Política y Economía

La izquierda state of mind

Yolanda Díaz y Pedro Sánchez en el Senado. Foto Cordon Press izquierda
Yolanda Díaz y Pedro Sánchez en el Senado. Foto: Cordon Press.

                                              La izquierda state of mind

Es difícil ser optimista con la izquierda actual. La cara de Pedro Sánchez el pasado 28 de mayo anunciando la fecha de los comicios para el 23 de julio era la misma que tenía Carlo Ancelotti en rueda de prensa, cuando el Real Madrid perdió ante el Manchester City en el Etihad Stadium en el partido de vuelta de las semifinales de Liga de Campeones. Desde que lo desalojaron en octubre de 2016 de la secretaría de su partido hasta que se convirtió en presidente del Gobierno, el líder del Partido Socialista se ha convertido en un maestro del crossover en el argot baloncestístico; Michael Jordan jugándose la última posesión para liquidar a los Utah Jazz en el sexto partido de las finales de la NBA del año 1998. Pienso que ser Pedro Sánchez no es fácil, porque implica estar en un estado de rebelión constante contra todo y todos. Yo no me atrevería a certificar el acta de defunción de un político que ha sobrevivido a Felipe González, Alfonso Guerra, Alfredo Pérez Rubalcaba y a Susana Díaz. El presidente del Gobierno es como la energía: ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Así lo manifestó en su comparecencia anunciando el adelanto electoral. Su intención consiste en dejar en fuera de juego a sus rivales y erigirse como única alternativa dentro del espacio progresista. La misma táctica que aplicaron González y Zapatero en las elecciones de 1996 y 2008, respectivamente. El dóberman ataca de nuevo.

En este último año estamos viendo cómo la izquierda del PSOE está condenada a renovarse, mientras que el Partido Socialista sigue como Elizabeth Taylor: cambiando de pareja las veces que hagan falta y sin necesidad de dar explicaciones. Y eso es lo que temo cuando se habla últimamente de «ensanchar la política»: que se ensanche el PSOE y se estreche el resto de la izquierda, y que Sánchez decida inmolarse y aborte el proyecto de Sumar. El presidente del Gobierno ha decidido convertir los próximos comicios en su Stalingrado particular, con los barones hastiados de un líder gamberro, experto en huidas hacia adelante. Hace mucho tiempo que el PSOE debería estudiarse en las escuelas de psicoanálisis, porque es a la política lo que el inconsciente colectivo o lo real, lo imaginario y lo simbólico en el pensamiento lacaniano. El tuitero @MartinZamacois acuñó el término PSOE state of mind para reflejar esta tendencia, y el filósofo Miguel Ángel Quintana Paz desarrolló esta idea como una corriente de pensamiento, «que consigue infiltrarse en las mentes de gente no solo ajena a tal partido político, sino que incluso pretende oponerse a él. El problema para esas personas es que pretenden luchar contra el PSOE aceptando las reglas, los prejuicios, incluso la terminología propia del PSOE. Y, claro, entonces se les hace muy cuesta arriba». En la sociedad, la PSOE state of mind tiene a sus mejores embajadores en aquellos que alaban la educación pública y luego matriculan a sus hijos en la concertada o en la privada. ¿Quién no tiene un conocido, vecino, amigo o incluso un familiar así? Este marco es transversal. Tiene tanto de Gramsci, de Lakoff, como de Máximo Huerta y de Fernando Grande-Marlaska. El PSOE lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Tiene razón el que dijo que es el partido que más se parece a España. Es el partido por defecto, porque simula ser de orden, moderno y de izquierdas. Es un valor seguro: el chicle de MacGyver llevado a la política. Y este es uno de los grandes problemas a los que se enfrentará Yolanda Díaz si no abandona la tibieza con Sánchez y se distancia de los marcos que este le quiere imponer. Corre el riesgo de que muchos la acabemos viendo como su complemento amable y no como una alternativa real de gobierno

El influjo de la PSOE state of mind lo vimos en los pactos entre Unidas Podemos y Sumar, con Ferraz de convidado de piedra. Por un momento, varios tuvimos flashbkacks de lo que sucedió en 2019, cuando Iván Redondo aconsejó a Pedro Sánchez que no pactase con Unidas Podemos después de las elecciones de abril de 2019, forzando una repetición en noviembre que favoreció a Santiago Abascal y los suyos, quienes doblaron su representación parlamentaria hasta 52 escaños. También el éxito de la derecha tiene relación con haber abandonado la PSOE state of mind y la PP state of mind de la época de Mariano Rajoy, que se limitaba a gestionar el poder de forma funcionarial, obviando los conflictos culturales que había en la sociedad. Fueron periodistas como Jiménez Losantos, Hermann Tertsch o cadenas como Interconomía se dieron cuenta de ello y, cansados, pasaron a la ofensiva. Losantos lo explicó a la perfección en una entrevista reciente: «El problema de la derecha es, básicamente, que le han hecho creer que España es de izquierdas. Pero España es de izquierdas cuando no es de derechas, y es de derechas cuando no es de izquierdas. La derecha sueña con una izquierda con la que se pueda convivir, alternarse en el poder. Eso no ha existido nunca y ahora tampoco, es una fantasía de una derecha blandurria».

Ahí está el ejemplo de Ayuso, que ha aprovechado la disrupción provocada por la ultraderecha para su interés político. Solo basta con ver la gestión que hizo de Madrid durante la pandemia, convirtiendo cualquier asunto en una dicotomía entre comunismo y libertad. La ultraderecha actual se moldea desde la entrepierna de la Historia. Sabe ser solemne y divertida, para regocijo de su electorado. Reclama una política marcial y fraguada en de la nostalgia. Es nietzschiana y está más alla del bien y del mal. Ha identificado a la perfección que las guerras culturales son de desgaste y no tiene problema en bajar al barro. Le ha venido a la perfección que, salvo honrosas excepciones, la acción comunicativa de este gobierno se haya dirigido a decir «que viene la ultraderecha». Que Pedro Sánchez haya comprado el discurso de la mayoría mediática de la derecha de Pablo Iglesias sirve para constatar que la izquierda ha renunciado a ser ambiciosa. La alerta antifascista tiene más de toque de queda en un campamento de verano que de una amenaza real. El éxito de Yolanda Díaz radica —dentro de las limitaciones del marco político actual y de lo que significa gobernar con el Partido Socialista y tragar con la PSOE state of mind— de su forma de entender la política como algo cotidiano. Es cierto que las reformas no han sido todo lo ambiciosas que uno desearía, pero ¿acaso podía hacer más con la configuración del arco parlamentario actual? Ante la balcanización de la coalición ella apostó por ofrecer una imagen de concordia, haciendo de pegamento de un gobierno que ya nació fracturado. En el Partido Socialista se mira a Unidas Podemos con el mismo desdén con el que la aristocracia observaba a la burguesía en la película El Gatopardo, mientras que Unidas Podemos trataba a Izquierda Unida como el capataz de un campo de algodón a un afroamericano en la Alabama de los años treinta del siglo pasado. Yolanda Díaz había ejercido como abogada laboralista y lejos de las pasiones tecnócratas de muchos de sus compañeros de gobierno. Ella se había curtido en negociaciones de despidos improcedentes y tiene una visión «de la calle» y «de la gente» que los apparatchiks de Ferraz o los profesores de Ciencias Políticas de la Complutense carecen. Con ese talante negoció los ERTE, las dos subidas del SMI, el IMV, el derecho a la prestación por desempleo de las trabajadoras del hogar y la reforma del Estatuto de los Trabajadores. En una época de guerras culturales, la líder de Sumar abogó por la discreción. Hasta ahí ningún problema: si no hubiese sido por ella, quizás la coalición no habría aguantado, en parte, toda la legislatura. Sin embargo, cuando vi el acto oficial de presentación de Sumar, tuve la sensación de vivir en un remake y vi a Jorge Javier Vázquez apoyando a Yolanda Díaz, me acordé de 2008, el año en el que pude votar por primera vez y vi ese horroroso anuncio de campaña del PSOE con Joaquín Sabina, Víctor Manuel, Miguel Bosé y Ana Belén haciendo el gesto de la ceja para apoyar a Zapatero. 

Es la izquierda queriendo ser folclórica. Y cuando juega a eso, más que a Rodrigo Cuevas —a quien la vicepresidenta tanto admira—, me recuerda a María Jesús y su acordeón. Disputando ese encuentro se vuelve previsible y caricaturesca. Lo mismo le sucede a la derecha cuando juega a ser punk, consiguiendo que el límite entre parecerse a Johnny Ramone o a Fabio McNamara reivindicando la figura de Franco en el Valle de los Caídos parezca difuso. La derecha en España puede ser todo lo transgresora que quiera, mientras que la izquierda, por el contrario, debe ser pulcra. Es el oso de la película Ted, y la izquierda, la del osito del anuncio de Mimosin. Se pudo ver en aquel evento, cuando decidió apostar por el apoyo de viejas glorias de la izquierda como Pedro Almodóvar o por influencers como Helio Roque para reivindicar el valor de la juventud. Podría haberse rodeado de una kelly que trabaje en condiciones infrahumanas en algún hotel de las Islas Baleares, o de algunos de los muchos jóvenes que, pese a alternar dos trabajos durante años, no pueden acceder a una vivienda en condiciones, pero no fue así. A Zapatero, sin duda, le habría encantado la puesta en escena de la ministra de Trabajo y, posiblemente, habría pensado lo mismo que Thatcher opinaba de Tony Blair: que fue su mejor creación. Al líder del Partido Laborista le pasaba algo similar cuando se acercaban las elecciones en su país: no salía acompañado de ningún tiktoker, pero se juntaba con Noel Gallagher, que para el caso era casi lo mismo en la década de los noventa. 

El famoso eslogan «es más fácil imaginar el fin del mundo que el final del capitalismo» de Frederic Jameson se ha convertido en un lugar común por parte de un sector de la izquierda, que lo utiliza para garantizar su denominación de origen en redes sociales. Lo hemos visto en cada una de las sacudidas electorales que se ha llevado en los últimos años. Que el voto joven gire cada vez más a la derecha no es casual: no se trata de solo de una cuestión de rebeldía, sino de que en España hay cada vez más jóvenes que han crecido durante su adolescencia con el caos presente en sus vidas. Ni millenials ni zetas han vivido Mayo del 68, la Transición, los Pactos de Moncloa, la caída del Muro de Berlín o los movimientos antiglobalización de la década de los noventa. En ese sentido, hay un sector de la izquierda que se ha conformado en un romanticismo que a muchos jóvenes no les convence. ¿Es posible reivindicar grandes proyectos en la era del yo? ¿Es inteligente hablarles a los jóvenes de utopías colectivas, cuando los tiempos exigen cada vez más que seamos «realistas» y «pragmáticos»? Ese idealismo aleja a cierto sector del progresismo de una generación de potenciales votantes que nunca llegó a ver a una izquierda con presencia fuerte en los barrios o en los sindicatos, saturada de casas de apuestas, franquicias y de fondos buitre, y con la idea grabada a fuego de que vivirán peor que sus padres. Hay una sensación compartida dentro de la población, y es que somos lo que está disponible en este momento. Muchos jóvenes están invertebrados, disociados de sí mismos, a merced del olvido rápido y del desapego afectivo para poder sobrevivir a un marco cultural y relacional que cultiva el presentismo como la única opción posible

Yolanda y el laborismo como eje

Yolanda Díaz escapa de la PSOE state of mind cuando habla de economía productiva y señala la diferencia entre el capital real y el financiero, y sus distorsiones en el mercado laboral. La líder de Sumar consigue un efecto similar cuando reivindica la esencia del laborismo para luchar contra el encarecimiento de las condiciones materiales de la ciudadanía. La tarea de la izquierda —y esto es algo en lo que Yolanda Díaz ha insistido especialmente al frente de la cartera de Trabajo— consiste en defender el Estado de bienestar para garantizar y hacer viable la democracia, como decía en el segundo párrafo. Estamos tan condicionados por la PSOE state of mind de Boyer, Solchaga o Solbes, que defender  lo obvio es algo revolucionario. En ese sentido, la política gallega es consciente de que cuanto más se movilicen los trabajadores, mejores condiciones laborales lograrán y más fuerza obtendrá ella. El trabajo es la principal preocupación de los españoles, que tienen que hacer frente a un mercado deteriorado, principalmente, por las últimas reformas laborales y décadas de desindustrialización y especulación. No se trata solo de subir los sueldos, sino de hacer el trabajo el punto de estabilización de la ciudadanía, evitando que sea el mercado laboral el sumidero de los residuos que generan las élites financieras.

La era del capitalismo global ha convertido a las empresas en extractoras de capital, empobreciendo la economía real. Como extraer es mucho más fácil que generar, se detrae mucha más riqueza. Una gran empresa del pasado sabía que necesitaba producir algo para poder venderlo, un bien, un servicio o lo que fuera, pero había una actividad con la que se ganaba dinero. Ahora, a veces se gana dinero dejando de hacer la actividad. Hay tensiones materiales muy fuertes entre lo material y lo cultural en este país, y a la izquierda le está costando adaptarse a este marco. Eso lleva a la paradoja de que parte de la clase trabajadora —en parte— vote a opciones políticas que les perjudican en lo económico y en el aspecto laboral. En Occidente, el liberalismo clásico tenía como objetivo que la ley del más fuerte no funcionase tuviese contrapesos. Esos equilibrios han sido siempre culturales y materiales. Si eso no sucede, es imposible que una clase media sobreviva. Es la estabilidad la que permite construir un proyecto de futuro y decidir. Y si no se da, le abres la puerta a que partidos más radicales se apropien de esa bandera.

También da en la diana la líder de Sumar cuando defiende el valor de las instituciones y de la legalidad republicana. El descrédito de nuestras instituciones viene del deterioro al que se encuentran sometidas, no de su propia naturaleza: un parlamento puede ser un excelente sitio de representación de la soberanía nacional, y los tribunales de justicia, los órganos adecuados para cumplir y hacer cumplir la ley. No existe defensa del feminismo o de las minorías sin esta idea.

Si Yolanda profundiza en estas cuestiones también se habrá salido de la línea de flotación del Partido Socialista en este asunto, puesto que es uno de los grandes beneficiados de las cloacas del Estado y de la falta de credibilidad de las instituciones. Ha sido habitual durante esta legislatura ver a la coalición ser gobierno y oposición al mismo tiempo, defendiendo la legalidad democrática a la vez que atacaba a las instituciones. Esa esquizofrenia ha acabado quemando a Unidas Podemos, a quien le ha costado mucho mantener un lenguaje institucional dentro del seno de la coalición, y ha impulsado a Yolanda Díaz como líder de una izquierda alternativa al Partido Socialista. Uno de los grandes problemas de la izquierda desde la década de los sesenta del siglo XX hasta la actualidad ha sido el de querer superar el derecho burgués y renegar de la democracia parlamentaria. Querer estar a la izquierda de la izquierda les llevó a inventar un «hombre nuevo», un ciudadano más avanzado que superase al «ciudadano de la Ilustración», a quien le modernidad ya se le empezaba a quedar pequeña. El resultado han sido décadas de cómoda oposición antisistema y de escasa operatividad a la hora de «asaltar los cielos». 

Para el PSOE, la coalición ha sido un mal necesario que tenía que tolerar. No se trata de gobernar, sino de mantenerse en el poder. Sánchez, como sumo representante de este estado mental que es el Partido Socialista, es quien ejerce de croupier de tacto fino y reparte las fichas. Adelantando elecciones, sabe de que salirle bien, el botín es suyo; y de fracasar, será otro quien lo gestione. Ninguno de los que juegan la partida quiere dar un paso en falso. Saben que la Historia está ahí, y no es precisamente benigna con la izquierda en este país. Ante las dudas mejor no forzar las cosas. Los próximos comicios serán interesantes para ver si Yolanda Díaz ha tomado nota de los errores de Unidas Podemos y propone algo distinto o, por el contrario, sigue en los automatismos que Ferraz ha generado en la izquierda. Más que las políticas del PSOE, es el magma cultural del Partido Socialista lo que puede acabar con Yolanda Díaz. 

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28 Comments

  1. Pepitogrillo

    Cuando ha salido el camelo de las cloacas del Estado y demás he dejado de leer. Buen intento, pero vas muy perdido.

    En 8 días me veo a Sánchez y Díaz repitiendo el papelón interpretativo de Barberá: «¡Qué hostia, qué hostia!». Al tiempo.

  2. Densha Otoko

    Asistí al debate a 7 de rtve. Fue como presenciar al “Banquete” de Platón. Siete ponentes incómodos, porque no están acostumbrados al diálogo abierto, sino a oír su propio eco en el continuo de sus propias formaciones y a pontificar como sacerdotes. El espectáculo resultó brillante. Los más adaptados al diálogo fueron los vascos: Patxi, Oscar y, cómo no, el incombustible Aitor. Gabriel, sin duda, el más ingenioso. Salvando a Patxi, a mi entender son los partidos minoritarios los que más tienen que decir. El próximo debate a 3 no será lo mismo. Faltará Junqueras, Urkullu y, por su puesto, Otegui. Es un error dejar a estar personas al margen. Los primeros espadas de cada partido deberían tener la opción de estar ahí.
    El problema no está el PSOE, sino en el temor a lo diferente.
    [Por cierto, impagable el saber estar de Xabier Fortes.]

    • Kilgore

      Precisamente viendo esa performance de partidos regionales diciendo que su prioridad es su aldea, uno se da cuenta de que es perentoria una reforma de la ley electoral que los mande precisamente allí, a su aldea. A preocuparse de sus mierdas identitarias sin molestar a los que estamos preocupados por una atención sanitaria pública y universal rápida y de calidad, una educación pública decente y otras pijadas similares.

      • Densha Otoko

        El número de escaños por provincia se instituyó debido a la demografía beneficiando con mucho las provincias más pobladas. Madrid tiene 37 escaños nada menos. Más que Barcelona (32) y más del doble que las tres provincias de Euskadi juntas: Bilbao (8), Álava (4) y Guipúzcoa (6). 18 en total. Pero sólo Valencia tiene 15, Alicante 12 y Castellón 5. Total 32, 14 más que Euskadi y, sin embargo, en el conjunto de la nación la Comunidad Valenciana no ha significado nada.
        Que partidos minoritarios como el PNV, EH Bildu, Junts o ERC consigan representación parlamentaria estable hasta el punto de gobernar sus autonomías es admirable. Algo han estado haciendo bien. Cambian las siglas, pero su proyecto permanece. No parece que la España vaciada haya aparecido ahí, sino en las regiones de caciquismo premium. Tampoco la sanidad o la educación públicas se encuentran amenazadas en Euskadi o Catalunya, cosa que sí sucede en Madrid. En las últimas oposiciones a profesores de secundaria salieron muchísimas más plazas en Canarias que en Madrid. No es de extrañar, ya que los centros concertados se vienen regando constantemente con dinero público. Así pues, ponte de acuerdo contigo mismo y rápido, porque la historia reciente muestra que tu preocupación por “una atención sanitaria pública y universal rápida y de calidad, una educación pública decente y otras pijadas similares” depende de “mierdas identitarias”.

        • Qué desconocimiento, superioridad moral, etnicismo o ignorancia. Elige la que quieras y luego me rebates. Dices que la Comunidad Valenciana no ha significado nada en España, claro, debe de ser que el Reino de Valencia es apenas una anécdota en la historia de España, todo lo contrario del País Vasco, que más allá de la sangre y la extracción sistemática de la teta estatal, nunca, repito, nunca ha dejado de ser parasitaria del sol que más le ha calentado en los distintos reinos y/o comunidades de España. Por cierto, Castilla la Mancha tiene una población similar, escaños parecidos (1 arriba o abajo, depende de la convocatoria), pero compara los privilegios, prebendas y regalías que obtiene el País Vasco respecto de esta, Murcia, CyL etc . Y es que ya cansáis con el discurso victimista. Qué sería de vosotros sin los fueros y el continuo lloriqueo.

          • Densha Otoko

            Estás instalado en la suposición errónea. Yo soy vallisoletano. Para CyL querría los logros, prebendas y capacidad de decidir en la política nacional que tienen los políticos de Euskadi o Catalunya. Aquí tenemos mucha historia, mucho Cid, mucha cuna del castellano… y poco o ningún presente. Es una de las comunidades más vaciadas y en donde más emigra la juventud, un nicho de viejos.

            • Pues entonces no entiendo las loas a los gobiernos de Cataluña y Euskadi: el primero, instalado en un latrocinio continuo de los nacionalistas pujolistas, ahora devenidos independentistas. El segundo, recogiendo las nueces del árbol que agitaba la ETA y vendiendo sus votos en Madrid para seguir agrandando la brecha entre autonomías, con base en unas prebendas históricas injustificables si se las compara con el mayor arraigo histórico de otras comunidades sistemáticamente ninguneadas.

              • Densha Otoko

                Como retórica, genial, pero olvídate de la caverna mediática. Decía Leibniz para zanjar disputas: «Calculemos». Vayamos pues a la estadística:
                https://tinyurl.com/despobla
                Pregunta: ¿Cuál es la autonomía que tiene más provincias con crecimiento negativo entre 1975 y 2021?
                Pista: Hay una que tiene cinco según el INE.
                Ahí es en donde están los peores gobernantes.
                Pues no hay ningún catalán, ni vasco. Qué pena para tu teoría.

                • Otoko Densha

                  Mencionas a Leibniz, sacas una estadística et voilà, inapelable, o eso te crees.
                  Uf con los sofistas.

              • Gutiérrez del Vasto

                Es que el joven soi disant de izquierdas no puede evitar admirar a los supremacistas que ponen barreras y además achacarles todos los méritos. Nada que ver la construcción jurídico constitucional y la política estatal siempre soplando a su favor.

        • Kilgore

          Es fácil ponerse de acuerdo. Dan sus votos en Madrid a diestro o siniestro según convenga con tal de que su saco esté perfectamente lleno. Y sus niveles de financiación están a años luz de esa España que al parecer tanto te preocupa. De eso no se ha preocupado nunca la gente que tanto se desvela por la igualdad, mira tú por dónde.
          Así que o se presentan en todo el territorio y sacan el cinco por ciento o no pintan nada en el parlamento nacional. Claro que a lo mejor es una idea peregrina, mía, que me da que no y la reforma de la ley electoral para quitarles su capacidad de chantaje, es un run run que viene de lejos….

      • Matatu

        El problema es que los de aldea hablamos de las cosas importantes mientras vosotros hablais de ETA, okupas, menas y no se que historias.
        El problema es que en la aldea tenemos sentido de comunidad, de que somos un pueblo y de que si hay que ayudar a otro lo hacemos.
        Si somos vuestro problema, es tan sencillo como dejarnos marchar pero preferies morir de hambre.
        Por cierto, cuando vengais a por nosotros, os estaremos esperando y no va a ser bonito. No nos estamos jugando la nacion, nos estamos jugando un modo de vida y el futuro de nuestros hijos.
        En España habeis comprado todo el marco del capitalismo liberal(economico, social…. ya si eso, otro dia) y lo vamos a sufrir todos los que no somos ricos.
        Teneis una distorsion de la realidad espectacular.
        En España los trabajadores no sabeis en que bando estais.

        • Kilgore

          Tenéis un sentido de la comunidad cojonudo. Siempre que los de la comunidad tengan el Rh, los apellidos y los pensamientos correctos. Y estén claro está, dentro de la linde de la aldea.
          Lo que algunos no acabamos de entender es que en ese debate a siete, había tres partidos a los que muchos, la mayoría, no podemos votar. Porque solo se presentan en su corralito, para defender los intereses de sus etnias. Y a los demás que nos zurzan. Porque incluso cual si colocan su voto por algo obvio, para beneficio de todos, lo hacen cobrando un precio que solo beneficia a los de esa cacareada comunidad.
          Y no te alborotes tanto pidiendo una confrontación que no se va a dar. Porque en los casos en que se ha dado, nunca, históricamente, habéis presentado mucha pelea.
          Ya lo de la distorsión de la realidad, y la confusión de los trabajadores españoles es muy bueno.

        • Daniel García Delicado

          Bonita paja mental te has marcado, vaya mezcla de marxismo trasnochado aderezado con kale borroka dialéctica con el inevitable tufo supremacista de quienes viven dopados por ese estado al que tanto odian, pero sin el cual no podrían vivir. Bastante sabrás en qué trabajo y cuál es mi postura política.

        • Gutiérrez del Vasto

          «En España habéis…»
          Como si escribiera desde Río de Janeiro, Berlín o Marte. Pobrecico.

  3. Interesante lo que dice este artículo (a pesar de los fallos de puntuación y redacción que hacen dificultosa su comprensión plena) gracias

  4. MacNaughton

    Creo recordar que era Mark Fisher y no ya Fredric Jameson quien dijo «es mas fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo…»

    Sea quien fuese, se puede considerar el tipo de»marxismo cultural» que PP-Vox querrán extirpar de los colegios, universidades y no se si bibliotecas públicas de España…

    Hasta a esto hemos llegado con unas derechas que han perdido cualquier pudor desde hace tiempo en hacer gala de sus esencias franquistas….

    Choca que haya quien se ha sorprendido con las mentiras de Feijoo la otra noche porque los fascistas siempre han mentido, y siempre mentiran….si Feijoo no es un facha, se lo parecía mucho la otra noche, con mentira tras mentira…

    Y que tienen que decir los Winifred Wagners de la derecha pensante? Los Winifred Wagners como Vargas Llosa y Cesar Molina, las Winifred Wagners como Fernando Savater? Como pueden justificar tantas intromisiones de PP/Vox en el ámbito de la cultura que se han producido ya sin que lleguen al gobierno ni siquiera?

    De verdad, se pretende decirnos lo que tenemos que pensar desde el Estado a estas alturas? Quien puede dar crédito a eso?

    Los Winifred Wagners son la cobertura necesaria para que se restaura la España mas retrógrada y inculta, que no nos vengan con discursos sobre el liberalismo, la Ilustración, y la literatura universal mas adelante, pues los que han facilitado estos años son los enemigos jurados de todo aquello…. No los votarían ni Adam Smith ni David Hume, dos anti-nacionalistas si lo hay, nada que ver con Abascal y Vox y ni por un segundo….

    En cuanto a los votantes del PP moderados, no lo hagan senores, no nos devuelvan 50 años atrás en el tiempo al dar su voto a un gobierno PP-Vox…. Es un enorme error….

    Como muchos, estoy seriamente preocupado…

    • Kilgore

      Si el debate lo había preparado MAR, que iba a estar trufado de mentiras (es un profesional condenado por los tribunales por mentiroso) era sabido.
      Lo chungo es que nos habían vendido que en el cara a cara Sánchez se iba a merendar a Feijoo, que tiene serios problemas para articular una oración subordinada, y muchos lo habríamos comprado, cundo constatamos que detrás de la sonrisa impostada y la voz empalagosa del presidente, no hay nada. Nada de nada. Balbuceos, reproches y la incapacidad de rebatir con argumentos las patrañas evidentes.
      Para esto ha quedado el partido hegemónico de la izquierda. No para hacer de contenedor de un tipo ambicioso sin nada que ofrecer. Y a ver cómo lo deja….

      • MacNaughton

        Difícil de discrepar con tan contundente análisis…

        Feijoo tiene todos los papeles de ser ese papanatas que era Franz Van Papen, y el rey Felipe VI puede ser un Paul Von Hindenburg perfectamente… tiempo al tiempo….

        La derecha democrática se nos esta metiendo todo el país en la boca del lobo, y ni lo saben yo creo…. La extrema derecha nunca ha sido de fiar con las instituciones democráticas en la historia de Europa…. nunca…

        Dejaron el continente en ruinas y 80 millones de muertos la ultima vez que llegaron a mandar… llevan la faz de partido democrático con ideas un tanto excéntricos, pero son los fsscistas de siempre, los de Vox me refiero…

        Como mínimo, se cargan la UE, con gobiernos de la extrema derecha en Italia, Finlandia, Polonia y Hungría ya… si España se apunta también, todo se pone muy cuesta arriba…

        Todo apunta que hemos entrado en una de esas épocas de la sinrazón, de la irracionalidad, que marcan la historia moderna del ser humano… toca resistir un poco…

  5. La socialdemocracia, el equilibrio perfecto entre el deseo de adoptar medidas de progreso y mejoras sociales y el miedo a adoptarlas.
    Sí no hubiese sido por el pacto con la izquierda, no olvidemos que minoritaria en el gobierno y por tanto capada de posibilidades, no habría habido márgenes de mejora.
    Para mí la mejor legislatura de la historia de la democracia, lo cual no es decir mucho, no nos vengamos arriba, el listón está muy bajo.

  6. «Para mí la mejor legislatura de la historia de la democracia, lo cual no es decir mucho,» sí, no quiero ni pensar lo que habría sido la pandemia con ayusos y pp en todo el país. Entre los muertos en las cunetas y los muertos en residencias tendríamos décadas para exigir cuentas.

  7. julio gp

    Certero, lúcido, texto.
    Se agradece. Salud/os.

    Anotaciones.
    – Democracia Participativa.
    – Transición Ecosocial.
    – IA vs. RBU.

  8. Aníbal

    Sólo por ver la cara recauchutada de ARQ pidiendo un gobierno PP-PSOE estas elecciones han merecido la pena.

  9. Aníbal

    Resultado de las elecciones del 23J:
    https://tinyurl.com/resultado23J

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