Fue una estrella en la década de los ochenta, y desde entonces, su look tempestuoso y su voz inconfundible —casi siempre en un registro bettyboop— la han mantenido en un lugar más o menos destacado, además de por sus campañas en favor del colectivo LGTBI, de l@s negr@s, de la gente sin hogar, del derecho a abortar de las mujeres, etc.
La mujer nacida en Queens ya era un torbellino desde muy pequeña. Se fue de casa a los diecisiete, harta de un padrastro voyeur y onanista, que daba palizas a su madre. Alguna vez pensó en pedir ayuda a su padre, Fred, pero la relación con él era inexistente. La madre de Cynti, Catrine Dominique, era una fanática de la música y la pintura, invadiendo de cultura aquella casa. Cynti aprendió a tocar la guitarra con nueve años. Por entonces, escuchaba a las Supremes y los Beatles, aprendiendo armonía y estructura de las canciones. Durante ese tiempo, Cynthia bebió también de la colección de discos de su madre, que iba desde Barbra Streisand a musicales como My Fair Lady. En el instituto, pasó a escuchar a la Motown, a Janis, Jimi, Joni y, sobre todo, siguió con The Beatles.
Por entonces, de niña, ya había escuchado un montón de historias tristes sobre las mujeres. La de su madre, su tía, su abuela. Las de las mujeres en el barrio. Todas tenían una historia parecida: habrían querido estudiar, salir de casa para trabajar en lo que les apetecía, e inmediatamente, alguien en sus familias —su padre, hermano, madre, etc.— les había impedido hacerlo. Cuando Cynti grabó «Girls Just Wanna Have Fun», estaba pensando en todas ellas.
Tras terminar el instituto, entró en el High Hill School de Richmond, donde se había graduado su hermana mayor. Allí conoció a las mujeres del Movimiento Feminista, y participó en su primera manifestación. Luego fue a una reunión en un hotel y enseguida se dio cuenta de que la idea que tenía todo el mundo sobre ellas, aquello de que eran nada más que «un puñado de lesbianas furiosas», no era tal. No eran lesbis la mayoría, y sí estaban furiosas, pero con un punto de razón ante todo. Como estaba ella y la mayoría de las mujeres, y por las mismas razones.
En otra ocasión, participó en la carrera para ir quemando cosas que no necesitaban como mujeres feministas. Su amiga se deshizo de sus rulos, ella, de un sujetador que había heredado de su madre, pero no se atrevió a quemar sus tacones (porque, contra el discurso feminista, a ella le gustaban mucho). Con su amiga Susan, que sabía tocar la guitarra, hicieron un grupo, su primer grupo de hecho: Spring Harvest (el nombre tiene delito, «Recolección de Primavera», desde luego, no se le veía mucho futuro). Tocaron dos veces y se disolvieron.
Aunque ella empezó con el folk, como se llevaba por entonces, le fue dando al rock, escuchando sobre todo a Bonnie Brammlett, del dúo Delaney and Bonnie. Al principio lo veía difícil, no se veía capaz de cantar, pero después intuyó que era más fácil de lo que parecía. Pero antes, para poder comer, se vio forzada a cantar ante el templo de Hare Krishna, y a barrerlo, y a lavar los baños. A ella le pareció bien por aquello de lo de George Harrison, pero claro, lo suyo no era exactamente igual. En Valley Stream, los Hare Krishna no daban más que azúcar, y cuando le ofrecieron un trabajo serio y se enteró que las chicas comían aparte, y servían a los hombres, además de tener que buscar un marido y enseguida obtener prole, fue suficiente para salir de los Hare, Hare. Ella era de origen italiano y les dijo: «Yo ya he visto esto muchas veces, no volveré a hacer esa mierda».
Pasó hambre (no sería la última vez) y se vio buscando trabajo. Encontró uno como camarera, como su madre, pero no fue nada bien. Hasta que empezó a currar en los Zapatos de Burt, dentro del mall del campo de Roosevelt. Allí no ganaba demasiado, pero aprendió a robar ropa para ella y también para su hermana. Fue la primera y la última vez que lo hizo, porque coincidió con unas navidades especialmente duras. Tan duras, tan poco de comer, incluso de beber, que se puso enferma y la llevaron al Hempstead General. Allí conoció a su primer novio, Phil, que no satisfizo los ideales que tenía Cyn sobre las relaciones de pareja. Al chico le gustaba que ella cocinara y limpiara, pero le ponía de los nervios cuando cogía la guitarra y se ponía a cantar. En estos tiempos trabajó —un tiempo muy breve— como paseadora de caballos en una cuadra, de donde se fue por la presión de los hombres sobre ella.
Uno de sus mejores amigos fue el que le sugirió irse a Canadá de camping, que se instalase allí para pintar. Así que se fue para el aeropuerto con la compañía de su perro Sparkle. Tenía dieciocho años, no había volado nunca, y solo llevaba veinticinco dólares, con dirección al parque provincial Algonquin, para hacer un estudio de árboles. Cuando llegó a la aduana canadiense, se encontró con que, solo para poder entrar en el país, necesitaba más dinero del que llevaba encima. La dejaron pasar sin tener que abonar nada, aparte de darle la dirección de un hostal para jóvenes y aconsejarle que se comprara un espray antimoscas negras.
La experiencia debió de ser interesante, por poner un adjetivo positivo: fue hasta allí haciendo dedo, para estar dos semanas sola en el bosque, dibujando, escribiendo poemas… después era capaz de montar un fuego, etc. Tras dos semanas, el perro quedo lleno de mordiscos de moscas y ella más flaca si cabe que antes, pero encantada con el viaje, asistiendo a los últimos días del hippismo. Por suerte para ella (y su perro), encontró a un tipo que iba camino de Nueva York, y se apuntó al viaje. Cuando llegó a NY, se dio cuenta de que no tenía medios para vivir en la ciudad y decidió irse a Massachusetts. El chico con el que se fue, fue el responsable del cambio de su nombre: «en vez de C-I-N-D-Y, podrías llamarte C-Y-N-D-I». Y así lo hizo desde entonces.
Una vez en Vermont quedó sola, y a merced de las instituciones para jóvenes. La encontraron un apartamento y un empleo como asistente en una casa con dos niños. La Universidad de Johnson, por medio de las ayudas que daban a los jóvenes sin recursos, le ofreció un programa de matriculación, y ella se apuntó, pero descubrió que no podía leer apenas una página. Se sintió completamente idiota, no sabía aún que lo que le pasaba era un trastorno por déficit de atención, mientras se dedicaba a su nuevo trabajo: posar desnudar en las clases de arte. Y decidió, entre alumnos y profesores de pintura, dedicarse a ser pintora. Y pintaba en cualquier superficie que encontraba, desde piedras del río Algonquin o en sus propios zapatos.
Aparte de modelo, Cyn terminó como DJ en la radio universitaria. Tras haber llamado insistentemente para quejarse de que no ponían discos de mujeres, recibió la invitación de unirse al staff. Y por supuesto, estuvo tocando por la universidad el año y dos meses que permaneció allí.
De vuelta en su ciudad, la aconsejaron que olvidase la pintura y se dedicase de lleno a la música. Empezó yendo a la audición para un grupo de versiones que estaba formado por un imitador (gay) de John Travolta, un bajista que iba vestido como Bootsy Collins, pero era blanco. Tenían un cantante, pero ella, que entró a formar parte del coro de chicas, debido a su gran voz solía salir al centro del escenario a cantar en solitario alguna de las canciones, como por ejemplo «Lady Marmalade». Hacía las armonías más altas con otra chica del coro, que se llamaba Dale, y de ahí, que terminaran llamando al grupo Chip and Dale.
El grupo tuvo algunos conciertos memorables. Fueron teloneros de Wayne County, y tocaron en el mismo lugar donde debutaron Kiss (el Coventry Club). Rodaron en una furgoneta por toda la región y al final la echaron del grupo, o eso cree ella. Pero antes hay que mencionar un episodio en el grupo realmente horrible, que viene a ser, resumido, una violación de Cynti, que ella ni denunció ni contó hasta muchos años después.
Tuvo que volver a buscarse un trabajo para ganarse la comida, y entró en un par de garitos donde bailar en tetas («eramos como pole dancers, pero sin pole»). Se puso como nombre artístico Carrot, por el color que llevaba en el pelo. En aquellos tiempos dejó el grupo por otro, esta vez ya no de versiones, sino de sus propios temas. Fue cuando conoció a John Turi, quien tocaba teclados y el saxo, con el que montó Blue Angel (por la película de Marlene Dietrich). ¿Qué música hacían? Según ella, rockabilly, o al menos música influida por ese revival que se estaba dando entonces. Bueno, yo no los vi en directo ni tengo acceso a sus maquetas pero, según su único elepé, sacado por Polydor, eran un grupo de nueva ola con arreglos de los sesenta, y rockabilly en algunas canciones. La voz de Cynti no está muy aniñada, lo cual es bastante interesante, pero nada más. Eso sí, las pintas que llevan los cuatro pasmarotes que están con Cyntia son penosas; ella va bien, vestida como en los cincuenta, pero adaptada a los tiempos, porque en lo que cantaba ya ponía su rasgo combativo y su deseo de añadir algo más, como en los vídeos de Blue Angel (pre MTV) que alguno de ellos son como piezas de comedia.
Por entonces, Cyntia volvía a NYC y frecuentaba tiendas como Trash and Vaudeville y Screaming Mimi’s para vestirse, ya no como en Queens, sino como en el todo NYC, siempre dentro de esa idea del «estilo» que tiene Lauper, que hay reconocer que años más tarde, o en poco tiempo, muchas artistas copiaron descaradamente: desde Lady Gaga, Nicki Minaj, pasando por la mismísima Madonna.
El disco tuvo cierto éxito (más en Europa y Australia), pero en su país, la discográfica se desentendió de lo que consideraba un sonido y un grupo retro. Cyndi se hizo popular, ya no por el disco, sino por sus pintas y lo que soltaba por la boca: desde que tuvo un micrófono para hablar, se distinguió por meter la pata (en términos comerciales), puesto que siempre se metía con alguien, con algo, o con todo el mundo a la vez —desde el presidente de la nación, los directivos de las disqueras, los músicos machistas, etc.—.
Muy popular, pero también tuvo que buscarse otro trabajo. Esta vez, uno más o menos agradable, puesto que terminó vendiendo trapos un par de años en Screaming Mimi’s, su boutique favorita. Por las Navidades de 1981, en una fiesta de esa temporada, conoció a Dave Wolff, otro artista del hambre que pululaba por New York, que se convirtió en su mánager y novio. Como tenía mucho que pagar y no obtenía demasiado dinero de los vestidos de segunda mano, entro en la «casa» de Mama-San, a quien le encantó la pinta de Cynti, y la hizo cantar en japonés inventado, acompañada de una pianista.
Pero, de repente, Dave le dijo que abandonara el trabajo, porque había encontrado a alguien que le iba a grabar un disco ¡a ella sola! Para Epic, en una sucursal llamada Portrait Records. En la primavera de 1983, entro a grabar She’s So Unusual en Filadelfia, con los Hooters de banda de acompañamiento, que también son de allí. Con este grupo delineó su sonido. Quiso unificar el sonido de ellos —reggae, ska, de la manera que estos lo hacían— con sus intereses personales: un sonido callejero, con la caja de ritmos que estaba de moda por aquellos años. Y quería una selección de temas con cierta conexión entre ellos, no una mera lista de temas.
Un listado de éxitos
Para acompañar la lectura, nuestra lista en Spotify:
«All Through The Night». Canción con un esquema parecido a los Beatles, aunque la letra no tiene nada que ver.
«When You Were Mine». Tema de Prince, que le gustó mucho cantar a Cyndi. No fue capaz de acercarse a la estrella, hasta muchos años después.
«Money Changes Everything». Fue escogida para tocarla al más puro estilo casi punk, con la rabia de la que era capaz.
«Girls Just Want to Have Fun». El productor le trajo esta canción de Robert Hazard, que había grabado en una maqueta. Tenía un sonido muy diferente, más rápido y estaba cantada desde la perspectiva de un tío. Ella cambió el punto de vista, y más tarde, se convirtió en himno feminista. Además, ella le pidió al productor un riff de un antigua canción de Motown: «Feel So Good» de Shirley and Lee, y lo incluyeron en él. Llamaron a una gloria del pop, Ellie Greenwich para que hiciera los coros a Cyn en «Girls». Ella fue quien sugirió que Cynti cantará con su acento de Queens, y el productor le dijo que usara un pequeño hipo cuando dijera la palabra «fun». Ese hipo se convirtió en marca de la casa, y lo ha seguido usando.
«She Bop». La grabó en una habitación aparte del estudio. Quería privacidad, y además, se quitó la ropa mientras cantaba, imitando a Yoko Ono cuando grabó «Walking on Thin Ice». Lo bueno vino un poco después, cuando esta canción entró a formar parte de las «Filthy Fifteen», que según el Centro de Investigación de los Padres, eran, según ellos, temas que debían ser baneados de las ondas por su contenido.
«He´s So Unusual». Hizo una versión de esta canción, cantada en los veinte por Helen Kane, la artista en quien se basaron para diseñar Betty Boop.
«Time After Time». El título lo sacó de una película, bastante famosa por entonces, que se llamó aquí Los pasajeros del tiempo. Muchas de las ideas de la letra pertenecen a la vida diaria de Cynti. En realidad, todas las canciones tenían un poso de la vida por aquel entonces de ella. Incluso la portada y contraportada son obra suya. La portada se hizo en Coney Island, delante de una tienda que tenía un color como de Sudamérica. Su look iba por el mismo estilo: una blusa por los hombros y una falda verde, que tenía el aspecto de haber ido a la playa, un modelo sacado de la tienda Screaming´ Mimí. Las fotos las hizo Anne Leibovitz, capturando a la cantante que posa con una cadena que iba desde su cadera hasta su tobillo, como metáfora de la esclavitud de la mujer.
Al tiempo que salió el elepé, se preparó el primer videoclip de los varios que se hicieron sobre canciones del elepé. Famoso e icónico, lo dirigió Edd Griles, y en él participaron gran parte de los familiares de Cyndi. Su propia madre salía haciendo de sí misma, mientras que el padre maltratador lo hacía el capitán Lou Albano, profesional de la lucha muy conocido por entonces.
Al principio, este disco no tuvo la reacción esperada. Algunos dijeron que no sería un éxito porque Cyndi cantaba en un tono muy alto. Ella no lo tomó en cuenta, y decidió cambiar la manera de venderlo. Haría una promoción cruzada: el disco con la lucha. Empezaron a salir fotos de ella en combates de lucha libre y el video se ponía en las pausas publicitarias. Y el disco despegó, con ella haciendo un papel —cómico— al lado de los luchadores. Que también tienen mucho de cómico. Las apariciones de ella con los luchadores se hicieron notar mucho. Tanto, que a los pocos meses, la llamaron del show de David Letterman, en el de Johnny Carson salió para promover la lucha, y hacía apariciones simulando que se peleaba, etc.
Mientras estos saraos se producían, salió el video del segundo single. Fue un bombazo, y llevó el single al número 1. La vida de Cyndi sufrió altibajos desde ese momento. Digamos que descubrió que la fama y las subsiguientes exigencias no eran cosa suya. Las entrevistas siempre se la iban de las manos, empezaban bien, pero, a medida que los periodistas incidían en los mismos temas —su imagen, casi siempre— y se metían con ella casi sin proponérselo, la Lauper, de la chica que hacía el bobo en los vídeos y bailaba con movimientos sexis autoparódicos, se volvía una «feminazi», y una bocachancla sin solución. Llevaba ropa «excéntrica», sí; en parte, porque no tenía dinero para comprarse otra con más glamur, y todo eso se lo echaban en cara. Ella contestaba, y siempre tenían unas declaraciones suyas chocantes, por no decir hirientes, contra alguien o algo. Además, en la distancia corta con los de su gremio, al principio tuvo auténticos problemas para hablarlos de tú a tú, por su culpa, y también por culpa del mánager, por lo que se quedó en un plano muy lejano del de las celebrities que se conocen las unas a las otras. De hecho, ella quiso haber metido en su grupo a mujeres instrumentistas o a otras cantantes, pero Dave la hacía desistir con el argumento de que no las había suficientemente buenas.
Era una cantante muy poco usual. No vendía sexo, ni atracción en ninguna de sus variantes, vendía —siempre según ella— libertad de expresión, y libertad para ser diferente. También vendía antimachismo. Siempre que se encontraba con un ídolo del rock rodeado de mujeres, se ponía como una hidra. Pero el caso es que vendía bastante y por eso la llamaron para participar en el «We Are The World». Se sintió como un elefante en una cacharrería (en el mundo del rock), con todos los divos pasando de ella.
También la quiso Hollywood. Spielberg la llamó para que participara en la BSO de Los Goonies. El trabajo fue arduo, hasta que volvió a casa, y vio que el video tenía una parte dos, que nadie había hecho. Acabó de la cancioncita tan harta que la suprimió de sus directos hasta hace bien poco.
«True Colors». Esta canción llegó a Cyndi en el momento apropiado. Sirvió para nombrar su segundo elepé, y para poner música a una etapa especialmente difícil para ella. Era una canción con estilo country que había rechazado Anne Murray, ella la adoptó como algo muy personal: quitándole todos los aderezos, y cantándola en tonos más graves que suele hacer de costumbre. Es una plegaría para sentirse mejor, para superar los malos momentos, que en este caso estaban relacionados con la muerte a causa del sida de varios amigos de la cantante. El álbum tiene otras cosas, como las versiones de «Iko Iko» y «What´s Going On», que así de pronto, parece muy atrevido meterse con el clásico de Marvin Gaye, pero la adaptación de Cyndi no está mal. Este disco no tuvo suerte en los medios ni en las audiencias. Cyndi ganó de nuevo varios Grammy, pero no tuvo los números 1 que su casa de discos esperaba. Esto comenzó a crear un muro de desconfianzas mutuas entre la discografía y ella. Ellos pedían cosas que ella no estaba dispuesta a hacer, como proponerse públicamente como la rival de Madonna, o hacer canciones como los Heart, dos cosas que ella odiaba. Por mucho que Madonna hiciese cosas que ella condenaba, jamás se pondría de parte de su casa de discos para hacer montajes a costa de otra artista femenina.
A todo esto, el cine seguía pretendiéndola. Recibe guiones de todo tipo; entre ellos, una comedia protagonizada por Sarah Jessica Parker que llevaba por título Girls Just Wanna Have Fun para la que quieren que permitan que aparezca su canción. Ella se niega, porque cree que es un insulto para ella y para la canción (era una película totalmente en contradicción con su espíritu) y al final, la canta otra.
Pero la sorpresa fue que la llamaran para protagonizar una película y que en principio la iba a dirigir Ron Howard. Cyndi se lo pensó lo suficiente como para presentarse a las pruebas de cámara. Al final no fue Howard el director, pero ella guarda un buen recuerdo, aunque la experiencia con los compañeros no fue todo lo interesante que ella esperaba. El mundo del cine no era igual que el de la música, allí iba todo el mundo a su bola y no había ambiente de camaradería. La película es El misterio de la pirámide de oro, por si se animan. Yo la vi hace muchos años y no he querido repetir, un poco en sintonía con la opinión general que obtuvo en el estreno.
El tercer elepé se llamó A Night to Remember, pero la relación con Epic-CBS era tan mala que Cyndi lo quiso titular A Night to Forget. Bueno, suspendió la grabación y se fue de promoción a Rusia. Al volver, y por consejo de Tracey Ullman, acudió a un psiquiatra. Todas sus amigas ayudaron en su recuperación, hasta que salió el disco con la portada inspirada en las fotos del artista Vargas. Tuvo un éxito mundial —la canción «I Drove All Night» que era un clásico, y se hizo hit en los ochenta—, y la cantante se vio metida en un tour mundial para promocionar el álbum. No, a España vino solo a la tele.
Cyndi no tuvo suficiente con la primera película, y tras renunciar a papeles de importancia en Magnolias de acero y Armas de mujer, aceptó otra comedia de enredo sin ninguna relevancia. Imaginamos que le hizo gracia ser filmada como una bailarina bajo el agua. Por suerte para ella, conoció en el set a David Thorton, un actor del reparto, que enseguida se hizo novio suyo, y en 1991 se casó con ella, con Little Richard de oficiante. Hasta la actualidad. Ya había terminado la relación con su mánager-novio, que tantos problemas le dio.
Su siguiente elepé se tituló Hat Full of Stars, como la canción que compuso ella, sobre sus malos tiempos. También tiene temas como «Product of Misery», sobre la vida de una mujer adicta, y «Sally’s Pigeons», compuesta a medias con Mary Chapin Carpenter, sobre una mujer del barrio que había muerto por un aborto clandestino. Este es mi disco favorito de Cyndi.
La llamaron de la tele, y no de una cualquiera. Paul Reiser, el protagonista de Loco por ti, una de las sitcoms más exitosas de los noventa, la quería para un papel secundario. Cyndi triunfó esta vez con un papel de mujer de Queens de origen italiano, que es lo que es Cyndi Lauper. Y consiguió un Emmy. Para celebrarlo, se vino a Europa con doce drag queens bailarinas. Con ellas vino a Madrid, por cierto.
Basándose en las vidas de estas bailarinas, compuso la canción «Ballad of Cleo and Jo», que apareció en su siguiente álbum, «Sisters of Avalon», también muy comprometido, con la lucha de los gais por sus derechos y por las libertades de las mujeres, por ejemplo, con la canción que da nombre al disco, contra la ablación femenina. En el video de la Balada de Cleo y Jo salía totalmente embarazada. Tuvo a su hijo en noviembre de 1997.
El álbum de 2003, Shine, salió ya con una casa independiente —había terminado por fin el contrato con Epic— aunque no fue nada bien, al principio, porque la casa de discos quebró. Mientras salía o no, grabó unas pistas para la canción «Five Days» del disco de 2001 de Tricky. Ella vendía personalmente los mixes de sus canciones en clubs donde pinchaba. Al final, Shine no fue tan mal, y ella pareció resurgir con otra caracterización de su persona y otro manáger. A este se le ocurrió la idea de hacer un disco con clásicos arreglados por Cyndi. La elección de los temas fue fácil. El primero, no tuvo duda, iba a ser «At Last» y fue el título del elepé. En él hay de todo, canciones que Cyn adora —y todas nosotras— y fue un repaso a las mujeres de su vida. Destaco la versión de «Stay», de Maurice Williams, con ritmo de salsa.
La cantante no paraba de participar en desfiles del orgullo, juegos olímpicos y todo tipo de cabalgatas y espectáculos sobre hielo gais. Entremedias, escribió la letra «Above the Clouds» en memoria del estudiante asesinado por ser homosexual en 1998. Jeff Beck escribió la música. En 2005, Cyndi ganó el premio nacional a la igualdad, por sus desvelos para con las comunidades necesitadas. Ese año fue cuando salió The Body Acoustic, un disco con algunas canciones nuevas y otros éxitos, acompañada de un artista invitado. Ahí estaba la de Jeff Beck, y también Ani DiFranco, y Sarah Mclachlan, entre otros. Las giras con su True Colors se multiplicaron durante los 2000. Por ejemplo, en 2008, aparecieron en ella Joan Jett, The B-52’s y Joan Armatrading. Y en 2010 empezó la campaña «Me Importa un Bledo», que fue seguida por muchas celebridades, y poco después vino el establecimiento de la Residencia True Colors en Harlem.
Cuando se quitó de encima tantos quehaceres, comenzó la elaboración de su nuevo elepé. Las primeras canciones fueron «Set Your Heart» y «Same Ol’ Story», y todas están orientadas a la pista de baile, incluso desde el título, Bring Ya to the Brink y la portada, donde salen los pies de Cyndi en unos zapatos que pisan confeti. La canción que triunfó fue «Into the Nightlife», que se parece a una de Lady Gaga (¿o es al revés?).
En 2010, se puso a grabar el disco que llevaba tiempo pensando, uno dedicado enteramente al blues (de Memphis). Con la ayuda de Scott Bomar y Josh Deustch, se encontró en la grabación con músicos que habían pertenecido a la sección rítmica del sello Hi Records, y se pusieron a preparar las canciones que ella había seleccionado: «Mother Earth», con Allen Toussaint, «Romance in the Dark» de Lil Green, y «Down so Low», de Tracy Nelson. Contó con la ayuda de insignes músicos, como B. B. King o Charlie Musselwhite. Hasta grabó con Ann Peebles la tradicional «Rollin’ and tumblin’». Le quedó un disco bien chulo, completamente en las antípodas de los anteriores, este fue grabado en directo y con una sincronización muy diferente, aunque en el fondo no se iba de su objeto de interés. El disco está dedicado a Ma Rainey, según ella, «Primera gansta, madre del blues y feminista». El disco fue el más vendido del año en la categoría de blues y recibió una nominación Grammy al mejor álbum de músicas tradicionales.
Después vinieron unos discos recopilatorios de los treinta años de su primer elepé. Apareció un maxisingle, con remezclas de una canción nueva. Y varias grabaciones por Navidad, como siempre acostumbra. Después de 2015, se animó a hacer un disco ahora basado en la música americana: llamado Detour, canción western-swing que canta a dúo con Emmylou Harris. También están «Funnel Love», «Walkin´After Midnight» y la clásica «I Want to be a Cowboy Sweetheart», cantada a dúo con la estrella de aquellos años, Jewell. Sin embargo, la colaboración más celebrada fue la de Willie Nelson. El disco no es tan redondo como el anterior, es un extraño revisionismo de canciones muy conocidas.
Afortunadamente, la década de 2020 empezó con una nueva canción, «Hope», y otro maxinsingle con remezclas. Cyndi volvía a su pista de baile. Y este año ha vuelto a sus principios nueva ola, con la canción de la serie de Amazon Prime «The Horror of Dolores Roach». En las últimas semanas, hemos escuchado la última de Cyndi, acompañando a su buena amiga Cher, con una canción navideña.
Es incansable, indesmayable. Sigue al pie del cañón con sus campañas por los menos favorecidos, y sigue cantando. Es una persona inusual, y creo que debería haber más como ella, muchas más.
Algo que no se menciona por aquí, y por lo que en su momento entró en mi radar, fue su participación en el The Wall de Roger Waters allá por el 90. Recuerdo que a la mayoría de la gente con la que hablé de su actuación, les horrorizó. Todo lo contrario que a mi.
Me dejaron claro que mi fascinación, era por una mezcla de mis hormonas y del vestuario de Cyndi.
Pero pasa el tiempo y me sigue gustando.
Muchisimo mejor voz que «madonna » que la imitaba siempre y fue mucho mas comercial…
Hay un vídeo por ahí (https://m.youtube.com/watch?v=4PrBnG9E4I4&pp=ygUhY3luZGkgbGF1cGVyIGFlcm9wdWVydG8gYXJnZW50aW5h) de Cyndi cantando por el micrófono del aeropuerto para templar nervios en un vuelo con retraso…si después de verlo no recuperas un poquito la fe en el ser humano, no tienes corazón
Grande Cyndi
Una de tantas figuras anglosajonas sobredimensionadas por el poder blanco.
Básicamente cantante de una única canción: «Girls Just Want to Have Fun».
Me hace gracia el comentario de celsiuss, porque más bien ella era a quien se contrataba cuando Madonna decía que no. Por ejemplo, en «We Are The World» tomo su sitio.
Chillaba demasiado y nunca estuvo tan buena como Wendy James:
https://www.youtube.com/watch?v=AXf-wHT_SCY