Esta entrevista está disponible en la revista Jot Down Places.
Ya hace casi veinte años que Google, el gigante de internet, compraba una empresa española de fotos, Panoramio, a unos informáticos en camiseta que no sabían ni cuánto pedir por ella. Hoy, uno de aquellos informáticos, Joaquín Cuenca (Cox, 1976), está considerado uno de los grandes empresarios de las tecnologías de la información de Málaga, lugar al que llegó por amor. Algunos años después de aterrizar en la Costa del Sol, y tras lanzar varios proyectos tecnológicos exitosos, su banco de imágenes Freepik, con cuatrocientos empleados, está a punto de convertirse en la primera compañía de su sector superando a Shutterstock.
Joaquín nos recibe en las instalaciones de Freepik en el centro de Málaga. En la sala principal hay una multitud de puestos vacíos. «Los viernes se teletrabaja», nos comenta Joaquín. Tras dos horas de entrevista aún nos quedan temas pendientes, así que nos volvemos a emplazar por la noche para tomar algo en un restaurante japonés y seguir conversando.
Naciste en Cox, en la Vega Baja del Segura. Cuando eras niño ¿ya te interesaba la informática? ¿Cuál fue tu primer contacto con la programación?
Yo siempre he querido hacer informática, siempre me han atraído mucho los ordenadores, muchísimo. De hecho, quería que me regalaran un ordenador. Cuando alguien me traía algún regalo por mi cumpleaños, siempre preguntaba: «¿Es un ordenador?». Y, si era ropa, pensaba: «¡Mierda! Y esto ¿para qué?». Mis hermanos y yo sacamos los ahorros del banco (la paga que nos daban los abuelos y tal) para comprar uno.
¿Y cuál fue el primero que tuviste?
Un Amstrad CPC 664. Una versión que salió muy poco, con disquetera y solo 64 K. La putada es que te comprabas un videojuego, lo metías y el ordenador tenía la mitad de capacidad. Recuerdo Los intocables de Eliot Ness, que era un videojuego con ocho pantallas, llegabas a la cuarta y ya le costaba.
Estudiaste Física en la Universitat de València. ¿En tu época de estudiante ya tenías claro que serías emprendedor?
Qué va, qué va… No, no. Yo era un friki de lo mío. O sea, a mí, me gustaba mucho la informática. Me gustaba la física, me gustaban las matemáticas, pero para nada el emprendimiento. De hecho, no me interesaba en absoluto.
¿Y de la física qué te gustaba en particular?
Me gustaban la mecánica cuántica y la astronomía, también me interesaba la física teórica. Pero la informática siempre me había atraído más. Al final, me metí en Física porque, en el instituto, un amigo y yo nos presentamos a las pruebas para las Olimpiadas de Física y yo pasé a la fase nacional medio de coña porque en la fase provincial participa poca gente. Éramos treinta y elegían a tres. Pasé de hacer Informática a hacer Física. Además en aquella época estaba el tema de la libre elección de asignaturas, lo típico era aprender a hacer paellas, pero te daban dos créditos. ¿Me explico? [risas]. Así que cogí una asignatura de Informática y, como yo ya sabía mucha informática porque programaba desde niño, saqué matrícula, fue muy fácil. Resulta que era la peor asignatura de primero. Pero, para mí, era: «Esto está mamao» [risas]. Hice esa asignatura en segundo de Física, y, en tercero, decidí matricularme de primero de informática entero. Luego me saqué cuarto de Física con segundo de Informática. Cuando hice cuarto tenía tres amigos de Erasmus. Una amiga se había ido a París, otra, a Alemania, otra, a Londres, y todos me contaban cómo era, una aventura. Entonces me dije: «A tomar por culo, me piro». Y me fui de Erasmus a París. Sin tener ni puta idea de francés.
En todos los sitios pone que eres físico, pero, en realidad, eres físico e informático, ¿no?
De hecho, tengo el título de Informática. Terminé Física en París, pero no pedí el título. Tengo los créditos, fui a clase, aprobé los exámenes, pero no pagué la cuota del título. Esa es la verdad.
Uno de tus primeros proyectos como emprendedor fue LoQuo, una comunidad de anuncios clasificados creada por Ubaldo Huerta que luego vendisteis a eBay en 2006. ¿Fue tu primer contacto con el negocio de ventas de startups tecnológicas?
Ese proyecto no lo inicié yo, me incorporé. Cuando estaba en París, me mensajeaba por e-mail con Eduardo Manchón, un muy buen amigo del instituto. A él le interesaba mucho el tema de la interfaz de usuario. Eduardo estudiaba Psicología y hacía el Erasmus en Noruega, y yo en París tenía asignaturas sobre la interfaz de usuario, allí todos estos temas estaban más desarrollados que en España. Eduardo y yo hablábamos mucho sobre este asunto. A él le ofrecieron un puesto de trabajo en La Caixa para mejorar la usabilidad de los cajeros y cosas así. Se vino a Barcelona y empezó a hacer entrevistas, y uno de los entrevistadores era un cubano que había montado una web que se llamaba LoQuo. Yo dije: «Hostia, esto está de puta madre» y empecé a echarles una mano. Y más o menos a los seis meses de llegar yo, eBay desembarca en Europa y decide comprar todo este tipo de proyectos que estaban saliendo en Europa. En España era LoQuo, en Francia no consigue comprar, pero en Alemania sí y en Inglaterra también. Esa fue la primera experiencia. Para nosotros fue como ver pasar un tren. Nos quedamos como «hostia, esto qué es». O sea, esto pasa.
¿Qué te aportó ese proyecto?
En primer lugar, entender que eso existía, que no es poco. Esa posibilidad no existía en mi cabeza. Yo tenía la idea de que debía trabajar para alguien, trabajar en proyectos o, si montaba una empresa, buscar clientes. No tenía el enfoque de internet. Montas un proyecto en la web y consigues un gran público, pero no atiendes cliente a cliente. Era un enfoque completamente distinto. Toda la vida de Dios habíamos entendido los negocios como otra cosa. Y también era el creértelo. Ver a Ubaldo, que era un tío muy bueno, pero tenía sus carencias, y pensar: «Yo sé más de tecnología que él, así que también lo puedo hacer».
O sea, que, al final, el secreto está en tener una idea, ¿no?
La gente tiene en mente que lo más importante es la idea, y eso hay que desmitificarlo. No es la idea, porque una idea necesita mil correcciones y, a partir de ahí, sacas opciones. Una buena idea ayuda, evidentemente, y ayuda también a entender cómo es el equipo. Si un equipo, por ejemplo, se plantea como idea hacer un buscador mejor que Google es que no está muy bien de la cabeza. La idea forma parte del germen de lo que haces, pero eso luego tiene que crecer y crecer.
¿Te sirvió para entender que hay dinero en este negocio de las startups?
Sí, sí. Me sirvió para saber que se pueden vender, porque hay gente que las compra y paga un buen precio por ellas. También vi que se puede conseguir pasta con la publicidad, por ejemplo. Este tío sacaba como dos mil quinientos euros al mes en publicidad, y eso para mí era como «hostia, que este tío está en su casa».
¿Sigues conectado con Eduardo?
¿Con Eduardo? Sí, claro, estuvo aquí hace poco.
Ambos fundasteis Panoramio en 2005 y luego se unió José Florido, ¿qué aportabais cada uno vosotros al proyecto?
En Panoramio contratamos a José Florido y a Ana Belén Amón, su mujer, a la que nunca se menciona. Diseñaban muy bien. Me gustaba mucho cómo maquetaban con un HTML muy semántico. Era muy sencillito, pero muy bien hecho.
Eduardo hizo en Panoramio lo que él sabe hacer muy bien: dar a conocer, la difusión, el hablar. Yo me comí la definición: el qué hacemos aquí, qué vamos a hacer con esto, toda la programación, toda la maquetación, todo el diseño. Todavía no era un producto, claro. Y, al principio, eso no daba un duro. Eduardo se dedicaba a hablar del tema para intentar conseguir tráfico, y yo, mientras, montaba el producto, hacía que funcionase y todas las demás tareas.
Eduardo empezó a sacar algo de pasta en publicidad. Yo nunca vi muy dramático el tema de la pasta porque siempre podía volver a casa, y, de hecho, volví a casa de mis padres. No tenía nada, pero al menos había comida para mí encima de la mesa, es decir, no iba a pasar hambre. No todo el mundo cuenta con este colchón.
Entonces Eduardo dijo: «Podemos ofrecer clases para empresas. Yo lo he hecho y pagan bastante», y montó unas clases en Madrid. En un par de días te sacabas dos o tres mil euros, que te daban para el mes. Y mientras aquello empezó a facturar en publicidad. Más o menos como en LoQuo, que tardó un par de años en dar un salario. Al cabo de seis meses estaba haciendo quinientos euros al mes.
¿Era programática o publicidad?
Era programática pura. Ahí, no había nadie en ventas. Pero no pagaba mal. Creo que estaba en torno a un dólar por mil páginas vistas. Ahora te puedes mover, dependiendo del mercado, en cuarenta o cincuenta céntimos.
La compra de Panoramio por parte de Google fue muy comentada en prensa, pues vuestra startup era la primera adquisición del gigante tecnológico en España. Seis meses antes, ya os habían hecho una oferta por la empresa y no aceptasteis. ¿Qué os hizo cambiar de opinión?
Lo que pasó fue que Google me ofreció trabajar en Google y eso lo rechazamos. Entonces nos propusieron: «Bueno, pues compramos la empresa. Tú te vienes a Google y Eduardo se queda fuera». Su idea era empezar el proyecto y que yo hiciera algo al estilo Panoramio dentro de Picasa, que acabó siendo el germen de Google Fotos. Eduardo y yo, después de pasar las pruebas de entrada de Google, nos planteamos si de verdad queríamos chapar el proyecto: «¿Por qué hacemos esto si no lo queremos?». Decidimos seguir adelante y rechazar la oferta.
Unos meses después, Google utiliza en Google Earth las fotos de Panoramio, que funcionaban mejor que las de Picasa, porque sus fotos no estaban filtradas y las nuestras sí. Esa capa se hizo extremadamente popular en Google Earth. La gente lo usaba por las fotos. Habían hecho una inversión bastante potente en Google Earth y querían asegurarse un poco esa parte de las fotos. Entonces nos dijeron: «Mira, en el largo plazo no sabemos qué va a pasar, pero aceptamos que el proyecto siga como está y luego ya veremos la evolución». Es algo muy honesto. Tú compras la empresa, por tanto, es tuya y tienes el derecho, pero firmas un acuerdo entre caballeros sobre hacia dónde va a ir, al menos, en el corto plazo. Y ahí sí que estábamos más alineados. La fuerza económica fue mejor. La empresa creció y, fíjate si fueron caballerosos, porque crecimos gracias a ellos. Una gran parte de ese crecimiento se debe a que nos pusieron en Google Earth. Nos dieron un escaparate acojonante. Fue una simbiosis, a ellos les sirvió y a nosotros nos hizo crecer mucho.
¿Y con Google no te tiemblan las rodillas? Y, como en las películas, sientes una gotita de sudor resbalando por tu frente.
Te tiembla todo. De hecho, antes del no, ya el sí te tiembla. Solo con que te llamen, tú ya estás cagando blando. Y ni idea de qué pedir, ni puñetera idea. Ahora ha cambiado mucho la película, ya sabes cómo valorar, más o menos tienes indicios… En aquella época no había ningún referente. Ahora puedes consultar con mil personas. En el peor de los casos, puedes llamar y preguntar: «Oye, mira, me pasa esto, ¿tienes alguna idea?». La gente te dará una respuesta. Pero, en aquel momento, no había ni un puto referente de nada. De hecho, siendo sincero, la primera oferta que nos hicieron, la que rechazamos, era lo que habíamos pedido. Nosotros hablábamos: «¿Les pedimos cien mil? Venga, sí, cien mil». Al día siguiente: «Mira, tío, he pensado que cien mil para cada uno, así que doscientos mil. ¡No hay cojones, no hay cojones!». Y, al final: «Mira, tío, medio millón, pedimos medio millón. ¿Tú crees? ¡Pues venga!».
No consultaste a nadie, ¿no?
¡A nadie! ¿A quién vas a consultar? Estamos hablando del año 2005. Y, cuando hablamos con Google, yo, sin avisar a Eduardo, les dije: «Un millón». Y él, cagándose en mi madre: «¿De dónde te sacas lo del millón?». Entonces, estos me sueltan: «Vaya por Dios, nosotros habíamos pensado en algo como seiscientos mil. Pero, bueno, no sabemos si puede haber acuerdo». Así que respondo: «Venga, hombre, vamos a hablarlo, no pasa nada, seiscientos mil. Se habla». Esa cantidad era como ¡guau! Y después se convirtió en: «¡Hostia, que esto nos da para una casa para cada uno!». Y, a continuación, vino esta frase: «¿A ti te hace falta una casa? No, ¿y a ti? Tampoco. Entonces ¿por qué estamos vendiendo algo que queremos por algo que no necesitamos?». Y lo rechazamos.
Luego ofrecieron bastante más, pero entonces lo que hicimos fue investigar qué es lo que decían los rumores, porque se habían vendido Flickr y Delicious. Tratábamos de averiguar cuántos visitantes tenían, compararlos con los que teníamos nosotros, para tener una idea de, más o menos, por dónde andaba. Ojo, lo clavamos. Lo clavamos muy bien, porque ellos luego nos dieron el valor en el que se movía y estaba ahí, así que nuestro análisis no estuvo mal hecho. Pero es que no teníamos ni idea. Éramos dos críos de veintipico años en España y no había ningún ejemplo, pero ninguno. Y el que había no tenía nada que ver. Yo no conocía ninguna empresa que dos críos en camiseta hubiesen vendido a una multinacional americana. Los empresarios que conocía eran todos una pechá de encorbatados, no se nos parecían en nada y no tenían ni pajolera idea, y yo no sabía ni cómo hablarles.
Y ¿cómo te cambia la vida? Se te acerca más gente cuando saben que tienes pasta, te presentan proyectos… ¿Te llegan algunas ofertas por e-mail?
El e-mail de no te faltará un jet privado pasa cada vez. Te lo juro, cada vez. Para mí es matemático, cada vez que sale algo, pum, te llega a la semana. En cuanto a la vida… para la gente con contactos y con una educación del más alto nivel acceder a una empresa como Google o Telefónica es algo ordinario. Nosotros no veníamos de ese entorno. Para mí ir a Google en Zúrich fue como empezar a trabajar para mi ídolo, igual que para un periodista trabajar en El País o en El Mundo. Era una oportunidad para aprender. Yo había trabajado para una empresa de informática en París durante unos años, pero era una empresa de quince personas. En Google, cuando entré, éramos veintipico mil o sesenta mil.
Hay mucha diferencia entre el Google del 2007 y el Google del 2023, a peor. El concepto del ingeniero arriba ha pasado.
Es distinto. Google, para lo bueno y para lo malo, ha buscado la diversidad. Ha sufrido varios fracasos que se veían venir y esto le ha hecho daño. Panoramio dentro de Google era una rara avis porque nosotros habíamos creado una comunidad de fotógrafos, quien contribuía sentía que estaba construyendo algo, es decir, la construcción del proyecto se había hecho con sus usuarios. Google nunca había hecho algo así, nunca había creado una comunidad. Y eso es lo que querían, sobre todo porque, en aquel momento, el gran temor de Google era Facebook. Y ya ahí empiezan a cagarla. Si quieres ganar, no puedes mirar al segundo. Si quieres ganar, tienes que mirar a la victoria. Tienes que mirar lo que quieres.
Google tenía miedo de Facebook. Ese miedo se basaba en que la gente empezaba a publicar, a escribir cosas en Facebook, algo a lo que ellos no tenían acceso, y entonces pensaron que la gente iba a abandonar la internet abierta por Facebook. Ese era el miedo de aquella época, el pensar que, siendo un buscador de la internet abierta, se podían ir a la mierda. Por eso decidieron crear un competidor de Facebook, que fue todo aquello de Google Plus. Era un Facebook con pequeñas mejoras y con cosas peores que funcionó solo entre fotógrafos porque tenía mucho mejor software para la fotografía.
Pero es que tú no puedes ganar a nadie mejorando tan solo un diez por ciento. A nadie. Por otro lado, cuando sale una infraestructura nueva, no puedes limitarte a imitarla, sino que tienes que ver qué puedes hacer con eso. Google intentó copiar a Facebook y ahí sucede el gran drama de Google, que es que, con todos sus ingenieros, no se come un mojón en esa guerra. Y achaca gran parte de ese fallo a su falta de diversidad, a su carencia de gente capaz de entender qué es lo que hace falta para cuajar en lo social. Y, desde luego, Mark Zuckerberg tampoco es que sea la alegría de la huerta.
Yo no me iría con él a la Feria de Sevilla.
Google achaca su fallo a la falta de diversidad a partir de varios casos. Como, por ejemplo, el de una muchacha que escribió un comentario del tipo: «Cabrones, con esto del Google Plus habéis hecho visible en qué ciudad estoy y, aunque es un dato que ya había introducido en mi perfil y era visible, estaba en una página web que no conocía ni el Tato. Pero ahora de pronto habéis compartido mi localización con todos mis contactos, incluido mi ex, a quien he denunciado por acoso y le habéis dicho dónde estoy». En Google nadie había pensado en esto porque estaba plagado de frikis matemáticos con asperger y a ninguno de ellos se le pasó por la cabeza que alguien no quisiera que se supiera dónde está. Nadie en el equipo compartía esas circunstancias.
A partir de ahí, Google emprende el camino de meter a gente más diversa en la compañía y esto tiene cosas buenas, pero también sacrifica algo a cambio. Porque Google destacaba por tener a esos putos matemáticos haciendo algoritmos y productos que funcionaban porque no dependían de otras cosas. Hoy, un ingeniero en Google ya no es un dios como en aquella época, para lo bueno y para lo malo. Para responder a tu pregunta sobre si se trata de la misma compañía, yo creo que no, que ha cambiado. Para muchos ahora será mejor, y para otros será peor.
¿Por qué elegiste Suiza?
Los sitios con un departamento de GEO grande estaban en Suiza, Nueva York, San Francisco y Zúrich, que era el centro de desarrollo más grande de Europa. Me da un poco de vergüenza, pero elegimos Zúrich porque era Europa y te daban veintiséis días de vacaciones al año cuando nosotros teníamos doce.
¿Por qué te da vergüenza? No es un mal motivo. Me parece una genialidad. Estamos aquí cerquita y nos dan veintiséis días de vacaciones. ¿Has contado que te has arrepentido?
Me arrepiento entre comillas porque pasé tres años fantásticos en Zúrich. Hice muchos amigos a los que quiero mucho y, al final, tuve todas las experiencias. Pero el bacalao se corta en San Francisco. El bacalao se cortaba en Mountain View. Eso está clarísimo. Hubiésemos mamado el «cómo va esto».
Tras tres años pasando frío, decides volver a España y eliges Málaga ¿A qué se debe esa decisión?
Vivía ahí la persona con la que quería vivir, ni más ni menos. Y una vez instalado aquí, intento desarrollarme profesionalmente en la ciudad en la que estoy, ni más ni menos. Conozco a la gente que trabaja en las startups, a la gente que estaba en aquel momento haciendo Resultados de Fútbol, a la gente que, en aquel momento, hacía up to down y, un poquito más tarde, a Bernardo. Trabo amistad con la gente que estaba empezando a hacer Resultados de Fútbol, me uno a ellos, compro una oficina y de ahí salen Freepik y otros proyectos.
Pienso que no voy a ofender a nadie si lo digo, pero creo que lo que nosotros hacíamos aquí no se entendía, ni a nivel cultural, ni a nivel institucional. No se entendía porque, además, la apuesta institucional para el desarrollo, desde el punto de vista de ingeniería de la ciudad, era: «Vamos a intentar atraer a las grandes empresas de fuera para que contraten a la gente de aquí». Nosotros hacemos justo lo contrario: «Vamos a crear empresas aquí para que las personas trabajen aquí».
Todas las empresas eran muy pequeñitas. Algunas sonaban en prensa un poco violando el principio de Arquímedes, levantando más agua que el volumen que tenían. Lo que nos pasó a nosotros. Salimos en prensa y en televisión porque era Google y entonces la gente se pensó que éramos los más ricos del pueblo y no éramos ni los más ricos de la calle. Sin lugar a dudas, había gente en la construcción que había hecho más dinero que nosotros, pero era un modelo distinto y eso tiene mucha repercusión.
Por ejemplo, cuando Google compra VirusTotal es como «¡hostia, Google ha comprado otra!». Y, vale, empezaba a tener cierto volumen, crecía el volumen de las transacciones, pero cualquier constructora se meaba por lo alto en cualquier operación de estas. Vamos, sin duda. Y, ahora, ya se ve cómo va creciendo la parte tecnológica, a miles de millones.
Tu primer proyecto en Málaga es la startup PressPeople, dedicada a recibir y distribuir notas de prensa. El proyecto no acaba de tener los resultados esperados y lo abandonas. ¿Cómo sabes cuándo tienes que dejar aparcada una idea?
Le dediqué mucho tiempo, pero nos faltaban muchas cosas, y era algo que, después de hacer varios intentos, no conseguimos que tomase tracción, es decir, que la gente de verdad lo usase. Y ahí llegó un punto en que fue una decisión natural, por cansancio. Es un poco como en una relación, te cuesta, pero sabes que ha llegado el momento de dejarlo. Ese paso puede ser un poquito amargo, pero hay que darlo.
Tirar de la tirita, ¿no?
No fue especialmente doloroso porque en aquella época tenía varios proyectos en paralelo. Empecé ayudando a los de Resultados de Fútbol, invertí, al principio como cofundador. Estábamos con Freepik, con PressPeople, tenía como cuatro o cinco retos. Algunos iban muy bien, y otros no terminaban de despegar. Un éxito grande vale más que cinco medianos. Si ves algo que despunta, céntrate y dedícate a eso, dirige tus esfuerzos.
En Málaga conoces a los hermanos Alejandro y Pablo Sánchez y montáis casi simultáneamente Resultados de Fútbol y Freepik. ¿Cómo ocurre?
Ellos tenían una oficina cerca de donde yo vivía y empecé a compartir oficina al poquito de llegar aquí. Ahí conozco a Alejandro y a Pablo y empezamos a trabajar en Resultados de Fútbol.
En Resultados de Fútbol programas o diriges la programación y eso hace que cambie.
No dirijo la programación, pero sí empiezo a hablar con ellos sobre hacer las cosas de otra manera para que escale más y pueda soportar más tráfico. Empezamos a ver optimizaciones. Por ejemplo renegociamos el contrato de publicidad para sacar más y pasamos de tres mil a diez mil euros al mes en publicidad.
Con cuatro millones de usuarios mensuales, ¿Resultados de Fútbol es un medio de comunicación sostenible?
Los últimos números que tengo en mente estaban en diez millones de ingresos, lo que, hasta donde yo sé, cubre costes.
Yo he mirado, por un lado, BeSoccer y, por otro, Resultados de Fútbol, que tiene unas pérdidas de sesenta y cinco mil euros, entiendo que BeSoccer…
BeSoccer fue un cambio de marca obligado porque el alcalde de Benamocarra, que era del PP y ahora es independiente, Abdeslam Jesús Aoulad Ben Salem Lucena, registra la marca de Resultados de Fútbol con su logo, aunque nosotros ya habíamos salido en prensa con el logo y todo. Este hombre, que también registró las marcas Alphabet y ForoCoches, está condenado por el Supremo por prevaricación y otras cosas.
¿ForoCoches también?
Sí, todo en una hora de imaginación y en un intervalo de quince minutos. La Oficina de Patentes y Marcas desestimó nuestro recurso acerca de que la empresa y la marca ya existía y era notoria. Según mi abogado, quien lo hubiera desestimado era o un corrupto o un inútil. «Pero, como lo conozco, te confirmo que es un inútil», me dijo.
Se puede ser más inútil que corrupto. Es algo que se da mucho.
Puede que sea las dos cosas, no lo descarto. Podíamos llevarlo a juicio, pero eso tiene un coste de alrededor de diez mil euros, entre costas y tal. Evidentemente, después de la resolución de la oficina, nos contactaron para llegar a una solución amigable y que simplemente pagásemos. Ofrecimos cinco mil, yo mismo los hubiera puesto, de verdad. Pero él nos dijo que diez mil, así que decidimos ir a juicio, a ver qué pasa.
El tema de la propiedad intelectual en España es complicado.
Este caso es para enmarcarlo, ¿eh? Nosotros habíamos peritado que teníamos más tráfico en España que el Corte Inglés y no lo aceptaron. O sea, algo de coña. Tú imagínate… La mala fe era más que notoria porque, en quince minutos, había registrado Alphabet (ojito, Alphabet), ForoCoches y Resultados de Fútbol, claro. ¿Qué me estás contando? Fotocopiando los logos. En fin.
Según SimilarWeb, Freepik tiene ochenta y ocho millones de visitas.
Ochenta y ocho millones de visitas a las que tienes que sumar las de Freepik.es, porque, probablemente, tú has mirado Freepik.com. Cuando sumas las dos, te da ciento cinco millones de visitas. Y después tienes que sumar Flaticon, Videvo, IconFinder, Storyset, Wepik, Slidescope. El total se te queda en ciento cincuenta millones de visitas. Según el último dato de SimilarWeb, Freepik tenía ciento cinco millones de visitas. Según nuestras analíticas internas, ya son ciento diez.
Vendéis la empresa al fondo EQT en 2020 cuando facturabais unos treinta millones de euros al año. En 2021 ha facturado cincuenta y cinco millones, con diez millones de beneficio. Si pudieras viajar en el tiempo, ¿te replantearías la venta de la empresa?
De hecho, yo vendí muy poco. Yo salí por un «no vaya a ser que…». En Freepik somos tres socios, Alejandro es el mastermind, es decir, el que tuvo la idea. Al poco tiempo recibió una oferta de una empresa americana, Vecteezy, que se dedica a lo mismo que nosotros y ahora es más pequeña. Esta empresa le ofreció trescientos mil y me costó convencerlo de que no vendiera. Le insistí en que Freepik valdría más, que se esperara, que doscientos mil tras impuestos no era una cifra como para jubilarse. Y así hubo varias ofertas. Lo que pasa es que, en ese momento, nos ocurren una serie de mierdas que no te imaginas. Alejandro estuvo en el parto de sus dos hijos, y en los dos tuvo que ponerse con el portátil porque había problemas con la web. En las ventas siempre pasa. Recuerdo también con Resultados de Fútbol hablando con Manu a las dos de la mañana porque Google nos había cerrado la app y no sabíamos por qué.
Además, en mitad de la venta tuvimos un minihackeo de mierda, los datos no han llegado ni a la Dark Web porque, como medida de prevención, notificamos a la Agencia de Protección de Datos que un tío había encontrado una vulnerabilidad en la página. Este tipo de mierdas ¿cuándo ocurren? Pues el viernes a las siete y media de la tarde, cuando estás con los niños en el parque. La última nos pasó a la una de la madrugada justo uno o dos días antes de cerrar el acuerdo, es como «hostia, no me lo puedo creer».
Te comes un montón de mierdas. Y, en particular, Ale estaba muy quemado. Recuerdo perfectamente que lanzamos una oferta que, aunque era muy alta, era mucho menos de lo que conseguimos, y le dije: «No, tío, espérate, vamos a conseguir mucho más». Y él me contestó: «¿Y qué?, ¿qué más da?».
Quería calidad de vida.
Y tenía razón. Lo único que le pedí es que me dejara organizarlo bien y comparar distintas opciones. Entonces salió una opción que se convirtió en nuestra favorita porque nos permitía hacer una salida distinta a cada uno. Ale y Pablo querían salir más, yo quería salir menos, y un financiero te da esa libertad.
Vendiste Freepik, tal como hiciste con Panoramio, pero esta vez te has quedado en Málaga. ¿Estás cómodo y dispuesto a continuar realizando las actividades propias de un emprendedor?
Sí, sí, totalmente. Antes tenía la ilusión de vivir unos años en la Costa Oeste de Estados Unidos, pero cada vez menos porque está degradadísima. Y en Australia, la zona de Sídney tiene algo que me atrae. Pero estoy muy contento en Málaga, tengo una familia muy bonita y soy muy feliz.
Cuando se habla del pool de tecnología en Málaga, ¿tienes contacto con Bernardo? ¿Hay un club?
No tomamos cerveza porque somos todos asperger. Nos tenemos mucho cariño. Tengo un ejemplo un poco friki. ¿Recuerdas la historia de Aníbal cuando carga contra Roma? Aníbal pierde, ¿verdad?, y emprende una huida rocambolesca porque se lo van a cepillar y acaba en el exilio. Después, Escipión, ya mayor, hace un viaje jodido para ir a su encuentro. Ambos cenan juntos y tienen la famosa conversación. Escipión le pregunta: «¿Quiénes son para ti los mejores generales de la historia?». Aníbal contesta que, sin duda, Alejandro Magno es el mejor, luego Pirro, un general griego, y, por último, él mismo. Aníbal añade que él es el tercero porque en su camino se cruzó con Escipión, si no hubiera sido así, sin lugar a dudas, él sería el más grande de la historia. Ahí se nota un respeto entre colegas. Aníbal había matado al padre y al tío de Escipión. Escipión había matado a dos hermanos de Aníbal. Habían batallado como leones el uno contra el otro, pero, aun así, admiraban la habilidad del otro como general. Esto es lo que nos pasa a nosotros.
Dices que el talento está en la Universidad y que hay que cristalizarlo y atraerlo. ¿Cómo se consigue? ¿Trabajáis con la Universidad de Málaga? ¿Hay transferencia tecnológica? ¿O todavía no ha cuajado?
Todavía no ha cuajado todo lo que tiene que cuajar. Sobre el tema de si hay talento, yo creo mucho en el talento de los estudiantes. Cuando yo era estudiante había gente muy inteligente, gente a la que respeto mucho. En mi opinión, eso pasa en absolutamente todas las generaciones. Hay genios, todavía son niños, pero ya son genios. Es decir, hay talento, claro que lo hay. En Andalucía, con el tamaño que tiene, ¡cómo no va a haber talento! ¿Cómo no va a haber niños todos los años que sean puñeteros cracs? Claro que los hay, esos niños están en la Universidad. Ahora, ¿se está aprovechando toda esa capacidad como se debería? Si comparamos el tamaño del hub, somos mucho más pequeños que Cataluña. Este impulso todavía no está siendo aprovechado por la sociedad en general. Y no solo es por la Universidad. También falta, en mí el primero, una cultura empresarial de colaboración con la Universidad.
¿Tenéis estadísticas o datos de cuánta gente de la Universidad de Málaga echa el currículum?, ¿promovéis eventos con la Universidad para avisar de que Freepik está abierta?
Estamos en la Hackers Week y viene gente. Nosotros contratamos a gente de la Universidad, pero, sorprendentemente, también cogemos a muchos que vienen de prácticas del instituto. En sistemas, por ejemplo, hay un chaval que hizo prácticas con el instituto y es de los mejores.
Ahora se observa un cambio de tendencia hacia la autoformación más que a la carrera universitaria, algo que se da mucho en Estados Unidos. Vosotros también apostáis por este modelo, ¿no?
Sí, totalmente. Yo esto lo vi hace mucho. Recuerdo un proyecto, el Open Source, en el que trabajé hace muchos años, en el 98 o el 99. Participaba mucha gente y había un sueco trabajando ahí que era de los mejorcitos y no había hecho la universidad. Me chocó un poco. Ahora no tenemos ese requisito en Freepik.
Ahora en determinados proyectos te piden que sepas resolver un entuerto, demostrar que puedes solucionar un problema y punto. Aunque yo, como padre, sí veo lo de «tú, el titulito», porque a lo mejor cambia el aire.
Yo eso lo he visto ya desde hace muchos, muchos años. Nadie se fija en nadie por los títulos. El título no te permite juzgar a una persona, tienes que juzgarla tú. Además, pienso que en la informática está más que asentado. La informática no tiene paro porque exige la máxima competencia desde siempre. Como lleves una o dos experiencias ya lo que tienes que hacer es lo último que has hecho.
Málaga ahora mismo y Málaga en el futuro. ¿Cómo ves la Expo 2027?
Considero que es bueno que Málaga se presente porque le da visibilidad. Otras ciudades del tamaño de Málaga o más pequeñas han organizado una Expo, aunque tal vez el evento esté asociado a ciudades más importantes. En cualquier caso, preparar algo así ya ayuda a la ciudad, ya le viene bien, luego ya se verá cómo acaba la cosa.
¿Málaga te parece una ciudad cómoda para vivir y para trabajar? ¿Piensas que es una ciudad con posibilidades de desarrollo en diez o quince años o, más bien, crees que se está muriendo de éxito y que tendremos serios problemas?
Hay una idealización de la Málaga de hace quince o veinte años. Ahora la gente no puede vivir en el centro, y antes podía pero no lo hacía porque era un zona marginal. La cantidad de edificios en ruinas, abandonados, era brutal. ¿Que ha habido gentrificación? Sí. ¿Que la gente ha reformado los pisos para ponerlos de alquiler? Sí. Ahora, si te sales del centro histórico, hay sitio, y la ciudad se está expandiendo. Por ejemplo, la zona de Teatinos es muy popular y está muy bien. Está la zona de Pacífico, que está… ¿a cuánto? ¿quince, veinte minutos? Si quieres ir andando al centro en diez minutos, entonces tienes un problema, claro. Hace cinco años encontrabas pisos de alquiler por trescientos euros y estaban bien, y ahora la gente se lleva las manos a la cabeza porque están a setecientos. No entienden el cambio, pero es que antes estaba tirado. ¿Málaga es una ciudad en la que se puede vivir ? Sí, el que crea que no que lo intente en París.
Eso suena a titular.
No, hombre, yo he vivido en París y estuve bien, pero París sin dinero es una mierda. Yo vivía en una buena zona, con lo justo, con lo que me daba con mi salario, pero, por lo menos, tardaba poco para lo que es París: cuarenta y cinco minutos para ir al trabajo y treinta y cinco para volver. Tenía el tiempo justo para ir al supermercado, poner la lavadora, hacer la cena, cenar y dormir. Como dicen los parisinos: Métro, boulot, dodo («metro, trabajo y a dormir»). ¿Londres es una ciudad bonita? Pues depende de si tienes dinero o no.
Esto conecta un poco con el fenómeno de los nómadas digitales. Gente que dice: «Vengo de Suiza o de Londres, pero me voy a vivir a Málaga porque la vida es mejor y hay más sol». ¿Vosotros estáis experimentando ese fenómeno?
Yo no lo conozco. Me he cruzado con algunos, pero no sé si es algo anecdótico o se puede hablar de fenómeno. En cualquier caso, la verdad es que lo entendería. Lo que tenemos es gente trabajando para nosotros que no vive aquí.
¿Tus trabajadores tienen que ir a la oficina?
Mis trabajadores van dos veces por semana si viven en Málaga. Si viven fuera de Málaga, intentamos que vengan dos veces al mes más o menos. Sinceramente, como les dé a todos por venir, no cabemos. No tenemos oficina.
Uno de los problemas de los bancos de imágenes donde los colaboradores suben sus trabajos es el control de los derechos. ¿Se necesita un buen equipo legal para vuestro negocio? ¿Habéis tenido denuncias de gestoras de derechos como Vegap?
Hemos tenido muy pocas denuncias, muy pocas. Tenemos un buen equipo legal en cuanto a calidad, y hemos tenido muy pocos problemas porque, en general, miramos mucho, cotejamos mucho lo que se sube. En la práctica, que yo recuerde, en toda la historia, nos ha tocado pagar algo solo una vez.
¿Freepik tiene desarrollos propios de inteligencia artificial? ¿A qué los aplicáis?
Sí, sí que tenemos. La aplicación más concreta que tenemos de desarrollo de inteligencia artificial, un poco de investigación, es en el buscador. El buscador se ha desarrollado sobre un modelo de inteligencia artificial que funciona. Es muy diferente al buscador tradicional, el que teníamos funcionaba con palabras clave y etiquetaba el contenido. Hoy el buscador es híbrido. Hay una bicefalia que depende de si en la búsqueda se emplean pocas palabras o muchas. Es decir, si se busca un término o dos, se usa el buscador tradicional; si son tres o más palabras, se utiliza ya la inteligencia artificial, que es capaz de atender a peticiones del tipo «una mujer tomándose un café con la luz de una ciudad de fondo». Y pum.
Como usuario, una cosa que echo de menos es que Freepik me recomiende ilustradores parecidos.
Hay un algoritmo de recomendación de imágenes parecidas a la última que te has descargado. No hemos creado un algoritmo para ilustradores porque la obra de la gente tiene mucha diversidad. Observamos más la clasificación por el contenido que usas que por los diseñadores en sí. Así que se están probando las sugerencias de contenido similar al que históricamente has consumido.
En Twitter comentaste que, si sabes que un texto está escrito por una inteligencia artificial, se te quitan las ganas de leerlo.
A mí sí. Lo digo con toda la admiración hacia lo que ha sido capaz de hacer la inteligencia artificial. Tengo una curiosidad tremenda, estoy encantado con las IA que generan imágenes, me parecen un avance espectacular. Pero, a mí, tú me pones a leer algo y me entero de que lo ha escrito una IA y es que se me apaga el cerebro. No consigo conectar, es como si perdiera el interés, porque no hay esfuerzo detrás. No es que sea capaz de distinguirlo, pero si lo sé…
¿Te pasa lo mismo con las imágenes?
No, con la imagen no me pasa.
¿Vais a permitir que los colaboradores suban imágenes de IA a Freepik?
Ya están subiendo imágenes creadas con IA. Pero hay gente que se queja, no las quiere. Por eso le estamos pidiendo a todo el mundo que las suba directamente etiquetadas para que quien no quiera usarlas pueda apartarlas.
Tres ilustradores han presentado una demanda contra las imágenes de IA y parece que no va a prosperar.
¿Conoces la historia de Kodak? Un ingeniero de Kodak inventa la cámara digital y la compañía le contesta: «¿Qué estás haciendo? Tenemos a cien mil químicos aquí». Y, claro, Kodak hoy no existe. Eso no funciona, no ha funcionado nunca. No sé si va a prosperar la demanda. Hay una sentencia del Supremo de Estados Unidos en la que le da la razón a Google cuando reproduce la imagen previa de un libro (una o dos páginas) porque no está compitiendo con la actividad creadora de los escritores. En este caso, la inteligencia sí está compitiendo, entonces habrá que ver cómo es esa sentencia.
Si lo prohibieran, los informáticos tendríamos las de ganar porque te instalas el Stable Diffusion, generas la imagen y le pasas un filtro.
Es que no lo sé. Creo que no va a llegar a tanto el impacto de la inteligencia artificial generativa, pienso que la gente va a seguir creando cosas.
La inteligencia puede convivir con los creadores, pero les quita negocio.
En el evento este que hicimos de inteligencia artificial generativa, yo puse el ejemplo de que con la fotografía es todavía más fácil que con las inteligencias artificiales. Tomar una fotografía consiste en pulsar un botón, aunque nadie duda de que hay gente que aporta más arte que otra. En este caso, tienes que describir la imagen que tienes en mente, desarrollar cómo enfocas, seleccionar la imagen, y, en algunos casos, trabajarla. La inteligencia artificial tiene más trabajo. El pavo ese que ganó el concurso de arte dedicó cuarenta horas de trabajo a elaborar la imagen premiada.
¿Hay que tener miedo a la inteligencia artificial?
Es un avance muy potente de golpe e, históricamente, cuando se producen avances tan fuertes, la gente suele tener miedo. En todo caso, me parece que es imparable.
Freepik no tiene miedo.
No, no, eso no. Nos metemos y nos metemos. En Twitter me estoy enterando de casos de bullying a artistas que trabajan con inteligencia artificial, por lo visto, los putean a muerte.
Antonio Torrubia, Javi López, etc. La gente que está a la vanguardia de las IA baja mucho a Málaga. ¿Cuál es el objetivo de estos eventos que realizáis?
La verdad es que esto empezó como un evento interno. Y, de hecho, me han puteado a mí del departamento de marketing porque tengo que darme cuenta de que no es posible ver nada de lo que hacemos como un evento pequeñito entre colegas. La idea empezó invitando a los amigos a venir a tomar unas cervecitas y unas pizzas. Lanzamos la invitación por si alguien de Freepik quería venir que se apuntara. Y empezaron a llegar y, al final, fue como «no hay sitio». «Vale, pues ¿dónde podemos ir?». La 42 se había ofrecido, así que lo hicimos ahí. Unas pizzas, hubo tirón, y ya.
Y qué te parece la posición defensiva de Javi López, ¿has visto el hilo famoso que publicó?, ¿ese de «no soy artista, cada uno que me diga que no…»?
Yo no estoy de acuerdo, yo creo que es arte. Para mí, el arte también consiste en romper un poco los esquemas. No entiendo la agresividad que hay contra Javi. Hace unas cosas bellísimas. Si no te gustan, pues no las mires, ¡coño! No tiene más películas. En el evento este que organizamos para hablar de arte (que es lo que hace Freepik, al fin y al cabo, cosas bonitas), hablé de lo que es para mí el arte y, ante la indignación de la gente que intenta determinar si esto es arte o no lo es, puse el ejemplo de Picasso con el cubismo. La movida es que Picasso se inspira en el arte africano, con los tótems planos y tal, y con el cubismo trata de sacar lo que está por detrás. Y eso en 1910, cuando empieza el cubismo, era como «hostia, ¿pero africanos?».
Es un crecimiento exponencial.
Cuando empezó internet fue la leche, fue un «aquí hay material». Ahora noto lo mismo. A cuánta gente conoces que sea capaz, ahora mismo, de sacarse la selectividad, de pasar la prueba de abogacía de Nueva York…
La carrera de Medicina.
De pasar las pruebas para ejercer como médico en Estados Unidos, de responderte a prácticamente cualquier pregunta de programación casi siempre de forma correcta, de resolverte un problema de matemáticas y de hacerlo en cualquier idioma.
En 2019, la Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía (IDEA) decide cambiar su consejo rector e incorporar perfiles de la Universidad y la empresa. ¿Cómo ha sido la experiencia? ¿Ayudan realmente las instituciones? ¿Se están gestionando bien los fondos europeos de recuperación?
Yo creo que no. A mí personalmente me sirvió para entender un poco cómo funcionaba el tema al otro lado del mostrador. Yo, antes de meterme, cuando me llamaron para participar, me sentí muy orgulloso, con ganas de ayudar. No creo, y puede que me equivoque, que los políticos que estuvieron antes de que yo llegase tuviesen maldad.
Igual se la metieron.
Hubo varias decisiones judiciales que estaban condenando lo mismo que se hace en otras agencias españolas. El FEDETT [la Asociación Estatal de Empresas de Trabajo Temporal] hace lo mismo que aquí se condena como ilegal. Aquí deciden que los fondos por huevos los tiene que dar un funcionario, y la Agencia IDEA no trabajaba con funcionarios. Es un poco paradójico, la gente critica que los funcionarios no tengan que ajustarse a una serie de condiciones y que no se les pueda despedir, pero, cuando decides ir sin funcionarios para supuestamente ganar agilidad, te putean por no contar con los funcionarios.
Yo me leí todo lo que llegó a mis manos de parte de la agencia y era mucho. En primer lugar, lo que ocurre es que muchas veces viene encorsetado de Europa y, por tanto, en segundo lugar, la Agencia, al final, se dedicaba, en el noventa y muchos por ciento de los casos, a encauzar los fondos europeos, con sus pliegos de requisitos y sus restricciones. No había margen de maniobra para lo que teóricamente hace la Agencia, porque simplemente gestionar y distribuir los fondos europeos ya les comía todo el tiempo.
Yo, por ejemplo, veía que recibían ayudas proyectos de software que me parecían una locura y que mi intuición decía que no conducían a ningún lado. Pero, como cumplían todos los requisitos del pliego, ¿qué coño se podía decir?, ¿que a ti, porque no me sale de los cojones, no te voy a dar la ayuda?
Y ¿por qué de repente esa gente como tú de Universidad y de empresa vuelven al modelo institucional y ya los vocales vuelven a ser el consejero de tal o cual. Eso ¿a qué se debe?
Lo primero es que, efectivamente, en el consejo, perfiles como el mío estaban siendo muy poco útiles. Yo sé hacer una serie de cosas, pero no peinarme la ley para saber qué es lo que se puede hacer o dejar de hacer con un fondo europeo y cómo se canaliza. Me daba para votar que sí, que lo veía bien. Intenté leérmelo todo, pero eran nociones de finanzas, de fiscalidad y sobre todo de derecho. Al final no podía aportar nada.
Lo bueno sería que fuera como la agencia antigua, que estudiaba los proyectos de verdad.
Si yo hubiese tenido que estudiar los proyectos, ya te digo que no hubiese aprobado ni uno. Proyectos sobre los que yo verdaderamente podía emitir un juicio de valor solo recibimos un par. Eran proyectos de lo mío, de software, y esos dos, desde luego, no los hubiera aprobado. Pero en la Administración no puedes decidir de forma discrecional o te llevan a juicio a la mínima. Porque tomar una decisión discrecional, es decir, basada en mi criterio, quien yo diga sí, y quien yo diga no, es un dedazo como la copa de un pino, aunque confíes en mis parámetros. Por tanto, si no quieres dedo, hay que asumir el pliego de condiciones y, si el proyecto lo cumple, pues lo cumple. Era muy difícil en ese contexto y la agencia venía muy escaldada. La prioridad número uno de la agencia (y la número cero y la número dos) era que a ninguno de los miembros del consejo les cayese un juicio. A ver, que yo he venido aquí, me he pagado los viajes, me he pagado las dietas, me he mamado la noche y el día leyéndome el mamotreto este, he intentado aportar mi ayuda, mi tal, y ahora voy a juicio por una empresa que no conozco. Esto era lo que se intentaba evitar.
¿Inviertes en proyectos ajenos? Mucha gente de éxito como tú ahora ya son business angels.
Sí, invertí después de Panoramio. Al principio, cuando llegué a Málaga, estaba más activo, y realmente he tenido una suerte tremenda, digo suerte porque creo que de verdad ha sido suerte. Los proyectos en los que he invertido han ido fantásticamente bien. He dejado de invertir porque, primero, no me da la vida, y, segundo, porque no quiero invertir en un proyecto en el que no puedo aportar nada en realidad porque no tengo tiempo. Tengo tiempo para mis niños y para la casa.
Muy buena entrevista. @Angel @Ricardo. Esto merece la pena subirlo a Linkedin.
Pingback: Historia de Panoramio. Una éxito emprendedor - Carballar.com