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Jordi Pérez Colomé: No es época para esnobs (al menos en periodismo)

Vladimir Putin p

Hace años que existe Internet. También hace bastante que el periodismo escrito está en crisis. Pero después de tanto tiempo de malas noticias para el oficio, empiezan a llegar las buenas. Hace unos días, CNNMoney/Fortune publicaba este artículo: ¿Quién gana dinero publicando en Internet? Daba seis ejemplos: Huffington Post, Gawker, The Awl, Vox Media (que incluye el blog de deportes SB Nation y The Verge), Buzzfeed, Business Insider y Say Media (ReadWrite).

Ninguno es un periódico digital al uso. Si algunos no suenan, es porque son recientes. Todos tienen unos diez años o menos. Excepto el Huffington, no se parecen a los periódicos tradicionales por dos motivos: no tienen ánimo generalista y son más pequeños. Los seis modelos se basan en un tipo de ingresos: la publicidad.

¿Los periódicos en papel mueren porque la publicidad se ha ido y los digitales nuevos viven gracias a la publicidad? Sí. El público se ha movido hacia los digitales y las empresas ven nuevas oportunidades. La gente dedica un siete por ciento de su tiempo a los periódicos, que reciben un 25 por ciento de publicidad. En cambio, dedican un 36 por ciento a Internet y móvil, que se quedan solo con un 23 por ciento de anunciantes. Hay una oportunidad de negocio. Los nuevos departamentos de marketing buscan ese dinero: innovar para dar con alternativas al poco atractivo banner tradicional.

Hace unas semanas hablaba con una directiva en un periódico español. Lo veía negro. Pero no se quejaba de sus colegas periodistas ni de la audiencia, sino de la falta de reacción de su departamento de publicidad. Me decía que la novedad que le pedían eran noticias —¡noticias! que dejaran bien a la empresa de turno. No es la única que me lo ha dicho. Un redactor de otro periódico digital me contó cómo desde el departamento de marketing le enviaron una nota de prensa sobre una campaña de publicidad de una marca, para que hiciera una noticia. La información no era noticia, era publicidad. Pero era el único modo de vender anuncios, decían. No aspiraban a variar lo de siempre. (Por cierto, la tele también empieza a sufrir)

Hay algo de la lista inicial de medios que no he dicho: no solo hacen información, hacen “contenido”. Los periódicos solo informaban con los géneros tradicionales, pero en Internet las opciones son infinitas. Hoy compiten con todo tipo de entretenimientos: en un móvil el salto de una noticia a un videojuego es un click. Los periodistas deben buscar modos distintos de contar la realidad, temas poco tratados, enfoques nuevos. Lo que sea, pero deben hacer algo. No pueden esperar a que alguien les salve o por caridad. Están en este sector para ganar dinero, no para llenarse la boca con la necesidad del periodismo para la democracia.

La web de información más leída del mundo es Mail Online, del periódico británico Daily Mail. Acaban de aterrizar en Estados Unidos para expandirse. Su editor, Martin Clarke, tiene claro por qué son los primeros: los americanos son “un poco lentos cuando un tema despega. Fleet Street [la calle londinense donde estaban las redacciones] era un lugar muy, muy competitivo; a veces demasiado competitivo. Algunos incluso se excitaban demasiado, por decirlo de manera suave. Nos han entrenado para ser populares. No estoy seguro en cambio de que ese asunto sea importante en el currículum de la Escuela de Periodismo de Columbia”. El desafío para un esnob es entrar en la web del Daily Mail y hacer ver que no te interesa nada. (Cuando escribo, la noticia principal es una aseguradora que dejó 250 mil enfermos a cargo de una enfermera por falta de médicos que quisieran hacer noches y fines de semana.)

Esta tradición británica es larga. No hay tabloides solo en Reino Unido, pero allí son mejores. El Daily Mail es sensacionalista, exagerado, tramposo, pero es divertido, humano y bien escrito. Así defendía el sensacionalismo en 1948 Silvester Bolam, director del Daily Mirror entonces el primer periódico de Reino Unido (saco la cita de un libro de un baluarte de aquel Mirror, Hugh Cudlipp, con uno de los grandes títulos de la historia del periodismo: ¡Publícalo, y a la mierda!; Publish, and be damned!):

El Mirror es un periódico sensacionalista. No pedimos perdón. Creemos en la presentación sensacional de las noticias como un necesario y valioso servicio público en estos días de lectura de masas y responsabilidad democrática. El sensacionalismo no significa tergiversar la verdad. Significa la presentación vívida y dramática de hechos para que tengan un impacto poderoso en la mente de los lectores.

Tanto en asuntos grandes como en pequeños y más personales, el Mirror y sus millones de lectores prefieren lo vivo a lo aburrido y lo vigoroso a lo tímido. Sin ninguna duda nos equivocamos, pero al menos estamos vivos.

Dice que es un “valioso servicio público”. El periodismo es contar qué pasa y cada cual puede enterarse de lo que quiere como quiere. La revista Foreign Policy publicó hace unas semanas “Los 14 gatos sin pelo que se parecen a Vladimir Putin”. Foreign Policy no es el medio de relaciones internacionales más sesudo, pero tampoco es el Daily Mail. Comenté este ”contenido” en una clase que di en un máster que dirige el periodista Kim Amor. ¿Por qué hizo eso Foreign Policy? Salieron dos motivos: uno, para cabrear a Putin y, dos, para lograr los 37.000 likes que tenía en Facebook y visitas a su web.

Las visitas son dinero gracias a la publicidad. Pero también es influencia. Gracias a los gatos sin pelo, Foreign Policy puede atraer a otro tipo de lector interesado no en todos sus artículos, pero sí en algunos. Otra lista reciente de Foreign Policy es “36 bigotes que cuentan el conflicto entre Israel y Palestina”. Esa no sirve para cabrear a nadie, pero sí tiene algo de información dada de un modo distinto.

¿Vale todo para lograr visitas? Hay que ver caso por caso, pero cada cual es responsable de intentarlo como pueda. No es época para esnobs, dice Ben Smith, director de Buzzfeed. Si un medio tiene grandes periodistas y logra grandes informaciones el New York Times, por ejemplo atraerá así a sus lectores. Pero hay mucha información ahí fuera que se puede contar de mil modos. Al comprador de El País le parece un buen periódico. Si tiene más un millón de lectores diarios, los artículos esnobs de turno pueden presumir de tenerlos. Pero ahora se sabe quién llega a cada página. Es lógico el lamento porque Siria o el presupuesto del Estado interesan poco, pero la única queja no puede ser por el tema. También importa cómo se cuenta: un gráfico, una imagen, un texto claro.

El público es agnóstico en marcas. Puede ser que esta época de picoteo mediático se acabe cuando los medios que no vivan de la publicidad pongan muros de pago en sus webs, pero entonces más vale que ofrezcan algo sólido y distinto en la mayoría de sus piezas, o nadie pagará. O no pagarán lo suficiente para sobrevivir.

El Daily Mail y los medios del principio hacen bien lo que se proponen y la gente acude. El New York Times y el Wall Street Journal también, y la gente va. Los periodistas solemos decir que sin periodismo no hay democracia. Pero en esa frase hay trampa, falta algo. El célebre presentador de las noticias y de 60 Minutes en CBS, Scott Pelley, dijo hace unos días al recibir un premio en la Universidad de Quinnipiac: “Una democracia tiene éxito o fracasa según su periodismo. Estados Unidos es fuerte porque su periodismo es fuerte. Así funciona la democracia, la democracia es tan buena como la información que el público posee”. El problema no es solo que sin periodistas no hay democracia. Claro; igual que sin jueces, profesores o policías. Pero la frase exacta debería ser: “Sin buen periodismo no hay buena democracia”. El problema no es el sistema, sino su calidad.

Si la democracia solo es tan buena como la información que el público posee, está en su derecho de pedir una información mejor. Ahora que algunos medios nacen y otros se hunden, antes de llorar y rogar que son imprescindibles, hay que ver qué hacen, qué han hecho. El público puede entretenerse con una tontería o un vídeo curioso. La sociedad no se va a hundir por eso. Pero también quiere calidad, que requiere dinero, que puede obtenerse con gatos sin pelo. Si a un esnob no le gusta, siempre podrá dedicarse a defender la democracia.

 

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17 Comments

  1. Pingback: No es época para esnobs (al menos en periodismo)

  2. viruela

    el redactor afirma taxativamente que «El público es agnóstico en marcas»… me gustaría una aportación de datos, a ser posible de índole estadística, que apoyaran dicho aserto, a mi juicio, aventurado… porque al menos en nuestro país la lectura de periódicos es asentiva, estando muy lejos de ser una lectura crítica… la prensa masajea nuestra ideología, siendo pocos los que exponemos la misma a lecturas que la puedan contradecir… y en este contexto, la calidad de la información no es determinante para el éxito editorial

    • ¿Datos?
      Esto es un artículo de opinión, es la opinión del autor.

      Si ésto fuese una noticia que dice que «el público es agnóstico en marcas» entonces sí debería aportar datos.

      Lo que quiere decir es bien simple, los lectores de los periódicos «de siempre» cada vez son menores, la gente se pasa a internet. No hay tanta fidelidad como había antaño a las cabeceras en papel.

      • viruela

        bueno D. Paco, en su último párrrafo, dónde deduzco que usted quiere explicarme el sentido de la «opinión» del redactor, desliza tres afirmaciones consecutivas con las que yo solamente puedo estar parcialmente de acuerdo con las dos primeras… los lectores de los periódicos “de siempre” cada vez son menores (parece ser cierto)… la gente se pasa a internet (sin abandonar del todo el papel)… y No hay tanta fidelidad como había antaño a las cabeceras en papel… respecto a esto último me gustaría que usted explicara los fundamentos de su opinión (sin atreverme a requerirle datos, para que no se mosquee conmigo)… por mi parte, opino (como diletante en la materia no puedo hacer otra cosa) que el lector de periódicos en nuestro país (obviando el soporte, para esto irrelevante), pasta exclusivamente en los medios que considera mas afines a su pensamiento, sin atreverse a cruzar los límites de lo que él y sobre todo su entorno tribal, sancionaría como «bazofia informativa», sin atender en absoluto a las presuntas cualidades formales de los medios en cuestión

  3. Notehagaslíos

    Leo todos los días en mi teléfono el periódico, «el de siempre». Lo leo con la simple voluntad de enterarme que pasa en el mundo. Pero me doy cuenta, que cada vez más, leo también otros artículos en los periódicos esos que llamáis «bazofia informativa» y que a mi hasta hace bien poco también me lo parecían. Y creo que toda la culpa de mi deslealtad la tiene los periodistas que escriben esas noticias. Internet esta consiguiendo que pongamos cara a periodistas que antes no la tenían y creo que ya prima más una buena redacción, fácil, divertida y asequible de algunos de ellos, que la marca que les abone la nómina a final de mes.

  4. Jeremías

    Eso, hagamos un periodismo divertido, facilón y con fotos de gatos. Y que el periodista ponga también la cara y, si es menester, el culo.

  5. El futuro del periodismo sera algo parecido a esto:

    http://www.obamaworld.es/

    No muy grande, muy especializado, serio, sin hipotecas ni trincheras, con financiacion de sus suscriptores.

    • Roberto

      Que es precisamente la página del redactor de este artículo. Y concuerdo contigo, ojalá acertemos.

  6. Cuando los gatos con poco pelo y mucha cara de marhuenda son legión, las trincheras no son ya necesarias sino imprescindibles para la supervivencia.

    • Diego

      ¿Cuál es la diferencia en este caso entre «necesarias» e «imprescindibles»?

  7. Pingback: Blog de Notas » Blog Archive

  8. Álvaro Pelegrín

    La pregunta a hacerse no es quiénes son los seis o siete medios que tienen beneficios, sino por qué los miles restantes no ganan un mísero duro.

    El artículo da la sensación de que se puede ganar dinero con la publicidad en Internet, pero se paga a precios irrisorios.

  9. La información periodística del internet es mentira, no tiene separación de la de papel duro. Esas ideas solo existen en periodista como Colomé que desempleados no les queda otra que agarrarse de tontos útiles que les leen. Eso queda claro, léase esta viñeta: Colomé está ahora pavoneándose como gran señor de la especie periodística-gallinaza en el Cairo gastándose los últimos rastrojito del último crowfunding para vender mentiras. Dicho sacrificio es solo para rendir culto al dictador Mursi que continua mamando la teta de Obama para mantener su corrupto régimen sapatra. Además de adorar sendos dictadores como Mursi, a Jordi le ha venido bien “banear asiduos participantes” de su blog obamaworld que más que contradecir sus ideas socialistoides él cree que le aserruchan el piso de sus ganancias que saca de los tontos útiles de escuelitas secundarias. Colomé no es un buen periodista, es mediocre y además de escribir como chavito de 9 años es risible para dicho oficio que requiere total desprejuicio político ideológico. Ya no le doy más plata para que se pavonee como gallinazo real en cafecitos espressos y apoye mentados dictadores. Colomé me ha desilusionado como periodista.

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  12. aventurero

    Entre hacer un periodismo atractivo y publicar cosas como las de los gatos que se parecen a Putin hay ABISMOS en los que caben multiversos enteros.

    El día que Jot Down publique un «11 semejanzas entre Miley Cyrus y Pablo Iglesias», bye bye

  13. Savonarola

    El problema de la prensa en general es que la práctica totalidad de medios parecen realizados por monos con la misma ideología, es decir, privilegiados bienpensantes en el mejor de los casos, plumas a sueldo en el peor. Si es casualidad o no ya depende de cada uno.

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