Así es como se suele presentar en los actos, el tío. Divino. Sonriente, complacido, como recién comido. Plenipotenciario y papal. Con ese semblante que tiene entre beatífico y de teleñeco, dependiendo del ángulo, y esa blancura nívea, senecta y vaticana que tanto y tan bien viste a los que presiden Poderes con mayúscula. Y en la foto que acompaña, además, con la manita en alto. Como cantando una copla. Una de Paca Carmona, por ejemplo, que no en vano es Carlos Dívar de por el sur. Aquella que decía que por los contonno de Andalusía no había otro peg-rrro como su peg-rrro. O una de Antonio Molina. O si no cantando, parecido. Como quien come copioso y se dispone a contarle a la concurrencia, a modo de digestivo, un chiste de Chiquito, arte fino no del todo muy dispar al de la copla. El del mariquita que entra en un bar, sin ir más lejos de Puerto Banús. Que entra en un bar de pinchos y dice ay, ay. O como quien ni cuenta un chiste ni canta una copla, porque para qué andarse con gilipolleces, y en lugar de eso se fuma un puro. O se pega un pedo. O las dos cosas a la vez.
Será por posibles, amiga, cuando una es quien es. Presidente del Consejo General del Poder Judicial, presidente del Tribunal Supremo y octava auctoritas del Estado —el cuarto si obviamos a la Casa Real, y yo voto por obviarla—. El puto amo, vamos. El tío que más manda en uno de los tres poderes en que Montesquieu dividió el mondongo, a saber; legislativo, ejecutivo y judicial. Y el que más gana de todos, después del rey. Más del doble, para hacernos una idea, que el presidente del Gobierno. Una lana, vamos. Allí aupado y entronado Dívar como el huevo Humpty Dumpty, plop, por el pacto al que llegaron en 2008 PP y PSOE para renovar la dirección del órgano y repartirse una vez más el Poder judicial como es preceptivo en democracia, esto es, haciendo como que es todo muy democrático.
Es religioso, dicen. Y peregrina y todo a Tierra Santa, no te lo pierdas. Y cuando vuelve, reparte rosarios. Reza mucho, va a misa cumplidamente y cuando evitó un coche bomba de ETA se dijo bajo el auspicio personal en intransferible de la Virgen de Fátima. Rollo Pitita. Se acoge a sus convicciones religiosas siempre que puede e incluso cuando le preguntaron por la condena al juez Baltasar Garzón tuvo Dívar ocasión de citar lo sacro, diciendo de sí mismo que no era “juez de jueces” y que no tenía nada contra el magistrado por investigar el chocho gürtelino o mucho menos los happenings del franquismo, pese a que el órgano que preside Dívar suspendiera previamente a Garzón en sus funciones. ¿Cómo iba a tenerlo, de verdad, señor de tan pulidas aristas morales? En uno de sus artículos para la Hermandad del Valle de los Caídos, Carlos Dívar, máximo del Poder judicial de España, llegaba a la conclusión de que “sólo en Amar a Cristo y hacerle Amar, en una vida coherente y cabal, se encuentra la única y verdadera JUSTICIA”. Así, con mayúsculas enfáticas.
Y es que Dívar es old school, qué duda cabe. Como los raperos buenos. Para él la Justicia emana de Cristo en abstracto flow, y nada o poco tiene que ver con el imperio de la razón habiendo un Dios tras las nubes. Y en este concepto tan tomista y babilonio de entender las cosas ocurre como ocurrió en el juicio a JFK o en las series sobre niños californianos con las que Disney Channel aborrega a los prepúberes: que everything can happen. Uno puede viajar veinte veces a Marbella y gastarse a golpe de Visa “una miseria” —13000 euros uno detrás de otro— en hoteles que no son de lujo, “sino de cuatro estrellas”, y en restaurantes de los de cruzarte en ellos con Gunilla, y no estar incurriendo en “irregularidad jurídica, moral o política” alguna. También se pueden celebrar reuniones de trabajo con uno mismo y su mecanismo o con otras personas, pero a 200 kilómetros de ellas. Sin intercesión de viaje astral alguno, poderes mentales o de un triste Skype. O mantener cenas pero a la vez no mantenerlas, en resumen. Cenas cuánticas y schrödingerianas para uno o dos comensales con escena o no —esta insinuación es tendencia ahora mismo— de sorbiendo el tallarín, slurp, hasta encontrarse los hocicos en simpático besito. Muac-ga. No lo sabremos, de momento, porque los comensales misteriosos de Dívar sigue siendo incógnitos, caso de que sean más de uno. Dicen muchos, el primero él mismo, que con todo el derecho del mundo, por pertenecer este extremo al ámbito íntimo propiamente privado de las personas humanas.
Yo pienso que ese argumento está muy bien para Maria Carey, por ejemplo. Tratándose del presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, la cena dejó de ser privada cuando la cuenta fue a pachas entre cuarenta y seis millones de gilipollas. Y a falta de transparencia o de sentido de la decencia, o de poder saber a quién cojones estoy invitando a cenar con el dinero que me quitan todos los meses de la nómina, seguiré haciendo chistes de mariquitas entrando en bares de pinchos de Puerto Banús, jarl, aduciendo pupita y dolor de diodeno. Ya que nos hemos perdido el respeto los unos a los otros, hagámoslo con un poco de sentido del propósito. Y quedándonos bien a gusto, oigan. Es que solo faltaba, quiero decir.
Pingback: Rubén Díaz Caviedes: Divino Dívar
Olé, que bien se queda uno cuando suelta todo y se queda a gusto, con dos cojones, Rubén.
Digámoslo claro. Carlos «Díva» es homosexual. Los viajes son con su noviete y pagamos todos, como debe ser. Esto que se sabía desde hace mucho tiempo, sólo se dice ahora. Serán los tiempos, el fin del 2012 y todo sale a la luz
Es religioso, va a misa y reza el rosario. Encajando este comentario entre tanta inmundicia, seguramente cierta, los católicos no salimos muy bien parados. Para evitar relacionar una cosa con otra, diré que otras muchas personas somos religiosas, vamos a misa, rezamos el rosario … y también pagamos con nuestros impuestos los excesos de este tipo. Los fondos públicos son algo bueno en sí mismo; su uso fraudulento en interés personal no lo es. Con la religión ocurre exactamente lo mismo.
Creo que la crítica es más por el hecho de mezclar Iglesia con presidencia del tribunal Constitucional. Y menciona su artículo en la Hermandad del Valle de los Caidos y su frase diciendo que «sólo en amar a Cristo se encuentra la verdadera Justicia» (approx).
Como un comedero de patos.
Como la bandera de Japón.
Goatse
A mi me jode que robe, no que se folle a toda la Armada Británica. Del artículo sólo queda sus afinidades sexuales – sólo insinuadas – y su elección religiosa. Te has desviado, Ruben. A la anécdota.
A este meapilas no lo desalojamos ni tirándole pulseras de Loewe. ¡Qué barbaridad, qué aguante, qué falta de dignidad, qué manera de desacreditar a la justicia en España!
¿Prima de riesgo desatada? ¿Qué credibilidad para un acreedor (que es lo que más les importa) puede tener un país donde el presidente del Tribunal Supremo y del CGPJ se gasta 13.000€ en viajes privados a cargo de las cuentas públicas y la Fiscalía «no ve delito»?
Ovación cerrada!!!
[…] «sorbiendo el tallarín, slurp» […]
Sublime.
Viva la corrección política del autor de esten panfleto!
Muy bueno Rubén además de gracioso es que es verdad, lo peor es que España está llena de individuos de éstos.
Me quito el sombrero y la tapa de los sesos. Óle y olé.
Hombre bien pensado unas escapaditas a Marbella un señor tan mayor pues tampoco es para poner el grito en el cielo, lo he meditado y la verdad es que no, hablamos de Marbella no de Las Bahamas, si eso está al ladito de Madrid en el Ave se llega en un santiamén, y tal como están las cosas de mal parece más bien que a la gente se le está yendo la pinza denunciando a troche y moche chorradas habiendo asuntos más serios que despachar, eso sí tu artículo muy simpático insisto.
Rubén Díaz: qué bien que escribres, qué razón tienes y qué triste que haya gente que entienda tan poco.
Qué religioso el hombre. Debería haber dicho «Only God can judge me», que diría 2pac (ya que hablamos de raperos), eso sí que habría sido apoteósico.
Menudo asco de señor.
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