Sociedad

A la caza del oro líquido

El mar de olivos visto desde Baños de la Encina - Fotografía de Pablo Mediavilla Costa
El mar de olivos visto desde Baños de la Encina – Fotografía de Pablo Mediavilla Costa

(English version)

Entonces conducen a Ulises a un lugar resguardado, como había ordenado Nausicaa, la hija del magnánimo Alcino; ponen junto a él vestidos, una túnica, un manto, le dan una esencia líquida encerrada en un frasco de oro, y le invitan a sumergirse en la corriente del río”.

La Odisea. Canto VI.

Parte I

Primera hora de la mañana de un domingo de principios de febrero de 2012. Aparece la cuadrilla de jornaleros bajando la cuesta. Son jóvenes de la zona, no hay extranjeros. 12 personas más el capataz, José Francisco, dispuestos para apurar uno de los últimos días de cosecha del año. La infantería va equipada con dos vareadores de gancho STIHL, que enganchan en las ramas gruesas del olivo. El motor —de potencia similar al de una motosierra—comienza a emitir sacudidas y durante unos segundos el árbol temblequea con violencia. El parpadeo que provoca la luz del sol en el plateado envés de las hojas se acelera a espasmos. Las aceitunas caen. Por detrás aparecen varias cabezas de rastrillo que meten en capazos de goma una nube rojiza de polvo con aceitunas, piedras, tierra y hojas. Más allá, la pala del tractor aguarda los portes.

La recolección de este año ha sido cómoda porque no ha llovido en todo el invierno, se espera que el producto sea bueno. “La calidad se consigue recogiendo la aceituna muy pronto, no tan retrasada como habitualmente, y cogiéndola del árbol”, comenta el capataz. “Cuando llueve, la aceituna cae al suelo, hay barro mezclado con todo tipo de productos y con eso no hay forma de sacar aceite bueno”.

Pero no todo son buenas noticias. José Francisco repite un mantra de los olivareros: “Si en invierno no llueve, al año siguiente no hay cosecha”. 2013, auguraba el capataz, “será catastrófico”.

Subiendo la cuesta hasta el pueblo de Baños de la Encina, en la falda de Sierra Morena, se divisa con estupor la realidad. En mitad de la llanura, un delgado ciprés destaca como un rascacielos entre miles y miles de olivos achaparrados en kilómetros a la redonda.

Con 570.822 hectáreas de cultivo, los olivares ocupan el 83% de la superficie agrícola de la provincia de Jaén y casi un 45% de su superficie terrestre. Más de 66 millones de ejemplares del mismo árbol. La metáfora “mar de olivos” es empleada a menudo para describir el paisaje, pero despierta una falsa noción de uniformidad. Es necesario acercarse un poco más para ver las pistas que los propios árboles revelan.

Hay que fijarse en si el tronco del olivo está rodeado o no de tubos de riego. “El olivar era tradicionalmente de secano, si llovía bien y si no, pues te aguantabas. Pero ahora es todo con riego moderno, por goteo”, explica Juan Manuel Matés, catedrático en Historia de la Economía en la Universidad de Jaén y autor de varios trabajos sobre la economía del olivar.

Cuando España se adhirió a la Comunidad Económica Europea, en 1986, los olivos ya eran un cultivo mayoritario en la provincia de Jaén, si bien solo ocupaban un 65% de las tierras cultivables.

Antes también había mucho cereal. Por ejemplo, en la zona de Jódar se producía mucho esparto”, dice Matés, que achaca esta expansión del olivar a factores como “la emigración, que los otros cultivos eran poco rentables o todo el tema de la PAC” —la Política Agraria Común de la UE, que cuenta con unos 100.000 beneficiarios en la provincia—. “El cereal no ha desaparecido, pero se ha reducido mucho, en parte porque no puede competir con los cereales que vienen de fuera. Es una cuestión de oferta y demanda. Al final la gente ve que es más efectivo plantar olivo, es un cultivo más seguro y que se ha revalorizado mucho en estos años”.

Un ejemplo de la magnitud de las inversiones enfocadas a la producción de aceite de oliva es que, en 1986, solo el 11% del olivar en Jaén era de regadío frente a un 89% de secano. 20 años después, la superficie regada había crecido de 52.000 a 183.000 hectáreas. En 2008, en Jaén se regaba ya uno de cada tres olivos, lo que, dice Matés, ha provocado que sean “muy frecuentes las tomas ilegales de agua para regar de ríos, pozos o acuíferos”.

Basándose en la tendencia de la última década, las proyecciones de la Unión Europea sobre el mercado del aceite de oliva, publicadas en julio, estiman que para 2020 habrán desaparecido unas 20.000 hectáreas de olivar de secano. Pero estas estimaciones quizá no tienen en cuenta algo crucial, el probable recorte de las subvenciones europeas al olivar, fijado el 31 de diciembre de 2013, fecha en que concluye la actual PAC. Según los expertos consultados, sin ese vital suplemento económico, solo el olivar modernizado y capaz de ser rentable sobrevivirá. Matés ofrece otra posible salida para el olivar tradicional, ser adquiridos por las grandes empresas olivareras para practicar un cultivo intensivo.

España cuenta hoy con unas 700.000 hectáreas de olivar de regadío y 1.800.000 hectáreas de secano —donde se encuadra el olivar tradicional—. Pese a la notable diferencia de superficie, en 2011, el 52% del aceite de oliva producido en el país procedía del olivar de regadío, según datos de la UE que también indican que, en 2004, el regadío solo aportaba el 33% del aceite.

Desde luego, el olivar de monte o con una cierta pendiente está abocado a desaparecer. Ojalá no arranquen los olivos porque tienen un papel importantísimo en sujetar suelos”, dice Joaquín Muñoz-Cobo, catedrático de Zoología de Vertebrados en la Universidad de Jaén y olivarero. “Esos olivares de llanura, viejos y con unos troncos preciosos, también tienen el hacha encima. Dentro de nada, por desgracia, veremos cómo los arrancan para hacer plantaciones en seco de un olivar bastante productivo por hectárea y con una recolección muy barata”, dice el catedrático.

El biólogo Antonio Céspedes tiene su despacho en una almazara cerca de Baños de la Encina. La almazara pertenece a seis entidades integradas en la cooperativa Nuestro Padre Jesús del Llano: son dos cooperativas menores y cuatro olivareros particulares. En la fachada del edificio hay un cartel blanco que dice: “Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural: Europa Invierte en las Zonas Rurales”. Según los últimos datos disponibles del Fondo Español de Garantía Agraria, la cooperativa recibió 1.060.923€ en pagos directos a la agricultura en 2011.

Céspedes trabaja como técnico en producción integrada. La cooperativa sufraga el 10% del gasto de su contratación (salario y seguridad social) así como las plagas y los tratamientos que el técnico recomiende para enfermedades como la mosca del olivo. El 90% restante lo financian las ayudas europeas. “Cuando alguien compra el aceite en el extranjero, pide un certificado que demuestre que un técnico ha estado a cargo de esa explotación y que haya supervisado el proceso”, explica Céspedes.

Hay que fijarse en cómo es el árbol. En un olivar tradicional, de antes de 1986, los árboles están plantados cada diez o 12 metros. Además, suelen ser olivos de dos o tres pies, con sus troncos y ramas entrelazados. “La mecanización, al tener un árbol frutal de más de un pie, es mucho más costosa, lo cual encarece el precio de la aceituna”, dice el biólogo. “Los olivos de un solo pie son más nuevos. Normalmente están en latifundios”.

Céspedes pone un ejemplo concreto: “Cerca de aquí hay una finca con 22.000 olivos de un pie. Dos personas, uno vareando el olivo y otro cargando aceituna con el tractor, lo han recogido todo en 15 días. El coste de recolección de esta finca ha estado entre 2 y 3 céntimos de euro por kilo. En la misma finca, hay una parte tradicional con olivos de tres y cuatro pies. Llevan 45 días cogiendo aceitunas y el coste de la recolección les sale por unos 15 céntimos por kilo. En la misma finca”.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, un 84% de las explotaciones de olivos en España tiene menos de 10 hectáreas. Es este grupo, el del pequeño olivar, el que ocupa la mayor cantidad de terreno y el más amenazado por su poca rentabilidad.

Si se confirma el recorte de las subvenciones europeas, Antonio Céspedes ve complicada la supervivencia del olivar tradicional, “sacando la aceituna a 15 céntimos cuando el kilo se paga a 24. Con ese margen tienen que echar el resto del año: riegos, abono, poda de los árboles, etcétera. A día de hoy, con subvenciones, ya le está costando dinero al agricultor y hay olivos que se están abandonando”.

Impacto ambiental

Además de la toma ilegal de agua por parte de los agricultores o la documentada contaminación de acuíferos por el uso de pesticidas, el crecimiento desorbitado del olivar en Jaén en las últimas décadas ha provocado otros problemas ambientales.

Joaquín Muñoz-Cobo era uno de los jóvenes que, a principios de la década de los setenta, se arremolinaban en torno a la Facultad de Biología de la Universidad Complutense para escuchar a maestros del naturalismo como Francisco Bernis, José Antonio Valverde, Joaquín Araujo o Félix Rodríguez de la Fuente. Eran los años del nacimiento de la Sociedad Española de Ornitología y su revista Ardeola, de las primeras y tímidas protestas antinucleares.

En 1975, Muñoz-Cobo se interesó por primera vez en estudiar el ecosistema del olivar. “Ha cambiado de forma bestial”, dice el catedrático. “Lo primero que se empezó a notar fue cuando en 1983 empezaron a echar herbicidas de pre-emergencia, lo que quemaba la hierba y dejaba el suelo yermo”.

Recuerda Muñoz-Cobo que antes, cuando se araba de forma tradicional, “se consideraba que la hierba podría aportar nutrientes al suelo. De pronto, las casas comerciales y algunos ingenieros agrónomos dijeron que la hierba era horrorosa porque competía con el olivo por el agua y los nutrientes. Así que empezaron a echar herbicidas que se cargaran el estrato herbáceo”.

Notabas que aquello empezaba a cambiar, sobre todo los granívoros empezaron a disminuir en número de especies y densidad. Luego empezamos a notar también que los insectívoros disminuían. Había menos insectos”.

Con solo dos estratos, el herbáceo y el arbóreo, el olivar es un hábitat relativamente sencillo que, sin embargo, alberga una gran cantidad de especies de aves. “Las aves son muy buenas indicadoras de la salud de los hábitats porque responden de forma rápida a los cambios en el sistema”, dice Muñoz-Cobo. Fundamentalmente pertenecen a dos grupos, granívoras e insectívoras. Estas últimas “proceden del centro y norte de Europa y bajan a Jaén durante el invierno. Aves como la curruca capirotada o el zorzal común sufren a partir de septiembre una transformación interna que hace que dejen de comer insectos y, durante el invierno, se alimenten de frutos. Son especies preadaptadas al olivar que, además, tienen un papel fundamental en la dispersión de semillas, son responsables del aumento de las zonas de labiérnago, acebuche o lentisco”, dice el catedrático.

Estas mismas especies han ocupado las zonas de matorral mediterráneo prácticamente desde la última glaciación, pero algo ha cambiado en los últimos 40 años: “Estas aves antes encontraban un olivar con diversidad de frutos e insectos porque había multitud de setos y arbustos que delimitaban las parcelas”, dice Muñoz-Cobo. “A principios de los setenta, cuando se cambiaron las mulas por los tractores, también se eliminaron los setos. Se pensaba que eran un refugio para bichos horrorosos, culebras, etcétera. Y competían con el olivo. La desaparición de estos setos, especialmente cuando había un poco de pendiente causó problemas de erosión”.

Desde hace décadas, el único fruto disponible es la aceituna, “y según nuestros análisis en aviarios, hemos visto que los frutos de aceituna no pueden mantener a las aves”, dice Muñoz-Cobo. Esto ha causado una dispersión en las colonias, ya que las aves tienen que acudir a otros ecosistemas, como los de sierra, para alimentarse. Apunta este catedrático que “en zonas donde antes se cultivaba el esparto u otro cereal, han ido cayendo aves esteparias como la ortega, la avutarda o el sisón”.

También para Antonio Céspedes, “el monocultivo, por definición, encarece la biodiversidad. Lo suyo es que, junto al olivar, hubiera también viñedos o cereal. En Bailén, por ejemplo, se subvencionó arrancar viñedos para plantar olivos”. Céspedes se refiere a un plan de la Unión Europea y la Organización Común de Mercado (OCM) para limitar el potencial productivo de vino en los países miembros. Tentador, ya que ofrecía al agricultor una media de 5000 euros por hectárea de viñedos arrancados. En 2011, la superficie de viñedos arrancados llegó a casi 100.000 hectáreas en España. Los agricultores de Bailén saltaron de una subvención a otra, cambiando viñedos por olivos.

Consecuentemente, al no haber tanta diversidad en la estructura ecológica, se ocasionan más problemas de plagas. Una de las más frecuentes es la mosca del olivo. Entre las funciones de Céspedes está aconsejar a los agricultores sobre los tratamientos fitosanitarios adecuados. “La mosca del olivo es una plaga muy común, para la que el tratamiento localizado no es efectivo”, dice este biólogo. “Lo mejor es un tratamiento aéreo, con fumigación de la zona donde hay población de mosca”.

Jornalero vareando en un olivar tradicional cerca de Baños de la Encina - Fotografía de Pablo Mediavilla Costa
Jornalero vareando en un olivar tradicional cerca de Baños de la Encina – Fotografía de Pablo Mediavilla Costa

En el pasado, asociaciones como Ecologistas en Acción han criticado el tratamiento por fumigación aérea, que Céspedes defiende a ultranza. “Dicen que estás echando desde lo alto un veneno incontrolado. Eso ha hecho que se reduzcan de manera desorbitada la cantidad de productos fitosanitarios que se echan en el campo”, dice el biólogo. “Cuando un agricultor echa un tratamiento localizado, con su tractor y su cuba, está echando unos diez litros de caldo por olivo. En el terreno que yo controlo, de 3500 hectáreas y a 100 olivos por hectárea, serían unos 350.000 olivos. Lo que necesitaría unos 3.500.000 litros de caldo. Ahí sí hay un impacto grande. Aparte, esto lo que consigue es que la plaga se desplace. Este año hemos fumigado entero el término municipal de Baños de la Encina a cinco litros la hectárea. En total, 17.500 litros. Compare eso frente a 3.500.000 litros. Es mucho más ecológico, más rentable y más efectivo”.

Céspedes apunta también que el bajo rendimiento económico de las pequeñas producciones de olivar tradicional está afectando a los tratamientos de herbicidas o pesticidas. “Cuando antes a estos olivares se le hacían tres tratamientos fitosanitarios al año, hoy en día se hace uno solo porque el dinero no da para más”, dice el biólogo, sugiriendo que, a partir de este año, esta situación solo puede agravarse.

Éxodo y regreso

Jaén es una de las provincias españolas con mayor tasa de desempleo, alrededor del 37%. Tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, muchos trabajadores no cualificados se lanzaron a trabajar recogiendo aceitunas, una labor que cinco años antes estaba destinada a los inmigrantes. Los temporeros que recogían aceituna aquella mañana en Baños de la Encina eran una muestra representativa de lo que ocurre en el resto de los olivares.

En un céntrico segundo piso de la capital, cerca de la catedral, está la sede de Jaén Acoge, una asociación pionera en preocuparse de los inmigrantes que en los últimos años llegaron en tropel a la región para trabajar como jornaleros durante la campaña de la aceituna. Pese a que cuando esta visita tuvo lugar la campaña no había acabado oficialmente, la oficina estaba anormalmente tranquila.

Pedro González, director de la asociación, recuerda que “cuando nosotros empezamos, en 1992, no había inmigrantes temporeros. La aceituna la recogía la gente de aquí. Los inmigrantes no llegaban a 1000 en toda la provincia de Jaén”. Pocos años después, el número de inmigrantes rondaría los 20.000.

Jaén Acoge fue la primera asociación en demandar una red de albergues. El objetivo se consiguió pronto, dice González, ya que “los empresarios olivareros presionaron a los ayuntamientos para que pusieran esas instalaciones” que dieran cobijo a la mano de obra barata que venía de fuera.

En 1994 se abrieron en la provincia los primeros cinco albergues para temporeros inmigrantes. Casi desde sus inicios, el alojamiento ofertado era insuficiente para acoger a todos los que venían. “En el pasado hemos tenido problemas con inmigrantes que llegaban un mes antes del comienzo de la campaña”, dice González. “Hubo años con más de 1000 personas durmiendo en la calle durante los meses de noviembre y diciembre, lo que llevó a unas situaciones tremendas”.

En los últimos años, el número de albergues en Jaén ha subido a 24 pero, paradójicamente, la oleada de inmigrantes se detuvo bruscamente a partir de 2008, con el comienzo de la crisis. “Son muy pocos los que vienen a probar suerte”, dice González, “los inmigrantes que vienen, aunque vivan fuera de España, vienen ya con contactos de otros años. Hemos calculado un 30% menos que el año anterior, que ya eran bastantes menos que hace cinco años, cuando se hablaba de alrededor de 9000 inmigrantes. No creo que este año hayan llegado a la provincia más de 2000”.

Durante la campaña, Pedro González y otros miembros de la asociación se desplazan por los albergues para entrevistarse con los mediadores. Estos son antiguos temporeros, en su mayoría magrebíes, que ahora trabajan como enlace entre los inmigrantes y la asociación. “Pasa lo que casi todos los años”, explica González, “los que no tienen escrúpulos cogen a gente, se los llevan a la aceituna sin darlos de alta, o si les dan de alta les pagan la mitad. ¿Cuántos hay de esos? No lo sé. No creo que sea una proporción importante, pero hay que denunciarlo como nosotros lo denunciamos. Hay empresarios que se aprovechan de los inmigrantes pagándoles 20 euros por jornada”. En la última campaña de la aceituna, el salario fijado por el Convenio de Trabajadores del Campo estaba entre 54 y 62 euros por una jornada de 7 horas.

Sin dar nombres concretos, González apunta que este tipo de abuso laboral suele darse en “grandes productores, gente que tiene más de 3000 o 4000 olivos y que necesita a esos trabajadores para acceder a sitios recónditos o de difícil acceso”. En cualquier caso, y pese a reiterar que son situaciones aisladas, González reconoce que es muy difícil acabar con las irregularidades, ya que “el trabajador no puede denunciar al empresario porque, por lo general, no tiene documentación. Si denuncia a la Guardia Civil pueden abrirle un expediente de expulsión. Así que nos encargamos nosotros de denunciar, pero es una pescadilla que se muerde la cola, porque si no es el afectado el que denuncia, estando en el sitio, pues no hay pruebas”.

Actualmente, la mayor parte de las pocas ofertas de empleo para inmigrantes que reciben en Jaén Acoge buscan mujeres latinoamericanas, para limpiar casas o cuidar ancianos. En cierto modo, la crisis económica ha solucionado la crisis humanitaria. O, más bien, la ha solapado. Y para el sector del olivar, esto no es una coyuntura temporal. Los puestos de trabajo que se pierden no volverán. “Van a ir a abaratar costes”, opina Muñoz-Cobo, “y eso tendrá una repercusión social importante porque la mano de obra va a desaparecer. El olivar es un cultivo que genera mucho trabajo y reparte mucho dinero, pero la tendencia va a ser suprimir eso”.

¿Fin del esplendor?

La ayuda económica de las PAC ha despertado a este gigante, lo ha modernizado y le ha dado el oxígeno necesario para seguir produciendo más y más aceite cada año. Pero al mismo tiempo, este estímulo al monocultivo ha causado daños al ecosistema y ha evitado que otros tipos de actividad económica prosperaran en la región. Lo paradójico es que, aunque Jaén sigue produciendo más de la mitad del aceite de oliva español, el país que más aceite produce y exporta del mundo, hay en efecto razones para el pesimismo de gran parte de los olivareros.

Desde la Oficina de Prensa del Departamento de Agricultura de la UE, en Bruselas, niegan que la PAC haya sido responsable de este incremento en la producción de aceite. “A partir de la campaña 1998/99 de comercialización de aceite de oliva, el apoyo de la UE fue concedido en virtud de un régimen de cantidades máximas garantizadas que fueron proporcionadas para el aceite de oliva a nivel europeo con el fin de estabilizar la producción, no de aumentarla”, comenta en un e-mail Fanny Dabertrand, Directora de la Oficina de Prensa.

El olivar da trabajo a más de 100.000 olivareros en Jaén y casi 250.000 en toda Andalucía. En su mayoría en olivares pequeños o medianos donde se practica aún la recolección tradicional.

Para Juan Manuel Matés, el principal problema para los intereses del aceite de oliva jiennense es “la excesiva atomización de las cooperativas. Son muy pequeñas y no tienen capacidad operativa como para vender su producto en el exterior”. Esto redunda en que su única opción es vender a las grandes compañías. “Quien vende somos muchísimas entidades, cooperativas, particulares”, dice también Céspedes, “pero quien compra son solo cuatro o cinco entidades. Ellas son las que tienen el mercado de la venta”.

Hay otro factor”, apunta Matés, “en la poca cultura empresarial” de los olivareros jiennenses. “Hay una mentalidad de ‘estos son mis olivos, que me den la subvención, a tanto por olivo y que me ingresen el dinero en mi cuenta’. Hay una especie de conformismo”. La gran mayoría de esos pequeños y medianos productores de aceite de oliva español no se han preocupado hasta ahora por hacer más atractivo su producto a nuevos mercados como el norteamericano o el asiático. Céspedes opina que “para las cooperativas de Jaén, una venta fácil es a granel. Te lo vendo a granel, tú lo embotellas y te buscas la vida. Te llaman por teléfono y te dicen: quiero un millón de kilos de aceite a este precio. Y viene la cisterna y se lo lleva”.

Entre las salidas que ofrece la Unión Europea para seguir percibiendo subvenciones está convertir la explotación en ecológica. “El tema del olivar ecológico todavía no está despuntando, pero hay muchos intentos”, opina Muñoz-Cobo. “Lo ideal sería que el olivar tendiera al aceite ecológico. Se vende muy bien, especialmente en Alemania. En el mes de agosto ya está vendida la cosecha que se va a recoger en otoño, y a muy buen precio ya que, como la producción es mucho menor que en un olivar intensivo, el precio crece bastante”.

El proceso para convertir un olivar en ecológico es largo, pero transparente. Tras solicitarlo a la Consejería de Agricultura, es necesario estar dos o tres años limitando el uso de ciertos pesticidas. Tras pasar unos muestreos, si el olivar tiene los niveles adecuados de estas sustancias, recibe el certificado de “cultivo pre-ecológico” y, un tiempo después, el de “cultivo ecológico”. Más que comenzar a despuntar, este parece ser el camino tomado por muchos olivareros para sortear el futuro post-2013. Según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en 2011 había ya 168.619 hectáreas de olivar ecológico en España, un 33% más que el año anterior.

Aceitunas en una tolva, antes de ser procesadas - Fotografía de Pablo Mediavilla Costa
Aceitunas en una tolva, antes de ser procesadas – Fotografía de Pablo Mediavilla Costa

De acuerdo con los expertos consultados, otra salida ecológicamente deseable para el olivar no productivo sería transformarlo en cultivos de otro tipo. Sin embargo, Dabertrand reconoce que el esquema de ayudas europeas a la agricultura que se adoptó a partir de 2006 no favorece esta posibilidad. “Como el régimen de pago único está disociado de la producción, no proporciona un incentivo económico para que los agricultores cambien a otro cultivo”, dice Dabertrand.

En el actual marco de las PAC, “no hay medidas de apoyo a la transición del agricultor a otro tipo de trabajo. Sin embargo, el Plan de Desarrollo Rural de Andalucía para el Periodo 2007-2013 conlleva medidas destinadas a fomentar la diversificación económica de la región, incluyendo la transición de la agricultura a otras actividades no agrícolas”, apunta Dabertrand.

Además, el precio del aceite de oliva en España alcanzó en 2012 el precio más bajo de los últimos 9 años (1,65 euros el lampante y 2,40 el virgen extra) debido a la elevada producción y una bajada del consumo, tanto interno como externo. En algunos casos, alcanzando un precio muy cercano al coste de producción. Sin embargo, para este año se espera un precio bastante superior (el Mercado de Futuros del Aceite de Oliva cifra el aumento en el 75%) debido precisamente a lo que alertaba el capataz, esa ley natural del olivar que siempre se cumple. De las 1.400.000 toneladas de aceituna recogida en la anterior campaña, este año apenas se ha logrado obtener de los olivos 600.000 toneladas —de las que además, se extraerá mucha menos aceite por kilo de aceituna.

Son 800.000 toneladas menos y el problema es que nadie, ningún país del mundo, puede suministrar lo que España pierde. Afortunadamente, les queda el almacenamiento privado. Cuando el precio del aceite de oliva es demasiado bajo, a los productores les queda la opción de guardar el aceite en depósitos sellados y esperar a que el precio suba meses después, y con suerte recibir una subvención de la UE para pagar este alquiler —el año pasado fue de 65 céntimos de euro por tonelada y día—. “Es un arma de doble filo”, dice Céspedes, “el problema es que puedes guardar el aceite, pero le tienes que pagar al agricultor igualmente. Lo que suelen hacer las cooperativas es pignorar el aceite, negociando un precio con el banco para obtener un dinero con el que pagarle al agricultor. Es como si lo hubieras vendido, pero sigue dentro del depósito. Si finalmente el precio está por encima, bien, si no, pierdes dinero y además tienes que pagar los intereses al banco”.

Para el político queda muy bien decir ‘hemos concedido subvenciones al almacenamiento privado, el agricultor puede estar tranquilo’ pero la realidad es que el precio del aceite está en su mínimo histórico, por lo que para nosotros el almacenamiento privado no es una herramienta útil. Pero el subsidio mantiene callados a los sindicatos”, dice el biólogo.

Una campaña buena, como las de 2011 y 2012, puede producir en Jaén una plusvalía de unas 400.000 toneladas de aceite. “Está bien tener esas reservas porque para los próximos años se esperan cosechas bastante pobres”, dice Céspedes. Además de los depósitos particulares, el Patrimonio Comunal Olivarero, entidad sin ánimo de lucro, ofrece en alquiler sus depósitos para que los olivareros jienenses precinten en ellos el aceite sobrante. Pero como reconoce este biólogo, están llenos. No admiten una gota más de aceite. “En ese sentido, tenemos un problema”.

Parte II

En una estación de servicio a las afueras de Linares se detiene un autobús lleno de turistas japoneses que cubre de vuelta la ruta Úbeda-Baeza. En la estratégica tienda de regalos, algunas japonesas provistas de máscaras antialérgicas sostienen con curiosidad unas botellas de aceite presentadas de tal forma, en cajitas o botellas de cristal oscuro, que hasta el más acerado observador las hubiese confundido con un viejísimo whisky de malta. El precio medio de cada botella ronda los seis euros.

Esta experiencia, tan cercana para cualquiera que haya comprado aceite de oliva en Estados Unidos o Inglaterra, es sin embargo un espejismo. “Podríamos hacerlo de otra forma, embotellar el aceite para venderlo más caro”, dice el biólogo Céspedes. “Antes, como había margen de beneficio, daba igual. Pero ya no hay ese margen”. La gran mayoría del aceite no sale de Jaén embotellado, sino a granel.

A finales de julio de 2008, un camión-cisterna se salió de la vía y terminó derramando su carga en los márgenes de una carretera valenciana. 27.420 kilos de aceite de oliva. La empresa transportista, Eurojumbo SL fue demandada por la empresa contratante del servicio, la italiana Kortimed SRL. El demandante alegaba exceso de velocidad y el demandado una irregularidad en la cisterna que transportaba. El abogado de Eurojumbo expuso en la Audiencia Provincial de Valencia1 que a su cliente no lo había contratado Kortimed, sino la empresa Marco Corti España, que fue además quien les proporcionó la cisterna. Finalmente, el juez condenó a Eurojumbo a abonar a Kortimed 67.212 euros por el deterioro de su mercancía.

Kortimed es una empresa italiana de transporte especializada en líquidos alimentarios, básicamente aceite. La compañía, fundada en 1983 por el empresario lombardo Marco Corti, ha ampliado en los últimos años su red de operaciones comerciales a España, Grecia y Túnez. En 1998 estableció su filial en Andújar, a 40 kilómetros de Jaén.

Marco Corti España guarda, como compañía, un perfil muy bajo. Se anuncia como empresa de transportes pero lo más probable es que, si desea contratar sus servicios a título particular, no se muestren demasiado interesados. Tampoco la oficina resulta fácil de localizar, ya que carece de letrero o siquiera identificación alguna en el portero automático del edificio de Andújar donde está la sede de Marco Corti. Su negocio consiste, básicamente, en organizar el viaje de las cisternas con aceite desde Andalucía hasta Italia, subcontratando el transporte por carretera y mar. Según recoge el Boletín Oficial del Registro Mercantil2, en agosto de 2011 la empresa se escindió en dos sociedades limitadas: Marco Corti España y Kortimed Inmobiliaria.

Kortimed presume de ser el líder indiscutible del transporte de aceite en el Mediterráneo. Según datos de la revista italiana de transporte y logística Ship 2 Shore, en 2008 el tráfico de aceite hacia Italia de las 450 cisternas de Kortimed se estimaba en alrededor de 270.000 toneladas anuales —desde España importaban, de media, unas 18.000 toneladas al mes y de Túnez otras 10.000—.

Según reveló el auto de la Audiencia Provincial de Valencia, el camión accidentado salió de Ronda, Málaga, en dirección al puerto de Valencia. El destino final de esas cisternas era la ciudad italiana de Spoleto y el cliente de Kortimed era la empresa Costa d’Oro —una de las productoras de aceite de oliva más importantes de Italia—.

100% italiano de Jaén

A pie de olivo, las fuentes contactadas en Jaén confirman que “se exporta muchísimo aceite, desde el puerto de Valencia se manda mucho para Italia”, dice Antonio Céspedes. El profesor Joaquín Muñoz-Cobo añade que “los italianos se llevan el aceite y ponen el precio pero, como se suele decir, el día que falten, aquí en Jaén nos bañamos en aceite”. Según datos de la Cámara de Comercio Exterior, en 2011, las cisternas italianas se llevaron de España 405.664 toneladas de aceite de oliva, un 42% de todo el aceite que se exportó.

En junio de 2010, un informe de la USDA3 (Agencia Alimentaria de Estados Unidos) alertaba de que en Italia, “el comercio de aceite de oliva es vulnerable al fraude basado en la calidad del aceite o el país de origen de la etiqueta”. Las sospechas estaban fundadas en el actual escenario comercial del aceite de oliva en Italia. Según datos de Unaprol, principal consorcio olivarero del país, Italia produce unas 500.000 toneladas anuales de aceite de oliva de las que un 60% es calidad virgen extra, el resto es lampante. Esta cifra le sitúa como segundo productor mundial tras España, pero no da para satisfacer su demanda —el consumo interno es de unas 700.000 toneladas de aceite anuales y además, exporta otras 300.000 toneladas.

Turista japonesa examina aceite de oliva cerca de Linares - Fotografía de Pablo Mediavilla Costa
Turista japonesa examina aceite de oliva cerca de Linares – Fotografía de Pablo Mediavilla Costa

Las perspectivas de la UE para el sector del aceite de oliva para 2020 prevén que España incremente aún más su liderazgo en la producción, hasta los 1,68 millones de toneladas, de las que un 62% se exportarán. Mientras en Italia la demanda anual de aceite de oliva, de un millón de toneladas, duplica su producción, en España se produce más y más cada año. Con estas cartas sobre la mesa, la jugada parece inevitable.

Un reportaje4 del periodista italiano Paolo Berizzi para La Reppublica reveló a finales de 2011 que existe una investigación en curso de la Agencia de Aduanas, el Corpo Forestale dello Stato y la Guardia di Finanza a 13 de las principales empresas productoras para atajar el fraude en un sector, el del aceite de oliva, que en Italia mueve cada año 5000 millones de euros. “Un flujo ininterrumpido de mezclas de aceite ‘comunitario’ y ‘no comunitario’ viaja diariamente a través de Italia, de Norte a Sur, a bordo de camiones cisterna” —como los de Kortimed.

La investigación apuntaba precisamente al área de Jaén como uno de los centros donde se llenan esas cisternas; el otro es Túnez. “La provincia es un olivar gigantesco”, escribe Berizzi, “si se baja al sur, hacia Málaga y al norte, hacia Madrid, pueden verse 400 kilómetros de olivar ininterrumpido. Cultivo intensivo. Un kilo de aceite —óptima calidad— les cuesta 50 céntimos. Los importadores italianos lo revenden a cinco veces más”.

Desde su despacho en la Cooperativa de Nuestro Padre Jesús del Llano, en Baños de la Encina, Jaén, Céspedes recuerda una anécdota “de hace más de ocho años: Una partida de aceite, embotellado y etiquetado como italiano se paralizó en el mercado porque tenía trazas de un herbicida, la terbutilazina. Ese herbicida tenía entonces la peculiaridad de que no se comercializaba en Italia, ¿y cómo un aceite italiano tiene un herbicida que se comercializa en España y en Italia no?”. El trabajo de Berizzi revelaba que cuatro de cada cinco botellas de aceite virgen extra procedentes de Italia mostraban el origen del producto de forma casi ilegible en el etiquetado.

En Italia, el del aceite de oliva no es solo un sector altamente competitivo. Su importancia llega más allá, como demuestran tres documentos destapados en la filtración de cables diplomáticos de Wikileaks. El documento5 más reciente, clasificado secreto, hablaba de una reunión en Roma, el 8 de febrero de 2010, entre Franco Frattini, ministro de Asuntos Exteriores italiano, y Robert Gates, secretario de Defensa de EEUU. Con Afganistán como tema de fondo, el documento dice que Frattini “quiso ir más allá del ‘solo palabras’ —en referencia a la Conferencia de Londres— y señaló proyectos concretos de Italia para transformar el cultivo de amapola en producción de aceite de oliva, así como para crear una escuela nacional de administración pública”.

Antes, el 29 de mayo de 2009, otro cable diplomático6, clasificado como confidencial, anunciaba un envío económico para paliar las necesidades humanitarias generadas en el valle de Swat, Pakistán, zona de batalla entre ejército y militantes islámicos. El cable revela que, de acuerdo con Walter Zucconi, experto en Desarrollo del Ministerio de Exteriores italiano, “hasta finales de 2008, la ayuda a Pakistán no había sido una prioridad italiana. Desde entonces, Pakistán se ha vuelto más importante para el Gobierno de Italia”.

El paquete de ayuda italiano, de 760.000 euros, incluía además 40 millones en créditos blandos, sin intereses y a pagar en 37 años. Si se están preguntando por qué se produjo de repente esta solidaridad del gobierno de Berlusconi hacia Pakistán, les interesará saber que, según Zucconi, “las prioridades programáticas son tres: microcréditos para el desarrollo rural; aprendizaje técnico y vocacional; desarrollo de la industria del aceite de oliva en Baluchistán y la provincia de la Frontera del Noroeste”. Además, añadió que “el Gobierno de Italia espera concretar pronto una ayuda adicional de 2 millones de euros para el desarrollo del aceite de oliva”.

A finales del año 2009, la Agencia Italiana para la Cooperación y el Desarrollo tan solo había aprobado y desembolsado a Pakistán los dos millones de euros para desarrollar “el cultivo, procesado y marketing del aceite de oliva en la provincia de la Frontera del Noroeste para ser administrado por el Instituto Agronomico per l’Oltremare con base en Florencia”. Los demás millones prometidos para créditos blandos y desarrollo rural, finalmente 60 en lugar de 40, estaban, según Italia, supeditados a la firma de un Memorando de Entendimiento. En este otro cable, Zucconi culpa de la no resolución de este acuerdo tanto a la lentitud de Pakistán a la hora de cooperar como al tamaño de la embajada italiana en Islamabad, con solo dos diplomáticos.

Pero en nuestro país no somos del todo inocentes. En otoño de 2012, un estudio de la OCU alertaba de un fraude en la calidad y el etiquetado de los aceites, señalando que nueve de las 40 marcas analizadas defraudaban al consumidor, no tanto por una mezcla de aceites extranjeros como de aceites de inferior calidad, incluido el lampante.

Otra burbuja

Podría parecer que en la industria del aceite de oliva en España, siguiendo el camino de muchas otras, la modernización está provocando que el mercado esté pasando de pequeños productores a manos de las grandes compañías olivareras, más organizadas y capaces de producir más eficientemente. Pero lo cierto es que tampoco estas pisan terreno firme.

En los últimos meses, la situación del mercado de aceite de oliva español se compara cada vez más con la burbuja inmobiliaria. En los últimos años, España ha seguido aumentando la oferta, provocando una caída del precio y un crecimiento de la especulación. La Cámara de Comercio registra que, en 2012, se exportaron a Italia 338.604 toneladas (41% del total) por 657 millones de euros, una media de 1,94 euros por kilo. El segundo país del mundo que más aceite de oliva español compra es Portugal, que adquirió 90.006 toneladas (11% de las exportaciones) a una media de 2,02 euros por kilo.

Cada año se vende más aceite de oliva español a Portugal, lo cual resulta sintomático ya que el país luso es también el que más aceite vende a España. En 2012, se compraron 25.409 toneladas (36% de las importaciones) de aceite de oliva portugués a un precio medio de 1,88 euros por kilo, es decir, más barato de lo que se vendió.

Antes de la crisis, hasta 2007, el aceite de oliva español tenía los ojos puestos sobre todo en Italia. Según datos de la Cámara de Comercio, era más barato comprar el aceite —en buena proporción, nacional— en el país transalpino que en Túnez o Marruecos. Para las grandes empresas españolas era un negocio redondo y Jaén exportaba allí cerca del 80% de su producción.

El grupo SOS Cuétara adquirió entre 2004 y 2008 varias importantes aceiteras italianas: Minerva, Sasso, Carapelli y Bertolli, la marca más vendida en Estados Unidos, comprada a Unilever por 630 millones de euros. En su libro Extra Virginidad: El sublime y escandaloso mundo del aceite de oliva, el periodista del New Yorker Tom Mueller apuntaba que el 80% del aceite utilizado por Bertolli venía de España. Así, en un insólito torbellino comercial, una empresa española acababa vendiendo por todo el mundo aceite de oliva virgen extra 100% italiano fabricado en, por ejemplo, Jaén.

El inicio de la crisis en España reveló que la escalada de este múltiplex hacia el liderazgo mundial del aceite de oliva había sido una maniobra prácticamente irremediable. Las costuras de la antigua SOS Cuétara saltaron en 2009, cuando el consejo de administración destituyó a los hermanos Jesús y Jaime Salazar, presidente y vicepresidente de la compañía, además de primeros accionistas, después de que estos concedieran un préstamo de 204 millones de euros a una sociedad vinculada a su familia. La compra de marcas extranjeras dejó además al grupo una deuda de varios cientos de millones de euros, lo que obligó a vender dos de las principales matrices del grupo: la arrocera SOS y la galletera Cuétara. Solo les quedaba el aceite, y en 2011 la empresa pasó a llamarse Deoleo e implantó un plan de austeridad. En el mercado nacional, la compañía es dueña de marcas como Carbonell, Koipe u Hojiblanca, cuya compra aprobó recientemente —con condiciones— la Comisión Nacional de Competencia. Pese al plan de eficiencia llevado a cabo, la factura de las adquisiciones de Deoleo les llevó a registrar el año pasado unas pérdidas netas de 245 millones de euros.

La entrada en el mercado español de la aceitera portuguesa Sovena, que está ocupando muchos de los huecos dejados por Deoleo, explica en parte el cambio de tendencia que la Cámara de Comercio registra en estos últimos años. En 2002, Sovena adquirió por 15 millones de euros una empresa sevillana, Agribética, por entonces la segunda distribuidora de aceite de oliva de nuestro país aunque en horas bajas —había entrado en suspensión de pagos—. Sovena fue ascendiendo gracias a su apuesta por las marcas blancas. Solo tres años después, el valor del grupo se había cuadruplicado gracias, principalmente, al acuerdo con Mercadona para suministrarles el aceite de oliva Hacendado. De aquí procede, a día de hoy, el 44% de la facturación de Sovena. En 2010 compraron al grupo SOS unas 5500 hectáreas de olivar intensivo en Portugal, por 90 millones de euros.

Tras unos meses de continuos rumores de fusión entre Deoleo y Sovena, 2012 marcó un punto de inflexión, ya que la empresa portuguesa igualó a la española, ambas con unas ventas de alrededor de 161.000 toneladas de aceite de oliva. Este año, el cetro del liderazgo aceitero, siempre empecinado hacia Occidente, podría cruzar definitivamente la frontera.

En estos momentos, el Ministerio de Agricultura, la Comisión y el Parlamento Europeo negocian a tres bandas las ayudas para el próximo periodo de la PAC, 2014-2020. Para el olivar español, los próximos meses de negociaciones serán claves para, como dijo el ministro Arias Cañete en septiembre pasado, “defender que se establezcan mecanismos de gestión de crisis más potentes que los que establece la Comisión Europea”.

Como país, España seguirá siendo todavía el principal productor de oro líquido, pero el horizonte no es halagüeño. A este probable recorte de subvenciones se une que países tradicionalmente importadores como Estados Unidos están optando por aumentar los controles para prevenir la importación de aceites de oliva recurrentemente fraudulentos procedentes de Europa. Incluso China, otro emergente comprador, se ha lanzado a producir su propio aceite de oliva.

Las autoridades españolas parecen agarrarse al mismo lema aplicado a las entidades bancarias en los albores de la crisis financiera. Para España y Europa, el negocio del aceite de oliva es “demasiado grande para caer”. La comparación no es del todo inapropiada, ya que el mayor accionista de Deoleo es ahora Bankia. La entidad rescatada por el Gobierno tiene el 18% de un accionariado del que también participan Unicaja, Caixabank, Banca Cívica, Banca Mare Nostrum o BBK.

Quizá por la señalada fragmentación del negocio en miles de pequeños productores, los olivareros de Jaén no son, a menudo, conscientes del lugar, al mismo tiempo crucial e irrelevante, que ocupan dentro de un mercado mundial que mueve miles de millones de euros. Hace unas semanas que concluyó la última campaña de la aceituna sostenida económicamente por la actual PAC.

Como desde hace décadas, bajo los olivos, los hombres de José Francisco y miles de trabajadores más varearon, recogieron, cargaron y transportaron estas pepitas negras a las almazaras.

Desde una garita elevada en la cooperativa, Antonio Céspedes observa las cintas transportadoras girar y girar, volcando en la tolva las aceitunas lavadas. Ve cómo son deshuesadas, molidas, batidas y prensadas en una pasta a la que se añade agua para provocar su decantación. Céspedes se dirige a una sala amplia, diáfana y de gran altura, con 32 enormes cilindros verticales de metal que llegan casi al techo. “En cada uno hay 50.000 kilos”. El aceite de mejor calidad es el tempranero. Recién salido del grifo del depósito es turbio, de color verde y con un sabor intenso. “A campo”, dice Céspedes mientras llena una botellita. Amargo en la lengua, picante en la garganta. Antes de comercializarlo, el oro líquido se domestica con filtros de papel, “para darle color y brillo”.

Aquí empieza la historia del aceite.

Virgen extra tempranero, recién extraído de un depósito en la cooperativa Ntro. Padre Jesús del Llano - Fotografía de Pablo Mediavilla Costa
Virgen extra tempranero, recién extraído de un depósito en la cooperativa Ntro. Padre Jesús del Llano – Fotografía de Pablo Mediavilla Costa

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Este proyecto ha sido posible gracias a la ayuda de la Fundación Pascal Decroos para el Periodismo de Investigación, organización sin ánimo de lucro con sede en Bélgica que impulsa trabajos periodísticos paneuropeos.

Todas las fotografías son de Pablo Mediavilla Costa.

El periodista de datos danés Anders Pedersen contribuyó en la gestión de la entrevista a Dabertrand, organización de los datos y en la traducción al inglés del reportaje.

1 Sentencia 94/2011 de 1 de marzo de 2011.

2 En su número 146 (2 de agosto de 2011, pág. 29737)

3 GAIN Report IT1028, 7/06/2010.

4 La Mafia Dell’Olio, La Repubblica, 20/12/2011.

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23 Comments

  1. Pingback: Jot Down Cultural Magazine | Liquid gold hunting

  2. liberty valance

    Vaya, no hay comentarios.
    Articulo muy interesante, y aun diria más …muy interesante.
    Felicito al autor y a la revista.
    Aunque creo que a los lectores de Jot Down les va el rollo urbanita,sobre Mourinho y todo eso…mas glam; no se si me explico…

    • Mikel

      Tienes toda la razón: un artículo así no despierta pasiones en el lector tipo de JotDown:les va más el rollo urbanita, con un punto de esnobismo… Hipsters se les llama ahora, ¿no?. Enhorabuena al autor y a la propia JotDown

  3. Tom Doniphon

    Pues sí, un artículo diferente para un público español acostumbrado a lo «desenfadado, moderno y urbano» que simboliza el ejemplo en el que se mira Jot Down: El País.

  4. Articulón.

  5. Un artículo necesario e imprescindible.

    Se encarga de ilustrar la mentalidad de las grandes corporaciones, y de los pequeños productores, que son quienes menos dinero se llevan de los miles de millones que generan sus olivos.

    Hace décadas Miguel Hernández ya escribía aquellos versos célebres ( No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor,
    sino la tierra callada, el trabajo y el sudor… ), pero todavía nuestro país adolece (productores y consumidores) de una defensa a ultranza del campo y sus recursos, sometidos todos por la zanahoria de la subvención y el negocio («pelotazo») rentable.

    Nos hace falta leer más la etiqueta, y de paso tener presente que en nuestra cesta de la compra se ha de beneficiar al negocio local y a la empresa transparente en su gestión, pero por desgracia nos importa más llenar nuestras autovías de audi, bmw y mercedes.

  6. Fulgencio Barrado

    Gran artículo periodístico, que ilustra de nuevo como se ha sustituido la empresa por la especulación en todos los órdenes. Así nos va.
    Siempre había oído el dicho ese de que el aceite de oliva italiano era en realidad andaluz, desde hace muchos años. Mejor nos hubiera ido mejorando la imagen y exponiéndonos a la realidad, que apoyando la especulación a fuerza de sostener la mentira.

  7. Blackkader

    Mi experiencia es similar a la del comentarista de arriba, fue a principios de los 90 cuando oí comentar por primera (a un profesor Jinense) que una gran parte del aceite de oliva etiquetado como italiano era en realidad español.
    Me crié en el campo y aún no comprendo la incapacidad que demostramos para sacar provecho a nuestro mayor recurso.

  8. Es muy clarificador de la situación del olivar en España, aunque también comete varios errores de valoración a mi juicio importantes. De todas formas, todo lo que ayude a la divulgación sobre AOVE nos favorece a los productores. Yo quisiera añadir dos cositas, la primera es que normalmente el aceite de oliva virgen extra está más caro en origen que en el supermercado (esto lo podéis comprobar fácilmente sin salir de casa, sólo tenéis que visitar esta web http://www.oliva.net/poolred/Publico/PreciosActualizados.aspx?tipo=0 de precios en origen, y alguna de un supermercado). ¿Cómo creéis que es posible?, ya me contestaréis. La segunda es que no debemos demonizar al agricultor ni tampoco los avances científicos, debemos tender a una agricultura sostenible, pero con criterios lógicos, pedir al agricultor que vuelva cuatro siglos atrás no es lógico, pues no se les pide a otros. Hoy por hoy la agricultura ecológica es ruinosa e insostenible, y el abandono de ese campo podría ser mucho más perjudicial que el uso de ciertos fitosanitarios.
    Me voy a atrever a recomendaros esta web, http://olivardeplata.com/ en ella lo primero que intentamos es aportar conocimiento sobre el aceite de oliva, sus cualidades, categorías, producción, a todos aquellos que quieran saber más. Luego también hay una tienda, mi familia es olivarera, mis hermanos y yo intentamos vender nuestro aceite de oliva virgen extra Olivar de Plata directamente a vosotros, sin pasar por la tiranía de las distribuidoras, y garantizando la venta de un zumo natural que nosotros mismos cultivamos.

  9. Se agradece desde el sector del aceite de oliva que haya gente como Antonio que divulgue la realidad del mismo y los problemas a los que se enfrenta. Bajo mi punto de vista es un sector con futuro pero que tiene que enfrentarse a unos retos más que importantes y, que como recojo en un post de mi blog, no tiene toda la ayuda que debiera dentro de nuestro propio país. Tenemos al enemigo en casa:

    https://aceitunayaceite.wordpress.com/2013/04/14/el-olivar-espanol-tiene-al-enemigo-en-casa/.

  10. Enormísimo y muy completo este reportaje. Una radiografía de la complejidad del sector del aceite de oliva.

    Me ha sorprendido gratamente las referencias a Wikileaks para explicar la postura italiana y cómo el aceite de oliva puede llegar a ser un ingrediente en el escenario geoestratégico.

    Tal vez se echa de menos algunas posibles soluciones para mejorar el sector, pero nadie puede negar el gran trabajo que se ha hecho aquí.

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  14. Sarriu

    Gran artículo pero echo de menos, profundizar un poco más en qué la marca blanca vende por debajo de precio de coste en los supermercados y que pervierte así toda la cadena de valor y de eso tiene mucho que decir Sovena y Mercadona

    • A eso me refería yo en mi anterior comentario, por desgracia el aceite de oliva se ha convertido en producto gancho, y en muchos supermercados se vende a pérdidas (que es ilegal) para atraer a gente a la que luego se les venden otros artículos con mayor margen de beneficios. Esto muchas veces a costa de la calidad. Y claro, luego los que vendemos virgen extra, aunque sea de infinita mayor calidad, pero evidentemente también con mayor precio, pues parecemos bandoleros, a los ojos del ama de casa.

  15. Víctor

    La clave cesta en lo que comenta Blackkader:
    Me crié en el campo y aún no comprendo la incapacidad que demostramos para sacar provecho a nuestro mayor recurso.

    A veces no todo es especulación ni política, hay que mirarse al espejo y reconocer que Italia sin tener nuestra cultura, cocina o ingredientes siempre se ha sabido vender mejor. Lo resalta el artículo, muchos pequeños productores están acomodados, que se lleven su aceite y les dejen los billetes, sin levantarse del sofá.

  16. Un artículo muy completo y complejo, porque maneja las mil variables que inciden en la fabricación de este producto. Entre ellas tienen especial peso la idiosincrasia de los propietarios del pequeño olivar y de los gestores de los cientos de almazaras.
    Hay que seguir trabajando para aunar en grandes empresas a las cooperativas y gobernar la calidad antes que la cantidad; así como comercialización del aceite.
    Enhorabuena al autor y a sus fuentes.

  17. javier

    El aceite de oliva en la gran distribucion no se vende a pérdidas, se vende a «mezclas» con otros aceites de menor valor refinados, orujos, semillas,,,

  18. Pingback: La semana en los blogs CCLXXIX - Error 500

  19. Como para todo en estos casos unas herramientas precisas y maquinarias agrícolas son indispensables para que, primero el fruto salga sano y más vigoroso y luego para que la recolecta lo dañe lo menos posible. ¡Gran artículo!

  20. Pingback: 10 cifras curiosas para describir a Andalucía

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