Humor

Ignatius Reilly y Holden Caulfield frente a la dimisión de Errejón

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Iñigo Errejón. Foro: Jose Miguel Fernandez de Velasco / Cordon Press )

Holden Caulfield, apoyado en una pared desvencijada, juega distraídamente con un cigarrillo apagado mientras se dirige a Ignatius Really, que acomodado en un desvencijado sillón, se ajusta distraídamente su gorro verde de caza. La habitación estaba iluminada por una lámpara de pie que proyectaba sombras largas y pesadas sobre los dos personajes.

—Si de verdad te interesa lo que voy a contarte sobre Errejón, Ignatius, lo primero que querrás saber es por qué dejó la política, cómo fue todo eso de la salud mental y la denuncia anónima, y qué carajo pasó con su contradicción entre el personaje y la persona, pero no tengo ganas de entrar en detalles. Todo esto me aburre soberanamente.

Ignatius bufó, removiéndose en el sillón mientras sus ojos brillaban con una mezcla de desprecio y satisfacción.

—¿Cómo es posible que una civilización tan avanzada como la nuestra produzca una miseria tan impresionante? ¡Qué espectáculo tan predecible! —rugió, levantando las manos en el aire—. Errejón es el típico ejemplar moderno, un producto del sistema que se desmorona en cuanto las cosas se ponen difíciles. ¡Y ahora intenta hacernos creer que lo hace por su salud mental y emocional! ¡Qué patético!

Holden lo miró de reojo, como quien mira a alguien que no termina de entender.

—La gente nunca nota nada. Y bueno, tal vez el tipo está jodido de verdad. Quiero decir, casi veinte años en la política no es poca cosa. Es un ambiente tóxico, y no todo el mundo está hecho para eso.

Ignatius se inclinó hacia adelante, con una sonrisa sardónica.

—¡Tóxico! —exclamó, disfrutando de la palabra como si fuera un caramelo agrio—. La política es precisamente para los que pueden soportar el fuego del poder. No es para los débiles, para aquellos que se tambalean ante una denuncia o dos. ¡Mira lo que dice Pablo Iglesias! ¡Ni siquiera él, que está hecho de la misma pasta corrupta que Errejón, puede evitar señalar que lo primero son las víctimas!

Holden frunció el ceño, dándole una calada al cigarrillo apagado como si no le importara que no estuviera encendido.

—Iglesias tiene razón, supongo. Es fácil olvidarse de las víctimas cuando tu colega está en el ojo del huracán. Pero, ¿no crees que eso también es parte del problema? La política te deshumaniza. Errejón se convirtió en una especie de máquina, se metió en ese «núcleo irradiador» de poder, como el mismo lo definió, y ahora está pagando el precio. Acabará, como yo, echando de menos a toda la gente que le está diciendo adiós

Ignatius estalló en una carcajada, una mezcla de desprecio y auténtico disfrute.

—¡Máquina! ¡Ja! Si Errejón fuera una máquina, sería la peor máquina jamás creada. ¡Ni siquiera podría funcionar correctamente! —dijo, moviendo sus manos como si estuviera imitando una máquina defectuosa—. Este hombre se ha pasado más de una década predicando sobre un mundo mejor, más justo, más humano, y ahora se queja de que su vida es una contradicción entre el personaje y la persona. ¡Por supuesto que lo es! Porque el hombre es débil, y la política, como bien dices, lo deshumaniza. Pero eso no es excusa para huir como un cobarde.

Holden miró fijamente a Ignatius, su expresión sombría.

—No sé, tío. No creo que sea tan fácil como lo pintas. Tal vez Errejón realmente se desmoronó. No todos tienen el estómago para soportar la mierda que viene con el poder. Y luego está todo eso de las denuncias… la denuncia anónima de maltrato psicológico. Eso no es cualquier cosa.

Ignatius se agitó en su asiento, indignado.

—¡Denuncias! ¡Denuncias anónimas, Holden! ¿Te das cuenta de lo absurdo que es esto? En esta era moderna, cualquiera puede acusarte de cualquier cosa, y la masa crédula lo aceptará sin cuestionarlo. Errejón se ha permitido ser derribado por un simple comentario en las redes sociales. ¡Qué patético! En mi época, o más bien, en la época que debería haber sido, los hombres no se tambaleaban ante rumores y susurros. Eran estatuas de piedra, inquebrantables.

Holden soltó una risa amarga.

—Sí, claro, estatuas de piedra. ¿Y qué hay de las mujeres que tienen que lidiar con ese tipo de hombres? Los que creen que son Dios, como decía la denuncia. El tipo se comporta como un cabrón, te trata bien por la mañana y te manda al infierno por la tarde. Eso no es ser una estatua de piedra, Ignatius. Es ser un maldito manipulador, y todo eso.

Ignatius lo miró con desdén, inflando el pecho como un sapo satisfecho de sí mismo.

—¡Manipulación, Holden! ¡Es todo manipulación! Tanto por parte de los hombres como de las mujeres. Este mundo moderno está podrido por una maraña de emociones y sentimentalismos que no hacen más que debilitar a los verdaderos líderes. La política no es un lugar para los débiles ni para los que no pueden manejar las presiones. ¡No puedes simplemente echarte atrás porque alguien te llama maltratador en Twitter!

Holden encendió el cigarrillo esta vez y exhaló el humo con lentitud, mirando a Ignatius como si estuviera lidiando con un loco.

—No sé, viejo. Yo no soy un fan de Errejón, pero tampoco creo que sea tan simple como eso. Hay un montón de mierda que la gente oculta en política. Y sí, tal vez se haya aprovechado de su poder. Tal vez se jodió a sí mismo en el proceso. La fama, la exposición mediática, todo eso te convierte en alguien que ya no puedes controlar. Las sustancias… no lo olvides.

Ignatius lo miró, asintiendo exageradamente.

—¡Exactamente! ¡Por eso es un fracaso! Se ha dejado consumir por esa maquinaria infernal que es la política moderna como le pasó a naranjito. ¡Un hombre como él no debería haber estado ahí en primer lugar! ¡Si no puedes soportar el calor, sal de la cocina! ¡Pero no, Errejón, como el buen hipócrita que es, siguió adelante, acumulando poder y fama, hasta que todo se derrumbó sobre su frágil cabeza!

Holden se pasó una mano por el pelo, agotado.

—Supongo que tienes razón en algo. Hay un punto en el que no puedes mantener la fachada. No puedes ser el portavoz de un partido que lucha por un mundo mejor y, al mismo tiempo, vivir una vida de mierda, llena de contradicciones. Tal vez por eso se va, para no ser más ese tipo que dice una cosa y hace otra, y todo eso.

Ignatius, satisfecho consigo mismo, se reclinó en su sillón y se cruzó de brazos.

—¡Ah, claro, ahora intenta vendernos la idea de que es un mártir! ¡Que se retira para «renovar cuadros» y «dar paso a las nuevas generaciones»! ¡Qué convenientemente noble de su parte! Como si dejar la política ahora fuera una decisión moral en lugar de una retirada estratégica para evitar que lo destruyan más. ¡No me engaña!

Holden se quedó en silencio por un momento, mirando a la ventana.

—Tal vez se va porque está roto por dentro. —murmuró, apenas audible—. Tal vez todo esto es una señal de que la política te destroza. Iglesias se ha lanzado a criticarlo, pero al final del día, si quieres saber la verdad, nadie gana en este juego, ¿sabes? Todo el mundo se jode a sí mismo o a los demás. No hay forma de salir limpio.

Ignatius lo miró fijamente, su expresión suavizándose por un momento antes de volver a su habitual aire de superioridad.

—Tal vez tengas razón, Holden. Tal vez estamos todos condenados, de una forma u otra. Pero eso no cambia el hecho de que algunos de nosotros, los verdaderamente grandes, debemos soportar esa condena con dignidad. Errejón eligió el camino fácil. Yo, en cambio, nunca lo haría. Yo sería un verdadero líder, un faro en medio de la tormenta.

Holden sacudió la cabeza, esbozando una sonrisa amarga.

—Sí, claro. Tú serías el tipo que hunde el barco solo por no querer admitir que está mal, y todo eso.

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5 Comentarios

  1. Que panzá de reír, a pesar de los triste que es todo.

  2. Buenísimo, y todo eso… XD

  3. 1. Todo el mundo lo sabía y nadie dijo nada… hasta ahora

    2. Una periodista, adepta a la causa, pulsó el botón rojo y activó una bomba latente

    3. Errejón revienta y salta por los aires

    Preguntas:
    ¿Quién ha mandado activar el artefacto?

    ¿Porqué precisamente ahora?

    Compremos palomitas y sentémonos a ver transcurrir el melodrama.

    …un último apunte: Su ex camarada, amigo y compañero juvenil, anoche en la tele (59 segundos) dejó entrever el mismo rictus que ensombreció la jeta de Stalin cuando mandó apiolar a Trotsky.

    • Riso Barbieri

      Ramón apioló con el piolet a Lev.

    • 1- El artefacto lo han mandado activar desde la cúpula de Podemos.

      2- Precisamente ahora que Podemos va a votar en contra de la aprobación de los presupuestos generales.

      Así dejan tocado a Sumar en caso de unas nuevas elecciones generales.

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