Verte a través de los ojos de tu pareja mientras rompías con ella; saber qué sintió tu amigo al morir, o tener un orgasmo en loop. Imagine que tiene a su alcance un dispositivo capaz de transmitirle emociones tan intensas como estas, que sus constantes están bajo control y que nada malo le puede pasar. Hoy esto es objeto de estudio de la ciencia a través de la realidad virtual, pero en 1983 fue con lo que los espectadores de Proyecto Brainstorm fantasearon durante casi dos horas.
Si es la primera vez que ve esta película, posiblemente el leitmotiv no le parezca digno de ciencia ficción por estar muy cercano a la realidad. Sin embargo, no olvidemos que el filme de Douglas Trumbull tiene más de cuarenta años y que la manera en que un novel Bruce Joel Rubin orquestó a los personajes no dista demasiado de cómo ejecutan hoy los científicos ese mismo trabajo en los laboratorios. Podríamos estar hablando en este caso de retrofuturismo, hecho que hace de Proyecto Brainstorm una obra todavía más grande.
Es evidente que en la trama hay concesiones propias de la ficción, pero lo cierto es que en ella se plantean dilemas morales inherentes a todo avance científico. El doctor Michael Brace, interpretado por Cristopher Walken, y la doctora Lillian Reynolds, el personaje de Louise Fletcher, son dos científicos que trabajan en un casco para captar ondas cerebrales. Con este aparato registrarán todas las sensaciones del cerebro de una persona y las podrán transmitir a otra, lo cual incluye des de emociones hasta el aprendizaje de todo tipo de vivencias. El uso que los científicos buscan darle a su invento es totalmente sano y constructivo, sin embargo las fuerzas militares se interesan en él para fines armamentísticos. Hecho que supondrá uno de los giros argumentales.
Otro aspecto que suele tratarse en la vida real cuando se habla de ciencia es la religión, tema que los creadores de Proyecto Brainstorm tampoco quisieron dejar en el tintero. Mientras en la película se está llevando a cabo el proyecto de manera más o menos científica (entiéndase esto como todo lo científica que puede ser una película futurista ochentera), hay un momento donde se reproduce una experiencia post mortem y aparecen seres celestiales que aluden a la idea de la existencia de otra vida después de la muerte. No se profundiza demasiado en ello, pero no es casual que esta escena se diera si tenemos en cuenta los constantes debates morales que se plantean en el campo científico. Además, cabe señalar que el tema de la vida eterna es el eje fundamental que volvió a inspirar en los noventa a Bruce Joel Rubin en Ghost.
Cuando se rodó Proyecto Brainstorm, Trumbull había sido responsable de efectos en películas como 2001: una odisea del espacio, Blade Runner o Encuentros en la tercera fase, así que tenía cintura manejando imprevistos en los rodajes. Sin embargo, como director de esta película se le torcieron demasiado las cosas. Con la producción aún sin acabar, la actriz Natalie Wood falleció accidentalmente en su yate. Wood interpretaba el papel de Karen Brace, la exesposa del doctor Brace, y era uno de los personajes principales. Esto originó que la película se resolviera con un final un tanto abrupto y confuso que deja al espectador un poco desubicado y sin saber si tiene que levantarse ya de la silla o hay algo más tras los títulos de crédito. Esta fue la segunda película que el americano dirigía, también ha sido la última.
Es necesario mencionar que siendo una obra de uno de los artífices más consagrados del efectismo cinematográfico, este filme no sea un catálogo injustificado de efectos. Todo lo contrario. Están dosificados y perfectamente repartidos en el argumento. El más destacado es el sistema showscan que utiliza en los planos subjetivos que aluden a la realidad virtual. Esta técnica fue patentada por el propio Trumbull, y aunque en un principio pensó utilizarla más frecuentemente en la película, al final tuvo que abandonar la idea y acotar su uso.
Proyecto Brainstorm es una película esencial para entender la ciencia ficción de los 80, así que tome perspectiva, retroceda al pasado y vea este filme con la inocencia del espectador que sabía bien poco de realidad virtual. Pasará un buen rato.
Además de todo lo reseñado cuenta con una maravillosa música de un primerizo James Horner.En lo referente a la muerte,muy triste muerte,de la bellísima y prometedora Nataly Wood,solo decir que no está aclarado del todo el como se produjo y si estuvo alguien involucrado.Una desoladora tragedia.