Hay un terreno en el que todos sabemos que los presagios de George Orwell se han cumplido con creces: el de la invasión de la vida privada. En 1984 nunca falta una pantalla que vigila. Nada —o casi nada— puede ser ocultado a la mirada del Big Brother. Es un aspecto de la novela sobre el que han corrido ríos de tinta, por lo que apenas vale la pena referirse a él. Hoy, con la ubicuidad de las cámaras de vigilancia y las técnicas de reconocimiento facial, vivimos en un universo que cada día es más orwelliano. Las cámaras y pantallas que nos rodean no emiten mensajes autoritarios como las de 1984, pero da igual: desde el momento en que están ahí, nos tienen a su merced. Nadie lo ignora, pero estamos abandonando nuestra privacidad al azar de los avances tecnológicos —tan beneficiosos en muchos campos, huelga decirlo—, como la rana que, sin reparar en el aumento progresivo de la temperatura del agua, se deja hervir sin darse cuenta.
Pero la novela de Orwell fue también premonitoria en otros aspectos, tal vez más. Hoy estamos todos aburridos de oír que las elecciones las gana quien controla el relato, que el poder es del que consigue imponer su versión de lo que sucede. Pero no sé si, antes de George Orwell, alguien había plasmado esta idea de una forma tan gráfica y contundente como en 1984. El Partido imaginado por el escritor inglés gobierna el presente controlando el pasado. Su lema es: «Quien controla el pasado controla el futuro, y quien controla el presente controla el pasado».
Winston Smith, el protagonista, trabaja en el Ministerio de la Verdad. Su labor consiste en reescribir noticias antiguas para borrar todo rastro de lo que no conviene que sea recordado y ofrecer pruebas de que el Partido que gobierna el país con mano de hierro siempre ha acertado en sus planteamientos y propuestas. George Orwell describe esta tarea con una minuciosidad que adquiere tintes cómicos. Pero, al leerlo hoy, setenta y cuatro años después de la aparición de la novela, es difícil eludir la impresión de que su intención paródica se quedó corta. ¿No asistimos hoy en todas partes a una batalla incansable entre los que defienden versiones distintas de lo acaecido hace cincuenta, cien o quinientos años? ¿No hay legiones de historiadores, de periodistas, de políticos que —a veces de buena fe, otras no tanto— nos proponen nuevas lecturas del pasado para que sea acorde con su visión del presente? Peor aún: ¿no hay auténticas factorías de medias verdades y de bulos para alimentar las redes sociales y distorsionar la información que reciben a diario millones de personas?
El pasado —la manzana de la discordia— no tiene una existencia objetiva. La historia es un terreno lleno de sombras, «un país extranjero, invisitable e inconquistable», escribió el historiador George Kubler. Sobrevive únicamente en textos escritos y en la memoria humana, de manera que constituye aquello en lo que los textos que se conservan y la memoria coinciden. Como los textos pueden ser corregidos, es posible reconstruir el pasado de acuerdo con los propósitos del presente, que es lo único que tiene una existencia indudable, y allanar así el camino hacia el futuro deseado. Raro es el gobernante o el dirigente político que no pugna de un modo u otro por hacerlo.
De hecho, ¿no actuamos de forma parecida todos nosotros, individualmente, sin tener apenas conciencia de ello? Nuestra memoria mejora de forma continua el pasado, para adaptarlo a lo que creemos que debería haber sido, eliminando episodios que no deseamos recordar y haciendo emerger otros. La exactitud se sacrifica a menudo en el altar de las necesidades psicológicas. De este modo, nuestra identidad se va construyendo con un relato que ilumina unas cosas y deja otras en la sombra, y el foco se mueve constantemente para que veamos nuestra trayectoria bajo la luz que más nos conviene en cada momento.
Lo mismo sucede en el ámbito colectivo. En sí misma, esta continua revisión no es ilegítima. Se puede hacer con el propósito de corregir errores y aproximarnos a lo que creemos honestamente que sucedió. Anthony Burgess sugirió con malicia que el Ministerio de la Verdad era un trasunto de la BBC, en la que Orwell trabajó durante la guerra. Orwell respondió con una frase magistral: «Uno tiene que pertenecer a la intelligentsia para creer algo así: ninguna persona corriente creería jamás una tontería semejante». Pero la pulla de Burgess no dejaba de tener una cierta base: el pasado es una masa de plastilina que el presente remodela de forma incansable, y esta remodelación puede hacerse de muchos modos. Si se hace con rigor y con voluntad de esclarecer los hechos, sin bloquear la difusión de versiones contrarias, sino alimentando el debate, como hace con frecuencia la BBC, puede ser una tarea muy noble.
Sin embargo, esta revisión del pasado rara vez es inocente. Cuando se inauguró el tren de alta velocidad entre París y Londres a través del Eurotúnel, las autoridades francesas pidieron a las británicas un cambio de nombre de la estación de Waterloo, que era de donde salía el tren. En Londres se negaron, porque no querían que los franceses se olvidaran de la batalla y de lo que significó. Me imagino a Orwell sonriendo en su tumba al leerlo.
Hace dos años, el 5 de mayo de 2021, se celebró en Francia el bicentenario de la muerte de Napoleón. Fue una conmemoración controvertida. Los españoles no somos los únicos que andamos a la greña con nuestra historia. Recordar a Napoleón en Francia —igual que en España cuando se trata de Franco— significa enfrentarse a lo que queda de él, que no es poco, rememorar la parte del pasado que aún no ha terminado de pasar. ¿Qué representa hoy Napoleón? ¿La Ilustración a caballo, como han dicho algunos? ¿El kilómetro cero del caudillismo militar? Su legado es muy discutible. Está el Código Civil y está el golpe de Estado de 1799; está el Napoleón que modernizó la Administración y el que sembró de cadáveres los campos de batalla; en unos lugares fue liberador, y en otros, invasor.
El bicentenario de su muerte dividió a Francia entre los partidarios de reivindicarlo y los partidarios de condenarlo. Pero era muy difícil no recordarlo, porque sin él no se puede entender la historia de Francia, ni la de Europa. La cuestión era cómo recordarlo. Macron depositó una corona de flores en su tumba en Les Invalides, alabó su contribución histórica, reconoció que sin él la historia de Francia no sería la que es, celebró su vida como una epifanía de la libertad, y censuró sus aventuras militares y el restablecimiento de la esclavitud en las colonias francesas de ultramar. Más equilibrios, imposible.
Algo semejante ocurre en Alemania cada vez que se conmemora la entrada de las tropas aliadas en Berlín en 1945. La controversia es muy difícil de evitar. ¿Hay que celebrarla como la liberación de Alemania o como la derrota de Hitler? ¿Es lógico que los perdedores celebren el aniversario de la rendición? Pero, a la vez, ¿pueden los alemanes actuales dejar de recordarlo? Describir la derrota como «la liberación de Alemania» es alimentar una mentira y eludir responsabilidades. En el año 1945, la mayoría de los alemanes no veía a las tropas aliadas como liberadoras. Las tropas aliadas tampoco se veían así; se veían como vencedoras. Con estas premisas, los equilibrios también son ineludibles.
En todas partes, la historia está sembrada de ficciones aceptadas para favorecer la cohesión social, y la Segunda Guerra Mundial es un buen ejemplo de ello. A los británicos les gusta decir que, antes de la entrada en la guerra de Estados Unidos, plantaron cara a los nazis sin ayuda de nadie, como si Rusia no hubiera combatido a su lado. Los franceses han hecho lo imposible para convencerse y convencer al mundo de que el mariscal Pétain y el Gobierno de Vichy fueron irrelevantes y de que Francia resistió con coraje la ocupación alemana; esgrimiendo esta versión de los hechos, al concluir la guerra, se incorporaron a la lista de potencias vencedoras y consiguieron un escaño en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Muchos alemanes siguen persuadidos de que los crímenes nazis fueron obra de unos radicales que instigaron la guerra y asesinaron a los judíos, y que la mayoría de los ciudadanos no se enteraron.
La historia es siempre a work in progress, un campo de batalla entre distintas lecturas del presente. Raro es el país que, bajo unos u otros ropajes, no tiene su Ministerio de la Verdad. Pero Orwell va más allá. El Partido no solo reconstruye el pasado a su antojo y ejerce una vigilancia estricta sobre los ciudadanos, sino que trabaja para que el lenguaje esté al servicio de los mensajes que desea transmitir en cada momento.
La vinculación entre la conquista y el ejercicio del poder y la corrupción del lenguaje es otra de las aportaciones capitales de 1984. No era un terreno novedoso para Orwell. En un artículo célebre —«La política y la lengua inglesa», aparecido en 1946, tres años antes que 1984— ya había abordado el tema. «El lenguaje político —y con variaciones esto es cierto para todos los partidos políticos, de los conservadores a los anarquistas— está concebido para hacer que las mentiras suenen como verdades y para que el asesinato parezca respetable, y para dotar de una apariencia de solidez al puro viento».
Sus palabras resuenan hoy con fuerza, aunque lógicamente los eufemismos y las distorsiones de entonces no son los mismos que los de hoy. Orwell enumera una serie de vocablos tan gastados por el uso que podían significar lo que su usuario deseara. La mayoría son ahora inofensivos. Pero han aparecido otros. Hoy deberíamos preguntarnos qué significan las palabras sostenible u orgánico cada vez que las oímos o leemos, si la persona que las utiliza defiende el medio ambiente o nos está intentando embaucar con un poco de humo. Deberíamos pararnos a pensar qué pretenden los que aluden a los políticos o a los medios de comunicación como si todos fueran iguales, o los que atribuyen a manos ocultas o difíciles de identificar con precisión —el Ibex, la casta, el régimen del 78— lo que no entienden o desaprueban.
Cada generación se procura su newspeak. ¿No está hoy el debate político sembrado igual que entonces de palabras y de conceptos que encauzan nuestro pensamiento hacia unas conclusiones predeterminadas? Despojar al lenguaje de las adherencias que enturbian su significado o lo conducen hacia un terreno sembrado de prejuicios puede ser, hoy como entonces, una tarea inagotable.
La palabra libertad, por ejemplo. En 1984, Orwell lleva la parodia hacia el extremo con un Partido que postula: «Guerra es Paz, Ignorancia es Fuerza y Libertad es Esclavitud». Parece excesivo, pero ¿no nos estamos acostumbrando hoy a ver cómo, en el lenguaje del populismo de derechas, la palabra libertad se esgrime para defender el supuesto derecho de cada cual a hacer lo que le plazca aunque perjudique o ponga en peligro a los demás? ¿No vemos todos los días cómo se invoca la libertad para conducir por sitios prohibidos, para no tomar las precauciones debidas ante una pandemia, para portar armas o para eludir el pago de impuestos? Estamos en el mundo de Humpty Dumpty: «Cuando yo empleo una palabra, quiere decir lo que yo quiero que diga».
Sea manipulando y reconstruyendo el pasado al servicio de la propia visión del mundo, sea distorsionando el lenguaje para que las palabras digan lo que se quiera que digan en cada momento, de lo que se trata es de imponer la propia versión de lo sucedido para imponer asimismo lo que ha de suceder. Se comienza por reconstruir lo que de verdad sucedió y denominarlo como de verdad debe denominarse, y se termina ofreciendo la propia Verdad como la única posible. Orwell alertó de los peligros de este proceso hace más de setenta años pensando en los totalitarismos de diverso signo de aquel momento, en particular el comunismo. Pero la pesadilla que concibió sirve para hacer visibles engranajes que están en pleno funcionamiento en la actualidad.
La verdad no podría ser reconstruida, si hubiese conocimiento no guiado o ideologizado, la libertad también la secuestra el populismo de izquierdas, y es incluso más dura de implementar, pues implica que seamos todos iguales ….
¿Populismo de izquierda la igualdad? ¿Y que hay de la ilustrada y liberal «igualdad ante la ley» o de la «igualdad de oportunidades»?
Igualdad no significa uniformidad. Y que somos diferentes ya está implícito en la izquierda: de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad.
Por otro lado está bien recordar que la libertad entendida a la manera clásica era un equilibrio de poderes que combatía el absolutismo del monarca, pero el neoliberalismo pretende el absolutismo del mercado.
Lo contrario a la libertad es permitir que la acumulación de poder, riqueza y medios de unos pocos condicione la vida y la autonomía del resto. No vale la falacia de libertad, verbalizada en Milei pero compartida con el resto de neoliberales que plantean que uno es siempre libre de no ser explotado porque tiene posibilidad de elegir morirse de hambre.
De primeras me ha gustado el artículo. Enhorabuena.
Creo que lo que dice de los britanicos de la segunda guerra mundial es un error. Por un lado, los Sovieticos pasaron casi dos años luchando como aliados de los
Nazis y solo cambio después de la invasion de la Union Sovietica por los Nazis en junio 1941. Desde la caida de Francia y otros paises en 1940, Reino Unido ( y el imperio ) se quedó como el unico pais capaz de resistir a Alemania.
Desde el 22 de junio de 1940, cuando Francia firma el armisticio con los nazis, hasta el 22 de junio de 1941 cuando comienza la operación Barbarrosa y el terer Reich se lanza a la conquista de la URSS, no media más que un año, que Hitler dedicó básicamente a la conquista de Yugoslavia y Grecia. El Reino Unido nunca estuvo solo, siempre contó con otros países para absorber la mayor parte del esfuerzo alemán, dejándole las manos libres para campañas menores como la del norte de África o mal llamada batalla de Inglaterra, que fue únicamente un duelo aéreo.
Otra cosa es que de no ser por la zanja de escasos kilómetros que separa Gran Bretaña del continente, a Hitler le habrían bastado las fuerzas que tenía disponibles para conquistar la isla con la mano derecha mientras sometía los balcanes con la izquierda.
Interesante artículo. Enfatizando alguna de las cuestiones que se abordan, podríamos empezar por establecer que el lenguaje no es un espacio de consenso y encuentro, sino que más bien se trata, esencialmente, de una herramienta de manipulación y control. Con seguridad, las primeras frases que se articularon ya respondían a esa intencionalidad. Las primeras culturas asentadas en un territorio ya desvelaban sociedades jerárquicas, que combinarían el uso de la fuerza con algún tipo de mentira organizada para mantenerse estructuradas.
Muy bonito el artículo pero al final has abandonado la ecuanimidad y aprovechado para manipular como buen funcionario del Ministerio de la Verdad. Has llevado el ascua a tu sardina valiéndote de la palabra libertad y mirado solo para el lado que te conviene obviando la culpabilidad y el abuso por ambas partes, señalando solo lo que te interesa. Enhorabuena, te has coronado, con lo bien que iba todo hasta entonces…
Si el mundo en general está más derechizado que nunca a quien cabe pedir mayor responsabilidad es a las derechas y su ideología. El predominio de la financiarización sobre la economía productiva, y que es la base de las últimas crisis económicas, lo trajeron Reagan y Thatcher en los 80, cuando preconizaban a voz en grito, «¡libertad!» y que «no hay alternativa». La creencia en el «crecimiento infinito» que está llevando al planeta a una crisis ecológica sin precedentes en la historia humana es cosa también de los dogmas neoliberales de la derecha (si bien asumidos por la socialdemocracia en la tercera vía, ya saben que Thatcher decía que su mayor triunfo era Tony Blair). La creciente desigualdad y precarización de los puestos de trabajo han venido de la mano de la globalización financiera y deslocalización. Esta inseguridad y miedo social a su vez hacen caer a las personas en el discurso demagogo de las extremas derechas, ventajoso para las élites en cuanto a que mistifican el problema achacando al inmigrante o a las personas que luchan por sus derechos de ser las responsables de la pérdida de valores.
Ya me estaba resultando extraño que no agitaras el fantasma de «la ultraderecha». Lo del «neoliberalismo» ya es un clásico. Son muy cómicos los progres. Felicitaciones.
¿Clásico? Seguro, cómo la historia de la década de los 80 ¿Cómico? Pssss ¿ Y por qué noto cierto resquemor en su comentario?
No sabéis como lidiar con vuestras contradicciones, pero repetís como papagayos todo lo que os cuentan.
Hoy se anuncia que el gobierno populista de izquierdas que tenemos ha decidido entrar en una de las empresas privadas más importantes de esto que llamamos España. O sea jugando al juego del Ibex, el capitalismo, etc. ¿Son casta éstas izquierdas? Parece que si.
Un gobierno que ha regado como nunca de publicidad institucional a los medios de comunicación. El Ministerio de la Verdad, repartido a partes iguales entre todas las carteras.
Siempre los mismos espantajos: Thatcher, Reagan, neoliberales, globalización, desigualdad, la inmigración (metiendo en el mismo saco al inmigrante que ha venido a trabajar con los miles de delincuentes que vienen de fuera)…bla, bla, bla, bla, bla, bla… palabrería.
Incapaces de generar un ápice de riqueza, las izquierdas de éste país (incluyendo la ultraizquierda) solo son capaces de expropiar la que generan los otros. Es así de simple. Asaltarán las instituciones y utilizarán los recursos del estado, al cual harán crecer de forma elefantiasis, para perpetuarse en el poder. No acabarán con la pobreza, la incrementarán aún más para aumentar con el clientelismo. Maniobrarán de forma poco o nada democrática, pero triunfarán al colocar la etiqueta de fascista a todo el que no comulgue con sus ideas. Reventarán el sistema si es necesario, aliándose con aquellos que lo detestan.
Aparte de apropiarse del poder, no se sabe mucho qué quieren realmente, puesto que la ideología es un decorado de cartón piedra para atraer a los ilusos con buenas intenciones o a los envidiosos sociales.
Abandonaron el valor de la libertad ya de forma descarada y arremeten contra aquellos que la defienden.
No son una dictadura, pero no les importaría serlo.
Eso si, dominan el relato, gracias a periodistas como Casajuana, y seguirán gobernando muchos años.
Lo lamentaréis en el futuro aquellos que les votáis y les seguís el discurso. Al tiempo.
¡Pero buen hombre! ¿Realmente me lo tiene usted que poner tan fácil!?¿De verdad no sabe usted que Telefónica era una empresa pública, la joya de la corona, cuando Aznar la privatizó, poniendo cómo presidente de la misma a un amigo de su infancia, del Colegio del Pilar, Juan Villalonga? ¿Y me habla usted de casta?… Fíjese la carrera: de compi de pupitre a presidir la empresa estrella del Ibex. Villalonga¿Se acuerda? ¿el que se peleaba con el grupo Prisa por la TDT? ¿El amigo de Aznar? Aznar, el que hablaba catalán en la intimidad, el de eta= comando de liberación vasca Sí, ése mismo. El de las armas de destrucción masiva. Creo que lo pilla. Aznar, el pope de faes y el PP.
Por cierto, quienes crean la riqueza son los trabajadores con su trabajo. Éso no es de izquierdas o derechas, éso es un hecho constatable.
Telefónica era una empresa pública y su objetivo era dar servicio a toda España, y no ganar dinero, con lo que aunque no fuera rentable daban cobertura en lugares aislados a dónde había que llevar el cableado. Ésa implantación de infraestructura sería impensable con la privada, como ir a la sanidad privadavesperando curación, o algo de humanidad, teniendo cáncer.
Por cierto, lo de regar con dinero público los medios teniendo en las comunidades autónomas publicidad institucional suena un poco a guasa, porque ahí tiene a las Comunidades y Ayuntamientos gobernados por PPVox regando a hacedores de bulos, como Negre, Losantos, Inda, the objetive, entre muchos otros. Y ahí están, peleándose entre ellos como ratas por un churro. ¿Ésos son sus informantes?
Y ojalá la compra de la principal operadora de telecomunicaciones del país fuera una señal de revertir muchos desmanes de la privatización como lo ocurrido con las eléctricas y la mafia del kilowatio, pero me temo que no. Sirve para contrarrestar la entrada de una compañía Saudí estatal, que ya veo que cuando toca elegir entre patria y el dogma del neoliberalismo eligen ustedes el segundo.
Vamos por partes.
Va por delante que he sido asalariado toda mi vida y me dan igual el pp y vox.
Los trabajadores generan CERO valor si no ha habido una inversión previa. ¿Por quien? Por aquel que invierte capital en la empresa. Los trabajadores valen CERO si no hay inversión. ¿Capital publico? ¿Y de donde se saca la pasta si no hay sector privado del cual expropiar impuestos?
¿Cooperativas en los que los trabajadores arriesgan su capital? Eso solo existe en los mundos de Yupi.
Como me dijo un jefe que luego llegó a lo más alto en una empresa global: «Lo que no tiene presupuesto, no existe»
Lo de la publicidad institucional: Cierto que es el arma de manipulación y corrupción masiva más salvaje que usan todos los partidos a nivel estatal y local. Pero te recuerdo que fue la izquierda quien la creó en los 80 (trabajé en publicidad y sé de lo que hablo): TAPSOE y tal y ha sido Pedrito quien ha llegado al mayor volumen de despilfarro de la historia. Y digo despilfarro porque el efecto de esa publicidad es nulo, es un gasto inútil, no una inversión.
Volver a sacar a Aznar , que se fue en 2004, como argumento cuando la izquierda y extrema izquierda llevan gobernándo desde 2019 y estuvo otros 8 antes con Zapatero que dejó el país como un solar…hombre, mira algo más solido
Lo público apesta, amigo. Ahí tienes a los funcionarios defendiendo a su Muface, a los políticos llevándonoslas a sus hijo a las escuelas privadas, a Carmen Calvo ingresando en la Ruber.
Es la herramienta para apropiarse del sistema en el área económica. Ya se hace en el ámbito judicial
Hemos acabado hablando de economía porque al final, es lo que importa : Agarrar el poder para agarrar el dinero. Hace falta pasta para pagar las facturas en Galapagar.
Lo malo es que os venden unos ideales que firmaríamos todos, pero luego se pasan esos principios por la entrepierna y aprovechan de vuestra ingenuidad para vivir como dios. Se deben descojonar de todos vosotros.
Me hace gracias que digas que ahora hablamos de economía, como si fuera una esfera aislada de la política. Eso es muy neoliberal. No me extraña nada, es lo que hemos estado mamando toda la vida, el discurso hegemónico que hemos reproducido todos desde los 80.
Partes de una falacia. Que los empresarios son los que tienen los medios de producción ya lo sabemos, pero esa condición no es indispensable para crear riqueza, si así fuera el pib de la URSS y de los paises que pusieron los medios de producción en manos del estado no hubiera crecido. Ni habría cooperativas, que haberlas haylas, ni se habrían vendido las empresas públicas «rentables».
Te voy a contar otra obviedad. Creer que el dinero es algo privativo, y no un medio de cambio impulsado por una sociedad, que se sustenta en redes de relaciones y valores, en una cultura en suma, es algo no solo reduccionista, y por tanto equivocado para explicar un hecho social, sino mistificante. Ya me dirás de que te vale tu dinero en una isla en la que fueras el único habitante. Te recomendaría ver si no lo has hecho la película «Parásitos» para ver la contradicción entre el discurso que enarbolas y la realidad. Los supuestos parásitos sociales no son los que se apuntan al principio, sino los del final de la película. Que tu jefe te diga éso y llegue a los más alto no me extraña. Es la ideología y la cultura de empresa predominante y que nos trae al caos donde estamos. El sistema premia a los que sigan su consigna, aunque nos lleve al desastre como sociedad, porque lo importante es el dinero. A mi también me lo contaban, utilizando tu expresión: como papagayos.
Quien más se beneficia del sistema, más tiene que aportar, ese es el pacto social. De ahí los impuestos y su progresividad. Ese es el trato y lo justo. A quien se lo salta es a quien hay que pedir responsabilidades.
Por cierto, no considero el PSOE un partido de izquierdas. Su política económica, entre otras, en solitario es prácticamente mimetizable con la del PP. Calviño, Solbes o Boyer podrían ser ministros con Feijoo.
Y sí saco a Aznar, claro que lo saco, es parte de nuestra historia y sin pasado y contexto estamos expuestos a caer en los relatos de última hora de los que tan acostumbrados están en los medios. La historia es muy reveladora, y nos ayuda a entender porque pensamos lo que pensamos.
Tus intervenciones me resultan sorprendentemente simpáticas. Habitualmente suscribiría cada una de tus proposiciones.
Salvando la XIV legislatura, el PSOE ha obrado como un partido de derecha neoliberal (ZP incluido) y en la época de González, más a la derecha que el mismo PP. Baste pensar en las empresas de trabajo temporal completamente desreguladas (a cuyo esclavismo paradójicamente fue el gobierno de Aznar quien le impuso alguna norma), la venta de las empresas estatales a precio de saldo a EEUU, Alemania (Kohl le estaba muy agradecido) y los países golfos del golfo (con la astronómica subida del precio de la luz), el blanqueamiento de las mordidas del monarca, la barbaridad de una reforma laboral en la que UGT y CCOO mostraron que eran sólo perros de correa larga (sigo salvando sólo a la CNT), la entrega del sistema financiero a la banca privada (liquidando la mayoría de las regulaciones del banco de España que impedían que los bancos se comportaran como casinos a rescatar) y, cómo no, el empleo de los servicios de seguridad del estado como una banda criminal fuera de la ley gracias a lo que Barrionuevo, Vera y el nefasto general Galindo terminaron en la cárcel).
Emilio Romero decía que siendo España un cortijo de unas 200 familias, las elecciones implicaban que habría que engañar masivamente al electorado y hacerlo masivamente. Y lo han hecho. Sólo la irrupción de internet y el hecho de que puedas entrar en youtube y buscar las intervenciones de los exponentes de la izquierda real ha impedido que en las dos pasadas elecciones generales ganaran los de siempre.
La XV legislatura arranca bastante mal. De momento, a los bancos no se les obliga a bajar las hipotecas (puesto que las imposiciones a plazo fijo no son remuneradas equitativamente) y el precio topado de la electricidad se suspende a partir del 31D. Encima, Sumar se ha convertido en Restar. Mal futuro se abre para los ciudadanos. Los de siempre se están frotando las manos y no precisamente por el frío.
También yo sigo en las redes, cuando tengo tiempo, los discursos que no salen en los medios de desinformación. Y coincido contigo en la apreciación.
No me fío de Sánchez, la verdad. Nada. Las circunstancias lo han puesto ahí y ha caído del lado izquierdo como podría haber caído con C’s si Albert no hubiera apostado por la foto con su gemelo Casado y con Abascal. Lo que le debamos de bueno a esta legislatura, como a la anterior, lo tendremos por el lado de sus socios de izquierda. Es una lástima que el votante de izquierdas, y en general los asalariados de este país, no lo vean, porque se la juegan más que nadie. Pero bueno, la industria cultural se ha dedicado a destruir cualquier conciencia de clase, y ahora por tener una hipoteca a 30 años, un coche y un móvil caro se creen clase media alta. Aquí mismo tenemos asalariados que votan por qué los exploten en una carrera de ratas. Demencial. Cada vez que veía la banderita en el balcón de un adosado me entristecía que nos andáramos con ésas a estas alturas y no entendiésemos el papel de las crisis económicas y la desafección política. Pero ésto es lo que hay.
El PSOE ya estaba en la tercera vía antes que Blair. En los 80 Thatcher era la mano dura del neoliberalismo pero en España teníamos a Felipe que ya apuntaba maneras, como el poli «bueno» que señala Frabetti. Los años de la movida fueron brutales para acabar con todo lo que fuera conciencia de clase, con los movimientos civiles y ciudadanos de los años 60 y 70. A golpe de dinero fácil en bolsa, movida cultural, gentrificación, beautiful people, pelotazo, desafección política, droga, dinero y hedonismo sin complejos porque no había que reivindicar nada(Franco había muerto), sino ser moderno. De esos polvos estos lodos.
No pinta bien. Y a nivel europeo tampoco. Mismamente el pacto de inmigración firmado que es una vergüenza.
Acabas de describir exactamente lo que pasó en Argentina desde la creacion del «peronismo» …
viven reescribiendo la verdad , empobreciendo el pais y eternizandose en el poder…
Ojalá España no vaya por el mismo camino… saludos.
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Doctrina_Monroe
Opino igual.
Has dado en el clavo!! exacto!!
Excelente artículo. independientemente de mi afiliación política
Gran artículo. A veces los comentarios superan al artículo, no en este caso. Realmente patéticos, intentando, como casi siempre, darle una interpretación política y defendiendo sus creencias. Sugiriendo de qué pie cojea el autor y tratando de encasillarlo en un partido.
Eso sí, Arryn y compañía, dejad de usar ChatGPT para que os reescriba los textos.
Quién pillara la ginebra de Winston!
Bueno, ya saben el dicho aquel, piensa el ladrón que todos son de su condición.
Para empezar, Orwell está describiendo un mundo en el que Partido Comunista gobierna sin oposición. Partido que Orwell conoce a la perfección.
Y, aunque nos muestre un mundo estirado, en cuanto a exagerado, en el fondo retrata perfectamente el sueño húmedo de la gente con esa ideología. La cansina referencia a la «Memoría histórica» y su intento de trasladarla a la Ley para que sólo haya una linea de interpretación posible de la Historia no es más que un reflejo del Ministerio de la Verdad y su manipulación del pasado para obtener esa legitimidad que en realidad no tienen.
En fin, siempre habrá interpretaciones más o menos sesgadas o más o menos bienintencionadas de la historia para crear un futuro mejor. Pero Orwell nos advierte de algo más peligroso, por eso esa pullita a cierta derecha y su interpretación de la historia me parece tan banal…..
Pues mire, resulta que aplicando la ley de memoria histórica empiezan a salir muertos de las cunetas. Para estar imponiendo una verdad resulta bastante revelador el resultado. Pero para algunos ésto es el mundo al revés, la democracia es dictadura y la dictadura democracia.
El Hombre no llegó a la Luna, Elvis está vivo y la Constitución no existe.
Sí usted lo dice.
Twitter son los 2 mimutos de odio en ‘1984’…ahí si se quedó corto …jajaja
Pero visionario
Para ministerio de la verdad el sicario de Sánchez de nombre Óscar puente con sus declaraciones sobre bildu y vox, los primeros tienen «derecho a la vida política» y los segundos «provienen de la violencia».
Eso teniendo en cuenta que el líder de vox se jugó la vida junto con su padre ante los ahora socios del gobierno y que uno de los fundadores de vox estuvo más de quinientos días secuestrado y torturado por los nazionalistas amigos y socios de éste gobierno pues deja las declaraciones de don puente a la altura intelectual de una ameba sin escrúpulos ni valores éticos ni morales, por eso el p. Sánchez lo tiene últimamente en alta estima, es como el.
Las mejores intervenciones de ayer y anteayer en el Congreso fueron las de Matute, Rufián y Belarra. Fueron sinópticas: alrededor de 5 minutos cada una. Sin embargo, ninguna televisión se hizo eco de las mismas. Bastaba con poner una cuña y que el espectador sacara por sí mismo consecuencias. Pero eso es lo que la TV evita. Ni siquiera RTVE estuvo a la altura, pues las demás cadenas andan cara al sol. El ciudadano que desea informarse recurre a youtube, que por fortuna aún es de libre uso.
Lo de Ortega Lara sí me parece sintomático por dos motivos. Por un lado, haber sido secuestrado durante más de 500 días en un zulo no legitima el resentimiento de desear que los demás ciudadanos vivan el resto de sus vidas en un campo de concentración. Ha tenido una reacción muy staliniana. Por otro lado, los carceleros forman parte del aparato represivo del estado y cuando él fue secuestrado se convirtió en portada diaria de cada telediario. Sin embargo, ese no fue ni es el tratamiento para cualquier ciudadano. Los periodistas, por ejemplo. Ahí tenemos a Pablo González, secuestrado por las autoridades polacas mucho más tiempo que Ortega Lara y, en cambio, sigue sin ser portada de telediario alguno. Los suyos tampoco hacen realmente nada para visibilizarlo, pues la mayor parte de las cadenas no son precisamente amigas de Sánchez, más bien se encuentran en el otro lado, y para los de su ideología cuenta más un carcelero que un periodista.
Me gustaría saber en qué sentido los representantes de EH Bildu son peores actores políticos que los del PP. ¿No son los herederos de Fraga cómplices de los crímenes del franquismo, comenzando por los de la guerra? La ETA asesinó en 50 años de historia a menos de 900 compatriotas de toda clase y condición. Un asco. Ahora bien, el protocolo de la vergüenza dejó perecer en 3 meses más de 8 veces esa cantidad de personas totalmente indefensas. Quedaron secuestradas no en zulos, sino en residencias. Que las televisiones no abran cada noticiario con las víctimas de la pandemia también es sintomático de en manos de quiénes está el «ministerio de la verdad».
Llega una edad en la que uno debería dejar de repetir los clichés aprendidos. Atrévete a pensar por ti mismo.
Y si no, que calcule, como recomendaba Leibniz.
Si no piensas como Lydia, no piensas por ti mismo.
Si piensas como Lydia, has calculado bien.
Aparte del chascarrillo de taberna de oficiales, ¿tu razonamiento concretamente cuál es?
Ninguno en particular, Densha Otoko. Que digas lo que quieras, faltaría más, pero que en tres intervenciones se te pilla la dinámica.
Te quedaría más elegante afirmar lo que te pete sin necesidad de presumir que los demás no piensan o que tú calculas (calculas lo que te sale de los güitos) y por ello tú atesoras la razón.
Eres un opinador como todos los demás, ya está, y tus pedos no huelen a rosas.
Cada vez que escribo lo hago con un nick distinto.
Sin embargo, aparte de sentirte inteligente, en efecto, no aportas nada.
A mi entender, cuanto más informada esté una persona será mejor su opinión. No obstante para ti tanto da una cosa como otra. En suma, que todo te huele igual, sean pedos o rosas. Peor aún, no te importa que te ofrezcan pedos como si fueran rosas.
Sí, Lydia, eres una opinadora más que aporta tanto como yo o como cualquiera.
Salvo en que yo no matematizo de forma miserable ni víctimas de terrorismo ni víctimas de gestiones cuestionables en salud pública.
Aburres a las ovejas, Lydia.
Vale, pero Lydia opina sobre las ideas y el artículo en cuestión. Tú, Aglaya, te limitas a opinar sobre Lydia. Tus comentarios respecto a ella sobran. Como siempre, desviando la atención.
Se señala, con razón, que Bildu es una coalición en la que, junto a Sortu, heredero de Batasuna, también aparecen unos socialdemócratas convencionales como Eusko Alkartasuna, una escisión de la IU vasca (Alternatiba) y muchos miembros de la antigua Aralar, escisión de Batasuna cuando las cosas estaban calentitas. O sea, despachar a Bildu como la renovada Batasuna es ignorancia y decir que es ETA es una solemne estupidez, si no pura mala fe.
Ahora bien, ignorancia, estupidez o mala fe también cuadran para quien sostenga que el PP, tal cual, como criatura de Fraga, sea el heredero del franquismo. El PP es el resultado de la integración en la fraguista Alianza Popular, del Partido Liberal y de Democracia Cristiana, que no digo yo que sean la izquierda bolchevique, pero que tenían miembros que asistieron al llamado Contubernio de Múnich sí que es cierto.
En fin, que Bildu es la izquierda nacionalista vasca y el PP es un partido conservador español. De un lado o de otro hacer tantos aspavientos es aburrido y, sobre todo, cutre.
Ante esa equiparación que haces ordena cronologicamente los hechos. Porque no me parece justo ese enrase que haces. Casi todos aceptamos al PP en el juego democrático a pesar de su ambigüedad, y a las décadas de normalización democrática me remito, y no entendemos que del mismo PP se saque lo de Bildu es la ETA. Lo que se le recuerda al PP con esa alusión es la incongruencia entre su discurso presente, su historia e incluso sus pactos actuales. Cuando hay víctimas y muertos de por medio el uso del terrorismo en ése rifirrafe electoralista es caer muy bajo.
Tengo la impresión de que, mientras la gente se pelea por ideologías cada vez más desenfocadlas, el nuevo Big Brother puede prosperar con estado fuerte o sin su presencia. La disponibilidad de los medios técnicos ha alcanzado el nivel de concentración necesario, y eso es imparable. Aparentemente, todos piensan que las corporaciones son muy escrupulosas en el respeto irrestricto de los proyectos vitales de los individuos., o acaso que no tienen las herramientas para imponerse en verdad. Me temo que ambas hipótesis son erróneas. Las aportaciones que he leído aquí, con sus cuotas de ingenio y mordacidad, parecen las de unos señores preocupados por que se les salga el eje del carruaje, mientras viajan en un jet… Yo caigo también, con cierta frecuencia, en anacronismos de esta índole. En fin: poco o nada puede hacerse.
«Poco o nada se puede hacer»… sería lo que el Big Brother espera, capitulación, rendición completa y determinismo. Más de lo mismo. Si fuera tan sencillo no sería tan machacón el run run de la inevitabilidad. Pero la sorpresa está ahí, al otro lado de la esquina.
Otra vez atacando al comunismo, esa necesidad de tener que pegarle para justificar que se es independiente porque es tan perverso el sistema capitalista y tan miedosos sus esclavos que no se revelan mueren sin más. ORWEL escribió ese libro porque era agente británico como tantos otros artistas que cumplen doble función. Su acercamiento a los TROKISTAS del PUOM es una verdad insoslayable, ya Ho Chi Min hablo de esto. Era necesario crear un monstruo ( Stalin) igual al que creo el capitalismo (Hitler ) para poder seguir una línea discursiva y poder seguir dominando el mundo. El comunismo NO SE VIVIO TODAVÍA EN EL MUNDO!! La fase socialista no estuvo siquiera a la mitad de su complementación, el comunismo viene después del socialismo y luego del comunismo vendrá otra mejor pero cada una de estas faces no puede ser implementada sin que ocurra la otra porque las personas deben pasar por el proceso para poder comprender cuál es la armonía y el sentido de la vida. Stalin se equivocó por necesidad cuando extendió la Unión Soviética a los países bálticos hasta Alemania e instauró allí la URSS, esto llevo a esos países a conquistar la revolución socialista sin luchar por ella y muchos ni siquiera eran países capitalistas todavía. Había monarquías cuando ya en otros países Europeos les habían cortado la cabeza hacia bastante tiempo. Cuando digo Stalin «se equivocó por necesidad » es porque tras el desastre humano y económico que hizo la segunda guerra mundial en Rusia el sabía que pasaría de nuevo ( hoy lo podemos ver) entonces pensó que otra guerra como esa en Rusia no podría sostenerla por eso toma esos territorios y piensa si a de darse de nuevo está guerra que sea bien lejos de Moscú. Pero falla porque el cree también que la gente al disfrutar de las cosas buenas del socialismo querrían vivir en el. Las revoluciones no se extrapolan cada pueblo debe hacer la suya las faces son del ser humano primero libre al esclavo, al feudal al capitalista al socialista al comunista y de ahí al ser humano libre nuevamente conviviendo con todo lo aprendido. ORWEL escribió algo como nos cuenta el artículo para acusar de algo que no había vivido y conciente de su trabajo como agente de la corona. Le salió mal porque nos muestra como es el capitalismo y sutileza para la dominación del mundo. Me gustaría decir que me gusta leer ORWEL un comunista saber reconocer una buena pluma, hay un escrito de el que es mágico La Puerta En El Muro algo fantástico de leer y disfrutar sabiendo discernir al agente de la corona del escritor .
De que planeta sales tú?
Del capitalista, al socialista, al comunista y de ahí al hombre libre?
El comunismo es la mayor degradación en donde puede vivir el ser humano, millones y millones de muertos, millones y millones de represaliados no muertos de todo tipo, el comunismo solo les gusta a los líderes y altos cargos del partido allí donde está implantado y a ciertos pijoprogres de países occidentales que nunca han vivido (del lado del pueblo llano de los países comunistas) en esos países.
Que haya gente que aún cree en ese cuento siniestro y criminal es de coña.
Es sólo un vocero de Vox. Defiende una causa con malos argumentos.
Se te olvida algo: la condición humana. Y es que, aunque no te guste la historia, ésta es la que es, da igual que se intente modificar su resultado en base a unas determinaciones políticas. En criminalidad, salvajismo y capacidad de destrucción, a Hitler solo han sido capaces de superarle, Stalin, la revolución cultural de Mao y Pol Pot.
Fantástico artículo, Carles.
Hasta ha mejorado el sabor de las lentejas que he tripeado mientras te leía ;)
Muchas gracias.