Imaginemos la desgracia de ser Chandler Bing. Imaginemos ese calvario. Tener por nombre un apellido y, por apellido, la onomatopeya de un timbrazo. Tener un número impar de uñas en las manos, de pezones en el torso y de dedos en los pies. Imaginemos que todo te pase a ti. Que vayas al sastre y te toquen. Que vayas al metro y te laman la nuca. Que tu padre se meta a cabaretera. Imaginemos algo peor todavía: que no te dejen ser buena persona. Ni siquiera persona, a secas. Que le robes la novia a tu mejor amigo. Que casi dejes a tu mujer plantada en el altar. Que no sientas empatía por los perros. Que un demiurgo invisible te obligue a comportarte así, como un gilipollas, para que no muevas nunca a compasión, solamente a risa. Que dé la impresión de que todo lo que te ocurre te lo tienes merecido. Lo tuyo es un glitch en el karma: a ti las desgracias te ocurren primero y luego haces las cosas malas. Imaginemos ese martirio. Hasta tiene nombre propio: goofball. A falta de una traducción mejor, llamémoslo tonto perdido. Eres un bufón, pero, ojo, no un bufón cualquiera. A ti no hay tartazo en la cara que no te esté bien empleado. Es que ni una paja puedes hacerte, ni eso, sin que tu mujer entre por la puerta y te acabe tomando por zoofílico.
Pero usted, que lee estas letras mucho después del final de Friends, sabe bien que no hay que sentir pena por Chandler Bing. El suyo fue un caso raro: el del bufón coronado. Empezó abajo y acabó en lo más alto. En parte, por la vis cómica de Matthew Perry, que era una fiera de actor. En parte, también, por su maña como escritor: buena parte de sus chistes los acabó redactando él mismo. En parte, por la confusión proverbial entre persona y personaje. Y porque la persona casi se queda en el camino. Chandler sufrió una metamorfosis ante los ojos de millones y Perry tuvo que hacer penitencia, salir al balcón, prestarse a dar entrevistas y explicar qué había pasado en su cuerpo. Algo se cortocircuitó entonces entre los dos. Algo fluyó indebidamente entre la realidad y la ficción y Chandler adquirió un poder especial: se hizo inmune a las leyes de los cuentos. Y se convirtió en una criatura narrativa absolutamente excepcional.
Insomnia Cafe
Burbank, California, a principios de 1994. Friends todavía no es Friends: es un tratamiento de siete páginas titulado Insomnia Cafe. Pueden decirse muchas cosas de aquella serie, pero no que fuera prometedora. La habían escrito dos guionistas treintañeros, David Crane y Marta Kauffman, que venían de darse un tortazo espectacular: la cancelación de su serie anterior, Family Album, tras solo tres meses de emisión. No pasó de los ocho capítulos. Antes habían creado otra sitcom, Dream On, que llevaba emitiéndose cuatro años en HBO y que todavía duraría dos más, hasta 1996. De aquella, lo mejor que puede decirse es eso: que duró seis años en la parrilla, una pequeña eternidad. El tercer socio fundador, Kevin S. Bright, que acabaría ejerciendo como productor ejecutivo de Friends, tampoco era un peso pesado de Hollywood. Coincidió con Crane y Kauffman en Dream On, pero antes venía de hacer un programa de cámara oculta.
Chandler era el personaje más desdibujado en los primeros bosquejos de Insomnia Cafe. Cuando los castings se pusieron en marcha, la serie todavía tenía cuatro protagonistas: los dos hermanos, Ross y Monica, y los dos amigos de cada cual, Joey y Rachel. Phoebe y Chandler, en cambio, eran personajes secundarios dotados de atributos complementarios: ella era new age, chispeante y un tanto ingenua y él era lacónico y sarcástico y llevaba una vida terriblemente convencional. La misión de aquellos dos era deambular por el escenario, dar la réplica al cuarteto protagonista y funcionar, en suma, como personajes bufos. Años después, el propio Matthew Perry dirá que aquel Chandler primitivo era, fundamentalmente, un observador de la vida de los demás. También era el tonto de la serie, por cierto. Que intercambiase su rol con Joey, a quien se había reservado el papel de wisecracker, de graciosillo, fue una idea de última hora de James Burrows, el director del episodio piloto de Friends. Con Burrows, poca broma: fue uno de los creadores de Cheers.
A la prueba final del casting de Chandler llegaron dos hombres y ninguno era Matthew Perry. El personaje todavía era un esbozo y funcionaba como un satélite de Ross, de modo que la cadena y los productores se decidieron por Jon Cryer: aparentemente, tenía mucha química con Eric McCormack, el actor que iba a dar vida al paleontólogo. Lo que pasó después es difícil de concretar. Una leyenda dice que McCormack no dio la talla y que fue sustituido por David Schwimmer, lo que comportó, a su vez, el reemplazo de Jon Cryer. En otra versión de la historia McCormack se va por su propia iniciativa y Cryer no llega a tiempo a una prueba de vestuario, lo que enfada a los productores y se salda con su despido. En todo caso, no sufra por ellos: los dos acabaron protagonizando su propia sitcom. Cryer acabaría dando vida a Alan Harper, el hermano sensato de Charlie Sheen en Two and a Half Men. Eric McCormack, por su parte, fue el Will Truman de la aclamada Will & Grace.
Tras la salida de Cryer, la producción hizo pruebas a varias personas más, entre ellas Craig Bierko, un actor más o menos pujante que venía de protagonizar Sydney, una comedia que solo duró una temporada. Bierko no convenció, pero sí lo hizo un actor que encontraron repasando las cintas de Sydney: Matthew Perry. A Crane y Kauffman se les encendió entonces la bombilla. Sabían quién era. Lo conocían en persona. Habían trabajado con él. Había salido en su serie anterior, Dream On. Era perfecto para el papel. Crane y Kauffman le enviaron el guion del piloto de su serie, que había cambiado de nombre: ahora se llamaba Friends Like Us. A Perry le sedujo la idea, pero tuvo que decir que no. Acababa de grabar el piloto de otra sitcom, LAX 2194, una extravagante comedia futurista protagonizada por los manipuladores de equipaje del aeropuerto de Los Ángeles. Crane y Kauffman, convencidos de que habían encontrado a Chandler, hicieron algunas llamadas, movieron algunos hilos y se interesaron discretamente por el futuro de LAX 2194, que competía con la propia Friends Like Us en los pitchings de la NBC. Nadie les confirmó entonces que la serie futurista no fuese a salir adelante, pero Perry acabó recibiendo una llamada telefónica misteriosa unos cuantos días después. Era alguien de las altas esferas. Estás disponible, le dijeron. A buen entendedor, pocas palabras bastan.
La incorporación de Matthew Perry a la producción, que ocurrió a la vez que que la de Lisa Kudrow, hizo que sus dos personajes abandonasen el plano secundario de Friends Like Us. El episodio piloto de la serie, que ahora contaría con un elenco de seis protagonistas y tendría tres grandes tramas por capítulo, se reescribió para conceder a Chandler y Phoebe tanto protagonismo como a los demás. El propio nombre de la serie cambió de nuevo: ahora se llamaría Six of One. El piloto se grabó el 4 de mayo de 1994 en el Estudio 5 de Warner Bros en Burbank, California, y una semana después pasó por los grupos focales de la NBC, entre los que cosechó una reacción, según confesó después David Crane, «buena, pero no espectacular». El 13 de mayo Bright recibió la esperada llamada del número 30 de Rockefeller Plaza de Nueva York, donde tiene su sede la cadena. La NBC daba por bueno el piloto y les encargaba doce episodios más, pero con varias condiciones. Una de ellas, ponerle otro título. Six of One les comprometía a mantener un número constante de protagonistas. La más importante, sin embargo, tenía que ver con Monica. En el piloto se acostaba con un hombre en el curso de su primera cita y aquello no había gustado en la cadena. Para que la serie saliera adelante, Monica debía ser menos promiscua. Aquel no podía ser el rasgo dominante de su personalidad. Bright, Kauffman y Crane accedieron y estrecharon la mano con la NBC. Había nacido Friends.
El pato y el pollo
Originalmente, Crane y Kauffman habían creado una estructura simétrica entre los seis personajes de la serie, en el centro de la cual se encontraban Monica y Joey. En cierto modo, la encarnaban formalmente: eran los miembros más atractivos del grupo, ambos vivían puerta con puerta y llevaban un estilo de vida parecido. Phoebe y Chandler, los escuderos de Monica y Joey, eran personajes más técnicos: estaban dotados de rasgos complementarios, prácticamente opuestos, para que pudieran hacer suyos los chistes sueltos. El comentario que no cuadrase en boca del uno lo haría en boca del otro. Rachel y Ross, por último, eran los advenedizos: Ross se mudaba en el primer episodio, justo después de consumarse su divorcio, y Rachel hacía lo propio después de huir de su propia boda. La tensión romántica tenía mucho que ver con aquella configuración. Rachel y Ross, que tendrían una historia de amor desde el primer minuto, tenían rasgos antagónicos. Monica y Joey, que no la iban a tener de entrada, eran muy parecidos entre sí. Entre ellos habría, más bien, una especie de competición.
Los cambios de última hora, sin embargo, desbarataron irremediablemente la simetría original de Friends. Chandler y Joey, el tonto y el listillo de la serie, habían intercambiado sus atributos antes de grabarse el piloto y Monica, a petición de la cadena, tendría que dejar de ser una ligona consumada. Si lo está pensando, le damos la razón: castrar a Monica y que Joey no corriera la misma suerte fue de un machismo atroz. Así lo han admitido Crane y Kauffman muchos años después, aunque ellos descargan la responsabilidad en un directivo de la NBC cuyo nombre no han querido desvelar. Para redefinir al personaje, Monica heredó la neurosis de Ross —originalmente, el obseso de la higiene y el orden era él, no su hermana— y pronto empezó a adquirir nuevas cualidades caricaturescas, como su sentido de la competitividad, pero lo cierto es que fue un personaje muy impreciso desde entonces y hasta bien entrada la serie.
Chandler también llegó verde a su cita con el público en septiembre de 1994 y continuó estándolo en gran medida hasta que acabó la primera temporada en mayo de 1995. O quizá se deba decir que estuvo pluriempleado. De nuevo, tenía mucho que ver con el cambio de última hora en el reparto de cargas dramáticas. En la configuración original, Phoebe y Chandler eran los personajes disparatados y tendrían que encargarse de las storylines más alocadas. Sin embargo, cuando Joey y Monica se transformaron, aquello cambió: ahora ellos dos también tenían cualidades caricaturescas. Joey era tonto de remate y Monica era neurótica y controladora. Ambos protagonizarían parte de las anécdotas descabelladas asignadas originalmente a Phoebe y Chandler y les cederían a ellos parte de las suyas, las de más gravedad. Para Kudrow fue un problema menor: su personaje estaba fundamentalmente en el texto. Podía cambiar de registro con facilidad. Perry, en cambio, era un comediante físico. Si rememora usted los primeros años de Friends, lo recordará dando brincos, haciendo aspavientos y poniendo muecas.
El jovencito Chandler, tan saltarín, tan desgarbado, pasó su infancia dramática haciendo slapstick, en suma, y no la clase de comedia que hacían los demás. En consonancia, también le fueron tocando a él los personajes satélite más histriónicos de la primera y la segunda temporada: Janice —la insoportable exnovia de Chandler, a la que dio vida Maggie Wheeler—, Norah —su madre, una autora de novelas eróticas interpretada por Morgan Fairchild— o Eddie —el compañero de piso perturbado que sustituyó a Joey durante varios episodios, interpretado por Adam Goldberg—. Mientras los otros personajes protagonistas crecían, ganaban peso y adquirían familiares y amigos propios, los suyos no se volvían recurrentes: solo lo hizo Janice, pero emancipándose de él y convirtiéndose en un personaje secundario de la serie en general. También la relación de Chandler con el resto de protagonistas era monocorde. Hacía reír y lo hacía a puro huevo, simplemente porque Matthew Perry era un comediante muy dotado, pero su personaje no evolucionaba. Ocurriese lo que le ocurriese, en su caso daba igual.
Muerte y resurrección de Chandler Bing
Chandler cambió abruptamente a mitad de la tercera temporada. Dejó de gesticular, le salió perilla y empezó a lucir un vestuario más adulto. Ocurrió de un día para otro, cuando Joey apareció en casa con un pato y un pollito. Desde entonces y hasta que acabó la temporada, en mayo de 1997, a Chandler no le salió ningún secundario más ni le pasó nada particularmente excitante. En lugar de eso, cimentó una nueva relación con Joey, una de tipo paternal, y adoptó un estilo de comedia predominantemente verbal. Había que dar un golpe de timón, atajar los problemas de Chandler y conseguir que cambiara en fondo en forma. Había que explotar plenamente el talento interpretativo de Matthew Perry y no solo su vis cómica. Crane y Kauffman planeaban que una novia se interpusiera entre los amigos en el inicio de la cuarta temporada —Kathy, interpretada por Paget Brewster— y que ella acabase eligiéndolo a él. Aquello sería un problema serio. Era una storyline prolongada y de cierta gravedad. Chandler tenía que dejar de ser un crío. Los showrunners lo consiguieron encerrando al personaje en su piso y asignándole una tarea absurda: criar dos aves de corral. Fue un movimiento técnico y fue, por cierto, verdaderamente magistral.
El histrión había mudado de piel y lo que debía emerger de ella era un personaje convencional: uno todavía cómico, por supuesto, pero también una reconstrucción verosímil de una persona de verdad. Y Chandler debía acometer aquella transformación conservando los personajes satélite, las situaciones y el background de un personaje disparatado, de los que no podía desembarazarse sin más. El personaje empezó a dar tumbos por aquel entonces y no dejaría de hacerlo en bastante tiempo. Sus problemas eran los mismos de siempre, pero ya no podía resolverlos a golpe de aspaviento. El más ilustrativo a este respecto, seguramente, fue a colación de su padre, a quien acabaríamos conociendo después: era una mujer transexual, interpretada por Kathleen Turner, que ejercía como cabaretera. Antes Chandler hablaba de ella con cierto sarcasmo, pero ahora lo hacía casi con desprecio. Era un intento de comedia del que salía algo peligrosamente parecido a la amargura y el rencor. Perry debía saber que aquel era un terreno delicado para Chandler. Hoy sabemos que se negó, con mucho acierto, a formar parte de algunas storylines un tanto problemáticas, entre ellas, una en la que Chandler empezaba a frecuentar un bar gay porque servía unos sándwiches fabulosos. Se ha dicho mucho que a Perry ya no le iban bien las cosas en lo personal y que aquella etapa tan irregular de Chandler tuvo que ver con eso, pero aquí no estamos de acuerdo. Fuera como fuese su vida, seguía siendo una fiera de la comedia. Lo que renqueaba era su texto. La prueba más contundente, quizá, está en el modo que tuvieron Crane y Kauffman de solucionar aquel embrollo: liando a Monica y Chandler en lugar de a Monica y Joey, como habían previsto originalmente. Nueva vida, nuevas motivaciones, nuevo todo.
Aquel Chandler, el primero que conocimos, murió con el capítulo final de la sexta temporada —«The One with the Proposal», emitido en mayo de 2000—, justo a tiempo de resolver sus últimas tribulaciones románticas y pedirle a Monica que se casase con él. Cuando la serie regresó con el primer capítulo de la séptima —«The One with Monica’s Thunder», emitido en septiembre de 2000—, el Chandler que conocíamos había sido sustituido por una versión arrasada de sí mismo. En la ficción, solo habían pasado unos minutos: el personaje incluso llevaba el mismo peinado y la misma camisa. En Los Ángeles, no obstante, habían pasado cuatro meses y Matthew Perry había perdido casi diez kilos en ese intervalo de tiempo. Pancreatitis. Perry aún convalecía cuando empezó a grabar la temporada y perdió más peso todavía durante los primeros cinco o seis episodios. Más tarde concedió una entrevista a Us Magazine para acallar el rumor, agitado por la prensa del corazón, de que sus días estaban contados y de que solo un trasplante podría salvarle la vida. Estuvo meses, por lo visto, comiendo sopa de pollo y nada más. También confirmó que sufría alcoholismo, que abusaba de los somníferos y que era adicto a la vicodina. «You play, you pay», dijo. Tenía treinta y un años de edad.
Con la grabación de la séptima temporada el elenco empezó a cobrar setecientos cincuenta mil dólares por actor y episodio. En las dos últimas llegarían ya al millón. Tras Bruce Willis y Elle Macpherson, que pasaron por Friends a finales de la sexta temporada, en la séptima la NBC procedió al cameo de estrellas del pelo de Winona Ryder, Denise Richards y Susan Sarandon y en 2002 el nivel ya estaba en Reese Witherspoon, Sean Penn, Alec Baldwin y Brad Pitt. Fue la época más vista de Friends, con una media de veinticuatro millones y medio de espectadores, y sin duda la más rentable. Para muchos exégetas de la serie fue también principio del fin, aunque aquí no nos lo parece. Como producción, Friends era un circo de tres pistas, pero su texto no estaba acabado ni mucho menos. La fórmula de la serie resistió el bombardeo de todas estas superestrellas y todavía duró un poco más, hasta el final de la octava temporada.
The Last One
En la novena, no obstante, el guion empezó a piruetear, a dar giros un tanto manieristas, y la serie perdió la sensación de avance. Joey se enamoró de Rachel, embarazada, a su vez, de Ross, en un triángulo que desequilibró fatalmente la ley de las tres tramas dobles. Monica y Chandler, mientras tanto, eran marginados en la historia principal y protagonizaban tramas herméticas, intrascendentes, donde el tema, en más de un capítulo, no pasó de la estampa costumbrista. Phoebe quedó descolgada por la asimetría de las tres plots y la solución pasó por encabezar su propio triángulo con David —Hank Azaria— y Mike —Paul Rudd—. Sumados a la novia que Ross heredó de Joey —Charlie, interpretada por Aisha Tyler— y a la mujer que ejerció como vientre de alquiler de Chandler y Monica —Erica, interpretada y muy bien por Anna Faris—, Friends se convirtió de repente en una serie con seis protagonistas, cuatro secundarios fijos y varios niños. Los chistes eran igual de buenos que antes y algunos personajes, como el de Phoebe, hasta brillaron más, pero el conjunto era ya un derrumbe a cámara lenta donde los personajes acudían a las situaciones como invocados por ellas, y no al revés. La continuidad a largo plazo estaba comprometida seriamente. Kauffman y Crane ya solo podían aspirar a cerrar con dignidad.
Y, al final, tuvieron que hacerlo con prisas. En los últimos compases de la novena temporada —mayo de 2003— Chandler y Monica descubrían que eran incapaces de concebir, pero Courtney Cox se quedó embarazada poco después de empezar a grabar la décima. Los guionistas no pudieron atribuirle una gestación en la ficción, como habían hecho años antes con Kudrow, de modo que la decisión de dar Friends por terminada se precipitó necesariamente y estuvo consensuada entre los actores, la cadena y los creadores en el verano de ese año. En septiembre empezó a emitirse la décima y última temporada y la producción se disolvió en enero de 2004. El último capítulo llegó a las pantallas en mayo, y en él Cox lucía un embarazo no generoso, pero sí manifiesto, que Crane y Kauffman apenas se molestaron en disimular con una camisa grande y ya está. Apelaron a la complicidad del espectador en lugar de a su tolerancia, y eso gustó.
Así, el personaje de Chandler gozó junto al de su mujer de una vejez serena, distinta en tiempo y estilo a sus primeros años erráticos y al apagón que sufrió en plena edad de oro. Seguramente es lo más parecido que ningún personaje de la ficción seriada ha tenido a una jubilación, y Perry supo aprovecharlo. Se sobrevivió a sí mismo y a Friends interpretando una versión madura de Chandler en la que reconocer, no obstante, al payaso estridente que empezó siendo y al actor atormentado que nunca dejó de ser. Y recibió el premio moral de Crane y Kauffman, que le permitieron cerrar su personaje a lo grande. Chandler compartió por última vez un futbolín, un pollo y un pato con Joey e incluso se le concedió la oportunidad, espectacular por tonta, de rechazar a Janice una enésima vez. Hasta en la absoluta última escena de la serie, donde ellos tenían el gesto severo y ellas, congestionado, y nadie vio ya a los personajes, sino a los actores, tuvo Chandler la última palabra, que por supuesto fue una broma. «¿Tomamos un café?», preguntó Rachel. «Claro», respondió Chandler. Cogió el carrito de sus dos recién nacidos con despreocupación, hizo la pausa necesaria y preguntó, con cuajo y mucho tronío: «¿Dónde?».
Muy bien escrito, se agradece, después de haber leido primero el de su colega Sr. Ledesma.
Era el mejor comediante de los seis. Sin duda alguna.
Y yo también agradezco el cariño que se percibe en el artículo.
Gran artículo. Friends me pareció una gran comedia durante 5-6 temporadas, luego declinó porque era un caramelo que había que exprimir al máximo en términos de audiencia. 5 de los actores, en sus roles eran magníficos, pero creo que sobresalían muy por encima Mathew Perry y Jennifer Aniston, no en vano fueron quienes mejor trayectoria tuvieron en el cine, aunque siempre lastrados por el enorme tótem de Friends. Lo que no me explico, más allá del «mérito» de estar buena, es qué hacía Courteney Cox ahí, una ¿actriz? limitadísima a años luz de sus compañeros de reparto. Volviendo a Perry, es curioso cómo se repite el cliché del comediante que lleva una vida interior tortuosa, producto de traumas infantiles o de no encajar en la sociedad porque esta siempre espera que seas el bufón sin reparar en lo que bulle en la cabeza.
¡¡Madre mía!!!
Que pedazo de artículo, que bien redactado, que meticulosamente documentado. Enhorabuena.
De «fanático» de David Schwimmer, como me considero, dudo que se pudiese escribir un artículo mejor y más documentado, sin hacerlo interminable, sobre Matthew y Friends en general, enhorabuena.
Despues del articulo que se os coló ayer, este si que está al nivel de lo que se espera en JotDown: bien redactado, con mucho contenido, de longitud mayor a la que se puede abarcar en una visita al WC (uso clasico de las revistas) y con gracia, sin intentar ir de gracioso.
Enhorabuena
Hacía tiempo que no leía algo tan bueno, bien estructurado, documentado, con tanto dominio del tema y con un análisis y opinión tan bien argumentados, pedazo de artículo! Felicidades
Amé fuerte el artículo, jamás me quedo leyendo hasta el final, ésta vez en cambio leí con muchísimo gusto. Hermoso🙌. Gracias
Excelente artículo. Me llevó por un viaje maravilloso lleno de nostalgia. Se agradece que aún existan escritores de verdad. Felicidades y muchas gracias.
El mejor artículo de Friends que he leído hasta ahora. Una redacción exquisita, super bien documentado, excepcionalmente analizado y comentado. Gracias por existir
Impresionante artículo. Qué bien analizado y documentado. ¡Quería que no acabara nunca!
Me gustó mucho su redacción, Saludos Rubén.
Muy interesante. No suelo leer lo que me recomienda Google pero me ha gustado mucho la forma en la que está narrado este artículo. Enhorabuena.. 👍
Muy buen artículo. Felicitaciones.
He disfrutado mucho de la lectura de este artículo. De gran confección y con gran cantidad de datos que, en ningún momento, aburren ni molestan, todo lo contrario: hacen que avance la lectura de principio a fin.
Muchas gracias y muy recomendable para todos los seguidores de la serie y de las sitcom en general.
Maravilloso artículo.
Impresionante artículo. Contenido, ritmo, análisis y en un momento definitivamente importante. Pocas veces algún artículo de una serie de TV me mantuvo hasta el final en su lectura. Pero más allá de eso, sentimentalmente me siento “touchée”. Gracias.
Me ha encantado. Lo único que yo juraría que es erróneo es lo de Ross, yo creo que leí en un libro sobre Friends que ese personaje se escribió pensando en Ross.
*En David David Schwimmer
Bravo. Grandísimo artículo sobre una sensacional serie y un maravilloso actor, que dio mucha más felicidad de la que pudo obtener, por desgracia, en vida. Descanse en paz.
Cuando abro un artículo recomendado por Google me da miedo «perder» el tiempo. A veces es más el título que su contenido. Pero el asunto es Friends, no podía pasarlo pues estoy leyendo el libro de Matty. Se merece todo lo bueno que se diga de él y recordarlo como un grande en todo lo ancho y largo de lo que fue su existencia. Friends lo mejor de la vida. DEP MP.
Notable artículo.
A mí no me parece tan bien redactado(hay artículos de temática deportiva mucho mejor redactados, este tiene bastante aluvión), pero está muy bien documentado y disecciona perfectamente la mítica serie desde subm concepción original hasta su final