Jot Down para CCCB
Mapa de las estrellas
Nueve universos distintos habitan la sala 3 del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona en el marco de la exhibición Constelación gráfica. Jóvenes autoras de cómic de vanguardia, comisariada por Monserrat Terrones y actualmente en marcha hasta el 14 de mayo de 2023. Nueve cosmos artísticos muy personales pero inevitablemente interconectados, pertenecientes a una misma generación, gestados en condiciones similares y viviendo en una expansión continua. Se trata de galaxias conformadas por astros creativos que poseen nombres y apellidos: Bàrbara Alca, Marta Cartu, Genie Espinosa, Ana Galvañ, Nadia Hafid, Conxita Herrero, María Medem, Miriampersand y Roberta Vázquez.
Al igual que ocurre en muchas otras manifestaciones culturales, en el mundo del cómic siempre han sido más interesantes los subsuelos, las historietas al margen, los experimentos inesperados y los universos autogestionados. En Estados Unidos los comix underground nacieron durante los sesenta, añadiéndole una equis al nombre del medio para evocar la etiqueta «X-Rated», y con el loable objetivo de pasarse alegremente por las gónadas toda la férrea censura que la Comics Code Authority aplicaba sobre las historietas populares. Cuando Robert Crumb autopublicó su primer tebeo, Zap Comix, el éxito de la empresa no solo demostró que había un público hambriento de ese tipo de mundos en los márgenes, sino que además detonó el inició del underground comiquero al inspirar a muchos otros autores a seguir la misma ruta de vuelo. Gente como Kim Deitch, Gilbert Shelton, Dave Sheridan, Spain Rodriguez, o un Art Spiegelman que, a principios de los ochenta, se dedicó a servir en la mesa, en crudo, el tebeo europeo ante una audiencia norteamericana y a través de las antologías de la revista RAW. Ocurría que, a pesar de que existieron firmas femeninas notables como Trina Robbins o Julie Doucet, aquel ecosistema era mayoritariamente masculino y, como consecuencia de una rabiosa incorrección política, profundamente misógino. En España, el reflejo underground se vio representado por la autodenominada «línea chunga», en contraposición a la «línea clara» francobelga, con unas historietas callejeras donde abundaban los picos de heroína, los suburbios morales y el espíritu quinqui. Pero al igual que ocurría en EE. UU., la escasa presencia de autoras acotaban el fenómeno como predominantemente masculino.
Afortunadamente, la aparición en los últimos años de festivales de cómic alternativos (GRAF, Gutter Fest, Tenderete, KBOOM! o Libros mutantes), editoriales dispuestas a arriesgar por el material más experimental (Apa apa Còmics, Fosfatina, Belleza infinita, Ediciones valiente o Fulgencio Pimentel), y el fenómeno de la autoedición, han demostrado que no solo existe una presencia importante de grandes autoras en estas tierras, sino que en muchos casos sus universos son los que contienen las propuestas más interesantes. Y a la hora de explorar estos parajes, el mapa de estrellas trazado en Constelación gráfica funciona como una estupenda ruta de viaje e iniciación entre estas galaxias. Un recorrido no solo a través de los senderos del cómic contemporáneo, del fenómeno artesanal del fanzine, y de la obra de estas nueve creadoras, sino también entre las nueve instalaciones que ellas mismas han erigido exclusivamente para el CCCB.
Viaje en globo a través del agujero negro milenial
Los bocadillos de las viñetas, los globos que flotan sobre las cabezas de los monigotes de cómics envolviendo sus palabras, cargan sobre sus burbujas con la herencia de una longeva tradición gráfica. Los mayas decoraban superficies de vasos y vasijas con estampas de leyendas y mitos cuyos protagonistas se expresaban a través de símbolos y protobocadillos comiqueros. La pintura religiosa de occidente pinceló filacterias de papel, revoloteando alrededor de las figuras humanas y celestiales para escribir sobre ellas proclamas y anunciaciones. En el siglo XVII, los ilustradores ingleses comenzaron a inflar globos con letras para rematar sus sátiras y caricaturas. En 1825, la publicación The Glasgow Looking Glass, considerada por algunos historiadores como el primer cómic de la historia, convirtió el bocadillo de tebeo en elemento principal de comunicación en los mundos de viñetas.
La dibujante Bàrbara Alca (PizzaChica y las Lloronas, Llámame feminazi, Pequeña y grande Ella Fitzgerald) adquirió la costumbre de diseñar una nueva pancarta feminista cada 8M. Bajo esa autoría ilustre, y enarbolando lemas como «Si sabes de criptomonedas puedes saber de consentimiento», la cartelería rotulada por la artista parecía convertir el globo de cómic en un elemento transmedia reivindicativo. La burbuja flotante que nació amarrada a los personajes se reubicaba en las calles como herramienta combativa. Alca también trasladó bocadillos a sus pinturas acrílicas, pero su obra no solo posee alma analógica y artesanal, sino que además se aventura por los terrenos digitales: en Constelación gráfica, la autora exhibe su fascinación por los gifs motivacionales que han moldeado la nueva cursilería internetera, e invita al visitante a adentrarse en una habitación acolchada, a medio camino entre el edredón acogedor y la celda del psiquiátrico, para interactuar con la aplicación Cringer. Un terrorífico simulador de red social de citas, plagado de monstruos en busca de cariño, criaturas que han sido creadas por la artista a partir de los perfiles reales de los especímenes que proyectaban más grima y vergüenza ajena en este tipo de apps.
El imaginario de Miriampersand (Animal Party, Internet sublime) nada entre la psicodelia, los animales antropomórficos y mutantes, la filosofía, la cultura digital contemporánea, los estilos arquitectónicos o el esoterismo. Miembro del colectivo mintamintæ, y habitante de un tiempo donde la tecnología ha abierto nuevos senderos virtuales, Miriampersand concentra parte de su obra en el campo del arte digital, creando piezas y animaciones para diferentes muestras como ArtBabel en el festival Río Babel o On/Off en el festival OFFF Sevilla. Trabajos que convierten las pantallas en ventanas a otros universos extraños, tan oníricos y sorprendentes como esta estampa donde un roedor celebra los deshechos de la humanidad ausente en un universo apocalíptico y marciano. En la sala 3 del CCCB, Miriampersand ha instalado otro tipo de acceso, una invitación a un rito de paso, un umbral inventado «que no debería estar en medio de una habitación. Pero ahí está y podemos darle el significado que queramos, es un asunto personal. Quién eres antes de cruzarlo y quién serás después es cosa tuya. Cada lado de la puerta te cuenta una historia, te sugiere una manera de pensarlo».
Marta Cartu (Hola Siri) utiliza los códigos del arte contemporáneo para reflexionar sobre la identidad, los roles de género o las distopías detonadas por las nuevas tecnologías. Pero no limita su obra a los márgenes del bocadillo, sino que la aprovecha para aventurarse por cosmos paralelos a las constelaciones comiqueras: ilustrando el informe Generation Austerity (un texto del European youth forum que analizaba las penurias de los jóvenes ante recortes gubernamentales), ideando la instalación interactiva Espacios de seguridad, trasladando el lenguaje del cómic a la escultura al estamparlo en vasijas de cerámica esmaltada, o pariendo la perfomance ¡Pum! para a continuación transformarla en un fanzine donde se contraponía la libertad de las tablas de skate con la alineación que supone la tabla de planchar.
A Cartu también le debemos el descubrirnos la existencia de las hifas, los filamentos que conforman la unidad mínima estructural de las setas y los hongos, una red de travesías microscópicas interconectadas entre sí. Porque la artista ha bautizado su instalación para «Constelación gráfica» adoptando el nombre de esos tejidos de información: Hifa. Y tras esa curiosa denominación ha ideado una propuesta que agarra el modo en el que la información habita el hiperespacio, fragmentada pero a la vez conectada, para reflejarlo en un espacio físico: una sala donde las viñetas de un cómic se dispersan e independizan, troceando la narrativa secuencial y delegando en el espectador la misión de reordenar el devenir de la historia a través de su propio recorrido físico por el lugar. Un bosque narrativo que contiene tres historias orbitando en torno al mundo digital: la hiperconexión como espacio de simbiosis y unión, el hipertexto como espacio de fragmentación y la hipercultura como espacio de narrativas desarraigadas e individualizantes.
Conxita Herrero (Gran bola de helado) tiene mucho de torrente creativo desbocado. Ha participado en numerosos fanzines (Qué suerte, Fanzine Bulbasaur, Amigas fanzine, Dinamita diminuta o Migas fanthing), diseñado cartelería, ilustrado en Vice, lidiado con la poesía, ideado logotipos, organizado editoriales artesanales junto a Klari Moreno, colaborado en iniciativas de plataformas como Tik tok cómics, e incluso posee un grupo de música pop propio: Tronco, una banda conformada junto a su hermano Fermín y que forma parte del catálogo del legendario sello Elefant Records. Además de todo lo anterior, Herrero también tiene mucho de valiente y reivindicativa. En 2017, tras ser nominada en el Salón del cómic de Barcelona en la categoría de autora revelación, aprovechó su intervención ante el micrófono para denunciar el evidente y habitual desequilibrio de género de la lista de nominados: en ese mismo año, de treinta y cinco nominaciones, tan solo tres habían recaído sobre mujeres. Para el CCCB, Herrero se ha atrevido a ensamblar una metainstalación: la proyección sobre una pared de una historia corta donde se relata, de manera gráfica, todo lo acontecido durante el verano previo a la inauguración de «EXPOWAPAS», el nombre del grupo de WhatsApp formado por las nueve autoras con motivo de la exposición.
En sus inicios, Genie Espinosa (Hoops) abrazó las convenciones del manga, pero con el paso del tiempo acabó mutando su estilo, evolucionando y transitando hasta construir algo mucho más valioso: un trazo único. Siluetas redondeadas y coloridas hermanadas con el grafiti, un medio que la autora también trabaja, y la calle, un terreno que la autora también pisa. Su fabuloso, y muy personal, sello visual acabaría conduciendo a Espinosa a crear modelos originales para la firma china de ropa INXX Street wear, o a recibir encargos de gente como la cantante Nathy Peluso. Con «El puente de Einstein-Rosen o el agujero de gusano», Espinosa dota de entidad física a sus diseños, instalando las gigantescas curvas de sus personajes junto a un misterioso agujero de gusano de color amarillo.
Roberta Vázquez (¡Socorro!, Mugre debajo del sofá) ha erigido su mundo personal salteándolo de alimentos antropomórficos, personajes inestables que ejercen como versiones distorsionadas de la propia autora y quienes le rodean. Lo interesante de su proceso creativo es la semilla, porque muchas de sus criaturas nacen a partir de las figuritas que ella misma compra en el Rastro, de juguetes vetustos, de capturas de pantalla de series y películas, de búsquedas en Google o de imágenes curiosas en el interior de algún libro ignoto. El alma juguetera del proceso es algo que viene de lejos: «Uno de los primeros recuerdos que tengo respecto a hacer cómics es estar jugando con unos muñecos en forma de animales del bosque, que venían de regalo con los huevos Kinder, y un día empezar a dibujarlos para contar historias con ellos en formato cómic. Con el paso de los años, no he abandonado este sistema, me gusta inspirarme en pequeñas figuras para crear personajes, a veces las busco y las compro, y otras veces llegan a mí de manera completamente inesperada». Las figuritas extrañas abandonadas en los tenderetes del mercadillo, los animales de plástico, o las casitas portátiles de Polly Pocket convertidas en semilla para la creatividad. Tres de los personajes alumbrados mediante este proceso de coleccionismo y resurreción protagonizan Isla Riesgo en el CCCB, un tablero de juego gigante donde un trío de personajes (Haba Chunga, Botas y Perro) sufren todo tipo de desventuras al lidiar con los peligros de la misteriosa Isla riesgo.
Nadia Hadif (Chacales, El buen padre) utiliza un estilo minimalista, de colores planos, secuencias repetitivas, formas geométricas y maneras cercanas al fractalismo, para exponer asuntos con tantas aristas como la inmigración, la vida periférica, las desigualdades sociales, la violencia latente de un mundo neoliberal, o la conciencia de clase obrera. Para Constelación gráfica Hadif ha optado por la construcción del espacio menos evidente, pero que quizás sea el más importante para toda autora y autor: la soledad. Porque su Habitación, un emplazamiento habitado por el alter ego de la propia artista, es exactamente eso, una mirada a la soledad pero desde un punto de vista luminoso. «La soledad que ayuda a la reflexión, al descubrimiento, a la lectura de otros puntos de vista y, sobre todo, a la creación que después es compartida con el lector o con el visitante de la exposición en este caso. Esta soledad enmarcada también en un espacio determinado, la habitación, el mismo que representan autoras de cómic como Gabrielle Bell o Julie Doucet».
El de Ana Galvañ (Tarde en McBurger’s, Pulse enter para continuar) es un nombre que no necesita de demasiadas presentaciones. Dibujante, ilustradora, perpetradora de la plataforma TIK TOK Cómics que dio visibilidad a muchos de los grandes talentos contemporáneos del cómic alternativo, fanática de la ciencia ficción y sus engranajes, mente efervescente, colaboradora de medios como El País, The Guardian, The Washington Post, The New Yorker, The New York Times, Socialter, Berliner y creadora de relatos que han habitado publicaciones como Apa apa, Fosfatina, Vertigo DC, Kus! o Fantagraphics. Para la muestra del CCCB, Galvañ ha elaborado «Un mini cómic fantástico con tintes de realidad. Flotante y lineal, aunque con recorrido circular, como sus cuerpos en el agua. Y como esta instalación que, con mucho cariño, procura recrear el lago con sus plantas mutantes y un abstraído científico. Este lugar debería ser desapacible, ¿verdad? Y sin embargo transmite belleza, quietud y el sosiego de las cosas que no tienen un propósito, sino que —en estahistoria— simplemente son».
El flamenco, la naturaleza y la cinematografía japonesa confluyen como inspiraciones y motor de la obra de Maria Medem (Cenit). Una autora especializada en crear ambientes y sensaciones a partir de un tratamiento que ella misma etiqueta como «estética concisa». Medem gusta de transitar alejada de la narrativa convencional y su mayor virtud es la capacidad innata que posee para tejer atmósferas utilizando sus influencias como herramienta: en su proceso creativo, un compás de soleá se convierte en metrónomo con el que acompasar la cadencia narrativa de una historieta (Por culpa de una flor), y las estrofas de sevillanas boleras entonadas por la Niña de los peines ejercen como musas marcando ritmos frenéticos (Tregua). Su obra se ha expandido con éxito hacía el campo de la animación, confabulándose por el camino con el mundo de la música para obtener resultados tan maravillosos como el videoclip animado del «Mr. Lee» de Hovvdy, el origami vivo de la «Paloma blanca» de Olovson, la «Esperanza» de Hermanos Gutiérrez, o una espectacular «La Sibila» donde el cantaor Perrate interpreta la pieza en un plano secuencia, vagando por la tumba de Servilia en la necrópolis romana de Carmona y caminado entre los artefactos y personajes animados perfilados por Medem. En el pseudo vídeo del tema «Is it real?» de Bombay bicycle club, una ilustración de Medem muestra a una chica fascinada por su reflejo. En su propuesta Reflejos para esta «Constelación gráfica», la autora presenta las viñetas de Por culpa de una flor acompañadas de una banda sonora firmada por Ylia, con el objetivo de fabricar una atmósfera, paralela pero plausible, en la que el visitante está invitado a perderse.
Irradiaciones en el CCCB
Constelación gráfica. Jóvenes autoras de cómic de vanguardia acoge nueve universos creativos de autoras que comparten raíces e inquietudes contemporáneas. La decadencia de la generación milenial, la militancia combativa ante sistemas injustos, la autopublicación como vía, la experimentación como ruta de escape, el ingenio como arma y la adopción y mutación de todo tipo de elementos pop, desde la música a los juguetes, pasando por el fenómeno del fan art, los dibujos animados, la filosofía, o los parajes de ciencia ficción. La exhibición se divide en seis ámbitos diferenciados: «El cómic como sistema», «Milenials: una generación en disputa» (un espacio que cuenta con la colaboración del filósofo y periodista Eudald Espluga), «Costumbrismo milenial», «La narrativa fractal y la hiperconnectividad», «Viajes to the other side» y «Mundos extraños». Se trata de una muestra que supone mucho más que un mero itinerario para contemplar a las estrellas actuales del medio, es en realidad una invitación a cruzar un umbral, asomarse a otras ventanas y experimentar otras atmósferas. El futuro de esta generación de jóvenes autoras es incierto, pero empieza aquí, en estas galaxias.
Constelación gráfica. Jóvenes autoras de cómic de vanguardia es una exposición del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (C/ Montalegre 5, Barcelona) disponible hasta el 14 de mayo de 2023. Cuenta con la participación de Bàrbara Alca, Marta Cartu, Genie Espinosa, Ana Galvañ, Nadia Hafid, Conxita Herrero, María Medem, Miriampersand y Roberta Vázquez. Está comisariada por Montserrat Terrones, con Eudald Espluga como colaborador y Jordi Costa a cargo de la dirección del proyecto. Para más información, invitamos al lector a orbitar hasta la página oficial de la exhibición.
