Sófocles/Hölderlin, Edipo (Editorial La Oficina): Impresionante edición del texto griego, de la versión de Hölderlin y de las traducciones de ambos textos. Incluye la película homónima de Pasolini. Una joya.
Ramón González Férriz, La revolución divertida (Editorial Debate): Un reportaje muy inteligente sobre el principio del ocaso de la izquierda a partir de 1968 y su actual catástrofe.
Julien Gracq, Capitulares (Editorial Días contados): El mejor prosista francés del siglo XX, escasamente conocido en España y muy bien editado.
Timothy Snyder, Tierras de sangre (Editorial Galaxia Gutemberg): Ensayo definitivo sobre los asesinatos nazis y estalinistas, desde una nueva perspectiva geográfica.
Edmund de Waal, La liebre con ojos de ámbar (Editorial Acantilado): Encantador relato sobre los avatares de una colección familiar de figuritas en miniatura que sirve de excusa para contar la vida de una familia centroeuropea en el siglo de las carnicerías.
Fernando Pessoa, Los poemas de Alvaro de Campos. Traducción de Juan Barja y Juana Inarejos (Editorial Abada): Versión bilingüe en una traducción admirable de uno de los más grandes poetas del siglo XX.
Keith Douglas, De El Alamein a Zem Zem (Editorial Reino de Redonda): Perfecto relato militar en la gran tradición inglesa: la épica junto a la chimenea.
Hannah Arendt, Eichmann y el holocausto (Editorial Taurus): Un clásico sobre el nihilismo y la capacidad criminal de la gente «normal» muy útil para entender el País Vasco.
Fridegiso de Tours, La nada y las tinieblas. Traducción y prólogo de Tomás Pollán (Editorial La Uña Rota): Solo para entusiastas de la teología medieval extravagante, con un prólogo excepcional de un ágrafo famoso.
Ford Madox Ford, Joseph Conrad. Un recuerdo personal (Editorial Nortesur): Para quienes es indispensable conocer a los más grandes escritores, tanto en sus textos como en sus vidas.
no se que tiene usted contra los vascos pero los prejuicios y estereotipos encaminan al racismo. No entendio usted nada.
Azúa no muestra ningún estereotipo, es el libro.
Los vascos, como los alemanes hicieron, tienen que llegar a la catarsis; hacérselo mirar. Cómo existe esa doble vara de medir. Cómo equiparar a los asesinos con las víctimas, cómo esa aprensión a mirarse de frente y entonar un mea culpa.
Cierto. Y, sin ir más lejos, también los españoles. La Guerra Civil terminó ayer, y también nosotros deberíamos hacérnoslo mirar. Me extraña que Azúa no haya incluído ningún libro sobre el tema.
Lo que no encaja es la comparación con Alemania… Arendt (EEUU) «para entender el País Vasco»? Entiendo que ahí está el resbalón.
Sí, venga, más películas y libros sobre la Guerra Civil, que hay pocos.
Cierto, pero por algo será…
Craq es un injusto olvidado pero usted me perdonará ya que está muy por debajo de Proust.
Excelentes recomendaciones, muy variado. Me quedo con la edición especial de Edipo.
¡Grandes títulos! ¿El contenido también es recomendable leerlo?
Yo ahora me siento me siento mucho más culto. Creo que los memorizaré para salpimentar mis conversaciones informales con otras personas insufribles.
Conociendo la fuente bibliográfica, no deja de ser un riesgo…
Ahora se entienden mejor sus fobias y obsesiones, Azúa… Menuda biblioteca!
Una pregunta, Guindin: ¿entre «los vascos» incluye usted también a los vascos asesinados por «los vascos»?
Claro. Incluyo a los vascos asesinados por otros vascos. Incluyo en la condena todas las victimas indiscriminadas, y a las victimas discriminadas. A toda intimidacion y extorsión. Pero tambien incluyo a los muertos del Estado, a la tortura sistemática, a la claudicación de derechos de los detenidos, a la dispersion de prisioneros, al cierre de periódicos y radios, a la encarcelación de políticos y sindicalistas. Y por supuesto condeno la equiparación de la situación vasca con la Alemania hitleriana.
Y la sociedad vasca, extremadamente moderna y plural tambien incluye todo esto y cada dia más y mejor.
También estoy de acuerdo… Y basta de estigmatizar a pueblos enteros.
Oh, qué desplegable resultaba hallarse bajo su inicial «los vascos», que tan mazacótico se presentaba *de entrada*.
Qué gracia! Asesinos pidiendo derechos, periódicos y radios del entramado de ETA que debieron ser cerradas hace años, presos dispersos por ser unos delincuentes peligrosos. Y sobre la tortura, oiga, creo más a la poli que a los etarras.
Entonces, el que equipara a víctimas con verdugos es porque es uno más de los verdugos.
Hombre, la sociedad vasca de la que me fui en 1996, a los 32 años, era extremadamente muchas cosas, pero «moderna y plural»… Ahora veo que hay puentes nuevos y un gigantesco perro vegetal fotografiado por japoneses. Supongo que el perro aporta lo moderno y los japoneses, lo plural.
Ay, los tibios, los equidistantes, los que callaban cuando mataban al vecino, los que decían: «los dos son muy malos», «algo habrá hecho», «chavales patriotas un pelín exageraos»… Lo peor de los vascos no es la maldad de los malos, sino el silencio de los buenos.
es abominable que una parte cuantitativamente apreciable de los vascos consienta el ejercicio extrajudicial de la pena de muerte por motivos políticos, se miren al espejo y se queden tan a gusto de haberse conocido… eso es lo que expone Azúa y corrobora la reacción de algunos que por aquí comentan
Exacto. Gracias por sintetizar mi opinión.
Felix, no hacía falta que pusieras 10 estupendos libros, bastaba con que pusieras uno, el más picante, para tenernos entretenidos… :(
Como bien sabe Félix, Hanna es muy útil para entender cualquier lugar del mundo, por supuesto la Cataluña burguesa en la que vive gustosamente.
Urte berri on!!
Para entender la «Catalunya burguesa» yo recomendaría más bien cualquier novela de Juan Marsé o Eduardo Mendoza… O un paseíto por Torre Baró, Can Tunis, La Mina o el Guinardó… Así podremos cambiar de tema y pasar al «fracaso actual de la izquierda», vale?
Pero si se mudó hace unos meses a Madrid. La mudanza la contó en esta revista.
Josep Maria Sagarra es una buena referencia para entender la Cataluña burguesa.
Y no debemos pasar por alto que uno puede vivir muy bien en una comunidad burguesa hasta que a esa comunidad burguesa le entre un delirio y como consecuencia empieza a disminuir los espacios de libertad.
También podría ocurrir que se estén ganando espacios de libertad, y que eso provoque delirios en algunas soberanías individuales…
La banalidad del mal, sí. Eichmann se encargaba del transporte de los prisioneros judíos a los campos de exterminio porque era parte de la administración estatal de Alemania cuando Hitler era el jefe del Estado. Él nunca se preguntó acerca del destino de quienes montaban en sus trenes, él simplemente se dedicaba a obedecer órdenes, aunque esa obediencia llevó a millones de personas a la muerte.
¿Se puede ser neutral en una situación en la que unos están amenazados de muerte?, ¿Se puede decir que simplemente obedecían órdenes del Gobierno legalmente elegido?
La banalidad del mal. Para algunos este libro, junto con «Los orígenes del totalitarismo» nos sirvió de mucho. Pero, por lo visto, los libros también tienen fecha de caducidad, o simplemente no se leen.
El libro de Hannah Ardendt está más bien olvidado porque hoy día nadie teme los totalitarismos. Ahora lo ha sacado a colación Azúa a propósito del secesionismo catalán. Tal vez los vascos deberían «hacérselo mirar» pero, desde luego, otros también…
Arendt analizaba tres totalitarismos: el fascismo, representado por los nazis, el comunismo de Stalin, y el imperialismo, en la figura del imperialismo inglés.
¿Nadie teme los totalitarismos? Puede pero muchísimos hablan, critican y despotrican de los tres.
Gracias.
Solo por habar leído una joya tan exquisita como «La liebre con ojos de ámbar» por recomendación de este artículo, que creo que la lista ya merece la pena y me salto la cansina y eterna polémica sobre el nacionalismo.
Qué gracia me hace eso de que el mal pueda ser banal y de que Eichmann era «una buen padre de familia que solo cumplía órdenes de un aparato perverso»… un burócrata como tantos, oiga.