Cine y TV

La Psicosis de Gus Van Sant o qué podemos aprender de un remake plano a plano

Psicosis de Gus Van Sant

En la época en la que los remakes de grandes sagas se suceden uno tras otro en la cartelera, podemos pensar que estas entregas son la revisión de símbolos de otras épocas, adaptados a nuestros valores actuales. Y así es en algunas ocasiones, pero en la mayoría son simplemente la misma historia, contada de la misma manera, pero con nuevos trajes, cambios de género en algunos personajes o una mayor integración racial. Pero hay un remake excepcional en el mundo, básicamente por ser el más fiel que se conoce: Psicosis, de Gus Van Sant (1998), un remake plano a plano de la emblemática Psicosis de Alfred Hitchcock, (1960).

La mayoría de los remakes parten de una misma historia o incluso de un mismo guion, para luego realizar una película un poco distinta a la original. Van Sant, sin embargo, no parece interesado en seguir este procedimiento, sino que quiere hacer la misma Psicosis que Hitchcock pero, ¿por qué? No existe ningún caso comparable en el cine moderno. Es excepcional que se parta de la misma planificación que la de la película original. Sí que sucede algo parecido en otra ocasión: en la versión americana de Funny Games (2007), que emplea en este caso también unos planos muy cercanos a la original austriaca (1997). Sin embargo, aquí el director es en ambos casos Michael Haneke

El remake rodado por Van Sant a mediados de los noventa repite con tremenda exactitud las imágenes de la versión de 1960. Es decir, rueda y monta los mismos planos de Hitchcock (casi siempre). ¿Qué llevó a Van Sant a hacer un remake de una película inigualable?

Gus Van Sant no era un desconocido en 1998. Ya había estrenado, y con éxito, El indomable Will Hunting, Todo por un sueño y Mi Idaho Privado. De hecho, es probable que no hubiera podido rodar el remake si no fuera por esos éxitos precedentes. El proyecto tenía sus grandes inconvenientes: por un lado, los cinéfilos de ninguna manera iban a aceptar un sucedáneo de la inigualable Psicosis y, por otra parte, el gusto del gran público, a quien justamente, lo significativa que fuera en términos de historia del cine la Psicosis de 1960 apenas importaba nada. Quizás apelando a estos últimos, consideraron que una película que fue todo un éxito entonces, podía serlo ahora de nuevo, con un lavado de cara: actores conocidos en los 90 y a color. Es decir, un remake al que estamos acostumbrados. Pero la Psicosis de Van Sant es mucho más ambiciosa que todo eso: él no quiere reinterpretar Psicosis, sino que quiere volver a hacer la Psicosis de Hitchcock

Al comparar las Psicosis de Hitchcock y Van Sant vemos que son dos películas son prácticamente iguales. Este hecho hace más interesantes las diferencias. 

Las diferencias menores 

Van Sant ambienta su película en 1998, el año del estreno. La película de Hitchcock, de 1960, aunque no indica el año explícitamente, tiene una ambientación contemporánea de entonces. Esta primera diferencia podría considerarse a su vez una similitud, porque las dos películas son de ambientación contemporánea. Por otra parte, la diferencia de año tiene poca importancia porque salvo algunas modificaciones como que el hotel tiene televisión en la más reciente de las dos, apenas afecta a la trama. Si comparamos con las dos versiones de Funny Games, separadas tan solo por diez años, los añadidos de la versión de 2007 son mucho más notorios: aparecen los móviles de los protagonistas, que jugarán un papel crucial en la trama. En la versión original existía un teléfono fijo. Esta innovación tecnológica hizo a Haneke tener que readaptar el guion para que hubiera cabida para los móviles.

(Probablemente) así lo hubiera hecho Hitchcock

Gran parte de las decisiones que toma Van Sant son lo que Hitchcock hubiera querido hacer, pero no pudo debido a los medios técnicos y económicos. Muchas de las limitaciones por las que se vio afectado el director británico son conocidas porque habló de ellas en los medios. Por ejemplo, él hubiera realizado la película a color, pero al contar con un presupuesto limitado tuvo que sacrificar muchas decisiones creativas a fin de mantener otras: la repentina muerte de la protagonista, algo nada clásico, se antepuso a toda costa. Rodar en blanco y negro era bastante más barato así que optó por este formato, que ya empezaba a estar en desuso. Por eso Van Sant la filma a color en 1998.

Parece bastante obvio que el director estadounidense se documentó mucho sobre Hitchcock y todo lo relacionado con Psicosis, y que según esa documentación haya tomado decisiones que difieren a la planificación de la película de 1960. Sin embargo, todas se basan en una valoración que hace el propio Van Sant. Por ejemplo, otro gran segmento de las decisiones tomadas en el remake están relacionadas con la representación del deseo sexual. Aunque en Estados Unidos nunca existió una censura como tal (lo más parecido fue el código Hays), todavía en 1960 se daban unos férreos límites sobre lo representable y lo no representable. Hitchcock solo puede mostrar el deseo sexual y el voyeurismo de Norman Bates de manera sutil. Van Sant cree que por eso Hitchcock no explicita algunas cosas. Y es posible que fuera así. El propio director británico va paulatinamente prescindiendo de las sutilezas para abrazar cada vez más lo explícito. Así, en Frenesí (1972) muestra la violación y los cuerpos desnudos de las asesinadas como nunca antes lo había hecho. 

Todo parece indicar que Van Sant se ha basado en la mente de Alfred Hitchcock para introducir algún chiste de carácter sexual, tal y como a él le hubiera gustado. De mucho más complicada justificación es la aparición de una masturbación de Bates en la versión de 1998. Este gesto del personaje es radical incluso para el remake. Esta modificación supone un gran choque, porque de la sutileza de la película de Hitchcock pasamos a una acentuación en la de Van Sant. El resultado es desagradable, lo que hace pensar que quizás, aunque hubiera podido, quizás Hitchcock tampoco lo habría hecho. Pero eso nunca lo sabremos.

Los actores

Un cambio inevitable era el de los intérpretes. Van Sant cuenta para su película con actores conocidos, tal y como lo eran Janet Leigh y Anthony Perkins en su época. La gran mayoría del casting guarda una relación bastante obvia con el que los encarnó por primera vez. Todos menos uno cuya diferencia es considerable, y es la de Vince Vaughn interpretando a Norman Bates.

Aunque esto probablemente se trate de una apreciación personal, da la sensación de que el Bates de 1960 y el de 1998 son muy distintos. Ambos son perturbadores, pero a su manera. Toda la Psicosis de 1960 trata de un asesino que tiene trastorno de la personalidad. Cuando revisamos la película de Hitchcock después de la primera vez (conociendo el desenlace), nos damos cuenta de que hay claramente una indicación por parte del director a Anthony Perkins de remarcar que la personalidad de la madre es siempre la dominante, incluso cuando Norman Bates es Norman Bates de cara a los demás. Esta es la seña de identidad del personaje, que incluso se convirtió en la del propio Perkins. Sin embargo, la sensación que da cuando lo interpreta Vince Vaughn es muy diferente. Puede que simplemente se deba al aspecto físico tan dispar en ambos actores. Lo cierto es que cuando Bates es interpretado por Vaughn emana una violencia física que no se da cuando lo interpreta Perkins. De hecho, puede ser que la confianza que la señorita Crane tiene en Bates (y por la que acepta ir a cenar con él y su madre) se basa en esa apariencia no violenta. Sin embargo, no se alcanza a lograr esto con la interpretación de Vince Vaughn. Este, probablemente más alto y con un peso mayor, además con unos rasgos muy diferentes, es imponente y hace menos natural esa confianza por la que la señorita Crane acepta quedarse a solas con él. Muy probablemente Perkins fue seleccionado para este papel por sus cualidades físicas y de interpretación, que ya eran afines al personaje de Bates, tal y como Hitchcock lo había imaginado, mientras que Vaughn tuvo que adaptar su interpretación a una precedente. Así, el actor de los 90 tuvo que hacer una doble encarnación: interpretar a Bates tal y como Perkins lo hizo. Esto, unido a su proyección exterior tan diferente, da lugar a un Bates diferente. Probablemente sea imposible conocer si lo que en realidad quería Van Sant era reinterpretar a Bates para adaptarlo a su propia visión, o si es el resultado de la dificultad doble de Vaughn, quien en lugar de aportar su propia presencia tuvo que adoptar la de otro actor, pero lo cierto es que la sensación de ambos asesinos es muy distinta. 

La modificación más propia de Gus Van Sant 

Es, obviamente, la que más salta cuando se ve el remake: los planos subjetivos de los asesinados durante su muerte.

Psicosis de Gus Van Sant

Es llamativa esta decisión del director estadounidense. Como ya se ha mencionado antes, la excepcionalidad de este remake se encuentra en su fidelidad a la película original, en la que respeta la gran mayoría de la planificación y montaje. Sin embargo, Van Sant rompe las normas que él mismo se impone introduciendo unos planos subjetivos de los asesinados durante su muerte. Estos no tienen ninguna explicación causal: no son los que los muertos ven. Parecen ser las últimas imágenes que pasan por su mente, o quizás por la de Bates. Así, tienen más similitud con el flujo de la conciencia postmoderna, como los pensamientos de Virginia Wolf durante su suicidio en la novela Las horas (Michael Cunningham, 1998). También podría argumentarse que no son sus pensamientos, que no son de ningún personaje en concreto, sino que pertenecen a la película.

Una de las razones por las que Van Sant ha insertado estos planos subjetivos de la muerte puede ser hacer explícito el remake. En algunas declaraciones del director estadounidense sobre la película, él siempre habla de ella como de una película diferente. Por ello, quizás decidiera introducir el cambio más importante en las escenas más emblemáticas del cine y de las más estudiadas. Incluso hay documentales que revisan únicamente la escena de la ducha (y pasa casi lo mismo con el asesinato de Arbogast).

El propio Hitchcock consideraba su Psicosis una película especialmente elocuente en términos cinematográficos. Aunque en más de una ocasión citó La sombra de la duda como su película favorita, en El cine según Hitchcock (Truffaut, 1966) se muestra especialmente orgulloso de la película de 1960. Lo que le hace considerarla remarcable respecto a otras películas suyas es que cree que Psicosis es la que mejor domina el lenguaje cinematográfico. La escena de la ducha, en la que claramente se ve la influencia del montaje de atracciones de Eisenstein es un ejemplo, pero no solo, de cómo se cuenta lo que ocurre mediante los medios propios y únicos del cine. Eso es lo que dice Hitchcock y probablemente esta es también la razón por la que Psicosis es una de las películas más emblemáticas del séptimo arte. 

Posiblemente esto fuera lo que despertó en Gus Van Sant el deseo de hacer un remake respetando tanto la planificación y el montaje de Hitchcock. De hecho, la película de 1998 indudablemente consigue que comprendamos mejor la relevancia de la de 1960. Si Van Sant quería demostrar que siguiendo (casi) a rajatabla las decisiones de Hitchcock iba a conseguir una película tan buena como esa, no se puede decir que el director estadounidense haya conseguido su objetivo. Pero Van Sant sí que consigue pruebas cinematográficas de aquello de lo que Hitchcock hablaba en su entrevista con Truffaut. En todo caso Van Sant consigue demostrar que Hitchcock era un genio y por tanto incomparable.

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3 Comentarios

  1. Cristina Onteniente

    Muy buen artículo comparativo. Psicosis de Hitchcock es una obra maestra atemporal de terror psicológico y del suspense. La versión de Gus Van Sant la veo como un homenaje respetuoso pero que no logra alcanzar la chispa creativa del maestro.

  2. Joaquín Medina Ruiz

    Muy bien análisis, tanto del «Psicosis» original, como del homenaje/remake de Vant Sant. Hay en ésta última un regusto morboso, un recrearse en la perversidad de una historia, que las imágenes acentúan. Van Santi tiene que regresar al mismo lugar, que no es otro que la propia película de Hitchcock, elevada a fetiche. El artículo nos hace disfrutar del fetichismo cinematográfico.

  3. Joaquín Medina Ruiz

    Muy bien análisis, tanto de la «Psicosis» original, como del homenaje/remake de Van Sant. Hay en esta última un regusto morboso en la perversidad de la historia que consiguen las imágenes de Hitchcock, elevada por Van Santi a fetiche. Ese fetichismo cinematográfico que tanto nos hace disfrutar. Gracias por el artículo.

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