Música

La diva pop o por qué Beyoncé factura menos que Taylor Swift

Beyoncé. Foto Cordon.
Beyoncé. Foto: Cordon.

Casualidad o no, cuatro de las artistas musicales femeninas más importantes del momento han sacado un nuevo álbum con apenas dos meses de diferencia (Beyoncé Cowboy Carter, Taylor Swift Tortured Poets, Dua Lipa Radical Optimism y Billie Eilish Hit Me Hard and Soft). Aunque cada una de ellas tengan estilos diferentes e incluso aparentemente opuestos, la gran mayoría del público aceptaría considerarlas divas de la música. Que todas ellas hayan decidido que este sea el momento de publicar sus nuevos proyectos puede que signifique que ha llegado la hora de preguntarnos qué significa realmente ser una diva de la música. 

La música, como el cine, tiene su propio star-system: iconos que trascienden sus propias canciones y conciertos que se convierten en referentes también en otras materias para sus seguidores. De un tiempo a esta parte uno de los fenómenos más influyentes de la música «comercial» es el liderado por las divas. Podríamos definirlas como mujeres jóvenes, normalmente atractivas, que se caracterizan no solo por sus éxitos comerciales, sino porque sus espectáculos en directo o sus videoclips son verdaderos acontecimientos. Las cuatro antes mencionadas son, a su manera, divas de la música, pero no son las primeras, antes que ellas hubo otras. La más relevante de las pioneras seguramente sea la conocida como reina del pop, Madonna.

Desde que la música va acompañada de la imagen (en la tele, los videoclips o por conciertos televisados) lo que se ve tiene tanta importancia como lo que se escucha. Las divas, como Madonna, son conscientes de ello y por eso su apuesta estética es tan importante como la sonora. No es casualidad que la segunda artista musical más rica, Rihanna, lo sea también por su marca comercial Fenty, dedicada al maquillaje y también a la ropa. Madonna, como visionariay verdadero icono, se valió de algunos conocimientos propios del cine. Formó una iconografía visual de símisma tan importante como la musical. Noes casualidad que «Material Girl» sea una transtextualidad de la secuencia de Marilyn en Los caballeros las prefieren rubias de Howard Hawks

Aunque cada una de las divas ha ido encontrando su propio simbolismo único, podría llegar a argumentarse que todas son una reinterpretación del icono pop creado por Madonna. De hecho, no son pocas las que vuelven a Marilyncomo hizo ella, aunque no todas tienen un resultado tan positivo. Billie Eilish apareció en la Met Gala de 2021 de rubia platino y con un vestido corte princesa, una estética completamente opuesta al cabello bicolor y ropa oscura y holgadaa la que tenía acostumbrados a sus seguidores. Dos años más tarde, en 2023, la beauty mogulKim Kardashian se presentóen la misma gala con el vestido con el que Marilyn Monroe escandalosamentefelicitóa JFK (creando su propio escándalosobre el maltrato que Kim profesó a este vestido, que ya forma parte de la historia de Estados Unidos). También la diva alternativa, Lana del Rey, referencia esta felicitación icónica, poniéndoseella misma en la piel de MM en «Nathional Anthem».

El homenaje o la referencia a la icónica rubia no siempre es sinónimo de éxito. Billie Eilish recibió un contundente backlash tras su aparición en 2021. Probablemente esto pasó porque los seguidores de la cantante de «Bad Guy» no la idolatran por su apariencia naíf y dulce, sino más bien por todo lo contrario. Este episodio la desdibujó durante un breve periodo, aunque pudo recapitular posteriormente. Su público, aunque amplio, es concreto. No esperan de ella una candidez (aunque fuera simplemente aparente) que Madonna rescató de Marylin. Billie Eilish es un icono por sus letras lúgubres y atrevidas, por un tono pesimista de la vida e incluso gamberro. Aunque suena muy diferente, tiene un ambiente más cercano al de Nirvana, y al icono depresivo y rebelde que generó el grupo de Kurt Cobain, que al de Madonna, quien, aunque también irreverente, tiene un estilo completamente opuesto. Sin embargo, que con veintidós años haya logrado nueve Grammys y dos premios Óscar, obviamente significa que es un icono de masas y que sabe lo que se hace. Dos años más tarde, en 2023, Billie Eilish volvió a presentarse a la Met Gala, esta vez con un vestido también atrevido y sexi, pero negro, de corte gótico, cumpliendo las expectativas que sus seguidores tienen depositadas en ella. 

Así, ser una diva implica, a la vez, tener un público muy amplio (si no serían imposibles sus abultadas recaudaciones), pero también un estilo único y coherente, porque si no los fans se sienten defraudados. Es esa iconografía lo que diferencia a Dua Lipa de Beyoncé, Beyoncé de JLO, y JLO de Rosalía. El estilo no es de hierro y por supuesto evoluciona con las artistas, aunque dentro de unos marcos más o menos claros. Por eso, aunque los swifties digan que TS tiene unas épocas muy distintas (y es evidente que hay una evolución), ella, como buena diva (y el Eras Tour lo demuestra), no ha abandonado nunca aquello por lo que la aman sus seguidoras, que son las letras autobiográficas, en las que en muchas ocasiones invade ella su propia intimidad, pero sin abandonar la dulzura que acompaña su estética. Lo completamente opuesto es Beyoncé. Algunas de sus letras sí son autobiográficas, pero la apuesta musical y estética de Beyoncé es fuerte, contundente y altiva, y eso es algo que se puede apreciar desde el Crazy in Love de 2003, a diecinueve años más tarde en Cozy. A pesar de todo, hay quienes han conseguido subvertir su iconografía. Cuando Miley Cyrus era una chica Disney, necesitó un golpe de efecto como «Wrecking Ball» para convertirse en lo que es ahora. Pero si pensamos bien en Miley Cyrus desde que dejó atrás a Hannah Montana, no ha vuelto a cambiar de estilo. Ha permanecido fiel a su verdadera personalidad que reivindicó desde «Wrecking Ball», rompiendo con el personaje creado por Disney. En esencia, el público había creído en la ficción hasta entonces.

Cuando una artista consigue equilibrar la complicada balanza entre lo mainstream y por tanto, generalista, y la necesidad de ser única e insustituible se convierte en una diva y, cuando lo hace, su poder cultural es prácticamente incomparable. Se estima que el patrimonio de Taylor Swift asciende a unos 1300 millones de dólares. La presión política para que se posicione en las próximas elecciones estadounidenses son una prueba de su poder, porque los expertos estiman que su apoyo a cualquiera de los candidatos podría determinar el resultado final. Justamente en estas elecciones que coinciden con el período en el que más ingresos ha obtenido la cantante estadounidense, Taylor Swift ha decidido posicionarse a favor de los demócratas después del debate entre Harris y Trump. Está claro que sus seguidores la siguen por su música, pero cuando una artista se expresa políticamente de manera clara, esto tiene su repercusión en sus seguidores y sobre todo en sus ventas. 

Hay divas que deciden arriesgarse a perder algunos seguidores y también millones para postularse políticamente de manera clara y contundente. Beyoncé es la cuarta artista musical femenina más rica (después de las ya mencionadas Swift, Rihanna y Madonna). La carrera de Beyoncé está repleta de éxitos ya desde Destiny’s Child. Además, igual que otras también ha participado en películas, sus videoclips son reconocidos, y es un icono de belleza. Hace muchos años que Beyoncé no permanece imparcial ante la situación social de su país y del mundo: ofrece discursos en la ONU, pero además también muestra abiertamente sus pensamientos políticos (participó en la jura de la constitución de Obama). Además, lo hace a través de sus canciones y sus videoclips. En el año 2018 con Apeshit, Beyoncé y su marido, Jay-Z, ruedan en el Louvre como un acto político. No es simple egolatría, sino que es una reivindicación. Beyoncé y Jay-Z cantan delante de obras de arte que, obviamente, no han representado a una gran parte de la población. Sin embargo, ellos, con su importancia cultural, han conseguido rodar su videoclip allí, delante de Napoleón. Ahora que por fin como afroamericanos (y en concreto Beyoncé como mujer) han conseguido llegar a la cúspide del éxito, también están en el Louvre y reivindican el lugar de todas aquellas personas y artistas a los que se les excluyeron a lo largo de la historia.

Las reivindicaciones de Beyoncé también son feministas con una canción como «Who Run the World, Girls». Pero sobre todo continúa actualmente con su obra más ambiciosa, su trilogía de álbumes (de la que aún falta la última parte) que realizan una revisión de los géneros en los que los afroestadounidenses han sido pioneros. La primera parte Act I: Renaissance revisa la música house y techno a partir de los 70 por artistas afroamericanos y queers. Act II: Cowboy Carter, su álbum de estudio más reciente hasta la fecha, es una revisitación personalísima del country. Inexplicablemente, la artista nacida en Houston ha sido considerada por algunas personas como ilegítima para una revisión de este género. Y lo cierto es que a Taylor Swift nunca la han abucheado cuando ha cantado en Nashville (capital del country) mientras que a Queen B sí.

Beyoncé ha declarado que este hecho es una de las razones por las que ha querido hacer Cowboy Carter. El segregacionismo de algunos ha considerado el country como un reducto únicamente blanco, y Beyoncé viene a reclamar los orígenes (también negros) de este género. Beyoncé es ambiciosa y reivindicativa,  lo que supone una pérdida de seguidores. Es imposible que ante una tan vasta cantidad de fans y gente que la escucha, todos tengan las mismas opiniones políticas. Beyoncé toma una decisión, apuesta por un compromiso social que, sin duda ella sabe, le quitará seguidores y millones de dólares que dejará de ganar, pero que la convierten en un icono único. Por eso Beyoncé factura menos que Taylor Swift, pero también gracias a eso ha conseguido ser la primera artista negra en ser la cabeza de cartel en Coachella.

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2 Comments

  1. Maestro Ciruela

    Bueno, pues todas estas consideraciones sobre estas «estrellas icónicas» me importan un rábano. Lo mismo para sus ideologías sean estas las que sean y sus trabajadas fachas. Lo que a mí me interesa de alguien que se dedica a este negocio de la música, es oír y seguidamente ESCUCHAR lo que tienen que ofrecerme y para eso no necesito saber qué cara y qué cuerpo tienen ni que me vendan escenografías con lentejuelas. Esto es algo que ya me molestó en su día acerca de Madonna, conque calculen ustedes con todas estas pedorras de las que se está tratando aquí.

  2. Si esa expresión tan modernamente ridícula de apropiación cultural fuera una realidad, lejos de mente nacidas en una congregación de universitarios yankees más que aburridos. Debería funcionar en ambas direcciones y a Beyoncé habría que «cancelarla» por hacer música que no es herencia cultural suya. Y por cierto, vaya triple que os habéis pegado diciendo que el country tiene connotaciones afroamericanas. ¿Qué será lo siguiente para sufragar la deuda racista norteamérica y que al parecer tenemos que pagar todo el mundo? ¿Decir que Cleopatra, macedonia de cuna, era negra? Ah, espera, que eso ya lo dicen.
    Por cierto, lo del Louvre, más que una reivindicación, es la típica tontuna de unos divos bastante ignorantes. El Louvre y sus pinturas reflejan la realidad de la historia vista por los ojos de sus artistas, te pueden gustar más o menos, igual que Beyoncé cantando country.

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