Política y Economía

Irlanda del Norte bajo el pasamontañas

Irlanda del Norte bajo el pasamontañas
El rifle de un soldado británico en Belfast, 1972. La pegatina dice «Come Alive With Jesus» («Despierta con Jesus»). Fotografía: Alex Bowie/Getty.

Si aceptamos que el tiempo todo lo cura, hay lugares donde esta máxima se pone a prueba a ojos vista y, aún más, en lo que no se ve de buenas a primeras. Uno de estos lugares es Irlanda del Norte, el mal llamado y poco preciso Úlster, donde los seis condados de la discordia, pertenecientes al Reino Unido de Gran Bretaña, trazan su frontera con la República de Irlanda.

A la vista, en Irlanda del Norte aún se perciben los rescoldos del sangriento conflicto que enfrentó a católicos republicanos y unionistas protestantes. Cualquiera, sea local o foráneo, puede advertirlo hoy (profusos murales, banderas y emblemas, muros urbanos, alambradas de espinos, rejas divisorias entre calles y barrios de Belfast o Derry, paseos irredentistas según qué zona y qué comunidad). Pero casi interesa más penetrar en lo que no se ve de buenas a primeras. Quiere decirse la sociología del lugar, su hábitat presente pero invisible. Quiere decirse, en fin, todo lo que queda de rencor o, si se quiere, lo que hoy se percibe como necesidad de perdón, de pasar página y apelar a la rentabilidad del olvido.

Las nuevas generaciones, las tribus del posconflicto, se mueven en este espacio intermedio. Es un espacio mental, pero también físico. En el centro de Belfast, junto a la animosa zona de la catedral de Santa Ana (Cathedral Quarter), convive mayormente la población mixta que ha decidido mezclarse en sus rutinas. Es aquí donde hoy se han elaborado nuevos murales, solo artísticos y no solo políticos, pero que buscan también su guiño propio, al margen de la ruta turística de los otros murales, los dedicados a exaltar al IRA y al unionismo paramilitar.

El tiempo, decimos. A menudo el tiempo pasa como desfilando, como dejándose sentir con cierto desdén a su paso marcial (igual que las marchas de la Orden de Orange de la comunidad protestante, tan odiadas por los católicos). De modo que, desde el año pasado, el tiempo desfila por Irlanda del Norte dejándose notar, entre un aniversario y otro. Se cumplieron en 2022 los cincuenta años del Bloody Sunday (30 de enero de 1972), aquella masacre de católicos en lucha por sus derechos civiles por parte de paracaidistas del ejército británico (sin olvido de la anterior masacre de Ballymurphy). Se cumplen ahora también casi treinta años del gran atentado del IRA en el bastión protestante de Shankill Road (la sangrienta respuesta unionista daría paso, por primera vez, a un movimiento popular contra el hartazgo de la violencia). Pero, sobre todo, se cumple este 2023 el medio siglo donde todo cambió o, al menos, casi todo empezó a cambiar. Han pasado ya veinticinco años de la firma del acuerdo de paz del 10 de abril de 1998 en la Asamblea de Stormont entre católicos y protestantes. Se le conoce, por parte de los primeros, como el Acuerdo de Viernes Santo y, por los segundos, como el Acuerdo de Belfast. La discordia pervive en los matices.

Belfast ha cambiado mucho. Pero regresar a los años oscuros está al alcance de cualquiera. Basta con dar un paseo. En la ciudad de Derry (Londonderry para los unionistas), el río Foyle discurre separando, aunque quizá no tanto ya como ayer, ciertas costumbres y hábitos religiosos. En la zona irredenta de Bogside, los murales y tributos al IRA Provisional siguen expuestos como espacio museístico. Pero, en la parte probritánica de Londonderry, aún flamean emblemas y oriflamas unionistas, algunos incluso alusivos a los paracaidistas británicos que causaron la matanza (catorce muertos) en el Bloody Sunday (en 2010, el primer ministro británico, David Cameron, admitió tras años de ocultamiento que lo ocurrido fue injustificable y que quedó probado que las víctimas murieron por disparos por la espalda).

Tras la masacre, el IRA, recién fundado, vio cómo aumentó el ingreso de voluntarios para la causa católica y republicana. Hubo quien se alistó creyendo que lo que hacía como si prestara juramento en la Resistencia francesa para luchar contra los nazis. La música de funeral por el Bloody Sunday no sonó con acordes de órgano de iglesia católica. Fue U2 quien compuso su oración de pop rock en uno de sus clásicos temas, tras el que vendría, años después, el «Zombie», de The Cranberries. Esto es, si se quiere, parte de la memoria mainstream que nos ha dejado el conflicto en Irlanda del Norte como cultura popular.

Meses después, en julio de 1972, estalló el Viernes Sangriento por todo Belfast (centros comerciales, terminales de autobuses). Cada veinte minutos estalló una bomba por parte del IRA. Por televisión podía verse cómo eran recogidos los cadáveres desmembrados. El baño de sangre de este otro día infausto activó definitivamente a los unionistas mayoritarios para crear sus milicias, como justicieros, en defensa de su comunidad anglicana y probritánica. Exparamilitares de antaño recuerdan que tomaban las armas jurando por el Úlster, con una Biblia en una mano y con una pistola en la otra. Ser lealista era ser blanco, anglosajón protestante y más británico que nadie. Preñó un sentimiento de xenofobia creciente. Más de uno confiesa que creyó que era verdad que los católicos olían mal.

A finales de los sesenta, poco antes de la espiral que trajo el Bloody Sunday, los niños habrían de recordar las algaradas provocadas por parte de los católicos, discriminados política y socialmente. Los protestantes, cada vez más acosados en lo que no dejaba de ser una provincia británica (muchos de ellos, como en Londonderry, eran unionistas de clase obrera), reaccionaron quemando viviendas y expulsando a sus vecinos republicanos. Es en este contexto, el de la niñez de fines de los sesenta, donde Kenneth Branagh, de familia protestante, sitúa su película Belfast, su ciudad natal, a la que rinde tributo. El conflicto (conocido por el célebre anglicismo de The Troubles) se insinúa solo en parte en la película (los protestantes acosan a los católicos, pero el IRA ni se cita). Hay quienes le reprochan a Branagh que Belfast, guion aparte, es solo el postalario de una ciudad redimida por la infancia, idealizada y dulzona, donde el blanco y negro, eso sí, causa una emulsión fotogénica bastante atractiva. El resto se edulcora con la inevitable y prodigiosa voz de Van Morrison, norirlandés, y con «Danny Boy», canción tradicional irlandesa. Para películas con el IRA de fondo, muchos prefieren Juego de lágrimas, de Neil Jordan, o En el nombre del padre, de Jim Sheridan.

Cuesta hablar de estética sobre el fardo de muertos que dejó el conflicto (3488 víctimas entre civiles, soldados, policías y terroristas de ambos bandos). Los citados murales, expuestos a todo color, muestran la apología de la lucha armada por parte del IRA y de los paramilitares unionistas (a partir de 1992, los asesinatos de estos últimos se perpetraron en mayor número que el de los terroristas republicanos). Son como viñetas XXL, una especie de storyboard donde los murales, profusos en colorido e imágenes, reflejan su persuasivo significado, pero absolutamente sesgado.

Los unionistas siempre recubrieron sus murales con apelaciones a la raza que defenderán hasta la última gota de sangre británica («Antes morir que vivir arrodillados en una Irlanda unida»). De la parte católica, los más famosos apelan al sacrificio de Bobby Sands (el primer miembro del IRA muerto en huelga de hambre en 1981 en la siniestra cárcel de Maze). Otro famoso mural evoca la escena, reproducida en tantos documentales, donde un hombre calvo enseña un trapo blanco, mientras abre camino, frente a soldados del ejército británico, a quienes portan el cuerpo casi sin vida de un herido en el Bloody Sunday. Un último mural ha pervivido también en los últimos años en las calles más fraternales de Belfast. Signos del nuevo tiempo. Es el mural No More, donde un niño de familia protestante, vinculada al unionismo paramilitar, da la mano a una niña ligada a su familia católica, vinculada al Sinn Féin, el histórico brazo político del IRA.

Cada cual, apelando a su memoria gráfica, puede hacer su propio recuento. Pero tal vez —y se habla aquí en particular— nos han llegado más imágenes de entierros y duelos por católicos caídos en combate, asesinados por atentados unionistas o por disparos del ejército en manifestaciones y algaradas. Comitivas fúnebres, encabezadas por gaiteros irlandeses, que se abren paso bajo el plomizo cielo con un ataúd sobre los hombros. Muchos de los féretros solían llevar una boina negra encima. La caja de madera iba recubierta por la bandera tricolor de Irlanda (el verde celta, el paradójico naranja de los anglosajones protestantes de Irlanda, y el blanco, que remite a la comunión entre ambos). Miembros del IRA se dejaban ver en los cortejos fúnebres, con sus parcas militares, sus pasamontañas, sus rifles, con los que descargaban truculentas salvas de honor.

Por su parte, a los terroristas unionistas, cubiertos también por sus macabros pasamontañas, los asociamos indeleblemente desde la distancia con un fondo decorativo de banderas del Reino Unido, donde no faltan retratos de la reina Isabel II, exaltaciones al ejército británico y emblemas con la mano roja del Úlster (la cual lleva una corona superpuesta a una estrella de seis puntas). Cayó un gran número de paramilitares unionistas, igual que de civiles protestantes, muchísimos de ellos inocentes. Cuando era asesinado un militar o un policía de la Gendarmería Real del Úlster, lo habitual era que en la comitiva hubiera policías y soldados con uniforme, aunque casi siempre también era el mismo cielo gris y encabronado el que acompañaba a los deudos, igual que en los entierros de católicos. Cielos grises, viento desabrido, el odio convertido en pompa fúnebre.

Irlanda del Norte bajo el pasamontañas
Belfast, 1971. Fotografía: Alain Dejean / Getty.

Dijimos antes que el tiempo pasa como desfilando a buen paso. Veinticinco años después del acuerdo de paz en Stormont, uno podría preguntarse: ¿y por qué mató el IRA? Hipotéticamente, lo hizo para defender a la comunidad católica de Irlanda del Norte y, de paso, para alimentar la idea irredenta de una posible unión definitiva con el resto de la República de Irlanda. El libro de Rogelio Alonso, Matar por Irlanda, se hace la pregunta de marras. ¿Y por qué? Hay motivos para concluir que el IRA Provisional no pretendía como único fin el bien comunitario y existencial de los suyos. La naturaleza de la opresión fue dando paso a otros instintos. Hay terroristas que en el libro se reafirman en que solo querían atacar y derribar al Estado británico. Otros muestran sin tapujos su atracción por la violencia en lo que debieron ser vidas ayunas de incentivo alguno hasta que empuñaron las armas, dispararon a soldados y civiles y colocaron bombas en pubs, oficinas y centros comerciales. Por eso, algunos exterroristas confiesan en este libro que mataron porque era como esnifar cocaína. Matar colocaba, hacerlo tanto en Belfast como, después, en el mismísimo Londres. El peligro era el incentivo, la atracción.

La localidad de Armagh, en el condado homónimo (frontera entre la provincia británica y la República de Irlanda), se conoció en tiempos como Murder Line (‘la milla asesina’). Hubo ochenta y seis muertos en sus bucólicos predios (en estas tierras, el verde de su countryside es como un color de estado). Los miembros del IRA se movían a su antojo por la zona, toda ella sinuosa y rural. El ejército británico solo podía patrullar Armagh desde los helicópteros. Igual que en la Avenida de los Francotiradores de Sarajevo, también en Armagh había señales de humor negro que avisaban a los despistados de su posible suerte: Sniper at Work (‘francotirador trabajando’). Hoy como ayer, la dualidad norirlandesa, reflejo de los peores años del tribalismo entre comunidades, se aprecia visiblemente en las dos catedrales erigidas a san Patricio (la católica y la anglicana). Las cosas han cambiado para mejor, incluso hay escuelas mixtas para ambas comunidades (mucho más habitual en Belfast). Pero hay quien extrae de su visita una conclusión prudente: están juntos, pero no revueltos.

El IRA Provisional legó para la historia su larga cadena de atentados. Lo que va de sus dos primeras víctimas más señaladas (dos soldados británicos, cuyas muertes causaron gran conmoción en un primer momento), hasta los últimos y más fuertes zarpazos, cometidos en la durísima década de los noventa. Excluidos secuestros y asesinatos individuales por goteo, se cuentan en esos años horribles, entre otras acciones, la matanza de obreros protestantes de la construcción en Teebane, el gran atentado en el bastión protestante de Shankill Road en Belfast y el bombazo en la zona de Canary Wharf en Londres. Salvo las nuevas generaciones, muchos norirlandeses observan hoy qué fue del paso de los años capítulo por capítulo en el calendario, en razón de los períodos más funestos. Aquellos años setenta ya de por sí sangrientos, la deriva hacia la guerra civil a inicios de los ochenta (a partir de las muertes por huelga de hambre de presos del IRA) o los primeros años noventa.

Del lado lealista, los paramilitares, a menudo en connivencia con la que sería llamada como Unidad Especial para la guerra sucia, cimentaron su currículum con atentados provocados en razón del bucle acción-reacción. Una de sus respuestas fue tras la matanza de Shankill Road en octubre de 1993 (es el zoco protestante por excelencia, dividido por un muro de Falls Road, la parte católica). Escogieron un frecuentado local de apuestas en Sean Graham, zona católica de Belfast. Dos unionistas entraron y asesinaron a cinco personas inocentes, sin vínculo con el IRA y sin significación política alguna.

Años antes, en 1988, se produjo uno de los peores episodios dentro del émbolo funesto de la acción-reacción. Los servicios de inteligencia británicos, bajo el Gobierno de Margaret Thatcher, habían abatido en Gibraltar a tres terroristas del IRA (Thatcher llegó a decir: «Yo disparé»). Su posterior funeral por el oeste de Belfast fue multitudinario por parte de la comunidad católica, congregada al cabo en el cementerio de Milltown. Un albañil desempleado de treinta y dos años, protestante, actuó como lobo solitario del unionismo. Disparó y arrojó bombas en el cementerio, ante el pavor de la multitud. Murieron tres personas. Días después, en el entierro de una de las víctimas de Milltown, dos agentes británicos, ocultos en mitad de la luctuosa marcha, fueron descubiertos y reconocidos en el interior de un coche. Tras su linchamiento, fueron llevados en otro vehículo a una zona apartada, donde, tras desnudarlos, los mataron a tiros. Las cámaras de la televisión de entonces captaron los momentos anteriores y posteriores al fatal desenlace. El tribalismo interétnico alcanzó aquí uno de sus picos más horribles. Y todo ocurría en territorio de Gran Bretaña.

Veinticinco años son muchos o pueden ser muy pocos. En Irlanda del Norte, cada cual recuerda los sonidos del período de The Troubles. Es como una especie de jukebox particular y coral a la vez. Disparos y bombas. El ruido de las tapas de los cubos contra el asfalto en las calles en protesta por los presos irlandeses que murieron en huelga de hambre. Las sirenas de ambulancias y patrulleros de la policía. El himno «God Save the Queen» al término de la programación en la televisión británica. El sonido sordo pero macizo de las botas de los militares británicos al subir las escaleras de las viviendas de católicos arbitrariamente sospechosos. Las arengas furibundas del político y pastor anglicano Ian Paisley (solía decir que el problema católico era un arma del papado de Roma para hacer desaparecer a los protestantes). La otra voz enlatada, como de magnetofón, de Gerry Adams, presidente del Sinn Féin (apreciado y odiado). O, también, esos otros sonidos más amables, que también forman parte de la acústica de aquel tiempo, como los de la música festiva, ya fuera la de la escena punk en aquel antro de Harp Bar de Belfast (donde protestantes y católicos se mezclaban), ya fuera la del tradicional folk irlandés o, incluso, la de los acordes de la música country, que tanto predicamento tenía, curiosamente, en esta enconada parte del mundo.

Un cuarto de siglo después del acuerdo de paz de Viernes Santo (Acuerdo de Belfast, para los otros, recuérdese), la situación en Irlanda del Norte muestra tanto su cura como lo que aún falta por curar. Y es mucho. Este mismo año, en febrero, un policía fue herido en un atentado en Omagh por parte del llamado IRA Real (un grupúsculo residual e intermitente, otra de las escisiones del grupo terrorista a lo largo de la historia).

Otros cambios políticos y sociales causan hoy cierto asombro. Reciclado con el paso de los años, el nuevo Sinn Féin, histórica ala política del IRA, ha ganado las últimas elecciones municipales y autonómicas en Irlanda del Norte. Incluso es la fuerza mayoritaria en la República de Irlanda según las encuestas (frente a los clásicos Fianna Fáil y Fine Gael, que perviven en coaliciones de Gobierno). Las protestas callejeras no se han silenciado del todo en Belfast y en el resto de condados afines al Reino Unido (en 2021 fueron más que notorias y retrotrajeron al embudo de los peores tiempos). Los unionistas claman airados contra el llamado Protocolo de Irlanda, firmado entre Londres y Bruselas, otra de las nefastas consecuencias del Brexit (la mayoría de los 1,9 millones de norirlandeses votaron no al Brexit: 55,8%). Este acuerdo convierte a Irlanda del Norte en un extraño híbrido territorial. Es de jurisdicción británica, pero en su interior imperan los flujos comerciales del mercado de la Unión Europea. Tal es la razón por la que los partidos unionistas (el DUP y la más radical Voz Unionista Tradicional) bloquean las instituciones de autogobierno norirlandesas e impiden que la lideresa del Sinn Féin, Michelle O’Neill, pueda ejercer como primera ministra.

De entre las tribus surgidas del posconflicto, jóvenes y no tan jóvenes, quizá sea el partido Alliance el reflejo del nuevo tiempo. Se postula como un partido político intercomunitario, de signo progresista, preocupado mayormente por los aspectos sociales y no por los religiosos ni los identitarios. El mural No More podría ilustrar su espíritu. Hoy por hoy, pese a los cambios, hay voces y testimonios de personas a las que el conflicto no las deja perdonar ni olvidar (una expresa del IRA, un marido viudo cuya mujer fue asesinada en el atentado de Shankill, la hija de un preso muerto por huelga de hambre, la otra hija de una madre enrolada en la Gendarmería Real del Úlster —las mujeres conocidas como Gleenfinch— y que jamás pudo vivir tranquila, la esposa de otro gendarme asesinado por el IRA tras haber visto a su hijo recién nacido en el hospital). Otros testimonios sí han querido pasar página, pese a que la horma y la huella del pasado jamás pueden olvidarse. Unos y otros testimonios aparecen en un reciente documental de la BBC (Irlanda del Norte: 30 años de conflicto), emitido por Movistar Plus.

Lo que no parece cambiar demasiado en Irlanda del Norte son los cielos nublados, el aire desabrido que recorre aquellos condados de la discordia. Quién diría que uno de los rasgos más apreciables en los norirlandeses es su buen sentido del humor.

Irlanda del Norte bajo el pasamontañas
Belfast, 1972. Fotografía: Alex Bowie / Getty.

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15 Comments

  1. MacNaughton

    Si al autor no le importa, el color naranja es símbolo de los protestantes de Irlanda por Guillermo de Orange, es decir Guillermo de Naranja aunque ya sé que en español se diría Guillermo de Orange…

    Es una referencia a dicho estadista presbiteriano y holandés, invitado a ocupar el trono de Gran Bretaña tras la «gloriosa revolución» de 1688-89 cuando la burguesía inglesa defenestra al ultimo rey Esturado, Jaime VII de Escocia y II de Inglaterra, por católico y entrometido, hermano del fallecido Carlos II, que llega al trono en 1660 con la Restauración tras 20 años de guerra civil (la guerra de los tres reinos).

    Guillermo llega, con un ejercito de 30,000 hombres y muchos exiliados presbiterianos de la isla, desde Holanda, a finales de 1688 para tomar el trono inglés y un año más tarde escocés también.

    Sobre todo, su nombre esta asociado por la comunidad protestante en Irlanda del Norte con la victoria de 1690 de la Batalla del Boyne contra las fuerzas de Jaime VII / II, que son las mismas fechas del asedio de Derry por las fuerzas de Jaime VII – una especie de Numancia protestante – y el lema ultra protestante «No surrender» que siguen diciendo hasta día de hoy. Las marchas protestantes anuales de verano celebran estas batallas, la del Boyne de 1690 y el asedio de Derry y, en resumen, la hegemonía protestante en las islas y en Irlanda llamada «la ascendencia protestante».

    Es decir, 1688-89 no es simplemente otro intercambio de reyes, sino en 1690 el Parlamento Inglés aprueba El Acto de Sucesión que prohíbe que ningún católico pueda acceder nunca más al trono de Gran Bretaña. Para los historiadores marxistas, es la victoria definitiva de la burguesía en contra de la «ancien regime».

    Los católicos dejaban de tener los mismos derechos que los protestantes en las Islas hasta 1829 y la Emancipación… y hasta día de hoy, el monarca no puede ser de dicha fe…

    Por ultimo, es un error muy frecuente confundir anglicanos con presbiterianos. Ambos son protestantes, cierto, pero eran enemigos durante siglos en Escocia y Irlanda sobre todo. Los protestantes de Irlanda del Norte suelen ser presbiterianos según entiendo, por lo general más radicales en cuestiones de fe que los anglicanos…

  2. Chusman

    Mientras, desde España se ven indistinguibles: pálidos bebedores de cerveza peleándose por un odio abstracto y ancestral del que no saben salir.

    • MacNaughton

      Tal vez es «un odio abstracto y ancestral» hoy en día, pero no era nada abstracto en sus orígenes.

      Los protestantes en Irlanda del Norte son los descendentes de lo que se llama «la plantación de Ulster», un proyecto colonialista de la corona inglesa con Elizabeth la Reina Virgen, y luego su sucesor Jaime I de Inglaterra y VI de Escocia, primer rey de Gran Bretaña, para «civilizar» la Irlanda «salvaje» y rebelde y católica, colonia inglesa entones, al dar tierra en lo que es Irlanda del Norte hoy en día a inmigrantes protestantes ingleses y escoceses y pagarles el viaje allí…

      Los clanes gaélicos parlantes más rebeldes eran de allí, y junto con las islas y la costa oeste de Escocia, existía una cultura gaélica milenaria y potente que había extirpar a toda costa, eso lo decía tanto Elizabeth como Jaime..

      Es el esquema colonialista de siempre de la corona inglesa y luego la británica: conquistas una tierra ajena, echas a los nativos, y implantas sujetos del país colonizador para asegurarte el dominio de aquello. ¿Gibraltar alguien?

      Es decir, había siempre allí algo tan fundamental como la tierra, de quien es la tierra, en el conflicto allí. Y a partir de ahí, las terribles matanzas indiscriminadas cada x tiempo, de protestantes por católicos en 1640, de católicos por protestantes cuando la partición de Irlanda en 1921… Y no sé cuantas más..

      En fin, que haya paz es un grandísimo logro y muy buena noticia pues en mi experiencia, la gente del Norte de Irlanda suele ser muy buena gente, de la mejor, sean católicos o sean protestantes…

      • Deithí

        Muchas gracias por tus aclaraciones y tu esfuerzo por hacerlo en español. Sólo quería puntualizarte que los reyes de nombre James, en español son Jacobo y no Jaime. No me preguntes por qué… Y que ese ‘¿Gibraltar, alguien?’ nunca se diría en español tampoco, más bien ‘¿Os suena Gibraltar?’ o ‘Gibraltar, ¿os suena?’ Espero que no te importe la aclaración. Un saludo!

        • MacNaughton

          Muchas gracias por la correccion…

          En todo caso, hay que luchar en contra de la propaganda britanica / inglesa en contra de Irlanda, que ha sido constante durante siglos, y en contra de Escocia tambien, aunque menos que el caso de Irlanda…

          Si uno se molesta en leer sobre la guerra del IRA en contra de lo que ellos consideraban el ultimo reducto de colonialismo britanico en Irlanda, te quedes alucinado con los datos mas basicos.

          Por ejemplo, que en el año cincuenta y tantos, el lema del gobierno del norte era «un estado protestante por un puebo protestante» en un pais con una minoria catolica de casi 40% entonces.

          O que el 98% de la policia del norte, el RUC, eran protestantes.

          O que los catolicos de forma sistematica fueron discriminados de forma abierta en trabajo y vivienda.
          Y sobre todo tal vez, que en Westminster, habia una politicia bi-partidista hasta la explosion de violencia en los primeros 70 de no admitir ninguna pregunta sobre Irlanda Norte en la camara….

          Sin dejar de mencionar el hecho de que los escaños estaban abiertamente amañados para impedir cualquier resultado que no fuese una msyoria protestante…

          Alucinas… y no, no te haces la pregunta «por que mato el IRA?»…sino, «Por que el Estado Britanico es tan estupido, injusto, facha y cruel…?»

      • Precisamente, sacamos esto sobre los escoceses del Ulster: https://www.jotdown.es/2022/12/meterte-bronca-ajena-conseguir-escuchen/

        • MacNaughton

          Gran articulo, K, muchas gracias por señalármelo, como este de Javier Gónzalez Cotta también, ambos estupendos la verdad. Saben ustedes más de Escocia y Irlanda que la mayoría de los escoceses y irlandeses seguramente…

          Solo añadir que casi todos los intelectuales escoceses del siglo XX consideran la Reforma en Escocia un desastre nacional de enorme calada, entre otras cosas porque se cargaron tantas obras de arte de las iglesias al ser consideradas «idolatría». En teoría, la imagen grabada quedó prohibida, aunque en realidad no era así según Duncan MacMillan el historiador de arte más relevante. Pero eso ya es otro tema….

  3. MacNaughton

    PD: es decir, nadie que yo sepa nunca ha sacado a la colacion en el Reino Unido el hecho singular de que en el territorio del pais que se jacta de ser la «madre de parlamentos» hubo un estado / autonomia que promovia una especie de apartheid en contra de in 35% de la poblacion durante decadas..Es alucinante…

    Los gobiernos tanto de Labour como de los Tories se desentienden olimpicamente de Irlanda del Norte desde la particion de la isla en 1921 hasta finales de los 60, abandonando la minoria catolica al elite ultra protestante y sus mayorias, y cuando se quiern darse cuenta, ya es tarde, ya estan a tiros…

    Es un fracaso de gobernanza absolutamente espectacular, sin comparacion con ningun otro caso en una democracia europea que yo sepa…

    Y sin embargo, nadie habla de eso en el Reino Unido, ni ha habido reconocimiento ni disculpa ni comision parlamentaria de investigacion…nada de nada…

    Todas estas pesonas se murieron de forma innecesaria yo creo. Si el gobierno de Reino Unido interviene en su debido momento, es decir pronto, para impedir la creacion de un Estado / Autonomia ultra Protestante y garantizar los derechos fundamentales de la comunidad catolica, igual no llega la sangre al rio…

    El Estado Britanico abdica de su responsibilidad mas basica y fundamental en Irlanda del Norte, es decir, the rule of law o el estado de derecho, que protege a todo ciudadano al mismo trato antes de la ley….

    El declive del Reino Unido, la clase politica, la clase mediatica es imparable, desde hace mucho es un pais cada vez mas estupido…

    En Irlanda del Norte, lo cagaron totalmente, vamos….

    • Frasier

      Por todo eso que cuentas en este post y en otros cuesta entender que haya gente mínimamente informada que ponga al nivel de comparables las situaciones de Irlanda del Norte y del País Vasco.

      • MacNaughton

        No pienso entrarar en la trampa de comparar Irlanda del Norte con Euskadi..

        Lo que digo con total seguridad es que el gobierno de Londres ha sido al nivel tecnico, escandalosamente defiicente en gobernanza si no complice en la matanza de miles de civiles irlandeses por nacer catolicos al no ejercer de gobierno en Irlanda del Norte…

        … habria que llevarle a juicio, al
        ICJ…

        No me gusta al IRA. No tengo mas que desprecio por los bombers de Shankhill Road o de Eniskillen…

        Pero no les condeno mas que los asesinos de Bloody Sunday o los arqueiteictos de la Guerra de Iraq….

        Tendria que hacerlo? En cuanto a Bloody Sunday, el reclutamiento el IRA se dispara por factor de 100 despues de que el ejercito britanico dispara a la espalda de civiles pacificos corriendo de sus armas, matando a 11..

        Nadie se ha enfrentado con la justicia britanica por aquella matanza hasta dia de hoy…

  4. MacNaughton

    En todo caso, hay que leer a Bernard MacLaverty, el escritor norirlandés afincando en Glasgow. Bernard es un gran escritor, pero también un gran ser humano, un humanista y una guía indispensable para la terrible tragedia que ha pasado allí.

    En «Midwinter Break» por ejemplo, traducido como «Unas Vacaciones en Invierno» un libro que esta editado por Libros de Asteroide, un libro con pretensiones más bien modestas, que se supera a su planteamiento original a mi juicio para convertirse en un gran ejemplo de la literatura testimonial.

    Bernard habla del día que IRA puso creo que eran 8 bombas en Belfast espaciados por 15 minutos y el terror total que se apodera de toda la ciudad. Y a la vez es muy crítico con el Estado Británico, los Británicos «regalaron algo que no era suyo para regalar» a los fanáticos del Organismo…

    Luego «Grace Notes» es simplemente una obra maestra que tendría que haber ganado el Booker aquel año, quedó finalista…

    • MacNaughton

      Pero, ¿de donde vienen todas estas ganas de contar Irlanda siendo Escocés?

      Los escoceses y los irlandeses somos hermanos casi, tenemos un vinculo muy fuerte al nivel cultural, somos la misma gente casi… es tremendo…

      Siempre he dicho yo y otros que es imposible la independencia de Escocia sin la paz en Irlanda…. Y creo que es asi… Ahora tenemos una oportunidad de oro..

      Escocia y Irlanda, son dos paises alucinantes… cuando era niño de tres o cuatro años, me invitaron a una fiesta en el barrio. Llevé yo un globo cubierto en esloganes que había escrito en pro del IRA. Era el año 70 y pocos. UP THE RA y cosas asi. Obra de mi abuela irlandesa marxista seguramente, porque era yo demasiado pequeño para saber de eso.

      Pero entonces me encontré con Niall, mi gran amigo de la infancia, y cuyo padre, Iván, se había huido de Irlanda del Norte por la violencia, y a pesar de ser protestante, nos llevaba siempre a ver el Hibernian, un equipo supuestamente católico, no ya a los Hearts que por fé es el equipo de los protestantes…

      Pues Niall y yo fuimos a ver a los Hibees igual 20 años juntos, y ni una vez hablamos de la religión, y Iván, una gran persona también… Era maravilloso, y Ivan sigue allí…

      Pero los escoceses y los irlandeses somos la misma gente, eh? Nos han conquistado por lo de «divide and rule» o «dividir y conquista…. Pero nos llevamos de puta madre…

  5. MacNaughton

    «And you dare to call me a terrorist/
    As you look down your gun /
    When I think of all the things that you have done /
    You hsve plundered many nations /
    Divided many lands /
    You have terriorized our people /
    You ruled with an iron hand /
    And you brought your reign of terror to my land …»

    Hay que recordar siempre que eran los ingleses que invadieron a Irlanda en primera instancia, no al reves!!! Que si lees la prensa de Londres es como era su derecho estar alli…

  6. MacNaughton

    «Dios bendiga a Pearse y los martires que se murieron /
    Tom Clarke, MacDonahough, MacDiarmid, MacBride /
    Y arrrrrŕrrrrrriba a James Connolly que dio un ultimo hurrah! / Y se enfrento con las ametralladoras con Erin Gu Bragh!»

    Esto no termina nunca. Ni Franco militarizo a todo Euskadi como el Estado Britanico en Irlanda del Norte…. torres, controles, alambres.. armoured cars and tanks and guns…

    Que es el final de esta tragedia para el pueblo irlandes, sean protestantes o sean catolicos? Una ley de punto final del gobierno de Boris Johnson que ha conseguido unir a las dos comunidades en su unanime rechazo y que ha sido interpelado por el gobierno irlandes en los juzgados europeos…

    Luego sigues con el periodico, pasas pagina, y llegas a la noticia de como el SAS, las fuerzas especiales del Estado Britanico, llegaron a aldeas en Afgahanistan y mataron a todo varon entre 16 y 40 años…. 75 muertos asi….

    Esto no acaba nunca, no acaba hasta el Estado Britanico se acabe.

    Como escoces, hay que ponerse a esa tarea….

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