El pasado 17 de diciembre de 2012, Robert Allen (R.A.) Dickey, pitcher (lanzador) titular de los New York Mets fue traspasado a los Toronto Blue Jays.
Con el traspaso se le firmó una extensión de contrato por dos años y 24 millones de dólares a sumar a los cinco millones que ya tenía firmados por los Mets, más una posible opción de extensión por un año más y otros 12 millones de dólares.
El 14 de noviembre se le había concedido el Premio Cy Young al mejor pitcher de la National League de béisbol. El galardón había sido votado por treinta miembros de la BBWAA —acrónimo de la Baseball Writers’ Association of America (Asociación de Escritores de Béisbol de América).
El diez de noviembre la revista Sporting News —anterior The Sporting News, y que pasa por ser la más antigua y más importante en el mundo del deporte americano en general y del béisbol en particular— le otorgaba el Premio al Mejor Pitcher del Año de la National League.
El cuatro de noviembre era elegido el Outstanding Pitcher of the Year por la Asociación de Jugadores de la MLB.
El diez de julio, en el Kauffman Stadium de Kansas City, participó en su primer All-Star Game de la MLB (Major League Baseball), la liga más importante de béisbol de los Estados Unidos y, por tanto, del mundo.
Hace apenas tres años, al principio de la temporada 2010-2011, Dickey jugaba para los Buffalo Bisons, un equipo de las ligas menores, tras haber pasado por otros siete equipos de las ligas mayores y menores desde que debutó en 2001 con los Texas Rangers, y haber ganado algo menos de dos millones de dólares en el total de los catorce años de carrera que habían pasado desde que fue elegido en el draft de 1996.
El pasado 29 de octubre de 2012, R.A. Dickey cumplió 38 años.
¿Cómo es posible que un deportista profesional, aún con la longevidad que suelen tener los jugadores de béisbol, haga la temporada de su vida cuando se está asomando a la cuarentena? ¿A qué se debe este casi repentino éxito tras una carrera que había pasado prácticamente sin pena ni gloria?
A esto:
En la hipnótica imagen anterior, cortesía de James Greenhalgh, vemos a Will Rhymes mirando con desconcertada expresión cómo una bola manejada por los hilos de un titiritero invisible pasa lentamente por su lado sin saber exactamente cuándo ni cómo batearla.
Es una knuckleball.
¿Qué es una knuckleball? (I)
Los pitchers de béisbol suelen contar con un arsenal más o menos combinado de lanzamientos que le permitan ser lo más eficaces posible a la hora de eliminar bateadores. Todos saben lanzar una fastball (bola rápida y recta, que se mueve en el entorno de los 130-150 km/h), que alternan algún tipo de breaking ball (esencialmente un lanzamiento con efecto, independientemente de que la trayectoria sea fluida o se altere en un determinado momento de la misma, y cuya velocidad suele ser notoriamente inferior a la de una fastball).
El objetivo de esta alternancia es obvio: impedir que el bateador lea o prevea con exactitud dónde e incluso cuándo va a llegar la bola al alcance de su bate.
Así, la relación entre el pitcher y el bateador se convierte en una suerte de juego de engaños similar al que se desarrolla entre el portero y el futbolista que le lanza un penalti. El bateador tiene que intentar adivinar qué tipo de bola le va a lanzar el pitcher o, en último caso, ser lo suficientemente rápido como para descubrirlo mientras esta se acerca al home.
Para conseguir que los lanzamientos tengan el efecto deseado, se imprime una rotación a la bola, que determina el tipo de trayectoria que ejecutará. De esta manera, una curveball se lanza con rotación hacia delante que provoca una curva descendente y una slider tiene rotación lateral que se traslada en una curva en el plano horizontal.
La fastball también se lanza con rotación, sin embargo, esta es hacia atrás, lo que determina que la trayectoria sea esencialmente recta y uniforme al contrarrestar la fuerza de sustentación del aire con la gravedad propia de la bola.
Esta rotación se trasmite a la bola a partir del movimiento completo del pitcher, desde el hombro hasta la muñeca; no obstante, la definición fundamental de la misma se hace básicamente a través del contacto y el movimiento de los dedos. En este sentido, la cantidad de superficie de contacto entre la bola y los dedos, así como su forma de agarre son elementos determinantes a la hora de imprimir la rotación deseada.
No vamos a hacer una descripción exhaustiva de los distintos tipos de agarre, pero pueden suponer que no es lo mismo lanzar con la bola cogida con toda la palma que si se sujeta solo con tres dedos; la cantidad de rotación es distinta y distinta será su trayectoria. Básicamente, cuanta más superficie de contacto continua exista entre la bola y los dedos, más rotación se le puede imprimir y un mayor efecto cogerá el lanzamiento.
Ciertamente, no siempre se busca la mayor rotación posible; por ejemplo, una change-up es una bola que se lanza de manera similar a una fastball, pero cuyo agarre se realiza con cuatro dedos separados, por lo que la rotación es inferior y su velocidad también, engañando así al bateador que, pensando que se trata de una fastball convencional, realizará el swing antes de tiempo.
Sin embargo, la knuckleball subvierte todo el anterior planteamiento. O lo lleva a su extremo.
Cuando lanza una knuckleball, el pitcher tratará de imprimir la menor rotación posible a la bola, reduciendo de igual manera su velocidad. Donde una fastball ejecuta entre ocho y 12 rotaciones completas, una knuckleball realiza entre medio giro y giro y medio, moviéndose entre 80 y 120 km/h.
Para ello, y como vemos en la imagen inicial del artículo, el pitcher reduce al mínimo la superficie de contacto entre la mano y la bola; la sujeta apenas con la punta de dos dedos. De hecho, el propio nombre del lanzamiento procede del agarre que realizaban los primeros jugadores que la emplearon: con los nudillos.
Al contrario que en cualquier otro tipo de lanzamiento, donde la rotación genera unas presiones de aire y unas fuerzas de sustentación uniformes, aquí las fuerzas que actúan sobre la bola dependen más del movimiento de traslación de la misma y de otra serie de circunstancias que son prácticamente impredecibles. Por ejemplo, la línea de la costura, cuya importancia sobre el efecto de una bola es despreciable cuando esta rota a gran velocidad, se convierte en un elemento capaz de alterar sensiblemente la trayectoria cuando no existe esa rotación. Y como la posición de la misma cambia entre una y dos veces en el mismo lanzamiento, así mismo lo puede hacer el recorrido, convirtiendo a la knuckleball en un arma esencialmente imprevisible.
¿Qué es una knuckleball? (II)
Confiando en su inherente impredecibilidad, el pitcher que ha perfeccionado una knuckleball normalmente no necesita alternar sus lanzamientos, porque el bateador no puede leer la trayectoria aunque tenga la total seguridad de que lo que le van a lanzar va a ser una knuckleball. No sabe ni dónde va a ir, ni cuándo va a llegar.
Un knuckleballer suele confiar más del 80% de sus lanzamientos en este tipo de bola, porque no necesita casi ninguna otra.
Entonces, ¿por qué no todos los pitchers de la liga lanzan este tipo de bola? ¿Por qué hay apenas un par de decenas de jugadores que la han usado consistentemente en toda la historia del béisbol? ¿Por qué Dickey es el único pitcher en activo que la emplea?
Precisamente porque es impredecible.
Y es impredecible para el bateador, pero también lo es para el cátcher, que debe tener total confianza en su habilidad y en el juego del lanzador; pero que aun así, hay veces en las que no puede coger la bola, conduciendo a jugadas rotas que pueden suponer carreras en contra.
Pero es que también es impredecible para el propio pitcher, que por muy entrenado y perfeccionado que tenga el lanzamiento, nunca va a saber con total precisión a qué lugar va a llegar la bola. El control que tiene sobre la misma es tremendamente limitado.
De igual manera que una knuckleball lanzada a la perfección es prácticamente imposible de batear, las singulares características de la misma hacen que un lanzamiento técnicamente bueno pueda irse fuera del rectángulo de bateo dando lugar a bolas, avances del jugador que batea e incluso carreras en contra.
Y lo que es aún más peligroso: la knuckleball no tiene margen de error.
Cuando una curveball o una slider se lanza mal, apenas significará una bola en contra o en el peor de los casos, un batazo fuerte pero, en general, mal colocado por la propia trayectoria de estos lanzamientos.
Cuando una knuckleball se lanza mal, esto es, cuando la rotación es demasiada, se convierte en una bola que avanza dócilmente hacia el bate del adversario. Un anzuelo de home-runs.
Además, siendo el agarre tan mínimo unido al hecho de que es un lanzamiento sin apenas resonancia —concepto que describía con precisión Gonzalo Vázquez hablando de baloncesto y que define como “[la] continuación de la mecánica que busca apurar al máximo la eficacia de las […] primeras fases del lanzamiento”— la knuckleball sufre enormemente con cualquier imperfección.
El ocho de abril de 2011, el propio Dickey, ya perfectamente establecido como pitcher titular de los Mets, se rompió una uña de la mano derecha durante la segunda entrada de su partido contra los Washington Nationals. Batió su récord negativo personal de jugadores contrarios a los que hizo avanzar sin batear (cinco) con tres carreras como consecuencia directa de ello. Solo lanzó durante cinco entradas antes de ser sustituido y los Mets perdieron por 6 a 2.
De los 61 pitchers que han accedido al Hall of Fame de béisbol, tan solo Phil Niekro, que jugó desde 1964 hasta 1987, usaba la knuckleball como lanzamiento principal. Él es el único knuckleballer que ha ganado más de 300 partidos.
The knuckleball dances
Hasta la eclosión de Dickey (y quién sabe si incluso tras ella), el knuckleballer se veía como un residuo romántico, un dinosaurio de una época anterior a los esteroides y a las anfetaminas. Jugadores peculiares, longevos y extraños que hacían danzar a la bola.
La knuckleball es tan singular, tan significativa y tan valiosa para el patrimonio cultural y emocional del béisbol que, aprovechando la retirada a los 45 años de Tim Wakefield (otro knuckleballer) y el surgimiento de Dickey, ha sido protagonista del largometraje documental Knuckleball! , estrenado a principios de 2012 con un sugerente tagline que reza “To gain power you first have to give up control” («Para ser poderoso, antes debes renunciar al control»).
Si quieren conocer más sobre la mecánica de este elusivo lanzamiento, pueden ver el vídeo de Reuters del cual se han extraído algunas de las imágenes de este artículo y que la explica con sencillez y precisión.
¿Qué es una knuckleball? (y III)
Una mañana de 2007, R.A. Dickey cruzó a nado el río Misuri entre Council Biffs y Omaha.
Estuvo a punto de morir ahogado.
Es imposible saber lo que pasó por su cabeza en esos momentos, pero es bonito imaginar que justo después de salir del agua, miró hacia atrás y vio diluida en el curso del río la trayectoria de su vida.
Cuando, en su Nashville natal, fue víctima de repetidos abusos sexuales a los ocho años, primero por una baby-sitter encargada de su cuidado y después por un joven de 17 años; experiencia que le perseguiría durante toda su vida e incluso le haría juguetear con el suicidio.
Cuando llegó a ser un brillante universitario, tanto académica como deportivamente, participando con el equipo estadounidense que ganó el bronce en los Juegos Olímpicos de Atlanta y siendo elegido en la posición número 18 del draft de 1996.
Cuando tras llegar a los Texas Rangers, un reconocimiento médico descubrió que le faltaba uno de los ligamentos del codo, lo que redujo su contrato de los 810.000 dólares iniciales a 75.000.
Cuando tras intensa rehabilitación, debutó en 2001 con un repertorio que consistía en una fastball, una breaking ball peculiar y una extraña forkball (bola cogida entre los dedos índice y corazón) a la que llamaba “La Cosa”.
Cuando en 2005, ya con 31 años, se dio cuenta de que “La Cosa” era una primitiva knuckleball, que decidió entrenar y mejorar hasta convertirla en su lanzamiento principal.
Cuando en 2006 tuvo su primera titularidad en un partido de la MLB y le hicieron seis home-runs, igualando el récord negativo de la era moderna que poseía en solitario Wakefield.
Cuando fue relegado a las ligas menores para jugar en Oklahoma y volver, de nuevo, a su Nashville natal.
Cuando su mujer le echó de casa al descubrir que su novio del instituto, aquel chico que quería comerse el mundo y al que había seguido todos estos años de brillo y también de decepción, aquel chico que ya era un hombre y con el que había tenido tres hijos, se estaba acostando con otra.
Cuando ella le perdonó.
Y es bonito imaginar que, en ese momento, Dickey decidió que lo que iba a enderezar su errática y caótica trayectoria sería otra trayectoria caótica y errática.
Que dejaría su suerte en manos de una bola que se sujeta apenas con la punta de los dedos.
De una knuckleball.
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Maravilloso. Lo mejor del Béisbol (y del deporte en general) son las historias de los deportistas que lo practican.
Desconozco si alguna vez has jugado a este deporte pero lo dominas a la perfección, al menos los lanzamientos. Artículo sensacional.
Magnifico.
Jamás imaginé leer en castellano y en España un artículo sobre la knuckleball, y menos con tanta precisión. Enhorabuena.
Qué bonito, leches…
Pedro, enhorabuena. Me habría encantado escribir este artículo para JotDown a mí también, pero ya no hace falta. Soy un knuckleballer convencido. No te digo más que Wakefield es mi pitcher fetiche al que he visto en directo en 2007 contra los Rockies contra los que el destino quiso que los BoSox ganaran las WS. Pedazo de artículo, como dice el gran Remember.
Ya era asiduo lector de Jotdown, pero que escriban de beisbol en una pagina española me ha ganado por completo. Excelente artículo Pedro, ojalá sigas escribiendo mas de beisbol para Jotdown. Y para los que quieran praticar y conocer un poco de beisbol en Madrid, podeís ir al polideportivo de Rivas.
Bueno, voy a intentar contestar a todos :).
Por un lado, yo no he jugado nunca al béisbol (más allá de pachangas adolescentes donde ni siquiera sabíamos que en el campo había solo 4 bases y no las 14 que poníamos nosotros). Sin embargo, más allá del interés por el propio deporte, el béisbol tiene una componente emocional como creo no tiene ningún otro deporte.
Me explico, en su propia concepción, es un juego casi predestinado a la aparición del héroe solitario, del todos contra uno, del «against all odds». Y eso lo ha sabido aprovechar muy bien Hollywood, con numerosos ejemplos de este romanticismo narrativo y profundamente cinematográfico que creo anida en el propio juego.
No obstante, la historia de Dickey es una de las historias del año en USA y creí interesante contarla al lector de aquí. Aunque la knuckleball tiene otras tantas, como la del propio Wakefield, que es drafteado como bateador y apenas aguanta 4 partidos hasta que empieza a desarrollar la knuckler…y le dura hasta los 45 años.
Un saludo.
La de R.A. Dickey ha sido sin duda una de las historias deportivas del año. Y eso que los Mets han estado lejos de brillar esta temporada. Pero lo logrado por Dickey, y el no-hitter de Johan Santana, han maquillado una decepcionante temporada. Ahora, veremos si logra en Toronto el nada fácil objetivo de mantenerse y dar a los Blue-Jays el liderazgo de la America League East.
Enhorabuena por un artículo tan logrado. Es un lujo leer de béisbol en castellano, y más si está tan bien hecho: espero que no sea el último.
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Larga vida a Jot Down. Tengo escasa idea de béisbol (un poco las reglas, pero no sigo ni la MLB ni nada), pero con artículos tan absorbentes como éste te dan ganas de profundizar en el conocimiento de este deporte. Bravo.
No conocia esta página pero tras leer este artículo ya os digo que está en mis favoritos. Soy jugador de beisbol aquí en España, en la Liga de División de Honor y juego en Viladecans, mi pueblo en el que el beisbol ha sido el deporte más conocido hasta ahora. Quiero agradecer que se publiquen artículos sobre nuestro deporte ya que por desgracia es algo poco común y quizá si se diera un poco más de «vidilla» a un deporte que también se practica aquí nos permitiría ser algo más conocidos…. Un gran reportaje sobre un gran lanzador que demuestra que nunca hay que rendirse y que uno no sabe cuando puede llegar su momento.
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Pero qué maravilla es esta…
Es una maravilla para los ojos poder leer artículos tan completos sobre béisbol en castellano. Esperemos que no sea el último (la historia de Josh Hamilton, a bote pronto, quizá merezca uno).
Una knuckleball bien lanzada me parece de lo más bonito que se puede ver en deportes. Respecto a RA Dickey, desgraciadamente le veo más como un one-year wonder que un pitcher capaz de mantener el nivel durante los 3 años de contrato que le han dado en Toronto. Me fascinan las knuckleballs, pero no confio mucho en ellas… jajaja
PD: me apunto lo que ha dicho Will_cel de ir al polideportivo de Rivas ;)
Sinceramente sublime. Una pena encontrar estos artículos la noche que hay que estudiar Administrativo, pero bueno.
Gran articulo. Gracias.
Pedazo de articulo. Felicidades.
http://nuevayorknoseacabanunca.blogspot.com/
Estupendo artículo me hace recordar una comedia romántica sobre la retirada de un lanzador a los 40 años y refleja estupendamente la soledad de este tipo de jugador
El catcher, ese hombre olvidado que antaño marcaba la bola que quería con código secreto marcado a base de combinaciones de dedos en la entrepierna. El catcher, ese hombre que viste diferente, se protege diferente, lleva un guante diferente. El catcher, ese gran olvidado.
Uy sí, del catcher se podrían escribir novelas enteras.
Fíjese en la expresión, mezcla de desconcierto y puro terror que tiene (creo que es) Mike Nickeas en el primer gif del artículo.
Un saludo.
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Yo he jugado baseball toda mi vida…aún juego baseball y tengo 56 años…me malogré el brazo desde muy temprana edad y ahí acabaron mis aspiraciones como jugador de baseball…Fue entonces cuando aprendí a usar la knuckleball…Por mucho tiempo creí que era un recurso que utilizaban los lanzadores de poca velocidad…Pero en mi Cuba natal conocí a un par de lanzadores que lo usaron esporádicamente…Lo que sucede es que el temor a sacar velocidad a los lanzamientos hace que se use muy poco y solo en circunstancias de ventajas donde se puede experimentar…La tentación de la velocidad es muy fuerte…Pero recuerdo que hace muchos años…en 1970…Burt Hooton…un joven derecho norteamericano propinó a los cubanos un cero hit en Barranquilla durante la clasificación del Mundial de ése año utilizando ése lanzamiento y mezclándolo con una bola muy dura…Aquel trauma aún lo recuerdan los cubanos…Hooton luego subió a Grandes Ligas…no sé allí si fue un artífice del lanzamiento…pero jugó poco más de 10 años en ése baseball…Realmente yo disfruté mucho de ése lanzamiento durante muchos años a nivel de baseball de barrio…jajaja….Me gustaría mucho ver a ése lanzador en el próximo Clásico Mundial lanzando frente a Cuba…cuba tiene hoy un lanzador que lo suele usar…Yadier Pedroso…Ojalá podamos verlos porque habría querido decir….que ambos combinados habrían llegado a la final…
Gracias por el excelente artículo y saludo a todos…
Bellísima historia. En España el béisbol (permítame que use la denominación aceptada por la RAE) es bastante desconocido, no como en su Cuba y la mayoría de los países de Centroamérica e incluso Venezuela.
Un saludo.
Excelente artículo. He sido seguidor del gran Wakefield hasta sus 45 años. Qué habra sido de su catcher de confianza, Doug Mirabelli? Los Red Sox le contrataron en su segunda etapa solo para agarrar las mariposas de Wake
Que bueno que Dickey continue con este lanzamiento unos cuantos años más
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