Arte

Desconectar es el desafío

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¿Cómo puede lo invisible hoy representado por el algoritmo volver a ser visible para que logremos liberarnos por fin de las ataduras? El reciente trabajo de David Oliver se acerca a esta necesidad muy intencionadamente. Llama la atención la recuperación de la escala de la labor artística y las propuestas de tener un refugio ante el peso de la conexión digital, realizadas en esta doble exposición que desafía a la situación actual que de tanto querer avanzar en lo nuevo se vuelve cauta ante lo importante. Vemos aquí como recupera el trabajo dial a una escala colosal y el trabajo íntimo a una escala pequeña, a la vez que propone dos modalidades de refugio, en tanto, Grip Face lo hace con un tipi forrado de espejos, y en calidad de David Oliver con un coliseo cerrado de lienzos gigantescos que son una suerte APP devorada por un disfraz de oso que nos impide ver lo real. (O viceversa)

David Oliver es conciso, perfeccionista, delicado e inquietante en su discurso artístico para encontrar el hilo de esos dos refugios ante la incertidumbre, donde el concepto se aúna con la narrativa. Un discurso artístico por tanto muy osado personalmente hablando y de gran audacia materialmente entendido. Esta doble exposición no tiene que ver con la angustia ni con la falta de valores; tiene que ver con la grandeza personal de un artista capaz de responder al peso de lo digital en nuestras vidas. Al final del proceso creativo Grip Face se refugia en su demos principal, un Sashimi Consciente en la cabaña de Cristal, una suerte de Totem que desafía a ese Tabú actual de no ser fiel a uno mismo: un tipi de más de cuatro metros forrado de espejos como si fueran tapices que protegieran del frío (digital) cubiertos de símbolos protectores, que vienen del universo personal, íntimo, del propio artista: fetiches, avatares, rostros sonrientes llenos de calma, garabatos cargados de mensajes, flores o paisajes deconstruidos.

Y luego las preguntas para las que se buscan respuestas: ¿Dónde almacenar toda esa información para no caer en el caos? ¿Acaso el refugio no nos lo ofrece nuestra propia conciencia? Y la respuesta ofrecida por el artista: espejos imantados donde colocar objetos «protectores», como hacen esos «recuerdos» pegados en la nevera de casa que se pueden poner o quitar a tu antojo, pero que sirven para guarecerte del ruido digital externo y desde esa función el reflejo de un mural donde se recupera el refugio de la infancia del artista a través de unas cajas de polaroids intervenidas con pequeñas pinturas al óleo de paisajes mediterráneos, de montañas, de cielos azules o de flores, ecos de aquellos años de la niñez que ahora las propone desde la resina como si ese gesto fuese el tránsito de la infancia a la edad adulta, y que contrastan con los grandes lienzos del coliseo de la sala de al lado, con pinturas íntimas de esencia matérica, al óleo que, tarde o temprano, lleva a lo digital.

En el siguiente paso, David Oliver abre una puerta para que nos adentremos en My algorthim without me de MAWM, un coliseo cerrado donde el espectador y el mismo David se encuentran sobre la arena, rodeados del círculo formado por seis inmensos lienzos. Unos lienzos que construyen otra cabaña que te atrae y atrapa como si fuese una red social. Todos conectados entre sí, sin salida posible. Personajes de espalda, de cabellos castaños, dorados, como la piel del oso, o del disfraz de oso, que se agarra a las trenzas y merodea por el lienzo, esa presencia de lo virtual que ya no necesita esconderse. Sólo uno está de frente, con la máscara adherida a la cara, como si tuviera ya conciencia de lo difícil que es salir de ese naufragio que es la APP que nos controla con la misma fuerza que hacía la Melancolía al personaje de Durero, y quizás también con la misma sensación en forma de una certeza de que no es posible entender el universo. Técnica impoluta, textura pulida, brillante, como los espejos del tipi. Grip Face trabaja al revés que los modernos, primero lo analógico, pinta, fotografía y después lo pasa a lo digital desde donde interviene y reflexiona sobre por qué no podemos escapar del algoritmo. ¿Y después, podemos imaginar que hay detrás de estas telas? Grip Face, David Oliver, siempre deja algo en la trasera, como si hubiera un mensaje oculto que debiéramos buscar, como una nota que solo saben ver quienes rascan la superficie o levantan la piel del oso.

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Este es el texto curatorial de la exposición Sashimi consciente en la cabaña de cristal (my algorithm without me) de Grip Face que estará en La Bibi Gallery (Palma de mallorca) hasta el 3 de agosto de 2024.

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