Juan Manuel de Prada (Baracaldo, Vizcaya, 1970) saltó a la fama en el mundo literario con la edición casi clandestina de su obra Coños. Los escasos ejemplares pasaron de mano en mano hasta que Valdemar la reeditó para el gran público. A partir de ahí, el ascenso del autor fue imparable, hasta proclamarse ganador del Premio Planeta en 1997 con La Tempestad. No había cumplido aún los 30 años. Lejos de la imagen del autor joven y bohemio, De Prada cultivó con un esmero que parecería estudiado el aspecto de formal oficinista poco amigo de alardes que no fueran literarios, acorde con una faceta de columnista y tertuliano en la que hace gala de su catolicismo, aspecto de su personalidad que, como veremos, prima sobre cualquier ideología. Nos recibió en su domicilio de Madrid para conversar sobre este y otros asuntos.
¿Hay alguna diferencia entre su yo novelista y su yo articulista?
Son facetas de una misma vocación, pero en las que se trabaja con sustancias muy distintas. En una, con la imaginación; y en la otra, con la más cruda realidad. Naturalmente, el género del artículo tiene unas características que lo hacen totalmente distinto: se han de coger asuntos de rabiosa actualidad y se le ha de dar una lectura ideológica. Una novela también lo tiene, pero de otra manera, porque es una construcción imaginaria.
¿Con cuál se siente más cómodo?
Depende. Hay fases de la vida en las que te apetece más escribir una novela, otras en las que no. Indudablemente, aquello que requiere más esfuerzo y dedicación es aquello de lo que a la larga te sientes más orgulloso, y en este sentido no son comparables. Pero mientras lo estás haciendo puedes sentirte igual de a gusto o de disgusto con ambas cosas.
Al principio, usted tradujo literatura pulp. ¿Cuáles son sus autores favoritos del género fantástico?
Hay un escritor uruguayo muy poco conocido que me vuelve loco: Felisberto Hernández. También me gustan mucho los cuentos de Borges y Cortázar, que podría decir que fueron mi escuela. Me gustan los cuentos fantásticos y de fantasmas de Henry James. Pero sobre todo, mi maestro absoluto, el primer escritor que me provocó un fortísimo deseo de escribir historias de terror y fantásticas fue Edgar Allan Poe. En un grado menor, he disfrutado mucho con Arthur Machen, Algernon Blackwood o El hombre de arena, de Hoffman.
También le gusta el cine fantástico, de terror y de serie B. ¿Sigue el actual?
Sí, lo sigo, pero el gore me repele.
No sé si habrá visto películas francesas tipo Irreversible o Martyrs.
Las he visto y es un cine que no me gusta. Me resulta desagradable, tiene una connotación sexual psicopática. Es un subgénero del terror que cada vez está aflorando más, que mezcla sexo y terror.
Como Hostel, por ejemplo.
Hostel me parece, directamente, una aberración. Pero hay otro tipo de película que tiene más pretensiones, como Anticristo de Lars von Trier, en la que hay una relación entre la sexualidad y la depravación que me resulta indigesta.
Rosa Montero ha publicado recientemente un libro llamado Lágrimas en la lluvia, que tiene bastantes relación con Blade runner. ¿Usted cree que se debería dejar a los clásicos en paz?
No, los clásicos tienen que ser motivo de inspiración constante intentando no profanarlos. Lo que no me parece bien son los remakes innecesarios, que se han hecho tantos. Pero la cita, el homenaje, la inspiración…creo que está bien. Es imposible entender el cine de los hermanos Coen sin conocer el cine clásico americano. Pero otra cosa muy diferente es trivializarlo y hacer esos remakes y secuelas absurdas que se están haciendo.
A su entender, ¿cuál es la mejor versión de Blade runner?
A mí la que más me gusta es la primera, la edición comercial, reconociendo que el final era un poco «merengoso». La voz en off le da un toque interesante de novela negra. Pero es una película que me gusta tanto que cualquier versión me parece bien.
Muchos opinan que el nivel actual de las series supera al cine. ¿Qué le parece?
Sigo series, pero creo que se está exagerando un poco. Yo sólo veo series de género: de acción, de terror…
¿Por ejemplo?
Prison break, Alias —que me gustó bastante, es una serie muy bizantina y peregrina—, Dexter… además he visto casi todas las que se han hecho de terror, como Fear itself. También he visto Espartaco, que me gusta, aunque me parece algo cargante con el tema sexual; Perdidos… lo que pasa con las series es que llega un momento en que la fórmula rechina, resulta reiterativa o, en el afán por ser inventivos, los guiones resultan inverosímiles. Pero sí, actualmente en las series de TV hay una creatividad impresionante. El problema del cine es que está en una situación angustiosa: las películas están reduciendo drásticamente sus presupuestos. Por ejemplo en los últimos Oscars, muchas de las películas tenían un presupuesto de menos de veinte millones de dólares, como El discurso de rey o El cisne negro. La gente se baja las películas por Internet, y eso mata las vías de recaudación, lo cual afecta mucho al cine, simplificándolo. Esto está «desnudando al rey». Nos damos cuenta de que muchas películas de Hollywood que hace diez o veinte años nos gustaban, lo hacían por el despliegue de medios. Ahora las ves más despojadas y dices «Bueno…». Pero sí, las series están en un gran momento. ¿Y a ti, cuáles te gustan?
Por encima de todas Deadwood; o True Blood por lo demencial del argumento…
Sí, Deadwood también la vi. Me empezó gustando, pero llegó un momento en que me dejó de gustar. ¡Y True blood! Dejé de verla, hubo un cambio de género y no me interesó demasiado. Me pasé a Dexter.
Hablando de True Blood, usted escribió una sátira social protagonizada por vampiros, que ilustró Azpiri, Penúltima sangre. ¿Cómo ve esta moda actual de vampiros para adolescentes: libros, series, películas…?
Es parte del proceso de infantilización de la sociedad. Es bastante penoso. Fui a ver una de las películas de Crepúsculo y me quedé alucinado de lo mala, patética, penosa y absolutamente simple que era. Pero lo más curioso es que yo acostumbro a ir al cine a la Gran Vía, y allí no suele haber adolescentes, pero la sala estaba igualmente llena. Estos subproductos culturales tienen que ver con esta infantilización. Pero es muy interesante esa idea de que el vampiro deje de ser una criatura demoníaca para transformarse en un atractivo outsider. Los adolescentes siempre han tenido una propensión hacia la soledad y el apartamiento, pero con las nuevas formas de vida se ha intensificado mucho. Ahora el niño juega solo y el adolescente se pasa muchas horas recluido en su cuarto; eso crea una espejismo de clandestinidad, cosa que causa que se reflejen en personajes que viven al margen de la ley. Me parece interesante sólo como fenómeno social, no como literario o cinematográfico, aunque sólo he visto una película, por lo que tampoco puedo juzgarlo.
¿Qué motiva esa infantilización de la sociedad?
Es un producto de las sociedades del bienestar. Son sociedades hiperprotegidas por los poderes públicos, con muchos «colchones» sociales -subvenciones, subsidios, estudios pagados…- y eso hace que la sociedad tenga miedo a salir del nido. Ha sido un fenómeno paulatino pero que ahora mismo es muy evidente. Y a eso se suma el miedo a envejecer, que es algo que no pasa en las sociedades religiosas.
Ahora que menciona el miedo a envejecer me viene a la mente Michel Houellebecq. ¿Qué le parece?
Me parece un escritor muy interesante, áspero, con un fondo de nihilismo y de nostalgia de otro mundo. Sobre todo sus primeros libros, con una veta locoide excelente, cosa que tienen todos los grandes creadores, una veta de disgusto con el mundo. Sin embargo, llega un momento en que se ha vuelto demasiado doctrinario. Se ha creído su papel, se ha puesto una toga y se ha puesto a hacer de esa veta la médula de su escritura. Por eso sus últimos libros me interesan menos.
En los libros de Houellebecq hay mucho sexo, casi siempre bastante perverso, y usted tituló uno de sus libros Coños. ¿Qué opina ahora del erotismo y la pornografía?
El erotismo ya es imposible, porque el grado de saturación pornográfica que tenemos es brutal. Es tan difícil como pasar miedo con una película de la Universal de los años 30; cuando has visto por ejemplo las películas que mencionábamos antes, tu sensibilidad ha sido tan acuchillada que es muy difícil volver atrás. Por eso admiro tanto esas películas que logran producirte una inquietud y zozobra a la vieja usanza, como algunas películas de M. Night Shyamalan. Con el erotismo pasa lo mismo, vivimos invadidos por la pornografía y es un juego peligroso, porque la pornografía te va matando el alma. Creo que la incapacidad del hombre contemporáneo para amar y ser amado tiene que ver con la saturación de pornografía.
Pero mientras que en el cine la frontera entre erotismo y pornografía es bien clara, en literatura no resulta tan sencillo definirla. ¿Es más permisible la literaria?
No, en literatura no es tan sencillo. Pero yo no estoy haciendo una valoración moral, sino una calificación en lo que significa esa saturación, que nos llega sobre todo a través de Internet. La grandeza que tenía el erotismo en la literatura era que activaba la imaginación, pero hoy en día ya no puede hacerlo porque estamos llenos de imágenes pornográficas. La pornografía descarnada de Sade, por ejemplo, que leí a una edad muy temprana, siempre me ha parecido muy aburrida y eso que detrás hay toda una visión filosófica del mundo. Pero lo pornográfico es puesto desnudamente y lo que provoca es hastío, esa tristeza de la carne de la que hablaban los viejos teólogos; porque cuando la carne se satisface siente tedio. Lo que sí se puede hacer a través de la literatura es el aprovechamiento de la sordidez del mundo de la pornografía, como hace, por ejemplo, James Ellroy en una serie de novelas. Pero la pornografía en sí misma lo tiene muy difícil.
Usted afirma que «ser progre consiste en tener siempre razón, si la realidad te lleva la contraria, peor para la realidad». ¿Es un mal exclusivo de la izquierda?
No, es un mal de quienes han alcanzado la hegemonía. Hoy ese mal tiene que ver con el progresismo, que no tiene por qué ser de izquierdas, también hay un progresismo en la derecha; y en otras épocas ha tenido que ver con otros movimientos ideológicos, sociológicos o religiosos. Aquel que tiene la sartén por el mango es el que puede permitirse el lujo de amoldar la realidad a sus premisas ideológicas, y cuando la realidad se resiste, simplemente se niega esa realidad. Hoy esto lo encarna el progresismo, como doctrina o movimiento ideológico hegemónico.
Parece que la izquierda se rindió al orden económico. ¿Se centra ahora su esfuerzo en la esfera social y moral?
La obsesión y único objetivo de la modernidad, sea de izquierdas o derechas, es derruir el orden cristiano. El liberalismo tuvo más éxito que el marxismo porque, frente al dogmatismo del segundo, el liberalismo propugnaba la libertad soberana, es decir, lo que su voluntad le dictase era bueno; además tuvo el hallazgo genial de excitar la avaricia humana a través de sus derivaciones económicas. Entonces hay un momento en el que la izquierda decide que, si no quiere quedarse en fuera de juego, tiene que aceptar la visión económica del liberalismo y hacer hincapié allí donde el liberalismo había sido más mojigato o menos beligerante contra el orden cristiano: los aspectos morales, sociales… así, la izquierda logró la ecuación perfecta para destruir el orden cristiano. Aprendió mucho de la contracultura de los años sesenta y descubrió que había una serie de anhelos que la derecha liberal no estaba satisfaciendo y que había que adoptar como banderas. Lo más dramático de todo esto es que a los desposeídos, a los desheredados, no hay nadie que los defienda.
Entonces piensa que el verdadero enemigo, tanto del socialismo como del liberalismo, es la religión cristiana.
Sí, sin duda, es el enemigo a batir; y más específicamente la católica, puesto que de alguna manera el protestantismo fue el caldo de cultivo del liberalismo para introducir el libre examen, la capacidad del hombre de juzgar su conducta y ser el dueño exclusivo de su conciencia. El protestantismo introdujo el veneno en el orden cristiano. Más allá de lo que yo piense, es una realidad; hay dos visiones del mundo en conflicto: la visión católica y el orden anticristiano.
¿Qué le ha llevado de sus inicios a este catolicismo militante que practica ahora? ¿Una evolución o una revelación?
No, un proceso natural. Soy una persona formada en una familia católica, provinciana, tradicional, de gente humilde… y eso pasa a ser parte de tu formación cultural, de tu bagaje. A medida que me hice un personaje público descubrí que en el medio literario y cultural, arremeter contra la Iglesia era un salvoconducto para ser admitido en sociedad y eso me causó gran perplejidad. Simplemente por llevar la contraria y transgredir empecé a profundizar en mi Fe de la infancia y adolescencia Pero me pasó lo que a Chesterton, que esa curiosidad te lleva a profundizar más y más, a descubrir cosas que hasta ese momento te resultaban insospechadas y eso te lleva a repensar las cosas. Donde antes veías algo cansino e inerte empiezas a descubrir algo vivo.
Usted percibe entonces hostilidad hacia el cristianismo.
Sí, yo creo que la hay.
¿Se siente discriminado por ser católico?
Lo esté o no lo esté, uno tiene que hacer ver que no lo está, porque si no la vida sería muy dura. Pero sí, indudablemente. Hoy en día ser católico empieza a ser complicado. A mí, por ejemplo, por la calle me insultan, vendo menos libros…pero en la vida hay que seguir el camino que tienes que seguir, no hay que darle más vueltas.
¿Es peligrosa la búsqueda del placer inmediato y la satisfacción?
Nos convierte en personas compulsivas. La satisfacción inmediata de aquello que buscas es peligrosa porque te conduce al hastío vital.
Como el hombre estético de Kierkegaard.
Sí, hay algo de eso. El estar constantemente colmando tus necesidades te convierte en un ansioso compulsivo y te inunda el hastío vital. Es parecido a lo que ocurre con la tecnología: vivimos en un mundo muy tecnológico. Hace diez o quince años te podía costar mucho conseguir una película o un libro; podías tardar semanas o meses: lo encargabas en la librería, la librería no lo tenía, intentabas que te lo consiguiera algún amigo en el extranjero… ahora, apretando una tecla lo tienes y eso acaba produciéndote la sensación de hartazgo, que es una de las notas distintivas del hombre contemporáneo. Estamos saturados de todo; eso anestesia y abotarga la sensibilidad así como la búsqueda espiritual o el intento de ser mejor.
¿Hay algún elemento de la doctrina católica que usted no comparte?
En cuanto al desarrollo de los dogmas no, ya que yo me considero católico porque creo en su credo, pero en el magisterio de la Iglesia sí que hay muchas cosas con las que no estoy de acuerdo. Por ejemplo, en algunas declaraciones del Concilio Vaticano II. En Nostra aetate se dice que los cristianos y musulmanes adoramos al mismo dios, y yo no estoy de acuerdo. He estudiado la naturaleza del dios cristiano y la del dios musulmán y considero que no, adoramos cosas distintas. Sin embargo, en ese momento de buenrollismo y ecumenismo, la Iglesia dijo esto. El dios cristiano tiene unas características —empezando por su encarnación— que lo hacen algo totalmente distinto al dios musulmán.
Hay movimientos como «Somos iglesia» que se podrían considerar como catolicismo de izquierdas. ¿Tienen sitio en la Iglesia?
Chesterton lo dijo claramente: católicos eran todos aquellos que creían en los puntos del Credo y eran libres para discrepar en todo lo demás. En la Iglesia tiene que haber libertad para defender las más diversas posturas siempre y cuando se fundamenten en una visión puramente católica. Hay gente que se autodenomina católica pero que no cree en la virginidad de María, en la resurrección de Cristo… pero entonces es que no son católicos. Sin embargo, los católicos, como personas que estamos en el mundo, estamos muy contaminados de ideología. La ideología ha hecho muchísimo daño espiritual a la Iglesia. En los 60, 70 y 80 sobre todo, ideologías de tipo marxista. En la actualidad, ideologías de tipo liberal-conservador.
¿No es sano que haya un debate entre la jerarquía eclesiástica y el católico de base?
Según sobre qué sea. La fe católica es como una llave que te abre una puerta. Esa llave debe ser inmutable, porque la cerradura siempre es la misma. La propia Iglesia, en su afán por abrirse al mundo, muchas veces ha pretendido cambiar la llave. Me parece muy bien discutir todo lo discutible, que es todo lo que no forma parte del dogma transmitido desde hace veinte siglos; pero muchas de estas corrientes lo que proponen es una revisión del dogma.
Pero la doctrina de la Iglesia choca mucho con cosas vistas como naturales en la sociedad actual, como las segundas nupcias, la homosexualidad, el sexo prematrimonial…
Sí, pero porque quienes gobiernan, mandan o moldean la sociedad actual y las conciencias, como convivir con el error es muy difícil, tienes que convertir tus propios errores en aciertos, como presentar el divorcio como algo normal, que no pasa nada y es maravilloso. Pues no, el divorcio es una calamidad y es lo peor que le puede ocurrir a una persona, porque desbarata tu vida y la de tus hijos…es un horror. Lo que es un mal no puedes pretender convertirlo en un bien. Otra cosa es que la realidad humana está tocada por el mal, y entonces ésas son realidades que existen, y a las que habrá que buscar una salida.
¿Y si el amor se acaba?
No, el amor no se acaba, pero hay que alimentarlo. Naturalmente las ganas de follar con una mujer se te acaban, porque la tienes requetevista, y supongo que a una mujer con un hombre le pasa lo mismo, pero hay que reinventarlo, aprender a desear de otra manera y apuntalar la relación en muchas cosas. El amor no se acaba, lo matamos nosotros. Lo que se acaba son las expresiones exaltadas del amor. Es cierto que hay veces en las que las relaciones se hacen insostenibles e insoportables y hay que asistir a esa gente de alguna manera. La Iglesia siempre contempló la separación de los cónyuges y la nulidad de los matrimonios. Y la Iglesia debería seguir ahondando en esos temas, porque hay muchas personas divorciadas que quieren seguir perteneciendo a la Iglesia, y ésta debería esmerarse en el tema de la nulidad y la separación.
¿Y la homosexualidad?
La Fe de la Iglesia dice que «hombre y mujer los creó» y la dualidad de sexos es el hecho previo a la premisa para la unión que la Iglesia bendice, que es la unión matrimonial. La Iglesia nunca va a aprobar las uniones homosexuales. Otra cosa es que los homosexuales tienen que ser contemplados y admitidos como una realidad a la que la Iglesia tiene que abrirse, igual que con los divorciados. Son realidades que se tiene que aceptar y encajar, pero no por ello la Iglesia debe decir que la homosexualidad es fenomenal. El problema que veo en las corrientes que mencionábamos antes es que no postulan que los divorciados u homosexuales tengan que tener las puertas de la Iglesia abiertas, sino que dicen que el divorcio o la homosexualidad están fenomenal; cosa que la Iglesia nunca va a hacer.
Las relaciones prematrimoniales, las costumbres sexuales poco comunes… ¿se pueden considerar moralmente reprobables incluso si son consentidas?
La moralidad o inmoralidad de una conducta no tiene que ver con su consentimiento. Para el que cree en la autonomía del juicio personal sí es así, pero la Iglesia considera que hay unas leyes divinas a las que la conducta humana se tiene que someter. Básicamente, la Iglesia mantiene todas estas leyes morales porque son el producto de una sabiduría acumulada a lo largo de 2000 años. La Iglesia no tiene ningún interés en que los chicos se vayan a la cama antes o después de casarse. Si lo hace es porque, a lo largo de tantos años de experiencia humana, de personas que pasan por el confesionario…llega a la conclusión de que eso le hace daño a las personas. Antes hablábamos de cómo estábamos saturados de mensajes y vivimos en el mundo de la disponibilidad plena…la saturación sexual también mata la pasión amorosa; primero la exalta, pero luego la mata. La Iglesia va a seguir diciendo siempre que hay conductas moralmente reprochables y que hacen daño al Hombre, pero va a seguir aceptando y admitiendo que vamos a seguir haciéndolo. Ése es el misterio de la Iglesia: marca una conducta a los hombres pero sabe que somos débiles. Lo que nunca va a hacer es convertir nuestros errores y debilidades en aciertos. Yo, como casi todos los católicos, soy pecador, débil y frágil, y nunca me he tropezado con una incomprensión, ni por parte del cura más severo y exigente. La gente se queda con que sale el típico obispo que dice a los chavales que no se vayan a la cama, y olvida la segunda parte: que el chaval se va a la cama y es aceptado, porque se sabe que forma parte de nuestra debilidad. Pero nuestro mundo es hipócrita y puritano. El puritanismo es una degeneración de la hipocresía que primero se finge virtuoso y, cuando se da cuenta de que la virtud absoluta es imposible, intenta convertir sus vicios en virtudes, de tal manera que se niega absolutamente nuestra debilidad y se convierte en fortaleza. La posición católica es mucho más realista con la realidad humana: se acepta que es débil pero se señala esa debilidad.
Ha citado varias veces a Chesterton. Recuerdo que una vez dijo, tras un sermón bastante malo al que asistió, que «una religión que ha sobrevivido durante 2000 años a ministros tan deplorables, sin duda tiene que ser una religión verdadera». ¿La COPE ha sobrevivido a locutores deplorables?
La COPE es una obra humana e, igual que tuvo su principio, tendrá su final. El hecho de que esté en manos eclesiásticas no la convierte en eterna. La presencia de la Iglesia en los medios de comunicación —cosa que no tengo muy claro que sea su misión, su misión es estar en el mundo, pero no necesariamente en todos los ámbitos— ha de ser para predicar el Evangelio en un sentido amplio, ofreciendo un periodismo católico.
Porque usted no estaba de acuerdo con la línea que tenía hace un par de años.
No, ni hace dos, ni hace diez, ni ahora. Yo creo en un periodismo católico, y eso significa que a los problemas que la realidad nos propone se les dan soluciones católicas, no ideológicas, progresistas, liberales ni conservadoras. Hay un largo magisterio de veinte siglos por parte de la Iglesia, que ha reflexionado sobre todos los problemas humanos, y eso es lo que tendría que hacer un medio de comunicación católico. Pero eso es algo que, desgraciadamente, hoy no existe.
Por eso lo comentaba. Antes ha mencionado que el liberalismo es uno de los enemigos de catolicismo, y durante algunos años Losantos y César Vidal han sido locutores de la COPE, siendo liberales.
Ninguna ideología debe ser enarbolada en un medio católico, pero menos que cualquier otra el liberalismo, que es la ideología más veces condenada por la Iglesia, a la que más Papas han dedicado encíclicas devastadoras. No tiene sentido. Pero vivimos en un mundo absolutamente enloquecido, como decía Chesterton: «el mundo está lleno de virtudes cristianas que se han vuelto locas» y eso afecta también a la Iglesia.
Decepcionante. Habéis convertido a este curilla trabucaire en una persona normal.
Yo soy gay y la iglesia me insulta desde púlpitos que pago yo mismo sin poder elegir. Así que…aún hay distancias entre unos insultados y otros: a usted solo le insultan por la calle, a mi desde la tele y los medios.
No es cierto que te insulte nadie. Si te crees los titulares y eslóganes de los medios de comunicación anti-Iglesia, claro, te sentirás insultado. Pero esos titulares y esos eslóganes están todos TO-DOS manipualados.
Pues si nosotros pagamos la basura de 13tv y COPE con el dinero que nos manga la Conferencia Episcopal Española.
¿Por qué la mujer se rpesta a la pornografia, y a la prostitución,por qué?.
En España, la prostitución, profesión antigua como la injusticia, a medio camino entre el manido negocio de la puesta en valor del coño, la explotación de la belleza, el sex-appeal del cuerpo joven, y la esclavitud, la violencia sexual, es endémica —es decir, propia de una zona o de una época. Os lo digo yo, que he viajado más que las bragas de una azafata: en ningún sitio hay más putas que en España.
Pingback: Entrevista a Juan Manuel de Prada: “Vivimos invadidos por la pornografía”
Mal que nos pese, tiene más razón que un santo.
El proceso descristianizador es un hecho y el gran fracaso ético de las sociedades occidentales es justamente no haber sido capaces de proponerse valores laicos fuertes que vinieran a cubrir el vacío dejado por la religión. Esto ha significado una caída en el narcisismo infantiloide que padecemos, el cual por alguna razón le viene estupendamente a los vendedores de propaganda (comercial y/o política), a los vendedores de entretenimiento, a los vendedores de eventos masivos, a los vendedores de medicamentos para ser felices y para no ser infelices, a los vendedores de tetas postizas y crecepelos, a los vendedores de sensaciones automovilísticas, a los vendedores de sensaciones turísticas, a los vendedores de adminículos para la masturbación, a los vendedores de adminículos para la comunicación, a los vendedores de adminículos para la incomunicación y, en fin, a muchos otros vendedores que han encontrado en este individuo amoral, inseguro, superficial, manipulable y esencialmente idiota al cliente con el que siempre soñaron.
oponer valores laicos fuertes a la deriva nihilista.
Pues a mí me parece una entrevista cojonuda, aunque mi pensamiento está a años luz del entrevistado. Pero me gusta reconocer la inteligencia allá donde se encuentra.
También me ha gustado la entrevista, ha conseguido dibujar el personaje. Leyéndola he visto sentimientos de culpabilidad, complejos; pecados;… casi todos relacionados con el sexo. Ha reflejado ese mundo que otras personas, que pueden vivir el sexo de una forma más laxa, sin remordimientos, no comprenden. Me parece la faceta más interesante de Prada y creo que ha sido un acierto exponerla.
Llegué tarde, vi tu comentario y a el suscribo; la entrevista tiene partes rescatables.
La entrevista es buena, las preguntas y las respuestas. Y de Prada es muy inteligente, y elocuente, se esté o no de acuerdo con él.
Si De Prada se siente «invadido por la pornografía», será porque la busca, se la casca y luego se arrepiente, como buen cristiano que es. Que se ocupe de sus asuntos, que resuelva sus contradicciones y que deje en paz a los demás.
Muy acertado.
Acabo de leer la entrevista, pero pese al tiempo pasado no me abstengo de realizar una contestación.
Yo también pensaba que la pornografía era para el que la buscaba, siendo yo el primero como gran parte de mi generación –la nacida en los 80– el que la buscaba. Sin embargo el paso del tiempo y el tener hijos da otra perspectiva de las cosas y te das cuenta que cosas e imágenes cotidianas en los medios de comunicación, redes sociales, espacios públicos, etc. están más a la vista de lo que parece y entonces aunque parezcas un carcamal empiezas a valorar la intimidad y eso que parecía tan rancio del «buen gusto». En esta sociedad no hace falta buscar la pornografía, te la meten doblada por todos lados y en unos extremos que hasta para los de nuestra generación, que teníamos educación sexual y acceso desde a las portadas de interviu a cualquier otra revista más explícita que siempre exponían en kioskos sin el menor control, resultan aberrantes.
Bueno, lo que usted replica es posible que sea bastante cierto, es decir: la moral católica asimilada por De Prada puede que a este le haga concebir a este la práctica del sexo vinculada a la satisfacción del deseo de unx mismo -y no sólo la pornografía- como algo que las más de las veces deriva en pecado (en algún mal). Pero dicho esto, creo que De Prada tiene bastante razón en su crítica cultural de la pornografía y de la banalización de la sexualidad. Me parece un fenómeno muy obvio esa hiperabundancia de pornografía, que además es muy fácilmente accesible.
Al mismo tiempo que existe esta, una educación afectivo-sexual (con una mínima calidad) apenas existe en nuestra sociedad.
Y lo peor es que tal pornografía se difunde masivamente porque vivimos en una sociedad en la que se idolatra el consumo de múltiples experiencias en pos de una plena satisfacción de los deseos que cada cual tiene (o cree tener). Y creo que tal cosa sólo es posible en una sociedad que se halla muy desorientada y vacía en lo que a valores se refiere.
Por otro lado, el que la pornografía, y más en general el sexo mercantilizado, hayan alcanzado el volumen y la difusión que tienen actualmente quizás debiera hacernos reflexionar más acerca de las desigualdades que subyacen a dichos fenómenos: desigualdades socio-económicas y de género: una enorme cantidad de mujeres, sin alternativas de encontrar otros empleos (y de muchos países) se ven obligadas a realizar sexo pornográfico y comercial para poder salir adelante o sobrevivir.
Al mismo tiempo que esto último sucede, los consumidores masivos o más frecuentes de pornografía y de sexo mercantilizado son los hombres; con las variadas implicaciones que esto puede tener. Cabe pensar, por ejemplo, que el que las cosas sean así es posible que más que beneficiar dificulte las relaciones entre los hombres y las mujeres (no sólo en el terreno amoroso, sino también en otros: el del respeto, el de la confianza o el del reconocimiento y la comprensión recíproca.
«Me parece un escritor muy interesante, áspero, con un fondo de nihilismo y de nostalgia de otro mundo. Sobre todo sus primeros libros, con una veta locoide excelente, cosa que tienen todos los grandes creadores, una veta de disgusto con el mundo. Sin embargo, llega un momento en que se ha vuelto demasiado doctrinario. Se ha creído su papel, se ha puesto una toga y se ha puesto a hacer de esa veta la médula de su escritura.»
¿Se ha descrito a si mismo? De autor de «Las mascaras del heroe» y de articulos divertidisimos sobre Xena o Mazinguer Z a columnista carcatolico. Se queja de que sus libros se venden menos, ¿ha probado a escribir algo interesante?
¿Algún día leeré/escucharé una entrevista/tertulia de este hombre sin que cite a Chesterton? Es probable que no suceda. Por otra parte su verborrea lleva el sello inconfundible del católico pretendidamente dulcificado. Se desmarca de la COPE pero pregona allá por donde va su discurso de manual. Para mejor conocimiento del personaje, un paseo por Intereconomía (allá donde nuestro héroe se siente más a gusto). Nadie con ese concepto «castigador» de la sexualidad puede ser reconocido como verdaderamente libre e inteligente.
No dejemos que el saber enciclopédico pavoneado eclipse la naturaleza de las personas.
Al señor De Prada:
«La Iglesia va a seguir diciendo siempre que hay conductas moralmente reprochables y que hacen daño al Hombre, pero va a seguir aceptando y admitiendo que vamos a seguir haciéndolo.»
Esta frase expresa una realidad que se ha materializado tras muchos años de evolución del pensamiento, las ideas y la conciencia de los grandes seres humanos que en la Historia han descreido sus católicos, apostólicos y romanos dogmas.
Los hombres que diseñaron (según mi visión) o a los que les fueron revelados (según la suya) esos innegociables dogmas hace 2000 años, y que fundaron la Iglesia Católica no hubieran suscrito esta frase, o lo hubieran hecho con una gran lista de excepciones, entre las que no se encontrarían, por cierto, el estupro o el asesinato, y sí en cambio la herejía. Ya que esta desafía ese obituario de la libertad y, mucho mas importante, la responsabilidad humanas que es la lapidaria frase que sintetiza la esencia de la doctrina católica:
«Tú no eres dueño de tu conciencia, lo es Dios, y Dios sólo habla con nosotros»
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A dda:
Tengo 30 años y con 7 ya había visto tetas, culos y coños hasta hartarme en la papelería-librería que había enfrente de mi colegio, y la situación siempre ha ido in crescendo. Que decir de la caja tonta, con canales en abierto absolutamente consagrados al porno cutre desde primera hora de la tarde. No hay que buscar el porno, en esto tiene razón de Prada, vivimos invadidos por él.
Todo esto lo digo desde una postura moral favorable al amor libre pero responsable. La pornografía es zafia, cutre y denigrante para la mujer, da una visión totalmente distorsionada de las relaciones sexuales, exalta prácticas sexuales de enorme riesgo y ni siquiera como fantasía es capaz de llenar. Es un camino muy peligroso que debería estar más severamente regulado.
No había reparado en esta entrevista ahora. Gracias a Jot Down por este tan apreciable pluralismo informativo.
Insisto en que el mero concepto de la «invasión» de la pornografía es la clásica memez beatona. ¿»porno cutre desde primera hora de la tarde»? Dígame dónde.
Esto es muy sencillo: si no te gusta la pornografía, no te refociles en ella para luego quejarte por invasiones imaginarias. En cuanto a la regulación, Internet ha eliminado cualquier posibilidad de control, así que los cruzados morales harán bien en adaptarse a esta situación.
Pero yo venía a otra cosa. Me entero hoy de que Juan Manuel, tan locuaz cuando se trata de censurar las inmoralidades de otros, ha anunciado sus nupcias con la presentadora de «Lágrimas en la lluvia». Dado que estaba casado por la Iglesia y tiene una hija, quizá esto contribuya a que sea más tolerante con los pecadillos ajenos en lo sucesivo o, lo más probable, que siga ejerciendo de Savonarola como si nada hubiera pasado, y volvamos a oír de sus labios frases como esta: «Pues no, el divorcio es una calamidad y es lo peor que le puede ocurrir a una persona, porque desbarata tu vida y la de tus hijos…es un horror».
Prada está separado desde hace varios años: en 2007 (hace cinco años) declararon nulo su matrimonio del año 2000, y parece que ya llevaba tiempo viviendo separado. Habían tenido una hija unos años antes: así que sus palabras en esta entrevista son claramente las de alguien que sabe lo que dice porque lo ha vivido: “el divorcio es una calamidad y es lo peor que le puede ocurrir a una persona, porque desbarata tu vida y la de tus hijos…es un horror”.
Gracias por las precisiones, que tampoco afectan mucho a lo esencial de mi crítica, más que nada porque, por un lado, y para ser consecuente con lo que predica, debería haber aguantado con su matrimonio y, por otro, porque el hecho que su divorcio fuera infernal no implica que lo vayan a ser los de los demás. Citaré para la ocasión a un pensador de verdad:
«Me dan lástima quienes odian la vida física tal cual es, reclamando volver al paraíso o ingresar en un cielo y desconfío de los que confunden sus privadas melancolías con estados generales del mundo.»
La pedrá: ANTONIO ESCOHOTADO
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De Prada se explica bien y tiene puntos interesantes. Pero respecto a su visión religiosa, peca del mismo error que los curas católicos, una cosa es predicar y otra… dar trigo. El catolicismo está en retroceso por sus propios errores, no por aciertos de liberalismo o progresismo.
La visión de De Prada es ridícula. Ya de entrada hay que tener en cuenta que está casado en segundas nupcias (imagino que la COPE ayudaría a casarse de nuevo por ña Iglesia).
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Para mí el error de la Iglesia es precisamente el de pedir creer en dogmas que no deberían tener ninguna relevancia, como la virginidad de María o la encarnación de Cristo. Creo que deberían centrarse en los valores prácticos, incluido la creencia en una vida futura. Pero esas bobadas de que si a Dios le clavaron la lanza o si se le cayó la cruz tres veces me ponen de los nervios.
Gran entrevista, por cierto. Aunque igual demasiado inclinada al tema religioso al final.
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«sabiduría acumulada a lo largo de 2000 años» venga aceptamos que unas posibles verdades manipuladas durante 2000 años es sabiduria,que yo sepa esa sabiduria quemaba la gente hace 500 años por decir que la tierra no era el centro del universo,sobre el resto como que no mencionar a ninguna autor de la «golden age» de la cfi y luego hablar de blade runer es no tener cultura en ese tema encima ni menciona obras de arte del anime japones como akira papirika alita angel de combate y cine koreano /japones ,ocidente tampoco es el centro del mundo en creatividad.,la iglesia catolica se tendra que adaptar como lo hizo antes o morir es un hecho ninguna religion se mantiene fiel a sus dotrinas ,todas cambian y se adaptan como la sociedad en si misma.
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Una buena entrevista. Gusta que no rehuyaís estos temas, aunque a veces suenen pasados de moda. No coincido en casi nada con el entrevistado, pero me interesan algunas cosas que dice.
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¿Alguien le presta un librito de Historia a Fernando? ¿Y un manual de gramática sencillo? No probéis a leer su comentario en voz alta: podríais asfixiaros.
Este tipo parece sacado del siglo XVI. Es estremecedor que alguien que pasa por culto diga semejantes cutreces. Al final es siempre la misma totalitaria pretensión de conocer lo que necesita el otro mejor que él mismo.
No lo califiques; refútalo. Cuánto tiempo perdemos en meternos con los adversarios ideológicos. Todo ese tiempo podríamos dedicarlo a refutarlos.
Por otro lado, ¿tú siempre sabes lo que necesitas? Qué afortunado eres. Yo suelo pedir consejos, o los solía pedir antes, cuando era más jovencito.
Te diré que, a veces, tenemos ciertas necesidades que son negadas por quienes tienen más experiencia. Te dicen que no hagas ciertas cosas porque, aunque tú no lo veas, ellos conocen las consecuencias perniciosas al haber visto en más gente o al haberlas experimentado ellos mismos. Además, los médicos y los psicólogos son precisamente profesionales que saben lo que realmente necesitamos, y no dejamos de consultarlos…
Estas confundiendo totalitarismo con dar consejos. Si seguimos tu forma de pensar, entonces deberíamos llamar totalitarios a los médicos que aconsejan dejar de fumar. El médico no te impide hacer lo que quieras; simplemente te advierte de lo que puede ocurrirte. De Prada ha sido muy claro al respecto, pero parece que no has leído esa parte: dice que la Iglesia sabe que los hombres pecarán, pero que acepta a los pecadores. ¿Tú crees que un regimen totalitario acepta a los disidentes? No, los destruye. No hay ni pizca de totalitarismo en las palabras de De Prada; sólo da consejos fundados en una antropología filosófica determinada, la católica. Nos toca demostrar que esa doctrina está equivocada.
Gordopilo.
Buena entrevista, a excepción de que estaría bien una pregunta hacia su trabajo en Intereconomia, un medio que se ha declarado que manipula la información tomando de idiotas a sus espectadores.
Por otro lado, osea, que yo pueda tener un libro en 2 dias por pedirlo en internet, ¿me hastía? Que yo tenga inmediatez de medios no significa que no tenga que hacer cosas difíciles en la vida. Faltaría más.
Mira tú. Juan Manuel de Prada puede renegar de Nostra aetate, pero yo no puedo renegar de la voluntarista doctrina social de la Iglesia.
«La Iglesia no tiene ningún interés en que los chicos se vayan a la cama antes o después de casarse. Si lo hace es porque, a lo largo de tantos años de experiencia humana, de personas que pasan por el confesionario…llega a la conclusión de que eso le hace daño a las personas»
yo creí que se trataba de un mandato de Dios. Otra contradicción de Don Juan Manuel.
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Jamás te fíes de alguien que hablando de series de tv no nombre a Los Soprano ni The Wire.
(no sé si lo dijo Chesterton, pero esto sí que va a misa)
«… la Iglesia considera que hay unas leyes divinas a las que la conducta humana se tiene que someter».
Esto lo dice un adulto ilustrado, aparentemente cuerdo.
«La posición católica es mucho más realista con la realidad humana: se acepta que es débil pero se señala esa debilidad.»
Cuando tienen verdadero poder no se limitan a «señalar» debilidades. Ya saben, la conducta humana se tiene que someter.
No discuto, eso sí, la habilidad del personaje para juntar palabras con algún ingenio.
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No es infrecuente que, en cualquier ámbito, sostengamos ciertas creencias sobre la realidad que, a la postre, se demuestran falsas. Parece que De Prada descarta que la sabiduría católica sea falsa, y lo descarta por haberse sostenido su credo durante tanto tiempo, como si el tiempo fuese prueba de verdad. No, el tiempo es un argumento falaz, un argumento «ad antiquitatem».
Yo no niego la pertinencia de la sabiduría católica. Mejor dicho, ni la niego ni la afirmo. Me gustaría que se demostrase cuán ajustada está a la realidad del hombre. Porque no me basta con las palabras de De Prada: yo no soy un hombre de fe.
De todas formas, me ha gustado mucho la entrevista. A mí no me parece que este señor sea alguien repelente. Es alguien que tiene cierta forma de entender la realidad y la expresa sin ningún tipo de mojigatería. Además, es encomiable la valentía de quienes se resisten a las ideas mayoritarias. Porque el ser mayoritarias tampoco demuestra su verdad; en este caso, la falacia se llama «ad populum».
No sé si mata el alma la pornografía, pero que va a generar unos problemas de conducta sexual a las generaciones futuras es obvio. Hay una gran diferencia entre ver por primera vez a los 11 años una mujer desnuda en una foto, a ver absoluta misoginia y violencia extrema contra una mujer. Que es en lo que se ha convertido la pornografía; palizas, humillaciones y vejaciones extremas a una mujer filmadas.
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