Beto Hernández (Oxnard, California, 1957) es un amante de la música y eso tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Es maravilloso porque en una conversación entre dos melómanos nunca existen silencios incómodos, pero es un quebradero de cabeza porque me encuentro ante uno de los grandes emblemas del cómic independiente. Y habrá que hablar de ello. La idea es dejar las preguntas musicales para el final y obviar cualquier referencia musical hasta entonces, objetivo que fracasará desde bien pronto.
Por suerte, estamos ante un hombre al que le gusta hablar de lo propio y de lo ajeno y lo hace sin pelos en la lengua. Un artista único, de gran imaginación y espíritu punkarra, que ha creado su propio mundo sin importarle nunca el qué dirán.
Gira por España, reunión con tus fans, firmas de autógrafos, entrevistas, te hospedas en un céntrico hotel en Madrid… eres como una estrella de rock.
Ojalá [risas]. No, quiero pensar que todo esto se debe a la curiosidad que os suscitan los cómics americanos en general y mis historias en particular, pero no me puedo quejar.
¿Cuál es la pregunta que más has respondido en estos días?
Las habituales. Cómo empecé, cómo creé Palomar, la importancia de los personajes femeninos…
Estarás harto de responder siempre a lo mismo…
¡No, qué va! Está bien. Puedo responderlas otra vez si quieres. Incluso puedo intentar hacerlo de un modo diferente a como lo he hecho.
No, tranquilo, ya conozco las respuestas. Puedes empezar por responderme sobre cuál es el secreto para trabajar durante tantos años junto a tus hermanos sin que os hayáis matado por el camino. Pienso en si yo tuviera que trabajar junto al mío y me parece la profesión más dura del mundo.
Es sencillo, no trabajamos físicamente juntos. Esa es la gran diferencia entre bandas de música como The Kinks o The Everly Brothers y nosotros. Mario dejó de dibujar muy pronto, pero, incluso cuando estaba, cada uno teníamos nuestra propia parcela. Ahora Jaime escribe sus historias, yo las mías y ponemos en común qué cantidad de páginas tenemos para cada uno. No hay más misterio.
¿Siempre habéis tenido tan buena relación profesional, nunca ha habido altibajos?
Sí. Solo hemos tenido problemas cuando alguien nos ha pedido una portada conjunta, pero no han sido discusiones, simplemente no nos gustaba el resultado final. Trabajamos mucho mejor por separado.
¿Cuál es la mayor discusión que recuerdas?
De pequeños, pelearnos en casa por cualquier tontería. Éramos cuatro niños y una niña, y la niña era un bebé, así que imagina a cuatro monstruos correteando de un lado a otro por una casa muy pequeña. Esas han sido nuestras peleas, típicas riñas infantiles.
Creciste en un barrio donde confluían distintas razas y culturas, algo que supongo te hizo ser tan abierto de mente desde que eras un niño.
Así es porque, ya sabes, eres pequeño y vas a la escuela con asiáticos, negros, blancos, latinos y no existe ningún problema. Son personas como tú y como yo. Luego llegaba a casa y al poner la tele o abrir un cómic veía que todos los personajes que salían eran blancos, algo que aceptaba porque los programas y las historietas eran muy buenas. Pero a medida que crecía, empezaba a pensar: ¿dónde estoy yo? ¿Dónde está esta gente? ¿Dónde estoy yo entre esta gente? Así que la forma de responder a esto era dibujándolo y contándolo, porque la diversidad racial era lo que vimos mientras crecíamos. Mucha gente dice que éramos falsos porque donde viven ellos todos son caucásicos, pero esa es la realidad en que vivíamos, aunque muchos de los que nos llamaban falsos quizá no estuvieran interesados en saberlo. Siempre he querido tener lectores de distintas culturas y razas que nunca son protagonistas y que no saben con qué historias sentirse identificados. Creo que eso era lo importante, darles personajes y tramas con las que se vieran reflejados.
¿Cómo te influyó la escuela en tu desarrollo como artista?
Cuando eres pequeño vas a un mundo totalmente nuevo que no controlas, que es la escuela. Un lugar donde te cuentan una realidad con la que tienes que lidiar. Pero los niños tienen mucha imaginación y capacidad para inventarse cosas. Ven una casa misteriosa con las ventanas oscuras y se preguntan qué hay ahí. Sabes que esa es la realidad. Tienes que lidiar con eso. Pero el resto se lo inventa un niño. Se inventan cosas, ven una casa misteriosa y las ventanas están oscuras y se preguntan qué hay ahí. Así es como funciona cuando creces. Y eso se queda contigo y es bueno para las historias.
«Había algo en la religión que me acojonaba, como eso del cielo y el infierno», has dicho. ¿Te ha influido este miedo en tu carrera?
Sí, claro. A mí me aterraba eso de que existiera un infierno donde podía ir si me portaba mal, no me lo quitaba de la cabeza. Creces con ello y forma parte de tu vida. Luego estaba el aburrimiento, porque te arrastran a la iglesia y, ya sabes, los niños nunca quieren ir a la iglesia, pero les obligan a ello. Estás aburrido en una iglesia y estás mirando todo. Y ese aburrimiento te hace buscar el lado misterioso e interesante de las cosas.
¿Qué porcentaje de culpa ha tenido el aburrimiento en tu inagotable imaginación?
Ha tenido bastante, porque ante todo soy un soñador. Y lo bueno del aburrimiento es que tu mente viaja de forma gratuita e ilimitada.
Señalaste que dejaste de ser practicante cuando conociste a las chicas. ¿Cómo de importante ha sido tu relación con las mujeres para convertir a los personajes femeninos en tu mayor etiqueta creativa?
Siempre las he adorado. Nunca fui el tipo de chico que pelea por ellas porque nunca las he visto como un trofeo que ganar. En la escuela secundaria tenía muchas amigas y mi relación con ellas se basaba en la confianza y en la amistad para poder hablar de nuestros sentimientos sin ningún problema. Nunca he creído eso de la imposibilidad de una buena amistad entre hombres y mujeres. No soy una persona machista —como lo son muchos hombres— ni competitiva —como lo son muchas mujeres—. Simplemente era algo natural, aunque muchos amigos masculinos me decían que era un marica por ello.
Leyendo tus cómics y viendo la complejidad y el poder de tus personajes femeninos, pienso en las mujeres de las películas de Woody Allen o Martin Scorsese, directores de tramas masculinas en las que, sin embargo, las mujeres se llevan en muchas ocasiones todo el protagonismo. ¿Dónde está la clave para que un hombre haga un buen personaje femenino?
Creo que en el cerebro, en el corazón y en la observación. Hablo de cerebro porque pienso en Spielberg, George Lucas, Scorsese o Coppola y en que, por supuesto, ya tienen en su mente cómo desarrollar los personajes femeninos de una forma concreta. Hablo de corazón porque en películas como El Padrino o Uno de los nuestros las mujeres son fundamentales para la trama y para conocer a los personajes principales y su naturaleza, y eso lo hacen mediante sus acciones, muchas de ellas impulsivas, que les nacen desde el rechazo a adquirir un rol concreto y limitado. Recuerdo ver El Padrino y pensar que quería hacer algo parecido pero cambiando a los hombres por mujeres. Y en la observación porque, como te he dicho, todos ellos, al igual que yo, crecieron observando el comportamiento de las chicas en la escuela y de mujeres como sus madres o las amigas de sus madres en casa. El cine y los cómics han llevado caminos paralelos, pues durante mucho tiempo las historias de chicos han estado dirigidas por chicos y dirigidas a chicos. Son chicos que siguen siendo chicos. Por supuesto que esto ha cambiado y sigue cambiando, pero hay géneros como los cómics de superhéroes que mantienen esa esencia de «un mundo de hombres».
Así que con cerebro, corazón y observación puedes dibujar a la chica de tus sueños…
No, no, con eso se empieza. Luego depende de uno mismo conducir a ese personaje por diferentes caminos. Por ejemplo, con Luba tenía claro que quería que fuera muy exuberante, porque sabía que la primera impresión que causaría sería la que causa una mujer así en las películas e incluso, a veces y por desgracia, en la vida real. La mayoría de la gente ve a una Luba y nunca la va a tomar en serio por simples prejuicios. Me llevó varios años otorgarle a Luba su personalidad porque quería que fuera una persona real, y recuerdo preguntar a varias mujeres por su opinión y no estaban muy de acuerdo porque no se sentían identificadas ni identificaban esa personalidad con ese físico. Hacer que alguien obvie sus prejuicios no es algo que se logre de forma inmediata, así que mi única obsesión era seguir dibujándola y seguir enarbolando historias a su alrededor hasta lograr que la gente la viera como yo la veía.
Ya que estás en negociaciones con Warner para rodar Palomar, creo que Sofía Vergara sería una Luba perfecta, no solo por su físico sino, sobre todo, por su personalidad. Aún se recuerda la última vez que vino por España y puso a más de uno en su sitio…
¡Oh, sí! Si te fijas, cuando las actrices latinas llegan al cine y a la televisión lo primero que tienen que hacer es destacar por su físico, porque es por lo que van a empezar a destacar en América. Los americanos ignoran a una latina de aspecto normal. Pero llegan Sofía Vergara, Salma Hayek, Jennifer López o incluso Penélope Cruz y van a destacar porque en EE. UU. siempre están buscando las curvas y son muchas las que se quedan en esta criba. Pero si, además, estas atractivas mujeres miran más allá y escogen buenos guiones que las ayuden a mostrar lo grandes actrices que son, están destinadas a convertirse en estrellas. Es esa actitud, la de ir un punto más allá, la que valoro en las personas, y en el caso de las actrices aún mucho más, porque no siempre se les brinda la oportunidad de hacerlo.
Bueno, Luba es consciente de su poder sexual y lo utiliza cuando lo necesita…
Esa es la realidad de muchas mujeres atractivas, aunque no les guste reconocerlo. Son muchas las mujeres que, cuando necesitan algo, lo único que tienen que hacer es hacer acto de presencia. He leído muchas entrevistas donde una mujer guapa y famosa habla de lo estúpidos que somos los hombres y de que le basta con usar maquillaje para que ellos las amen y siempre me pregunto qué hay de malo en ello. Estoy de acuerdo con que ojalá a las mujeres se las valorara de otra forma y también con las que defienden de forma ferviente que sean valoradas por lo que trabajan y por las luchas que están obligadas a tener en la sociedad, pero entiendo perfectamente a las que se valen por su físico y con eso les es suficiente. Así es como Luba aprendió a actuar y como conseguía lo que se proponía cuando era joven hasta que, a medida que se hacía mayor, se cansó de eso y optó por otras vías. Pero es una mujer hecha a sí misma a la que nadie le ha regalado nada y que ha tenido que desenvolverse en la vida como ha podido o como ha sabido. Y no veo nada de reprochable en ese tipo de actitud.
También creo que, de un modo artístico, es mucho más fácil desarrollar la historia de un personaje cuando es atractivo.
Por supuesto, porque no entendemos —o no queremos entender— que a todos nos gusta vernos reflejados en historias de personas atractivas. Muchos dirán que eso es culpa de Hollywood y sus grandes producciones, pero no es cierto. ¿Es que en las películas de autor, de arte y ensayo no había mujeres guapas? ¿Alguna vez has visto a una mujer fea en una película de Ingmar Bergman? También pasa con los hombres. Nos gusta ver a hombres atractivos contar sus historias, pero la gente prefiere ignorar esto porque se ha convertido en un tema polémico y complejo. Tengo un montón de lectoras lesbianas a las que les encanta la forma en que describo a las mujeres, pero deben estar en silencio para no ofender a sus «hermanas» y no ser rechazadas. El mundo está cambiando, pero hay cosas que siguen siendo bastante obvias.
Lo que pasa es que en las películas influye también la personalidad del personaje para verla atractiva o no. Pienso, así a bote pronto, en la Talia Shire de El Padrino y en la Talia Shire de Rocky.
Sí, aunque en defensa de Talia Shire debo decir que el maquillaje influye mucho, porque si la ves en cualquier entrevista te das cuenta de que es una mujer preciosa. Lo que pasa estamos entrenados para hacer caso a las percepciones más que a lo que ven nuestros ojos, y aquí por ejemplo influye mucho si ves primero El Padrino o ves primero Rocky, porque la percepción que tendrás de Talia Shire será totalmente distinta. Estamos programados para pensar de esa manera como sociedad, aunque siempre he intentado ignorar esto en mis cómics. Nunca me ha importado lo que puedan percibir los lectores porque siempre he hecho lo que he querido hacer. Quizá fuera cosa del punk rock y del DIY. Por suerte, los lectores siempre han aceptado a los personajes y estoy feliz por ello, pero nunca me he parado a pensar en si lo que dibujaba era bueno o malo. Simplemente hago lo que considero que debo hacer para que una historia y un personaje sigan creciendo.
Cuando hablas de tu madre siempre la señalas como una mujer fuerte.
Bueno…
Al menos en cuanto a carácter se refiere…
Sí, eso sí. Se crio con nuestra abuela que también era una mujer de fuerte carácter, pero la vida fue difícil para ambas. No se criaron en una época donde las mujeres pudieran mostrar todas sus virtudes.
Tanto tú como tus hermanos desarrollasteis la afición de leer cómics gracias a ella.
Sí. Ella leía cómics desde que era niña y luego también dibujaba.
¿Cómo ha influido en tu vida?
Como a cualquiera le influye su madre [risas]. En el aspecto artístico por supuesto, porque le gustaba vernos leer y dibujar cómics, pero nunca lo hizo para que nosotros tuviéramos un futuro ligado a ellos. Era más como una afición que compartíamos toda la familia.
Pero es curioso que salgáis artistas tan distintos hermanos que habéis recibido la misma educación. No sé si eso se debe a que os dieron gran libertad para desarrollaros.
La verdad es que no. La libertad la buscábamos nosotros. Ella era una persona que estaba muy limitada y muchas veces rechazaba lo que estábamos dibujando tanto mis hermanos como yo. Estoy convencido de que si hubiera dibujado a Luba como un personaje masculino, hubiera recibido mejores reacciones por su parte, porque había muchas veces que nos quería obligar a dejar de dibujar e ir a la iglesia a rezar, y ahí chocábamos bastante. Para mí la libertad era conocer a chicas y dibujar, y hubo un momento de mi vida en que mi madre eso no lo entendía.
¿Y cómo lograste evitar que tu madre fuera un obstáculo?
Siendo yo mismo. No había otro camino. Una madre trata de hacerlo lo mejor posible pero hay veces en las que uno no puede renunciar a lo que le mueve, y eso fue lo que yo hice. Me mantuve firme con lo que quería y mi madre tuvo que aceptarlo. Lo que sí he de decir es que, una vez que lo aceptó, jamás me puso un impedimento. A veces somos los hijos los que tenemos que enseñar algo a los padres.
No sé si eres un dibujante con alma de rockero o un rockero con un gran talento para el dibujo…
Crecimos escuchando el rocanrol en la década de 1960 cuando era una novedad. Éramos niños y a nuestra madre le gustaba el rock tanto como los cómics. Así que en casa sonaban los Beatles o los Rolling Stones y Marvel estaba empezando a crecer también. Fue todo en la misma época. De los mejores recuerdos de mi infancia es estar en casa dibujando con la radio encendida, y lo que sonaba en ella nos servía de inspiración para nuestros dibujos.
¿Por qué no montasteis una banda?
Lo hicimos. Lo hicimos. Tocábamos Jaime y yo juntos en una banda porque eso era diferente de los cómics. Yo tocaba la guitarra y él el bajo en una banda de punk rock, pero era solo a nivel local. Tocábamos en fiestas y eventos así pero no pudimos compaginarlo con Love and Rockets, pues estábamos ya inmersos en los cómics. Pero bueno, fue bastante divertido durante un tiempo.
¿Qué similitudes hay entre Love and Rockets y una banda de rock?
El espíritu. Esa actitud de sacar todo adelante como sea y mostrárselo a la gente nos encanta. La esencia punk está en la gran mayoría de nuestras historias. Es nuestra manera de hacer cómics.
¿De dónde viene el nombre de Love and Rockets?
Era un nombre cojonudo. Para mí habla de la emoción, que es el amor, y de la ciencia, que son los cohetes. También puedo darle un giro y referirme al amor como una maravillosa reacción química en la que estás en las nubes, como si estuvieras subido a un cohete.
Hace años entrevisté a David J…
Orrgh…
[Risas]
No sigas…
¿En serio?
Nos robó el nombre.
Pero él siempre dijo de dónde lo había sacado. De hecho, pensaba que la existencia de su banda os había dado reconocimiento.
No, no. Ellos no hacen música para amantes del cómic y la gente que nos lee no es la típica que escucha a un grupo así. Hemos llevado dos caminos totalmente independientes. Pero ellos necesitaban un nombre y no encontraron otro mejor que copiar…
Entendido, entonces hablemos de «The Real, one and only Love and Rockets» [risas]. Lo creáis Mario, Jaime y tú en 1980 y siempre has dicho que, hasta su fundación, nunca te tomaste esto como un trabajo. ¿Qué cambió para dejar de verlo como un hobby y empezar a tomártelo como una profesión?
Nunca lo consideramos como un hobby porque creíamos en ello. Por supuesto ayudó la reacción tan positiva de los lectores. Les encantaban nuestras viñetas y eso nos animaba a seguir dibujándolas porque era lo que realmente queríamos hacer. Pero claro, los cómics no pagaban las facturas, así que teníamos que compaginar Love and Rockets con otros trabajos. Jaime trabajaba en Publicidad y hacía portadas de álbumes para ganarse la vida, y Mario dejó la revista al tercer número porque le era imposible compaginar. Yo no quería optar por esa vía así que me dedicaba a dibujar otros cómics que mandaba a revistas independientes. Tuve la opción de trabajar para Marvel y DC, pero solo quería hacer Love and Rockets.
¿Cómo se rechaza a las dos grandes franquicias?
Bueno, ambas eran necesarias para el mundo del cómic, así que no puedo decir nada malo de ellas. Simplemente no me interesa su trabajo. El problema es que son totalmente ajenos a la escena independiente y tampoco se preocupan por conocer otros formatos. Viven en su propio mundo y eso a la gente le choca. Nunca han apoyado la escena independiente y eso era triste, porque tenían a varios dibujantes contratados con carreras paralelas muy interesantes y no hacían nada por apoyarlas. Recuerdo ver a Frank Miller en un festival independiente al que fue invitado y estaba dando vueltas por la sala, inquieto, porque se le acercaban muchos fans a comentarle que si algo habían aprendido es que no querían trabajar ni para Marvel ni para DC, y eso, para el probablemente mejor dibujante de los años 80 y 90, era algo que le entristecía. Había trabajado para ambas franquicias y las había hecho triunfar de una forma espectacular, y sin embargo, ahí había fans del cómic a los que no les importaba quién era ni lo que representaba, porque eso que representaba les había dado la espalda.
Aunque trabajaste para Marvel en un momento concreto.
Sí, en una serie de Iron Man. Fue una época en la que me resultaba realmente difícil ganarme la vida como dibujante de cómics independiente y tampoco me exigía gran creatividad, puesto que el personaje ya estaba muy definido.
¿En qué momento Marvel y DC perdieron su identidad?
En el momento en que ambas dejaron de contratar a grandes dibujantes e historiadores, como hacían en los 60, para contratar a tipos que hacen viñetas como si fueran hamburguesas. A tipos que parecen prefabricados, que dibujan lo que les ordenan y que no dibujan nada que los haga reconocibles. Encima, odian a los artistas independientes. Odian Love and Rockets. Eso está matando a la industria, pero no a nosotros. Solo dan vueltas en círculos y atienden las demandas populares, porque han adquirido una fama con las películas que se les ha ido de las manos. Han perdido su creatividad porque están más centrados en las películas y en utilizar el CGI.
¿Entonces el punto de inflexión llega cuando las películas comenzaron a tener este éxito?
Bueno, ya con la popularidad que adquirieron los cómics de Batman y Spider-Man a finales de los 80 y principios de los 90 empezó todo a cambiar. Desde que empezaron a hacer veinte cómics de Batman en un mes porque solo les importaba el dinero que podían ganar. Lo que pasa es que esto se ha multiplicado por mil en la industria del cine, pero no es más que un reflejo de lo que es la sociedad americana. Es todo un negocio y solo importa hacer mucho dinero en el menor tiempo posible, y si tienes que quemar un producto para ello, lo haces y listo. Cuando todo caiga, porque caerá, algunos huirán y lo harán con todo el dinero del mundo a cuestas. No ven que así están perjudicando a su propio producto porque les da exactamente igual. Así que llegará un día en que los espectadores los dejarán de lado y su proyecto morirá lentamente, pero para entonces ya se habrán cargado a los verdaderos perjudicados de todo esto: la gente real con negocios reales como las tiendas de cómics que solo tratan de sobrevivir. Así es Hollywood y así ha sido siempre.
Bueno, no hay mucha diferencia entre el negocio del cine y el de la música.
Conocí hace poco a Barry Gifford y me habló de lo duro que es intentar hacer algo en Hollywood. Hablamos de un tipo que lleva activo desde 1970 y cuya novela, Corazón Salvaje, llevó David Lynch al cine. No sé cómo, la conversación derivó en que no hay nada más cruel que el negocio de la música. Hablamos de gente que ha muerto de hambre, gente como Chuck Berry o Little Richard que estuvieron de gira hasta que murieron porque no tenían dinero. Y, sin embargo, ves que sus canciones son reproducidas y que ejercen de influencias para que otros músicos les copien y se lucren por ello. Es repugnante.
Una de vuestras historias más punkis es que enviasteis una copia de Love and Rockets al Comic Journal porque «eran los mayores hijos de puta y, si podíais soportar sus críticas, podríais soportar cualquier cosa».
Así es. No nos importaba si nos rechazaban porque creíamos en lo que hacíamos. Si les gustaba, genial. Si no, pues tendríamos que buscarnos un trabajo. Pero tuvimos suerte.
Bueno, más que tener suerte, le echasteis huevos.
Por supuesto, por supuesto. No teníamos nada que perder porque no teníamos dónde caernos muertos. Si no les gustaba, simplemente seguiríamos donde estábamos. Les encantaron los dibujos de Jaime e incluso le salieron ofertas para trabajar para Marvel, algo que rechazó porque él tenía sus cómics. Le insistieron mucho, le vendían que iba a dibujar las nuevas aventuras de Spider-Man y le aseguraban que nunca se arrepentiría, pero él se mantuvo firme y eso no les gusta. Piensan que es una actitud arrogante.
¿Qué cualidad de tus hermanos te gustaría tener?
No es algo que piense en absoluto. Tengo mis propios cómics y quiero montar mi propio Congreso. Me encanta lo que hace Jaime, pero esas son sus historias y yo tengo suficiente con las mías.
Jaime es el más imaginativo de Los Bros Hernández.
Como dibujante, sí. Su mayor virtud como artista es la forma en que dibuja las historias. Yo soy mejor narrador que él, por ejemplo. Hacemos un gran equipo, porque la forma en que él dibuja su manera de ver el mundo es grandiosa, y escribir una historia que exprese lo que sus dibujos pretenden siempre es un reto.
¿Hay algo que hayas aprendido de él?
Sí, que tengo que intentar dibujar mejor. Simple [risas].
Y Mario fue el que ideó Love and Rockets.
Mario siempre ha tenido unas ideas buenísimas, pero nunca ha tenido la constancia de llevarlas a cabo por completo. De Mario sí que se puede decir que dibujaba cómics por afición, nunca se comportó de manera profesional. Se puede decir que Mario era el más artista de los tres, porque nunca entendió el ser dibujante de otra manera, lo que fue bueno durante el breve periodo de tiempo que de verdad sintió lo que era Love and Rockets. Sin embargo, rápido se cansó y, de hecho, no escribió ninguna historia, solo algunos personajes.
Se fue en el tercer número…
Sí, no pudo seguir el ritmo, porque, como te decía, siempre fue incapaz de terminar algo.
Creo de veras que lo que más te asemeja al espíritu punk es el hecho de ir por la vida sin un plan B. Centrarse en un único modo de actuar y lograr que esa pasión se convierta en tu vida.
De nuevo, insisto, nunca me importó lo que otra gente hiciera. Confiaba en mi personalidad y en mis posibilidades. Entiendo que algunas personas necesiten tener un plan B porque es la forma que conocen de sentirse a salvo, pero nunca me funcionaría y, desde luego, algo como Love and Rockets no hubiera tenido éxito si no hubiéramos puesto todo de nuestra parte. Para nosotros era como una especie de diario en el que plasmábamos todas nuestras inquietudes y donde nos refugiábamos de todo lo demás.
También le decías a tus compañeros de clase que algún día harías el cómic definitivo.
¿Sí? No recuerdo eso…
Eso le dijiste a Gary Groth en 1989. En una entrevista para Comic Journal.
No lo recuerdo, quizá estuviera bromeando. Nunca ha habido un plan. Sé que no es la mejor respuesta que dar en una entrevista, pero es la verdad.
También le dijiste que pensabas dedicarle a Heartbreak Soup veinte años de tu vida.
Bueno, me ayudó a crear el germen de Palomar. Al final comparten el mismo vínculo e incluso mismos personajes, así que de algún modo sí que he cumplido lo que dije.
¿Qué te resulta más complicado: crear un personaje o matarlo?
Matarlo. He matado a muchos, pero por desgracia lo hacía en pos de la narración. A Jaime se le da mejor que a mí matar personajes, pero yo lo veo como un medio para que una historia siga desarrollándose. No es como si muere un pariente o un ser querido, por suerte, pero ha habido veces que al matar a un personaje he sentido una sensación de vacío.
¿Es más importante saber lo que quieres o lo que no quieres para desarrollar una historia?
Diría que saber lo que quiero porque es lo que va a quedar plasmado.
¿Te influye la actualidad que nos rodea a la hora de abordar una historia?
Lo hace de algún modo u otro porque estamos abrumados con todas las terribles noticias que nos llegan de todas partes del mundo. Hay cosas que me parecen horribles y que me sirven de inspiración. Por ejemplo, hicimos hace poco una portada de Love and Rockets [Love and Rockets vol. #14, noviembre 2023; NdR] en la que se ve a un tipo saludando a cámara con una camiseta en la que se lee «FUCK AI», y ahora se ha convertido en una camiseta popular que a la gente le encanta. No queremos ser ajenos en Love and Rockets a todo lo que sucede, lo que pasa es que tenemos que hacer la revista con varios meses de previsión y a veces simplemente o no llegamos a una noticia concreta o cuando podemos incluirla en el siguiente número ya es antigua.
Te has definido siempre como una persona que cada vez se siente más aislada del mundo, y que gracias a ello puedes dibujar tranquilamente.
Efectivamente. Ya no soy ese animal social que iba a todas las fiestas y se bebía todo lo que había. Ahora tengo trabajo que hacer, así que mientras la gente hace todo lo que yo me he cansado de hacer, yo me dedico a dibujar viñetas, escribir historias y publicar libros.
¿No te sientes identificado con ningún artista?
Solo puedo pensar en artistas que sienten lo mismo que yo. Robert Crumb o Art Spiegelman con su serie Maus. No les importa lo que la gente piense y eso es una gran ventaja. Y Jack Kirby, que creó el universo Marvel porque se moría por contar historias de superhéroes. Luego llegó Stan Lee y se llevó todo el mérito, pero para mí el verdadero genio era Kirby, y le respeto mucho por lo que hizo.
Si te comparara con alguien —y vamos a meternos ya a hablar de música—, sería con Neil Young. Has estado en bandas importantes, pero te has dado cuenta de que funcionas mejor actuando solo.
Bueno, prefiero compararme con los Ramones. Querían tocar su música y la de nadie más y además cambiaron la música para siempre. Mucha gente dice que los Ramones eran un grupo muy simple que solo sabía tocar canciones de tres notas, pero su legado es incuestionable. La gente habla de los Beatles o Jimi Hendrix, pero los Ramones fueron el ejemplo perfecto de que el mundo lo cambian los jóvenes, no las viejas generaciones.
Tú que has visto en directo tanto a los Ramones como a los Sex Pistols, ¿qué diferenciaba al punk americano del punk británico?
Básicamente el punk americano siguió la estela del británico. El punk británico bebe del glam rock porque era lo que se llevaba en los 60 allí, pero sin duda fue mucho más importante porque el punk representaba una rebelión. Malcolm McLaren vio en Johnny Rotten una figura ideal para agitar a la sociedad contra el poder establecido. Esa actitud destructiva y ese altavoz para una sociedad que estaba pasándolo mal nos llegó a Estados Unidos y comenzaron a surgir bandas que no estaban conformes con la realidad que les rodeaba. Pero los que cambiaron las reglas fueron los Pistols. Ten en cuenta que era una banda que aprendió a tocar subido a los escenarios, así que cuando los veías en directo no veías a una banda de músicos inalcanzable, sino que pensabas que, si ellos podían hacer eso, tú también podrías. Eso me pasó a mí con los Ramones, veías que era una música fácil de imitar y eso hacía que mucha gente quisiera coger un instrumento y montar su propio grupo.
Pues yo, que toco la batería, te aseguro que las canciones de los Ramones son bastante engañosas y exigentes. Y eso que suelen durar menos de tres minutos.
[Risas] A ver, me refiero a lo que tú sentías cuando los veías. Luego evidentemente Ramones solo hay unos y son inigualables.
El primer concierto al que fuiste en tu vida fue de T.Rex.
¡Ooooh! Eso fue algo mágico. Me cambió la vida. Gracias a que mi hermano me llevó a ese concierto amo tanto el rocanrol.
¿Escuchas bandas actuales?
Me gusta mucho Haim. Cuando me paro a escuchar a esas chicas puedo ver reminiscencias de Michael Jackson y de algunas de las canciones más populares de la historia, y lo hacen con esa elegancia que tiene el folk. No escucho muchas bandas de hoy, pero Haim me gusta especialmente. Creo que tienen canciones brillantes.
No sé cómo lo ves, pero me parece que la industria musical y la industria del cómic llevan vidas y travesías paralelas. Sobre todo en lo que al mainstream se refiere. Lo que comentabas antes de los autores de DC y Marvel sucede con los músicos actuales. Todos se rigen por una serie de normas establecidas y de ahí que todas las canciones hablen de las mismas cosas. Ya no es el músico o el dibujante el que crea su mundo y somos el resto los que tenemos que acceder a él, sino que ahora se hace un estudio sobre qué temas son los que consume la gente y el artista se pone manos a la obra. Es una irradiación endogámica. Así que, claro está, tenemos múltiples hits que suenan exactamente igual.
Es interesante esa reflexión. Has dado en la clave cuando has resaltado que esto pasa en la cultura mainstream, porque en el cómic indie, al igual que en la música y en el cine indie, aún sigue existiendo libertad. Hay cómics feministas hechos por chicas en los que pueden hacer lo que quieran y hablar de lo que quieran, pero si esas mismas chicas hacen un cómic para, por ejemplo, DC, estarán mucho más coartadas porque se trata de un superhéroe que no puede salirse del guion que a tanta gente atrae y tanto dinero genera. En la música pasa igual. Por supuesto que hay canciones comerciales maravillosas, pero todo el talento reside en la producción. Son los ingenieros y productores los grandes artistas, que aprendieron a hacer canciones de tres o cuatro minutos haciendo samples y cogiendo ideas de canciones antiguas. Pero, por suerte, siempre hay versos libres que se salen de la norma, como Alana Haim. No solo como música, sino también como actriz. Recuerdo verla en Licorice Pizza y presenciar una de las mejores actuaciones que he visto jamás. Y hablamos de una chica que no pasaba de la treintena. Es por gente como ella por la que aún mantengo la esperanza en las nuevas generaciones. Solo necesitan atención y libertad para desarrollarse.
Bueno, tú por suerte eres tu propio productor, ingeniero y todos los roles que conforman la cadena artística.
Pues sí. Por suerte para nosotros siempre hemos tenido a los lectores en último lugar. Nunca he cambiado una historia porque un lector o un fan me haya sugerido esto o lo otro. Es lo bueno de la autoedición, que no tienes que dar explicaciones a nadie por lo que haces. Nos gusta ver las reacciones de los lectores una vez acabado el trabajo porque nos dan ideas para la siguiente historia, pero no nos afecta en el proceso de creación y eso es fundamental para que podamos seguir haciendo lo que hacemos.
«The Replacements es la mejor banda que ha existido desde The Clash», has afirmado.
Sí. Lo que hicieron fue coger toda la esencia punk y volver a ponerla de moda. Pero además, lo hicieron con mucho más talento porque Paul Westerberg es un genio. Compuso canciones lentas, como «Here Comes a Regular», que son una auténtica maravilla. Y, te voy a hacer una confesión: ¿sabes quién es para mí la mejor artista que ha habido desde The Replacements? ¿La que hizo lo mismo que Westerberg?
Soy todo oídos…
Pink. Es una de las mayores referencias que cogemos para algunos personajes de Love and Rockets, porque ella ha tenido siempre que gestionar la arrogancia y el carácter arrollador que tiene en favor de su carrera. Es una artista infravaloradísima en el rocanrol por el mero hecho de ser mujer. No sé si fue idea de sus representantes o de sus productores hacerla una estrella pop, porque eso la hizo parecer mucho menos inteligente de lo que en realidad es, lo que es una concepción muy machista, porque su actitud nunca ha tenido que envidiar nada a las estrellas de rock masculinas más importantes de la historia. Pero así es el público americano, por eso no es de extrañar que muchas de sus mejores canciones nunca hayan sido lanzadas en EE. UU., solo en Europa y Japón. En EE. UU. nos gusta mucho etiquetar a los artistas y por eso no quiere escuchar a una Pink que hace canciones punk y rock. Es una lástima, pero es así.
Bueno, alguna vez tú también lo has hecho. Dijiste que dejaste de escuchar a Black Flag cuando decidieron cambiar de estilo.
Pero porque hay músicos que son incapaces de hacer otros géneros. A mí Black Flag me encanta, en su esencia, pero no es una banda que pueda hacer discos muy distintos. Admiro que los músicos quieran salirse de su zona de confort y no hacer siempre el mismo álbum, pero creo que primero deberían conocer sus propias limitaciones. Nosotros mismos intentamos cambiar en nuestros cómics y mucha gente nos dijo que no les gustaba, que solo les gustaban los cómics que hicimos en nuestros inicios. Y está bien, su opinión es respetable.
«No entiendo esa manía del punk y del rock de odiar a los padres». Menuda frase, la tuya.
Es cierto, adoro el punk pero nunca entendí esa manía de exagerar los clichés. Eso de odiar a tus padres o a tu hermano mayor, etc. Eso era algo que hicieron los Stooges y que el punk copiaba. Un mantra con el que los fans se identificaban y que se convirtió en parte de la cultura, pero que no es más que un absurdo cliché.
Iggy Pop, qué decimos de él.
El mejor concierto de un artista masculino que vi en mi vida.
Mira, ya tenemos algo en común.
Solo lo he visto una vez y fue suficiente. Absolutamente brillante.
En fin, para acabar de algún modo —porque nos podemos tirar seis horas hablando de música—, si tuvieras que describir tu trayectoria con una canción, ¿cuál sería?
Ufff, ¿solo puedo elegir una?
Venga, dos. Tres, como mucho.
(Piensa) Amo la música, así que esta pregunta es difícil de responder.
…
Veamos, «Wouldn´t It Be Nice» de The Beach Boys; «Whataya Want From Me» de Pink y «I’m Eighteen» de Alice Cooper. Bueno, de Alice Cooper todas sus canciones lentas, permíteme tomarme esta licencia [risas].