Juan Pablo Varsky es uno de los periodistas deportivos más importantes de la Argentina. Dueño de una trayectoria destacable, se ha erigido en uno de los dos comentaristas de fútbol más interesantes para escuchar, con una capacidad notable para analizar el juego y empatizar con sus elementos principales, los jugadores. Además de ser central en las transmisiones más mainstream de la Argentina (partidos de la selección en televisión abierta y Copa Libertadores), Varsky ha sabido estar al día con el avance de internet y las redes sociales. Así es como a una cuenta de X exitosa, le ha unido un canal de entrevistas, Clank!, en donde ha conversado libre y amablemente con figuras de primera línea del deporte, desde Lionel Messi y Leonel Scaloni, hasta el basquetbolista Facundo Campazzo y el corredor Franco Colapinto. De esas cosas y muchas más conversamos en una preciosa mañana de la primavera argentina.
Venías de una experiencia de periodismo político y de información general en medios mainstream y te metiste a hacer Clank!, entrevistas personales a deportistas de élite, con un estilo más artesanal.
Sí, conducía el noticiero Perspectivas desde Buenos Aires. Yo tenía transmisiones, sabía que en ese 2023 yo empezaba con Telefé, había arreglado en octubre de 2022. Tenía TNT, tengo ESports, digo: ¿qué hago con la pata que me va a faltar? Que era la diaria. No tenía ganas de volver a hacer un programa de radio en ese momento. Había estado doce años con No somos nadie entre Aspen, Rock&Pop, Metro, cuatro años en CNN. Quería descansar. Y en ese primer semestre de 2023 empezamos a pensar Clank!, que en realidad no tenía nombre. «Che, tengo ganas de tener un espacio en el cual pueda prender y decir lo que tenga ganas». Como punto de partida. Pero sabía que eso no alcanzaba porque tenía que ver con satisfacer un deseo. Empezamos a pensar: entrevistas a deportistas. Yo quería hacer algo relacionado con el deporte. El canal siempre lo pensé como una pata estrictamente deportiva, más de análisis, más de entrevistas. Lo fuimos pensando. Me encontré con algunos socios en el camino, gente que estaba interesada, una productora, un amigo que conozco hace mucho tiempo que maneja muy bien el tema redes, empezamos a armar el equipo, un productor periodístico y salió. Y el nombre, obviamente, después de buscar algunos nombres, «che, ¿Por qué no Clank!? Lo que digo». Decía, ya no digo más, ahora es la marca del canal, ya no es más el ruido, es una decisión mía. Y la gente está esperando que diga «clank» y no lo digo más. Y bueno, lo armamos, dijimos que tenga por lo menos en el arranque dos contenidos, una entrevista por semana larga en un estudio que tenemos y la otra en mi casa, un estudio, para que yo pueda streamear. Y así arrancó. Arrancó en octubre del año pasado. La segunda nota fue Franco Colapinto, que habíamos grabado. Todavía Franco estaba en proyecto de ser lo que definitivamente se convirtió. Y así arrancó.
Tenés relación con el mundo, sos un tipo conocido para los deportistas, pero ahí vas a hablar una hora con una persona, con un deportista de élite y no todos los deportistas de élite, incluso los más refinados, tienen la capacidad de transmitir sus experiencias. ¿Seleccionas según eso? ¿Cómo es tu mapeo de entrevistados?
Hay dos o tres preguntas que me hago: ¿Es un personaje interesante? Sí. ¿Tiene cosas interesantes para decir? Sí. ¿Podemos entre los dos lograr que él diga esas cosas importantes? Sí. Bueno, después de esos tres sí, lo buscamos. Y ahí empieza Manu Olivari, que trabaja conmigo, hace un laburo de investigación periodística. Yo me llevo la carpeta. En la carpeta hay cosas que incluyo y cosas que no. Hubo cosas que preparé yo. Por ejemplo, la de Messi tenía la obsesión yo de hacerla y estuve hasta el último segundo incluyendo, sacando preguntas, sin saber cuánto iba a durar la nota, porque me habían dicho cuarenta minutos como máximo, les dije «dale, cuarenta y cinco». Al final, le terminé robando una hora —pobre Pepe Costa que estaba al lado de Leo, nos quería matar—, pero yo creo que podría haber durado un poco más porque él estaba enganchado.
Él estaba totalmente cómodo.
Sí, pero tampoco quería hacerlo sufrir al pobre Pepe, así que… Una vez que me hago esas tres preguntas y las tres tienen sí, empecemos. A mí me gusta mucho el deporte. No hay deporte que no me guste, no hay deporte que no me interese. De pendejo tuve la soberbia de decir que el boxeo no era deporte y por suerte aprendí escuchando a deportistas, a boxeadores, viendo peleas que es un deporte. No hay deporte que no me interese. Y después, obviamente, cosas que me va aportando Manu desde su investigación que no conocía. Hay entrevistas en las que el propio protagonista se abre y dice cosas. Por ejemplo, Luciano De Cecco cuando habló de su problema de salud mental, que no figuraba en ninguna nota.
No estaba en tu menú de preguntas.
No, vos mirás las notas de Luciano antes y no había hablado de eso. Eso me llevó a cambiar lo que era el rumbo de la entrevista. Eso es un poco también el desafío, porque yo puedo tener cuarenta preguntas, pero si en la segunda el tipo me responde algo interesante, escucho…
Escuchar es fundamental.
Es fundamental, es clave.
¿Esto de la memoria de los periodistas deportivos es una cosa natural tuya? ¿Te pasa con cualquier otro tema?
Sí, tengo algo. Además que trabajo, porque la memoria la vas ejercitando, pero al mismo tiempo, el periodismo deportivo se nutre de sucesos. La política es más de interpretación.
En política los hitos son más grandes.
Son más grandes. Acá hay hitos chicos que son fundamentales para entender el laburo nuestro. Juegan Argentina-Colombia y el 5 a 0 te aparece, la final te aparece, los penales de 2015 te aparecen, los penales de 2021 te aparecen. Vas así construyendo cierta narrativa a partir de los hechos, que no es lo único, pero los hechos los recuperás a través de la memoria y eso lo ejercitás.
Además, vos preparás cada entrevista.
Sí, sí, sí.
Vos entrevistás a Pezzella y sabés toda la carrera en el exterior de Pezzella, los técnicos que tuvo.
Exactamente. Tuviste a Pellegrini: me interesa lo que piensa de Pellegrini. Pezzella agarra la capitanía de Fiorentina después de la muerte de Davide Astori.
Esa historia es espectacular.
Tremenda. O el gol que le hace a Boca jugando de 9 en un clásico, que se cumplieron 10 años. Como que los hechos son importantes, sí. Y el periodismo deportivo tiene mucho de eso, porque el deporte es eso: son grandes triunfos, grandes fracasos, grandes regresos.
Hay mucha épica concentrada en pequeños episodios.
Sobre todo lo que es una mirada más retrospectiva, porque en el momento, no sé, podemos hablar diez minutos de un penal mal cobrado pero después eso se desvanece. El hecho es el partido en sí, alguno va a acordarse del penal, pero ya es como que el recuerdo tiene mucho más que ver con el partido en sí que con el análisis profundo de una jugada.
Una cosa que me impresiona de Clank! es que vos lográs que se transmita la personalidad que tienen los tipos.
Es que me vuelve loco ese costado.
Desarrollame eso.
Amo la personalidad de los deportistas de alto rendimiento, la mentalidad que tienen. La mentalidad para olvidarse de un error que nosotros en un sillón todavía estamos «mirá lo que hizo» y el tipo dice «chau, la jugada siguiente es la importante». Su preparación, la toma de decisiones bajo presión, sea porque te presiona el rival, porque te presiona el reloj en un deporte como el básquet, el camino que va desde «¿Qué hago? ¿Paso o gambeteo? ¿Paso fuerte o débil? ¿Juego cortito o juego largo? ¿Tiro o se la doy a un compañero?» Decisiones todo el tiempo. Jugando al tenis, tengo match point arriba, ¿Qué hago? ¿Juego derecha cruzada hasta que él se equivoque o lo voy a buscar yo? A mí me gusta practicar deportes, juego bastante al fútbol, al tenis, al paddle, pero lo que más me gusta de practicar deporte, además de que hace bien a la mente y al cuerpo, es esto: ponerme, aunque sea en mi escala, que es infinitamente inferior, a ver cómo es la toma decisiones, aunque sea como deportista amateur. ¿Qué hago? Estoy sacando 30-40, estoy cagado en las patas. Sé que si yerro el primer saque voy a errar el segundo y voy a hacer doble falta. Meto el primero a 20 kilómetros por hora, a nada. ¿Dónde lo saco? ¿Al revés? ¿Al drive? Ese tipo de cosas. Voy a patear un penal. Último minuto. Vamos empatando. ¿Cierro los ojos y le pego cruzado fuerte o lo miro al arquero y veo qué hace? Bueno, esos jugadores, o estos deportistas, toman estas decisiones en la más alta exigencia, en el alto rendimiento, con una repercusión…
Que va a ser mirado por millones de personas.
Exactamente. A mí el ejemplo más fascinante que se lo pude decir en la entrevista fue cuando Messi patea el penal de la definición contra Francia. Es la primera vez que Argentina está en desventaja. Venía 2-0 y 3-2. 3-3 y van a penales. El primero que patea es Francia. Patea Mbappe y es gol. Por primera vez en un partido controlado y que debería haber terminado 3 a 0 en los 90, Argentina está en desventaja. Y va Messi y le patea el penal a Lloris como si estuviera Mateo, Ciro o Thiago en el arco. Es Messi, vos decís «bueno», pero me genera admiración. El alto rendimiento tiene que ver con la condición física, no podés comer cualquier cosa, tenés que descansar, entrenarte, cuidarte en todos los aspectos, y yo creo que la gran mayoría lo hace. Pero el tema de la toma de decisiones es fascinante. Llega un momento en el que en la entrevista, sobre todo al deportistas en actividad o al que dejó de jugar hace poco, pero también a los entrenadores: «Che, ¿Cómo hiciste eso? ¿En qué pensás? ¿Qué pensás cuando errás tres tiros seguidos? ¿Perdés la confianza? ¿Cómo la recuperás?» Me parece que es admirable, fascinante ese tema.
Y vos decís: Messi, bueno, es de otro planeta, pero cómo patea el penal Gonzalo Montiel. Montiel, el hijo de un albañil.
Nunca erró un penal. No tiene patrón, no es que los patea siempre igual. El arquero no sale nunca en la foto.
Sí, y es un buen marcador de punta, tampoco es un top ten del mundo.
Sí. Y ese penal lo patea con margen. Es cierto que Argentina tenía cuatro match point. Ese era el segundo, porque había acertado Kolo Muani el cuarto y Argentina ganó 4 a 2 la serie.
Sí, tenía margen para perderlo.
Pero igual: mira para un lado, patea para el otro.
¡Esa caminata!
Va tranquilo. Además, lo que más me asombra es que los tipos piensan en el momento. Jordan decía eso: si Montiel piensa en el «todos somos Montiel» que dice un relator, en los seis millones de personas que van a festejar su penal, ni se presenta, dice «que lo patee otro». Me pasaría a mí eso: «No estoy preparado para eso». Pero él en lo que estaba concentrado era en la carrera, mirar al arquero, pum, cruzarla y gol. Y lo hacen con un impacto, con una visibilidad y con una repercusión que a la gran mayoría de nosotros nos condicionaría, nos inhibiría. Y estos tipos no: están acostumbrados a eso. A mí me parece que la parte mental es muy interesante. Es un tema que a mí me interesa mucho y trato de explorarlo. A Scaloni le pregunté: «escuchame, ya sabemos por qué tácticamente pusiste a Di María de 11, porque lo atraías a Mac Allister entre líneas y Kundé se cerraba, y no iba a volver mucho Dembélé. Le digo: «¿Cómo tomaste la decisión?». Me cuenta que un día solo dijo: «Di María por izquierda, y lo miro a Samuel, a Aimar», me lo cuenta divino en la nota, dice «ellos sabían que no podían contradecirme». «¿Pero tenías momentos que decías algo, que no te digan nada pero es así?» «Sí», me dice. «Hay muchas veces que escucho, pero ellos me conocen». Esa parte de la nota es divertida. Es un genio.
¿Y cómo explicás el proceso tan azaroso, tan insólito de Scaloni en la selección?
Mirá, es cierto que después de Rusia la selección era tierra arrasada. Mundial muy complicado, turbulento. Ya empezaron a hablar y está bien, desde otro lugar, sin reproches, todo, yo hablé con Agüero, con Mascherano, Beccacece, lo que había sido ese proceso de Sampaoli y lo que había costado en términos de estabilidad y consistencia ese ciclo. También, vos mirás la carrera de entrenador de Sampaoli y antes y después hizo buenos equipos.
Chile jugaba muy bien.
Chile y después: Santos, Atlético Mineiro. No es que esa experiencia lo traumó y no dirigió nunca más. Pero bueno, en ese momento, en 2018, Tapia lo había contratado hasta 2022. Fue tan mala la experiencia en el Mundial…
Sí, no podía seguir.
Había tres entrenadores que más o menos tenían el consenso general: Gallardo, Pochettino y Simeone. GPS. Ninguno iba a aceptar. Y Scaloni, digamos, que había trabajado con Sampaoli, primero en Sevilla y después en la selección, tenía ganas de seguir como entrenador de la Sub-20. Él lo cuenta en la nota también. Y está el Torneo de L’Alcúdia. El Torneo de L’Alcúdia es un torneo juvenil, particular, con algunas reglas extrañas. Lo transmite TNT Sports, que eso es algo para mí importante porque después de la dolorosa eliminación en Rusia, la primera actuación de un seleccionado argentino es la de L’Alcúdia. Y lo gana. El equipo tenía a Almendra, Colidio, Alan Marinelli. Lo gana, le gana la final a Rusia. Había una sensación no de «esto tapa el Mundial», para nada, pero fue como una alegría, menor en comparación con lo que había sido la desilusión, donde querían matar a todos. El calendario le imponía dos compromisos en septiembre y no tenía técnico. Se había ido Sebastián Beccacece, que se iba a ir porque estaba mal con Sampaoli, y ya le había pasado algo parecido a Argentina: ¿Te acordás cuando se va Martino antes de los Juegos Olímpicos de Río y lo termina dirigiendo el Vasco Olarticoechea? Ahí Scaloni habla con Tapia. Tapia le dice: «¿Puedo contar con vos?». «Sí»… Estaba Pablo Aimar también, que formaba parte de la Sub-20 y del cuerpo técnico anterior. Y ahí arranca. El torneo se ve por TNT Sports y antes de la final Tapia le dice: «Te necesito para estos amistosos de 2018». Y Scaloni sin consultarlo con nadie le dice que sí. Si vos ves en la primera convocatoria de Scaloni, más allá de la renovación, había otro tipo de mediocampistas, más de área a área, más de dinámica: Lo Celso, Paredes, De Paul, Battaglia. Argentina siempre tuvo el volante posicional, trotón: Biglia, Mascherano, Banega, incluso Enzo Pérez, que ya era más el 5 que conocemos ahora que ese 8 de Estudiantes y Godoy Cruz. Y ahí ves algo. Después, por supuesto, los rivales son Guatemala y Colombia. Está Icardi, está Dybala. Y empieza una renovación. Ahí hay otra cosa que cuenta Scaloni: lo primero que hace cuando le confirman que va a ser técnico de la selección es llamarlo a Messi y Messi se le caga de risa. Lo cuenta él. Videollamada. «¿Y qué hace Messi?». «No, se reía. Una risita». «Le dijimos que no lo necesitamos ahora, pero el año que viene sí». Es muy gracioso. Empieza como un hecho accidental, pero si vos mirás para atrás, Scaloni hizo el curso de entrenador mientras jugaba. El tipo se venía preparando. Fanático del fútbol, observador, un tipo analítico, intuitivo, se rodeó muy bien. El comienzo es accidental, pero después todo tiene una lógica: desde aquella primera convocatoria en la que creo yo que cambia el perfil de mediocampistas, con otra intención, y él después se acomoda durante la Copa América de 2019, cuando empieza a juntar De Paul, Paredes, Lo Celso, Agüero, Messi, Lautaro, el pase corto, agruparse a la pelota, no tanta transición rápida. El tipo cambia la mirada y el registro de lo que podía hacer bien la selección. Juega a otra cosa, que es lo que conocemos hoy.
Después está la suerte.
Suerte. Armani atajando el penal en la Copa América de Brasil contra Paraguay. Sí, hay.
Las lesiones que le acomodan el equipo en el Mundial.
Sí. Armani con COVID y entra Dibu. Él dice que lo hubiera puesto igual y yo le creo.
¿A Dibu?
Sí, sí.
Él veía algo que nosotros no veíamos. Que hay un psicópata ahí que ataja todo.
Es un tipo que se preparó para esto. «Me va a costar un poco más». No es normal que un arquero llegue al seleccionado a los 29 años y se apropie no solo del puesto… No digo de la historia porque para mí el Pato es lo más grande, pero el tipo está ahí. Y hay cosas que le van pasando: llega Romero, Enzo Fernández, Alexis Mac Allister.
Ahí, reforzando eso, está bien que los accidentes le acomodan el equipo y se produce la magia de las Ferraris, pero lo que él tenía a mano eran las Ferraris, no es que tenía a Biglia.
Claro, él ve todo. Él arranca con De Paul-Paredes-Papu, el primer partido, juega 4-4-2. Y creo que Ángel fue el cuarto volante. Y después empiezan a aparecer: Julián, Enzo, Alexis, pero él los tenía ahí. Lo que está haciendo ahora con la ampliación del seleccionado. La gente dice: «¿Por qué no lo pone al Colo Barco?». El Colo Barco en estos nueve entrenamientos con la selección, oro. Acordate como Julián estuvo en la Copa América y en River hace «pum», porque se entrena con los mejores, convive con los mejores.
Y eso tiene efectos.
Sí, eso es pekermanismo puro. Es la escuela de Lionel. No solo de Lionel: de Samuel, de Roberto Ayala, que lo dirigió José en el Mundial de Alemania, de Pablo Aimar. El legado de Pekerman en Argentina es impresionante. No ganó un Mundial como Menotti y Bilardo pero es un prócer, está ahí. Por lo que hizo como entrenador y por lo que termina haciendo como mentor de entrenadores.
¿Y vos decís que la clave está en esa cosa de ir formándolos, de mezclarlos con los de élite?
Y verlos prepararse. Volvemos a la fortaleza mental, a la templanza, si están en condiciones. ¿Enzo Fernández cuánto había jugado cuando entró contra México por Guido Rodríguez? Nada. Pero él lo había visto, entrenado y sabía lo que era capaz de dar. Más allá de lo que había hecho en River y ese primer tramo de su paso por Benfica. El tipo ve, analiza, se reparten entre el cuerpo técnico los jugadores a seguir. Hay un laburo impresionante. Y creo que lo accidental es el arranque. Después, todo tiene una lógica. Con esos episodios azarosos, no sé, el Matador Kempes pasa a jugar de 9 o de 10 en el 78, el cambio de esquema de Bilardo en el 86.
Pero el tema es qué tenés en el cajón de herramientas. Lo que tenés en el cajón de herramientas son todos tipos que pueden jugar del viejo 10.
Sí. Scaloni también habló del tema de los enganches.
Tenés un mediocampo que los cuatro son enganches
Que no pierden la pelota. «¿Quién marca?» «Y, si no la recuperás».
Me gustaría que me hables de los grandes nombres que trataste personalmente arrancando por Diego Armando Maradona.
Diego, por ejemplo, fue el que me hizo cambiar de club (pasé de hinchar a River a hacerme de Boca, como el resto de mi familia) siendo un pibe de 10 años, por lo cual mi vida como fanático del fútbol fue transcurriendo mientras Diego hacía lo que hacía. Yo tenía 5 años cuando Diego debutó en Primera. Una cosa extraordinaria: el Maradona de Argentinos Juniors es de los mejores. El de México, yo creo que nadie juega al fútbol como Diego en México 86. Messi ha sido 9,90 durante 20 años, para mí es el más grande. Pero el pico es Diego. Diego jugó 10 y Leo jugó 9,95 todo el tiempo veinte años. Es increíble. Ahora, lo que hizo Diego en junio del 86 es una cosa maravillosa. Después me tocó entrevistarlo, me tocó comentar partidos con él. Argentina-Holanda del 98, la final de la Copa Libertadores del 2000 y hay un par de anécdotas hermosas, todas con jugadores a los que yo idolatraba. Año 98, Marsella, Argentina-Holanda, Diego llega 10 minutos antes del arranque del partido. Yo veo a uno, lo reconozco enseguida, que cogotea, cogotea, tratando de hacer el contacto para que Diego lo mire y se saluden. Diego no lo mira, pero no porque lo ignora, no lo ve. Yo tenía confianza pero no tanta, lo conocía a Diego, le había hecho notas y le tuve que decir: «Diego, el Flaco Cruyff te quiere saludar». Diego levanta: «¡¿Qué hacés, Flaco?!». Estábamos con el Flaco Simón mirando. No había celular con fotos, nada. Vi cómo se saludaban.
Y la otra, que después hay una imagen que se hizo viral, que Diego entra a un estadio, Johan lo ve, lo saluda y se abrazan. 2000, con Pollo Vignolo, Copa Libertadores para PSN, Palmeiras-Boca, final de vuelta. Habían empatado 2 a 2 en la Bombonera. Empatan 0 a 0 y Boca sale campeón por penales. Y Diego llega, el estadio Morumbí es un estadio muy grande, muy precario en ese momento. Había cuatro guardias custodiándonos a nosotros y a Diego en particular. Tocan la puerta, un guardia abre, yo veo a esa persona y el guardia no lo deja entrar. Vuelve a tocar y es como que ya se pone pesado. «Guardia, déjelo pasar, entre. ¿No lo conoce usted?». «No». Rivelino. Diego amaba al Riva, lo amaba. Era su ídolo. El abrazo que se dieron: «Riva, abrazo, abrazo». Tampoco: año 2000, no había celulares con foto.
Lo guardaste en tu retina.
Es que Diego era eso, más allá de las opiniones que tenía de cualquier tema, era más de consumo nuestro, de tomar partido por Diego, hay una mirada universal de Maradona que a mí me parece la más valiosa: el respeto y la admiración. El llanto de Ancelotti cuando se entera de la muerte. Mourinho, Guardiola, el llanto de Jorge Valdano en una transmisión de Champions. Ese es Maradona. Y eso es para mí lo único que tomo en cuenta respecto de Maradona. Después, todo lo demás…
Para mí los jugadores exquisitos son como una cofradía internacional que se reconocen entre ellos. La llamo la liga de los jugadores exquisitos.
La clase reconoce a la clase. Juanfer Quintero abrazando a Messi.
Román Riquelme con Aimar.
Dybala con James. Es una liga en la que los integrantes se reconocen.
Y hay un respeto, no hay rivalidad. Me parece increíble porque es como una cosa de superhéroes, como que los de Marvel se ven con los de DC y se reconocen entre sí. Es muy emocionante eso y nosotros estamos abajo mirando los dioses del Olimpo
Es muy emocionante. Cuando se reconocen, hasta te dan ganas: «Che, ojalá que se saluden Juanfer y Messi». Va Juanfer y lo saluda, Messi lo reconoce y se abrazan.
Se buscan. «Este la rompe».
Me encanta eso.
Hablemos de Messi. Vos siempre cuando hablás con jugadores del proceso Scaloni, siempre les mencionás el tema de que cuando empieza el proceso y va a la concentración Messi, que están todos aterrados. Es espectacular
Lo miraban comer. Me lo dijo un integrante que estaba ahí: «Lo miran hasta comer, no le hablan». Y ahí te das cuenta la capacidad de Scaloni, que en una nota para un medio chileno, ni siquiera para un medio argentino, al diario La Tercera, dice «a Messi lo tienen que tratar como uno más». Y ahí entran Rodrigo, Leandro. Pero además, Messi en esa vuelta estaba sin Otamendi, sin Di María, los que quedaban del ciclo anterior. Scaloni manda el mensaje, pero no lo manda a través de un medio argentino sino a través de un medio chileno, sabiendo de la repercusión que iba a tener.
Y hablame un poco de tu contacto con Leo
¿Sabés cuántas veces lo vi a Leo yo en mi vida?
No.
Tres.
Nada más.
La tercera es la de la entrevista. Yo lo conozco a Leo en Leipzig, sorteo del Mundial de Alemania 2006, que fui con Carlos Bilardo para DSports, de DirecTV. Yo había escrito un par de notas de él, vino su papá, me agradeció. Hablé cinco minutos. Había un montón de gente. Era un evento que organizaba McDonald’s, lo patrocinaba. Ahí hablé con él. Después, lo volví a ver en 2023. En el medio, relaté un montón de partidos de la selección. El Barcelona-Real Madrid, él, Mourinho, CR7 por DirecTV pude ver casi todos en vivo, pero nunca lo había saludado en persona. En el 2023, Argentina sale campeona y juega dos amistosos. El segundo es con la temible Curazao en Santiago del Estero. Terminamos la previa y tengo que subir a la cabina a empezar la transmisión. En ese momento están saliendo los jugadores rumbo al calentamiento previo. Obviamente, espero porque tenían que pasar todos. Saludo a muchos con la mano, me saludan, todo perfecto. Hay uno que viene y me da un abrazo: Messi. No porque los otros fueran maleducados. Era lo normal. Es más, le cuento a mi familia: «Me acaba de pasar esto. No tengo registro de nada. Simplemente vino a abrazarme». Yo siempre hablaba con Marcelo Méndez, genio, el que maneja parte de la comunicación y la prensa de Messi. Cada vez que Leo hacía una nota con un medio argentino, yo le decía: «Mi momento va a llegar. Yo con Leo voy a hablar de fútbol. No la necesito ahora, pero vos estate listo porque en algún momento yo te voy a pedir la nota con él». «Sí, Juan, vos quedate tranquilo». Bueno, cuando empezamos Clank! dijimos «vamos a buscar a Leo»
Es un formato ideal para hablar con Leo.
Leo recién llegaba a Miami. Venía poco y acá en Argentina era complicado en la fecha FIFA. Y yo le decía a Marcelo: hizo una nota con Andy Kusnetzoff, que viajó a Miami, le digo: «Buenísima la nota con Andy. No te olvides: yo te la voy a pedir». «Sí, tranquilo». Y en mayo, yo venía hablando con Marcelo y nos dice: «»El 18 de junio Leo los espera en Atlanta para hacer la nota». Armamos un chat entre los socios de Clank! que se llama «18 de junio». Sigue ahí, no le vamos a cambiar la fecha. 18 de junio a las 13. Y fue 18 de junio a las 13. A mí me había gustado mucho la nota que le hizo Jorge Valdano para Universo Valdano. Yo una semana antes de la nota con Leo voy a dar una charla a Ecuador y me lo encuentro a Jorge, que era expositor también. Le digo: «Jorge, quiero hacer una nota con Leo el 18 de junio». «Va a ser profesional, va a llegar un minuto antes. Divino». «Quiero hablar de fútbol». «Sí, hablale de fútbol. Se va a copar». Y salió. Así fue.
Yo no soy de los que reniegan de las otras notas de Messi porque a mí me gustan todas. Los nenes que le preguntan «team verano o team invierno», me interesa lo que diga. «Milanesa con puré». Lo que salga de su boca me interesa, sus gestos, que juegue con los chicos, todo. Pero efectivamente, escucharlo hablar de fútbol fue un placer
Tiene un conocimiento superior.
Hay una inteligencia ahí.
Y además lo transmite. No solo es lo que piensa, decide y ejecuta dentro de la cancha. Afuera también. La parte de las caminatas era extraordinaria. «Yo veo cómo está parado el equipo, si podemos contraatacar».
Ese deambular chaplinesco es una cosa maravillosa.
Además, hay mucha cosa que los compañeros cuentan. Ya se animan a contar en las notas, lo que son los entrenamientos. Mascherano en la nota que hicimos para Clank! dice: «Él decide cuándo termina».
Cuando él va ganando, termina
O cuando va perdiendo, dice «basta, me pongo las pilas» y los putea a los compañeros. Es Jordan.
Y jugando con los hijos es igual.
La única diferencia es que a Jordan le gustaba que esa narrativa se difundiera, la de la bestia competitiva y a él no le importa.
Todos nos sorprendimos mucho cuando aparece el video de la arenga antes de la final de la Copa América, fue como una revelación: «Este tipo tiene otra cosa». ¿Vos pensás que cambió algo ahí o que él siempre fue así? Y si cambió algo, la pregunta es si te parece que la muerte de Maradona tuvo algo que ver.
Yo creo que no, que la muerte de Diego no tuvo que ver. Sí creo que fue cambiando la composición del plantel que lo rodeaba, desde un 2006 que tenía a Román, a Crespo, a Ayala, a Sorín, Heinze, Cambiasso, dos o tres generaciones muy fuertes, y cuando se retira Javier Mascherano, y se va Biglia, y se va Gonzalo Higuaín, él queda como el jugador más grande. Al mismo tiempo, él pasa de ser el hijo de Celia y Jorge a ser el papá de Ciro, Mateo y Thiago. Hay cosas que le van pasando en la vida. Pasa de ser hijo a ser padre. Empieza a asumir otras responsabilidades, más allá de ser un líder futbolístico, que siempre lo fue. Y la arenga de 2021, si no la da él, ¿Quién la da?
Claro, no puede salir a hablar Armani o Dibu
Y en un momento, cuando Diego le da la cinta contra Grecia en Polokwane, el día del gol de Palermo, ¡Un frío!, él no sabía qué decir. Lo ayudaron los compañeros, pero era otro Messi. Estaba Verón en ese equipo. Y en ese partido hubo una rotación, jugaron muy pocos titulares. Leo fue uno. Hace un gol Demichelis. El otro lo hace Palermo. Pero pasaron 14 años entre esa capitanía en Sudáfrica a esa arenga. Después, hay muchas cosas que él va incorporando por el paso del tiempo y las cosas que le pasan a él con el paso del tiempo, dentro y fuera de la cancha, sin duda. Pero yo creo que la muerte del Diego no…
No tiene que ver
No.
El tipo entiende que es el momento que tiene que hablar.
Sí.
Eso también es inteligencia.
Absolutamente. Y yo creo que hubo un momentos en los que él dijo «no tengo que hablar y si tengo que hablar no estoy preparado». Ahora, cuando él siente que es el momento y está preparado para hablar, ahí aparece. Es un líder total.
Sí, con cosas de guionista extraordinario. «El Dibu no pudo alzar al bebé»
«No le pudo hacer upa». Todo. Es maravilloso. Una inteligencia superior tiene.
¿Para dónde te parece que va el fútbol?
Gran pregunta.
Está yendo a algún lugar, pero no sé si es bueno o malo, deseable o no.
Desde el lado estrictamente del juego, la irrupción de Guardiola en los últimos casi 15 años —Pep empieza como entrenador de Barcelona en 2008, ya son 16 años— provocó un cimbronazo importante. No solo por lo que él generó y muchos quisieron copiar sino por las cosas que surgieron para contrarrestar eso que su máxima expresión fue en el Barcelona, pero también se vio en el Bayern Munich y en el Manchester City. También, en estos 20 años, hubo otra irrupción que no tiene que ver con el juego sino con lo reglamentario, que es el VAR. El combo no solo VAR sino cómo se usa, las situaciones en las cuales se interviene, las personas que lo manejan, las personas que vienen de distintos lugares para aplicar la misma herramienta —no se aplica igual en Inglaterra, en Alemania, Argentina—, yo creo que hay dos cosas para mi entender por qué el fútbol está yendo a otro lugar. ¿Hacia dónde va? Mirá, los mejores equipos se juntan desde la pelota. El último así gran campeón que partió la cobertura en espacios y contraataques fue el Inter de Mourinho, que lo hizo maravillosamente bien.
Pero ya pasó un montón de tiempo.
Fue en 2010. 14 años. El Madrid de Ancelotti, pelota. El City de Guardiola, desde la pelota. Alguno más posicional, otro más funcional. Empieza a haber una corriente desde la tenencia más funcional: pases cortos, menos rigidez posicional. El City, por ejemplo. Lo deja antes a Mahrez, ahora a Doku o a Savinho. Lo deja para que juegue mano a mano con el lateral. Después tenés el mejor Fluminense, que se juntaban todos a tocar la pelota y tenías a Marcelo de 8, a Arias y a Keno, los dos wings en el mismo lado y Cano de 9. El Madrid de Ancelotti tiene más de funcional que de posicional. Lo que yo no veo hoy es un equipo que diga «bueno, nosotros vamos a salir campeones contraatacando». No lo hay. ¿Por qué? No lo sé. Pero Arsenal, Tottenham, Manchester United, Manchester City, Liverpool, el big six de Inglaterra, se juntan a tener la pelota. Hasta los equipos de Cholo están más pendientes hoy de la pelota que de lo que era el Atlético de Madrid en 2014. En Italia, el Inter no es un equipo que salga de contraataque. Francia tuvo un modelo exitoso en el 2018, pero los mundiales para mí no marcan tendencia. Salvo Argentina que sí creo que impuso una forma de jugar. ¿Qué destacamos de Francia en 2018? El éxito. ¿Qué te acordás de ese equipo? La velocidad de Mbappé.
En dos metros te saca tres.
Así como el 3-5-2 del doctor Bilardo marcó tendencia después —vos la ves a la Alemania del 90 y tiene muchas cosas—, que la selección de Menotti del 78 impuso un criterio más hacia clubes que hacía selección —porque el proyecto siguiente es Italia en España, que es más especulativo, con líbero y stoppers—, yo no veo hoy una contracorriente que diga: «¿Se juega desde la pelota? Bueno, nosotros jugamos partiendo de la cobertura de espacios». Lo que yo veo es, dentro de la posesión, algo más posicional, Guardiola, y algo más funcional, Ancelotti, por citar…
O Klopp mismo
O Klopp mismo, exactamente. Pero el índice de tenencia del Liverpool era alto. Después el tema del VAR, de cómo convivimos con una herramienta que yo creo que bien aplicada es virtuosa, porque si hay una mano escandalosa que el árbitro no cobra porque no veo o porque no quiere y el VAR le dice «vení a ver esto»
Además, hay algo que no se está evaluando mucho que es el trade entre justicia y tiempo
Sí. Eso lo dice Rapallini: si vos tenés que estar cinco minutos…
Yo decía: si vos, para demostrar un foul, tenés que hacer un análisis de sangre que tarda tres días, el límite de la justicia te hace inviable el partido. En este momento me parece que está corrido ese trade hacia la justicia. Yo creo que hay que sacrificar justicia en función de la fluidez.
Por eso creo que en lo que son los fuera de juego, si bien no va a agotar las polémicas la ley Wenger, es: no discutamos una uña. Si hay un cuerpo, ya…
Igual ahí también había una uña.
Claro, pero es cuerpo y uña, pero ya no es una uña sola.
Claro. Además la discusión está a favor del gol.
Va a haber más goles convalidados
Exacto. Bueno, y por último, con respecto al fútbol actual, me parece que hay otro problema que veo yo: la desproporción cuando el City juega con un equipo menor en la liga o Argentina juega contra, ponele, Costa Rica, Paraguay, qué se yo, que es el hecho del partido de handball, que tenés 200 tipos y vos tenés que estar… me parece que hay una tendencia a que todos los partidos sean parecidos: el equipo muy superior tiene el 80% de la pelota y tiene que buscar el espacio. ¿Qué se puede hacer con eso? Uno son los gambeteadores, que cada vez hay menos
Ahí está. El tema es ese: el jugar a dos toques te sirve en determinados contextos. Los rivales se van a seguir metiendo atrás, van a seguir con la táctica del murciélago, van a meter el colectivo. Ahí vos tenés que apuntar a jugadores que te cambien el curso del partido con una gambeta. ¿Cuántos gambeteadores hay? Y, pocos. «Jugá a dos toques, jugá a dos toques, jugá a dos toques». Vas a cortar al futbolista algo que, sobre todo en algunos países, como Argentina, Brasil, te aparece en España un Lamine Yamal que gambetea que es una cosa de locos
Doku es un gran gambeteador.
El tema también es cómo lo evalúa la prensa: «Hace una de más». Y, bienvenido
Va a perder más pelotas que Biglia.
Va a perder más pelotas. Si gambetea en el área propia, y, ahí no. Gambetear en mitad de cancha, ¿Por qué no? Sabés que ahí entra en zona de transición rápida. Ahora, en el último tercio, gambeteá. Si tenés cómo gambetear, vas a limpiar a uno, a dos, te van a hacer foul. Si hay dos que te marcan vas a poder encontrar a un compañero libre, pero sí creo que hace falta en los aspectos formativos volver a la gambeta.
Aimar dice mucho eso.
Sí, tiene razón. Pablo tiene razón siempre. Si el día está nublado y Pablo te dice «va a salir el sol», creele. Lo amo a Pablo. Algún día lo voy a hacer.
Un jugador extraordinario.
Un cambio de ritmo tenía… Patinaba en el aire.
Una elegancia.
Sí. Es que la gambeta te va a destrabar esos partidos. Y fijate que ahora Guardiola, que para mí está en otra liga, «Doku, vení». Después podés discutir: «Lo deja a Doku aislado con el marcador». Sí, claro, quiere que juegue uno contra uno. Para jugar uno contra uno, el resto va allá y uno queda parado ahí. ¿Te gusta? Puede ser que te guste más todos juntos cortito. Ahora tiene otro zurdo, Savinho, que juega bien, tiene gambeta uno contra uno. Y ya como que el tipo se da cuenta: «Esto lo destrabo con gambeta». Lo que tiene Argentina. Ahora sin Ángel Di María perdió uno, el otro día entró Paulo. Alexis puede gambetear, pero es pase. Enzo, pase. Lo Celso, pase. Rodrigo, pase. ¿Gambeta? Puede tener Garnacho jugando en espacio, Dybala con pelota al pie, Julián gambetea, Lautaro gambetea. Argentina tiene gambeteadores. Sí, sí. Y no todos los equipos tienen. Por eso los mejores, España en Europa y Argentina en Sudamérica… Colombia tiene un tipo como James. Pero los equipos que tengan dos o tres alternativas en el uno contra uno van a tener una ventaja.
Sí, porque destraban ese problema medio de ajedrez.
Lo destraban, sí. Y en ese lugar, la estadística queda… que a mí me parece que hay algunas cosas de la estadística viva del juego que sirven. Otras sirven para que un crack te las entienda. Ahora dicen «regate», me quiero morir. «Intentó siete gambetas y las perdió todas». ¿Sabés qué? La octava la metió. ¿Cuál vale más? Me pasó en un deporte gobernado por la estadística en basquetbol con la selección de España. Me tocó comentar el Mundial de Turquía 2010. España jugaba con Serbia. En Serbia hay un crack que se llama Teodosic. Crack tipo Magic Johnson, creativo, todo, que había tenido un partido malísimo en tiros. En triples, cero de siete. Última bola, ganaba España por dos. Teodosic tomó el triple, lo metió, ganó Serbia. ¿La estadística qué dice? 1 de 8.
¡Uno que vale el partido!
No se cagó, había errado siete, le chupó un huevo. Dijo: «Voy a tirar por octava vez y la voy a meter y voy a ganar el partido». ¿Qué vale más? ¿El único intento que acertó o los siete que erró?
Te caga el valor de la estadística.
Con la gambeta pasa lo mismo: ¿Qué importa si perdió cuatro o cinco pelotas? Si la agarró a los 35 minutos del segundo tiempo con el partido 0 a 0, gambeteó a dos, pum, la clavó y ganaste el partido.