza. Bon Scott en estado puro.
Y sí, es cierto, a ver qué tema deja uno fuera del Highway to Hell: es que los que faltan, Walk All Over You, Shot Down in Flames y Nightprowler bastarían para que cualquier mortal dijera, «hey, que yo también sé hacer rock’n roll del bueno».
A disfrutar con estos benditos cabrones y a ver qué nos depara la segunda entrega.
+1
Isaías, coincido totalmente lo que dices. No debe ser fácil para Brian sustituir a Bon, lo que pasa es que los discos con él no pueden ser tan buenos como los primeros, por lo que el problema no es sólo suyo (llevan ya casi 40 añazos componiendo y tocando, que se dice pronto); yo también les ví en la última gira y joder con los señores mayores. El caso es que quizá AC/DC sea uno de los pocos casos en que la pérdida de un elemento esencial no ha determinado el final del grupo (mira a Queen, por ejemplo)
Hi Isaias.
Muy buen comentario el tuyo, coincido en casi todo, salvo en dos cosas. 1ª) Que el show de Donington 91, sea un coñazo y perfectamente olvidable. Yo estuve alli presente en primera fila, y te aseguro que aquello fué una descarga de ROCK, que jamas habia imaginado, vamos que la puesta en marcha de una central Termo-nuclear no es nada en comparacion. y 2ª) Hell aint a bad place to be, no pertenece al Dirty deeds……
Pues sí, es cierto lo que comentas de Queen, que cuando luego lo intentaron con Paul Rodgers, siendo un buen cantante, eso nadie lo discute, no salió, sencillamente. Deep Purple aguantó el tirón (ése es otro grupo al que habría que dedicarle un artículo de este tipo; a ver cuándo la buena gente de jotdown lo hace), igual que Black Sabbath (lo de esa banda es un circo de no sé cuántas pistas), pero fíjate que Led Zeppelin ni lo intentaron: muerto John Bonham, se acabó el duro.
Y es lo que tú dices: joder, que son 40 años grabando y subiéndose a un escenario como para pretender que todo siga siendo como al principio. Como si la gente no se cansara o no se le fueran acabando las ideas. Mira el caso de Iron Maiden: para mí está claro que los 80, tan nefastos para otras cuestiones musicales, son SU década, nada de lo que han hecho después está a la altura; pero, bueno, es lo que hay.
Hola, Seve. La otra respuesta que he puesto y que aparece como para ti era para devilinside. Ya cliqué donde no era. Sorry…
En cuanto a tus comentarios, joder, qué suerte haber estado en Donington. Está claro que tiene que haber sido la burrada en directo. Por eso decía que ésos en una «mala» tarde logran lo que otros no pueden ni soñar así se mueran de viejos. Pero, no sé, no me convencen cómo tocan muchos de los temas, van demasiado acelerados en general; no sé por qué les dio por tocar los temas así en esa gira del Razor’s Edge. De hecho, comentándolo con el guitarrista de la banda tributo en la que estoy (como te podrás imaginar, otro enfermo incurable de «Eisidisitis aguda»), él piensa lo mismo. Olvidémonos de los directos con Bon Scott (Dios del cielo, lo de París del 79 es de no creerse) y centrémonos en los directos con Brian: el No Bull me convence muchísimo más; de hecho, me parece un directazo. Menuda burrada debe haber sido estar en Las Ventas ese día… Igualmente, los directos en Munich de la gira del Stiff Upper Lip y del River Plate me parecen mejores que Donington. Por cierto, se me olvidaba uno más o menos reciente, el del Circus Krone: un muy, muy buen directo, fresco, con un buen feeling del carajo. Claro, ¿punto en común de todos estos casos? Phil Rud. Menudo caballo a la batería: se podrá discutir hasta que se seque el océano Pacífico que si Bon o si Brian, o si Malcolm Evans o Cliff Williams, pero el puesto de batería no tiene discusión: sólo puede ser Phil Rud. Como bien dice Brain Johnson en un entrevista, «He’s is fuckin’ metronome». Es como un reloj atómico en precisión y le pega lo que no está en los escritos.
Y en cuanto a tu otro comentario, tienes toda la razón: Hell Ain’t a Bad Place to Be es del Let There Be Rock. Fallito…
Bueno, ¿qué decir? Realmente justificar una trayectoria de 30 años con un solo disco que está a la altura de los que hizo Bon Scott no me parece una defensa muy contundente, y menos para andar mandando a la mierda a nadie. La etapa de Brian Johnson, después de Back in black (For those about to rock ya fue a esas alturas el peor disco de lejos), supone un descenso de calidad del grupo espectacular. Y en ese descenso, es cierto que unido a otros cambios y al agotamiento lógico en cualquier grupo, el cambio de cantante es, para mí y para muchos, el motivo número 1.
Cierto que pretender defender los 30 años de un cantante en una banda sólo en base al primer disco es excesivo, aunque ése disco sea Back in Black, puede sonar excesivo y yo no pretendo eso. Sólo que como el artículo se centraba en Bon Scott tampoco quise extenderme de más en la etapa Brian Johnson, que para eso ya habrá un nuevo artículo. Pero no, no creo que todo sea Back in Black y ya está. Del mismo For Those… se pueden sacar un buen puñado de buenos temas y, en general, de toda la etapa con Brian se pueden encontrar buenos y muy buenos temas en todos los álbumes, incluyendo los más flojos, que, para mí, son, con diferencia, Fly on the Wall, Blow Up Your Video y The Razor’s Edge. Siempre nos quedará la duda de saber si, de haber seguido Bon como cantante, el nivel habría seguido igual de alto que en los 70. Yo lo dudo; de hecho, nadie lo ha conseguido, por mucho que hayan estado como cantantes de grandes bandas durante años o incluso décadas: no lo consiguió Ozzy con Black Sabbath, ni Dio con los mismos Sabbath o con su propia banda; ni Gillan con Purple o Dickinson con Maiden; o Freddy Mercury con Queen; o Halford al frente de Judas Priest. Ni uno solo de ellos se libra de haber grabado álbumes flojillos o, directamente, para olvidar después de haber sentado cátedra en multitud de trabajos anteriores y posteriores. Esperar que Brian Johnson siempre hubiera de dar 10 sobre 10, no sé, me resulta injusto
Un cambio de cantante, cuando el sonido de la banda ya se identifica con la voz del original, se asemeja siempre a una misión imposible. Tanto Dio como Gillan, por ejemplo, son mejores que Ozzy, pero ninguno era mejor para Black Sabbath que él. Si Triana hubiera fichado a Pepe Roca de Alameda cuando murió Jesús de la Rosa, aquello no hubiera tenido sentido, aunque Pepe cantase mucho mejor. Porque Jesús era el alma de Triana. Afortunadamente ni se lo plantearon. ¿Que Brian Johnson grabó un monumento de album con Back in black? Totalmente de acuerdo. Un album que mantiene, como homenaje a Scott, el mismo estilo, el mismo boogie rock. A partir de ahí se impone el estilo vocal de Brian Johnson, como era normal, y el sonido cambia. Se intenta seguir siendo fiel al espíritu de la banda, pero aquello se parece cada vez menos a AC/DC. Es un quiero y no puedo, y la calidad se va resintiendo. En realidad es otra banda. Que ese sonido guste es totalmente respetable. Pero muchos identificamos a AC/DC con el otro sonido. Con Bon Scott.
Isaías, el Hell ain’t a bad place to be pertenece al «LET THERE BE ROCK», no al «DIRTY DEEDS….».. Grave error, compañero…
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«Touch too much» está genial. Se sale un poco de su estilo característico, como «Let me put my love into you» del Back in black, que podrían haber grabado tranquilamente Whitesnake.
Simplemente, muchas gracias por su artículo. De un incondicional de AC/DC y de Jotdown.
Enorme el articulo!!! Soy un fan y deboto de AC/DC y estoy de acuerdo con todo aqui dicho! El review de big balls es asi exactamente, genialmente descrita!
Felicidades por el articulo!
gracias por escuchar mis ruegos!! seguro ni sabeis que existo jejej pero el ariticulo me ha encantado!!! mi banda favorita tanto con Scott como con Brian, simplemente los amo, no puedo esperar a la segunda parte.
Aunque no te lo creas, recuerdo perfectamente tu comentario pidiendo un artículo sobre AC/DC.
La mejor época fue la de Bonn Scott sin ningún genero de dudas, Back in Black es un gran disco, pero sin olvidar que la mayoría de las canciones ya estarían hechas en tiempo de Bonn, no hay duda que es una continuidad de lo que venia quitando Back in Black y posiblemente otra, nunca he dejado de pensar que si ese disco lo hubiera cantando Bonn hubiera sido un bombazo musical. En la época de Brian J. hay buenos temas pero sueltos y sin olvidar que esta todos los integrantes del grupo excepto Bonn, algo aportaran ¿no?. De todas formas AC/DC para siempre.
Given the dog a bone, have a drink on me, shoot to thrill, etc, cantadas por Bonn, de solo pensarlo se me ponen los pocos pelos que tengo de puntas.
Powerage enterito y en particular » Kicked in the teeth» . SI con eso no te baila hasta el astrágalo lo tuyo no es el rock.
AC/DC… Hace muchos años que llevo escuchándolos y no me canso en absoluto. Es una banda grandiosa.Thundestruk en Donington Park es impresionante, Highway to Hell un mito, Going shooting una obra maestra y me encantó el vivo que hicieron con los Rolling Stones hace algún tiempo.
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Este artículo es un calco de los programas emitidos en MRF de junio y julio de este año. Dos monograficos de la banda divididos en las eras de Bon Scott y de Brian Johnson.
Aunque los programas que están disponibles en la Diezmola de MRF tienen una selección de temas mejor :)
Pues no conozco esos programas, así que debo de ser un genio calcando.
Eso sí, para lo que no hace falta ser ningún genio es para dividir la historia de AC/DC en dos etapas, usando a sus dos principales cantantes como referencia. ¡Es lo que hace todo el mundo! ¿Cómo dividirías tú su historia? ¿Según los colores de las portadas de los discos?
Pues ya que lo mencionas -sin intención de negar el descalabro (perdida irreemplazable lo define mejor) que supone la muerte de Bon Scott -, no he entendido nunca está obsesión que teneis los expertos con este enfoque. A este tema yo siempre le he visto más, desde un punto de vista creativo, tres etapas claramente diferenciadas (que además suelen valer para muchas de las grandes bandas). serian:
Una primera que incluiría la época Bon Scott más Back in black, donde el grupo lo tiene casi todo por demostrar y prisa por enseñar al mundo como se debería hacer música.
Le sigue una etapa de agotamiento creativo, un » ya no tengo nada más que decir pero a ver quien es el guapo que renuncia a la máquina de hacer dinero»
Finalmente, a partir de 1995 una etapa de madurez, donde ya no hay prisa por sacar el siguiente disco antes de que se olviden de ti, un «mis gustos han cambiado, me gusta ir probando cosas nuevas, y como ya no hay quien me tosa, hago lo que me sale de las pelotas y me importa un pimiento lo que digan».
Desde mi punto de vista el cambio de cantante es un añadido que, al coincidir en el tiempo casi por completo con el agotamiento creativo, le da más visibilidad a este y difumina el último salto evolutivo. Personalmente creo que les puede quedar un último gran coletazo que dar, aun que sea con algo que no se parezca en nada al AC/DC de los inicios (puede que a mi ni me guste). Me parece que vuelven a buscar «su» sonido, que evidentemente no será el mismo que buscaban con 20 años, pero que no tiene porque ser malo.
El Hell Ain’t A Bad Place To Be sí sale en la selección de los programas de MRF sobre AC/DC.
SPECIAL ONE [2013-06-29] Chapter 026.1 – Alto Voltaje AC/DC
Yo no pretendo ofender a nadie ni dármelas de purista pero tengo que reconocer que solo me interesa la época de Bon Scott. De hecho me encantan en esa primera parte, me parece un grupo único e imprescindible y sus discos son obras maestras (excepto uno(*), en mi opinión).
El Back In Black me parece un disco con unas cuantas buenas canciones pero no puedo ponerlo al nivel de los anteriores. Eso sí, la que da nombre al disco y el You Soock Me All Night Long están al nivel de lo mejor de la banda.
Del resto se podría hacer un par de buenos discos juntando lo mejor de lo mejor. Pero ya digo, es solo una opinión, no quiero ofender a nadie, que esto de la música (y en especial los AC/DC) parece más delicado que una religión.
Mi canción favorita de siempre: Touch Too Much
Como curiosidad, tuve la ocasión de verlos en Barcelona en el ’91 y… lo siento, la única conclusión que saqué es que no volvería a pagar por verlos. Y hasta el momento lo he cumplido.
(*) El disco al que me refería es el Powerage. Ya, ya sé que todo el mundo dice lo contrario, pero a mí es el que menos me gusta de esta primera (e irrepetible) etapa. Con todo y con eso, lo pongo por encima de cualquiera de la etapa posterior.
Un saludo a todos.
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