Acaba de aparecer un libro espléndido, que no puede pasar inadvertido: Las ocultas, firmado por Marta Elisa de León y publicado por Turner. Afirma Cyril Connolly que la palabra de un escritor es “papel moneda cuyo valor depende de las reservas de mente y corazón que lo respaldan”. En tal sentido Las ocultas es un libro rebosante de valor.
Lo sostiene una voz perfectamente armada que cuenta su experiencia; y la cuenta narrándola y desentrañándola, con soltura, capacidad de observación y lucidez. Se trata, como anuncia el subtítulo, de una experiencia de la prostitución. Es un asunto por lo general muy sobrecargado retóricamente y que mueve mucho al prejuicio y la visceralidad, puesto que en él se entrelazan dos potencias universales: la del sexo y la del dinero. La autora lo afronta sin adornos: como una prueba vital que ha tratado de entender y de la que ha sacado sus enseñanzas. Ha sido un esfuerzo, propiamente, de desocultación. El velo que resta, el del seudónimo, no delata una debilidad de la autora, sino de la sociedad: esta, en efecto, no podría resistirse a la tentación de destruir a una mujer que se expone como lo hace la de Las ocultas.
El libro es agua fresca en numerosos sentidos: es fluido, articulado, directo, libre, anticonvencional. Desconcierta. Refuta tópicos. Y habla de primera mano de un tema del que muchos hablan sin saber, enturbiados (¡y enturbiadas!) por el moralismo o la ideología. La prostitución ha sido usada como munición en el enfrentamiento entre los sexos. De una parte, por feministas con una percepción sesgada de la realidad y por marxistas que ven explotación en todo menos en los regímenes que apoyan; de otra, por machistas como Chamfort, que escribió la máxima: “En la guerra de las mujeres con los hombres estos llevan ventaja, puesto que tienen a las putas de su lado”. La autora escapa de esta trampa, porque, sin ignorar las diferencias y tensiones entre hombres y mujeres, no culpabiliza a los unos ni victimiza (e infantiliza) a las otras. Tiende a la comprensión y a la reconciliación.
No por ello su mirada es complaciente. Al contrario: el mundo que describe es duro, áspero, desagradecido. Ella se inició (voluntariamente, siendo universitaria) a los veintiún años y anduvo enredada, con entradas y salidas, a lo largo de diez. El libro da cuenta con precisión del desgaste físico y psíquico, espiritual también, de la prostitución. Es uno de los rompientes de la fuerza erótica, con frecuencia en su versión oscura, y la puta se lleva la peor parte. El dinero que ingresa tiene, entre sus contraprestaciones, el de una tremenda pérdida de energía, que reduce (y aniquila, casi siempre) las posibilidades de escapar.
Pero la autora de Las ocultas escapa, y su libro es también la crónica de esa liberación. En el camino le ayudan la amistad, el amor, la maternidad y, sobre todo, su poderosa razón: una razón que incorpora sin delirio elementos oníricos e incluso mágicos, un poco al modo del psicoanálisis de estirpe junguiana. El lector asiste a un proceso de autoanálisis radical, que desenmascara a su vez a la sociedad de la cual la prostitución es sombra.
Cabe preguntarse si Marta Elisa se prostituyó forzada por las circunstancias o fue un acto libre y absolutamente recapacitado. Lo digo por la fiebre que está llegando del frío (Suecia) donde se pretende criminalizar a los hombres (¿y mujeres?) que hacen uso de este oficio.
Mi teoría es que la prostitución es necesaria en la sociedad. Si uno observa a esas masas de hombres desplazados por la necesidad o por lo que sea se dará cuenta que ahí hay una necesidad, una tensión no resuelta que debe ser aliviada y que puede traer muchos problemas no solucionar.
Y otra reflexión: si se aplicara con carácter retroactivo (y mágico) esta corriente atrofiado-feminista, habría que multar o meter en la cárcel a cientos, miles, de hombres de bien. Hombres de ciencia, políticos y políticas, miembros y miembras de la judicatura, literatos, casi toda la generación del 98 incluyendo a premios nobeles, actores, padres, maridos, hermanos e hijos… ¡hombres!
Gracias por esta reseña, no puedo negar que es un feedback agradable, ja, ja. En cuanto a la pregunta de Hermi, todo eso está respondido en mi libro, especialmente en un capítulo titulado «Castigar al cliente» (No, no me parece bien lo que proponen los suecos)
felicidades por tu libro, me ha gustado muchísimo, espero que tengas mucha suerte con las ventas, quizás ese era tu destino, convertirte en escritora, una buena escritora de historias con un estilo diferente, fresco, ameno, interesante,….
Oh! qué bien!! te puedo felicitar casi en persona! Aún no he terminado el libro, estoy en el último capítulo. Es duro, eh? no sabes cómo deseo que te vayan bien las cosas, ojalá la situación cambie y puedas disfrutar de un dinero ganado gracias a la luz! También decirte que me has hecho desistir de la idea de prostituirme, y espero que como a mí, a muchas otras. La verdad es que tu relato me ha calado muy hondo. Os deseo lo mejor a los 3. Un abrazo!
Gracias a ti por tu libro, Marta Elisa: como escribo en la reseña, me ha encantado. Es realmente bueno. Y Hermi: en efecto, la pregunta está muy bien respondida en ese capítulo.
Y otra cosa importante (y positiva): este es un libro que habla de mucho más que la prostitución. Habla de cómo se siente uno cuando está en las sombras, de cómo se siente uno cuando su lado oscuro domina todo; habla de la familia tradicional (esa que te asesina); de sanarse, de rebelarse, de atreverse a bucear en nuestro lado más oscuro…
Habla de enfrentarse a la vida y a la muerte. De mirarse al espejo y no entender nada de lo que ves… de no quererse a un@ mism@, de tantas carencias, de la condición humana, del asco, del hastío, de los miedos, de la reinvención y el sanamiento de toda la basura que nos inculcan desde niñ@s…
Este libro se lo recomiendo a todo el mundo. Y en especial a la gente que hace terapia (porque está perdida y no entiende porqué funcionamos como lo hacemos), y a todos los ‘machos’ que día a dìa se llenan la boca (y los oídos de los que tenemos que aguantarlos) de basura dirigida a las mujeres, empezando por su vertiente más ‘amable’ y llegando finalmente a su vertiente más violenta y asquerosa (que son los mismo…)
Un beso para Marta Elisa. Que para mí es Luz… y color…
Gracias Marta Elisa de León, aún no termino de leer tú libro me he enganchado tanto y me siento identificada podría decir que en todo tmb viví bajo la sombra de las prostitución lo cual hizo de mi vida una tristeza gracias por escribir esté libro, es tan preciado para mí!
Saludos desde Bogotá Colombia.
Hermi, aquí hay algunas respuestas a tus preguntas y afirmaciones (muy superficiales, a mi entender, por no decir de una frivolidad absoluta):
«En otras palabras: si en un contexto abusivo te unes al poder y adoptas como propios sus principios, tendrás la oportunidad de adquirir poder por tu parte (se te abrirán esos círculos y te integrarán como «una de los suyos») Si, en cambio, luchas contra el deseo de los poderosos abusivos, sólo vas a lograr que, o bien te violen (aunque sea de manera indirecta), o bien terminen por acosarte para que te vayas. En el peor de los casos, te violan y además te expulsan del grupo, lo cual en términos sociales equivale a vivir la marginación. Así que mi creencia más profunda me decía que sólo dejándome follar y haciendo de ello una virtud, evitaría quedar marginada, expuesta a la miseria, la carencia de derechos y de oportunidades, etc.
Todo este correveidile de pensamientos eran sombríos, es decir, no evidentes para mí. Elegí inconscientemente la que creí que era la mejor opción: unirme a esos círculos del «poder» que exigía sumisión a la mujer, el eterno «dejarse hacer», y haría mías sus fantasías, sus deseos y sus esqueas mentales. Y todo eso lo iba a hacer sacando el mayor partido económico posible. Controlaría dónde, cuándo, cómo y con quién me iba a acostar, y cobraría por ello. Ya nunca, nadie más, iba a intentar «conseguirme» a base de presión psicológica, manoseos, chantajes emocionales, etc. A partir de ahora yo tendría la sartén por el mango y, además, lo haría con tanto arte que «ellos» (poder) creerían que realmente era «de los suyos». Una más adscrita a sus filas. Me volví, así, puta fervorosa, vocacional y entregada a su causa: ¡Follemos todos a vuestra manera y hagamos de este un mundo mejor! Seamos felices, evitemos problemas, ¡que no exploten conflictos…! Vivamos en paz. Os doy mi coño, os entrego mi cuerpo, asumo vuestra mentalidad como propia, pero por favor…tengamos paz. Paz, paz, paz. Tal vez eso era lo único que buscaba, la dichosa paz nunca alcanzada.
Así que era una puta coherente con mis ideas y muy segura de mis principios. En ese sentido, nadie me obligó a prostituirme: lo decidí yo solita y lo hice con la cabeza bien alta. Ahora bien, cabría preguntarse si existe, pero de veras, libertad en un contexto social abusivo…Esa es la gran pregunta, me parece. Lo que pasa es que claro, hablamos de una libertad interior que…¿quién de nosotros la tiene, quiero decir de manera absoluta? Gran tema, éste»
Son palabras de la autora del libro, en su propio blog, El Sello del Silencio.
Todos somos, de alguna manera y a mi entender, putas.
No pretendía ser profundo ni serio, Alex.
Después de tres o cuatro visitas a diferentes librerías (la Antonio Machado, para mí la mejor de Madrid, estaba cerrada porque alguien ha prendido fuego a la puerta de entrada) he comprado el libro de Marta Elisa en La Casa del Libro de Gran Vía. Me he leído el capítulo «Castigar al cliente» y coincido con ella en sus planteamientos.
En unos días, cuando le toque el turno, emprenderé la lectura del resto.