Macbeth es harto conocido en la cultura contemporánea. A decir verdad, puede ser una de las obras más representadas de todos los tiempos. Ha conquistado la creatividad de muchos otros autores y su forma de tratar el tiempo, el espacio, y los temas dramáticos como la culpa, la vergüenza y el arrepentimiento han sentado cátedra dentro de la industria literaria. Pero no todo el mundo conoce qué pintores se vieron influenciados por el bardo, William Shakespeare, y quiénes dejaron su impronta en la historia, para que fuera contemplada y admirada por el amante del arte y de la literatura.
Mactbeth y la pintura
La línea temporal del contexto histórico es sencilla y muy poco laberíntica. William Shakespeare concluye la obra en 1606, apenas diez años antes de su muerte. Según palabras de Manuel Ángel Conejero, esta obra podría estar supeditada a una aún mayor, pues ha llegado a nuestros días un First Folio que bien podría representar un resumen de un Macbeth más extenso.
Pero la línea argumental de la obra es diferente, por ello, encadenaremos las obras de ocho famosos pintores para explicar, pormenorizadamente, y en orden, el simbolismo existente en la obra de William Shakespeare y el significado de Macbeth para los artistas influenciados por ella.
Las tres brujas, Henry Fuseli, 1783
Tras una larga batalla, Banquo y Macbeth, nobles de Escocia, vuelven al hogar henchidos de gloria. En el camino, unas extrañas brujas, comandadas por Hécate, aparecen ante ellos y se les ofrece la visión del futuro, coronando a Macbeth como rey del país. Estas brujas, que podríamos reconocer como Nornas, pero no confundir con las Moiras —estas últimas encargadas de cortar el hilo de la vida y las primeras oráculos del pasado, el presente y el futuro— representarán un papel fundamental dentro de la obra de Shakespeare, incitando a Macbeth al caos y marcando el hilo narrativo de la historia.
Tres brujas de Macbeth, Alexandre Colin, 1827
No es el único autor que, influido por el episódico aparecer de las brujas, se siente en la obligación de representar su mezquindad en el lienzo, que será premonición de lo que ocurrirá. Macbeth comunica a su mujer el veredicto de las brujas, y ella recibe su carta con pleitesía y agrado, pues una nueva etapa está a punto de comenzar.
Lástima (Pity), William Blake, 1795
En este cuadro, Lástima, William Blake nos acerca la visión de una estrofa en la que se hace referencia a la muerte del rey y a los anhelos que ello pueden significar. El pintor, haciendo una interpretación literal de los versos de Shakespeare, nos traslada hasta ese momento para ofrecernos su visión de los acontecimientos; muy relacionado con este hecho puede estar la ausencia de retoños en la pareja protagonista de la obra, lady y lord Macbeth.
And pity, like a naked new-born babe, Striding the blast, or heaven’s cherubin, hors’d Upon the sightless couriers of the air, Shall blow the horrid deed in every eye.
(Y la lástima, como un recién nacido desnudo, a zancadas de la explosión, o el querubín del cielo, montado sobre los ciegos correos del aire, hará estallar el horrible hecho en cada ojo).
Lady Macbeth, John Singer Sargent, 1889
Fundamental obra de John Singer Sargent que, con su maestría al pincel, nos ofrece la visión de lady Macbeth, auspiciada por la maldita ambición, imaginándose reina de Escocia, habiendo asesinado al predecesor de su marido, Duncan. Su codicia conducirá a Macbeth al terrible acto y su deseo será el desencadenante de una tragedia.
Lady Macbeth, George Cattermole, 1830
Llegado el momento de cumplir con el cometido final, lady Macbeth, molesta por la cobardía de su marido, decide actuar y asesinar a sangre fría, mientras duerme, al rey Duncan; pero, embebida por el parecido del rey a su padre, o apoderándose también de ella la lástima, decide salir de la habitación y encomendar a su marido el crimen: «Tensa las cuerdas de tu valor hasta su límite, y no fallaremos».
Lady Macbeth con los puñales, Henry Fuseli, 1812
Fuseli, amante confieso de Shakespeare y creador de las obras de arte románticas más fieles a la realidad, nos ofrece aquí el siguiente episodio que representa a Macbeth saliendo del cuarto de Duncan cubierto de la ya característica sangre que lo acompañará durante todo el drama. Este momento es especialmente importante, ya que lady Macbeth ha conseguido lo que deseaba y, al ser esta obra un drama de contraste y caos, la ambición que poseía desaparece tras la muerte del rey, y la indiferencia de Macbeth se convierte en codicia y deseo.
La aparición del espectro de Banquo en el banquete de Macbeth, Gustave Doré, 1855
Espectacular debe de ser un momento si, en la misma generación, y en el mismo año, dicho instante ha dejado una huella tan imborrable en dos artistas que ambos deciden rescatar y retratar un episodio tan fundamental como la aparición de Banquo en el banquete de Macbeth. De esta forma, tanto Doré, conocido por sus divinas ilustraciones, tanto en la obra de Dante como en El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, como Chassiorio, pintan a Banquo sentado a la mesa, llenando a Macbeth de las lamentaciones que acabarán por provocar su caída y la de su mujer.
Macbeth viendo el espectro de Banquo, Theodore Chassiorio, 1855
Este es, sin lugar a dudas, uno de los cuadros más importantes de este artículo. Tal y como acota el bardo inglés, tan solo Macbeth, carcomido por la culpa de haber guiado a su mejor amigo hacia la muerte, es capaz de ver cómo Banquo, con desidia y la calma que caracteriza a los espectros, se sienta en su lugar, sin que nadie más le preste atención, dando a entender la locura de Macbeth y su arrepentimiento.
Chassiorio consigue, al igual que Doré, retratar este momento, y si nos fijamos en la escena, ninguno de los comensales repara en el Banquo, ya que mantienen una actitud normal, mientras que Macbeth gira su cabeza sorprendido por la aparición de su amigo.
Macbeth consulta la visión de la armada, Henry Fuseli, 1793
Fuseli vuelve a impresionarnos con otro de sus magníficos cuadros, que simbolizan el momento de revelación de las profecías de las brujas en un segundo encuentro en el que Macbeth, desconfiando de su entorno, decide acudir en busca de su consejo. En sus visiones, varios episodios son narrados y, aunque fuera de toda lógica, sirven a Macbeth para comprender que no ha de temer traición alguna, pues su corona se ceñirá a su cabeza durante un largo reinado.
Macbeth y las brujas, Eugene Delacroix, 1825
Pero como se habrá ya adivinado, la tragedia no termina como a Macbeth le hubiera gustado y las profecías acaban por cumplirse, alimentando el desdén de Macbeth y sabiendo que las brujas habían jugado sucio con sus interpretaciones. Reservo al lector el placer de ir descubriendo cómo se cumplen estos malos presagios y cómo Macbeth acaba no solo perdiendo el trono de Escocia, sino también su propia cabeza. Es el famoso pintor romántico, Eugene Delacroix, el que consigue representar este mítico momento que golpeará a Macbeth con toda su rotundidad.
Lady Macbeth sonámbula, Eugene Delacroix , 1849
Ya se ha comprobado que Delacroix era otro amante de Macbeth, y de esta manera retrata uno de los instantes más escalofriantes de toda la obra, el comienzo de la enfermedad de lady Macbeth. Una enfermera y el doctor son testigos de este episodio, que narra cómo lady Macbeth, desvelada y, a la vez, sonámbula, pierde el juicio y comienza a recorrer el castillo con una antorcha mientras confiesa los crímenes cometidos en favor de su marido. Ya no hay duda para los nobles de palacio, aunque Macbeth haya intentado ocultar la traición, es necesaria una revolución.
Lady Macbeth sonámbula, Henry Fuseli, 1784
Llegamos al final del análisis para conocer la obra magna de Fuseli. El pintor especula con la locura de lady Macbeth que, con los ojos abiertos, mira al ensordecedor futuro, temerosa del angustiante pasado y arrepentido del terrible presente. Su agresividad es patente en el pánico que expresan los personajes en segundo plano, que consiguen trasmitir al observador una amalgama de sentimientos incómodos. Fuseli plantea así el comienzo del fin de lady Macbeth, arrepentida por sus crímenes, y que la conducirán al final de su vida.
Miles son las obras de arte que se han creado en torno a la figura de Shakespeare, cuya influencia aún remane en cuadros, películas, canciones y libros. Pero eso es parte ya de un artículo que será escrito en el futuro. ¿Sabrán las brujas cuál será la temática de dicho artículo, o habrá de resolver el enigma el avispado lector? Solo el mañana tiene la respuesta y, como diría Shakespeare:
Mañana, y mañana, y mañana se arrastra con paso mezquino día tras día hasta la sílaba final del tiempo escrito, y la luz de todo nuestro ayer guio a los bobos hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate, apágate breve llama! La vida es una sombra que camina, un pobre actor que en escena se arrebata y contonea y nunca más se le oye. Es un cuento que cuenta un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada.
Daniel, muy buen análisis y disfruté mucho de su lectura. Espero poder seguir leyendo más artículos tuyos.
Un abrazo.